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El comienzo y El fin por Deepmadness

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Notas del fanfic:

Bueno al fin me decidí a escribir un fic y a publicarlo, no es la gran cosa pero espero que les guste y que sea una agradable pérdida de tiempo <3

Notas del capitulo:

 

 

 

Una esquirla de vidrio, procedente del jarrón que el otro había estrellado contra el suelo, rozó su cara y la cortó superficialmente, sintió un poco de sangre cálida salir de la herida. Los gritos del otro lo estaban dejando sordo, pensó que no aguantaría más y simplemente se pondría a llorar desconsolado, intentaba calmarse sin resultado alguno.

-¡Basta!- Chilló con voz entrecortada al sentir como el mayor intentaba levantarlo del suelo de manera brusca.

-Deja de hacerte la víctima y acepta las consecuencias de tus actos- Le habló mordaz.                        

 

-¿La consecuencia de mis actos? ¿Acaso tú no tienes nada que ver en esto? 

 

-Tú lo hiciste- Contestó con malicia.

-No es así, no es cierto, yo no fui… - Y ya no lo soportó más, se acurrucó en sí mismo y rompió a llorar escandalosamente, trataba de controlar sus espasmos pero se le hacía imposible, sentía vergüenza pero ya no podía hacer nada. Se preguntó cómo había llegado a eso.

Lo amaba, su querido y amable Byo, el hombre de sus sueños, la única persona que lo aceptó tal cual era y lo ayudó a aceptarse a sí mismo, era gay, en una sociedad tan cerrada para esos temas, en la que siquiera la palabra sexo era una falta de respeto (aunque todos lo practicaran y seguro de las formas más asquerosas imaginadas, si le preguntaban) la homosexualidad era una obscenidad, un pecado, ni el castigo eterno era suficiente para hacer pagar tal aberración de la naturaleza pero en contraposición a todo eso estaba su amado, el vocalista de una banda indie de la región, siempre divertido, con una sonrisa en su rostro y abierto con todas las personas. Lo conoció en uno  de esos “Toques” tan comunes en su ciudad donde se reunían bandas tanto vecinas como extranjeras para tocar su repertorio, conocerse y estudiarse unos a otros, era un ambiente un tanto extraño pero agradable,  él corría en busca de su hermano menor, lo había llevado para entretenerlo un poco y moriría si lo perdía, se había comprometido con sus padres a cuidarlo pero en un pequeño descuido se había esfumado, comenzaba a desesperarse y repentinamente lo vio, con el niño en brazos y una sonrisa dulce en sus labios, su hermano hacia tonterías y el chico parecía encantado con él, de repente le pareció la imagen más dulce que hubiese visto en su vida.

-¡Tomoya! ¿Dónde te habías metido? ¡Te busqué por todas partes!- Habló con voz entrecortada y un tanto exaltada.

-Oye  cálmate, no es su culpa, fue arrastrado por esa horda de animales, tú tendrías que estar más pendiente- Comentó refiriéndose a los chicos que estaban esa tarde en el lugar.

Suspiró un poco más calmado- Está bien, lo siento, tienes razón- Murmuró apesadumbrado mientras le quitaba al pequeño de los brazos.

-Rui, lo siento, de repente me moví un poco y todas las personas comenzaron a caminar, luego no te vi más- Dijo tratando de excusarse con su hermano.

-No hay problema, fue mi culpa, vamos a casa mejor- le contestó con una sonrisa conciliadora mientras acariciabas sus cabellos- Muchas gracias…

-Byo.

-Mmm, ok  Byo, muchas gracias por cuidarlo, realmente se lo agradezco.

Tenía una hermosa sonrisa dibujada en su cara, casi lo había hecho sonrojar -No hay de que, hasta luego…

Y así había comenzado todo, a partir de allí se lo había topado un par de veces más, sólo mera coincidencia, luego los encuentros se volvieron más premeditados y continuos, sin darse cuenta eran casi inseparables, pero no, no eran amigos, ni siquiera podía definir lo que eran en realidad, sus conversaciones, y en realidad, los encuentros en general eran incómodos, sus pláticas prácticamente vacías y sin mucho sentido, llena de silencios molestos y palabras a medio pronunciar, pero todo eso acababa cuando el mayor se le acercaba un poco más y le proporcionaba uno que otro ligero roce en su pierna, algunas caricias por su cabello y cuello, suspiros en su oreja y besos furtivos, no era algo que planeaban, tampoco habían llegado más allá, todo simplemente sucedía, fluía como un río poco profundo pero interminable, placentero y extraño, que los conectó desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron.  

El tiempo pasaba y ellos aún se encontraban en un estado indefinido entre la amistad y el amor, se habían vuelto más cercanos sentimentalmente hablando, mucho más cercanos, todavía tenían platicas vacías y sin sentido pero mucho más agradables y los silencios se habían vuelto algo único, una forma propia de entenderse, físicamente  cada caricia o beso se había multiplicado por cien, todo era mucho más atrevido y prolongado lo cual personalmente le encantaba.

Repentinamente un día, asustado e indeciso acerca de lo que estaba viviendo con el mayor decidió terminar toda esa locura, la presión lo estaba matando, las personas a su alrededor parecían haberse dado cuenta de todo, murmuraban y los señalaban, su madre comenzaba a preocuparse y su padre le había prohibido pasar tanto tiempo con él, si era posible que rompiera todos los lazos que los unían.

No quería deshonrar a su familia y en su mente se consideraba un ser asqueroso, lo habían criado con la idea de cualquier relación que no fuera hombre-mujer era totalmente antinatural y estaba simplemente condenada al fracaso, que era una deshonra para la familia a la que el individuo perteneciese, una verdadera vergüenza,  no quería eso, tampoco quería irse al infierno, pensar en todas las consecuencias lo aterraban, desde que todo había comenzado esos pensamientos rondaban su cabeza pero al estar con él se esfumaban como huellas en la arena, pero ahora todo había adquirido un grado mayor, ya ni estar con él era un alivio por lo que había decidido dejar todo lo que tenía con Byo y ser alguien normal, tener novias y dedicarse a los estudios, pero el otro no permitió todo eso, lo intentó convencer, le suplicó y en ciertos momentos hasta le ordenó dejar la estupidez y que siguiera con él, eso le había sorprendido, aún no eran nada según pensaba, nunca habían charlado sobre eso pero el rubio hablaba como si lo de ellos era un noviazgo con todas las de la ley, como si fuera algo sumamente obvio, con todo eso lo único que logró fue asustar más al castaño, éste huyó ahogado en llanto y aturdido por la situación, pero no podía terminar allí, la vida nunca era tan bondadosa, mientras corría sintió como alguien lo atrapaba entre sus brazos, lo volteaba y luego besaba sus labios con desesperación, sus cincos sentidos no lograban funcionar correctamente y su cerebro se negaba a procesar la información, cuando logró recuperar la compostura pudo ver quien era su captor, obviamente él, su Byo, y todo habría sido perfecto, hasta romántico si no lo hubiese estado besando en la calle y en pleno festival de año nuevo, con cientos de personas a su alrededor que miraban escandalizadas el tremendo espectáculo que estaban montando, se separó asustado y sintió un terrible sentimiento oprimiendo su pecho, madres le tapaban los ojos a sus hijos mientras los despreciaban por intentar corromper a sus pequeños, ancianos los insultaban, niños y jóvenes los miraban con asco y alguna que otras personas les habían arrojado comida, pero el rubio no iba a soportar eso y pronunció unas palabras que quedarían grabadas en su memoria para siempre.

-¿Les parece asqueroso? Pues déjenme decirles algo, al amar a otra persona el sexo, la edad, la raza o la religión no importan, lo único que se necesita es un corazón dispuesto a dar todo por quien se quiere, sin importar lo que se necesite sacrificar. Algo tan bello como el amor no debe ser restringido, negado o maltratado, NO, al contrario debería ser aplaudido y admirado.  Yo encontré a la persona que protegería aun a costa de mi propia vida y de la que sólo necesito un beso para sentir que vale la pena vivir.

Se sintió romper en pedazos y recomponerse otra vez, las palabras pronunciadas por su amado le quemaban como fuego en el corazón, él jamás sería tan valiente, tan maduro o tan inteligente, pero lo había comprendido perfectamente ,  lo abrazó fuerte sin importarle lo que pensaran los demás, las personas a su alrededor se fueron rezongando, habían escuchado lo dicho por el chico pero no lo habían comprendido, una pared fuerte e impenetrable de prejuicios, odio y estupidez impedían que llegaran a sus almas y corazones.

Luego de eso nada le importó, las lágrimas de su madre y hermano y el resentimiento de su padre le habían dolido profundamente pero si de verdad lo amaban tenían que aceptarlo como era: gay, débil, estúpido, cobarde, necio y enamorado. Y así fue, con el tiempo sus padres lo comprendieron, lo apoyaron y le brindaron su amor pero eso no había sucedido con las personas de su ciudad, el acontecimiento se había regado como la pólvora ahora todos lo sabían y los miraban con recelo al caminar por la calle, les proferían insultos y uno que otros golpes, muchas veces se negaban a atenderles en los negocios e incluso una vez un universitario escupió en la cara a Byo, éste no lo soportó y lo molió a golpes, lo metieron preso y los policías al saber qué clase de “basura” era se negaron a dejarlo libre ni siquiera con fianzas, hasta que su padre, hasta entonces un respetable abogado, lo ayudó a salir de la cárcel, después de lo sucedido se dieron cuenta que no tenían ningún futuro en ese lugar, Tottori era un lugar hermoso que sin embargo no estaba preparado para dejar los prejuicios atrás, un adiós para siempre fue su último recuerdo de la ciudad que los vio nacer.

En la ciudad todo era muy diferente, a nadie le importaba lo que hacían o dejaban de hacer, todos estaban demasiado ocupados en sus ajetreadas vidas como para prestarle atención a ese par de “chiquillos”.

 Byo ya tenía 20 años y él acaba de cumplir los 18, era una época difícil por lo que los trabajos eran escasos, en cuanto a él sus tatuajes no eran de gran ayuda y con el temperamento de Byo, demasiado rebelde y gamberro, no duraba mucho en los pocos puestos de trabajo que había logrado encontrar, aun así, entre aquí y allá habían logrado salir adelante, el rubio se había convertido en un roadie de una banda indie que poco a poco estaba dándose a conocer y a la que se le proyectaba un fututo bastante prometedor, él por su parte  daba clases de bajo en una academia de la ciudad, aunque no tenía ninguna formación profesional en cuanto al tema allí lo habían aceptado por los conocimientos que poseía y su talento innato para tocar el bajo y ya que la academia no era muy reconocida ni tampoco la mejor un título no era precisamente necesario.

Su relación se había vuelto sumamente estrecha, le parecía increíble lo unidos que eran, ya no pasaban tanto tiempo juntos, sus respectivos trabajos se lo impedían, pero al llegar a casa así se sintieran morir de cansancio un tiempo juntos era obligatorio, hablaban cualquier tontería: su día, música o hasta el clima, lo que sea era una buena excusa para intercambiar un par de palabras y sentirse unidos, hacer el amor tampoco podía faltar, a la hora y en el lugar que fuera era válido, se habían vuelto bastante desvergonzados en cuanto al tema, se atrevía a decir que no había rincón de su pequeño apartamento, parque, cine o club de la ciudad donde no lo hubiesen hecho, obviamente era una exageración aunque tampoco estaba muy lejos de la realidad y a su pensar lo más importante era lo complejo de sus sentimientos, esa sensación de regocijo, de sentirse completo por primera vez en su vida y el hecho de que no pensara en un futuro en el que él no estuviese, le parecía enfermo, pero era simplemente amor y estaba seguro que el otro sentía exactamente lo mismo.

El día que conoció a Kazuki, fue  tan normal como cualquier otro, no había ocurrido nada que le advirtiese acerca de él, un mal presagio o un presentimiento, nada. Había llegado a la academia como un profesor más, un chico guapo de sonrisa amena y ojos misteriosos con un gran talento para tocar la guitarra y para enseñar a los demás, al trabajar ambos en las mismas áreas se habían vuelto cercanos, no buenos amigos sólo compañeros de trabajo que pasaban un buen rato juntos compartiendo impresiones sobre las clases o bebiendo en algún club, pero poco a poco su relación se había tornado extraña, las insinuaciones de Kazuki lo hacían sentir incómodo, a veces lo tocaba disimuladamente y mandaba mensajes poco inocentes a su celular, tenía miedo de reclamarle algo porque sentía que luego sería difícil seguir trabajando con él pero al pasar el tiempo el acoso fue aumentando al igual que su miedo. Decidió no soportarlo más y hablar claramente con él, no arriesgaría la relación con Byo por su culpa, lo cito a un café y calmadamente le explico la incomodidad que sentía por lo que estaba pasando y educadamente le pidió que dejara las insinuaciones para con él, pero el castaño mayor no se dejaría rechazar tan fácilmente, insistió en que fueran a su apartamento a hablar mejor las cosas. Cuando llegaron la historia fue muy diferente, lo llevó a su cuarto, lo arrojó a la cama y simplemente ocurrió lo inevitable, al castaño no le importó las protestas y negaciones del otro (las cuales tampoco fueron muy insistentes), al principio se había aterrado, iba a ser violado y no podría hacer nada pero luego entre tantas caricias, suavidad y palabras se encontraba derrotado, durante todo el acto el mayor no había dejado de repetir cuanto lo amaba, que  le diera una oportunidad y él, con su mente nublada por el deseo no pudo evitar pensar que tal vez podría hacerlo y así se lo hizo saber al otro, cuando todo acabó lloró, lloró por su Byo amado que en esos momentos seguro estaría preocupado en casa esperándole, por Kazuki  al cual sentía haber engañado y por él, porque jamás pensó que podía caer tan bajo.  Cuando llegó a casa, besó a su pareja y se acostó rendido y acongojado por la tristeza y la vergüenza, Byo por su parte creyendo que el otro simplemente había tenido un mal día lo abrazó con dulzura y le repitió suavemente en su oído que lo amaba y que siempre estaría allí para cuando lo necesitase.

Siete meses habían pasado y se había convertido en el ser más patético que habría podido imaginar, Kazuki había acaparado todo su ser, su mundo giraba a su alrededor y Byo había pasado a un segundo plano, estaba confundido porque aun sentía que  amaba al rubio. Pero el castaño estaba a otro nivel, lo drogaba con sus palabras hasta el punto de hacer lo que éste le pidiera sin importar que fuese contra sus principios, no entendía el por qué de ello, siempre creyó ser una persona débil e influenciable y Kazuki había utilizado eso a su favor para atraparlo y amansarlo pero a esas alturas eso ya no le importaba porque se sentía muy bien.  Sabía que Byo sospechaba que algo ocurría, era demasiado obvio y aunque intentaba lo contrario era frio con el mayor, el sexo era escaso tanto como las conversaciones y el tiempo juntos, le atormentaba una y otra vez con que le dijera que ocurría, que fuera claro si ya no lo amaba o si había otro, el sólo lo ignoraba o le decía que no era nada,  que estaba cansado, que en otra ocasión hablarían y el rubio se resignaba, no entendía por qué no lo dejaba, estaba claro que ya no podían seguir juntos pero ninguno se atrevía a ponerle fin a todo.

 

-Deberías dejarlo, siempre se interpone entre nosotros, estoy cansado de él- Le susurraba Kazuki en el oído mientras estaban acostados, agotados después de haber hecho el amor.

-No puedo, lo quiero.

-Sólo sientes culpa.

-¡No es cierto!

-Cariño, sabes que es así, él te apoyó cuando lo necesitaste y por ello creíste que lo amabas pero sólo estabas agradecido porque se había convertido en un amigo en el que podías confiar y con el que experimentabas un mundo desconocido, se convirtió en tu refugio y por ello malinterpretaste las cosas, en realidad NUNCA sentiste por él algo más que agradecimiento.

Intentaba procesarlo todo ¿sería cierto? ¿Ese supuesto maravilloso amor que habían tenido era sólo una mentira? No lo soportó todo le pareció un asco, una mala broma.

Lentamente las peticiones para que dejara a Byo habían evolucionado a un “hay que eliminarlo” que no comprendía del todo, pensó que el castaño lo decía por rabia y resentimiento ya que aún seguía con el rubio.

Una tarde fría de otoño se dirigía a su apartamento, regresaba temprano debido a que muchos niños habían faltado a clases y se decidió que el resto saliera temprano.  Al llegar escuchó unos extraños sonidos dentro del apartamento, aterrado abrió la puerta con rapidez y el espectáculo que vio hizo que su alma  cayera al piso, Kazuki  y Byo peleaban como fieras salvajes, tenían sangre por todos sus rostros y en sus ropas, estaban cegados por la ira ni siquiera se habían percatado de su presencia, gritaban cosas ininteligibles, pero captó perfectamente como Byo  le gritaba que lo dejara en paz de una vez por todas y como Kazuki respondía furioso un “¡Rui es mío!”

No sabía qué hacer, llamar a la policía, intentar separarlos, huir… De repente la situación se había vuelto sumamente peligrosa, el rubio logró sacar la navaja que siempre cargaba en su bolsillo y a punto de clavársela al otro sintió como su mundo se esfumaba, en un arranque de nervios  había golpeado con una de las sillas que se encontraban en el comedor a su pareja, la sangre manaba profusa de la herida en la cabeza y la cabellera rubia ahora era completamente roja.

Cayó de rodillas mientras lloraba asustado, cuando logró aclarar su vista para ver nuevamente a Byo distinguió como Kazuki le quitaba la navaja de la mano y la clavaba múltiples veces en el cuerpo inerte sin compasión, corrió hacia el castaño para intentar detenerlo pero éste  de un empujón logró arrojarlo al suelo con facilidad mientras escupía crueles palabras hacia él y hacia Byo.

-Ya no puedes hacer nada, está muerto- Le dijo con simpleza mientras guardaba la navaja en su bolsillo -Levántate y ayúdame a limpiar, no quieres que nos llevan a la cárcel por culpa de este idiota ¿cierto?

Limpió la sangre en su mejilla y reaccionó, no podía dejar todo eso así, no podía permitir que Kazuki se saliera con la suya, llorando no lograría nada, se levantó y en un movimiento que el otro no esperaba huyó del lugar mientras gritaba por  ayudada con toda las fuerzas que tenía, un par de alumnos de una segundaria cercana lo escucharon y corrieron a ayudarlo, algunos llamaban a la policía y otros recogían piedras de la calle por prevención. El castaño había intentado perseguirlo pero rápidamente se dio cuenta que era una estupidez e intentó escapar, no logró llegar muy lejos los agentes policiales lograron atraparlo con rapidez.

Una cadena perpetua le pareció algo estúpido, con ella jamás podría pagar haberle arrebatado la vida a su ser más amado, se removió tratando de encontrar comodidad en la superficie de su dura cama cerró los ojos fuertemente tratando de no volver a recordar lo ocurrido, era algo que siempre sucedía, una y otra vez la muerte de Byo se repetía en su mente y lo dejaba indefenso y sin conexión alguna con la realidad, a veces los recuerdos eran tan frecuentes y vívidos  que duraba días sin reaccionar adecuadamente y el estar  recluido en ese triste y abandonado lugar lo hacía perder la razón aún más, se dio cuenta de que ese era su castigo por ser un pecador, por ser  un homosexual y un traidor, cerró los ojos y se recostó en la cama tratando de evocar la sonrisa de su amado, aun cuando estaba bajo la influencia de Kazuki en el fondo de su corazón nunca lo había dejado de amar, sonrió al divisarlo en su mente y estiró su mano en un vano intento por alcanzarlo, su felicidad se desvaneció al ver como del rostro de  Byo la sonrisa dulce cambiaba a una mueca de dolor y sus ojos se teñían de reproche y decepción.

-Lo siento  amor mío, espero que para cuando volvamos a encontrarnos hayas logrado perdonarme...

 

Notas finales:

Lamento cualquier error ortográfico que se me haya escapado y el que sea tan largo :c

Cualquier comentario o sugerencia es bien recibida.

Bueno, saludos y cuidense mucho. 

¡Hasta la próxima!


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