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Complejos de Padre por -Mikunami-

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El primo Sai

 

Su habitación era muy diferente a la de su mejor amigo. Su cuarto era más espacioso, mucho más ordenado y mucho más austero. Sin tonalidades coloridas y cálidas, sin cientos de muñecos y juguetes, sin afiches o dibujos pegados en las paredes. Tan sólo el escritorio amplio al frente de la gran cama, con inmensidades de herramientas para trabajar en sus distintas tareas, unos anaqueles donde pululaban libros, difíciles aun para su pueril mente, y un rincón lleno de rompecabezas y demás juegos permitidos por su estricto padre.

Descansó un momento los ojos, de las plantillas que estaba haciendo, una tarea tediosa; él ya sabía el correcto uso de la S, C y Z; no había la necesidad de estarlo repitiendo, aun así debía de terminar rápido con sus deberes, haciéndolos de paso lo mejor posible.

Oyó como tocaban a su alcoba, seguramente era una de las doncellas llamándolo para bajar a cenar. Pues el sol ya menguaba y él no había comido desde que llegó de la escuela.

— Sasuke-kun —dijo una joven castaña que le caía bastante bien, Ten-Ten se llamaba la chica, aquella que siempre le regalaba un pequeño dulce a escondidas del señor de la casa—. Tu padre quiere verte. Te espera en su despacho.

La información conmocionó su pequeño cuerpo, que se movió veloz acudiendo al llamado. Su padre nunca solicitaba su presencia, era casi un milagro que lo quisiera para algo.

Paró de golpe frente a la puerta del cuarto, donde se encontraba el patriarca de la familia, respirando un par de veces y diciéndose palabras de aliento antes de ingresar cauto.

Vio ahí, a su progenitor con su típico semblante frío, a la derecha de la habitación su hermano sentado, impertérrito, mirándolo directamente; otra cosa rara es que su madre estaba presente con un triste semblante y como de costumbre, sin emitir palabra alguna; y en un rincón a la izquierda un chico al cual conocía bastante bien. Su primo Sai.

— ¿Me llamaste padre? —inquirió respetuoso, entrando por completo, aún con el pulso a tope y la mirada expectante. Conteniendo las ganas que tenía por preguntar a que se debía la reunión de la familia.

— Sasuke, quiero que le muestres la habitación de invitados al lado de la tuya a Sai, a partir de hoy vivirá con nosotros —ordenó Fugaku, sin darle tiempo al pequeño neko de analizar el campo que abarcaban dichas palabras, haciendo que el otro niño se incorporara con una pesada maleta -que hasta en ese momento, Sasuke apenas reparaba en ella-, dispuesto a seguir al otro pequeño.

— Yo los acompaño, Sasuke, Sai —dijo Itachi abandonando su puesto, retirándose junto con los niños, callado, olvidándose de lo difícil que se pondrían las cosas a partir de ese momento. Observando el gesto de molestia que componía la faz de Fugaku, pero sin que ésta le incomodara en lo mínimo.

Dejando a los adultos para que discutieran a gusto la situación.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— Esta es tu nueva habitación Sai —expuso Itachi mostrándole el cuarto a su primito, intentando actuar cálido, cosa que sabía, le salía pésima, a falta de costumbre—. Necesito hablar con Sasuke, en un momento regresa contigo.

Itachi apartó a su otouto, dejando al otro chico solo, el cual hasta el momento no había proferido comentario alguno. Limitándose a examinar las escenas con una expresión vacía.

— ¿Por qué se va a quedar aquí? —inquirió veloz el menor de los hermanos, al saber que el otro ya nos los podía escuchar.

— Sasuke… la madre de Sai acaba de morir —comentó cauto Itachi, viendo la incredulidad reflejada en el rostro de su hermano; sabía que a cualquier edad aquel tema era difícil, más aun tratarlo con un crío de parvulario—. Es algo muy duro Sasu, y nuestra madre le rogó a padre para que lo dejara permanecer aquí, tú mismo sabes que el tío Danzou puede ser más insensible que Fugaku; Sai ahora necesita el apoyo de una familia, así que hazlo sentir en casa —pidió el mayor, dándole un toque en la frente a su hermanito, Sasuke irguió un puchero por la acción, para luego asentir orgulloso por la responsabilidad que le otorgaba su adorado Nii-san. Además, realmente no le molestaba la presencia del otro infante—. Tengo que regresar, mientras pasa un rato con él por favor —pidió el mayor revolviendo las negras hebras, tan suaves y hermosas, como su propio hermanito.

Itachi desapareció velozmente entre las tinieblas que ya abarcaban el pasillo del segundo piso de la mansión, volviendo seguramente con sus padres, para tratar el tema de su primo de una forma más profunda. Después de todo, Itachi sería la próxima cabecilla de la familia, tomar parte en las discusiones de la misma, era una de sus obligaciones

"Una familia" Se dijo quedito el niñito del clan ¿Qué le podían ofrecer realmente a Sai ellos? El mismo Sasuke sabía que los Uchiha, en todos los sentidos, distaban mucho de ser una familia.

En su casa su madre no era la cariñosa dama que era Kushina-san -el otro ejemplo femenino que conocía-; Mikoto siempre andaba en algún evento de sociedad con finos trajes y costosas joyas, o como embajadora de las empresas Uchiha; no era la mujer trabajadoramente hogareña que era la pelirroja, la que desentonaba horrible cuando se le ocurría cantar en los viajes a los que había ido con su amiguito rubio y su familia, aquella temperamental madre que se avergonzaba de las ocurrencias de su marido y que siempre le regalaba una sonrisa acompañada de un postre. Su madre no era mala, simplemente sus prioridades no eran las que esperaría un hijo.

En cuanto a su padre ¿De verdad tenía que compararlo con el Namikaze? Porque ellos, distaban tanto como un universo de otro.

En ese sentido quizás le tenía una remota envía a Naruto. Le gustaría que su padre fuera la décima parte, de lo cariñoso y protector que era Minato-san. Ese rubio desesperante con ataques de paranoia, el cual nunca se perdonaría abandonar a su niño por algo en el mundo. En cambio para Fugaku, los negocios y el trabajo eran su mundo, el eje de sus intereses, y no el desarrollo de un mocoso que no había nacido talentoso como su hermano.

Su vida, en absoluto sería la misma, si aquel cálido niño en uno de sus arrebatos, no lo hubiese arrastrado a su lado.

Volvió la vista hacia el otro chico, con el que compartía una insana semejanza; él no sabía realmente qué clase de apoyo dar en tales situaciones, pero al menos haría el esfuerzo. Un Uchiha no se puede dar por vencido.

— Mi cuarto está junto al tuyo, si quieres puedes jugar un rato ahí, pero no tengo muchas cosas con las cuales entretenerse —comunicó el neko, al chiquillo macabramente pálido, que seguía perdido en sus pensamientos, absorto en la puerta de su nueva alcoba—. Siento mucho lo de tu mamá Sai —dijo apesadumbrado, no queriendo ser imprudente con el nuevo inquilino.

— No hay problema, ya sabía que estaba enferma y que no le quedaba mucho, mi padre me lo dijo, además… casi no la conocía —respondió monocorde, sin una chispa de ánimo, pero tampoco se le veía afligido.

Sus padres apenas pasaban tiempo con él, de todas formas se crió en internados, entre nanas y mayordomos; no es como si sus progenitores hubiesen formado una parte integra de su vida, y por lo que veía en la cara sombría de su primo esa casa tampoco sería lo que en las películas o libros llamaban hogar. Seguramente ese tipo de lugares sólo eran ilusiones creadas por mentes desesperadas, al igual que cosas idiotas como las hadas o los dragones.

Sasuke no pudo evitar, decepcionarse ante las efímeras muestras de cariño que el clan acostumbraba. Recordando como en otras ocasiones a su primo lo habían tildado de chiquillo retraído.

Ingresó en la habitación del otro infante, más que nada para poder adaptarse más rápido a su nueva morada; copiar la forma de ser de Sasuke no era mala idea, quizás y así pasaría más desapercibido; de forma inmediata fijó la vista en el estante lleno de libros; explorando las posibilidades que le podrían ofrecer los distintos textos, lo único en su grisácea existencia que lo mantenía como un niño cuerdo y normal. Un encuadernado en especial le llamó la atención, ya que en su lomo se apreciaban las iniciales U.S. y U.N.N., la portada también carecía de más información, al momento de abrirlo de dio cuenta que era un álbum fotográfico, uno que específicamente guardaba las memorias de su primo, y que en el cual, en ninguna de las imágenes se le veía compartir recuerdos al lado de sus tíos, al contrario, unas coloridas personas con enormes sonrisas ocupaban todo el espacio.

— ¿Quiénes son? —preguntó Sai, más que nada por el escepticismo que le causaba ver aquellas expresiones tan vivaces, coloreadas en la imagen, como si aquellos individuos fueran grandes actores interpretando un rol, ya que en la vida había presenciado una muestra genuina de dicha, que no fuera ensuciada por intenciones superficiales.

— Es mi mejor amigo Naruto, y ellos son sus padres Kushina-san y Minato-san —explicó Sasuke, viendo la foto en donde se encontraban los cuatro celebrando el sexto cumpleaños del niño áureo, reunidos dichosos en el traspatio de la familia Namikaze-Uzumaki, alrededor de un pastel y una mesa llena de golosinas y regalos.

— ¿Tus padres te contrataron un mejor amigo? —inquirió el otro moreno sorprendido—. A mí mi papá no me quiere ni comprar un hámster, dice que es un animal inmundo.

— Eres un tarado Sai —le reprendió el otro niño—. A mí no me contrataron nada, Naruto es mi mejor amigo porque sí, nadie nos obliga a estar juntos, nos divertimos juntos y por eso estamos juntos.

— ¿Y los otros dos? También quieren estar contigo —preguntó recorriendo el resto de la fotografías, en todas se veía la misma familia feliz, incluso en algunos de los cuadros reconocía a Itachi, antagónico a como normalmente se presentaba, con una cara relajada, sonriendo minúsculamente a la cámara. Hasta había una imagen de Sasuke, más niño que en su actual condición, durmiendo tranquilo junto al rubito llamativo, ambos entre un mar de peluches desperdigados.

— Creo que sí —dijo titubeando. Por lo menos Kushina-san lo quería, quizás Minato era un tanto extraño, pero aun así lo aceptaba en todas las actividades de la familia —. Voy muy seguido a su casa, y sus papás me tratan bien, también me han invitado a ir con ellos al parque o a ver películas —mencionó esbozando una sonrisilla pícara, cual niño que comete una travesura. Pero al enfocar de nuevo la vista en el afín infante, se dio cuenta de la aprensión del otro—. No me crees ¿Verdad?

— Para nada.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Estaba tirado en medio de la sala, con su retoño retorciéndose encima de él. Los dos jugando entre risas escandalosas, las cuales estaban a unos decibeles de ser un problema para los vecinos. Con todas las almohadas desperdigadas alrededor.

Ya necesitaba divertirse con su niño; por fin un sábado en el que el demonio Uchiha los dejaba tranquilos, listos para disfrutar de un buen fin de semana.

— Espero que acomoden todo ¿Eh? —comunicó Kushina, feliz con la estampa que contemplaba. Disfrutando de ver a sus rubios amores, enfrascados como los niños que uno era, y que el otro no podía dejar de ser.

— Sí mami —respondió feliz el angelito incorporándose, para recuperar algo la respiración; que las continuas cosquillas de su padre le habían quitado el aliento.

— ¿Quieres que te ayuda a construir un castillo cielo? —ofreció Minato a su adoración, y al ver el efusivo asentimiento por parte del zorrito se dirigió a por los bloques de madera, dispuesto a diseñar el mejor reino para las figuras de plástico que su niño sacaba.

Mientras los hombrecitos se divertían, Kushina escuchó el timbre del teléfono, dirigiendo se inmediato a contestar el aparato.

— ¿Cariño, podemos hablar un momento? —interrumpió la bermeja a su esposo, él que estaba elaborando las distintas torres, de la construcción central. Minato prestó de inmediato atención ya que no le gustó en absoluto el tono angustioso que había utilizado su princesita.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

No era lo que esperaba, aquel lugar se veía simplón y aburrido; era una calle del populacho como tantas otras que había visto en la vida.

Tampoco es que quisiera causarles problemas a sus parientes, ya que su padre se lo dejó en claro "Una queja Sai y no vuelves a ver el sol hasta que cumplas dieciséis". Él Ya estaba pálido en sí, no le apetecían que le quitaran iluminación; seguramente lo mejor hubiese sido asentirle a Sasuke que le creía el cuento del mejor amigo, y que así Itachi lo dejará tranquilo. Pero ahora no había marcha atrás.

Aparcaron el lujoso auto de su primo mayor, frente a una construcción de mediano tamaño, con jardineras repletas de coloridos retoños a los lados del camino hacia la puerta de entrada, girasoles sembrados a la izquierda de la casa, todo el entorno en vivas tonalidades.

Sasuke se desabrochó rápidamente el cinturón para bajar apresurado a tocar la puerta—. Vamos Sai, lamentablemente yo no me puedo quedar, pero los pasare a recoger en unas horas —le explicó Itachi alentándolo a salir del vehículo. Al otro pequeño no le quedó más que asentir, para calmado dirigirse a ese hogar.

— Buenos días Kushina-san —oye decir a su primo, constatando como una mujer de dulce mirar, le devolvía el saludo.

— Buenos días Sasu-chan —le sorprendió enormemente el mote afectivo que le dirigían al otro niño. Ya que entre los Uchiha se acostumbraban lo honoríficos, pero nunca se utilizaría el chan, aquello era vergonzoso.

— Kushina-san, perdón por las molestias, pero ahora no creo que sea prudente mantenerlos en casa.

— No te preocupes Itachi-kun, son cosas que lamentablemente llegar a ocurrir.

Esa mujer, trataba con demasiada confianza a sus primos, una simpatía que los del clan no podían permitirse, a Sai lo habían educado para ser esquivo y reservado ¿Qué acaso su aprendizaje era incorrecto? Vio como Itachi se retiraba, algo que en absoluto le agradó, no era de su gusto quedarse con extraños. Pero tampoco tenía oportunidad de repicar en nada, quejarse era un mal comportamiento no apto para su estirpe.

— Sasu-dattebayo —vio a una mata amarrilla arrojársele a Sasuke, al tiempo en que la voz chillona le incomodaba a los oídos. — ¿Dónde está Sasu? Tu primito.

— Deja Naruto, me tiras —el otro chiquillo luchaba por liberase del ataque de su opresor. Por lo menos eso era un ataque en la percepción de Sai—. Ahí —señaló al blanquillo chico que se mantenía callado, a espera de poder recibir la aprobación para entrar en la morada.

— Ohh yo pensé que era chiquitito-ttebayo —expresó el zorrito, examinando curioso al otro moreno—. Mmm te pareces mucho a Sasuke —dijo para enojo de su amiguito, aunque la verdad es que a ojos de la mayoría esos dos podrían pasar hasta por gemelos.

— Es verdad —comentó un rubio mucho mayor, que aparecía en escena. Su idea de cómo pasar el sábado distaba mucho de los actuales planes, pero hasta él sabía que el mocoso era tan sólo un niño, al igual que al otro clon que apreciaban sus ojos, también conocía perfectamente la situación de la casa Uchiha, y en absoluto concordaba con la forma que ahí tenían de tratar a los menores.

— Sai, ven a jugar —ofreció el angelito de la casa, de una manera totalmente confianzuda, tomando de las manos a ambos morenos; un acto al que Sasuke ya estaba más que habituado, al contrario de Sai, ya que el contacto físico en muchos aspectos era nuevo para él; llevándolos al interior para instalarlos alrededor de los sillones donde diversos juguetes yacían esparcidos.

— Eres muy comprensivo, me enorgulleces —dijo la pelirroja a su conyugue, el cual se había comportado de una manera espectacular, recibiendo a los niños en la casa, sin armar en absoluto un escándalo.

— Tan sólo son niños, lo que necesitan es divertirse y no pensar en los malos tragos de la vida —expresó calmo intentándole quitar importancia al asunto. Tampoco quería quedar como un santo por un acto tan insignificante, por un niño que le caía mal.

— ¿Por qué haces eso? —preguntó Sai al ver sonreír a Naruto todo el tiempo, imitando la acción para darse a entender.

— ¿He? —se quedó pensativo el niño rubio, poniendo un dedo en su boquita intentando hallar la respuesta correcta—. Pues porque estoy feliz —dijo sin más la única razón que le nacía dar.

Feliz ¿Sería posible que él pudiese encontrar esa cosa por medio del traslado al que había sido arrastrado? Volvió a imitar la mueca del resplandeciente niño a su lado, practicando que tal le salía, volteando a ver a Sasuke para que le diera su visto bueno.

— Sai, la verdad no te queda esa expresión —expuso el neko, ya que su primo lograba una mueca más que nada aterradora y falsa. Era obvio que si quería sonreír sincero le faltaba una enorme práctica.

 

Notas finales:

Aquí un capítulo escrito en un momento de reina del drama; por ahí me habían preguntado sobre la familia de Sasu, la cual en realidad me disgusta -como lo he expresado en otros fics, y lo seguiré haciendo-, no es por nada pero las veces que vi a Mikoto, siempre me pareció una mujer muy sumisa, las pocas veces que se ve apoyando a Sasuke es cuando nadie más está presente, de otra forma calla ante la voluntad de su esposo.

Y Fugaku ¿A alguien le cae bien? Porque a mí no. La verdad, es que si tengo alguien a quien le puedo llegar a hacer bashing es a él, a Dansou, y los horribles ancianos del consejo de Konoha. Digo, hasta Orochi me ha llegado a caer dos tres, en fics de humor.

Como de costumbre muchísimas gracias los que leen y más a quienes se toman la molestia de comentar:

eminahinata; Night Hime; belu84; neonsan; Chibialexa; shao_kino; Saya_Misaki; desi_chan; melissa; Chat Noir; Ab1Le; Midorico; lullubell; Eikou y nalary.


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