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Complejos de Padre por -Mikunami-

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La graduación de Itachi

 

— Obsérvalo —dijo el pequeño con el que compartía similitud, pegándole esa asquerosa bola de plástico a la cara.

— Ya lo vi Sai —repuso Sasuke, harto de la insistencia de su primo el cual no daba señales de querer ceder en su capricho. Lanzándole manotazos para separarlo de su espacio personal.

— Hazlo de nuevo —contestó el otro moreno, con la -ahora- eterna sonrisa falsa y hueca, que tanto se había esforzado por copiarle a su rubio amigo.

Itachi miraba entretenido por el retrovisor, a los pequeños que iban relajados y dichosos, comportándose como los niños que eran, sin tener que complacer a nadie con una mueca seria.

Ahora Sai ya tenía un poco más de sana convivencia humana, pese a todo, el cambio de aires le había sentado de maravilla, pero tampoco era para que las cosas se compusieran de un día a otro. La compañía de Sasuke menguaba a ratos la soledad, de la que el añadido Uchiha era presa, pero no podían estar juntos todo el tiempo; ambos infantes tenían actividades a las cuales atender; cursos extra escolares, para mejorar aptitudes, que luego serían requeridas por sus señores padres, en la búsqueda por exacerbar académicamente a sus hijos, y tener la oportunidad de presumir sus logros ante la sociedad. Sus horarios discordaban y era difícil encontrar un rato para jugar.

Mientras Sasuke asiste a sus clases de piano, Sai permanece aburrido en la mansión leyendo, y cuando su hermano regresa a casa, es la hora en la que su primo parte al adiestramiento en defensa personal; además de que los fines de semana Sai tiene lecciones de francés, mientras su hermano va -generalmente- esos días con la familia de su sensei Minato.

Tampoco es como si pudiese pedirle a Sasuke que cambiara su ritmo de vida, ya muchas presiones tenía su hermanito. Así que mejor decidió hacer algo por su primo, un gesto en apariencia insignificante que tenía la capacidad de repercutir en la vida del niño. Le compró una mascota. Itachi se había enterado que en la primaria Sai apenas convivía con su Otouto y con el rubio energético hijo de Minato, ya había notado la enorme deficiencia emocional que el pálido chiquillo se cargaba, y el hecho de que en general no le gustara convivir -o no sabía hacerlo- con los demás pequeños le podía acarrear muchos problemas; decidió, que darle una vida de la cual se hiciera cargo, lo ayudaría a comprender mejor las relaciones y el cómo es importante establecer vínculos en la vida.

Además así tendría algo que acariciar y con lo cual entretenerse cuando estuviera aburrido. Un hámster le pareció una buena opción, no era muy grande, podía llevarlo a donde quisiera, y era un animalillo peludo con graciosos bigotes. Había escuchado a Sai mencionar al roedor en distintas ocasiones. Ahora a dos días de convertirse en el responsable dueño de una existencia, a su primo nada lo separaba de su mascota. Lo llevaba a todos lados en su bola de plástico; sacando de quicio a Sasuke, el cual ya estaba harto de la presencia del animalejo.

— ¿Le das un beso a Anbu? —cuestionó, acercando al ratoncillo pinto a la cara de Sasuke—. Leí que cuando le das un beso a un ser querido, liberas tención, además de unas cosas llamadas hormonas que hacen que tú y quien recibe el beso se pongan felices.

— ¡No! Ni pienses que voy a besar a una rata como si fuera una persona.

— Entones ¿Si fuera un persona lo besarías? —el comentario logro que sus mejillas blancas se colorearan de un tenue rozado, al memorar varios eventos en compañía de un rubio.

— ¡Cállate Sai!

 

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Hacía años que no asistía a una graduación. Todo el protocolo era mortalmente aburrido; los discursos eternos y la entrega de diplomas, las fotos con los grupos; quizás por eso había abandonado la docencia. Lástima que ahora no podía escaquearse, parte de la ceremonia la dirigiría él.

La ropa aburrida tampoco era un plus que le animara a ir, generalmente vestía casual, con un saco y camisa, pero manteniendo un aire divertido, unos jeans en lugar del pantalón formal, además, la corbata y Minato eran enemigos. No importaban las palabras de su nenita diciéndole lo sexy que se veía con el traje negro.

— ¿Me veo bonito papi? —Minato que se estaba intentando aplacar el cabello en el baño, volteó ante el llamado de su retoño, que vestía un encantador trajecito que incluso incluía chaleco; su hijo se veía elegantemente divino—. Es que no me gusta esta ropa, no es cómoda; pero mami dice que me la tengo que poner. Parezco un pingüino dattebayo.

— Pues entonces eres el pingüino más encantador que he visto —dijo al momento de levantar a su niño, compartiendo la actividad que estaba realizando; después de todo, el Namikaze sabía cómo domar a esos mechones rubios rebeldes que le heredo a su primor—. A mí tampoco me gusta esta ropa —susurró cual secreto al menor, ocasionando las risas de su bebé.

 

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Nuestros estudiantes bla bla, ahora que serán parte de la sociedad bla bla, cargaran con la responsabilidad bla bla. Cuando la situación lo ameritaba, ponía toda su seriedad en el asunto, concentrándose al máximo como el genio que era, "cuando lo ameritaba". Ahora estaba simplemente aburrido, cargándose un sueño tremendo y pellizcándose disimuladamente el brazo para no sucumbir ante Morfeo; en especial porque su madre estaba presente como una de las cabecillas de la universidad, y si Minato la hacía pasar cualquier vergüenza… con decir que quería vivir es suficiente.

Hacía unos cuarenta minutos que el rubio escuchaba parcialmente los dichos ajenos, mínimo el Uchiha no se había demorado más allá de lo impredecible con las palabras; si había otra persona que quería estar ahí tanto con él, ese era Itachi.

Por otro lado, cierta pelirroja no podía desviar la mirada de un grupo, especialmente "animoso" de estudiantes.

Durante cuatro años, Kushina fue la responsable de traer el pan a la mesa, y la que se preocupaba por las finanzas de su familia. Pasaba el día en el prestigioso bufete de abogados en donde laboraba. Su parto, el cual transcurrió sin más complicaciones, le permitió volver a las andadas en una semana, al contrario de su esposo, que no se quiso separar de Naruto bajo ningún pretexto. Quedándose en compañía de su nene cual mamá pollito.

Siempre pensó que hizo bien, cuando obligó a su conyugue a volver a la docencia. Pero ahora, al observar a todas esas estudiantes descaradas que se derretían en presencia de su esposo, reconsidero la opción de permitirle a Minato volver a casa, de verdad que los celos eran un problema de familia.

La bermeja prefirió distraerse en su hijo, el cual estaba dormido usando el regazo de Sasuke para apoyar su cabeza, mientras el neko cabeceaba de cansancio, al tiempo en que pasaba una mano sobre los hilos dorados del zorrito. Sai estaba al fondo de los asientos, bien despierto; por la única razón de que estaba muy entretenido metiendo a su hámster bajo su ropa, el animalillo le provocaba cosquillas cuando se posaba sobre su estómago; una placentera sensación que no había experimentado, pero que estaba seguro que quería seguir disfrutando.

Si mal no recordaba la Uzumaki, Itachi-kun les había comentado que sus padres arribarían luego -ya que el Uchiha no llegó en compañía de ellos-, y le pidió de favor que cuidara de los críos.

Mejor para los niños; por lo que había escuchado de la familia Uchiha, no eran del todo indulgentes con el comportamiento infantil. Y estaba segura que ambos chiquillos aparentarían estar atentos a cada aburrida oración, en vez de entretenerse con sus pensamientos.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— ¡Libertad! —exclamó Minato al momento del salir del auditorio, apartado lo suficiente de la vista de su madre. Con su retoño en hombros y desprendiéndose de la corbata como si ésta fuese una serpiente que lo sofocaba. Ahora podía despedirse del traje por una buena temporada; no lo usaría hasta dentro de otros cuatro años, a menos que ocurriera uno de esos eventillos inoportunos como una boda o un funeral—. ¡Tengo tantas ganas de un helado! —le comentó a su ángel al tiempo en que lo devolvía al suelo.

— Vamos por uno papá, y luego ¡Comamos ramen!

Ambos rubios estaban dichosos dando vueltas, y de paso desfajándose la ropa, para la vergüenza de cierta bermeja. Itachi en parte lamentaba ya no poder observar los desvaríos de su maestro, ese hombre podía llegar a ser muy entretenido.

— Itachi —escuchó la grave voz de su padre llamándolo; había observado a sus progenitores, en unos lugares apartados, escrutando cada uno de sus movimientos durante la entrega de su diploma—. ¿Ese era tu sensei? —preguntó Fugaku incrédulo. Había escuchado del prodigio de Konoha, por eso había mandado a Itachi a esa universidad, no se imaginó ver a semejante payaso, que reía escandaloso abrazando a un niño. Ese hombre resultaba una decepción.

— Sí padre —le contestó con cierto matiz que el mayor no pudo identificar ¿Alegría? No eso era imposible. Su heredero jamás disfrutaría ver actos insulsos como aquel.

Sasuke percibía la escena desde unos matorrales, escuchando atento cada palabra dirigida a su Nii-san—. En cuanto termines con esto, te esperamos en casa, tu abuelo vendrá sólo para presenciar como enalteces a la estirpe —comunicó Fugaku, al tiempo en que posaba una mano en el hombro del de la coleta, en un gesto algo tosco, pero que denotaba orgullo. Sasuke sintió un pinchazo de envidia. Era verdad, Itachi tenía diecisiete, no había cumplido ni la mayoría de edad y ya era un graduado universitario. El pequeño no pudo evitar preguntarse si algún día llegaría a superar a su adorado Aniki.

Quería ser reconocido por su padre, que éste y su madre asistieran también a su entrega de calificaciones; no quería ser el plato de segunda mesa. El pequeño e inferior Uchiha.

Prefirió alejarse discreto del lugar, después de todo su hermano era el centro de atención y estaba seguro que no quería que un niñito molesto estuviese hostigándolo, mientras adultos importantes, le presentaban sus reconocimientos.

Minato por causa de la vida, presenció todo el espectáculo del chibi demonio; no tenía que ser un genio para imaginar lo que Sasuke debía de estar sintiendo. Era injusto que un niño cargara con tanta responsabilidad; una cosa era orientarlos para que se superasen, como él lo hacía con Naruto, y otra era presionarlos hasta insanos niveles. Por eso el rubio siempre les advirtió a conocidos que nunca compararan ni menospreciaran los logros de su adoración. Naruto era Naruto, para el Namikaze su hijito era invaluable por sí mismo, y así tuviese una veintena de retoños, amaría a cada uno por lo que era.

— Hey mocoso —llamó la atención de Sasuke que ni siquiera había percibido la presencia del blondo adulto —. ¿Quieres un helado? —preguntó algo distraído, sintiéndose incomodo por tratar cordial al niño de un momento a otro.

Sasuke se quedó pasmado, pensando en la probabilidad de una broma pesada; algo que omitió, por más extraño que fuera ese hombre no se atrevería molestar a alguien con quien llevaba tanta diferencia de edad ¿Cierto?

También se apreció las caras estupefactas tanto de Naruto como de Kushina; el primero ya sospechaba que quizás, en una remota posibilidad, a su Otou-chan no le agradaba del todo su mejor amigo, mientras la segunda se sintió completamente enorgullecida de su marido. Había tenido grandes progresos últimamente—. También puedes avisarle a ese niñito tétrico que… ¡Auch! —la pelirroja le dio un puntapié antes de terminar la frase. Minato tenía que encontrar otra forma de referirse a Sai.

— Gracias Minato-san —le correspondió el pequeño. El niño albino miro unos momentos fijamente al mayor, y luego desvió algo ruborizado la mirada. Minato se quedó algo descolocado por el comportamiento. Sasuke reunió coraje antes de emitir algún sonido y giró nervioso el rostro asegurándose que todo rastro de su padre hubiese desparecido—. Usted… —dijo quedo consiguiendo atraer la atención del Namikaze—. …¿Me puede levantar… en sus hombros? Por favor —concluyó cerrando la mirada, esperando alguna evasiva.

Minato se quedó helado. Le escena le resultaba tan bizarra, seguramente la corbata si lo asfixio y ahora estaba en un horrible sueño de coma.

Itachi unos pasos atrás se quedó asombrado por la petición de su otouto. Hacía años que el de la coleta había dejado de cargar a su hermanito, no por gusto, sino por órdenes de Fugaku; si por él fuera no le hubiese importado desafiar al jefe de la familia, pero no quería causarle problemas a su hermano.

Minato seguía azorado, vio las brillantes cuencas negras del niño que ya se había atrevido a abrir los ojos, luego la mirada de su esposa que lo veía esperanzada, inclusive los zafiros de su ángel le rogaban porque cumpliera el deseo del neko.

— Sólo hasta la entrada niñato —concedió antes de bajar para que el chico se acomodara en su espalda. Suspirado resignado.

— Oto-chan —su hijo agarró su mano, feliz de ver a su amado papi tan unido a su mejor amigo.

Sasuke no creyó posible que su capricho se le cumpliera; hacía años que quería que alguien lo cargara en hombros, ya estaba algo crecido, y ese era el último chance que tenía; además su padre le prohibió ser cargado por su Aniki, pero nunca comentó nada acerca de otra persona.

— Yo también quiero —Minato estaba a punto de llegar a la verja de entrada cuando sintió como tiraban de su saco -el que estaba atado a su cintura-, el otro escalofriante chiquillo -era tétrico, no importaban las palabras de su princesa al respecto- lo vio tan ilusionado como el primer moreno—. ¿Anbu también puede ser cargado? Ira conmigo así que sólo sería un viaje, según me dijeron pesa como cien gramos, no creo que afecte mucho.

— ¡Sí, papi nos llevara a todos! —gritó su querubín ante de abrazarlo de la cintura intentando trepársele.

— Espera Naru… uno a la vez están pesados ¡Kushina quítalos de encima!

La pelirroja no podía estar más feliz, esos niños le traían tantas alegrías. Y al parecer al joven Uchiha también.

— ¿Extrañará todo esto Itachi-kun? —preguntó al muchacho, que se mantenía discreto unos pasos atrás.

— En realidad. Espero no tener que añorarlo, pese a que ahora tendré más limitado el tiempo.

Sí, la vida se veía muy cálida cuando convivía con la familia de su ex sensei. Un placer que podía darse por muchos años más.

 

Notas finales:

¡Ahh mañana comienzan mis clases regulares! ¡No!

Eso quiere decir que ya está más limitado mi tiempo, por eso me apuré con esta entrega. Como verán Minato vuelve a recobrar protagonismo, que en los capítulos anteriores lo tenía un tanto abandonado. Adelanto que el próximo capituló sólo será de él y otro personaje, a que no adivinan quien.

Como sea, muchas gracias a todos los que siguen el fic, en especial a quienes dejan review:

belu84; Ab1Le; melissa; kobato12; gta; Eikou; Midorico y Chat Noir.

Ya saben, cualquier errorcillo no duden en notificármelo.


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