¿Recuerdas la vez que nos conocimos?
Fue hace mucho tiempo, yo, que siempre estuve observándote desde lejos, preguntándome como sería hablar contigo, fui el único que te notó cuando corriste hacia aquella ladera, con tu pequeña y linda cara llena de lagrimas.
Recuerdo haber ido tras de ti, con mi enorme pelota roja en los brazos, aquella que usaba en los espectáculos. Tú te encontrabas sentado sobre el césped, con tu espalda apoyada en aquel gran roble, las lágrimas bajaban raudas y gruesas por tus mejillas. No habías notado mi presencia, y aunque por un lado me entristecí, pero decidí usar eso a mi favor. Le di la vuelta al roble y me coloque detrás de él, hice leves ruidos a tu derecha, y cuando estuve seguro de que había captado tu atención, asome mi rostro, cubierto por mi mascara de payaso.
Me observaste fijamente, tus ojos brillaban con una mezcla que curiosidad y lagrimas, te mostré la pelota y te pregunte si te gustaría un truco, tú solo me respondiste con un asentimiento de cabeza.
Coloque mi pelota sobre el césped y con un pequeño salto, me posicione sobre ella. Empecé a caminar sobre ella, movimiento mis pies y al mismo haciendo que la pelota se moviera, podía escuchar tu leve risa mientras yo levantaba lentamente mi pierna izquierda, sin embargo, calcule mal y termine resbalando. Tú te levantaste, claramente preocupado por mi bienestar, por mas que repetí “estoy bien, estoy bien”, sin embargo, olvidaste tu preocupación y rompiste en carcajadas cuando la pelota cayó y reboto en mi cabeza.
Te acercaste a mí y te pusiste a mi altura.
- Soy Bill – dijiste con una hermosa sonrisa y tu mano extendida, esperando pacientemente a que la estrechara.
- Soy Tom, el payaso.
Han pasado… ¿siete años?
Hoy te encuentras entre la multitud, observando mi acto diario, siempre vienes, sin importar que estemos a 21 y hasta las tardes son frías. Una mano se coloca en tu hombro, ese hombro esta de nuevo a tu lado, ¿Quién es?, ¿Aquel con el que te obligaran a casarte?
Tu rostro esta triste, las personas a tu alrededor lo ignoran o fijen ignorarlo, todos están atentos a mí, el tonto, el payaso del pueblo. Puedo ver como empiezas a alejarte, siguiéndolo a él, no quiero verlo, así que me doy la vuelta.
Caigo al piso, algo a impacto contra mi rostro, una roca, la han lanzado los niños del público, pero no tiene importancia.
- Estoy bien, estoy bien – me levanto, puedo ver como no te haz movido de tu lugar -. Me ha dolido, fue solo un truco. – me acerco a un niño de la multitud, esta llorando, transformo esa sangre en rosas rojas y el niño ríe. Son rosas para ti.
Hoy he podido venir a ver tu acto, como siempre hago, como siempre haré, estas haciendo malabarismos con esas pelotas, no puedo evitar reír cuando algunas se te caen.
Pero mi felicidad no dura mucho, él ha llegado y me ha tomado por el hombro, David, cuanto lo odio.
Te he hablado de él ¿verdad?
Es el hombre con el que mis padres quieren casarme, quisiera no tener que hacerlo, pero yo todavía soy un niño y no puedo hacer nada. David empieza a decir que debemos irnos, que se hará tarde, y aun cuando no quiero, debo irme y dejar de ver tu acto.
No he dado ni dos pasos cuando escucho como algo cae, cuando me doy la vuelta, veo que eres tú, han sido unos niños, puedo escucharlo reír. Hay sangre goteando de tu frente, aun así te levantas.
- Estoy bien, estoy bien, no me ha dolido, fue solo un truco.
Sé que te duele, debe dolerte, pero aun así te acercas a aquel niño que llora en los brazos de su madre, transformas tu sangre en rosas, el niño ríe y tú sigues repitiendo “estoy bien”
¿Por qué siempre tienes que hacerte el fuerte, Tom?
Ahora estamos a 23 diciembre, he venido a verte, necesitaba verte.
- Detesto que me digas tantas mentiras – nos encontramos afuera de la carpa del circo, tú estas sobre unas cajas, en tu frente hay un parche . Levantas un dedo frente a mi cara, haciendo que mi vista se despegue del suelo y luego señalas tu sonrisa con tus dos manos.
- No soy capaz de mentirte, mi amor – no se si sonreíste al decirlo o no, pero creo fervientemente que sí -. Pero sabes que esa es mi especialidad.
Aquello lo dijiste en un murmullo, muy bajo, seguramente para que no pudiera escucharlo, pero lo hice. Al igual que tú, fingiré que todo esta bien. Me despedí, diciendo que vendría mañana, al último acto, el acto de Noche Buena. Lamentablemente, tendré que venir con David.
Cuando llega la noche del acto siento algo pesado en mi corazón, como si algo malo fuera a pasar, pero eso es imposible, porque eres tú el que va a estar haciendo los trucos y tú siempre eres precavido.
Me coloco en las primeras gradas junto a David, quiero que me veas y no quiero que nadie obstruya mi visión. Empiezas a subir las escaleras hacia la cuerda floja.
Así que harás el truco de cruzarla en el monociclo ¿eh? Me encanta ese truco, recuerdo que la primera vez que lo hiciste fue la primera vez que yo iba al circo.
Empiezas a cruzarla, todo el mundo esta expectante, yo también, ¿Qué se siente estar haya arriba? ¿Tienes miedo, Tom?
Seguramente no, haz hecho esto muchas veces…
¿Qué ocurre? ¿Por qué haz empezado a balancearte? ¿Le haz agregado eso al acto? ¿O acaso la cuerda no es tan resistente?
Se rompe… la cuerda se rompe y tu caes…
Veo todo en cámara lenta, nadie se mueve, nadie sabe que hacer, tu mascara sale por los aires y cuerpo impacta contra el piso.
- ¡TOOOMMM!