Sonrió al oír el sonido del timbre. No era muy frecuente ese gesto en él, generalmente odiaba las visitas con toda su alma, pero la persona que iba a visitarlo ese día no era un don nadie, era la persona que le gustaba, el hombre al cual amaba sin que éste lo supiera, y por eso estaba feliz.
Además, tampoco era un día cualquiera. Era el día de su cumpleaños, y era ese el principal motivo de su felicidad.
Su amigo le había llamado en la mañana para felicitarlo, y para decirle que pasaría en la tarde a tomar el té con él, llevando consigo un pastel, un “pequeño” presente y una noticia, que “Seguramente le alegraría escuchar”, alegó con su característico júbilo.
Cuando el escritor, Usami Akihiko abrió la puerta, se encontró con una hermosa e infantil sonrisa, la cual era característica de su mejor amigo Takahashi Takahiro.
-Takahiro, buenas tardes. –Saludó con su siempre imperturbable sonrisa.-
-Usagi, hola, ¿Como estas? –Le saludó. Llevaba una caja mediana en sus brazos. Ésta no estaba envuelta y tenía un par de agujerillos a los lados, lo cual le pareció extraño. ¿Era su regalo?- Espero que no te moleste que venga con compañía –Dijo señalando a su espalda a una joven muy bonita, de cabello castaño y ondulado, con ojos cafés.-
-Hola –Saludó un tanto tímida.- Feliz cumpleaños, Usami-san.-Ella también llevaba una caja entre manos, posiblemente se trataba del pastel que Takahiro le había prometido.-
-Hola…-Dijo quedándose ausente un momento.-
-Ella es Kajiwara Manami. Te había hablado de ella antes ¿Verdad? –La presentó Takahiro.-
-Ah, si…-Respondió aún ausente. Cuando consiguió reaccionar, volvió a hablar- Ah, lo siento, pasen. –Dijo mientras les cedía el paso por la puerta.-
Se ubicaron en el living, Manami y Takahiro se sentaron en uno de los sofás, mientras Usagi se sentaba en el que se encontraba en frente de ellos.
Se sirvieron el té, comieron pastel y conversaron amenamente. Usami estaba mortalmente molesto por la presencia de la ‘intrusa’ pero se esforzó por no reflejarlo en su rostro. Pero luego recordó su conversación por teléfono con Takahiro y se atrevió a preguntar.
-Takahiro, antes me dijiste que querías darme una noticia. ¿De que se trata?
Él miró a la joven sentada a su lado, tomó su mano y le sonrió. Ella le devolvió el gesto, apretando con firmeza la mano de él. Cuando se giraron a él, Akihiko notó como Takahiro articulaba su respuesta, su mente se quedó en blanco y no comprendió, fue como si el volumen se hubiera reducido a cero. Sus labios se movían, pero ningún sonido salía de ellos.
¿Qué acababa de decir?
-¿Qué? –Dijo con tono desorientado-
-Que nosotros decidimos casarnos. –Repitió.-
El sonido de algo rompiéndose hizo eco en su interior. Pero como siempre, mostró esa sonrisa falsa que estaba más que acostumbrado a hacer.
-¡Oh! ¡Felicidades Takahiro! –Dijo con fingida euforia.- Por fin lo hiciste.
-Gracias Usagi, la verdad quería que fueras el primero en saberlo…
Y así se extendió la charla durante una hora más y llegó el momento de despedirse.
Cuando cerró la puerta, soltó un suspiro entrecortado. El pecho empezó a dolerle más aún, y le costaba respirar como si tuviera algo atravesado en él. Se dejó caer en uno de los sillones, aferrándose al oso de peluche gigante y empezando a derramar algunas amargas lágrimas.
Un sonido extraño se hizo presente. Al principio no le hizo caso, pero al sentir la persistencia de esos insólitos ‘gemidos’ se giró a ver de qué se trataba.
Descubrió que la caja con agujeros que Takahiro había llevado estaba en el suelo, abierta y su interior estaba vacío. Se quedó mirando extrañadísimo. ¿Qué significaba esto?
Sintió algo tibio y áspero deslizarse contra sus dedos. Sobresaltado, miró hacia abajo del sillón, descubriendo allí al origen de los ‘gemidos’.
-¡Meow!