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Las maravillosas desaventuras de Yuri por Saint lard

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Notas del fanfic:

Saludos!

Conforme avance la historia os prometo aumentar el grado de intensidad, si así me lo permiten, para su disfrute.

Gracias por sus comentarios :D

El tacón del zapato derrapa sobre el mármol blanco de la vereda que lleva hasta los primeros escalones de la entrada del edificio. El tableado de la falda extremadamente pequeña, de un largo no más allá de la mitad del muslo, se agita con violencia levantándose levemente por detrás exponiendo las pantaletas de puntitos. El rumoreo de voces femeninas se detiene repentinamente a causa de un ruido sordo. Centenares de ojos curiosos hincan y acuchillan la escena con horror, después vuelven a sus asuntos como si nada. Se inicia entonces el barullo acostumbrado en una academia. Una alumna que camina de cerca sorprendida por lo que acaba de ocurrir vuelve la cabeza pero sin intención de detenerse a ayudar. De nuevo comienza a lloviznar y a su vez el mismo tacón vuelve a derrapar. El alumnado se dirige hasta el edificio para resguardarse de la lluvia.

-Realmente, realmente soy una tonta- Musito mientras busco la forma de esconder mi rostro y evitar así que vean cuan avergonzada estoy.

Me quedo a solas. Las hortensias me lo habían anunciado: “el verano, el verano” y tontamente lo había ignorado olvidando el paraguas en casa. Inútilmente pruebo ponerme de pie y por tercera vez caigo de rodillas. Permanezco inmóvil sintiendo la tenacidad con la que el agua agujerea la camisa almidonada. Tristemente, gotas transparentes mojan lo largo y ancho de mi cuerpo. Distraigo el bochorno que sube por las mejillas jugueteando con los chisporroteos de lluvia. Pego la barbilla al pecho, indignada, apenada, indefensa. Cierro los ojos. El mal tiempo arrecia.

-Disculpa ¿te gustaría venir adentro?

De momento, desaparece la sensación de frialdad cayéndome a cántaros y abro los ojos lentamente. De frente, un par de zapatos, de escolar, de alguien que se ha tomado la molestia de pararse frente a mí, aparecen. Los cordones atados minuciosamente, la superficie boleada hasta que el brillo les es sólo una cualidad más. El paraguas que ella carga impide que moje el rostro cuando detenidamente la observo.

-¿Te encuentras bien?- Inquieren lentamente sus labios.

 Así, como descendida del cielo, su magnificente persona alumbra la penumbra en la que había estado sumida. Viste asombrosamente, aunque su uniforme es exactamente igual al mío con la excepción de yo olvidé el saco en el automóvil. De cualquier forma le ciñe asombrosamente. Doblan las campanas.

-¿Es así de tarde? Bueno, por lo mientras vamos a dentro ¿te parece?

Asiento y clavo los ojos en ella. El cabello rojizo recogido en dos coletas también parece ser parte de su carisma. Observándolo a distancia puedo acertar en que esta chica es una muy amada compañera por la forma en que las demás alumnas le saludan. Sin importar a donde fuera, pondría una sonrisa en los labios de todos con los que se topara.

-Oh, disculpa mi descortesía, mi nombre es Larissa Perry ¿te he visto antes?

Niego. El ansiado momento de conocer su nombre toma menos tiempo de lo esperado. Lo repito dentro de mi cabeza: “Larissa Perry, Larissa Perry” y se forma un efímero relampagueo en mi corazón. ¿Qué sensación es esta? Todo fue preestablecido por el destino ¿o me equivoco?

-Vamos, vamos toma mi brazo para que no resbales de nuevo.

Sí, el destino ha hablado y ha cruzado nuestros caminos. Sin embargo, no podría aprovecharme tan rápido de la situación. La chica me mira, se sonroja y me ayuda a poner de pie. Su sedoso cabello apenas roza mi hombro.

-Siento no ser de mucha ayuda- Se disculpa retraídamente.

Extiende tiernamente los pliegues de sus labios y me dedica una sonrisa. Tambaleante planto ambos pies en el suelo. Apenas me atrevo a mirarle. El paraguas cubre pobremente nuestros cuerpos. Su pupila se agranda. Es pesada pero dulce al mismo tiempo. Escudriña de un lado para otro con la curiosidad de un chiquillo.

-Eres una chica nueva ¿verdad que si?- Clava como una flecha.

Por el sobresalto muevo la cabeza afirmativamente. Desde el inicio del día nadie se había atrevido siquiera a verme y ahora tengo delante a Larissa Perry sugestionándome con su encantadora salvación. Nuevamente se alzan las campanas en el aire.

-Andemos juntas hasta los escalones.   

Larissa observa insistentemente la falda maltrecha y la camisa sucia que llevo encima y sonríe nuevamente. Enlaza un brazo con otro. La siento muy cerca. Su cuerpo cálido está pegado a mi costado. Su cabello se mece arrulladoramente mientras paseamos. Termina el blancor de la andadera y subimos los escalones. Uno, dos.

-¡Aún lado!-

Por un pisotón, un chorro vuela a mojar la falda maltrecha. Larissa se petrifica. Una niña irrumpe, se cuela entre los cuerpos, reemplaza mi lugar y se dirige exclusivamente a mi acompañante. Resbalo dos escalones abajo.

-¿Qué pasa?

-Los libros

-Están en el dormitorio sobre la papelera- dice Larissa–. Tú misma los dejaste ahí ayer por la noche.

La niña se vuelve y como si acabara de darse cuenta de mi existencia se inclina y me mira desde lo alto.

-¿Y esta?

-Es… ahora que lo pienso, no lo sé, pero eso fue muy descortés de tu parte

La chica no es muy diferente a Larissa, de hecho, es parecida sino idéntica a ella. Comparadas, su rostro asemeja más a una traviesa naturaleza que al angelical aspecto de la otra. Su cabellera es de un rojo encendido con varios mechones acomodados indistintamente. Los ojos verduzcos enérgicos miran augustamente desde donde se encuentra. Debajo, múltiples pequeños puntos marrones revisten ambas mejillas.

-La encontré en el pasillo mojándose y decidí traerla hasta aquí

-¿Recogiendo lo que es de desecho, hermana?- apuntala entornando los ojos.

-¡No digas eso!

Larissa corre a mi encuentro. La otra chica la detiene por el hombro como previniéndola de un horrible destino.

-Mírala, mírala bien. ¿Esa cara te dice algo?- alega con sutileza. –Es mejor no acercarse

-No seas así, Darcey

La chica planta la mirada, adelanta a Larissa y examina detalladamente.

-Vaya, ¿te has dado cuenta? es demasiado grande- informa.

Lo han advertido. Mis opciones son nulas cuando se trata de estatura. Larissa retrocede temerosa e incrédula.

-¿C… cómo es que no me había dado cuenta?

-No temas, hermana, yo te protegeré

-Oh, Darcey esto es totalmente innecesario… ¿cómo podré recompensarte por tu valentía?

Los ojos de la chica relampaguean, su cuerpo se encrespa lleno de fervor, cierra los puños contra el pecho, el viento corre entre sus rizos y al final, solemne, suelta a los cuatro vientos.

-¡Con tu cuerpo, hermana, con tu cuerpo!

Quedo perpleja. Delante de mí veo florecer la delicada flor de lirios que tanto anhelaba conocer. El secreto se desnuda frente a mis ojos impuros. Larissa permanece sonrojada. La otra chica consuela el sabor de su victoria estrujando su mejilla amoratada, se inclina y se acerca lentamente a mi regazo. Su respiración es bastante abrumadora. La oreja cosquillea.

-¿Te ha gustado mi hermana?

-¿Eh?

-Sí, ya me las olía. ¿Cuál es tu nombre?

-Ah… wah…ugh…

-Umm, seguramente eres eslava- recelosa acaricia su mentón. -¿Qué haces aquí?

El interrogatorio taladra directamente e indefensa balbuceo como me permite la lengua.

-Me perdí, me perdí, lo juro, soy nueva en esta academia, hoy es mi primer día, perdí de vista al grupo de recién llegadas y tomé el primer camino que encontré

-Eso ya lo sé. Me refiero a para -qué- estás aquí

Se hace un intervalo entre la palabra “aquí” y el murmullo de Larissa que está detrás.

-¿Y bien?

-Bueno…- de la misma forma en que ella lo hizo, inflo mi pecho, abrillanto los ojos, inhalo una salvaje cantidad de aire y contesto. –¡Para encontrar a mi verdadero amor!

-En una escuela exclusiva de chicas…

-Ah, de cierto modo, sí

-¿Entonces te gustan las chicas?

Un gritillo ahogado surge de atrás. El rostro de Larissa se vuelve cada vez más siniestro, oscuro, al punto en que su antigua aura angelical se trastorna en una demoniaca.

-Ah… uh… no- Confundida, contesto con un hilo de voz. La chica frunce el ceño. -Bueno es que si lo tomas desde ese punto de vista, sí

-¡A mí también! ¡Mucho gusto, soy Darcey Perry y me gustan las niñas!

-¡Basta!

Interrumpe Larissa como si acabara de hacerse cargo de la situación. Levanta el cuerpo de Darcey, acomoda la postura y lo encamina hacia dentro del edificio. Antes de que ella también se adentre, voltea altivamente.

-Disculpa, debemos irnos, aguarda aquí y alguien vendrá en tu ayuda

Como me fue indicado, espero al pie de las escaleras viendo al chubasco proyectarse contra el suelo. Muy pocas alumnas transitan. La primera estancia del edificio parece acogedora sin embargo continúo afuera. La andadera de mármol se extiende delante de mí. Me parece insólito haber transitado tanto en tan poco tiempo. Los terrenos de esta academia son inmensamente grandes que pareciera se extienden hasta el horizonte. Retumba el cielo y poco a poco se acumulan nubes negras. Las centellas acuchillan los nubarrones y ciegan los ojos.

Súbitamente, una piel acaramelada, tersa y fresca, que se puede disfrutar tanto en verano como en invierno, que causa un imperioso deseo de tocar, fina porcelana de lirio, desvela los ojos grisáceos de la chica que se detiene a mi lado. Lleva el cabello, también blancuzco, estrictamente alineado y peinado con grácil metódica. Amistosamente arrejunto frente a frente.

-Sígueme

Su vista mortal invade la intimidad de mis pensamientos. Los cristales de sus lentes acentúan la agudeza de su aspecto. Con un pestañeo amordaza mi emoción y me obliga a emprender la marcha.

-Ah, disculpa ¿sabes dónde pasaré la noche?

-Guarda silencio

A pesar de que mi cuerpo es mil veces más alto que ella, su frialdad es mucho más amenazadora. Apenas cruzamos el umbral hacia el interior de la estancia, la armonía de adentro desaparece, las demás chicas guardan el debido respeto y nos ceden espacio. Desfilamos entre miradas evasivas y silencios incómodos. Ella siempre delante, inmutable, maquinal. Siento la efervescencia de la sangre al escuchar sus pasos secos e impávidos sobre la alfombra roja. La calurosa estancia se invade con una pesada atmosfera parecida a la lluvia torrencial.

-Por aquí

Sus palabras son las necesarias. En todo el trayecto no hubo ningún tipo de conversación inútil. Una vez que cruzamos el recibidor, ascendemos por unas escaleras, torcemos a la derecha de un gran corredor, caminamos un tanto, atravesamos varias salas de estar, volvemos a subir varios pisos más y nos detenemos.

-Este es el dormitorio de las alumnas de segundo año

Un largo pasillo con varias puertas de ambos lados me es mostrado. Paseamos hasta la décima puerta. Cada una de las habitaciones reza el nombre de sus inquilinas. En la décima puerta está escrito el nombre “Andrews Brielle”.

-Así que te llamas…

-Sin embargo, en esta ocasión y debido a la falta de espacio, tu compañera será de tercer año

Mi guía se da la vuelta y se encamina hacia los pisos inferiores. Atolondrada observo como se pierde entre las sombras y como la alegría y la calidez retornan a su estado normal. Regreso la cara a la perilla de la puerta. Incrementándose el pulso, temblorosa coloco la mano y elevo los nudillos para llamar. La voluntad comienza a quebrantarse. Cierro los ojos por la acción de la adrenalina. ¿Será acaso la esperada? ¿Será ella con la que pasaré noches de ensueño, día tras día? Comienzo a ahogarme por la propia saliva. La puerta se corre por sí sola y una sombra me toma de la mano.

-¡TOSHA!- grito despavoridamente. -¡Me ha cogido!

-¿Tosha? ¿Quién es Tosha? ¿Qué sucede joven señorita?

-¡Me coge, me coge!- chillo saliéndose las lágrimas

-¿Quién le coge? ¡No se preocupe! ¡Yo la protegeré con mi vida!

La persona succiona mi brazo y después todo el cuerpo, lo abraza con brazo firme y me encuentro recargada sobre los fortísimos abdomen y pechos de la primera chica que en toda mi vida ha sido más alta que yo. En la oscuridad, ella alcanza a distinguir el rostro, lo jala, lentamente acerca el suyo, rosa un pómulo terso, suave, sobre mí, lentamente se desliza, como inconsciente, poco a poco arriba a los pliegues de la boca.

-Usted está húmeda…- Susurra durante su trayecto. -¿Se siente bien?

Es un hecho que la sangre ha cubierto toda mi faz. Abochornada por tal afirmación me surgen dudas sobre cómo ha podido sugerir ese menesteroso acontecimiento. Intento averiguar si sus manos se encuentran sobre mí, busco por debajo; nada, de lado; algo, sí, algo está tocando mi costado. Lo tomo. Es un objeto alargado, tieso.

 -¡TOSHA! ¡En verdad me está cogiendo!

-Lo siento, señorita, me dejé llevar, le ofrezco mi más sincero arrepentimiento

-¡¿Qué es esto?!

-¿Esto? es mi sable, soy parte del club de Iaido. Lo llevo conmigo siempre

Mi compañera de cuarto se separa, enciende la luz y me invita a pasar. Su cuerpo está grandiosamente moldeado, cada músculo tiene la forma correcta, es atlética. Su cabello corto y castaño le sienta una presencia de valentía y galantería. Su temple denota honradez y de los ojos despide infinita pasión. Sujeta los hombros y me mira directamente.

-Le he dicho que está húmeda

-S… sí

-Deshágase de sus ropajes- precisa señalándome con el dedo índice. –si me hace favor

-¿Cómo?

-Lo que escuchó

Las cosas llevan un ritmo disparatado y al paso que van terminaré en la cama con ella en una abrir y cerrar de ojos. Sin pensarlo, desabrocho los botones de la camisa, uno a uno brincan y descubren la piel que arde por dentro.

-Lo s… siento, prometo no voltear, si lo hago cometeré suicidio, lo juro

Se sonroja y me da la espalda. De cara a la pared, la tensión en su cuerpo la hace enloquecer. Mientras tanto, semidesnuda, contemplo su espalda y espero por la siguiente orden. Aunque estoy un poco avergonzada no encuentro razón para que mi compañera de cuarto se comporte de tal manera cuando ella misma empezó con las insinuaciones.

-Ah, disculpa, yo soy Brielle Andrews pero me ha gustado como me has llamado al principio… Tosha ¿no es así?

-No era mi intensión…

-Llámame Tosha, sí, así, será perfecto

Finalmente me deshago de todo el uniforme. Tosha continúa mirando hacia el lado opuesto.

-¿Me tiendo en la cama?

-¿Cómo dice?- contesta a la pared.

-¿Me tiendo?

Tosha voltea a pesar de que juró no hacerlo. Encuentra regadas por el suelo, la camisa y falda. Sube la vista y se detiene en mis senos. Rápidamente su cara se enciende.

-¡Dios mío! Disculpe, disculpe, tendré que suicidarme, pero antes tome, por favor, del anaquel del lado izquierdo mi uniforme. Puede usarlo en lo que el suyo se seca

De esa manera, tomo el uniforme de Tosha, lo visto a toda máquina y le pido disculpas por el malentendido.

-De ninguna forma, yo prometo protegerla cueste lo que cueste

Permanecemos inmóviles, evitando cualquier contacto visual por más mínimo que sea. Suenan tres campanadas. Tosha se levanta olvidándose del bochorno y me toma de las manos.

-La cena

 

Notas finales:

Iaido* es un arte marcial japonés relacionado con el desenvainado y el envainado de la katana

 

Disfruten esta primera entrega. si tienen cualquier comentario, queja o sujerencia pueden hacerlo :D


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