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NARUTO por nessichan

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Notas del fanfic:

 

OHAYO MINA! Bueno es que se preguntarán por qué nessi chan escribe una patética historia de horror en vez de actualizar sus demás fic… etto, bueno es que prometo actualizar hoy mis demás historias, pero como aquí en mi país se festeja el DÍA DE MUERTOS y  en estados unidos ya fue el HALLOWEN, decidí relatarles un terrorífico texto, pero muy dulce con mi pareja favorita de todos los tiempos


Notas del capitulo:

Solo hice esta historia como un dulce o truco, pero mírenlo como un reviewn o truco.

 

NARUTO

Él por si mismo únicamente.

Eternamente UNO y solo.

Platón.

Lo que yo experimentaba hacia mi amigo naruto, en hermoso y rubio doncel era un profundo pero muy singular afecto. Lo conocí hace muchos años atrás, durante nuestra infancia cuando nuestras vidas eran puras e inocentes. Debo admitir que desde nuestro primer encuentro, ardió un fuego que no había conocido jamás; pero este fuego no era el del fénix, y fue para mi espíritu un amargo tormento, el convencerme de que nunca podría definir su carácter insólito ni regular su variable intensidad. Sin embargo, nos agradamos, y el destino nos unió ante el altar. Nunca le hable de pasión, jamás soñé con el amor. Pero el huía de la sociedad y al unirse a mí, me hizo feliz. Asombrase es un placer… y ¿otro placer no es soñar?.

Naruto poseía una voz muy dulce, una actitud despreocupada, pero era un maestro en las artes ninjas. Como espero demostrar, aun que era muy alegre su saber estaba lejos de lo vulgar; el poder de su espíritu era gigantesco. Así lo admití, y en más de una ocasión fui discípulo suyo.

Sin embargo, pronto me di cuenta de que naruto, a causa quizá de haber estudiado con jiraya, amigo y compañero de mi antiguo kyoshi Orochimaru, colocaba ante mí un gran número  de escritos místicos que estaban generalmente como la base de la literatura ninja primitiva. Estos pergaminos, por razones que yo no podía sospechar, formaban su estudio favorito y constante; y si con el tiempo también lo fueron el mío, no hay que atribuir más que a la simple pero eficaz influencia del hábito y el ejemplo.

En todas estas cosas, mi razón, en verdad no influía para nada. O no me conozco bien, o mis convicciones no estaban basadas en ningún ideal; y nadie habría podido descubrir, a menos que yo esté totalmente equivocado, ni la menor sombra del misticismo de mis lecturas ni en mis actos ni en mis pensamientos.

Convencido de esto me deje llevar ciegamente por mi doncel, y me adentré con insensible corazón en el laberinto de sus estudios. Y entonces cuando, sumergiéndome en aquellas páginas malditas, sentía encenderse en mí un espíritu maligno, venia Naruto y colocaba su fina mano sobre la mía, y recogía de entre las cenizas de una filosofía muerta palabras graves y singulares que, por su extraño sentido, quedaban incrustadas en mi memoria.

Y yo entonces durante horas, me tumbaba, soñador, a su lado, y me envolvía en la música de su voz, hasta que esa melodía era alternada por el terror, la sombra caía sobre mi espíritu, me ponía pálido, y me estremecía interiormente con estos sonidos demasiado ultra terrenos. Y así el bien estar se transformaba de pronto en horror, y el ideal de lo bello en el ideal de lo espantoso.

Es inútil pretender establecer el carácter exacto de los problemas que se trataban en los pergaminos que a que me he referido, y que durante bastante tiempo fueron  casi el único tema de conversación entre naruto y yo. Los extraños sellos, y los inimaginables jutsus prohibidos eran los puntos de discusión que ofrecían más atractivos al imaginativo naruto.

Creo que uno de esos muchos pergaminos, que mi rubia adoración leía, se establecía que la identidad de cada persona está formada por una esencia pensante, dotada de razón  y siempre acompañada de el pensamiento, en fin es la conciencia quien nos proporciona lo que llamamos nuestro propio yo, distinguiéndonos así de los demás seres pensantes y dándonos nuestra identidad personal. Pero dicha identidad que se pierde o no para siempre al momento de morir, fue para mí un eterno problema del más profundo interés, no sólo por la naturaleza inquietante y confusa de sus consecuencias, sino también por la forma extraña y agitada como Naruto hablaba sobre ello.

Pero, en verdad, había llegado una época en que el misterio de la naturaleza de mi esposo me oprimía como un hechizo. Yo no podía soportar el roce de sus pálidos dedos, ni el timbre profundo de sus palabras musicales, ni el brillo de sus melancólicos ojos azules. El sabia todo esto, pero no me lo reprochaba; parecía tener conciencia de mi debilidad o de mi locura y, sin dejar de sonreír. Lo llamaba destino.

Parecía también saber la causa para mi desconocida, de la alteración gradual de mi afecto; pero no me daba ninguna explicación ni hacia la menor referencia a la naturaleza de esta causa. Sin embargo. Naruto no era más que un hermoso hombre que palidecía día con día. Con el tiempo, apareció una mancha purpura en su mejilla, y se hincharon las venas azules de su pálida frente.

A veces, me causaba piedad, pero un momento después, me topaba con el brillo de sus ojos cargados de pensamientos, y entonces mi alma se sentía enferma, y sentía el vértigo del que hunde su mirada en un abismo lúgubre y misterioso.

¿Me atreveré a decir que deseaba intensa y ardientemente la muerte de Naruto? Así era; pero su frágil espíritu se aferró con desesperación a su cuerpo durante largos días, largas semanas y largos y fastidiosos meses, tanto que, por fin, mis nervios torturados lograron la victoria sobre mi corazón; y me enfurecí a causa de este retraso, y maldije diabólicamente los días, y las horas, y los minutos amargos, que parecían alargarse y alargarse sin parar, a medida que su noble vida desaparecía como las sombras en la agonía del día.

Pero una tarde de otoño, Naruto me llamó a la cabecera de su cama.

-Sasuke…aquí está el día de los días- dijo con sus suaves labios- el más hermoso de todos, para vivir o para morir. Es un hermoso día para los hijos de la tierra y de la vida. ¡Pero es más hermoso para los hijos del cielo y de la muerte¡

Besé su frente y continuó:

-voy a vivir; sin embargo viviré.

-¡NARUTO¡.

-no ha habido días de amor para mí, pero aquel al que odiaste en vida adoraras en muerte.

-¡NARUTO¡ deja de…

-te repito que voy a morir. Pero hay en mí una prueba del afecto.. ¡ah, qué afecto más pequeño¡… que sentiste por mí, por Naruto. Y cuando vuelve mi espíritu, vivirá el niño, tu hijo y de Naruto. Pero tus días serán de tristeza, de esa tristeza que es la más duradera; pues ya han transcurrido las horas de tu felicidad, y la alegría no se recoge dos veces en la misma vida, como tampoco las rosas. No volverás a jugar con el tiempo, el mirto y la vida te serán desconocidos, y por toda la tierra llevaras contigo este calvario.

-¡NARUTO¡ ¿Cómo sabes eso?- le grite.

Pero ella volteó la carda hacia la almohada; un ligero estremecimiento recorrió sus miembros, murió, y nunca más volví a oír su voz.

Sin embargo, como había predicho, su bebe, al que dio a luz al morir, y que no respiró hasta que su padre progenitor dejo de alentar, una niña, vivió. Y creció tan rápidamente su tamaño e inteligencia, y se hizo exactamente igual a aquel que se había ido; y yo la quise con un fervor que no creo ser capaz de sentir por ningún otro habitante de la tierra.

Pero antes de que pasara mucho tiempo, se ensombreció el cielo de ese puro afecto, y se desfilaron por él las nueves de la melancolía y de la angustia. He dicho que la niña creció extrañamente en tamaño e inteligencia. Extraño fue, en verdad, el rápido crecimiento de su naturaleza corporal, pero terribles fueron los tumultuosos pensamientos que me asaltaron mientras vigilaba el desarrollo de su mente.

¿Cómo podría ser de otro modo, cuando cada día descubría en los conceptos de la niña, la potencia adulta y las facultades de una mujer; cuando las lecciones de la experiencia brotaban de los labios de la infancia; cuando veía a cada instante brillar la sabiduría y las pasiones de la madurez en pensativos y grandes ojos azules?

Cuando todo esto hirió mis sentidos espantados, cuando me fue imposible engañarme por más tiempo, y mi horrorizada mente no pudo rechazar esta certeza, ¿Cómo sorprenderme de que unas sospechas de naturaleza terrible e inquietante se filtraran en mi espíritu, o que mis pensamientos se dirigieran hacia los extraños relatos y penetrantes teorías del difunto Naruto?.

Escondí de la curiosidad del mundo a aquel ser que el destino me ordenaba adorar, y que en el riguroso retiro del hogar, velé con mortal ansiedad todo lo que le ocurría a la criatura amada. Y mientras pasaban los años, y mientras día a día contemplaba su santo, dulce y elocuente rostro, y mientras estudiaba sus formas que iban madurando, descubría a diario más puntos de contacto entre la niña y su difunto padre, entre la melancólica y el muerto.

Y por momentos aumentaban estas sombras de semejanza, cada vez más densas, mejor definidas, más inquietantes y más espantosamente terribles en su aspecto. Pues yo no podía admitir que su sonrisa se pareciera a la sonrisa de su padre, pero este parecido era una identidad que me causaba escalofríos; podía soportar que sus ojos se parecieran demasiado a los de Naruto, pero también éstos penetraban con demasiada frecuencia en las profundidades de mi alma, con la extraña intensidad de los del propio Naruto.

Y en el contorno de su elevada frente, los mechones rubios de su sedosa cabellera y en los pálidos dedos que tenían la costumbre de hundirse en ésta, y sobre todo las frases y expresiones del el difunto dichas por los labios de la amada viva, encontraba alimento para mi idea horrible y devoradora, para un gusano que no quería morir.

Así pasaron 10 años de mi vida, y todavía seguía mi hija sin nombre en la tierra. ¨hija mía¨ y ¨cariño mío¨ es como yo la llamaba habitualmente, denominaciones dictadas por el afecto paternal y el severo aislamiento de su vida, que impedía toda relación. El nombre Naruto había muerto con él nunca había hablado a la niña de su padre y me era imposible hacerlo.

A la larga, sin embargo, empecé a pensar, en mi estado de enojo y agitación, consecuencia de los terrores de mi destino, en la ceremonia del bautismo de mi hija. Y en la pila bautismal dudé al escoger su nombre. Una multitud de nombres de sabiduría y belleza, tomados de los tiempos antiguos y modernos de mi país y de los países extranjeros, me vinieron a la imaginación, a la vez que otra multitud de cariñosos nombres de nobleza, de fidelidad y de bondad.

¿Qué fue entonces, lo que me inspiró para traer de mi mente el recuerdo del muerto enterrado? ¿Qué demonio me indujo a suspirar un nombre cuyo solo recuerdo hacía correr mi sangre a torrentes, de las sienes al corazón? ¿ Qué espíritu maligno habló desde el fondo de los abismos de mi alma, cuando, bajo aquellas tenebrosas bóvedas y en el silencio de la noche, susurré en el oído del santo sacerdote las silabas de NARUTO? ¿Qué ser, más que demonio, convulsionó los rasgos de mi hija y los cubrió con los tintes de la muerte, cuando, estremeciéndose al oír este nombre apenas perceptible, miró al cielo, y cayendo sobre las losas negras de nuestro panteón familiar, exclamó: ¨¡aquí estoy¡¨?

Estas simples palabras cayeron frías y tranquilamente en mis oídos; y desde allí, como plomo fundido, rodaron silbando hasta mi cerebro. Los años pueden pasar, pero el recuerdo de este momento… jamás. Perdí toda noción de tiempo y espacio, y las estrellas de mi destino desaparecieron del cielo, y desde entonces la tierra quedó en tinieblas para mí; y todas las figuras terrestres pasaron a mi lado como sombras vacilantes, y entre ellas sólo veía a un Naruto.

Los vientos del firmamento sólo suspiraron un único sonido en mis oídos, y el ruido del mar murmuraba sin parar Naruto. Pero el murió, y lo llevé a su tumba con mis propias manos, y reí con una amarga y larga carcajada, cuando, en el nicho donde deposité a la segunda criatura amada, no descubrí ningún rastro de la primera.

Notas finales:

dejenme un review onegai y felices fiestas !


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