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Complejos de Padre por -Mikunami-

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Como ya todos saben Naruto no me pertenece, todos los derechos son de Masashi Kishimoto y demás, sólo escribo esto para ayudar a crecer el yaoi en el mundo y sobre todo el SasuNaruSasu XD.

©Masashi Kishimoto, all rights reserved.

Advertising: Este fic presenta; AU, OoC justificado; si cualquiera de ellos no son de tu agrado ya estás advertido.

 

Complejos de Padre

 

Primer día de escuela

 

— ¡Por favor! —rogó como si su vida dependiera de ello, haciendo gala de lo patético que se podía llegar a ver.

— No es algo que esté en discusión y lo sabes —refutó irrebatible, dirigiendo la fría mirada que podía hasta aterrar a los muertos. Advirtiéndole que dijera lo que dijera, su decisión estaba ya tomada y nada la cambiaria.

— ¡Pero es mi bebé, aún no está listo! —imploró abrazando al pequeño cuerpo, que sólo se mantenía expectante, mirando divertido la discusión de un lado a otro, esperando la decisión final que zanjaría… por lo menos el resto de su día.

— Tiene cuatro años es necesario que vaya a la escuela.

— Pe… pero…

— Primero ya está inscrito, segundo no es sano que pases tanto tiempo con él, y tercero lo sofocas —expresó manteniendo su sereno rostro y la sonrisa conciliadora; una mera careta de convencimiento, ya que por dentro su temple no aguantaba ni cinco endemoniados minutos más de esa ridícula discusión.

— ¿Verdad que no mi zorrito? ¿Qué tú te quieres quedar conmigo? —insistió buscando la afirmación en los puros cielos.

— Pero papi yo quiero ir a la escuela y hacer muchos amigos y aprender mucho y ser muy listo como mi papi-ttebayo.

— Esa es la actitud Naruto, una persona sólo puede mejorar con educación —afirmó su madre arrebatándole al niño a su esposo, llevándolo lejos del mismo, para al fin poder alistarlo para asistir a clases.

— Sip —musitó feliz el infante.

— ¡¿Por qué me quitan todo lo que amo? ! —dijo el pobre hombre tirado en el suelo, mientras se abrazaba a sí mismo, rogaba porque algún cataclismo inesperado le llegase del cielo y evitase que su nene se fuera a ese antro de mala muerte ¿Era maestro por qué no podía instruir a su propio hijo?

— No le hagas caso a tu padre, sufre de sus facultades, lo bueno es que su problema no es hereditario —explicó Kushina a su pequeñín, ya que los insanos berreos de su marido se escuchaban por toda la casa.

Naruto se dejaba vestir en brazos de su progenitora. Dirigiendo la mirada al pasillo central, donde el cuerpo caído y derrotado de su Oto-chan derramaba lágrimas de cocodrilo.

Minato sólo quería tener a su querubín en brazos y no compartirlo más que con su esposa –y eso ya se le hacía difícil–, era desnaturalizado que le arrebataran a la luz de su vida, el aprendizaje no era necesario ¡Todo se podía resolver con el amor de su papá!

De verdad que el mundo era injusto.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— No me da confianza —masculló—. Es mejor regresar a casa y…

— Se supone que son las madres las que no quieren dejar a su retoño —recriminó la pelirroja—. Así que actúa como hombre y suelta a tu hijo.

— ¡Él quiere estar conmigo! Además no eres una mujer muy delicada y femenina que digamos — Upps, craso error. Nunca le comentes a la pelirroja compañía al lado de Minato que no se sabe comportar como una dama, sino quieres tener el cuchillo pollero apuntando a tu garganta—. Pero eso es lo que amo de ti, fortaleza ante todo —rectificó el rubio antes de ser necesario ir a buscar un donador con su tipo de sangre.

— Y raciocinio amor, cosas que obviamente te faltan.

— Papi… me aprietas —dijo el niño chiquito, al sentir como a cada segundo la presión ejercida sobre su anatomía aumentaba. Su papi sí que sabía dar abrazos de oso.

Minato sabía que podía enfrentar a un ejército venido desde las profundidades de averno. Pasar todo el santo día haciendo trámites burocráticos. O terminar un doctorado en menos de un año. Pero colmarle la paciencia a su pichoncito -entiéndase Kushina-, era sentencia de muerte.

Sin más que poder hacer, libero a su Naru para que pudiese avanzar hasta la que sería -de ahora en adelante-, su aula de clases.

— Bueno es hora de despedirse, recuerda que tu papá vendrá por ti a la salida —comentó su mamá a la hora de depositar un tierno beso en la frente del inocente zorrito—. Vámonos Minato —ordenó Kushina. Bien sabía que Minato estaba aguantando una "dura" prueba, y que a mansalva en unos momentos más tomaría como un desquiciado a su hijo e intentaría huir lejos con él. A veces se avergonzaba de su marido. Lo más sano por el momento era que ella actuase primero y se llevara arrastrando al rubio mayor.

¿Cuándo fue que creció tan rápido? Un día después de ocho arduas horas de parto -esperando-, su esposa deja de estar de digna para que él pueda conocer a su querubín, y al otro momento tiene que dejarlo salir del nido. Lo único que le quedaba, por el momento, era sentir como su esposa lo tiraba rumbo al automóvil, mientras salía de su letargo.

— Como sé que te quedaras todo el día en casa especulando escenarios horribles y pensando en excusas irrisorias para no enviar a Naruto al colegio —comentó Kushina, para sacar al blondo de su estado de estupefacción—. Pues estuve hablando con tu madre; dijo que está más que de acuerdo para que des un curso en la Universidad —soltó la pelirroja para horror de su esposo.

Minato era todo un ilustrado benemérito de la Konoha U. Maestro economista y prodigioso empresario, hasta su… digamos, abandono voluntario de sus empresas y de los cursos especiales que daba en la Universidad. Porque cuando su pequeño nació, toda la cordura se le fue con el parto de su esposa. Desde el instante en que vio al angelito en brazos de su cónyuge, se prometió a sí mismo que viviría para proteger y hacer feliz a su hijo; convirtiéndose en padre de tiempo completo, con una enfermiza dependencia por su retoño. Y con esa norma restringiendo todo lo demás, pues, creo cierta "lógica" en su mentecilla; no podía ir a trabajar porque en cualquier segundo su niño podría sufrir un crisis y él no estaría ahí para atenderlo, necesitaba estar a cargo de la casa para hacerla segura y confortable para su niño -¡Y dios sabía que sólo él era capaz de llevar a cabo tal empresa!-, además de que no confiaba en que terceros se encargaran de la alimentación de su hijo, sólo él podría nutrirlo con amor.

— No tengo tiempo —dijo sin más, haciendo un infantil mohín ¡Qué maduro hombre!

— Cariño sabes que es lo mejor para ti —intentó conciliadora—. Me preocupas. Es bueno que te distraigas en algo, no te estoy pidiendo que vayas a trabajar en lo de la editorial, sólo que amenices tu día para que Naru no obnubile tu cerebro. Tienes mucho que ofrecer y lo estás desaprovechando.

Tres, dos, uno…

— Por una temporada no creo que esté mal —cedió después de un incómodo silencio entre ambos. Las palabras de su esposa calaron muy hondo en su conciencia. Cada una de sus expresiones eran verídicas; antes era un joven adulto con iniciativa y empeño en la vida, tenía que volver a sus viejas andadas. Por los menos hasta el mediodía, de lunes a viernes, horario de clases de su hijito.

— ¡Ah, de verdad me alegró que aceptaras! —exclamó dichosa, sabiendo la batalla ganada—. Era que te pusiese a trabajar o romperte las costillas, a Tsunade-san también le parecieron las mejores opciones.

Con razón su madre había aceptado tan rápido a su cuñada cuando la conoció. Vendita simpatía y comprensión que se cernía entre ambas.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— ¡Ahhh! —gritos y caos. Una sinfonía bastante conocida para la dulce Hinata-sensei. Después de todo a ella le encantaban los niños; nunca hubiese pensado en ser educadora de no poder trabajar con la estresante tarea de ilustrar a una veintena de chiquillos inquietos; precisamente su vivacidad era lo que más amaba.

— ¡Mire sensei! —llamó su atención el crió más activo del nuevo periodo escolar. Un blondo muñequito que, a los quince minutos de que sus padres lo dejaron, ya estaba su azul baberito todo lleno de tierra y polvo, y sus -antes- impecables zapatitos de charol completamente embarrados de lodo—. Es una rana ¡Y es muy linda! La encontré en la fuente y como estaba muy sola la adopte. Ahora se llamara Gama-chan y será mi mejor amiga-ttebayo —comentó sosteniendo al animalejo que le causaba cierta repulsión a la joven maestra.

— Eso está muy bien Naru-chan, pero ¿No te parece que deberías intentar hacer amiguitos entre tus compañeritos? —desde el principio Hinata notó como Naruto era el menos cohibido de todos los niños nuevos, poniéndose a jugar y correr de inmediato; pero también, a diferencia de la mayoría de sus compañeros, no había hecho el amago de hablarle a nadie.

El güerito niño asintió efusivamente. Después de todo uno de sus firmes objetivos era poder hacer muchas amistades—. ¿Quién puede ser mi amigo sensei? —cuestionó con un esperanzador brillo en sus cielos; como si su profesora pudiese darle la mejor de las opciones.

La blanca maestra miró alrededor, observando como casi todos los niños hacían migas entre ellos, cada quien ya había encontrado a su grupito. Entonces advirtió como en un rincón del salón, se hallaba un infante de obscura cabellera, sentando tranquilamente mientras observaba un libro con castillos en tridimensional. Ahora que hacía memoria, ese chiquillo tampoco se había acercado a ninguno de sus compañeros—. ¿Qué te parece Sasu-chan? —indicó la maestra.

— ¡Claro! —respondió contento el zorrito, corriendo directo al que sería su mejor amigo por y para siempre—. ¡Hola! —gritó Naruto, reventándole los tímpanos al chico albino; el que le dirigió una molesta mirada, cerrando de sopetón su libro con toda la intención de no tomar en cuenta a ese molesto niño cambiándose de lugar—. Me llamo Naruto y tú serás mi nuevo amigo-ttebayo.

— ¡¿Qué? ! —preguntó confundido el bruno chaval. ¿Cómo era posible que estuviese cómodamente ignorando a todos sus cargantes compañeros hacia cinco minutos y ahora, llegase un niño que asemejaba al día proclamándose su "amigo"? Su Nii-san jamás le comentó que algo así pasara en el jardín de niños—. ¿Y con qué derecho me dices eso?

— Pues tú tampoco le has hablado a nadie —pronunció— Y Hinata-sensei dijo que me juntara contigo-ttebayo —proclamó como razón más que suficiente para atraer de nuevo al niño de ébano mirar al asiento, y pegarse cual lapa a su brazo al momento de quitarle "gentilmente" su libro de las manos. Después de todo, los amigos debían de compartir—. ¡Qué bonito, yo quiero una casa así de grande!

Ésta era una prueba. Tenía que soportar a todo tipo de gente en su vida, y si no podía contra un niñato a los cinco años, cuando llegase a la edad de su admirado hermano seguramente reventaría de furia contra cualquiera. Además, de una extraña forma ese niño lo cautivaba, de otra manera ya lo hubiese sacado a golpes de su espacio personal, no se veía "tan" desagradable como el resto de sus compañeros.

— ¡Mira le agradas a Gama-chan! —comentó el rubio al ver como la rana que tenía en su bolsillo brinco al regazo del de cabello oscuro.

Si definitivamente no se veía tan desagradable, que lo fuese ya era otra cosa.

 

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Cinco minutos de retraso; le habían robado cinco minutos de la invaluable vida de su retoño. Si no se hubiera prometido a sí mismo que no armaría un berrinche por cosas como ésa, estaba más que seguro que ya estaría gritando por su bebé.

Esperaba calmoso -por fuera- en la puerta del colegio, mientras veía como repartían a los niños del área de maternal.

Se mantuvo sereno, ante las miradas lujuriosas de más de una señora ¡Qué no veían la argolla en su dedo! ¡Estaba casado, al igual que ellas! Y bien sabía que en la vida le sería infiel a su pelirroja. Aparte de que el deseo carnal estaba muy por arriba de sus intereses. En su cerebro todo lo que había era; Naruto, Naruto, Naruto, Kushina, Naruto, Naruto, sus padres, Naruto... creó que se entiende.

A veces ser tan irresistible tenía sus consecuencias.

Una señora de cabello castaño, bastante atractiva que probablemente no pasaba de los treinta años -seguramente a la espera también de su hijo- comenzó a acercársele con coqueta actitud. Por favor, que dios lo librara de tener que entablar conversación con semejante mujer. Uno de los hechos que precisamente le atrajo de Kushina, era que a diferencia de casi todas las "damas" con las que había socializado en su existencia, ella nunca se le ofreció; al contrario, si de jóvenes su pasatiempo favorito era el de pelearse y luego quererse comer a besos; pasión mutua y perfecto entendimiento; la clave de toda relación a su parecer.

Volteó la cabeza haciendo como si no notara las obvias intenciones de la fémina. No quería ser grosero; la educación debía estar siempre puesta en un caballero como lo era él; mejor evitarse un mal rato y hacer como que la virgen le hablaba.

— ¡Papi! —y hablando de seres divinos; ahí frente a él su oportuno hijo corriendo desesperado, mientras llevaba a rastras de la mano a un niño de cabello negro con cara de fastidio ¿De la mano? ¡¿De cuándo acá otro ente tenía el privilegio de tocar las manitas de su querubín? ! —. ¡Mira papi, mira! Este es Sasuke y es mi mejor amigo-ttebayo.

— ¡Yo nunca dije eso, así que ya suéltame! Mi mamá me está esperando —dijo el blanco niñito arrebolando sus mejillas tratando de formar una "amenazadora" expresión.

— Pero Sasu ¡Yo quiero que te quedes conmigo! —soltó su rubio tesoro mientras abrazaba al otro.

Ahí Minato sintió como se le congelaba el alma. Veía como los niños discutían, el morenito se intentaba separar y huir, mientras su hijo casi le brincaba encima con la firme intención de no dejarlo escapar.

Uno de los temores más grandes del Namikaze tomaba forma, su precioso Naruto estaba creando lazos, y entonces otro ser se convertiría en el centro del universo del zorrito, otro ser que no sería su padre. Más le valía a ese pálido escuincle no atreverse a querer ser la competencia de Minato; sino se le avecinaría el cruel tormento que puede llegar a causa de los celos paternos.

 

Notas finales:

¡Ohh si Mina es tan lindo! Cómo no escribir de él.

Leyéndome uno que otro MinaNaru, se me vino esta idea a la cabeza; aparte de que vi por ahí una peli donde un padre se pone todo loco por que hija estaba en su primera cita.

En sí tengo la historia distribuida para que de varios saltos en el tiempo, pasando por las etapas más importantes de Naruto hasta su adolescencia.

Ahora sí me retiro, que todavía me hacen falta varias actualizaciones.


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