I. Encuentro inesperado
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Corrió a todo lo que sus piernas podían dar. Solo faltaban 2 cuadras, dos cuadras que le separaban del paradero del último tren que saldría. Si no lo tomaba, sería un largo camino en taxi, el cual tendría que pagar con dinero salido de su bolsillo, lo cual no se podía permitir que volviera a suceder. Bajo las escaleras de la estación subterránea saltando los escalones de 3 en 3, pero ni así logro llegar antes de que las puertas dobles se cerraran anunciando que había perdido.
Ese definitivamente no había sido su día. Porque no podía ser solo mala suerte el que el despertador no sonara en la mañana, acarreando que llegara con 20 minutos de retraso a la clase de Kakashi-sensei; tampoco que justamente ese día su vago profesor decidiera aparecerse a la hora correcta y no después de una hora; y mucho menos el que justo al llegar a principio de la cola del almuerzo se acabara el ramen, con lo que se tuvo que conformar con una manzana y agua mineral. Había sido el almuerzo más triste de toda su vida universitaria y ni siquiera el comentario sobre lo saludable que era, dicho por Sakura, le levanto el ánimo.
En conclusión, el mundo le odiaba.
Camino lentamente de regreso a la salida, arrastrando los pies con desgano. Consulto la hora en el celular, dándose cuenta de lo tarde que era. El viaje en taxi sí que dejaría su billetera en una horrible crisis financiera de la cual no saldría hasta que recibiera su paga, del trabajo a medio tiempo que tenia, a fin de mes.
Distraído como solo podía ser él, termino chocando con alguien a la salida del subterráneo. El golpe no fue muy fuerte, pero logro sacarlo de balance. Y casi habría terminado en el suelo si la otra persona no le hubiera sostenido del brazo.
–Ugh… –soltó un leve quejido por la fuerza del agarre.
–Ten más cuidado, niño –las palabras, obviamente dirigido a él, fueron pronunciadas con tono de molestia y superioridad que no le gusto para nada.
–No soy ningún niño, imb-… –iba a contestarle unas cuantas cosas no muy agradables a ese extraño que se creía mucho, cuando noto con quien había chocado.
Se quedo paralizado de la impresión, sin poder emitir ninguna palabra más, tratando de que su cerebro procesara el hecho de que el mundo no era tan grande y vasto como le habían enseñado en la escuela primaria. Porque de los 377.835 km² que poseía Japón de extensión, era imposible que justamente se encontrara con su primer amor, con el cual termino-abandono luego de una serie de circunstancias que no tenía sentido recordar en ese momento, al chocar con alguien en medio de la calle.
Porque definitivamente el haberse encontrado, luego de tantos años, con Uchiha Sasuke, sin ninguna persona de confianza cerca que pudiera fungir como testigo de un posible intento de asesinato contra su persona y de la que tuviera la constancia que no aceptara sobornos de ningún tipo por su silencio, no era nada bueno.
Solo habían pasado segundo desde su repentino mutismo, cuando logro sobreponerse a la fuerte impresión. Se soltó del agarre del otro –por que aun no lo hacía– y desvió la mirada rápidamente, evitando cualquier contacto visual.
–Lo lamento… –inclino un poco la cabeza, para luego emprender una huida que habría sido perfecta de no haber oído lo dicho por la otra persona.
–Sigues siendo un dobe, Naruto.
Estuvo tentado a voltear, pero no lo hizo. Simplemente abrió la puerta de uno de los muchos taxis estacionados al lado de la acera, se subió y cerró la puerta rápidamente al mismo tiempo que le decía el lugar de destino al conductor.
Se paso las manos por el rostro, tratando de normalizar su respiración y los latidos frenéticos de su corazón. Tomo de nuevo su celular, pero estaba vez no tenía ningún interés en la hora. Abrió muchas carpetas dentro de otras carpetas, buscando un archivo en especial. Algo que a pesar de los años y la estupidez que sabía que cometía al guardarlo, no había podido borrarlo. Presiono aceptar cuando le encontró y en la pantalla táctil de su móvil apareció una simple fotografía.
Se vio a sí mismo con 15 años, su cabello rubio igual de alborotado como siempre, sus ojos azules y su gran sonrisa mostraban lo alegre que se encontraba. Vestía el uniforme de la escuela media, o lo que se suponía que debía ser, puesto que no llevaba la chaqueta y la camisa la tenía remangada hasta los codos. Sonrió ante las memorias que esa imagen suya traía a su mente, todos los buenos momentos que había pasado en el colegio junto a sus amigos eran algo que valoraba mucho.
La sonrisa no le duro mucho al volver a ver a la persona quien en la fotografía abrazaba por la espalda. Otro chico, un poco mayor que él, de cabellos oscuros y mirada carbón, sonreía a la cámara de forma altiva, aumentando con ese gesto lo atractivo que era. El Uchiha Sasuke de 17 años, le devolvía al presente al recordarle la razón de porque estaba observando esa imagen.
–Y tú sigues siendo el mismo teme de siempre.
Cerró todas las carpetas abiertas, regresando a la pantalla inicial. Desvió la mirada hacia la ventana, tratando de distraerse un poco y olvidar todo lo acontecido ese día, en especial el encuentro de hace unos minutos. El vibrar del su celular le hizo regresar su vista a aparato, comprobando la llegada de un nuevo mensaje de texto.
"No estamos en casa, espero que tengas tus llaves"
Al parecer sus padres habían salido. No habría ningún problema con eso de no haberse olvidado las benditas llaves en el casillero de la universidad.
Como había dicho, el mundo lo odiaba.
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Se acomodo los lentes de lectura, sin apartar ni un segundo su oscura mirada de los papeles del balance de gastos pronosticado para ese mes. Sí, su mirada estaba fija en los números escritos en esos papeles, pero su mente estaba en otra cosa. En otra persona, especialmente.
Dejo de lado las hojas –era inútil seguir con esto si llevaba casi una hora completa en la misma página, sin avanzar nada–, concentrándose en la imagen que había en la pantalla de su portátil. Él, de 17 años siendo abrazado por la espalda, por un rubio de 15. La única fotografía que conservaba del tiempo que curso el instituto medio. La única foto que se había negado a borrar.
– ¿Porque a pesar de todo lo que paso, aun no logro olvidarte, Naruto…?
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