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Sentimientos Mudos por Naoruki

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Notas del fanfic:

Este fue el primer jmusic que subí a la página, ahora lo traigo mejorado y con nuevos capítulos

PS Company © derechos reservados.

Notas del capitulo:

Primer cap de la primera parte, el más largo.

Sentimientos Mudos

Pledge 1.0

Me gustaría pensar que la toma de mis decisiones es en base a un sacrificio, pero todos los involucrados sabemos que sólo se llama responsabilidad. Aunque lloremos, nos arrepintamos y maldigamos ese día no podemos cambiar lo que pasó.

Me duele, el corazón se me rasga en jiras rojizas.

Sólo amémonos una noche más antes del fin, hundámonos en nuestra fantasía y olvidémonos del alrededor. Reclamemos lo que es nuestro, dejémonos fluir y gritemos todo lo que sentimos por el otro.

Porque mañana nuestros te amo se marchitarán hasta perder la voz.

xσɤxσɤx

De pura casualidad el mayor logró pasarle el seguro a la puerta al entrar, ya que apenas habían cruzado la entrada del departamento todo el autocontrol con el que habían encadenado sus ansias desde hace ya tanto, todas las máscaras, las apariencias, el falso escepticismo, el simple compañerismo, todo, todo se vino abajo cuando fue empujado de cara contra la puerta por un cuerpo más alto y delgado, caliente y deseoso, tumbándole las llaves con las que apenas y llegó a asegurar el cerrojo de su morada, y con ellas también cayó la facha de líder responsable, imparcial y preocupado que todos debían admirar.

Sólo en la oscuridad de esas discretas y silenciosas cuatro paredes dejaba en libertad todo lo que el otro le provocaba con su calor, con sus toques, con sus labios, su voz, su aliento, con su mirada, con su simple presencia.

— Aah… ¡Shou! —gimió alto a causa de la mordida en la nuca que recibió del castaño a sus espaldas, quien subió una mano hasta el cuello de su camisa y deslizó la tela hacia un costado para dejar al descubierto parte de la blanca piel de su hombro y devorarla. Esa misma mano pasó a tomarse la tarea de sacar cada botón de su ojal mientras pegaba más sus caderas al mayor, sacándolos uno a uno a tientas, y los que no se dejaban sencillamente los arrancó de sus hilos sin paciencia alguna— ¡Mi camisa nuev- mhn! —su rostro fue ladeado hacia atrás con desesperación para ser besado con el mismo sentimiento. Esos dedos fríos se pasearon por su torso ya descubierto, atrapando entre índice y pulgar su pezón derecho, frotándolo con suavidad— Humm… —un gemido cálido logró deslizarse de su boca para perderse en la cavidad del otro.

Nao se volteó por completo para quedar de frente al vocalista y enganchar un brazo a su cuello mientras con la mano libre bajó el cierre de la chaqueta del otro; cuando ésta ya no presentaba molestia le sacó la camisa por la cabeza, desordenando sus lisas hebras. Con el delgado torso del menor totalmente expuesto delineó cada relieve muscular con sus dedos, acariciando casualmente esos rosados pezones con la punta de sus pulgares hasta que logró endurecerlos.

— Mm, Nao… —la tentación fue demasiada y terminó besando desde el centro del pecho de Shou, ascendiendo camino por su clavícula, cuello, su nuez, la parte baja de su mandíbula, su hermosa barbilla y esos deliciosos y mojados labios que lo esperaban entreabiertos, adentrando su lengua de primera como la fiel compañera de la del vocal.

Aún sujeto al cuello de Shou se apoyó en puntas para quedar al nivel de su rostro y dedicarle todo a ese beso, desabrochando mientras tanto los pantalones de cada uno con su mano libre; el suyo cayó de inmediato hasta los tobillos pero el de Shou daba batalla. Se separó del más alto para sacarse el calzado y liberarse del pantalón, dándole espacio para que le imitara; ya sólo en ropa interior volvieron a pegar sus cuerpos en un fallido intento de fundirse y ser uno mismo, mas debieron conformarse con aquella adictiva fricción y respirar el aliento del otro.

— Kohara… mhmm, ¡ahh! —el castaño lo había tomado de un muslo, pegándolo a él con fuerza para frotarse.

Nao fue débil a ese juego así que sujetándose de los hombros de Shou subió la otra pierna y se enroscó alrededor de la cintura del cantante, haciendo que éste perdiera por segundos el equilibrio pero no las ganas y el deseo. Sosteniéndolo bien Shou se encaminó a la recámara del mayor, la que muy bien conocía, y abrió la puerta a tientas ya que el pelinegro con un extravagante mechón dorado se negaba a soltar sus labios. Al entrar dejó al baterista de pie en el piso; éste le tomó una mano, la acercó a su rostro y le besó los nudillos. En respuesta Shou le acarició la mejilla y le besó el pelo.

— Te quiero, Nao. —le dejó en claro al besarle ahora entre sus cejas.

— Sabes que te correspondo. —se abrazó al delgado cuerpo de Shou, sintiendo sus alocados latidos— Te quiero mucho, y más que eso, te amo. —

— Sí. —dijo melancólico.

Nao cerró los ojos suspirando, apretando los labios para callar. No quería pelear, no en ese momento.

Se hincó despacio frente a Shou a medida que acariciaba todo su cuerpo, haciéndolo jadear de gusto. Cuando tuvo las manos en su cintura metió los pulgares bajo el elástico del boxer, bajándolo hasta dejar libre su miembro en proceso de despertar. Ya sin prendas molestas acarició los muslos y las caderas del vocalista, acompañando su tacto con suaves besos en la ingle que volvían loco al menor. Éste empezó a acariciarle la cabeza a su líder, de vez en cuando dando leves empujoncitos ansiosos contra su pelvis; Nao supo que ya lo había hecho esperar demasiado, además de que él mismo necesitaba también con urgencia algo más que sólo roces y besos.

“Quiero tenerte toda la noche sólo para mi”.

Sacó la punta de la lengua para empezar a recorrer desde la base todo el tronco del miembro de Shou, acompañándolo en veces con leves succiones que le hacían perder la razón al menor. Todo de Nao lo volvía loco.

— Mhg… —gimió ahogado cuando Shou empujó hasta meterse en su cavidad, casi encontrando su garganta.

— Aah… sí... —el castaño acompañó los movimientos de Nao con leves vaivenes de cadera, estremeciéndose al notar cuánto se preocupaba el otro en usar sus labios, su lengua y sus dientes como mejor sabía.

Shou disfrutaba con los ojos cerrados las mil y una sensaciones que le acalambraban cada nervio, expresando su gozo en una gala de gemidos de diferentes tonalidades. Nao se encantaba con la voz del castaño metamorfizada en placer y usó una de sus manos para bajar lo suficientes sus boxers y así complacerse a sí mismo. Luego de un rato en el que ambos ya casi alcanzaban el límite Shou dejó de moverse, haciendo que con este acto Nao también se detuviera y le observara desde abajo. El castaño le retiró el fleco para ver mejor su lindo rostro y sonriéndole lo tomó del mentón y le hizo hacer la cabeza hacia atrás para retirarse de su boca.

— Ven aquí. —Nao terminó de desvestirse por completo e hizo caso al menor, que al tenerlo de frente le miró con ojos brillantes y acarició sus labios con el pulgar antes de plantarle un suave beso. Lo dirigió a la cama dejando que el moreno cayera primero y él después sin dejar que todo su peso lo aplastara, sólo lo suficiente como para que esa cercanía sofocante fuera agradable y placentera.

Sin perder tiempo empezaron a tocarse el uno al otro como si fuera la primera vez. Sus pieles al rozarse quemaban, reconociendo el tacto de sus dueños.

Shou besó todo a su alcance, todo lo disponible ante sus labios, besos ardiendo en amor que hacían retorcer al batero. Nao enterró los dedos en la cabellera del vocalista buscando expresar esas ansias, ese gusto que le recorría entero y le hacía sentir tan bien, dejando salir de sus labios la más clara muestra de placer en su dulce voz. La cabeza del menor se perdía camino abajo dejando rastros a su paso, marcas que delataban su fuerte sentido de la propiedad; besando el vientre plano y liso del moreno posó sus manos en cada muslo, acariciándolos y ejerciéndoles una débil presión para abrirlos y hacerse paso a lo que buscaba. Su mejilla acarició un par de veces el duro miembro de Nao y al terminar de juguetear y sacarle quejas depositó un beso en su glande expuesto para luego hundir su cabeza más abajo, adentrando sin aviso su lengua en la entrada del mayor lo más profundo que podía llegar.

— ¡Aah! —el baterista se sintió venir en ese instante pero se hizo de hierro para resistir; Shou notó esto por la tensión en su cuerpo y la presión que ejercieron la piernas y manos de Nao en su cabeza— Ko… hara, ¡uhm! —se le notaba lo difícil que se le hacía resistir y jalaba el cabello del otro para que de una vez por todas le hiciera sentir el éxtasis real, el amor hecho sexo.

El menor dejó de embestir con su lengua, incorporándose igual de deseoso que su pareja. Le miró a los ojos con brillo, enroscó las piernas del baterista en su cintura y apuntó a su entrada para abrirse espacio sin mayor preparación más que un poco de saliva, y por supuesto que dolió. Hace un tiempo que no estaban así de unidos, sin embargo no perderían más tiempo del que se les había escapado de las manos. Por la intromisión incómoda y dolorosa Nao se incorporó aferrándose a hombros y espalda del más alto, arañándolo. Respiró fuerte y buscó una mejor posición sobre el regazo de Shou para empezar a moverse.

Apretado, era lo que sentía Shou. El moreno se lo tragaba dolorosamente, como si quisiera absorberlo y no dejarlo ir.

— Va-vamos, ¿qué esperas? No pensarás aah… que lo haga todo yo. —y así el vocal se abrazó a su cintura para acompañarle en las suaves penetraciones, juntos, sin un centímetro de separación, sintiendo la respiración, el sudor y el calor del otro en su propia piel.

En este momento eran uno solo más que nunca; una sola voz, un solo pensamiento, un solo sentir, un solo cuerpo que era llenado por un alma.

Siguiendo los movimientos contrarios a los de Shou el baterista empujaba sus caderas hacia abajo para sentir como el castaño llegaba a lo más profundo, tocando el punto exacto para nublarle la razón y hacerle gritar. El menor se escondió en el cuello de Nao para llenarle de besos y mordeduras, descargando en pequeñas proporciones el placer que lo estaba enloqueciendo.

No hubo tiempo de descanso, sus cuerpos iban y venían en una misma sincronía. Nao cayó de espaldas al colchón con el vocal abrazado a él sin detener las ahora fuertes embestidas.

— ¡Mhg! —Shou se mordía los labios hasta empezar a hacerse daño. Cuando Nao se estrechó en algún momento su consciencia se perdió en el aire, deshaciéndose en jadeos y gemidos que alcanzaban los del mayor— ¡Aah! Ah… ¡Nao! —Nao le abría la piel de su espalda con las uñas y a veces le soltaba mordidas. Sus piernas se abrazaron más a él sin querer soltarlo, sin permitir que se separara ni un poco y su propio miembro sufría las deliciosas consecuencias, siendo frotado sin cuidado por ambos abdómenes.

— Shou… ¡aah! ¡Shou! —llevó las manos por sobre su cabeza, aguantándose a él y al más alto con ayuda del cabecero de la cama, arrancándole la pintura.

Sin detenerse levantó las piernas de Nao hasta subirlas a sus hombros y obtener mayor profundidad en su interior. Alcanzó los labios desesperados del baterista y los abrigó con los suyos, hundiendo la cabeza del moreno entre las almohadas. Al separarse volvió a buscar el hueco del cuello de Nao, haciendo las últimas penetraciones más lentas pero más intensas y profundas, empujando contra el cuerpo del otro.

— Ya estoy… umm… por te-terminar… —anunció con una voz desconocida.

— Sí… aah, dentro… dámelo todo. —gimió empezando a sentir ese agradable calor emanar de Shou directo a su interior. El castaño aún en medio de su eyaculación no dejó de golpear hasta hacer acabar también al baterista y así verle disfrutar de su orgasmo. Al terminar Nao bajó sus adoloridas piernas para que su amante se acomodara sobre él— Kohara… fue maravilloso. —reconoció mientras trabajaba por recuperar oxígeno, pero no recibió respuesta del otro más que su igualmente dificultosa respiración— ¿Kaza-chan? —

— … —

— ¿Shou-kun? —

— No quiero… —se dejó oír el vocal con voz aguada— No quiero dejarte ir, Nao. No es justo. —

— Kohara… —le hizo levantar el rostro y vio lo que se temía, una expresión dolida y asustada adornada en perlas saladas que corrían por sus mejillas con descaro— Mi amor, no sufras más pensando en ello. El llorón soy yo. —y tal como dijese sus ojos empezaron a imitar los del castaño para humedecerse con rapidez.

— ¡Te amo! ¡¿Por qué eso no es suficiente para nosotros?! ¡¿Por qué no es suficiente para el jodido mundo?! —no podía contenerse ya. Por más que le volvieran a explicar una y otra vez no podía comprenderlo— ¿Por qué no fue suficiente para él? —

— Cariño… —Nao sabía cuánta razón llevaba Shou pero si le daba por su lado definitivamente no se iban a soltar nunca. Dolía demasiado el solo pensamiento de que la mejor opción para ellos era sufrir— Entiende que… —le dolía tanto decirlo— Esto se tiene que acabar. —cerró los ojos con fuerza sin querer ver al castaño y así no verse reflejado en sus ojos lastimados. Shou se abrazó a él como un niño negándose a la realidad, sufriendo los espasmos de su llanto. Al mayor le dolía en igual intensidad y sólo se aferraba a él, confortándose, tratando de ser fuerte por los dos— Te amo. —

— Yo también, más que nada. —Shou detuvo sus lágrimas y se separó de Nao, le miró desde arriba y le acarició desde el cabello, sus párpados cerrados, su nariz y boca hasta el cuello, dejando descansar luego su mano sobre la tibia mejilla del líder— Y te voy a amar toda la noche. —habiendo escuchado esto el baterista abrió los ojos sólo para verse siendo devorado por su vocal.

— Ámame… hasta desfallecer. —

Sólo lloré por dentro
Sólo quisiera poder olvidar.

Con palabras hechas amargura no se detuvieron una sola vez para sentirse al máximo, grabándose cada detalle, cada gesto y expresión, sabor y olor. Experimentando todo lo que pudiesen ocasionar en el otro; todo lo que su físico pudiese soportar, todo lo que su necesidad por el otro les daba.

El miedo de perder y olvidar.

Extendiendo el momento. Una noche silenciosa y solitaria, amiga. La última vez en la que sus sentimientos llegarían a tal nivel y le serían trasmitidos y demostrados al otro.

La noche que arrastra palabras muertas en vida, llenas de cariño y verdad.

Congelando el momento, queriendo desaparecer, fundirse con la nada.

Pero eso ya en mi es imposible porque te amo
Con todo mi ser.

Memorias impresas a fuego lento, entre lujuria y pasión.

La sensación de vaciarse y desvanecerse en el contrario, ser todo lo esencial para él. Su única necesidad para vivir. Pero el tiempo se hacía enemigo, lo sabían. Con todo el dolor de su ser, como si les pudriera.

Esa sería la última vez.

Eres parte de mi cuerpo y alma
No puedo dejar de pensarte.

xσɤxσɤx

La oscuridad ocupaba todo el cielo perdiendo rastro alguno de luz. En la cama Nao permanecía sentado con la espalda apoyada en el respaldo de madera, teniendo a Shou con la cabeza recostada en sus piernas y bien abrigados con el enorme edredón. El televisor estaba encendido con el único propósito de iluminar la habitación, haciendo danzar sus sombras en las paredes; de un rato a otro el castaño se revolvió un poco y siguió descansando sobre Nao.

El menor parecía muy centrado en la pantalla pero realmente se estaba quedando profundamente dormido; decir que se sentía cansado era quedarse corto, sumado a las caricias somníferas que Nao le daba. Pero cuando sus párpados iban a cerrarse definitivamente y su cerebro disminuir sus funciones motoras un contacto en su mejilla lo despertó de golpe, tanto así que experimentó la típica sensación de que flotaba e iba a caer; el contacto se repitió, logrando notar esta vez lo tibia y húmeda que era, corriendo por su rostro. Recogió las gotas con sus dedos, mirando esas intrusas con duda… fue entonces cuando se giró abruptamente, encontrándose con un Nao tratando de contener el mar de lágrimas que bañaban su rostro por entero.

— Naoyuki… —aún cuando el mayor se dio por descubierto no desistió en tratar de tragarse todo lo que brotaba de sus ojos y todo lo que trepaba por su garganta. Su entrecejo estaba fruncido, sus ojos irritados y la línea de su nariz y mejillas en un tono rosa vibrante. Un gemido de dolor logró su cometido y se convirtió en un sonido libre entre el viento. Con esto Shou sentía partirse en pedazos pequeños difíciles de rejuntar— Nao… no... —verlo así era la muerte misma.

— Lo s-siento… pero n-no puedo evi-evitarlo. —la voz le salía en apenas un agudo chillido complicado de entender. Shou le limpió la cara pero resultaba inútil; nuevas lágrimas reemplazaban las anteriores por lo que no le quedó de otra que permitir que desahogara parte de su malestar.

— Tranquilo. —lo atrajo hacia sí para que llorara en su hombro, el moreno no se hizo el difícil y se abrazó a ese hermoso cuerpo. Shou sintió un frío en su pecho, tocó y vio que se trataba del collar que le dio a Nao hace unas semanas, esa cadena de plata que llevaba enlazada una brillante llave de hierro.

Si supieras como estoy repleto de rosas y recuerdos de
Ti aún en mi corazón
El colgante que te di aún lo tengo para mi sueño y duermo
Con él aún.

Nao se percató de ello y separándose llevó las manos a su nuca en un intento de quitarse el collar y devolvérselo a su dueño.

— No, no lo hagas. —le detuvo— Es tuyo, quédatelo. —Nao vaciló pero finalmente decidió hacer caso y conservar ese pequeño y punzante recuerdo de que alguna vez pudo estar al cien por ciento con Shou.

— Te amo. —dijo el moreno dejando que su frente cayera en el pecho del menor.

— Te amo igual. —abrazó el pequeño cuerpo del más bajo, que ante su toque hizo más fuerte el contacto pero aún así no era suficiente. Posando su mejilla sobre la de Nao, arrastrando sus lágrimas, buscó los labios ajenos y los besó como nunca tratando de aliviar ese detestable grumo oscuro que se formaba en su pecho y no lo dejaba respirar. Nao se separó jadeando, acariciando con sus pequeñas manos las mejillas del menor mojadas con su propio llanto, luego besando cada una de ellas se acostó a lo largo quedando entre la cama y Shou, extendiendo los brazos y mirándole a los ojos. El vocal entendió enseguida lo que su amor necesitaba y así, con la agonía filtrándose por todos los poros de sus cuerpos, bajo las sábanas volvió a hacer suyo a Nao.

Pidiendo que con la noche eterna nunca llegara el amanecer.

La ansiedad por mañana no puede expresarse
Sólo espero que la verdad
Sobre nosotros no desaparezca en nuestros corazones.

xσɤxσɤx

Apenas y dejaba de ser madrugada cuando el pelinegro bicolor abrió los ojos como si no hubiese estado durmiendo sino simplemente esperando a que su sistema estuviera disponible para levantarse. Se incorporó despacio, alcanzando la mesita de noche para desactivar la alarma de su celular y así no molestar innecesariamente a su amante. Con los codos en cada rodilla se restregó el rostro con pereza; estiró una pierna para enganchar con el pie su ropa interior y colocársela, salió de la habitación en silencio y se metió al baño.

No tuvo ganas de prender la luz ya que se volvería una molesta claridad dentro de ese cuarto completamente blanco, así que se conformó con la escasa iluminación de la mañana. Se lavó los dientes y acomodó el cepillo extra que siempre usaba Shou cuando se quedaba toda la noche con él. Se sacó la única prenda que llevaba para bañarse, notando las manchitas en ella cuando la dejó en el cesto de ropa sucia. Se vio a sí mismo y estaba empapado en semen, incluso en algunas partes se notaba consistente y aún no había secado.

— Coño, Shou, me ensuciaste todo. —corrió la cortina de baño y le dio paso al agua tibia, relajándose al momento de sentir esas gotitas golpear en su cuerpo. Alzó el rostro para mojarlo junto a su cabello que se pegó a su piel apenas hizo contacto con la humedad. Gimió suave ante el alivio superficial que empezaba a sentir, mas rápidamente los gemidos comenzaron a ser sollozos y el agua se tornó salada.

Se llevó las manos a la cara, sin embargo esto no evitaba todo el rencor y la tristeza que salía por sus ojos. Se enjabonó sin ganas dentro de un llanto moderado y cuando se sintió lo suficientemente calmado como para no volver a desmoronarse cerró la llave, se secó y se ajustó una toalla. Volvió a la habitación principal sin notar algún cambio en la postura del vocal; éste siempre fue de un sueño bastante pesado. Con calma rebuscó en su closet hasta formar un conjunto de ropa cualquiera, se vistió, se acercó a la cama para besar la frente de su vocalista envuelto distraídamente entre las frazadas y salió sigiloso rumbo a la cocina. Quiso preparar un desayuno ligero pero el hambre le era negada por un gran hueco en su estómago y un apretado cierre en su garganta. Abrió la nevera al menos esperando que su cuerpo aceptara un sorbo de agua pero sus ojos se toparon con una botella al fondo, medio escondida, su mejor compañera. Sacó con cuidado aquella botella de sake junto a un pequeño vaso y lo llenó a la mitad.

“Es tu deber ayudarme un poco en esto” le inquirió mentalmente al líquido transparente.

— No creo que ese sea el desayuno más adecuado. —aunque fue una sorpresa escuchar a Shou a sus espaldas, modorro y con cierto tono de reproche, no paró hasta acabarse el vaso, luego guardó todo en su lugar nuevamente— Nao… —

— Es mejor que vayas a casa a asearte, apestas. —habló sin girarse, sosteniendo con fuerza la puerta de la nevera.

— ¡Nao! —

— Shou, es lo mejor. —sonó firme, pero ese temple se fue aguando— En serio, ya basta. —

— ¡No, Nao! ¡¿Por qué?! Dime… —de dos zancadas llegó a donde estaba parado el baterista y lo volteó por los hombros— ¡¿Por qué nosotros somos los que debemos pagar y sufrir cuando todo es su puta culpa?! —la rabia le hacía zarandear al más bajo con reproche, sin embargo el otro no hizo nada por eso. Entendía completamente al vocal, y también entendía cuál era su situación, su peso en todo aquello.

— Kohara, él… —

— ¡Él nada! ¡Él nos arruinó la vida! —

— ¡Pero yo fui quien lo empujó! ¡Lo sabes! —estalló ya sin un mínimo de control.

— Naoyuki… —

El nombrado escapó a la sala, llegando hasta la puerta de entrada; Shou lo siguió. El dueño del departamento tomó las llaves que la noche anterior dejó tiradas en el piso y quitó los seguros, abriéndola para que el vocal se fuera.

— Ve a casa. —ni se atrevía a mirarle— Quedamos en que nada más amaneciera te irías sin decir nada. —

— ¿Por qué nos sacrificas? —llegó a su posición y levantó su mentón. Ni le dejó responder, juntando sus bocas con desespero para separarse un segundo y luego profundizar el contacto, siendo correspondido con igual intensidad mientras a ambos se les escapaba el llanto. Al separarse Nao volvió la vista a sus pies.

— Es lo que debo hacer. —sabía que el castaño seguiría replicando. Tampoco era como si él estuviese contento con la situación— Por favor… vete ya. —rogó entrecortado, manteniendo la cabeza gacha— No hagas esto más difícil. No… no te hagas más daño… no me lo hagas más a mí. —abrió un poco más la puerta haciéndole llegar a Shou lo que quería. El más alto se limpió con rabia la humedad en su rostro y avanzó lentamente a través del umbral mientras Nao se encogía tras la puerta extendiendo la distancia entre ellos.

Estando ya del lado afuera se detuvo un momento dándole la espalda al mayor.

— No te olvides de todo lo que siento por ti, todo lo que nos hemos demostrado, todo lo real. Y a pesar de que no podamos tocarnos, que nuestros labios no se rocen, que no podamos envolvernos en el calor de una cama… ni aunque pasemos mil años sin confesarnos, jamás, jamás pienses que he dejado de amarte. —

Adiós, este es el final de nuestra relación
Sólo te pido
No olvides lo que una vez fui en tu corazón.

El baterista no levantó la mirada del piso, sólo encajó más sus dedos en la madera de la puerta, creando un amarre invisible para no salir corriendo tras Shou cuando escuchó el sonido de sus botas alejándose de él.

Porque si sólo hubiese insistido una vez más sabía que no iba a poder respirar de nuevo a menos que fuera del aliento del castaño tomado directamente de sus labios.

“No es lo que quiero hacer, pero sé que esto es lo que debo hacer”.

Con una lágrima te digo adiós
Y un dulce beso fue la despedida de nuestro lazo de amor.

Su cuerpo se resintió. Invadido por los espasmos incontrolables de su palpable sufrimiento no pudo con su equilibrio y cayó de espaldas, cerrando abruptamente la puerta del departamento con su peso, cuyo ruido ni se acercó a ser más potente que los gritos de su corazón.

“Shou…”.

Tan sólo quiero que sepas que yo siempre te amaré
Y en mis sueños seguirás por siempre.

Se dejó caer de costado al piso, apretando la mandíbula y sollozando entre dientes. Sus facciones contraídas, su ceño y barbilla fruncidos en señal de dolor e impotencia demarcando ese rostro hermoso que nunca desaparecerá de la mente de aquel hombre dueño de su corazón y su ser por entero.

— S-Shou… —mechones negros con leves tintes rubios se deslizaron tímidamente por la frente del baterista, acariciando su piel hasta cubrir su triste mirada— Shou… vuelve. —empezó a arañar sin cuidado el piso de cemento, lastimándose las uñas que aún mostraban un desgastado esmalte negro— ¡Kohara, regresa! ¡No! No… n-no me dejes… ¡Kohara! ¡Shou! —y el llanto volvió a surgir con más potencia, gritando hasta que sentía que la garganta le iba a sangrar.

Mientras lloro tu partida todo en mí se vuelve gris.

Se levantó hecho una furia, adoptando una mirada muy venenosa. Gritando, comenzó a tirar todo lo que sus manos lograran alcanzar, estrellando vidrio y porcelana contras las paredes, rompiendo el teléfono y la mesita donde éste se hallaba, destrozando cuadros y fotografías. Cuando su ira remitió, respirando con dificultad arrastró su desdichada humanidad hacia su recámara, dejándose caer sobre la cama, estrujando las sábanas y llenándose del olor impregnado en su superficie; el olor a Kohara, su fragancia, su sudor, su esencia.

— Te quiero de vuelta. —empuñó las cobijas y las pegó a su rostro— Regresa y ámame. —

Continuamos con el deseo de seguir juntos
Mientras todo se vuelve gris.

Abrió los ojos con cansancio gracias a un incesante pitido, notando el tintineo de luz proveniente de su celular. No se había quedado dormido, sólo se desconectó de la sucia realidad por un par de minutos sin dejar de acariciar su collar, lo único que quiso conservar para no sentirse totalmente separado de Shou. Tomó el móvil y sin ganas revisó el nuevo mensaje de entrada.

-Ya está listo. Ven a recogerlo-

Apretó el indefenso aparato con ganas de destrozarlo.

Era su culpa.

“Shou tiene razón”.

Todo era su maldita culpa.

Pero ya no había lágrimas con las cuales culpar y juzgar, sólo… sólo debía hacer y continuar lo que él mismo ocasionó.

Quisiera poder amarte una vez más
Pero tú ya estás lejos de mí.

Se ocultó tras unas grandes gafas oscuras para que no le preguntaran si estaba bien sabiendo de antemano que lo estaba pasando peor que nadie, pero al menos así no les daría excusas; se alistó con lo necesario y bajó al estacionamiento a pedir un taxi con nulas ganas de conducir, pensando que al primer risco que hallara por allí se lanzaría.

— ¿A dónde le llevo, señor? —

— Al hospital central. —

El mundo pasaba tan rápido por la vista desde la ventana que todo parecía un enorme rompecabezas abstracto, sin inicio y sin final, que encajaba a la perfección.

— Llegamos. —le comunicó el taxista y sintió esas palabras como el mayor malestar que haya tenido.

— Gracias. —pagó, se bajó y obligó a sus piernas a moverse dentro de la blanca edificación. Se acercó a la recepción.

— Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? —preguntó la mujer con educación.

— Buenas… —“¿podrías asesinarme, por favor?”— Vengo por Takashi Sakamoto. Hoy le dieron el alta. —esperó a que la mujer confirmara a través del ordenador.

— Así es. Usted es… —

— Naoyuki Murai. —

— Muy bien. —la señorita rebuscó entre algunas carpetas hasta hallar la que necesitaba, sacando del sobre un par de papeles— Sólo debe firmar los papeles del alta y puede llevárselo. —con la mayor lentitud del mundo llenó los formularios y con ganas de lanzarse por cada ventana que veía llegó hasta aquella habitación donde estuvo el bajista de su banda durante esas agonizantes dos semanas.

Frente a la puerta cerrada se encontraba Okano-san esperándole, y unos cuantos asientos más allá Tora y Hiroto con claros indicios de somnolencia, a quienes apenas les dirigió un parco saludo con la mano.

Y sabía perfectamente por qué cierto vocalista no se hallaba ahí también. Pensó que era lo mejor.

— Murai-kun. —le llamó el manager cuando se enteró de su presencia— Él te espera dentro. —de Nao sólo obtuvo un seco asentimiento— Lo siento. —sabía por lo que pasaban tanto el baterista como el vocalista de Alice Nine, sin embargo no había nada que hacer por ellos cuando el mismo Nao fue quien tomó su decisión.

— Yo también. —con estas palabras tomó el pomo de la puerta y la abrió con cuidado, tratando de extender lo más posible lo que inevitablemente le esperaba.

Se cubrió con una mano. La luz del sol le pegó de frente, brillando con intensidad.

Justo como aquella mañana donde todo terminó, como asimismo todo volvió a empezar.

Sonrío con una noble mirada, ¿porque te fuiste así de mí?
Yo te anhelaba a mi lado por siempre.

— Nao… —

Notas finales:

No tardaré en actualizar.


See ya~


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