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¿A Qué Huele Una Rosa? por kakashiruka

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Notas del fanfic:

Es un one shot que se, les encantara y los cautivará 

Haciendoles recordar que ustedes tienen emociones 

Notas del capitulo:

Creo que apesar de que es uno de los fan fic mas raros que he hecho, es uno para contactare con sus emociones, y aprovechar el tiempo que tenemos 

¿A qué huele una rosa?

 

 

 

Kakashi iba caminando por un terreno llano cubierto de pasto verde, casi perfectamente podado. El día estaba nublado, corría un poco  de viento por aquella propiedad que no poseía relieves. Vestía un abrigo largo hasta la rodilla, negro y ajustado al cuerpo, como los que solían ocuparse en esa época del año. Y en la mano un  ramo de flores, para ser exacto un ramo de rosas rojas, que daban la impresión de que las hubieran cortado hacía solo unos segundos. A lo lejos vio a Iruka, el cual estaba sentado más allá en el mismo terreno cubierto de pastos, sonriendo y mirando el movimiento de las nubes, las cuales ese día abundaban en el cielo, como esperando a alguien. Kakashi sacó una rosa del ramo y la olió.

— Huele a rocío de la mañana — pronunció Kakashi, deteniéndose  en medio del lugar, con la rosa en la nariz – esto me hace recordar…

 

 

 

— ¿Cómo supiste que son mis favoritas? — dijo Iruka, sentado tras un mesón donde recibía los informes de las misiones.

— Tengo mis métodos – fanfarroneaba con tono de galán, haciéndose el interesante a los ojos de su compañero ninja — pero hasta el día de hoy no entiendo qué tienen de especial estas flores — se preguntó apoyando su estómago en el mesón para besar al castaño —, a todos les gustan las rosas, pero yo las veo igual que todas las demás flores.

— Toma — respondió Iruka mientras le pasaba una rosa a Kakashi – huélela.

No podía negarse que era lo más tonto que le decían hacer en años, incluyendo el karaoke en el cumpleaños de Gai, pero la sonrisa de Iruka le logró convencer de hacer tan vergonzoso acto, que si no hubieran estado solos jamás habría realizado.

— Ya… ¿Y? — Consultó Hatake.

Kakashi era algo bruto para las cosas románticas, pero a Iruka el tiempo le había enseñado como poder ingeniar un método y volver a una maquina asesina, y en ocasiones estúpido, poder llegar a acceder a ese lado sensible, que aunque muchos negaban, poseía el de cabellos plateados.

—Cierra los ojos — dijo Umino, bajando los parpados de su novio con los dedos —, ahora respira profundo su aroma — Kakashi la volvió a oler, pero mientras sentía la fragancia Iruka le besa suavemente en los labios de tal manera que los pensamientos de su contraparte se vieron desconcertados —. Ahora dime, a qué huele.

— Huele a ti.

Pese a cargar con la máscara se notaba que sus labios sonrieron como cuando uno de sus alumnos sabía que daba una respuesta errónea, pero aun así respondían. Aunque la vergüenza fue mayor al ser el espectador en primera fila de la risa de Iruka, quien no podía creer el poco sentido del romance dentro de una persona. Pese a no estar enojado su orgullo sintió fuertemente el trastoque que las carcajadas le brindaba. Rápidamente le preguntó desafiante a qué olía, según su opinión, dicha flor.

— A rocío de la mañana — dijo de manera coqueta, poniéndose una rosa sobre los labios.

 

 

 

Kakashi siguió caminando hacia Iruka, quien permanecía sentado sobre los pastos perfectamente cortados, sin despegar su mirada del cielo blanco que los cubría, esperando a Kakashi.

— Te traje esta – habló Hatake al detenerse frente a Iruka y dejándole la rosa que se había detenido a oler, sin dársela en la mano,  sino cerca de una de sus piernas.

Iruka persistía en sonreír al verlo llegar. Sentándose en el pasto verde, frente a Iruka buscaba las palabras que pudieran explicar todos sus sentimientos. Se sentía raro, aunque reconfortado, ya que el mismo Iruka, luego de años de arduo traba en tan estructurada y cerrada mente, lograra hacer gracias a una pequeña y carmesí ayuda.

— Me acorde de la vez que me enseñaste cuál es el aroma de una rosa. No ese día en la oficina, porque después llego Asuma y comenzó a decir que desde que trabajabas medio tiempo ahí yo comencé a pasar mucho por esa oficina, sino aquel día en tu departamento. Esa mañana me llamaste a la ventana – Agregó Kakashi con muecas de un niño de doce años cuando se pone nervioso y no sabe por dónde empezar.

 

 

 

—Ven Kakashi — Le llamaba Iruka desde el balcón del departamento, tapándose el moreno cuerpo con una sábana blanca.

Ya a esa hora de la madrugada se podían ver las marcas que dejara Kakashi sobre el torso y cuello luego de disfrutar toda la noche de la compañía mutua.

—Dime — habló al asomar su cabeza tras la coleta de Iruka, besándole en la mejilla. A su vez entregó una de las dos tazas de café que llevaba en las manos.  

No era normal ni saludable, en especial si el ninja copia solo cargaba con un pantalón, debido al clima frio. Un implacable viento corría las calles de la aldea, pero no les era rival para poder asomarse juntos a ver el amanecer. El de tez blanca le abrazó combinando la atadura de sus brazos con la de la sábana que vestía

— Ahora te comprobare a que huele una rosa — sonrió Iruka, esta vez seguro de que el espantapájaros entendería —, cierra los ojos y respira profundamente el aroma que hay — diciendo aquello ambos hicieron el ejercicio —, dime ¿A que huele?

Era una fragancia tan pura que le parecía tan propia y a la vez tan ajena. Le desconcertó ese sentimiento como el que se tiene por sobre la vida; más cercana que la propia piel, pero a su vez tan fácil de arrebatar como las hojas de un árbol.

Los labios de Kakashi estuvieron sellados por unos instantes. Aún no sabía a donde apuntaba Iruka con todas esas cosas. Un conjunto de locuras que de por si no tenían sentido dentro de su mente. Algo tan fatuo como el hecho de coleccionar estampillas. Mas, ignorando sus propios deseos y dogmas, quiso ir al mundo de Iruka, un mundo que parecía tan errante de los límites racionales y matemáticos. 

—A rocío de la mañana — dijo Kakashi.

Al recibir aquella respuesta, Iruka se le escapó de los brazos. Buscaba por toda la habitación algo de interés desconocido, y pese a que preguntó qué era aquello solo le respondieron que fuera paciente y esperara en el balcón. Tras una exclamación de alivio volvió donde Kakashi con una sonrisa y un objeto en sus manos.

— ¿Y esta? — habló al sujetar un rosa.

Al hacerlo pudo notar como su nariz sintió una pequeña comezón. Negándose de la vista sentía tanto. Nuevamente sintió como esa sensación anterior se adueñó de su ser, al punto de que sus

 

 

 

— Algo en mi interior continua diciendo que te siguen gustando, o al menos a mí me gustan desde aquel día — le hablaba tocando con sus manos aquel pasto, una vez que se sentó de frente a Iruka —. Tú fuiste el primero y el único en enseñarme algo con una flor. Si, a uno de los mejores ninjas de la aldea, un chünin, le dio la gran lección de su vida, tan solo con una rosa – sonrió, en tanto seguía fabricado ademanes que denotaban su confusión ante dicho dilema.

No quería mirar al moreno a los ojos, el alma se le escaparía del cuerpo si es que lo hacía. Hacer aquello sería volver a enamorarse como la primera vez. Se conformaba con escuchar su leve carcajada, que de seguro, trataba de burlas por sus modismos que seguían, en parte, siendo estructurados pese a la situación sentimental del momento.

En ello, metros más atrás se veía venir a Naruto. Caminaba por el mismo sendero que ya había pisado Kakashi hacía tan pocos minutos. Las dieciocho primaveras que llevaba en el cuerpo llenaban ya con orgullo el traje de un ninja maduro y experimentado. Una brisa fresca le revolvía los cabellos, al igual que los amantes de adelante.

— Ahí viene ¿no? — Bosquejó Kakashi una sonrisa sobre su faz —. Ha crecido mucho, y se ha convertido en todo un hombre — hablaba con orgullo al sentir sus firmes pasos sobre el césped —. Hace una semana que cumplió la mayoría de edad, pero en realidad, ni sé porque te lo digo, tú más que nadie conoces a ese chico. Tu eres lo único que él conoció como padre, solo le faltaba que te dijera “papá” — seguía hablando y jalando del pasto a su alrededor —, me acuerdo que…

 

 

— ¿Y ese niño es tu hijo?

Era una plaza bastante habituada por las familias de la aldea; frondosa en árboles y juegos que llenaban de sonrisas los rostros infantes. En ella, sentados a la par en una banca, se hallaban un chünin maestro de academia y un jönin con un leve complejo de superioridad. Era una de las primeras veces que se topaban fuera de la oficina, e incluso denotaba una rara complicidad al estar levemente planeado por la parte de Kakashi en coincidir en dicha escena. Bastante le había costado ello considerando que debió aprender un itinerario que siempre tendía al cambio dentro de la vida del otro ninja de menor rango.

Desde hacía un tiempo que no le podía sacar los ojos de encima. Primero pensó que eso fuera solo por su particular color de piel tan distinto al propio. Luego entendiendo que iba más allá intentó comenzar a hablarle mediante burdos recursos, pero que pese a lo poco elaborados que eran a Iruka le parecían ser llamativos.

Cuando siquiera lo notara ya le sabía cada una de sus actividades, aunque no las ejercitara con estricta dedicación, podía imaginar los lugares más recurrentes de él, entre ellos aquella plazoleta.

No era lo suyo el tacto con las personas, mucho menos las amistades, pero algo unánime en sus sentidos le decía que no era el mismo deseo de jugarreta que tuviera con su amigo de infancia; Gai. Sino que otro anhelo buscaba en él, uno de apropiación, de que aquel muchacho sintiera esa misma necesidad de estar cerca junto a él. Porque no supo que estaba enamorado hasta que en esa misma semana, antes del encuentro en la plaza, Asuma le terminara de aclarar que se había enamorado.

—No — respondió con una sonrisa al preocuparse de que pensaran que fuera padre —, pero lo cuido como tal. Vive frente mío. Sus padres murieron cuando apenas tenía 3 años, y al parecer no tenía más familia, porque nunca nadie fue por él, así que desde aquel tiempo va a dormir a mi departamento, le cocino y me preocupo que no le falte nada.

Kakashi no pudo evitar sorprenderse por ello. Y a la vez no solo sorpresa, sino en parte decepción, decepción de que siendo tan distintos jamás pudiera atraerlo hacía él. Incluso le era difícil buscar temas para conversar así, su vida era la vida ninja, en cambio el otro siendo aún soltero buscaba armar una familia. En parte se preguntaba que hacía ahí buscando torcerle la mano al destino doblemente; dos hombres y totalmente opuestos. Solo el hecho de haberse librado tantas veces de la muerte le dio la valentía para poder terminar su plan. Porque buscaba el momento adecuado, aunque qué era el momento adecuado; solo el coraje de cada uno lograba generar aquello.

— Eres muy bueno, Iruka — habló con suavemente mientras se le acercaba más a junto. Cuando lo hizo notó los primeros resultados de su expedición; el otro ninja se enrojeció levemente. No era su intención jugar con los sentimientos contrarios, aunque de todos modos le pareció aquello tan bello que quiso si engañar los nervios rivales que buscaban la compostura —. Estás sonrojado, ¿te ocurre algo?  

Pasándole la mano por el rostro cumplió su cometido; la piel de Iruka se hallaba tibia ante dicho ataque. No era la primera vez que trataba de jugar al casanova, asique conocía más menos la forma de manejar sus piezas, pese a que en otros tiempo siempre buscara algo más efímero. Por lo cual también iba bastante preparado. Mediante una conversación con una de las compañeras de trabajo de Iruka logró descubrir un gran afán que poseía éste por ciertas cosas.

Metiendo su mano al bolso ninja propio buscaba algo que a su vez generaba un roce con el cuerpo que ya tenía el rostro de color semejante al carmesí.

— Te traje esto — agregó al presentarle una flor de sakura —. Sé que no soy bueno con los regalos. Solo espero que te guste.

—Son una de mis favoritas — respondió al recibirla con una sonrisa de vergüenza.

— Entonces ¿Cuál es tu favorita? — preguntó al pensar que había acertado.

—Descúbrelo — respondió al desafiarlo directamente a los ojos.

Sintiendo como se cargaba levemente el otro cuerpo sobre el suyo notó que la coquetería no era algo ajeno a ese maestro que idealizaba como un tipo inocente. Pero como lo pensara aún no estaba seguro de que aquello fuera todo lo que quería, sino que aún deseaba poder tener más de esos instantes. Ya había arriesgado mucho, incluso había sido capaz de tocarle el rostro delicadamente sin ser rechazado. Apostando todo a la suerte colocó una de sus manos sobre la parte superior de la pierna contraria, a centímetros de la entrepierna.

— ¿Qué haces? — rió nuevamente con vergüenza, pero más nervioso —, no juegues conmigo.

Un juego, o así parecía verlo Iruka. Se arrepentía de dicho movimiento. Quizás lo correcto hubiera sido acariciarle la coleta o halagarlo por su belleza. La imprudencia le había hecho caer en algo que no fue bien recibido, aunque mientras pensaba todo aquello  aún no quitaba su mano de la pierna contraria e Iruka aún le miraba al rostro creyendo que era una broma. Qué diablos haría. ¿Iría a dejarlo todo allí, o se hundiría con todo el barco?

Sin pensarlo más se bajó la mascarilla dejando despejado todo el rostro.

— Me gustas — confesó sin expresión.

—Qué diablos — respondió con más nerviosismo —. Maldición, tu nuca muestras el rostro, y… y yo no estoy para juegos.

La confusión no le dejaba ponerse serio ni enojado. Se extrañó que hacía unos segundos le hubiera coqueteado al desafiarlo, o también pudo haberle mal interpretado. No, las chicas cuando le rechazaban no dudaban en darle un golpe en la cara al tocarle las piernas. Tampoco estaba bien compararlo con mujeres, pero siendo su único referente su mente lo hizo sin aprobación previa. De seguro Iruka se estaba negando a sentir aquello por las mismas dudas que le invadían a él.

— Quiero besarte, sensei — volvió a hablar suavemente mientras acercaba su rostro al que buscaba escabullirse.

— N-no me hables así, idiota — le dijo molesto,  pero más sonrojado que antes. 

— ¿Así como? — preguntó al seguir acercándose, pero ahora acariciándole el lado derecho de su rostro con la punta de sus dedos.

—Kakashi, somos dos hombres — se excusó mientras comenzaban a ceder sus movimientos. Su cabeza dejó de alejarse y su rostro se complació de las caricias, mientras lentamente se dejaba envolver por el brazo ajeno que le ataba al otro cuerpo por la cintura.

—Deseo este beso más que el icha icha, sensei.

Cada uno buscaba el beso. La torpeza y la indecisión les devoraban tanto como la ansiedad. Kakashi se le acercaba, pero dejando una distancia para que el otro pudiera expresar su deseo por ello y que no fuera unilateral. Cerrando sus ojos, Iruka, se le acercó, rindiéndose a los prejuicios de su corazón, e incluso al temor de que fuera solo el juego de un superior, botando las barreras que le impedían besar a Kakashi.  

El de tez clara le besó, mientras que sus manos acariciaban el otro cuerpo y sentía como el otro par de manos iba subiendo hasta poder sujetarse sobre el torso de él. No pudiendo quedar solamente en una simple unión de labios buscó poder ser recibido dentro de la boca de Iruka, cosa que en primera instancia los labios morenos negaron al sellarse, mas, al seguir luchando contra la seguridad de ellos, logró ser bien recibido para lograr el apasionado beso que llevaba soñando hacía ya tantas noches.

 

------- estamos trabajando en ello XD ----- espero terminar pronto la edición XD

Notas finales:

Gracias por leer mi fic ^^

Porfavor, me encantaria leer sus opiniones en especial 

¿A que huele una rosa? (segun ustedes, saquen su lado poetico)

Nos veremos en otro one Shot ^^


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