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Ventana abierta por KiniAinotsuki

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Notas del capitulo:

Lemon, mi lemon extraño. Más cursilerías, preparen su inyección con insulina. El riesgo del OOC *lo siento*.

Rating: M


Stupid me says: ¡Hola! Primero quiero agradecerles por todos los reviews que recibí. ¡No esperaba tantos, de verdad! Y creo que todos coinciden con la cursilería, me imagino que debe ser un gran cambio para los que leen mi Yullen lleno de angst, ¿verdad? *risita*. La razón por la que este fanfic es más ¿girly? es porque estos dos ya han sufrido mucho canónicamente. Recuerden que está ubicado después de toda la mierda que tuvieron que pasar, así que pensé que necesitaban algo ¿lindo? Bueno, igual no me crean mucho, quién sabe qué podría pasar de ahora en adelante *insertar mirada misteriosa aquí*. Oh, pero la razón principal de escribir esto es bastante simple: quería escribir porno de estos dos. Ya lo he hecho y soy feliz.

Ya que muchas personas me han preguntado que de dónde leo las novelas, les diré que las leo en inglés. Están en "Nostalgia on 9th avenue". Esta chica ha traducido las novelas hasta la segunda y ha empezado con la tercera recientemente y hace updates cada domingo. Es muy recomendable porque traduce directamente del japonés, así que no deben preocuparse de que haya mucha pérdida entre traducciones. Ahora, si no te entiendes muy bien en el idioma de Shakespeare, les recomiendo OMG Translations donde están traduciendo en español la versión de la chica del Nostalgia. OMG Translations hasta ahora va en el capítulo cinco de la primera novela, pero también hacen updates seguido. Si quieren spoilers de las novelas que vienen, les recomiendo a hiriajuu, ella tiene excelentes resumenes de las novelas que aún no están traducidas, aunque por desgracia sólo están en inglés *se pregunta si debe de pedir permiso para traducir al español*. En fin, espero que todo eso les haya servido de algo, mis queridos compañeros de fandom *sonrisa*.

En fin, eso es todo lo que tengo para decir, creo, humm... ¿Disfruten del capítulo? ¿Las críticas son bienvenidas? ¿Espero no equivocarme tanto esta vez? Sí, lo primero: disfruten del capítulo *sonrisa radiante*.


DISCLAIMER: No 6 no me pertenece, le pertece a esa diosa llamada Atsuko Asano. Yo sólo trato patéticamente de escribir.

Ventana abierta

Parte 2: Este presente

- Te amo, Shion.

No sabía muy bien cómo reaccionaría cualquier otra persona. Probablemente lloraría de felicidad, sonreiría, estaría agradecida por escucharlo. Pero ellos siempre habían sido un tanto peculiares.

Dio un par de pasos, justos los necesarios para estar lo suficientemente cerca de Nezumi. Sólo que, justo mientras lo hacía, había alzado el puño para golpearlo. El propio dolor que sintió al impactar su mano contra la mejilla del otro fue una de las sensaciones más satisfactorias que había tenido en estos últimos cuatro años. Le vio tambalearse, así que, mientras se sobaba la mano herida con la otra, lamentó no haberlo podido tumbar a piso. Ni siquiera le dio importancia a que la tormenta sólo parecía haber empeorado y que él también se estaba empapando. Sólo se quedó ahí, mirando a Nezumi con el ceño fruncido al tiempo que el viento frío desordenaba su cabello blanco.

Hubo unos cuantos minutos en los que no hubo otro sonido más que el del huracán que se colaba por su ventana, un sonido en el que era fácil perderse sin problema alguno. No estaba pensando en absolutamente nada, ni siquiera se estaba esforzando en ponerle una lógica a esto. No sabía si era un sueño, una alucinación o si era verdad. Sin embargo, justo cuando la tormenta decidió darse unos segundos de descanso en su ruidosa forma de manifestarse, fue cuando escuchó una pequeña risa proveniente de quien tenía enfrente.

- Vaya, ¿tan falso se ha oído? He venido ensayándolo durante todo el camino. Eres un público difícil.

Shion apretó los puños, frustrado. Así que era verdad. No estaba soñando. No estaba alucinando. Esa era la risa de Nezumi, la que había extrañado tanto a pesar de que casi siempre era una burla dirigida hacia a él. Lo peor era que no sabía exactamente qué hacer. Había repasado este reencuentro muchas veces en su cabeza, en sueños y ensoñaciones; mientras trabajaba, mientras comía con su madre, mientras hablaba con otras personas, mientras se tiraba en la cama tan sólo para mirar el techo. Y mientras leía, o al menos mientras trataba de leer. Tsukiyo nunca se había mostrado tan interesado en sus lecturas, al menos no tanto como Hamlet, pero incluso él parecía triste cuando no lograba leerle sin terminar sollozando tontamente. Sí, había actuado esta escena en su mente muchas veces y ahora lo único que podía hacer era quedarse ahí, con el dorso de la mano adolorido y con su cuerpo temblando, sin saber si era por el enojo contenido o porque al fin la lluvia había empezado a afectarle.

- Shion...

Se sobresaltó cuando sintió los dedos de Nezumi en su rostro. Se había esperado un golpe como respuesta, alguna forma de corresponder la agresión de Shion. Y, en lugar de eso, había recibido una pequeña caricia en su mejilla izquierda.

- No llores.

Si el contacto le había sorprendido, esas palabras de Nezumi le habían confundido más. No se había dado cuenta de que estaba llorando. Había estado tan perdido en lo que ocurría que había confundido la humedad en su rostro con la lluvia. Qué tonto, se suponía que era un genio y no podía distinguir el agua caída del cielo a la producida por su cuerpo a causa de esas tantas emociones había tenido reprimidas hasta este día. Justo ahora le parecía imposible de creer cómo demonios había soportado cuatro años conviviendo con otras personas sin explotar frente a ellos.

A los pocos segundos, las lágrimas ya no estaban solas. Había pasado a sollozar y luego a llorar patéticamente. Era como si al fin su cerebro hubiera procesado la situación en la que estaba.

Nezumi estaba frente a él. Nezumi, la persona que había estado esperando todo este tiempo, por quien había dejado esa ventana abierta todos los días desde que se había marchado. Nezumi, ese chico al que amaba. Nezumi había regresado a él.

Suponía que había sido él quien había iniciado el abrazo, pero realmente no importaba. Lo único importante era que Nezumi también le estaba abrazando, sin burlarse de él en lo absoluto a pesar de que ahora estaba llorando abiertamente. Tardó unos momentos más en tranquilizarse, gimoteando aún cuando al fin consiguió separarse para poder verle a los ojos. Esos ojos grises que siempre había amado desde que los vio por primera vez. Tuvo que poner un gran esfuerzo en observarlos, las lágrimas en los propios y la combinación entre el viento y la lluvia le dificultaban lo que tanto deseaba.

Tenía muchas cosas por decirle. Te esperé tal y como lo prometí. Creí en ti siempre. Dejé esta misma ventaba abierta para ti. Gracias por venir por mí. Abrázame otra vez. Bésame. Amáme.

Sólo que las palabras no salían. Había pasado todo este tiempo leyendo, ampliando su vocabulario y aún así era poco elocuente. Al final iba a ser cierto que tenía la misma capacidad para hablar que un chimpancé. Aquello quedó demostrado porque, cuando Nezumi se apartó de él un poco, lo único que había emitido su boca fue un pequeño grito. Había sido un ataque de pánico. No quería separarse de él, ni un sólo centímetro. No quería verle alejarse otra vez. Nezumi le sonrió, otra vez mostrando ese gesto burlón que reconocía tan bien al tiempo que se dirigía a la ventana. Tuvo el impulso de saltar sobre él, derribarlo y obligarle a quedarse. Así como Nezumi había prometido volver, él se había prometido a sí mismo que cuando se reencontraran no iba a dejarlo ir. Su corazón decidió calmarse cuando al fin su cerebro comprendió lo que Nezumi hacía: el otro simplemente había decidido cerrar la ventana, esa que había permanecido constantemente abierta.

- ¿Qué sería de su humilde sirviente si se llega a enfermar, Su Majestad? - comentó Nezumi, sonriente, al tiempo que se acercaba de nuevo a él.

Frunció el ceño. ¿De verdad iba a seguir llamándole así? Shion había demostrado lo fuerte que era, lo maduro que era; había demostrado que podía ser algo más que un niño rico y mimado miembro de la élite. Se quedó ahí de pie, observando a Nezumi pasearse por su habitación. Esa misma donde se habían encontrado hace ocho años. El ruido de los ratones correteando lo distrajo momentáneamente, pero fue suficiente como para que volviera a sorprenderse por tener a Nezumi de vuelta a su lado.

Entonces se dio cuenta de que no le había dicho absolutamente nada desde que llegó. Había abierto la ventana como siempre, y había dicho las mismas palabras que pronunciaba cada vez.

Entra, Nezumi.

Pero a este Nezumi, al que estaba presente, no se había atrevido a hablarle. ¿Acaso temía que, en cuanto le hablara, el otro desaparecería? No quería eso. Si acaso volvía a dejarle, iba a volverse irremediablemente loco. Aún así entreabrió los labios, esperando que sus primeras palabras fueran algo interesante, algo que pudiera aunque sea empezar a expresar todo lo que sentía en esos momentos.

- ¿Por qué aún llevas el cabello largo?

Por el gesto que dibujó Nezumi en su rostro se dio cuenta de que no había sido la mejor pregunta que podría haber hecho. Había tantas cosas por decir y había sido precisamente algo con tan poca importancia como eso. O quizá era su subconsciente el que quería una explicación del por qué lucía casi igual desde la última vez que lo había visto. Sólo que la sonrisa sincera de Nezumi logró que despejara esa duda tan insistente.

- Me corté el cabello en cuanto me fui. Pero luego me di cuenta de que si no lo dejaba largo probablemente un tonto distraído como tú no me reconocería. De hecho, aún no es tan largo como lo recuerdas, ¿cierto?

Le miró fijamente, embobado al ver como Nezumi se deshacía de la coleta que llevaba para dejar que su cabello húmedo quedara suelto. Efectivamente, su pelo no tenía la misma longitud que antes, como si apenas hubiera decidido dejarlo crecer hacía algunos meses luego de mantenerlo corto. Por extraño que parezca, eso le hizo sentir más tranquilo.

- Dentro de pronto podré hacer de Eve de nuevo si eso quieres.

- No.

Había respondido rápidamente, tanto que quizá por eso Nezumi le había mirado con creciente interés. Recordaba lo emocionado que había estado al ver a Eve en el escenario, tanto que aún podía sentir su corazón agitado por recordarlo. Pero no era por Eve.

- Nezumi. Yo al único que quiero es a Nezumi.

Este también era un recuerdo muy vívido. Era algo que repasaba todos los días sin falta, algo que hacía que sus mejillas adquieran un color rojizo tan profundo que varias veces su madre le había preguntado si estaba enfermo. Sólo que esto estaba muy lejos de ser una molestia. Pronto ese recuerdo quedó en el olvido, dándose paso esta nueva memoria.

Los labios de Nezumi sobre los suyos en esta ocasión no eran para nada como aquella vez, mucho menos podía compararse con su primer intento de beso que pretendía ser de buenas noches. Este beso era mucho más apasionado, más profundo, ni siquiera le había dado la oportunidad de decir nada cuando lo sintió adentrarse en su boca. Era una sensación curiosa, una que despertó muchas preguntas en su cabeza que fueron rápidamente abandonadas cuando la lengua de Nezumi rozó la suya.

Al fin lo había reconocido. Todos los signos estaban ahí. Su corazón palpitando tan rápido, el aumento de la presión sanguínea, sus músculos tensos. Y, por supuesto, la por ahora ligera incomodidad que sentía entre las piernas. Eran todos las indicaciones físicas de la excitación sexual ni más ni menos. Tan sólo por un beso. Ni siquiera había requerido más estimulación que esa, por lo que apenas se había dado cuenta de lo que le pasaba. De pronto había recordado las palabras de Safu: un beso de ese tipo indicaba una manifestación del deseo natural del ser humano de reproducirse.

Un gemido se escapó de su boca, ahogado por los labios de Nezumi, aunque el ruido más notorio fue el de él al tropezar con la mesa, mandando algo al suelo. Pero fueron los chillidos de los ratones los que le dieron la oportunidad de separarse lo suficiente como para poder respirar normalmente. Desvió la mirada hacia ellos al tiempo que trataba de normalizar su respiración. Parecían felices de estar los tres juntos otra vez porque se habían hecho ovillo uno contra los otros. No pudo evitar sonreír suavemente, sintiéndose enternecido. Le hubiera gustado tomarlos a los tres y llevarlos a un lugar más cómodo para después ofrecerles a Hamlet y a Cravat un poco de la tarta de cerezas que su mamá había hecho para su cumpleaños. Incluso Tsukiyo podía repetir si lo deseaba, tenía suficiente para todos. De pronto sintió que alguien lo tomaba de ambas mejillas para obligarle a apartar la mirada de los ratones. Nezumi le estaba obligando a verle, aunque no era como si estuviera oponiendo mucha resistencia ahora que podía concentrarse en esos ojos grises.

- Si haces eso pensaré que extrañaste más a Cravat y a Hamlet que a mí.

- ¿Entonces sí les llamas por su nombre? - preguntó, asombrado, al tiempo que parpadeaba completamente interesado. No recordaba que Nezumi había aceptado esos motes para su ratones, incluso le recordaba algo enfadado porque él los había nombrado.

- No tengo alternativa. Si no lo hago no me responden.

Estuvo tentado a soltar una carcajada. Así que después de todo había logrado salirse con la suya en algo que afectaba directamente la vida de Nezumi, aún y cuando se tratara tan sólo de la manera en que se comportaban sus compañeros ratones. Volvió a desear poder agacharse a acariciar a Hamlet y a Cravat, pero las manos del otro le sostenían del rostro con firmeza. No parecía molesto, pero tampoco estaba sonriendo. Así que lo único que pudo pensar Shion era que Nezumi estaba concentrado. Había visto ese gesto antes, siendo las ocasiones que recordaba con mayor claridad las que incluían a Nezumi leyendo algún libreto para sus obras de teatro. Recordaba perfectamente esas facciones, la forma en la que entrecerraba sus hermosos ojos grises, frunciendo el ceño levemente mientras entreabría los labios para recitar las palabras aún si ningún sonido salía de su boca. Shion disfrutaba mucho cuando tenía la oportunidad de verle así, así que por eso le había devuelto una mirada llena de alegría. Quería una explicación muy larga del por qué estaba siendo observado de esa manera.

- Bésame.

Una sola palabra estaba muy lejos de esa declamación espectacular que Shion esperaba, aunque tan sólo con escuchar eso había dejado escapar un ligero jadeo de su boca. Cierto, estaba excitado sexualmente. Y, al parecer, aún cuando su mente lo olvidara de vez en cuando al perderse en sus ensoñaciones, su cuerpo quería recordárselo claramente. Era difícil de entender biológicamente hablando, la razón por la cual ahora se sentía así cuando en su adolescencia no parecía sentir tal necesidad. O al menos así había sido hasta que conoció al hombre que tenía frente a él, sin mencionar que las cosas habían empeorado cuando dicho hombre había decidido abandonarlo por cuatro años para luego volver así, con esa disposición tan descarada por la intimidad.

No dijo nada, ni siquiera esperó a que el otro dejara de tocarle la cara cuando se abalanzó contra los labios contrarios. Fue bastante torpe, se pudo dar cuenta a pesar del delirio febril que se había apoderado de él en cuanto su piel se puso en contacto con la de Nezumi. Era obvio que no tenía nada de la experiencia de la que el otro presumía, pero al menos no trataba de fingir que sabía de lo que no tenía realmente idea. Así que le sorprendió que Nezumi de hecho le permitiera besarle profundamente, como si no temiera encontrarse con una lengua inexperta explorando su boca. Le pasó por la mente que probablemente el otro lo hacía para poder reírse de él con bases, pero una vez que su saliva se mezcló con la del otro muchacho, se olvidó de eso.

Se dio cuenta de que había sido demasiado literal con la palabra "abalanzarse" cuando la espalda de Nezumi topó contra la pared. Se sentía bien ser el que dominaba alguna vez en esta relación tan tirante, sobre todo porque conocía el complejo de superioridad de Nezumi a la perfección. Ya debía de ser un logro tenerlo así, lo que le dejaba más satisfecho que todos los premios y reconocimientos que había ganado cuando era parte de la élite de No.6. Tuvo que ser él quien se separara del otro a pesar de que hubiera deseado permanecer ahí hasta que fuera Nezumi quien tuviera que apartarse para respirar. Pero no, había sido él y estaba muy agitado, tanto como para sentirse avergonzado porque sabía que su cuerpo seguía reaccionando a las hormonas que recorrían su cuerpo. Estaba sonrojado y estaba seguro que tal acomulación de sangre no era debido tan sólo a que necesitaba aire luego de ese beso tan agitado. Cuando al fin se atrevió a ver al otro, no le sorprendió del todo encontrarse con una sonrisa altanera. Se hubiera molestado mucho más si no fuera porque aún trataba de normalizar los latidos de su corazón.

- Se ve que no has practicado mucho tus besos - tragó saliva cuando Nezumi le tomó delicadamente del rostro una vez más -. Al menos mejoraste luego de ese estúpido beso de despedida.

Había mejorado. No sabía cómo, porque lo que decía el otro era verdad: sabía perfectamente que no podría besar de esa manera a nadie que no fuera Nezumi. La sola idea de compartir este tipo de intimidad con otra persona que no fuera él le aterraba de sobremanera. Aún así había tratado de ser lo más amable posible con las chicas que se le habían insinuado luego de que supieron que, no sólo estaba implicado directamente en la caída del muro de No.6, sino que también era el líder que dirigía la reconstrucción de una ciudad mucho más armónica para todos. Simplemente no había nada qué hacer: Nezumi estaba presente en todo aspecto de su vida aún sin estar a su lado físicamente. Era una obsesión, sí, pero esperaba haber superado esa etapa luego de tanto tiempo. Porque también era amor. Y al estar enamorado de ese chico no podía tocar a nadie más que no fuera él.

La risa suave de Nezumi le sacó de sus pensamientos. Le estaba acariciando la cicatriz en su mejilla izquierda como solía hacerlo antes. Aquello le trajo una tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo, pues ahora Nezumi le tocaba el cabello suavemente, tan elegante como siempre. Su sonrojo se intensificó, su corazón volvió a latir rápidamente. Entrecerró los ojos, perdiéndose en esa sensación placentera.

- Pensé que te habrías teñido el pelo luego de todo este tiempo.

- Nunca haría algo como eso.

Nezumi le había dicho que le gustaba su cabello. No estaba loco como para cambiar en algo que al otro le gustaba. Además, había llegado a acostumbrarse, incluso no le molestaba que la gente le mirara fijamente de vez en cuando o que algunos niños aún le señalaran con curiosidad. Porque este cabello le gustaba a Nezumi. Nada más importaba. Sonrió alegremente cuando se percató de que había conseguido que el otro se mostrara complacido al escucharle.

Luego se dio cuenta de algo. Nezumi aún estaba empapado. También él estaba mojado por salir a gritar como lo había hecho hace ocho años, pero no era nada comparado con el estado de Nezumi.

- ¿Qué demonios haces?

Parpadeó un par de veces, mirándole con curiosidad a pesar de que había sido él quien había empezado a quitarle la ropa a Nezumi para secarle. Para él era lo más lógico, mientras más tiempo pasara con esa ropa mojada más probabilidades tendría de enfermarse por la baja de defensas que conllevaba el estar expuesto al medio ambiente sin protección. Pero lo que le había llamado la atención era que Nezumi estaba riendo.

- Ni siquiera me has invitado a cenar y ya quieres pasar a lo más interesante, ¿eh?

- ¿Cenar? ¿Tienes hambre, Nezumi?

Ladeó el rostro con confusión cuando vio a Nezumi llevarse una mano al rostro mientras chasqueaba la lengua con fastidio.

- Cabeza hueca como siempre.

Frunció el ceño con desagrado, pensando detenidamente en qué había hecho como para merecer esa respuesta luego de una pregunta que él se había tomado muy en serio. Pero Nezumi había puesto su atención en otro lugar. Curioso, se olvidó de sus reclamos no dichos para mirar hacia el mismo punto en el que su compañero parecía tan interesado.

- Apuesto que tu cama sigue tan cómoda como hace ocho años.

Asintió muy despacio, sin saber si debía admitir que cada noche dormía en esa cama pensando en Nezumi y en ese día que había cambiado su vida por completo. Así que, sin decir palabra, le tomó de la mano, haciéndole subir las escaleras que conducían a su cama. Le encantó darse cuenta de que Nezumi no se estaba resistiendo en lo absoluto, que se estaba dejando guíar como si explorara un mundo completamente nuevo para él. Estaba seguro de que lo que quería decir Nezumi era que estaba cansado. Había hecho un comentario muy parecido cuando tenían doce años y se había significado sólo eso. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era lo mismo que en aquella ocasión.

Los besos que habían compartido hasta hacía unos momentos palidecieron comparados con los que en ese instante se robaban el uno al otro. Ya no era sólo él quien estaba quitándole la ropa a Nezumi, sino que el otro chico hacía lo propio con la suya. No era tan inocente ya como para no saber lo que ocurría, no cuando él mismo ya había admitido que la excitación sexual estaba presente en su cuerpo mucho antes de que hubiera tan siquiera una insinuación de que Nezumi deseaba lo mismo que él.

- ¿Está seguro, Su Majestad? Porque no podré controlarme si no nos detenemos ahora - dijo Nezumi, en voz muy baja.

Aunque la advertencia contrastaba con el hecho de que seguía besándole una y otra vez. Sólo fue hasta que Nezumi se detuvo para apoyar la frente en uno de sus hombros que se preguntó qué le pasaba.

- No quiero lastimarte, Shion.

Así que era eso. Sonrió levemente. Qué estúpido era este chico. Tenía que ser tonto como para no darse cuenta de lo mucho que Shion deseaba esto. Había pasado demasiado tiempo anhelando encontrarse con Nezumi como para preocuparse por algo tan relativo como "ser lastimado", sobre todo si era físicamente. Nezumi parecía olvidarse que no era tan débil como lucía como él mismo debió haber comprobado por sí mismo. Precisamente por esos pensamientos fue que disfrutó enormemente el gesto de sorpresa de Nezumi cuando lo lanzó hacia la cama, colocándose automáticamente sobre él.

- Soy tu igual ahora, Nezumi.

E iba a demostrárselo.

- ¡Hey! ¿Qué te propones? ¡Shion!

No era hábil, eso lo sabía. Pero desabrochar el pantalón de Nezumi luego de deshacerse del cinturón no era tan difícil como sus manos temblorosas le habían hecho creer. Tenía conocimientos de los puntos más sensibles del cuerpo humano, aún y cuando no era campo que había elegido cuando era niño, había estudiado anatomía humana. Por lo tanto, así como sabía como coser vasos sanguíneos para curar una herida de bala, también sabía donde tocar para provocar placer en el cuerpo del otro a pesar de no tener experiencia previa. Claro que se trataba de conocimientos empirícos, así que esperaba poder llevarlos a la práctica de forma exitosa.

Primero se enfocó en los pezones, recordando que eran sensibles tanto para mujeres como para hombres. Rozó uno con dos de sus dedos, de inmediato fijando su vista en el rostro de Nezumi para ver la reacción, esperando no equivocarse. Se decepcionó un poco cuando se percató de que éste sólo tenía los ojos cerrados, las facciones relajadas, luciendo tan atractivo y elegante como siempre. No era justo. Shion quería ver otra cara de Nezumi, una donde perdiera el control a causa suya, pero no porque lo había hecho enfadar con su ingenuidad y estupidez (como Nezumi solía decir), sino por sus caricias y sus besos. Eso era lo normal, ¿no? Quería darle algo de placer a Nezumi para que reconociera de una vez como su igual.

Sin embargo, no pudo evitar sonreír cuando sintió que la tetilla que palpaba con la punta de sus dedos se endureció bajo sus atenciones. Por eso se atrevió a acomodarse mejor en la cama, dejando tan sólo uno de sus pies en el suelo mientras usaba la otra rodilla para apoyarse en el colchón e inclinarse sobre el pecho del más alto. Usa su lengua para estimular el otro pezón mientras sigue usando sus dedos. La humedad y la calidez debía de ayudarle a cumplir su objetivo y, de hecho, se siente satisfecho consigo mismo cuando escucha un ligero jadeo proveniente de la boca de Nezumi al tiempo que percibe también que el cuerpo del otro chico ha empezado a reaccionar gracias a sus atenciones. Por eso decide seguir usando su boca cuando desciende por el vientre de Nezumi, besando y lamiendo a pesar de que puede notar su propia torpeza. Pero es demasiado terco como para rendirse. Además, Nezumi no se había quejado para nada, así que eso es suficiente prueba para él de que debe de seguir.

Aún así, en cuanto tiene frente a sus ojos la entrepierna de Nezumi, se detiene a pensarlo por unos segundos. Esta era una de las partes más sensibles en un hombre, tenía que ser cuidadoso con lo que hacía o terminaría lastimándolo. Traga saliva, decidido a no dejarse intimidar cuando iba tan bien. Así que, sin pensarlo más, simplemente tira de la ropa interior del muchacho para tenerlo a su completa disposición. Sin embargo, es justo cuando tiene una visión a primer plano de su objetivo que siente que las mejillas se le encienden. Haber visto ese movimiento en el miembro de Nezumi en cuanto le liberó había logrado avergonzarle más de lo que hubiera querido. Se suponía que ahora era cuando le demostraba a Nezumi que no era más un niño, que no era tan ingenuo como el otro creía. Y en lugar de eso estaba resistiendo con todas sus fuerzas el impulso de taparse el rostro con ambas manos por la vergüenza.

No. Tenía que ser firme. Había deseado esta intimidad con Nezumi desde hacía mucho tiempo como para retractarse en ese momento. No lo sobreanaliza más, ya tendría tiempo después para sus acostumbradas preguntas y curiosidades. Enteabre los labios, tomando lo más que puede del miembro de Nezumi en su boca. Aunque casi de inmediato se siente tentado a retirarse, no porque le parezca desagradable o extraño, sino porque Nezumi había hecho un movimiento repentino con sus caderas que pudo haber terminado mordiéndolo sin querer.

- Maldita sea, Shion - elevó la mirada cuando sintió que Nezumi le había tomado del cabello, practicamente obligándole a enfrentarse con sus ojos grises, cosa que no le molestaba en lo absoluto por supuesto -. No tienes idea de cómo se hace esto, no tengas un ideal de ti mismo tan alto.

Se hubiera molestado más por esa falta de confianza sino fuera porque podía ver perfectamente el rostro de Nezumi. Estaba sonrojado y agitado. Sonrió mentalmente, aunque estaba seguro de que se había transmitido físicamente a pesar de que tenía la boca ocupada. Tal vez le estaba diciendo que era un desastre en el sexo oral, pero podía adivinar que no se lo estaba pasando tan mal como afirmaba. No era culpa de Shion. No había mucha información al respecto sobre esta actividad porque no tenía ninguna función reproductiva. No era como si en No. 6 el sexo estuviera prohibido, incluso el sexo que no era para procrear, era sólo que no era un tema prioritario de lo que se supiera mucho cuando la gran mayoría sólo buscaba tener hijos de élite para vivir más cómodamente. Pero no quería centrarse en su vida pasada en esa ciudad ya extinta.

Al fin se decidió a mover la cabeza, deslizando hacia afuera poco a poco el pene de Nezumi, teniendo mucho cuidado con sus dientes porque, a pesar de que no sabía mucho, estaba seguro que no sería nada agradable sentir una mordida en una parte con tanta sensibilidad. Aún podía sentir la mano de Nezumi sobre su cabeza, aunque realmente no sabía qué era lo que quería lograr haciendo eso. Luego comprendió que lo más probable era que quisiera apartarlo, porque había empezado a tirar de su cabello la segunda vez que volvió a hundir la erección del otro en su boca. Empezaba a ser molesto porque realmente quería concentrarse en complacerlo, usando su lengua como podía a pesar de que la posición no era muy cómoda. Tal vez era más complicado de lo que pensaba. Eso o él lo estaba haciendo más difícil por alguna razón. O quizá era que Nezumi jalaba cada vez más fuerte de su cabello.

Se quejó, haciendo un sonido con su boca aún ocupada. Sin embargo, pronto olvidó el dolor cuando escuchó el resultado de la vibración de su garganta al dejar en claro su desagrado por ese trato. Nezumi había tirado la cabeza hacia atrás, soltando un profundo gemido, uno que al parecer también le había tomado por sorpresa porque después pudo oír la respiración agitada entre dientes, como si estuviera molesto por su propia reacción. Aquello le dio más confianza, animándose a mover más su lengua, jugando con el sensible glande, ganándose como recompensa más de esos jadeos que Nezumi parecía querer controlar.

Sólo que justo cuando estaba más concentrado en lo que hacía, escuchó la risa de Nezumi retumbar en sus oídos. Paró en sus acciones, pero sin alejarse un sólo milímetro. Estaba confundido, pensaba que lo estaba haciendo muy bien, tanto como para arrancarle esos sonidos que Shion identificaba perfectamente como una muestra audible del placer sexual que experimentaba el cuerpo del otro. Por eso era frustrante darse cuenta de que Nezumi seguía riendo como si nada estuviera pasando, ya acariciándole el cabello en lugar de tirar de él.

- Debo admitir que estoy sorprendido, Su Majestad - Shion elevó la mirada, aún con el miembro de Nezumi en la boca. Le había sorprendido que pudiera hablar tan claramente a pesar de que se veía agitado -. Pero aún le falta mucho.

Por estar atontado aún preguntándose cómo Nezumi tenía tal control sobre sí mismo no pudo responder como quería al sentir de el otro le tomaba del rostro para apartarlo de su erección. No tiene tiempo ni de agradecer que no haya tirado de su cabello en lugar de hacerlo de una manera mucho más suave de lo que hubiera esperado, porque misteriosamente ahora se encontraba recostado en su cama con Nezumi sobre él. Parpadeó un par de veces, aún confundido por el como habían cambiado de posición en un segundo. Sin embargo, otra vez, sólo con encontrarse con la mirada plateada de Nezumi le hizo olvidarse de las dudas que tenía en mente.

- Permítame instruirlo detalladamente, se lo ruego.

Tragó saliva, nervioso, pero no por el miedo a algo desconocido como lo era el sexo para él, sino porque Nezumi estaba sonriendo altaneramente, luciendo tan atractivo que no sabía muy bien qué hacer. Toda la confianza que había sentido se había esfumado rápidamente, como si de pronto recordara que era un novato en un campo donde Nezumi parecía ser un experto capaz de hacer sonrojar a una prostituta. Se relamió los labios, de pronto notando el extraño sabor que había quedado en su boca. Aquello le hizo sonrojarse. De verdad había logrado que Nezumi se excitara. Suspiró con suavidad, procurando no apartar la mirada para no perderse ni un instante de la visión que le ofrecía Nezumi.

- Hazlo, por favor - murmuró quedamente, cumpliendo con sus expectativas de no dejar de verlo.

Fue por eso que pudo notar que la sonrisa socarrona de Nezumi había desparecido por un momento para lucir un gesto que Shion no logró identificar muy bien. Parecía ser sorpresa, pero no creía haber dicho algo que ameritara eso. Entonces escuchó unas risitas seguido por un roce en su cuello que le hizo estremecerse. Nezumi había escondido el rostro sin dejar de reírse, maravillándole con lo sensible que era su cuerpo porque tan sólo por eso tenía que hacer un gran esfuerzo por no retorcerse.

Pronto se dio cuenta de lo torpes que habían sido sus movimientos. No había punto de comparación entre sus caricias y las de Nezumi. Aún no podía creer que el tacto de esas manos le hicieran sentir algo tan intenso como esto. Se encontró pensando en que debía de tomar nota de cada cosa que el otro hacía, porque él también quería hacerle sentir de esta forma; era lo menos que Nezumi merecía. Sólo que era algo difícil concentrarse cuando Nezumi parecía empeñado en que no pudiera ni escuchar sus pensamientos. Cuando le dio un respiro aprovechó para recuperar el aliento. Ni siquiera se había acercado a su entrepierna y ya estaba jadeando. Sin embargo, dejó de hacer tanto ruido cuando se dio cuenta de que Nezumi estaba delineando la cicatriz rojiza que recorría todo su cuerpo. Esa cicatriz en forma de serpiente. Entrecerró los ojos, relajándose un poco luego de tanta agitación repentina. Antes estaba seguro de que le molestaría que le tocara así. Le había costado mucho acostumbrarse a esa cicatriz. Después de que Nezumi se había ido había tenido algunos problemas porque la gente aún le miraba extraño; se había acostumbrado a tener sólo a los ojos de Nezumi para juzgarlo. Pero al final la única opinión que le seguía importando era la de la persona que ahora mismo parecía tan fascinada con esa serpiente como el primer día.

- Me alegra que no te hayas deshecho de esto.

Ese murmullo le hizo abrir los ojos de nuevo. Le hizo recordar cuando su mamá le sugirió, no sólo que podía pintarse el cabello, sino que podría operarse para quitar esa cicatriz. Aún y cuando la ciudad estuviera en reconstrucción, seguían teniendo tecnología para hacerlo. Se había negado categóricamente y Karan no había insistido nunca más. La verdad era que también se alegraba de seguir teniendo el aspecto que tenía hace cuatro años. Así como Nezumi había decidido conservar su cabello largo porque quería que Shion lo reconociera (aunque lo hubiera dicho como burla), él también había querido que Nezumi pudiera distinguirlo entre la multitud. Volvió a cerrar los ojos, aún sintiendo los dedos del otro siguiendo el patrón de su cicatriz hasta que llegó al borde de sus pantalones. De nuevo Nezumi le dejó claro la diferencia entre los dos al quitarle la ropa inferior con una habilidad que Shion tan sólo había soñado.

Cuando las caricias dejaron de ser tan inocentes de nuevo su cuerpo volvió a agitarse. Definitivamente las manos de Nezumi poco tenían que ver con las suyas, no sólo por su torpeza en complacer al otro, sino en sus propias noches solitarias en las que extrañaba a Nezumi de una forma mucho más física que psicológica. Le avergonzaba admitirlo en voz alta, aunque no estaba muy seguro del por qué. Por eso decidió no decírselo a Nezumi por ahora, aunque no era como si eso fuera a afectarles de alguna manera ahora. Era la primera vez que alguien más le tocaba y era la única persona que quería. Lo que hubiera pasado antes no importaba. Sin embargo, podría esperar que su poca experiencia previa consigo mismo le sirviera para tener un poco más de control, pero al parecer no era así. Sus caderas seguían moviéndose con torpeza, buscando más de la mano de Nezumi que había empezado a masturbarle con suavidad. Escuchó una nueva risita por parte del más alto, pudiendo escuchar los comentarios acerca de lo desesperado que se veía, burlas entre palabras que parecían ser cariñosas a las que quería poner más atención de la que podía.

Sus gemidos eran cada vez más altos pues no podía hacer nada para ahogarlos. No quería ser tan escándaloso a pesar de que era poco probable que alguien les oyera; vivía solo y la mayoría de las casas estaban lo suficientemente lejos como para no escuchar sus gritos de placer. Además, ayudaba mucho que él mismo pudiera escuchar con tanta fuerza el ventarrón afuera a pesar de tener las ventanas cerradas. Así que quizá los únicos que pudieran oírle eran los ratones, a quienes había perdido de vista y que podrían estar en cualquier lugar de la casa. Pero, aún con todo el ruido que había afuera y el propio que salía de su boca, pudo escuchar otro sonido, uno que le hizo alzar la mirada apartando su cabeza de la almohada.

Un jadeo un poco más alto que los anteriores salió de sus labios por esa visión. Nezumi no había dejado de tocarle ni un instante, sólo que ahora usaba una mano para acariciarle mientras que un par de dedos de la otra estaban dentro de la boca del chico, siendo lamidos con entusiasmo. Al darse cuenta de que estaba siendo observado, Nezumi sonrió, su atractivo rostro otra vez tomando ese gesto burlón que Shion había aprendido a apreciar como parte de sus memorias aunque aún le molestara un poco.

- ¿Teniendo pensamientos pervertidos?

¿Quién no tendría pensamientos pervertidos si se encontraba con esa imagen frente a él? El mismo Nezumi había admitido que sabía que era bien parecido, sabía las bajas pasiones que provocaba y lo usaba a su favor, Shion mismo lo había presenciado varias veces, incluso lo había experimentado en carne propia. Esta era una de esas veces, esperando que ese gesto fuera sólo para él de ahora en adelante aunque sabía que aquello era casi imposible.

- Presta atención, Shion. Porque espero que la próxima vez me lo hagas tú a mí y no quiero que te detengas cada cinco segundos para hacer preguntas.

Prácticamente se ahogó con su propia saliva al escucharle decir eso. ¿Que esperaba que él qué? ¿Q-que se lo hiciera a Nezumi? No puede negar que le gustaría tenerlo así como él estaba en estos instantes, pero no creía tener la suficiente experiencia para hacerlo sin lastimarlo. Oh, claro, por eso le decía que prestara atención. Eso significaba que tendría que hacer uso de su capacidad para aprender rápidamente. Jamás hubiera esperado que su primera vez teniendo sexo se convirtiera en una especie de entrenamiento. Haría su mejor esfuerzo, sin dudas.

- Demonios, ¿de verdad te lo tomaste en serio? Tan cabeza hueca.

- ¿Nezumi?

Le sorpredió tener el rostro de Nezumi tan cerca del suyo repentinamente, mirándole fijamente antes de darle un pequeño beso en la comisura de los labios, cosa que le hizo preguntarse una vez más que sucedía.

- Hacer el amor no es algo que se haga mecánicamente, no lo puedes aprender como una serie de reglas y pasos a seguir.

Se sonrojó, sin saber muy bien cuál era la razón exacta. No sabía si era por la vergüenza de darse cuenta del por qué sus caricias no habían tenido el mismo efecto en Nezumi que las que éste tenía en él; después de todo tan sólo estaba siguiendo sus conocimientos de lo que sabía sobre la anatomía humana. O tal vez era por las palabras que había usado Nezumi para nombrar el acto sexual. Era algo muy tonto, pero estaba especialmente sensible en estos momentos como para ponerse analizar el hecho de que algo como esto había hecho su cuerpo reaccionar así.

Sólo que, justo cuando se había convencido que lo mejor era dejarse llevar sin reflexionar tanto las cosas, su cuerpo volvió a tensarse al instante cuando sintió que algo se deslizaba en su interior. No gritó, pero se alejó instintivamente de aquello que le lastimaba. O al menos lo intentó, porque sintió una de las manos de Nezumi en sus caderas, evitando que se apartara del todo. Le miró, confundido, aún si era bastante obvio a dónde había ido a parar uno de los dedos que hasta hacía poco estaba en la boca del otro. Tragó saliva, sin saber muy bien que hacer. Luego escuchó al de cabello largo chasquear la lengua.

- Lo siento, usar saliva no es muy efectivo pero no pensé en traer lubricante conmigo. No esperaba que estuvieras tan dispuesto a hacer esto nada más verme.

Aquel comentario le hizo despejarse un poco del delirio sexual que se había apoderado de él. ¿Podría ser que lo que estaban haciendo no fuera lo correcto? Es decir, era obvio que no era por reproducción, aún y cuando era lo que realmente importaba según los libros de biología. Sabía que era por deseo, por lujuria, porque realmente quería intimar de esa forma con la persona más importante para él. Eso no era lo que le molestaba. Lo que le preocupaba es que tal vez su reencuentro debería de ser de otra manera; charlando, compartiendo un trozo de tarta, leyendo algún libro o quizá recostarse en la cama de manera mucho más inocente. Aunque al parecer lo que tenía entre las piernas tenía una opinión muy diferente de lo que significaba volver a ver a Nezumi.

- ¡Ah! ¡Nezumi!

El otro había empezado a mover ese dedo que tenía en el interior de su cuerpo, cosa que aún le parecía mucho más dolorosa que placentera. Sólo que el placer ahora era diferente. Volvía a quedar en ridículo, pero realmente no le importaba aún si era egoísta. La lengua de Nezumi en su miembro era mucho más placentera de lo que habría imaginado, por lo que esperaba que tan siquiera un poco de lo que él estaba experimentando lo hubiera sentido Nezumi en su intento de demostrarle que era lo suficientemente capaz de complacerlo. Intentaba no retorcerse demasiado, pero era mucho más difícil de lo que parecía. Por eso se sintió abochornado cuando Nezumi tuvo que sostenerle de las caderas con la mano libre, alegando que terminaría ahogándolo si seguía moviéndose así. Terminó jadeando, entre el placer y el dolor repentino del segundo dedo entrando en su cuerpo. El sexo sin duda era muy extraño, la molestia mezclada con la excitación era una sensación muy difícil de razonar a pesar de que en su mente jugaban las teorías de las hormonas sexuales en su sangre junto con las endorfinas liberadas en un intento de aliviar el sufrimiento. Y que la lengua de Nezumi hacía un trabajo excepcional con su hombría sin lugar a dudas.

Cuando entró el tercer dedo sintió otro pinchazo de dolor, arqueando la espalda automáticamente. Estaba seguro de que hubiera lastimado a Nezumi de no ser porque éste era lo suficientemente fuerte como para sostenerle. Fue hasta que Nezumi dejó de mover los dedos que por fin pudo respirar profundamente, intentando recuperar el aliento. Aún así trata de estar preparado para el siguiente paso. Tenía que anticipar si sería más movimientos de adentro hacia afuera o si podía ser que Nezumi decidiera separar sus dedos adentro, cosa que era particularmente más molesto que lo primero. Pero como no ningún tipo de acción se decidió a mirarle otra vez, preguntándose si ya había terminado con el ritual de los dedos adentro o si vendría otra cosa, porque ni siquiera había hecho el ademán de sacarlos como para tener oportunidad de proyectar lo que venía.

- Tal vez esta es una mala idea después de todo.

Aquellas palabras le alarmaron quizá más de lo que debería de mostrar visiblemente. Negó con la cabeza frenéticamente, como si hubiera oído algo horrible. No quería detenerse, para nada, nunca. Había esperado mucho tiempo para esto. Junto con la espera más platónica también estaba el deseo sexual, las noches solitarias masturbándose mientras susurraba ese nombre con deseo y anhelo. No podían dejarlo así.

- Tranquilo, Su Majestad - Nezumi parecía bastante divertido con su obvia desesperación, tanto como para sonreírle burlonamente -. Aún puedo montarme en ti. No te dolerá prácticamente nada y calmarás esas ansias de virgen.

Sólo que, justo cuando Nezumi iba a retirar los dedos, Shion se incorporó lo suficiente como para tomarle de la muñeca, evitando que se moviera. Nezumi le devolvió una mirada de sorpresa y curiosidad, claramente sin esperarse un movimiento como ese. Por eso tomó aire, tratando de hablar lo más claro y tranquilo posible.

- No te preocupes. El esfínter anal debe relajarse luego de tanta estimulación manual facilitando la penetración a pesar de no contar con lubricación natural.

Hubo unos segundos de silencio, segundos que no se atrevió a romper porque el gesto de Nezumi era otra vez indescifrable.

- Eres de lo más anti-erótico, Shion.

- ¿Eh?

Nezumi se estaba riendo otra vez. Ese sonido era tan provocador, tan sensual, sólo le hacía sentirse más acalorado y sin posibilidad de pensar en lo absoluto. Su cuerpo fue el único en reaccionar al percatarse de que los dedos de Nezumi habían empezado a moverse de nuevo, obligándole a recostarse del todo en la cama otra vez al tiempo que soltaba al otro chico. A decir verdad, no sabía el por qué de su terquedad de ser el que recibía. Nezumi se había ofrecido a hacerlo, fácilmente podría haberse ahorrado el dolor y aceptarlo. Aunque lo más probable era que esa decisión no tuviera una base lógica, ni siquiera por la sola curiosidad, sino porque quería sentirlo así, dentro de él. Morbo, algo mucho más mundano, algo que le provocaba decir vulgaridades que harían quedar como mojigatos a aquellos hombres del teatro que Nezumi tachaba de monstruos.

Se alegró por saber que podía controlar su cuerpo un poco mejor que antes, aunque las esporádicas lamidas en su miembro mientras Nezumi seguía moviendo sus dedos aún le provocaban elevar las caderas con ansias, queriendo sentir más y más. Esperaba no molestar a Nezumi con sus movimientos, pero al parecer el otro parecía disfrutar con sus intentos torpes de buscar la humedad y la calidez de esa boca. Repentinamente, el otro dejó de tocarle, retirando los dedos tan rápido que no le dio tiempo de contener el quejido tan extraño que había salido de su boca.

Pero no tuvo tiempo de avergonzarse, porque de pronto Nezumi le había tomado de las caderas, jalándolo hacia a él. Tragó saliva muy despacio, intentando mantenerse tranquilo aún después de sentir la erección de Nezumi rozando su cuerpo. Volvió a mirarle, esperando encontrarse con sus ojos plateados, pero el otro parecía más concentrado en otra cosa. Se incorporó un poco apoyándose con los codos, dejando salir un pequeño gemido cuando se encontró con que Nezumi se estaba masturbando, al parecer extendiendo el líquido preseminal para que actuara como una especie de lubricante improvisado. Pronto fue premiado con lo que tanto le gustaba: ver los ojos de Nezumi. Se encontró totalmente recostado en la cama, con el rostro de Nezumi muy cerca de él. El cabello oscuro le caía a ambos lados de la cara, incluso haciéndole cosquillas en su piel al sentir los mechones rozándolo. Antes de que el otro chico dijera algo se aferró a él, cruzando sus brazos tras el cuello de Nezumi, obligándole a acercarse aún más para poder tocar con sus labios una de las mejillas de quien estaba sobre él. Se hubiera esperado una burla por ese gesto que parecía demasiado inocente para lo que estaban a punto de hacer, pero Nezumi sólo se limitó a acariciar la cicatriz que marcaba su propia cara, justo como solía hacerlo cuando compartían un hogar hace cuatro años.

- Voy a entrar.

No era una pregunta, era una advertencia. Sólo que lo había dicho con un tono de voz muy suave, ese mismo que usaba cuando quería tranquilizarlo. Aquello hizo que se sintiera cálido por dentro, tanto que sonrió con suavidad a pesar de que sabía que iba a dolerle. Quizá era porque lo había aceptado o, más bien porque realmente quería unirse de esa forma con Nezumi. Ser uno solo. Abrazó un poco más fuerte al otro chico.

Le fue muy difícil no gritar cuando Nezumi empezó a penetrarle. Era muy doloroso, lo que le llevó a preguntarse si realmente debió esperar a conseguir el lubricante que Nezumi había mencionado. Estuvo a punto de pedirle que se detuviera, que no estaba tan preparado como creía y que quería pedirle disculpas por no ser tan fuerte como esperaba. Sin embargo, escuchar un ligero jadeo contra su piel cuando Nezumi escondió el rostro contra su cuello le hizo reconsiderar las cosas. Había sido su nombre, dicho de una forma que le hizo estremecerse. Terminó abrazando a Nezumi con mucha más suavidad de hasta hacía unos momentos cuando parecía aferrarse al cuello del más alto como si se le fuera la vida. Esta nueva escena le recordaba mucho más a lo que había pasado aquella noche hace exactamente ocho años. Nezumi también había terminado sobre él, luciendo tan vulnerable y adorable, ardiendo en fiebre y aún así deseando que le dejara permanecer un poco más así. Suponía que no debía de manchar ese recuerdo inocente comparándolo con lo que ocurría en ese instante, sólo que era inevitable. Sonrió nuevamente, sintiendo con sus dedos las cicatrices de la espalda del muchacho.

- Nezumi.

No recibió respuesta, pero las cosquillas que le causó el cabello del aludido en su mejilla le hizo darse cuenta de que estaba escuchándolo atentamente.

- Puedes moverte.

Hazlo, por favor.

Esta vez fue la sonrisa de Nezumi la que le hizo estremecerse. No le quitó la mirada de encima en cuanto el otro empezó a incorporarse, apoyando ambas manos en la cama, una a cada lado de él. Lucía tan atractivo, era difícil de creer que lo tuviera así, todo para él. Retuvo la respiración, mordiéndose en labio inferior cuando Nezumi empezó a sacar su miembro hasta la mitad para luego embestirle, arrancándole un pequeño grito. Aún dolía, sí; sin embargo, ahora podía abrazarse a Nezumi, buscando por un soporte que el otro parecía totalmente dispuesto a dar. Sentir su cuerpo moviéndose contra el suyo era reconfortante, hacía que todo ese dolor valiera la pena. Las embestidas eran suaves y lentas, como si quisiera que se acostumbrara, los movimientos de las caderas mientras chocaban rítmicamente con las suyas le hacía gemir con suavidad.

- No tengas miedo.

Nezumi se había detenido por unos segundos, sorprendido. Shion también, aún a pesar de que había sido él quien lo había dicho. Que no temiera lastimarlo, nunca le había tenido miedo a que lo hiriera, ni siquiera cuando le había amenazado muchas veces con esa navaja cuyo filo su cuello conocía tan bien. Así que no debía preocuparse, no iba a hacerle daño, no cuando estaba cumpliendo algo que tanto deseaba. Sin embargo, el otro pareció entenderlo, ya que no le reclamó por esas palabras tan vagas.

- ¡Ngh! ¡Ah! ¡Nezumi!

Estaba gimiendo muy alto otra vez. La velocidad de las embestidas había aumentado. No dejó de mirarle, admirado por la elegancia que tenía Nezumi a pesar de estar llevando a cabo un acto carnal como ese. Además, tenía ese ligero sonrojo tan tentador; se veía tan lindo que apenas podía contener sus ganas de tomar ese rostro con ambas manos y acariciarle las mejillas. Sólo que el rostro de Nezumi no permaneció tan tranquilo, no cuando había fruncido el ceño sin quitarle la vista de encima.

- Maldición, Shion, borra ese gesto tan tonto. Estamos teniendo sexo y tú sigues con esa mirada de idiota.

Quiso reírse y luego pedir perdón a pesar de que no se arrepintiera, pero no pudo. Y eso fue porque un fuerte gemido le había interrumpido. Una extraña corriente placentera había recorrido su cuerpo entero cuando Nezumi hizo un movimiento en especial. Trató de recuperar el aliento, notando que Nezumi había parado de nuevo y le miraba como si no supiera qué había pasado. Eso le hizo sonreír tontamente. Se suponía que Nezumi era quien tenía experiencia, toda y mucha más de la que él nunca tendría. No podía ser que no supiera que había rozado su próstata, algo que le había causado un placer que no se habría imaginado a pesar de que había estudiado tan sólo como un órgano glandular parte del aparato genitourinario masculino. Pensar que ahora lo estaba disfrutando de una manera primitiva que seguramente la mayoría de sus compañeros de estudios reprobarían incluso el día de hoy.

- Otra vez, Nezumi. Por favor - al fin se decidió a hablarlo, abrazándole más fuerte para luego soltarse y acomodarse mejor en la cama, preparándose para una actividad más agitada -. No te detengas.

Una renovada sonrisa apareció en ese rostro tan atractivo.

- Como usted ordene, Su Majestad.

A partir de ese momento no pudo razonar absolutamente nada. Sólo podía sentir el pene de Nezumi entrando y saliendo de su cuerpo, aumentando la velocidad paulativamente, con tranquilidad al principio, pero siempre constante. Tener sexo en la vida real no era tan perfecto como en sus fantasías; aún sentía dolor y, a pesar de la obvia habilidad de Nezumi, no siempre había contacto con ese punto en su interior que le hacía gemir aún más fuerte además de sus constantes jadeos. Sin embargo, había algo especial. Algo que le hacía sentirse la persona más dichosa del mundo. Al fin era uno solo con la persona que tanto amaba.

Volvió a soltar un gemido bastante notorio cuando Nezumi tomó una de sus piernas para colocarla sobre el hombro, logrando una penetración mucho más profunda que antes y, sobre todo, favoreciendo el contacto más constante de la próstata. Pero de alguna forma no le gustaba estar así. Se había visto obligado a quedar de lado, aferrándose a la sábana mientras lo que tenía de vista era la ventana a través de la cual aún se podía ver la tormenta que había iniciado todo. En otras circunstancias le habría encantado seguir viendo aquello porque aún le fascinaba ese fenómeno de la naturaleza. La cuestión es que se perdía de ver lo que realmente le importaba.

- E-espera, Nezumi.

Escuchó que el otro chasqueó la lengua, sin detener en lo absoluto sus embestidas. Entendía, suponía que debía de ser fastidioso que te pararan, incluso a él le molestaba tener que decirle que parara. Aún así trata de ser él quien cambie la posición, intentando separarse un poco aunque era imposible si Nezumi seguía sosteniéndole para que no se apartara.

- ¡Demonios, Shion! Decide qué quieres de una vez, maldición.

De verdad parecía enfadado. Era entendible: le había dicho que no se detuviera y ahora le pedía que dejara de moverse de un momento para otro. Pero no se iba a dar por vencido con su pequeño capricho. Finalmente pudo retirar la pierna del hombro de Nezumi, sonrojándose significativamente tan sólo por esa acción. Colocó sus manos sobre las de Nezumi, notando lo tenso que estaba. Si al menos no luciera atractivo aún enfadado empezaría a arrepentirse de provocarlo cuando aún estaba siendo penetrado por él. No, a decir verdad, sí que estaba preocupado, sólo que la razón no era su bienestar físico.

Oyó el gruñido furioso de Nezumi cuando logró apartarse del todo, él mismo soltando un ligero quejido. No hubiera querido que pasara así, era que estaba seguro de que si cambiaba de posición con Nezumi todavía adentro terminaría por lastimarlo más a él que lo que podría dolerle a sí mismo. Se dio unos segundos para respirar profundamente, intentando recuperar la calma. Cuando quiso ver a Nezumi se percató de que el otro estaba buscando algo con la mirada. Pronto se dio cuenta de que estaba buscando su ropa en el suelo, aún si ésta seguía mojada. Se mordió el labio inferior con fuerza. ¿Tanto le había enfadado que pararan que quería marcharse? No, no iba a dejar que eso pasara. Nunca. Nunca iba a dejar que se alejara de su lado otra vez.

Sintió el sobresalto del otro cuando colocó sus manos sobre el pecho de Nezumi, recordando brevemente esa ocasión en la que le había obligado a tocarle ahí para demostrarle que su corazón latía. Que estaba vivo y que eso era lo importante. Y, por supuesto, ese corazón seguía latiendo, aunque mucho más rápido y fuerte que en aquella ocasión. El sólo sentir aquello le había conmovido casi hasta las lágrimas.

- ¿Shion?

Ya no estaba enfadado. O al menos su voz no se oía tan cortante como lo hubiera esperado. Era sorpresa. Suponía que no había esperado ser el que terminara recostado en la cama luego de que Shion le había empujado para ser quien quedara arriba en esta ocasión. No dijo nada, no creía que hubiera necesidad. Además, eso sería romper el encanto de ver ese gesto en el rostro de Nezumi. No se resistió más y se inclinó sobre él, besándolo con suavidad antes de apartarse un poco.

- Déjame hacerlo.

A pesar de lo excitante que podría ser cualquier otra posición, estar en esta aseguraba que podría ver esos ojos plateados sin importar qué. Se acomodó como pudo, colocando sus piernas cada una al lado de las caderas de Nezumi. Mordió su labio inferior cuando lo sintió rozarse contra él de nuevo. Sentía algo de nervios; no quería equivocarse y hacerlo tan mal que Nezumi no disfrutara o, peor, hacerle daño. Sin embargo, el gesto en el rostro de Nezumi le ayudó a decidirse de una vez. dándole la confianza que necesitaba para empezar a descender sobre la erección del otro. Tuvo que apoyarse con una mano en el cuerpo de Nezumi mientras que con la otra le sostenía el miembro para dirigirlo directo a su entrada. Sí, esto era lo que deseaba.

El dolor regresó con mayor intensidad, por desgracia no parecía que su cuerpo fuera a acostumbrarse tan rápido como hubiera querido. Se obligó a no cerrar los ojos a pesar de que quería apretarlos muy fuerte al penetrarse a sí mismo con el miembro de Nezumi. Pero no iba a perdérselo, no cuando el otro chico se estaba mordiendo el labio inferior con fuerza sin apartar la mirada tampoco, sosteniendo la suya con tal intensidad que no hacía más que ponerle eufórico. Soltó un sonoro gemido cuando su trasero se encontró con las caderas de quien estaba bajo él. Tuvo que apoyarse en el pecho del otro, dándose un respiro mientras recuperaba las fuerzas para empezar a moverse. Y sí, siguió viéndole todo el tiempo, fascinado por completo por lo que estaba viviendo. Juraría que estaba soñando (no sería la primera vez, tenía que aceptarlo por más vergonzoso que fuera), si no fuera por la molestia y porque no era tan bueno como en sus fantasías.

De todas formas iba a hacer su mejor esfuerzo. Se apoyó lo mejor que pudo, elevando sus caderas con cuidado para después volver a bajar. Era torpe, pero poco a poco tomó un ritmo que le hacía las cosas mucho más cómodas de lo que hubiera esperado. Tomar el control en la penetración no había sido mala idea en lo absoluto, no cuando podía decidir qué tan rápido ir y, lo mejor de todo, porque podía ver esas mejillas sonrojadas que estaba seguro que no se presentarían bajo ninguna otra circunstancia. Que Nezumi colocara las manos sobre sus caderas le tomó por sorpresa únicamente porque seguía perdiéndose en esos ojos que tanto le habían cautivado desde la primera vez que los vio. La guía de Nezumi era de mucha más ayuda de lo que hubiera esperado. Esa forma tan firme de sostenerle mientras lo asistía en sus movimientos le hacía tener una sensación de seguridad que no recordaba haber sentido en muchísimo tiempo.

Colocó sus manos sobre las de Nezumi, sonriéndole con suavidad a pesar de que era seguro que en cualquier momento volvería a ponerse a gemir como loco.

- Nezumi. ¡Nezumi!

Terminó gritando otra vez, sosteniendo con más fuerza las manos del otro al tiempo que el movimientos de ambos se volvieron más erráticos. Tuvieron que parar cuando Nezumi se incorporó poco a poco, momento que Shion aprovechó para, una vez que lo tuvo cerca de él, enlazar sus brazos tras del cuello del chico para besarlo. Aún y cuando la visión de Nezumi tirado en la cama mientras él hacía la mayor parte del trabajo, tenerlo así de cerca era muchísimo mejor para su líbido. Fue un beso largo, profundo y húmedo. Sabía que no podía aprender a besar de un minuto para otro, pero estaba dispuesto a practicar siempre que le fuera posible. Aprendía rápido y esos trofeos escondidos en su armario eran prueba de ello.

Pero sin duda el mejor premio era que Nezumi lucía bastante fastisfecho con sus intentos de complacerlo. Sólo que aún no habían terminado. Estuvo a punto de soltar un pequeño grito de sorpresa cuando se vio en la cama de nuevo. Nezumi ni siquiera le había dado tiempo de resistirse cuando había estado tan cómodo en la posición anterior. Trató de quejarse, algo que resultó totalmente inútil. Nezumi no parecía dispuesto a quererle dar un descanso, mucho menos ahora que estaba tan cerca del orgasmo. Podía sentirlo, aún siendo su primera vez, el cambio en los movimientos de su compañero y, sobre todo, en sus ojos. Después de todo, él también debía estar en las mismas condiciones, tanto que no le importó gritar el nombre del otro más fuerte cuando éste empezó a masturbarle al mismo ritmo frenético de sus embestidas.

Nezumi sostenía sus caderas con su mano libre, prácticamente dejando la mitad de su cuerpo en el aire gracias a sus movimientos que se habían vuelto tan violentos que Shion temía que no pudiera levantarse por la mañana. Sin embargo, ¿acaso eso importaba? Le daba igual no poder levantarse en una semana. Por eso le pidió por más. Más rápido, más fuerte. Todo a base de gritos y jadeos, moviendo sus caderas también para enfatizarlo corporalmente.

- ¡S-Shion! D-deja de... ¡Ngh!

Frases incompletas e incoherentes. No eran tan raras en él, pero escucharlas de alguien tan elocuente como Nezumi eran música para sus oídos; que fueran acompañadas de gemidos era un placer adicional. Así que, como no tenía toda la información de qué era lo que tenía que dejar de hacer, siguió haciendo lo mismo, buscando la satisfacción de Nezumi tanto como la suya. Supo de inmediato que había entrado a ese punto donde no podía retroceder.

- V-voy a... ¡Nezumi!

Sintió su propio semen tibio en su vientre, haciéndole estremecerse en cuanto se recuperó del éxtasis. Las últimas embestidas de Nezumi le hicieron volver a la realidad. Este orgasmo no había sido producto de sus propias y solitarias manos, no. Extendió su mano, acariciando el rostro del otro, queriendo transmitir aunque fuera un poco de todo lo que sentía.

Se percató perfectamente cuando Nezumi llegó a su propio clímax, arrancándole otro notorio gemido. Nezumi había dicho algo que no pudo distinguir en lo absoluto, algo que le hubiera gustado saber así como adoraría saber todo sobre este chico. Sólo que no sabía si ahora mismo podría elaborar las preguntas que quería hacerle, algo que nunca había sido un problema para él. Era sólo que en esos instantes lo único que quería era dormir. No había imaginado que tener sexo fuera tan agotador.

Lo que no esperaba era sentir el peso de Nezumi sobre su cuerpo otra vez. ¿Acaso estaba cansado también? No lo creía posible, con toda la experiencia que tenía Nezumi, pensaba que ya estaría acostumbrado a la fase de resolución. En fin, lo positivo era que como los dos estaban tan casados quería decir que ninguno se quedaba con ganas de más, algo muy conveniente porque ya empezaba a sentir sólo dolor nuevamente. De verdad esperaba que las próximas veces no fueran tan incómodas, a pesar de que pensar en que volverían a hacer esto le hacía sonrojarse irremediablemente.

De verdad no se había contenido, ¿cierto? Había hecho un escándalo terrible y, si no fuera por la tormenta, seguro que los vecinos hubieran venido a quejarse por el ruido. Incluso se había subido en Nezumi. Lo había "montado". Su rostro se enrojeció más notoriamente. Este era el momento más ridículo para avergonzarse después de todo lo que había hecho, y aún así quería taparse el rostro y rodar en su cama para borrar lo apenado que estaba. Sólo que era muy difícil moverse, no sólo por el dolor, sino porque Nezumi seguía sobre él. De hecho, soltó un ligero quejido que no sabía si era de dolor o de otra cosa cuando Nezumi salió de su interior, haciendo que se mordiera el labio inferior por la sensación nueva y extraña que era sentir el semen de Nezumi saliendo de su entrada. No era tan malo después de todo, sólo era eso: raro. Y también estaba el hecho de que Nezumi seguía sobre él a pesar de que esperaba que se aparta de inmediato para tirarse a su lado al menos por unos segundos antes de seguir diciéndole lo "natural" que era.

Pero al parecer Nezumi estaba demasiado cansado como para molestarle, incluso podía sentir su respiración agitada contra su cuello, provocándole algunos escalofríos que no le molestaban en lo absoluto. Aunque, aún con la respiración agitada, notó que Nezumi estaba sonriendo.

- No estuviste nada mal, Shion. ¿Seguro que no has practicado con nadie en mi ausencia?

- ¿¡Qué! ¿Cómo crees que yo...?

Oír la risa de Nezumi debía de molestarle más, sobre todo al tenerlo tan cercano, sólo que no lo hizo. En lugar de eso escuchó atentamente, aún si estaba algo enfadado por esa pregunta. Lo peor es que ni siquiera sabía por qué estaba enojado, después de todo, le estaba diciendo que lo había hecho bien, ¿no era así? ¿Acaso era por la acusación de "infidelidad"? La risa del otro se intensificó.

- ¿De verdad crees que no me hubiera dado cuenta si alguien más te hubiera tocado?

- ¿Me has estado espiando, Nezumi? - ladeó el rostro, queriendo ver el del más alto, pero seguía tan junto a él que era imposible verle así.

- Pasé cuatro años espiándote antes y te sorprende saber que lo he hecho de nuevo. Eres un cabeza hueca, sin duda.

Resopló con suavidad. Por supuesto, no debía esperar otra cosa de Nezumi. Lo extraño era que aquello, más que molestarle, le hacía sentirse cálido por dentro de alguna forma. De verdad que era un enfermo obsesionado, porque la único que le enfadaba levemente era que había esperando demasiado tiempo para mostrarse ante él. Eso era lo que iba a reclamarle, que lo estuviera espiando de alguna manera (no podía ser que no hubiera visto a Hamlet o a Cravat, aunque su rutina diaria y su ensimismamiento igual debían de haber influído, sin contar lo hábiles que eran los pequeños ratones para esconderse) sin dejarle saber que estaba vivo y bien. Podría haberle ahorrado muchas noches de angustia.

Aunque que hubiera hecho eso concordaba con su personalidad a la perfección, siendo tan misterioso y tosco aún y cuando trataba de hacer algo bueno por alguien; tenía una manera de hacer las cosas que la mayoría de las personas no comprenderían. Incluso él tenía problemas para entenderlo, pero iba a esforzarse mucho como lo había hecho desde que lo conoció. Volvió a resoplar, mucho más relajado, abrazándole por fin para acercarlo más a él. Entonces notó algo extraño cuando el rostro de Nezumi se hundió por completo en su cuello.

- ¡Nezumi! ¡Estás ardiendo!

No podía ser, no se había dado cuenta de que el otro chico tenía fiebre, todo por preocuparse por su propio y particular calor, se había olvidado por completo que Nezumi había pasado mucho tiempo bajo la tormenta. Aún se sentía culpable por no haberlo notado. ¿Había estado así desde que llegó? Qué tonto había sido, todo por querer lanzarse a los brazos de Nezumi sin pensar en cómo podría sentirse.

Se lo quitó de encima con mucho cuidado, escuchando el sonido de molestia que Nezumi había emitido al caer a su lado en la cama. Otra vez tenía recuerdos de esa noche hace ocho años, esa donde había permitido que Nezumi durmiera sobre él a pesar de que estaba ardiendo. Sus palabras. Entrecerró los ojos, negando con la cabeza porque ahora tenía cosas que hacer.

- Espera aquí, por favor.

Hizo un ademán de levantarse, dispuesto a buscar los antibióticos necesarios para curarlo antes de que empeorara. Tal vez no era tan grave como cuando eran pequeños, con esa herida de bala y lo debilitado que estaba por la pérdida de sangre, pero aún así...

No tuvo ni la oportunidad de gritar cuando Nezumi le tomó de una de sus muñecas para obligarle a acostarse otra vez. Se giró para mirarle, tratando de no quejarse por el dolor que sintió por el movimiento tan brusco.

- Otra vez conportándote como idiota. No necesito de tus medicinas.

- ¿De qué hablas? ¡Claro que las necesitas!

¿De verdad estaban repitiendo esta conversación de nuevo? No podía creer que Nezumi fuera tan terco como para negarse en esta segunda ocasión. Es más, ni siquiera le había ofrecido el medicamento y ya se negaba a tomarlo. Tan propio de Nezumi.

- Sólo necesito dormir y estaré perfectamente bien por la mañana.

Sí, exactamente esas palabras. Suspiró.

Miró al techo, sintiendo cómo casi todo el sueño que tenía se había esfumado gracias a esta nueva preocupación. Hacía mucho que no tenía tantos sentimientos arremolinándose en su pecho. Y que todos ellos fueran exactamente hacia el mismo objetivo: quería proteger a Nezumi. Quería cuidar de él para que nadie ni nada le hiciera daño otra vez. No quería tener más cicatrices que acariciar la próxima vez que estuvieran juntos.

Estaba perdido en esos pensamientos cuando sintió que Nezumi le apretaba la muñeca con mucho cuidado, cosa que le hizo girarse para mirarle de nuevo. Creía que ya se había quedado dormido. Y no podía pensar de otra manera, pues Nezumi tenía los ojos cerrados y respiraba tranquilamente a pesar de que podía notar el ligero sonrojo en sus mejillas producto de la fiebre. Una parte de él se sintió decepcionado de que muy probablemente ese rostro sonrojado tan bonito había sido del todo culpa de la temperatura corporal de Nezumi y no porque fuera muy hábil en el sexo como había esperado. Luego se arrepintió de pensar así, pero no por eso dejó de mirar a la persona que estaba a su lado por unos segundos más antes de recostarse en la cama de nuevo, cerrando los ojos mientras escuchaba la respiración de Nezumi y sentía la mano del otro deslizarse hasta que los dedos de ambos se habían entrelazado. Cierto, aunque él no tuviera fiebre, también tenía el rostro sonrojado.

- Los vivos son cálidos - susurró, sonriendo levemente, recordando esas palabras como si Nezumi se las hubiera dicho segundos antes.

Escuchó una leve risita. Sintió que su mano era apretada levemente.

- Sí, lo son.

Poco a poco el sueño le fue venciendo, el sonido de la respiración acompasada de Nezumi resultó ser una canción de cuna bastante efectiva, borrando de su mente todas las preocupaciones y dudas que habían surgido en cuanto el delirio sexual había pasado. Ahora mismo no entendía cómo había podido dormir sin estar a su lado, escuchándole, sintiéndole.

Quería estar así para siempre.

Al día siguiente, cuando Shion despertó, los rayos del sol entraban por su ventana con tal fuerza que no pareciera que por la noche hubo una tormenta torrencial; como si no hubiera pasado nada, como si este fuera un día más de su vida. Como si se estuviera burlando de él y de las estúpidas lágrimas que se habían formado en sus ojos.

Nezumi se había ido.

 

+ Continuará +

Notas finales:

Creo que a estas alturas ya notaron que soy una troll *sonrisa*. El próximo es el último capítulo de esta mini historia. Muchas gracias por leer y que el fandom siga con vida. Reverencias y disculpas para todos, bye bye *huye*.


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