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The Return of the Devil por Mircea

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Notas del fanfic:

Los personajes de Naruto no me pertencen, son de Kishimoto-sama. 

Los originales sí son toditos míos~

Notas del capitulo:

Mm, holis, vuelvo con la segunda temporada al fin. Aclararé algunos puntos antes de comenzar.

1.- Los demonios que se creían en la 1° Temporada míticos, no se refieren al Kyuubi (No sé si lo escribí bien XD) si no que se refieren a los ángeles caídos, esos que están vinculados con cielo e infierno. Cabe resaltar que el zorro de nueve colas es más un monstruo que un demonio al igual que los otros ocho, que todos en conjunto, forman parte de la serie. El sabio los llamó así, pero estos seres no tienen relación como dije anteriormente con los ángeles u demonios. Es eso en lo que no creían... hasta ahora. Lo explico por si existieron dudas en la primera temporada. 

 

2.- Sé que prometí torturas y violaciones en la primera, pero al final, mi cabeza tomó un rumbo distinto, y, se decidió por irme con todas en la segunda, así que no se preocupen, en esta temporada si veran lo que en la primera no estuvo.

 

3.- Había pensado en hacer un prólogo antes de la segunda temporada, pero a medida que escribía, me dí cuenta de que no hacía falta.

 

Dicho esto, prosigo XD Espero que disfruten del fics. Gracias a todas las chicas que continuan leyendo mis fics. Se agradece desde el fondo de mi corazón. 

 

 

 

 

Se limitó a mirar por la ventanilla, los niños jugaban tranquilamente, idos en su inocencia, tenían mucho tiempo para dispersar. Se llevó una mano a los cabellos y sus dígitos se deslizaron lentamente recordando el acontecimiento del año pasado. Sí, un año transcurrió desde que todo finalizó.  Sonreía, agradecía que todo hubiera acabado de buena forma, sin tener que lamentar muertes innecesarias, la verdad es que, no hubiera logrado cargar con ese peso en su consciencia. La mayoría de sus compañeros olvidaron lo ocurrido, al menos eso demostraron día a día.  Todavía recordaba el enojo de su padre, no podía creer que su hijo hubiera caído tan bajo por un poco de información.

 

 

 

Flashback

 

Naruto ¿Qué sucedió contigo? – Una lágrima rodó por su mejilla - ¿Qué le hiciste para que se obsesionara a tal punto de venir aquí, reclamándote? – El menor se arrodilló frente a su padre, avergonzado y dolido, estaba tan arrepentido y no sabía cómo demostrárselo para que le creyese – Papá, lo siento, nunca pensé que llegaría a este punto. Quería que te sintieras orgulloso de mí por haber cumplido una misión tan importante. Yo… - izó un tercio la mirada - … no quería esto, lo juro. Perdóname, por favor… - el mayor se llevó ambas manos al rostro, Naruto no podía imaginar lo decepcionado que estaba, ¿Cómo podría perdonarle el que se haya acostado con un hombre? Él, nunca promulgó esas enseñanzas, era lo último que hubiera querido para su retoño, por primera vez… deseaba estar muerto. Salió del despacho, necesitaba estar a solas, necesitaba… encontrar la forma de  exonerar.

 

 

 

Fin del flashback

 

 

 

Yondaime se tardó pero volvió a recuperarse al igual que su hijo, ambos estaban en buenos términos. Naruto tomó repulsión hacia los amoríos homosexuales, a los únicos que toleraba era  a Itachi y Sasuke, eran sus mejores amigos hoy en día, todos ya sabían de la relación que tenían, los dos habían dado a conocerlo, sin embargo, nadie les criticó, al contrario, le dieron todo el apoyo del mundo, eran una pareja establecida.

 

 

 

Naruto estaba feliz nuevamente, todo se quedó en el pasado. Sus sueños seguían vigentes, ahora tenía uno adicional, encontrar una buena esposa para procrear, deseaba una familia por la cual luchar con más esmero, pero tampoco tenía apuro por realizarlo, era joven, tenía tiempo de sobra para pensárselo bien.

 

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No quiero desaparecer de esta manera, ¿Existe alguien que pueda ayudarme? – la voz de la niña resultaba compungida, le temblaba el cuerpo, era dueña de un terror incontenible, el hombre le miraba con una ensanchada sonrisa – Canta, canta preciosa – sus labios vacilaban de una sílaba a la siguiente, tenía el rostro manchado de sangre y lágrimas – c-caminando por el mundo de las sombras…- sintió el filo de la navaja deslizarse por su vestido, justo en el centro de sus piernas – me encuentro junto al Dios del averno…- se oyó el sonido de la tela ceder – estoy muriendo, estoy… llorando, estoy dichosa de pertenecer al infierno – lloró con más fuerza que antes. Recibió una cachetada para que recuperara el control y continuara – las… las sombras me devoran, me enceguecen, me torturan ¡Oh, Dios! ¡Ayúdame! – le abrieron las piernas con demandante fuerza, tanta, que unos huesos quedaron fuera de nivel. Gritó, y la estancia se llenó de una mejor canción – Lo siento t a n t o – el hombre se le acercó al rostro – pero tu Señor y sus ángeles, andan de vacaciones, es lamentable ¿No? Vamos ¡Continua! – le dio otra cachetada y escuchó el gemido de la niña.

 

 

 

En el mundo de las sombras yo moro, yo… existo – vio el destello del cuchillo sortearse nuevamente entre las piernas, era tan frío. La redundancia de los gritos nuevamente imploraba por ayuda, le cortaron una pequeña parte del labio vaginal - ¡Piedad! – esta vez, el daño se incrementó, surgieron cortes generales que le dejaron desnuda. Un cuerpo frágil y sus ojos, yacían distorsionados – Por lo que más quieras, piedad…- miró hacia el costado, ahí estaba el cadáver de su hermano mayor, porqué no lo despedazó, porqué a ella sí - ¿Q-qué pretende hacer con el cuerpo de mi hermano? – el hombre se concentró en un pezón empero seguía muy atento de las palabras derramadas en sollozos por la niña – Ah, tu hermano. No te preocupes, él también te acompañará en la tortura, es solo que lo necesito para llenarme de su esencia, necesito adquirir su forma. Cuando ya lo haya hecho, también lo descuartizaré como a ti – sonrió malditamente entretenido – Dime querida ¿Has visto alguna vez a un demonio? – la niña negó torpemente con la cabeza, qué le esperaba aguantar ahora, no quería saberlo, pero lo que fuese, que fuera rápido.

 

 

 

Bien, ya que no los conoces, te presentaré a algunos de mis querubines. Claro que, no poseen mi belleza, no son hijos de mi padre – soltó una risilla macabra. El hombre bajó el cuchillo y dio cinco pasos atrás, cerró los ojos y comenzó a recitar en una lengua indescifrable. En los siguientes segundos seres amorfos fueron naciendo del suelo; primero eran siluetas negras, después… tomaron un color en café y parduzco, tenían la cara deforme, estaban desnudos. Su anatomía no era normal, se podía distinguir las venas rojas, ¿No tenían piel? no, eran masa con huesos y, desde la entrepierna, sobresalían varios miembros de largo alcance como si fueran serpientes hambrientas moviéndose de un lado a otro buscando a su presa. Eran dos – Son almas corrompidas por la maldad, alguna vez ellos también fueron humanos, pero míralos… cómo pasa el tiempo ¿No lo crees? – Observó desde las sombras – vinieron desde el mismo infierno para visitarte – los monstruos se acercaron a la niña que forcejeaba con las amarras - ¡Mátame! ¡Mátame, por favor! – los retorcidos seres se miraron entre ellos y al final, uno se subió sobre la chica, se posicionó sobre la boca de ésta y el otro, se metió de lleno con tres sexos en la parte íntima.

 

 

 

Pasaron los treinta minutos más terribles de la pequeña, ya no había llanto, ni gritos, estaba en shock, perdida en alguna parte de la habitación, la colocaron en todas las poses que se le ocurrió al dueño, le arrancaron buena parte de piel, si se pensaba en modo lógico, la joven debería haber muerto hace ya bastante minutos atrás, pero el hijo de Lucifer no dejaba que el alma escapara del contenedor que Dios le ofrendó al nacer. Tenía el tórax abierto de par a par, las piernas quebradas en una posición invertida a la regular, el cuello quebrado hacia un lado y los ojos desorbitados perdiendo el brillo de la vida lentamente.

 

 

 

El hombre se acercó a la fémina y le susurró al oído, los seres se alejaron como alma que lleva el Diablo al verlo aproximarse, le tenían tanto miedo como los que habían conocido a Samael - ¿Ves? Dios no existe – se irguió y apretó la navaja entre sus manos, la descuartizó de cabo a rabo.

 

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Naruto estaba dormido profundamente en su cama, algo en su corazón, le decía que no se hallaba solo en su habitación, una desesperación enorme le embargó, por lo que escapó de su sueño relajante y se obligó a abrir los ojos. Cuando lo hizo, buscó en cada recoveco, pero no hacía falta, a los pies de su lecho estaba una niña de cabellos blancos de pie mirándole fijamente con lágrimas en los ojos, pero estos mismos, no emitían ningún brillo. Su cuerpo estaba lacerado y las telas destrozadas, la sangre manaba a borbotones de la piel. Se sentó en la cama sobresaltado, un olor pestilente inundó toda la alcoba y luego, la niña se difuminó en el aire.

 

 

 

El rubio se llevó las manos al rostro, ¿Estaba soñando? ¿Qué mierda había sido eso? Se refregó los ojos varias veces, seguramente lo fue, ya no había nada frente a él, una ilusión parte del cansancio por la misión que había realizado el día de ayer, le echó la culpa pues había sido realmente agotadora.

 

 

 

Se recostó nuevamente e hizo intento de dormir, cosa que no consiguió con mucho éxito. A la mañana siguiente cuando despertó, se convenció de que todo lo que vio fue parte de su imaginación, solo eso y se levantó. Desayunó junto a sus padres y salió a prisa de la casa, hoy entrenaría junto a sus compañeros. Las cosas estaban yendo de maravilla, los chicos malos se habían tomado un leve descanso puesto que no tenían muchas misiones que cumplir, así que, qué mejor para aprovechar eso y hacerse más fuerte.

 

 

 

Kakashi ese día estuvo más risueño que nunca, todos los estaban, el entrenamiento había sido ejemplar y muy reconfortante, serían y son unos estupendos ninjas que el día de mañana protegerían su nación con pasión, con la voluntad de fuego. Por la tarde, Naruto y sus camaradas se sentaron junto al río, comieron y bebieron embeleques que Hinata, Sakura, Ten-Ten e Ino llevaron para picar, hace tanto tiempo que no compartían todos juntos, unidos, como tenía que ser. Los chistes saltaban de cabeza en cabeza y se devolvían con más énfasis a los siguientes ninjas que lanzaban otro.

 

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Se humedeció los labios, estaba a pasos de la aldea de Konoha, todavía se estaba reconstruyendo por lo que cada día se necesitaban más obreros para apresurar el crecimiento de esta. Traía consigo un bolso con implementos de carpintería, en eso se especializaría. Como siempre, pasar desapercibido era todo un placer de dulce sabor.

 

 

 

Estaba solo, su banda fue ¿Cómo decirlo? ¿Disuelta? ¿Mutilada? Qué importaba, el resultado era el mismo, ya no tenía que preocuparse por el tráfico de órganos de país en país, ya no estaba para hacer el trabajo sucio de las naciones, él, era un Dios, malo, pero lo era al fin y al cabo un Dios.

 

 

 

Fue tan estúpido al pensar que Naruto sentía “algo” por él, la vez en la que pisó estas tierras fue para casi suplicar que le amaran, quiso hacerlo por las buenas, los sentimientos que tuvo en aquel entonces habían sido de esperanza, creyó que podría amar como cualquier humano y que sería correspondido, trágico error. Estaba convencido de que el rubio se iría con él, tanto, que cuando le dijo que no quedó perplejo, nunca antes le rechazaron de esa manera. Estaba tan enamorado que, se dejó avasallar por insignificantes humanos. No tenía intensión de acabar con Konoha cuando estuvo aquí porque tenía la certeza que Naruto comprendería su acto de buena fe y regresaría a sus brazos.

 

 

 

Si no la destruyó ese mismo día fue porque estaba demasiado hecho mierda como para levantar la mano en contra de toda esa gente. Mientras salían de la aldea, Samael estaba descontrolado,  rayando en la histeria, Raziel iba a su lado repitiéndole incansablemente que tarde o temprano su amor pasaría, que él mismo le ayudaría dándole su cuerpo y hasta su alma para que superara esa situación maltrecha por la que había pasado. Para él, no había palabra que valiera, estuvo a punto en alguna parte del camino de devolverse a la aldea para desaparecerla del mapa, pero en cambio, solo se detenía para ver si Naruto se arrepentía en el último momento y trataba de alcanzarle. Alucinó varias veces con su silueta en el camino, sus hombres, le miraban angustiados cada vez que se detenía y decía “Naruto, al fin vienes…” se engañaba a si  mismo repitiéndose incansablemente que el rubio le amaba, que había dicho eso para no mortificar a su padre pero que pronto llegaría a su lado.

 

 

 

Sus camaradas comenzaron a dudar de su supremacía y de su infinito poder, Samael no pasó por alto aquello pero continuó en silencio. Se paraba fuera de su estancia a mirar el paisaje con total seriedad. La magia del engaño no duraría para toda la vida. Una noche, cuando comprendió que se había vuelto loco, perdón, ya lo estaba desde antes pero lo que ahora pasaba por su mente era algo sin nombre, se violó a Raziel incontables veces hasta matarlo, pobrecito, porque mientras lo penetraba, lo apretaba con fuerza sobrehumana, le enterraba las uñas y, hasta mordió la carne de su perro más fiel, no amanecía aún, y Kadar estaba sobre un cadáver deformado por su ira, la carne caía por trozos al suelo y la sangre roía la madera del suelo.

 

 

 

Se levantó desnudo, caminó hasta el resto de la banda dormida, cuando se detuvo en la parte principal de la casa, no halló nada más sano que largarse a reír a carcajadas, posó sus manos en su cintura – Ah, no hay nada más delicioso que la locura – dijo, mientras los hombres despabilaban. Luego de eso, tomó una espada, la arrastró por el piso en lo que se acercaba a sus hombres. Uno a uno, fueron cayendo, por días enteros, torturó, mutiló, entre… tantas y tantas cosas más. Poseía una mente muy vasta a la hora de desquitarse con los que nada habían hecho.  

 

 

 

Suspiró, el puto sol le tenía crispado el genio, a pesar de todo, sonreía. Entró en la aldea y vio que Tazuna le esperaba junto a su nieto, ambos le saludaron cordialmente, Samael hizo lo mismo. Fueron hasta los cuartos de residencia de los obreros y le tendieron las llaves de su muy estrecho departamento, todo estaba en una habitación, eran compartimentos de una puerta que daba a la calle, todos por igual, eran residencias provisorias creadas para darle confort a los que venían a construir. Se despidió y se internó en el cuartucho de mala muerte, tiró el bolso sobre unas mantas en el suelo, la cual, sería su cama de ahora en adelante. Miró por una pequeña ventana que estaba al fondo de la estancia, la única - ¿Empezamos cachorrito? – esbozó una sonrisa – No estás ni cerca de conocer con quién te metiste en verdad. Padecerás lo mismo yo, te lo juro por mi padre que se halla en el infierno – cerró la ventana y se dispuso a ordenar sus pocas pertenencias. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Pleace, dejen comentarios XD son muy pero muy importantes.

 

Saludos a todas. Nos vemos en el siguiente capitulo~


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