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Cuando el Hielo se Derrite en Tu Cuerpo por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Hola!!! como estan? Espero me perdonen por la tardanza y la confusión... no se porque decía que ya había un capi 9 si no lo había subido... en verdad no entiendo ^^ perdon...

Pero aqui realmente esta el capi 9 con todo su esplendor...

paciencia con Cami que esta tan indeciso y con Milo que... pobre, pero no les adelanto nada porque solo es necesario pasar y leer si?

Gracias por sus reviews!!!!

  

CUANDO EL HIELO SE DERRITE EN TU CUERPO

 

 

 

Capítulo 9.- Que tu Poesía no me Abandone.

 

 

         Le acarició los cabellos con dulzura, depositando suaves besos en la mejilla  y en la punta de la nariz e incluso sobre los párpados. Le acarició con la yema de los dedos los pectorales, pasando por el ombligo y sus labios se escurrieron, cual beso de mariposa a los muslos varoniles y bronceados.

         Aioria sonrió de lado, pasando sus dedos por la melena negruzca de Shura y acariciándola.

          - ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? – El Caballero de  Capricornio besó por ultimo la frente del León Dorado y se dejó caer a su lado, abrazando a su novio.

         Se dejó abrazar sin borrar de su rostro la sonrisa… Shura le había besado cada rincón del cuerpo al terminar el encuentro amoroso de sus cuerpos, cada espacio y recoveco con una dulzura innata, como si se asegurara que no  le quedara marca alguna, que no había dañado aquel cuerpo, queriendo comprobar que no lo había lastimado.   

         - ¿Aiora? – exigió respuesta.

         - Estoy bien - respondió un poco apenado – Somos Caballeros, hemos sido entrenados con rudeza y las batallas nos trajeron heridas gravísimas – decía mientras posaba los dedos por el cabello de Shura – algo como esto… dolor… hecho con amor  - se besaron en nueva cuenta – no es nada Shura, soy muy fuerte.

         - Todo un león – dijo Shura sin poder creer aún que su amado era suyo ahora, en cuerpo y alma. Que ambos estaban plácidamente acomodados entre las sábanas blancas de una de las camas de las habitaciones de la mansión Kido.

         Nunca antes había agradecido tanto el cumplir una misión, nunca antes había sido tan satisfactorio.

         Le había costado quedar a solas con su león dorado después de llegar a Japón y custodiar a Atena a la mansión Kido y sobre todo por la popularidad de Aioria entre los Caballero de Bronce. Al fin la noche había llegado y les asignaron unas habitaciones contiguas para descansar y al día siguiente  puedan partir de nuevo a Grecia. En medio de la noche avanzada, asegurándose que el resto de los Caballeros de Bronce estaban dormidos, Shura se escurrió a la habitación de Aioria, excusó su presencia con el argumento de  querer desearle buenas noches. Un beso fue la entrada, el puerto, el portal para conducirlo a la cama y caricia tras caricia, sin planificarlo, ni buscarlo la pasión de Aioria se desbordó.

         El Caballero de Capricornio fue sacado de sus pensamientos cuando Aioria unió sus labios en un beso profundo en el que rodeó su cuello con ambos brazos y se encargó de pegar sus cuerpos.

         - Shura te amo – le dijo en cuanto se separaron apenas el aire se les acababa – Mi amante, mi poeta.

         El aludido sonrió ante la declaración sin dejar de acariciarle el cabello castaño y con la otra mano le paseaba por los hombros definidos.

         - Yo te amo más – dijo.

         A Aioria le relampaguearon los ojos de júbilo y volvió a unir sus labios con los de Shura en un beso ardiente, pronto sus lenguas se buscaron. Hambrientos, deseosos. Una vez entregado al amor ¡aleluya! En el repetir está el gusto y Aioria después de despojarse de todo el prejuicio se entregó de lleno al amor… no iba a dejar descansar al Caballero de Capricornio hasta quedar triplemente satisfecho.

         Shura quedó sorprendido cuando fue Aioria el que se subió sobre su vientre, sentándose con las piernas separadas, un muslo en cada lado de la cadera y se inclinó para besarle el cuello.

         - Vamos, hay que hacerlo de nuevo – le susurró en voz sexi y mordisqueándole el lóbulo de la oreja y sus manos se deslizaron a acariciarle la entrepierna.

         Fue excitante, delirante a un ritmo cardiaco a ver a su adorado león tomar la iniciativa en aquella entrega.

         - Te quiero… dentro de mí - confesó en un susurro.

         El título de león le quedaba a perfección, Aioria era… ¡Ah!  Shura estaba a tal punto de éxtasis que solo atinaba a pronunciar entre jadeos entrecortados el nombre de su pareja. Las sensaciones  que le provocaba… ver como su propio miembro era succionado por la carnosa entrada de su amante era fenomenalmente delirante… que el mismo Aioria se penetrara fue como llegar al cielo por anticipado.

          Quedaron exhaustos y ambos cayeron a la cama respirando agitados y sudorosos, sin soltarse sin embargo. Se mantenían abrazados  y sin despegar sus cuerpos, poco a poco su respiración se normalizaba al mismo ritmo de las palpitaciones de su corazón.

         - Te amo, te amo tanto – dijo Shura.

         - Yo más.

         Involuntariamente sus ojos se cerraban como si estuvieran siendo atados por un peso mayor y sus cuerpos se aletargaban en un arrullo provocado por sus respiraciones lentas.            

                  Despertaron casi al mismo tiempo cuando amanecía y los primeros rayos del sol traspasaban las cortinas y se colaban a la habitación.

         - Buen día – saludó Shura al notar que Aioria también  se desperezaba.

         - Muy buenos días – respondió.

         Se mantuvieron en silencio como si ambos procesaran lo sucedido entre ellos, como si recordaran cada instante de la noche de pasión, sintiendo todavía en sus cuerpos la esencia del amor, como si se trataran de pasos de baile que apenas habían ensayado en una danza que querían repetir.

         - ¿Me trajiste a Japón para esto? – preguntó de repente Aioria y buscando la mirada de Shura.

         - ¿Eh?

         - No me estoy enojado, sólo pregunto porque tú fuiste el que sugirió el  cambio de parejas ¿Recuerdas? – Shura no respondió, miró a Aioria – Eres un hombre bastante organizado y te agrada hacer planes.

         Shura sonrió de lado.

         - No lo planifiqué. No… en verdad intervine con el Patriarca porque quería pasar más tiempo contigo.

         Aioria se acurrucó sobre los pectorales de Shura.

         - Ahora que lo pienso, ser espontáneo es mucho mejor – aclaró Shura – Nunca antes esperé presionarte, no te pediré nada más de un beso – decidió explicar, no quería que su adorado león malinterprete la situación – Pero te deseo locamente.

         ¿Por dónde empezar? Por ellos congelaban el tiempo en ese instante y podían mantenerse así por el resto de la eternidad pero el tiempo apremiaba y sabían que su encuentro pasional era algo que no se podía hacer público, por razones obvias, ahí estaban los niños de bronce. Lo mejor era volver al Santuario y aprovechar que ahí tendrían un poco de la privacidad que anhelaban.

         Shura vio con cierta ternura a su león, aunque no le dijo nada por no avergonzarle. Notó que al bajar a desayunar, cortesía de Shun, le vio caminar rengo y disimuló perfectamente su molestia al tomar asiento.

         - Shura hoy te ves inesperadamente radiante – comentó Shiryu mientras desayunaban. El dragón había notado aquello en cuanto le vio, pero tratándose del Caballero de Capricornio dudó en comentar aquello, aprovechó que el ambiente en la mesa estaba relajado para hacerlo.

         Shura le vio un poco sorprendido, sólo un poco, y estaba a punto de agradecer pero Seiya le interrumpió.

         - ¡Y Aioria se ve cansado!

         Evidentemente así era, el León Dorado tenía mellado un poco el aspecto y en más de una ocasión había bostezado con disimulo.

         - ¿No dormiste bien? – Preguntó Andrómeda con preocupación.

         Claro que no, lo último que habían hecho fue dormir, sólo unas pocas horas insuficientes para recuperarse de la noche movidita que protagonizaron.

         Aioria sonrió con despreocupación contrastando la notable seriedad de Shura, iba a dar una evasiva pero Ikki se adentró a la cocina metiendo de un sonoro sonido la puerta atrayendo la atención. Era costumbre ver al Fénix de mal humor y de un carácter poco asequible pero, al que veían era… estaba de peor aspecto que el león si eso era posible.

         - ¿Hermano? – Shun rompió el silencio - ¿No pudiste dormir?

         El Fénix se sentó a su lado de mala gana.

         - Claro que no pude dormir – respondió dando un bocado a una hogaza de pan, sus orbes azules se clavaron en Aioria - ¿Se volverán a quedar ésta noche? – Le preguntó al León.

         Aioria negó con un movimiento de cabeza.

         - Partiremos enseguida – dijo Shura sin siquiera mirarle pero sintió un leve escalofrío al escuchar los murmullos de Ikki.

         - Que suerte… demonios quien me manda a quedarme en esta cochina mansión y tener una habitación como vecino al león, y para el colmo si tengo que escuchar cómo se… podrían ser menos bulliciosos…

         - ¿Qué? ¿De qué estás hablando? – Cuestionó Seiya acercando su cabeza a la boca de éste – Habla ikki.

         Yoga que lo había oído, estaba anonado pero sonreía divertido, observó a Aioria y notó que hacia un esfuerzo por ocultar su sonrojo. Shura estaba igual de serio pero con el ceño fruncido.

         - ¡No molestes Seiya! Deja desayunar en paz – dijo el Cisne para desviar el tema.

         Después de un momento de quietud en el que lograron comer sin peligro de atragantarse y la mitad de los comensales se habían puesto al corriente de lo sucedido entre Shura y Aioria por las pocas palabras, Seiya debía ser siempre…

         - ¿Y por qué no pudiste dormir Ikki? – Seiya era tan… Seiya.

 

 

 

 

 

         Arribaron en el Santuario mucho antes de medio día, prefirieron no comentar el hecho que los Caballeros de Bronce se enteraron de lo sucedido, si, era mucho mejor no comentar del asunto. Total, eran sólo niños.

         Debían reportar al Patriarca cuanto antes sobre su misión así que se dispusieron a cruzar los doce Templos. Llegaron a la entrada de Aries.

         - Saludamos a Mu, el guardián de Aries. Solicitamos permiso para cruzar su Templo - exclamó Shura.

         Aioria se mordió el labio inferior, eran demasiadas formalidades para con Mu, que era amigo de ambos, pero bueno, reglas eran reglas y Shura era muy apegado a ellas.

         Voces un tanto lejanas  fue su respuesta por largos momentos en que compartieron miradas de incógnita, al fin apareció Mu frente a ellos con una sonrisa amable en su rostro.

         - Pasen, y perdonen por tardar – dijo y volvió a perderse entre algunos pilares.

         Cruzaron sin prestarle mucha atención, pero Shura no pudo evitar mirar hacia donde Mu se había ido y lo localizó no a muchos pasos de ellos. Estaba sentado en una mesita tallada de madera y tenía un juego de té encima. Sus pies seguían caminando y antes de salir por completo vio a…

         - ¿Milo? – Pronunció.

         - ¿Dijiste algo? – Preguntó Aioria mientras salían - ¿Milo? ¿Milo estaba ahí? Debió llegar de su misión con Géminis y Acuario… Qué raro, creía que a éstas alturas estaría rogando a Camus.

         - ¿Qué? – Creyó haber escuchado mal, Aioria se mordió la lengua - ¿Rogar qué?

         - Apuesto que tú también lo sabes – dijo el León sin ver la razón por la que debería ocultarle algo así a Shura – Kanon y Milo me lo contaron en cuanto sellaron la apuesta. Y hoy es el último día… esta noche Milo deberá pagar a Kanon si falló.

         Shura no supo por dónde empezar a cuestionar, las ideas le venían como balas de metralleta.

         - ¡Sabías de la apuesta!

         - Claro – respondió con naturalidad… - ¿Tú también? Supongo que Acuario te lo contó… jaja Milo está perdido.

         - ¿Qué apostaron? – La intriga le ganó.

         - Que el ganador haría todo lo que quisiera con el otro por una noche… todo – marcó en sus labios bien la última palabra.

         Shura no se sorprendió tanto, imaginaba algo así viniendo de ellos. Al llegar al segundo Templo pidieron permiso de igual forma que antes.

         -  Saludamos a Aldebarán, el guardián de Tauro. Solicitamos permiso para cruzar su Templo - exclamó Aioria.

         - Pero no es divertido – dijo Shura analizando la situación.

         - Por supuesto que no es divertido – dijo Aioria, aunque tomándolo por otro rumbo – Milo se ha comportado extraño desde que se juntó con Acuario, cuando apostaban antes… todos los días, en algún momento se hallaba tiempo para comentar los avances y al final los detalles de todo… esta vez Milo, no lo sé. Se olvidó que tiene amigos.

         - Adelante muchachos – les dijo Aldebarán saliendo de alguna de las habitaciones de su casa y ellos continuaron.

         Cruzaron Géminis que estaba vacío sin hacer comentarios, casi al llegar a Cáncer, Aioria habló.

         - ¿Entonces lo hicieron? – no pudo contenerse de preguntar.

         - ¿Qué?

         - Milo y Camus. Acuario debió decirte algo a ti… a mí, Milo no me dijo nada pero lo gritó ¿Recuerdas? 

         Pidieron permiso de igual forma en el cuarto Templo y Máscara de Muerte apareció con Afrodita enroscado en su cuerpo, les dijo que se apuraran en salir y no vuelvan a interrumpir. Casi fueron echados a patadas de Cáncer.

         - No me gusta esto  - dijo Shura al continuar su camino y dejar atrás la escena de Máscara de Muerte a medio desnudar con Afrodita en las mismas condiciones – Quisiera que Kanon y Milo paguen por lo que se atreven a hacer ¿No te das cuenta del daño que hacen? Camus ha estado mal…

         - No me mires así a mí – protestó Leo – Yo no estaba enterado hasta que formalizaron la apuesta, y sí, algunas veces se pasan de malditos pero, Camus tampoco es un niño y todos saben de la reputación del Escorpión ¿No?

         - ¿Dices que Milo nunca cambiará?

         - ¿Acaso no lo acabas de ver? – Respondió con otra pregunta – Estaba con Mu.

         Shura miró sus zapatos mientras caminaba.

         - ¿Y qué? – En verdad no lograba entender la lógica de Aioria.

         - Fueron novios y Milo no se queda a comer un tentempié sólo porque sí – dijo de inmediato – Puede que Mu esté con Shaka pero su relación anda muy mal.

         Capricornio arrugó el entrecejo, - Entonces no importa si Milo dice amar a Camus, es un farsante ¿no?

         Aioria meneó con la cabeza.

         - ¿Milo enamorado? – no pudo evitar sonar divertido – Si se lo ha jurado a Camus es porque el plazo para cumplir la apuesta no termina, es obvio.

         Culpabilidad… así se sintió Shura, invadido por ese sentimiento. Uno de los privilegios de ser el Caballero más fiel a Athena era que Shion también confiaba en él y lograba enterarse de las misiones con un poco de anticipación. Terció con Shion para convencerlo de mandar a Camus en una misión con Milo, tenía el presentimiento que su amigo hallaría por fin la felicidad en el amor  si al menos le daba una oportunidad a Milo de hablar y por como ésos dos se llevaban no debía de ser difícil. No contó con que Shion se emborrachara y olvidara esa parte del plan  y menos que convoque a más Caballeros a diferentes misiones, el plan eran Milo y Camus pero bueno…

         Una vez emparejados, Saga salió sobrando ¿O Milo sobraba?

         Caminaron sin decir mucho hasta llegar a Sagitario, se sentían un poco contrariados por el hecho de que ambos eran amigos de Milo y Camus respectivamente y tenían diferentes opiniones de lo sucedido. Si…

         - No me digas que Acuario se enamoró – dijo Aioria después de analizar las palabras de su novio – ¿Acaso puede sentir?

         - … - no supo si contestar a tal cosa, pero Aioria se oía tan relajado hablando de ésos temas – No deberías decir eso, Camus la está pasando mal y punto.

         Aioria le miró un tanto sorprendido, Shura en pocas ocasiones le mostraba su faceta seria que generalmente mostraba a todo el mundo, con excepción de él. Antes de poder anunciarse Aioros salió a su encuentro y los recibió con una sonrisa.

         Aioros era uno de los más amables de los Caballeros del Santuario, y si hacían un poco de repaso sobre una curiosidad… quizá Aioros era uno de los más jóvenes del Santuario por su temprana y desventurada muerte. El título de hermano mayor le gustaba llevar, aún no se acostumbraba al hecho que Aioria le superaba en años y él resultaría ser el menor… pero, al Caballero de Leo tampoco le desagradaba del todo ser el centro de atención de su querido “nisan”. Aioros era el más querido de todos y el que también quería a muchos. En cuanto a Shura, había mucho que decir pero pocas palabras para explicar el arrepentimiento que desolaba el corazón de Shura… no sólo lo había asesinado sin siquiera detenerse a pensar un poco la situación, ahora era el que abarcaba la vida de su hermano. Durante el periodo donde estaba muerto y Aioria fue tratado con desprecio… ahí estaba él, queriendo llenar el espacio que él mismo le arrebató.

         Ahora que estaba al tanto de la relación que sostenía su hermano con Shura, no se opuso pero, tampoco quería dar rienda suelta a los sentimientos de ambos.

         - Debemos ir a reportar sobre la misión – dijo Shura – Permiso.

         - Vendré después Aioros – dijo al momento de salir.

         Traspasaron Capricornio sin mencionar nada, al ascender a Acuario, era mejor mencionar algunos temas:

         - Mejor no menciones nada de Milo ¿sí? – pidió Shura en voz baja al León Dorado, como respuesta recibió una mirada de curiosidad.

         - ¿Qué es lo que pasa? – Dijo Aioria con el seño fruncido – Me dices a mí que no diga nada, pero ¿qué es lo que podría decir? Tu pareces saber más del asunto… yo sólo sabía que apostaron y ya. ¿Qué sabes tú?

         Shura miró a los lados, en realidad no quería responder. Una de las razones por la que Camus confiaba en él era precisamente que sabía que sus alocuciones estaban en el más rígido secreto entre ambos.

         - Solo lo digo porque es un tema delicado para Acuario ¿Logras entender?

         Aioria levanto los hombros despreocupadamente, nunca había sido muy apegado en meterse en los asuntos de los demás y esta vez no era la excepción.

         Llegaron a la entrada del Templo de Acuario sin más charla, apenas ingresaron unos pasos  no fue necesario anunciarse. Camus estaba apoyado en uno de los pilares, llevaba la ropa de entrenamiento, tenía los brazos cruzados sobre su pecho y los ojos clavados al suelo. Frente a él estaba Saga, de igual manera con ropas informales.

         - Pueden pasar – se limitó a decir Acuario sin que ellos lo pidieran. Saga también los miraba.

         - Gracias –dijeron y pasaron por su lado notando el ambiente sombrío que pesaba en el onceavo Templo. Sus pasos hicieron eco en las paredes y el techo hasta que se alejaron lo suficiente y dejaron en completo silencio que parecía el de un cementerio.

         - Que sombrío – se quejó Aioria al subir a Piscis - ¿Qué estará pasando?

         - Yo también quisiera saber.

 

 

         Perdió de vista a Shura y Aioria  y su mirada volvió al Guardián del Templo de Géminis, sin saber cómo mirarle exactamente o si debía romper el silencio entre ambos.

         Saga también lo miró y Camus rompió el contacto visual desviando a cualquier otro. No soportaba ser examinado por ésas orbes profundas que parecían querer leer su mente.       

         - ¿Vas a cambiar de opinión? – Saga profanó el silencio decidiéndose a saber si Acuario no estaba equivocado por la gran negativa que recibió antes – Me confundes Acuario, creí que era lo que deseabas.

         - No – respondió de inmediato.

         Saga sonrió con ironía pasando sus dedos por su larga cabellera azul.

         - No tiene que suceder nada si no lo deseas – aclaró el Caballero de Géminis – No quiero que me malinterpretes.

         - No lo hago, sólo no lo deseo, no quiero – una vez más habló de manera rápida, como si supiera la respuesta antes de oír la pregunta. A Saga se le borró la sonrisa y volvió a mirar a Camus de forma fija, deseando conocer sus pensamientos.

         - Sabes que no importa si me quedo o no, en Géminis ésta noche, de todas maneras Kanon se las cobrará a Milo.

         Camus no ocultó, ni se dio la molestia de fingir su expresión de sorpresa.

         - ¿Qué? A mí no me importa  eso – dijo Camus intentado recuperar su postura pero más de un sentimiento se le movió dentro y lo que antes parecían ser tripas se convirtieron en un montón de mariposas revoloteadnos ¿Había oído bien? ¿Milo iba  a…? Y en vez que le provocaran dulces sensaciones, parecían que le lastimaban.

         - Al pasar por Géminis, Kanon me lo dijo. Ésta noche finaliza el plazo de su maldita apuesta y quiere Géminis para él solo. Supongo que no quiere terceros presentes para no tener que contenerse – volvió a reír con discreción – A final de cuentas Milo pagará por su atrevimiento de apostar en algo tan bajo…

         Camus arrugó en entrecejo algo confundido.

         - ¿Entonces qué apostaron?  - Prefería oírlo y no andar suponiendo nada.

         - Milo se quedará a merced de Kanon por toda la noche ¿Eso responde tu pregunta? – Saga no dudó en responder – Es por eso que quiero dejarle el Templo a Kanon para que el bicho ese pague sin remedio… ¿Tú no?

         Eso decía Saga, pero en realidad su petición tenía otros rumbos más que los que decía. Pedir a Camus que pasaran la noche juntos en Acuario, sí sonaba algo atrevido pero dependiendo de su respuesta sabría de sus verdaderos sentimientos, estaría cerca de conocerlos. Quería saber que reacción tomaría Camus cuando le diga que Milo estaría con Kanon en la más íntima de las situaciones. Sospechaba que Acuario tal vez sí había desarrollado sentimientos fuertes por el Escorpión y además… ¡¿Tiempo?! Acuario le había pedido tiempo y era algo que no estaba dispuesto de ceder así como así, tal vez le concedería ese privilegio si Camus pediría ese tiempo para iniciar una relación pero, no para decidirse a quien rayos quería…

         ¿Milo o Saga?

         Él no quería participar en ésos jueguitos.

         - ¿Entonces me quedo en tu templo?      

         - No – fue su negativa.

         A Camus le sorprendió recibir tal propuesta, le tomó de improvisto y no supo cómo reaccionar, había dicho que no pasaría nada si no lo quisieran pero…

         - No Saga – dijo en nueva cuenta.

         - ¡Bien! – Dijo con tintes molestos – Mejor así, me quedaré en mi Templo y sabré a detalle lo que hará Kanon con él – su voz decía que en verdad demostraba que podía disfrutarlo y sin decir más se dio media vuelta y se marchó.

 

         Estrellas… la luna… y algunas nubes. El viento soplaba cálido, claro anuncio de la cercanía de la primavera al Santuario. El ambiente olía a rosas y polen, dulce. Pero, tenía en la boca un sabor amargo y espeso… “¿Qué hago?” pensaba Camus… pero no había algo que podría hacer realmente.

         A ésas alturas de la noche su realidad podía ser muy diferente, ahora mismo podía estar con Saga quizá hablando de nada o compartiendo el lecho… pero, no estaba arrepentido de haberle negado el acceso, se sintió un poco ofendido por la forma en cómo éste se autoinvitó y le indirecto tal cosa. Sin embargo poco pensaba en eso… muy poco, su mente no quería dar lugar a otro pensamiento que no se tratase de Milo… Milo…  

         Hace unas horas atrás le había visto descender desde Escorpio hasta Géminis y ya había transcurrido tanto tiempo y aun no salía ¿Qué estaba sucediendo? Camus solamente podía morderse el labio y gozando de la privacidad de su templo no escondía su creciente ansiedad y nerviosismo, frustración mezclada de miedo… ¿miedo? Si, de haber sido él mismo el que le provocara eso a Milo pero ¡¡¡Qué absurdo!!! Escorpio solito se condujo a todo eso. Pero… el Milo que le prometió esperarle el tiempo necesario, no merecía la humillación que Kanon prometía darle, no…

         ¿Entonces sentía compasión?...

         No…

         ¿Celos?

         …

         “r09; ¡Qué derecho tiene Saga de hacerte esto! – Renegó Milo llevando la mano al brazo de Camus tocando el hematoma – Yo al menos quiero abrazarte... Camus, yo… dos semanas y me bastaron para darme cuenta que mi corazón no entiende límites, ni razones. No me apartes de tu lado, déjame quedarme contigo…”

         Su mente le traía las palabras de Milo, como fluían de sus labios con tal seguridad y devoción…      

         “- Te esperare sin importar los labios que beses, sin importar cuánto te tardes… esta noche Camus te hago esa promesa. La promesa que te entrego mi vida entera.”                                                      Suspiró vencido…

         Tal vez debería aceptar que ése día acabaría la poesía de Milo, junto con el lapso de la apuesta… solo así… terminar todo. Terminar con la ilusión. Abandonar la poesía…

                 

         Fue junto con el aire matutino que Camus recobró la conciencia, no supo en qué momento exactamente había quedado dormido sin siquiera tomar una buena postura. Aún adormilado recorrió el camino hacia el campo de entrenamiento del Santuario.

         Pasó los Templos sin encontrarse a nadie, tal vez porque ya era un poco tarde         

         - Hola Camus – fue saludado de improvisto. Cuando ubicó el lugar de donde venia la voz se encontró con Mu de Aries.

         - Hola Mu – saludó, estaba en los escalones que conducían a Tauro desde Géminis, sentado en las escaleras de piedra, acompañado con alguien más – Milo…

         Las cosas inesperadas estaban a la orden, dijo su nombre que pareció salir en un suspiro… se detuvo unos segundos pero continuó su camino sin poder dejar de notar la apariencia del Escorpión… traía la misma ropa con que lo vio ingresar al tercer Templo la noche anterior, lo vio con ojeras, la piel seca y el cabello un poco enmarañado…

         - Cuidado Milo…

         - Estoy bien Mu, solo me duele un poco la espalda – Camus alcanzó a oír aquello y su estómago pareció darse la vuelta y sus tripas se amarraron en un molesto y apretado nudo.

         Caminó hasta salir de Aries sin saber que sentir, o qué es lo que debería sentir. El popurrí de sentimientos le mareaba hasta tal punto que ya se sentía perdido.

         - ¡Camus!

         Volteó rápidamente al ser llamado por Milo y contuvo el aire en sus pulmones hasta que lo tuvo enfrente, venía corriendo.

         - Bien día, ¿por qué pasas de largo? – Sonó a regaño pero la sonrisa contrastaba – hoy quiero estar contigo… como antes,  - le sonrió Milo con suavidad y siguió caminando seguido de Mu – Vamos al entrenamiento…

         “Buen día… hoy quiero estar contigo… como antes”.

         Quizá la poesía no se había terminado… no con Milo…

                 

 

                  

 

             

 

             
      

 

Notas finales:

Ayyyyy Milo hasta a mi me duele pensar en lo que le habra hecho Kanon!!!

No... pero bueno en el siguiente capi más intrigas resueltas y Camus avanzara en su decisión???

Que quiere Mu con Milo??? Andan muy cerca no???

 que sucedio entre Milo y Kanon???

jeje esto y mucho más en el siguiete capi^^

y una cosilla más:

¿entre Dohko y Shion quien es uke? De veras no lo se y si alguien me lo puede aclarar lo agradecería para futuros fics^^ ya saben, informacion util para una servidora^^.

No olviden dejar sus reviews!!!

Nos leemos! 


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