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Querido profesor por Leia-chan

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Notas del fanfic:

Jojo, disfruten!!

Notas del capitulo:

Ok, el lemon es seguro, pero no estoy segura de que sea una orgía. O sea, son tres, pero eso no lo hace una orgía, ¿o sí? Y al principio, pensé en hacerlo shota, pero después dije naaah... y así quedó... ojala les guste...

 

Julián abrió la puerta como todos los días y encontró a los gemelos sentados en la primera fila, uno al lado del otro como siempre, con las mismas caras de hastío de siempre. Saludó y se dirigió a su silla detrás del escritorio. Dejó su maleta en la mesa, mientras estiraba la silla y se sentaba. No notó nada extraño, hasta depositar todo su peso sobre el mueble. Este comenzó a crujir y al siguiente momento, ya se encontraba en el suelo, con los gemelos partiéndose de la risa en sus respectivos lugares. Miró los pedazos de madera en el suelo y descubrió que habían aflojado todos los tornillos.

-       ¡Tienen la paciencia y la energía necesaria para hacer una mala broma como esta, pero no son capaces de alzar sus notas ni para salir de este jodido colegio! - explotó Julián, harto de todas las bromas diarias y la ingratitud de esos chicos y de muchos otros.

Se levantó, ignorando el dolor, tomó su maleta y salió de la clase, sin decir otra palabra. Estaba cansado. Cansado y frustrado. Ya no toleraría ni una sola ofensa más.

...

Julián era maestro de colegio, impartía la asignatura de Arte y Letras en un prestigioso colegio privado y también era el tutor de los hermanos Caligaris, Allan y Elliot, gemelos idénticos, únicos sucesores de su familia y toda su riqueza. Claro, eso sí lograban al menos graduarse. Los gemelos eran rebeldes y vagos, no escuchaban reglas ni respetaban a las autoridades. Era ya un caso perdido para sus padres y para los demás maestros del colegio, pero Julián llegó, recién graduado, con las esperanzas altas y la voluntad de ayudarlos. Como si él pudiera hacer algo... Como si ese par de rebeldes sin causa le dejaran hacer algo. No hacían más que jugarle bromas pesadas y molestarlo por ser tan joven.

-       Niñatos ingratos... - balbuceó frente a su vaso de whisky.

Estaba en un bar, ya muy entrada la noche, ahogando las penas en alcohol. Aunque debía admitir que no todo era culpa de esos gemelos. Sino de todos los demás alumnos, de los maestros, de los directivos, del sistema. Él era joven, acababa de graduarse, ese era su primer trabajo y tenían tantos sueños y tantas ganas de cambiarlo todo. Pero no había espacio o no había forma. Era como estar perdiendo la inocencia por segunda vez y estaba harto de luchar por defender sus ideales utópicos.

-       Soy un maldito adolescente... - gruñó, dejando el vaso sobre la mesa. Entonces, sintió un brazo rodeándolo por la espalda y a su derecha apareció un rostro que conocía muy, muy bien.

-       Entonces, no deberías estar aquí... - le sonrió Elliot, con sus claros ojos celestes, su rostro increíblemente varonil y sus cabellos suaves y castaños. Oh, y la sonrisa pícara... siempre pícara.

-       Ja, mira quien lo dice - respondió Julián, riendo altanero - Puedo hacer que los saquen de inmediato...

-       Sólo estas enfadado porque a nosotros nunca nos piden identificación - agregó Allan, apareciendo a su izquierda.

Julián frunció el ceño, casi gruñendo ante esa embarazosa verdad. Aún con sus 24 años, algunos seguían pidiéndole su identificación para manejar o beber ya que no aparentaba ni siquiera llegar a los 18. Como si su cuerpo nunca hubiera madurado del todo. Lo odiaba, odiaba esa situación, pero poco podía hacer. Además, su frágil y delicada apariencia le había conseguido una o más noches de diversión, así que no podía quejarse del todo.

-       ¿A qué vienen? ¿A molestarme otra vez? ¿No tienen suficiente con el tormento que me hacen pasar en el instituto, ahora también quieren mi tiempo libre? ¿Saben que pude haberme golpeado en serio con esa broma? - Julián estaba realmente enfadado y no se lo iba a ocultar a los culpables. "Váyanse a joder a otra parte".

-       Ow, profesor... No queríamos herirlo - dijo Allan, peinando un mechón del cabello oscuro de Julián.

-       Sólo nos divertíamos - agregó Elliot, tomando un poco del whisky de su profesor.

-       Sí, ese es el punto. Ustedes sólo se divierten y no se detienen a pensar en lo que podría suceder. ¿Saben? Lo tienen todo para triunfar, para ser grandes y exitosos, pero no. Prefieren desperdiciar su juventud en bromas y... y... lo que sea que hagan. Y esta bien que se diviertan, pero deberían preocuparse aunque sea un poco por su futuro. Sus padres no vivirán por siempre. Y sí, entiendo que sientan la presión de ser parte de una familia tan importante, pero no tienen por qué hacerlo por su apellido, sino por ustedes mismos, para conseguir su independencia, ganarse su propio respeto y... No sé, crear su propio camino aprovechando lo que el mundo les ofrece... ¡Ah, qué se yo! ¡Dame eso! - le arrebató el vaso de whisky a Elliot y lo vació de un trago - ¡No deberías beber!

-       Tenemos 19, sólo falta un año... - se defendió Elliot, mientras Allan le hacía señas al barman para que les sirviera otro vaso.

-       Así que en realidad piensas en nosotros - dijo Allan, tomando el rostro de Julián y acercarlo al suyo, para verlo muy directamente a los ojos - Eso muy bonito, profesor - dijo de forma sugestiva - Muy conmovedor...

Julián se quedó sin habla por unos segundos, perdido en esos ojos celestes y su brillo eternamente insinuante. Incluso sintió que llegaba a sonrojarse, pero logró controlarse y volvió su vista al frente, forzándose a salir del trance.

-       No te burles. Soy joven, aún puedo soñar con que puedo hacer algo por ustedes...

-       Claro, quieres hacer algo por nosotros para que, así, cuando seamos mayores y exitosos, como usted augura, podamos hacer algo por usted - respondió Elliot, con su voz llena de cinismo.

-       ¡Claro que no! - Julián se sentía muy ofendido por la idea - ¿Cómo puedes pensar algo tan... tan... impuro? Sólo quiero influir en mis alumnos de forma positiva para que estos lleguen a ser lo mejor que puedan ser. No pido nada a cambio, además de que no lo necesito. Trabajo duro para tener lo que tengo y no mendigarle a nadie... - terminó, dándole un sorbo grande a su bebida.

Los gemelos se veían algo sorprendidos y fuera de lugar. Tal vez, no tenían todas las cartas en ese juego, tal vez, en realidad estaban equivocándose y la gente honesta, realmente honesta, seguía ahí afuera.

-       ¿Sabe, profesor? - llamó, Elliot - En verdad, nos agrada... No queremos salir de ese jodido colegio, si eso significa que no podremos volver a verlo...

-       Así es, sería una pena que no estuviera en nuestras vidas...

-       Pero ¿de qué diablos hablan? - se irguió Julián, algo perturbado y entonces sintió como su cerebro daba un gran vuelco y todo daba vueltas - ¡Oh, Dios! Pero si no he bebido tanto aún... - se llevó la mano a la cabeza, sintiendo que se desvanecía.

-       No, no lo ha hecho - Elliot le mostró un frasco de pastillas - Lo puse en su bebida cuando Allan estaba distrayéndolo.

-       Eso no es... - sentía que perdía fuerzas.

-       Es que esta muy estresado, profesor... y queremos encargarnos de eso... - le susurró Allan al oído y luego todo se desvaneció

...

Cuando despertó sentía calor, mucho calor. Estaba en una cama, en un cuarto a media luz, totalmente desnudo, pero igual sentía calor. Un ardor que le venía de adentro y que lo hacía desear locamente el toque de alguien. Se sentó en la cama, tratando de recordar, pero su mente era una masa sin forma de imágenes y sólo podía pensar sentía calor y que cada nervio sensitivo de su cuerpo estaba más que receptivo. Sus ojos estaban algo nublados y le dificultaba enfocar bien. Suspiró y cerró los ojos y entonces sintió una mano en su pecho que lo empujaba hacía atrás, pero no terminó recostado sobre la cama otra vez, sino contra un pecho bien formado gracias a muchas clases de nataciones. Podía sentir la respiración y el palpitar del corazón del otro y eso lo calmó.

Se dejó hundir en esos brazos fuertes, mientras otro par de manos acariciaba sus piernas, abriéndolas lentamente. Estaba extasiado, lanzando gemidos y suspiros cálidos mientras sentía su cuerpo ser cubierto por besos y caricias atrevidas. Su cuerpo respondía por si sólo, echaba la cabeza hacia un lado, para dejar que uno de ellos le besara el cuello, mientras movía las caderas, para incitar al que estaba enfrente de él. Por un momento, se dejó llevar, inmerso en ese mar de placer, pero, como un fugaz rayo de luz, llegó a su mente la imagen de los gemelos.

-       No... - gimió, estirando la mano para alejar al gemelo que repartía besos por sus muslos, subiendo cada vez más. Elliot se detuvo, pero tomó la mano del profesor para lamer sus dedos - Son mis estudiantes... - trató de razonar, sabiendo que ni a él le importaba.

-       Pero lo deseas... - dijo Elliot, sin dejar de jugar con sus dedos.

-       Y nosotros también... - le susurró Allan, con una voz muy grave al oído. Julián tembló ante toda esa atención, derrotado, felizmente derrotado.

-       Me drogaron - se quejó Julián, sin sentirse nada molesto y los gemelos, sólo rieron, siguiendo con sus caricias.

-       Es nuestra forma especial de agradecerle por toda su ayuda...

Elliot dejó su mano de lado y siguió trazando un camino de besos en la parte interna de sus muslos, subiendo hasta llegar al pubis. La mano que antes había tratado de detenerlo, ahora se encontraba sobre sus cabellos, revolviéndolos. Allan no dejaba de marcar su cuello y de pellizcar sus pezones, haciendo que Julián gimiera indefenso ante todo eso. Julián lanzó un grito cuando las atenciones de Elliot se centraron solo en su miembro viril. Su respiración se agitó más y Allan le rió al oído.

-       En realidad, necesitabas esto... - Allan le alzó un rodilla, dejándolo aún más expuesto. Julián tiró la cabeza hacia atrás y tomó el rostro de Allan, forzándolo a acercarse y robándole un beso muy pasional.

No sabría decir cuánto tiempo estuvo besando a Allan, pero hubiera seguido de no ser porque necesitaba el aire para lanzar otro grito, mientras sentía que un objeto mediano y muy viscoso se insertaba en su interior. Elliot seguía con su miembro en la boca y Allan se ocupaba de que mantuviera las piernas bien abiertas mientras el objeto terminaba de insertarse en su interior. Y entonces comenzó a vibrar. Otro gemido exagerado y  su cuerpo comenzó a contorsionarse con el placer. Ambos gemelos se alejaron al mismo tiempo, dejándolo sin contacto. Julián estaba acostado sobre la cama, con las rodillas juntas y las manos acariciando la base de su miembro y la base del consolador que Elliot le había dejado. Se sentía al borde del abismo y podría llegar solo, pero deseaba a esos gemelos. Deseaba que lo sometieran y lo hicieran llegar al clímax como empezaron, deseaba que lo hicieran suyo toda la noche.

-          ¡Aaahh! - lanzó un gemido largo, encorvando la espalda y rogando por atención.

Los gemelos estaban sentados a su lado, también sobre la cama, uno al lado de otro. - Bien, querido profesor, ahora puede elegir con quién continuar - le dijeron. ¿Elegir? No, él no tenía ganas de elegir, ni tenía el razocinio bien puesto para hacerlo. Los quería a ambos y los tendría. Se irguió y se acercó a gatas, temblando, primero a Elliot y lo besó. Allan parecía algo desilusionado y comenzaba a levantarse, pero Julián lo tomó del rostro y dejó a Elliot para besar al otro gemelo.

-       Mmm... Eres más ambicioso de lo que creíamos... - gruñó Elliot, satisfecho - Bien, será con ambos, pero tendrás que hacer tu parte también... - dirigió la cabeza de su profesor hacía el bien desarrollado miembro que tenía - Mmm... - había algo en toda la idea de tener a su profesor tan... dispuesto que le encantaba. Julián se dejó dirigir sin oponer resistencia y pronto comenzó a lamer y jugar con el miembro erecto que tenía enfrente.

Allan, también sonriendo se aseguró de que las nalgas de Julián estuvieran bien al aire y se posicionó detrás de sus caderas. Acarició las suaves masas de carne y sacó el consolador, para luego prepararse él mismo para reemplazar al objeto. Julián tenía el pene de Elliot ya en la garganta, cuando Allan comenzó a penetrarlo, sensiblemente más grande y caliente que el juguete sexual. Las contracciones de su garganta al tratar de gritar masajearon placenteramente a Elliot, quien lanzó un gemido grave y dejó caer su cabeza hacia atrás, mientras acariciaba los cabellos oscuros del profesor. Julián sentía que le faltaba algo de aire, pero algo en esa situación de ser casi obligado, casi utilizado lo hacía gemir de placer.

Allan comenzó a moverse, disfrutando de cómo las paredes de su profesor lo acogían cálidamente. Elliot le estiró de los cabellos cuando vio unas pequeñas lágrimas en los ojos de su profesor y Julián tosió un poco, entre  gemidos de gusto. Luego de tomar unas bocanadas de aire, siguió dándole placer al gemelo que tenía en frente, mientras Allan seguía penetrándolo con un ritmo cada vez más feroz y más veloz.

Julián se sentía arder por dentro, como si todo se desmoronara y solo existiera su cuerpo siendo ultrajado. Y luego una mano se aferró a su enhiesto miembro y eso fue la gota que colmó el vaso. Ya no podía detener más su orgasmo. Se corrió lanzando un gemido, mientras Elliot se masturbaba con la imagen de su profesor y terminó corriéndose en su cara. Allan, a su vez, lo hizo dentro de Julián, sin dejar de embestir hasta que ya no pudo más.

Se alejaron uno del otro para tomar un respiro. Julián aún seguía de rodillas, con el rostro entre los brazos y la cama, comenzando a entender lo que había sucedido. Repasaba cada suceso y los gemelos podían sentir como el efecto de la droga comenzaba a desvanecerse y sentían venir el regaño. Definitivamente, no esperaban que su profesor los mirara de reojo, algo cansado, pero aún con energías.

-          ¿Y? ¿Ese es todo el agradecimiento que tienen para mí?

Los gemelos se sonrieron y volvieron al ataque.

...

Una semana después, Julián entró al mismo salón de clases, con sólo los gemelos sentados en primera fila serios y expectantes, como siempre. Julián evitó sentarse, pero dejó su maletín sobre la mesa, después de sacar un par de hojas.

-       Calificaciones perfectas... vaya, han sorprendido a más de uno... - comenzó Julián - Muchas felicidades, sabía que podían hacerlo... Bueno, en realidad, superaron mis expectativas...

-       ¿Y está contento, profesor? - preguntó Allan, sonriendo con picardía.

-       ¡Por supuesto! No sólo podrán graduarse, sino que...

-       No volveremos a hacerlo - interrumpió Edgar - No volveremos a aprobar otro examen.

-       Si nos graduamos, dejaremos de verlo, ¿no es así? - irónicamente, el par no dejaba de sonreír, como si ya supieran lo que el profesor respondería.

Julián suspiró y se puso frente al escritorio y, por ende, frente a los gemelos. Se sentó sobre el mueble y se cruzó de piernas, mientras desabotonaba su camisa. - Hagamos un trato, ¿ok? Ustedes se gradúan y yo seré suyo... De todas las formas que quieran y en todo momento que deseen... - terminó el profesor, abriendo las piernas y dejando ver uno de sus hombros. Los gemelos habían ganado la batalla y el profesor había conseguido influir en sus alumnos...

...

Y adivinen qué, los gemelos sí se graduaron...

 

Notas finales:

Y adivinen otra cosa... debería estar continuando Bloody Mary y no haciendo one-shots... Se lo dedico a mi mami, Raion, y a las agradables personas que me dejan reviews en Bloody Mary, gracias! En realidad, me levantan el animo!


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