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UNA ACCIDENTADA UNIÓN por nurikosan

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Una vez en la casa de Milo, este conduce a Camus al dormitorio y besándole comienza a desnudarle muy despacio. Primero desabotona la camisa, acariciando sensualmente cada centímetro de piel que deja al descubierto, prestando especial atención a los pezones que comienzan a reaccionar a sus atenciones. Después continúa con los pantalones que deja caer libremente hasta sus tobillos para cogerle en brazos y depositarle suavemente sobre la cama. Se inclina sobre él y deslizando sus manos lentamente le quita el bóxer para lanzarlo sobre el resto de la ropa apilada en un informe montón sobre el suelo.

 

Camus cierra los ojos suspirando y temblando de deseo mezclado con miedo. Sus temblorosas manos están acariciando nerviosamente la espalda de Milo y separa ligeramente las piernas para ofrecerse a él por completo.

 

- Eres precioso – murmura extasiado Milo devorando con la vista el desnudo cuerpo de su amado.

 

Junta sus labios con los de él y le besa hasta saciarse de su sabor. Los muerde juguetonamente y le pide permiso con su lengua para entrar en su boca a explorarla.

 

Camus abre sus labios muy lentamente cediéndole el paso que le pide mientras un jadeo se escapa de su garganta. Le deja explorar a su voluntad y torpemente trata de seguir el desenfrenado combate que ha entablado con su lengua.

 

Cuando el escorpión se separa de él con una gran sonrisa en sus labios clava sus ojos en los de acuario quedándose prendado de ellos durante unos largos minutos. Al cabo de los mismos parpadea para liberarse de su maravilloso hechizo y acaricia su larga cabellera suspirando para terminar dándole un beso lleno de amor y sobre todo de respeto en su frente.

 

- Vístete – le dice levantándose para recoger la ropa del suelo y tendérsela.

 

-Milo, ¿qué ocurre? ¿Acaso ya no me deseas? ¿No te gusta mi cuerpo? ¿He hecho algo que no debía?

 

- Tranquilo amor – le dice cogiendo la camisa y empezando a ponérsela- Te deseo más que nuca, tu cuerpo supera todo lo que había imaginado, es simplemente perfecto y maravilloso y no has hecho nada mal. Es solo que te hice una promesa la otra noche ¿recuerdas? Te prometí que esperaría a la noche de bodas y pienso cumplirla.

 

- Pero ya no es necesario... además solo quedan dos días...

 

- Tú lo has dicho: solo quedan dos días. Si he podido esperar todo este tiempo bien puedo hacerlo dos días más. Y para mí si es necesario – agacha la cabeza desviando avergonzado la mirada- Te he tratado muy mal, te he hecho algo horrible...  me he portado peor que un animal contigo y quiero ganarme tu respeto de nuevo, quizás no sea el mejor modo de hacerlo, pero por ahora me parece un buen principio.

 

Camus levanta su rostro y le obliga a mirarle mostrándole en sus ojos el inmenso amor que siente por él.

 

- No ha sido culpa tuya. No quiero que vuelvas a pensar en eso. ¿Entendiste? Te amo Milo, te amo más que a mi propia vida y aunque mil veces me vuelvas a hacer lo mismo mil veces te perdonare – sonríe acariciando dulcemente su mejilla para apoyar su frente contra la de él – Aunque he de ser sincero contigo, ahora que se cual ha sido el desencadenante de ello no puedo evitar sentirme en cierto modo halagado por tu reacción. Nunca hubiera imaginado, ni siquiera en mis más locos sueños, verte con semejante ataque de celos por mi causa. Pero también te agradecería que no vuelvas a hacerlo. Me dolieron mucho más tus palabras que la violación en sí.

 

- Te prometo que antes me la corto que volver a tratarte de ese modo – contesta sonriendo y besando su rostro.

 

- Hmmm. ¿y que haría yo entonces sin ella? No, no, ahora que la he probado, de mala manera todo hay que decirlo, quiero tenerla única y exclusivamente a mi servicio.

 

- Es toda tuya, puedes hacer con ella todo lo que te plazca mi precioso niño de hielo.

 

- Puedes estar seguro de ello, pienso hacerla trabajar mucho. Así que acepto tu propuesta de esperar. Descansa estos dos días porque la noche del sábado no pienso dejarte parar ni un solo segundo.

 

Se levanta después de un último beso y se viste sin dejar de sonreír y sin apartar los ojos de su rostro. Cuando termina se despide de él y se marcha a casa de Shaka para seguir con los preparativos de la boda.

 

Por fin llega el día tan esperado por ellos. El Santuario luce en todo su esplendor. Afrodita se ha esmerado mucho y ha sembrado el lugar de la ceremonia con sus rosas más hermosas. La flauta de Sorrento y el arpa de Mime inundan el lugar con sus bellas melodías. Una carpa protege el lugar del ardiente sol que parece querer brillar solo para ellos. Todos los caballeros están colocados en dos grupos, dejando un pasillo en medio para que pasen los dos enamorados hasta el lugar donde Shaka les espera a los pies de la diosa.

 

El primero en llegar es Milo. Esta resplandeciente embutido en un traje negro que resalta su figura. Sus nervios son palpables para todos que le sonríen condescendientes cada vez que se lleva una mano al bolsillo interno de la chaqueta para comprobar que los anillos están en él antes de entregárselos por último a Shaka.

 

A los pocos minutos aparece Camus vestido con un traje de color crema, con su inmaculada cabellera lanzando destellos bajo el sol. Lleva un pequeño ramo de rosas rojas en su mano y sus ojos muestran la completa felicidad que le embarga. Se acerca muy lentamente y se coloca al lado de Milo al cual mira unos instantes antes de volverse a Shaka.

 

El rubio caballero enlaza las manos de ambos con su rosario y después de mirarles a cada uno bendice su unión con una bella plegaria budista.  Después les libera y da un anillo a Milo para que lo ponga en el dedo de Camus, cosa que hace mirándole lleno de felicidad. A continuación se repite la misma acción pero a la inversa.  Para finalizar, y mientras reciben una aromática lluvia de pétalos de diversas flores, se funden en un apasionado beso del cual solo se separan al quedarse sin aire. Después todos se encaminan al lugar donde hay varias mesas repletas de los más exquisitos manjares.

 

- Camus, Milo quiero felicitaros por vuestra unión – les dice Shion acercándose a ellos con una copa de vino- Ya era hora que dierais el paso, empezaba a pensar que tendría que obligaros personalmente a ello. Y ahora quiero daros mi regalo de boda – les tiende un sobre alargado con un pícaro guiño de ojo- Espero que os guste y lo sepáis aprovechar a conciencia.

 

- No tenias que molestarte Shion – contesta un sonrojado Camus dejando que sea Milo el que abra el sobre.

 

- Pero esto es... ¡Gracias Shion! Te aseguro que no pienso dejarle salir de allí, al menos en los primeros días – exclama Milo agitando unos papeles en su mano y atrayendo hacia él a Camus agarrándole por la cintura.

 

- ¿De qué se trata? – pregunta Camus cogiendo su mano para detenerla y poder mirar lo que es- ¿Dos pasajes para un crucero por el Mediterráneo?¡Es en un barco de lujo! ¡Y en el camarote nupcial! ¿Y que haremos ahora con nuestro viaje a Italia, Milo?

 

- No te preocupes por ese viaje – responde Shion antes de que Milo lo haga-. He cambiado la titularidad de los billetes y aprovecharemos para hacerle Dokho y yo. Ya nos merecemos un pequeño descanso nosotros también, espero que no os haya molestado.

 

- ¿Molestado? Para nada, ha sido una idea excelente. Y hablando de tomar decisiones, ¿cuándo la tomareis vosotros dos?

 

- Jajajajaja, nunca vas a cambiar Milo.  Quien sabe, quizás nos decidamos en este viaje, a lo mejor cuando volváis os encontráis una invitación de boda esperando en vuestra casa. ¿Por cierto dónde vais a vivir?

 

- Viviremos en casa de Camus, es más grande y espaciosa que la mía. Espero que no haya ningún problema.

 

- Para nada – responde Shion sonriendo- Y ahora disfrutad de vuestro pastel nupcial, el barco sale a las ocho de la tarde y tendréis que preparar el equipaje, aunque si no me equivoco, no vais a necesitar mucha ropa.

 

Se aleja de ellos después de un nuevo brindis por que su amor sea eterno y lleno de felicidad para reunirse con Dokho que le esta esperando con un plato de tarta en cada mano y una gran sonrisa de complicidad en su rostro.

 

- Parece que nuestra vida en común empieza mejor de lo que esperábamos – le dice Milo a Camus abrazándole y besando su cuello.

 

- Si... un crucero de lujo... me gusta la idea... Milo estate quieto... todos nos están viendo...

 

- Vas a tener que acostumbrarte a esto – le dice besando sus labios una y otra vez- Eres mi maridito y pienso demostrarte en todas partes lo mucho que te deseo y te amo... aunque tengamos a un centenar de personas mirando...

 

- Milo... no seas malo... me sonrojo con gran facilidad... además... mira como me estoy poniendo... – acerca su cuerpo más al del escorpión para que sienta la incipiente erección bajo su pantalón.

 

- Eso me gusta... me gusta mucho... pero aún tendremos que esperar un par de horas para calmarla... mientras tanto deberías rebajar tu temperatura – muerde sus labios y con una cachetada en su trasero se separa de él para, cogiéndole de la mano acercarse a sus amigos.

 

A eso de las cinco de la tarde se despiden de todos y se encaminan para modificar el contenido de sus maletas por otro más acorde al nuevo destino. Después se dirigen en un taxi al puerto donde embarcan en un lujoso trasatlántico con rumbo a todos los puertos del Mediterráneo.

 

Una vez en el camarote, Milo descorcha una botella de champán francés y tras servir dos copas se tira sobre la mullida cama cuan largo es con un suspiro de placer. Alarga el brazo y toma una manzana de una cesta de frutas que hay sobre la mesilla para empezar a mordisquearla distraídamente entre trago y trago del dorado líquido, atento a los movimientos de Camus de un lado para otro colocando las cosas en el armario y los estantes del baño.

 

- Camus – le dice en un seductor susurro- deja eso para mañana. Ven aquí... quiero ver como te desnudas para mi...

 

El pelirrojo se queda parado a medio camino del armario con unos pantalones en la mano que deja caer al suelo para volverse a Milo que le esta mirando con una mirada llena de deseo, pasión y amor. Con una sonrisa se quita la chaqueta que lanza sobre un diván para seguir con la camisa que se desabrocha muy despacio y terminar con los pantalones y la ropa interior. Se acerca a su amado y se sienta a su lado mirándole en silencio unos segundos. Se inclina sobre él y le besa tímidamente.

 

- Espero que tengas paciencia conmigo... recuerda que es mi primera vez... pero intentare hacerlo lo mejor que pueda...

 

Milo no dice nada, solo se limita a acariciar su cuerpo como si no pudiera creérselo aún. Sus manos se deslizan por su pecho, jugando con sus pezones, sus labios recorren su esbelto cuello, dejando pequeñas marcas rojizas de vez en cuando.

 

- Túmbate – le susurra dejándole su lugar al levantarse para desnudarse.

 

Al terminar se acuesta a su lado, rodeando con una de sus piernas las suyas, deslizándola por ellas acariciadoramente, dejando que el sexo de ambos se roce suavemente. Cubre de besos el rostro de su amado: los ojos, la nariz, las mejillas, los labios, la barbilla. Pasa bajo su cuerpo uno de sus brazos para atraerle todo lo que puede a él y recorrer su espalda hacia abajo para presionar suavemente en sus nalgas y volver a ascender por su columna vertebral hasta la nuca, la cual acaricia con la yema de los dedos, mientras con la otra mano acaricia su sexo y la suave cara interna de sus muslos.

 

Un escalofrío de placer recorre a Camus, haciendo que su piel se erice y sus mejillas se cubran de un ligero rubor. Sus labios se separan en un sordo jadeo para ser recorridos por la punta de su lengua, dejándolos brillantes a causa de la humedad que deja en ellos. Sus ojos están fijos en los de su amado que rebosan confianza y amor. Sus manos temblorosas tantean por todo su cuerpo, explorando tímidamente, sorprendiéndose a si mismo cada vez que arranca con sus caricias un gemido o un suspiro de Milo y guardando en su memoria celosamente el lugar que ha dado lugar al mismo, pero siempre evitando rozar su ya erecto miembro.

 

- Camus, no tengas miedo... tócame libremente...

 

- No se como hacerlo... yo... – murmura llevando una mano al mismo y cerrando los dedos a su alrededor al tiempo que su rubor aumenta hasta la raíz del cabello- ¿Qué debo hacer ahora?

 

Como respuesta Milo atrapa en su mano el miembro de este y comienza a estimularlo muy lentamente, recorriéndolo de arriba abajo, acariciando el glande, humedeciéndolo con su lengua, cogiendo de vez en cuando sus genitales y presionarlos buscando los puntos más erógenos en ellos.

 

Camus comienza a imitarle en los movimientos muy despacio al principio, como si temiera lastimarle o apretar demasiado. Según van pasando los segundos su confianza aumenta y sus movimientos se hacen más firmes, más seguros y más rápidos.

 

- ¿Ves como si sabes que hacer? Hmmmm, lo estas haciendo maravillosamente bien... si lo haces así en tu primera vez ¿cómo será cuando tengas experiencia?

 

Camus hunde el rostro en el cuello de Milo sonriendo avergonzado por sus palabras al mismo tiempo que orgulloso por ellas. Continúa estimulando a su amado hasta que siente como algo cálido resbala entre sus dedos. Al abrir los ojos ve de que se trata, aunque ya lo sabe por los gemidos que escucha de él.

 

- Ahora me toca a mi, amor – murmura Milo cuando consigue calmarse un poco- voy a enseñarte otro modo más placentero para ambos...

 

Se desliza por la cama hasta llegar a su pene el cual se mete en la boca y comienza a devorar muy despacio, disfrutando con todos sus sentidos de él. Lame, mordisquea, succiona y presiona, especialmente cuando siente en su cabeza las manos de Camus presionando ligeramente sobre ella pidiendo de ese modo más y excitándose con los jadeos sin control que escucha salir de sus labios. Cuando recibe su blanco néctar lo recoge todo en la boca y se incorpora para compartirlo con él en un largo beso, dejando que parte del mismo resbale por la comisura de la boca de ambos.

 

- ¿Te gusta tu propio sabor? A mí me encanta... – murmura lamiéndole el rostro para recoger el diminuto reguero que se desliza por su barbilla y relamerse sus labios.

 

- ¿Quieres que lo haga yo ahora? – pregunta con la voz llena de pasión y deseo.

 

- No... más tarde... ahora quiero tomarte... deseo fundirme contigo... hacerte mío para siempre... relájate... será menos doloroso para ti...

 

Se asusta un poco ante sus palabras, ya que le traen a la memoria el dolor sufrido cuando le tomo a la fuerza en su habitación, pero enseguida se tranquiliza con sus caricias y sus susurrantes palabras de amor. Sus dedos se cierran sobre la sábana cuando siente la delicada invasión de un primer dedo. Un dedo que se mueve en círculos muy pequeños, para ir agrandándolos poco a poco, dilatándole lo suficiente para meter un segundo dedo que acompaña al primero. A los pocos minutos saca ambos dedos para colocarse entre sus piernas y guiando su sexo presionar en su dilatada entrada levemente e ir entrando suavemente.

 

- Tranquilo pequeño... solo dolerá unos momentos... aaahhhhhh... Camus... delicioso... que caliente y estrecho...

 

Acuario se aferra a su espalda fuertemente, clavando la cabeza en la almohada, rodeando con sus piernas las de su amado, mordiéndose los labios para evitar que los quejidos de dolor salgan de ellos sin conseguirlo del todo, cerrando los ojos para evitar que las lágrimas que luchan por salir lo hagan. Su cuerpo se tensa involuntariamente cuando la penetración es completa haciendo que escorpión se detenga durante unos minutos, esperando pacientemente a que se acostumbre a su invasión y a que se relaje lo suficiente para permitirle moverse.

 

- Sigue – dice en un débil murmullo Camus abriendo los ojos y clavándolos en él- sigue por favor... no te detengas...

 

- ¿Estas seguro? Puedo parar si lo deseas...

 

- No... sigue... quiero sentirte totalmente... quiero que me descubras el placer... quiero dejarte satisfecho... ser suficiente para ti...

 

- Siempre serás más que suficiente para mi – le susurra antes de comenzar a moverse muy despacio.

 

Al principio el movimiento de Milo le produce dolor, un dolor que le llega hasta la nuca recorriendo su espalda, haciéndole sentir que se partirá en dos en cualquier momento. Sus manos están quietas en la espalda del escorpión, con los dedos presionando fuertemente sobre ella, su garganta deja escapar pequeños quejidos de dolor, sus piernas separadas y dobladas con los talones fuertemente clavados sobre el colchón. Pero poco a poco, sin ser consciente del cambio se sorprende empezando a disfrutar de lo que siente, el dolor va remitiendo dando lugar a un delicioso placer que le invade por todas partes. Su cuerpo se relaja totalmente, sus manos comienzan a moverse acariciadoramente por la espalda de Milo, sus piernas se relajan y se separan todo lo que puede, los gritos de dolor desaparecen dejando paso a gemidos y suspiros cargados de deseo y placer.

 

- Milo... me gusta... quiero más... no pares... más deprisa... oooohhhhhhh... Milo... Milo...

 

Este último acelera sus movimientos espoleado por la reacción que siente en el cuerpo de Camus así como por sus palabras y gemidos. Desliza una mano por el cuerpo del francés hasta llegar a su nuevamente hinchado pene y comienza a masturbarle a la misma velocidad de sus sacudidas.

 

Camus no puede parar de gemir, cada vez más alto, llenando el camarote con sus gemidos al tiempo que rodea con las piernas a Milo haciendo que la penetración sea en cada movimiento completa. Al cabo de un tiempo siente como sus entrañas son bañadas en un maravilloso calor que le quema por dentro haciéndole gritar el nombre de Milo y vaciándose casi al mismo tiempo en la mano de este, bañando el abdomen de ambos.

 

Milo cae respirando agitadamente sobre él sin salir de su interior. Besa su pecho dulcemente y apoya en el mismo la mejilla cerrando los ojos suspirando.

 

- Milo – murmura Camus al poco tiempo con un hilo de voz- ¿He estado bien? ¿Lo he hecho medianamente bien? ¿Por qué estas tan callado? ¿Te he defraudado en algo?

 

Milo cierra sus labios con un largo y pasional beso para después alzar el rostro y mirarle acariciando su revuelta cabellera.

 

- Lo has hecho maravillosamente bien Camus. He tocado el cielo por primera vez gracias a ti. Mi Camus, ha merecido la pena esperar por esto... dioses... nunca imagine sentir un placer tan maravilloso como este...

 

- ¿Lo dices en serio? Pero si he estado muy tenso y torpe... apenas me he movido mucho... yo... intentare hacerlo mejor la próxima vez... aunque debo decirte una cosa: eres un maestro fantástico. Es cierto que no tengo otros puntos de referencia, pero me has tratado tan dulcemente que he llegado a pensar que todo era un sueño... gracias por ser tan paciente conmigo... gracias por amarme Milo, gracias por esperar... gracias por...

 

- Gracias por nada precioso, simplemente te amo con todo mi corazón y eso se ha de notar en mi trato contigo. Y ahora – dice saliendo de él y sonriendo al verle hacer un mohín de disgusto- Vamos a probar más posiciones.

 

- ¿Más posiciones? ¿Pero se puede hacer de otras formas?

 

- Jajajajajaj, claro que si, mi precioso Camus. Hay muchas variantes de hacer el amor, y pienso convertirte en un gran experto en todas ellas.

 

- Milo..... no digas eso... me da vergüenza.....

 

- ¿Acaso ya estas cansado y no quieres seguir?

 

- Claro que quiero seguir, quiero aprender todo lo que pueda para hacerte feliz....y a mí también... al final he disfrutado mucho... ahora entiendo porque todo el Santuario anda detrás de ti... tendré que andar con mucho ojo cuando volvamos, no pienso cederte a ninguno de ellos.

 

- Me encanta cuando hablas así. Pero no temas, ahora que eres mío no pienso buscar lo que tú me das en otro sitio...

 

Arrodillándose en la cama le gira poniéndole en cuatro y colocándose tras él comienza a penetrarle nuevamente mientras se inclina sobre su espalda para cubrir de besos el tatuaje de la diosa que resplandece como nunca lo ha visto antes.

 

La noche transcurre rápidamente para ellos entre cambios de posiciones, caricias y susurrantes palabras de amor. El día los sorprende agotados sobre la revuelta cama y abrazados muy estrechamente con la cabeza de uno apoyada en la del otro y en un profundo y reparador sueño.

 

Han pasado tres días desde que embarcaron, tres días en los que no han salido del camarote, ni siquiera para comer, ya que las tres comidas diarias las encargaban por teléfono directamente a la cocina, devorándolas rápidamente en la cama entre juegos y caricias para volver a concentrarse en sus juegos amatorios.

 

- Milo esto es fantástico – dice Camus por fin en cubierta y mirando en todas direcciones- Vamos a tardar una semana en recorrer todo el barco. Mira el directorio, tiene cinco plantas y una de ellas es toda de restaurantes de comida de todo el mundo y tiendas... también hay gimnasio, sauna, sala de fiestas, cine, casino... ¡lo vamos a pasar en grande!

 

- Tienes toda la razón y para empezar podemos echar un vistazo a las tiendas, hay que renovar tu vestuario.

 

- ¿Qué le pasa a mi ropa?

 

- Nada en realidad, salvo que esta pasada de moda y demasiado seria y conservadora. Voy a convertirte en un nuevo Camus, siempre que estés de acuerdo.

 

- Claro que si. Me encantará seguir tus consejos, todos dicen siempre que eres el que mejor viste.

 

- ¿Ah si? ¿Y que más dicen de mi?

 

- Pues que eres muy elegante, muy guapo... ¿por qué quieres saberlo? Ahora solo debe importarte lo que yo piense no ellos.

 

- Jajajajaja, creo que me has salido un poco celosillo – le da un dulce beso en los labios- pero me gusta, siempre que lo tengas controlado.

 

- Lo siento, pero es que eres tan deseable que no puedo evitarlo.

 

- Vamos a las tiendas – le dice cogiéndole del brazo- te aseguro que cuando volvamos todos van a desear llevarte a su cama.

 

Una vez en las tiendas las recorren lentamente, buscando entre la ropa. Al cabo de tres horas vuelven al camarote cargados con enormes bolsas en las que llevan vaqueros, camisas de seda, algunas con la pechera delicadamente bordada, pantalones estrechos para realzar la figura de Camus, camisetas igualmente estrechas que remarcan sus pectorales a la perfección, zapatillas de deporte y zapatos de la más suave piel.

 

- Me encanta todo lo que me has elegido. La ropa es realmente hermosa, pero aún sigo pensando que no debías haberme comprado los tangas. No creo que me los ponga, demasiado diminutos, eso sin contar con la incomoda tirilla que atraviesa el trasero.....

 

- ¿No lo dirás en serio verdad? No solo quiero que te los pongas sino que ahora mismo vas a lucir el rojo solo para mí. Vamos, vamos, no pierdas tiempo... tenemos que aprovechar el más mínimo segundo.

 

Camus deja las bolsas dentro del armario y se desnuda dándole la  espalda hasta que se pone el tanga y se vuelve hacia él moviendo provocadoramente las caderas y las manos entrelazadas en su nuca, con una luminosa sonrisa en sus labios para terminar lanzándose sobre él en la cama.

 

Salen al anochecer vestidos impecablemente para la cena. Se sientan en una mesa para dos en uno de los restaurantes especializados en cocina francesa. Camus elige los platos que van a tomar junto con el vino. Durante la misma charlan animadamente sin despegar los ojos uno del otro y aprovechando la más mínima oportunidad de rozar sus manos. A continuación se encaminan a la sala de fiestas para bailar hasta más allá de la media noche.

 

Al día siguiente, aparecen a media mañana en la cubierta de las piscinas para disfrutar de ellas. Durante todo el tiempo que pasan en las mismas son el centro de atención de los demás viajeros a causa de su belleza y la plena felicidad que irradian ambos.

 

Los días se suceden para ellos en un continuo goce y disfrute tanto de los servicios que ofrece el barco como de ellos mismos.


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