Por: Lawliet Hiwatari Takarai
Miércoles 21 de Diciembre de 2011. 23:43 horas
Su cuerpo se encontraba desparramado en la cama, una mano encima de su cabeza mientras la otra reposaba en su abdomen. Una pierna doblada hacia la derecha y la otra colgaba de la cama completamente destapada. Gran parte de su cabello ocultaba el rostro dejando al descubierto la boca que tenía entre abierta y de la cual se escuchaban unos graciosos sonidos parecidos a un ronquido. La ropa, a pesar de llevarla puesta se encontraba completamente desacomodada. La cama en sí era un desastre, más ropa, libretas, hojas y la guitarra acústica lo acompañaban en su descanso. Era tan extraño que en esas condiciones lograra dormir.
Pero así lo hacía, aún y cuando parecía que un huracán hubiese pasado por ese lugar, se le podía ver plenamente relajado con un semblante tranquilo y unas facciones suavizadas, raramente se podía apreciar tal tranquilidad en su persona por lo que para no despertarlo caminó lentamente y sin hacer demasiado alboroto hacía la cama. Se quedaría cerca para poder observarlo y llevar siempre en su memoria la ternura y paz que se reflejaban en su amigo.
Pasaron cerca de dos horas en las cuales solo lo observó, recordando cada cosa que habían hecho juntos desde el día que se conocieron. Había en su mente un sinfín de historias y anécdotas que bien podían escribirse para un libro, un libro que solo ellos tendrían. Sin embargo, estaba seguro que muchas más cosas les esperaban y que esas cosas serían recuerdos que con el paso se convertirían en bellas historias que contar.
Con sumo cuidado encendió la pequeña y extraña lámpara que estaba en la mesita de noche, y lentamente comenzó a quitar el cabello de la cara de su amigo. El pequeño cuerpo que yacía en la cama solamente se movió para acomodarse mejor pero no presentaba signos que querer despertar. Su boca seguía entre abierta y no pudo evitar pasar el dedo índice por los labios. Rió ante el pensamiento de querer besarlo, pero tuvo que contenerse pues no quería hacer una representación fallida de la bella durmiente.
Se inclinó un poco para poder quedar a su altura, su mano inició una serie de caricias en la mejilla que al principio solo causaban molestia en el cuerpo que estaba descansando, pero que con el tiempo logro que lentamente abriera los ojos y los volviera a cerrar… necesitaba despertar completamente. Después de unos segundos los volvió a abrir.
- ¿Gackt? – preguntó confundido pues pensaba que se trataba de alguna especie de sueño o alucinación
- Hola, Hyde – respondió el otro con una sonrisa tierna
- ¿Qué estás haciendo aquí? – volvió a preguntar Hyde tallándose los ojos para quitarse el sueño que lo aquejaba
- Ya es navidad – fue la respuesta de Gackt
Hyde solamente se rascó la cabeza y miró al reloj de su muñeca. ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? ¿Cuánto tiempo llevaba Gackt ahí? Y… ¿Cómo había logrado entrar?
- Son las tres y media de la mañana, ¿Cómo entraste? –
- La ventana estaba abierta – dijo, mientras se sentaba al borde la cama
- Es el veinteavo piso – repuso Hyde mientras se incorporaba y quedaba sentado con la espalda recargada en la cabecera de la cama
- Tú ganas, Tetsuya me ayudo a entrar –
- Tetsuya… - repitió Hyde – mira que los perdono porque se trata de ti
- Vine por que ya es navidad, y quería ser el primero en desearte una “feliz navidad” – decía Gackt mientras tomaba la mano de Hyde entre las suyas
- Pero… - iba hablar Hyde pero Gackt lo interrumpió
- También quiero ser el primero en darte tu regalo –
- ¿Y qué es? – preguntó Hyde curioso al no ver ni una caja o bolsa navideña en las manos de Gackt
Gackt solamente se levantó y abrazo a Hyde como si este se le fuera a ir de las manos. Hyde estaba tan sorprendido que al principio no sabía que hacer, dijo el nombre de su amigo en voz baja y después respondió al abrazo.
- Te amo Hyde –
- ¿Qué? –
- Mi confesión y mi amor son mis regalos, quiero que sepas que te amo y que estoy dispuesto a cualquier cosa por estar contigo y hacerte feliz – dijo mirándolo a los ojos – mi mejor regalo sería que correspondieras a mis sentimientos
Hyde lo seguía mirando sorprendido. Tratando de decir algo pero por su mente no pasaba nada, y de sus labios solo salían monosílabos inentendibles que ponían más nervioso a Gackt.
Si bien su relación siempre había parecido a ojos ajenas más allá que una simple amistad, entre ellos no se había hablado de ese tema. Eran los mejores amigos y eso era lo único que les importaba, pero con el paso del tiempo Gackt no pudo evitar enamorarse de Hyde y después de tres años había decidido declararse con la esperanza de que su amor fuera correspondido. Sin embargo, al ver la expresión de su amigo… era algo que dudaba.
- ¿Es una especie de broma? – preguntó Hyde
- Yo no bromearía con algo así – le dijo – solo dime si también deseas estar conmigo o no
- No… no… no sé que decir – admitió Hyde
- Solo la verdad, estoy preparado para cualquier cosa – lo ánimo Gackt – además sea cual sea la tu respuesta yo la respetaré y seguiré siendo tu amigo, porque aunque no lo creas nuestra amistad es valiosa para mí
- Eres un idiota Gackt – le dijo Hyde mientras se tiraba a sus brazos
- ¿Por qué? – preguntó el otro confundido por su reacción
- Mira que venir a las tres y media de la mañana a mi casa a confesarme tu amor y a preguntarme si deseo estar contigo sabiendo que desde hace mucho nosotros dejamos de ser amigos –
- No te entiendo Hyde –
- Gackt... – tomó el rostro de éste en sus manos – nuestro amor siempre ha estado ahí, era evidente para otros pero nosotros necesitamos abrir los ojos. Uno de los dos necesitaba dar el primer paso y me da gusto que hayas sido tú
- Eso quiere decir que … -
- Desde este momento formalmente tú eres mío… y yo soy tuyo – entrelazó sus manos con las de Gackt – Te amo Gackt, siempre lo he hecho.
Iniciaron un beso, tímido, tierno y lleno de sentimientos que querían que le llegaran al otro. Lentamente y sin ninguna prisa el beso y las caricias fueron subiendo de tono para ser más apasionados. Era un momento que ambos habían deseado y que esa navidad se había vuelto realidad.
FIN