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Más allá por PukitChan

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Notas del fanfic:

Je, je y más je. 

¡Estoy de vacaciones! 

La universidad me tiene muerta... pero puedo decir que oficialmente inicio mis vacaciones navideñas de aquí hasta inicios de febrero. ¡No puedo creerlo! XD Y para celebrar esto, me entró la nostalgia y decidí poner en práctica esta idea que venía volando en mi mente hace unas semanas, de regreso a mi casa. 

 

Bueno... aquí me tienen contando mi vida y soy una completa rarita desde hace años por aqui, jajajajajaja. "X" con mi vida.

¡Ya, hablaré del fanfic! 

No planeo muchos capítulos, y aunque me he logrado mantener escribiendo actualmente (No fanfics, otras ondas), creo que no prometería algo que no puedo cumplir. Por eso, este fic pequeño, sólo unos cuantos relatos en donde hundí a Shuichi y a Yuki...

...intrigas, pequeñas riñas, celos, reencuentros y sacrficios... cosas así. 

Gracias. 

Notas del capitulo:

¿Cuántro habrá cambiado esto de escribir...? 

Yuki y Shuichi... los amo locamente. 

 

Gravitation no me pertenece. Es obra de Maki Murakami. Sin fines de lucro. 

Más allá

 

Por:

PukitChan

 

Capítulo 1. Cuando cae la noche.

 

 

Inspiración… maldita inspiración que llegaba cuando en realidad se le daba su gana. No había manera de traerla cuando uno más le necesitaba. Y a medida que la fecha de entrega de su próximo manuscrito se acercaba, ésta menos aparecía. Por supuesto terminó azotando la laptop al cerrarla bruscamente y levantó sus gafas, sobándose los ojos dorados claramente irritado. Nunca, a lo largo de su carrera de escritor, a Yuki Eiri le había costado tanto trabajo escribir un maldito libro.

 

Las ideas habían sido eliminadas y las hojas estaban en blanco. Mandó mentalmente a la mierda a su editora por haberle reducido su tiempo de entrega este mes, únicamente porque a la editorial se le había ocurrido aprovechar las ventas exitosas de su libro anterior, para promocionar el siguiente. ¡Maldita sea, Mizuki! ¡No servía al hacer su trabajo!

 

De mala gana, tomó la caja de cigarrillos entre sus manos y colocó uno entre sus labios, encendiéndolo inmediatamente. La nicotina viajó por su exquisito paladar hasta colarse por su sistema, relajándole inmediatamente. Los músculos fuertes, antes tensos, ahora parecían experimentar un súbito placer de relajamiento. Inclusive ese atractivo y masculino rostro, perdición de muchas y muchos, parecía haber tenido un golpe de calma que le dejó sólo una grata sensación.

 

“El orgasmo de tu vida” pensó con diversión.  Sus ojos se abrieron, justo cuando su rostro estaba dirigido al techo, escuchando en realidad al silencio. Estaba atardeciendo, porque por su ventana, eran los colores anaranjados los que se estaban colando.  Observó su calendario, calculando el tiempo que le quedaba; necesitaría un milagro si seguía así, más… ¿qué no en muchas otras veces, ya lo había hecho? Era Yuki Eiri después de todo.

 

Se levantó repentinamente, arrojando sus lentes sobre el escritorio y tomando su abrigo. Las tardes-noches de estos días solían ser frías, y lo que menos quería era enfermar en momentos como estos. Decidió que entonces, si la inspiración no llegaba, él iría a tomarla por el cabello a dominarla y con eso en mente, salió de su departamento solitario.

 

Yuki vivía solo desde hacía muchos años, cuando decidió dejar las tradiciones de su familiar, renunciar al templo y formar su propio camino, decisión que por supuesto le había creado innumerables conflictos con su familia, pero de cual no se arrepentía. Y ahora, habiéndose ganado la vida como un famoso escritor de novelas románticas, tenía su destino hecho, porque nada, absolutamente nada le hacía falta.

 

Eso es lo que todo el mundo cree…

 

Al llegar a un parque cercano, Eiri se sentó en una banca cualquiera justo cuando la lámpara de un lado se encendía, alumbrado a la noche. La brisa fría nocturna movió esos cabellos dorados, mientras también se llevaba leves rastros de cenizas del cigarro. Sonrió para sí mismo. Ahora, ¿dónde estaba la dichosa dama inspiración?

 

 

“Donde estás ahora, ¿ves la luna que vimos juntos ese día?”

 

Eiri levantó la vista, bajando su cigarro. ¿Alguien se encontraba cantando en ese lugar y a esas horas? Movió levemente el rostro para mirar a su alrededor. La voz, que sin duda estaba entonado una melodía, le había llegado levemente distorsionada por el viento, pero aun así, pudo fácilmente comprobar que era una voz dulce. ¿Quizás de una mujer?

 

“…la luna vio mi vacío corazón…”

 

Esta vez, el escritor se recargó en la banca, dejando que su cigarro se consumiera por sí mismo y observó con más atención en la oscuridad de la noche. No parecía haber nada, hasta que una brisa más fuerte, casi violenta, golpeó su rostro obligándolo a cerrar los ojos. Para cuando consiguió volver a abrirlos, observó una silueta oscura dirigirse a pasos lentos hacía donde estaba él. 

 

Vista de lejos, era una sombra pequeña, esbelta, quizás hasta cierto punto femenina. Pero mientras más se iba acercando, mientras la voz se iba haciendo más clara, reconoció el acento masculino que llevaba, así como también un andar más fuerte que el que dejaban las mujeres. La pequeña sombra que venía cantando, era un chico, pequeño, pero un chico.

 

Yuki volvió a acomodarse en su posición normal, satisfecho de por fin haber resuelto aquel misterio, aunque su mirada se encontraba desviada hacia aquel camino, esperando que la luz por fin revelara al dueño de aquella voz y una vez más, su capricho estaba por ser cumplido.

 

La luz de la lámpara parpadeó como un simple fallo y Eiri por inercia la volteó a ver. Sólo había sido un apagón momentáneo, más cuando bajó la mirada, había algo nuevo en su campo de visión; un chico, el chico estaba ahí parado, mirando lo mismo que él; la lámpara.

 

—Jum… —exclamó el chico repentinamente,  sin apartar la vista de la luz. Yuki lo miró con atención, descubriendo unas facciones afeminadas en un rostro pequeño, que era cubierto por una cabellera rosada, complementada por unas pupilas amatistas, que parecían brillar sobrenaturalmente. Su cuerpo, efectivamente esbelto, era marcado por un pantalón negro y una sudadera de color turquesa, que parecía quedarle levemente grande, porque ocultaba sus manos, siendo apenas visibles sus dedos. No podía negarlo Eiri, era un chico lindo, pero…

 

—¿Qué hace un mocoso como tú a estas horas de la noche? ¿Se te perdió tu oso de peluche acaso? —preguntó Yuki con burla, llevando el poco cigarro que le quedaba sus labios.

 

Entonces se originó una reacción que no había esperado. El chico que tenía los dedos en la boca, lo volteó a ver sorprendido, realmente impresionado, porque sus ojos se abrieron a más no poder y retrocedió un paso al clavar sus ojos amatistas en las brillantes joyas doradas.

 

—¿Qué pasa mocoso? No estás viendo un fantasma, ¿sabes? —agregó Eiri en un gruñido, ofendido de alguna manera por su reacción: generalmente, todos se enloquecían al verlo y este mocoso… ese enano, ¿ponía cara de espantado?

—¡¿Por qué me estás viendo?! —gritó exaltado el de cabello rosa, adquiriendo una nueva posición, señalándolo con su dedo índice.

—¿Cómo que por qué idiota? ¡Estás parado frente a mí!

—¡No! —gritó—, ¡tú no puedes verme, tú no debes verme!

—¡No eres invisible, imbécil!

—¡Claro que sí!

—¿Haaa? ¿Quién te crees? Me importa poco si estás queriendo desaparecer, ahora estás aquí, estorbándome en la visión.

 

Yuki giró su rostro, aventando el cigarro y mirando hacia otro lado, sólo haciendo un ademan con su mano, indicándole al chico de rosados cabellos que le estaba estorbando en su visión. Pero el mocoso no se movía, únicamente había decidido quedarse parado frente a él como un árbol plantado, sin la intención de hacer algún movimiento. Eso le hizo arquear una ceja a Yuki, consiguiendo que su genio se alterara.

 

—¿Qué demonios quieres ahora? —gruñó el rubio. El otro chico tragó saliva, sonrojándose intensamente, mientras se acercaba él, estirando sus manos con toda la clara intensión de tocarlo.

—Pues yo…

—¡Shuichi!

 

 El aludido, que resultó ser el chico de cabellos rosas, giró su cabeza asustado, siendo imitando por los ojos de Eiri, quien también buscó al dueño de ese grito, aunque lo único que veía era oscuridad, pero parecía que Shuichi sí veía algo, pues mordió su labio totalmente indeciso.

 

—Está prohibido… —advirtió amenazante la voz que ante los ojos de Eiri, salía de la nada.

—¡Lo sé! —respondió en un grito.

—¿Con quién demonios hablas? —intervino Yuki, cansado. Shuichi lo miró con sus pupilas amatistas tristes, dando unos pasos hacia atrás, hasta chocar con el barandal que separaba el camino de las áreas verdes, suspirando antes de cerrar los ojos.

—No creo que me vuelvas a ver, ¿verdad? —dijo en voz alta, aunque sólo habla para sí mismo. Yuki, quien había estado perdiendo su paciencia, se incorporó de la banca, para caminar amenazante, dirigiendo una mano exactamente a los hombros del otro.

—¡Shuichi, con un demonio! —recriminó una vez más la voz desconocida.

 

El menor cerró sus ojos, justo cuando la mano y el calor corporal de Yuki estuvo demasiado cerca. Tembló, pero no se alejó… hasta que Eiri, queriendo tocar ese cuerpo, descubrió que su mano atravesaba a Shuichi, como si el pequeño cuerpo fuera sólo una imagen…

 

—¿Qué dem…?

—¡Shuichi!

 

La lámpara inmediatamente explotó. Tan rápido fue, que Yuki sólo cerró los ojos por acto reflejo, quedando todo a oscuras, aún con la mano que intentaba tomar un cuerpo que no existía. Para cuando sus ojos volvieron a abrirse, se descubrió dirigiendo su mano a la nada. No había ya nadie… aquella imagen de un chico de ojos amatistas y cabello rosa… ya no estaba. ¿O quizás nunca estuvo…?

Notas finales:

Hace poco, una chica me comentó que debería hacer un fanfic de una serie que le gusta mucho. Curiosamente, aunque ya me había dado cuenta de ello, sólo Gravitation me ha implantado tanto amor, que me hace escribir de ellos... es curioso. 


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