Capítulo 1…
-¡Sasuke! ¡Sasuke por favor no lo hagas!- le seguía gritando la chica de cabellos rosados mientras le seguía. -¡Sasuke!- le tomó por el brazo y le detuvo por unos segundos pero el chico se zafó de inmediato.
-Sakura, ya déjame en paz… me tienes harto- dijo con fastidio. –me voy y punto… tú…- apretó los puños. –puedes quedarte acá mientras se resuelve lo del divorcio, yo iré a otra parte- dijo y le dio la espalda comenzando a caminar de nuevo.
-Sasuke onegai, no lo hagas- se le paró en frente comenzando a colmar la paciencia del azabache. –yo te amo… yo te- y se le arrogó encima devorándole los labios intensamente, beso que ni fue correspondido ni fue apartado. –te amo- recostó su cabeza en el pecho del chico. –onegai, no me dejes- le pedía. –te juro que—
-Sakura ya cállate- le interrumpió y le separó de él. –mejor dejémoslo hasta acá- y sin dejar a la chica decir algo más salió de la mansión acercándose a su Ferrari 599 GTO dejando el bolso que llevaba en manos en el asiento del copiloto y luego montarse.
Condujo con los vidrios abajo haciendo que el viento chocara contra su cabello y acelerando poco a poco sintiendo la adrenalina en sus venas. Quería olvidarlo todo, quería olvidar completamente todo sobre sus amigos, familia, y sobre todo de su esposa y lo vivido en esas últimas horas y solo había un lugar al que recurrir cuando se sentía así.
Estuvo conduciendo por varias horas hasta llegar a las afueras de la ciudad o de alguna civilización en Luisiana. Llegó a una pequeña (A/C: alrededor de 500 hectáreas = 5.000.000m^2 ¬¬U*) finca que era de su madre donde pasaban las vacaciones cuando niños, solo que no iba desde que habían muerto sus padres y mucho menos desde la muerte de su hermano. Al llegar a la finca lo primero que hizo al bajarse de su auto fue observar esa hermosa fachada, donde en la entrada, esperándolo en las escaleras se encontraban dos personas de edades algo avanzadas, aunque la verdad es que no las aparentaban, y menos la mujer ya que parecía muy joven.
-Bienvenido a casa señorito- le saludó la mujer con cariño.
-Tadaima- le sonrió con dulzura besándole en la cabeza a la mujer. –Espero no ser inoportuno- le dijo mientras entraban a la casa.
-No, como cree, si nos alegra que haya venido señorito- dijo esta vez el hombre.
-Gracias Jiraya-san- le agradeció con gesto amable
-Bueno, yo iré a anunciarle a los trabajadores que el señorito llegó- dijo el mayor dando una leve reverencia que fue correspondida por el menor.
-Le acompaño hasta su recámara- decía la mujer encaminándose a las habitaciones en la segunda planta.
Cuando llegaron a la recámara la mujer ayudó a Sasuke a desempacar sus cosas y acomodarlas en sus respectivas gavetas mientras conversaba con Sasuke que estaba sentado en la cama, ya sin la chaqueta y con la camisa abierta por completo mostrando todo ese albino torso.
-Bueno, yo ya me retiro- decía la mujer acercándose a la puerta.
-Tsunade-sama- le llamó y la mujer le volteó a ver con una sonrisa. –Muchas gracias- le dijo correspondiéndole la sonrisa y acercándose a ella. –La verdad necesito olvidarme de algunas cosas y respirar un poco de aire fresco-
-Entiendo, así que no se preocupe señorito, quédese todo el tiempo que quiera, esta es su casa- le sonrió y se acercó a la puerta, pero antes de salir y de que el azabache le dijera algo ella habló primero. –¿Debo mandar a que alisten su caballo?- sugería en vez de preguntar.
-Hmp… hai… gracias, yo iré en un rato-
-Ok, entonces me retiro- dio una reverencia con la cabeza y se retiró de la habitación dejando a Sasuke solo en ella.
- suspiró con un poco de cansancio, ya que de verdad tenía la cabeza hecha un gran lío y solo montar a caballo por un largo, largo tiempo le despejaría y le ayudaría a aclarar su mente.
Se cambió esa ropa que cargaba ya que no era la más apropiada para montar y se puso algo con lo que estaría a gusto: unos jeans, una camiseta sencilla, y sus botas vaqueras, además de la correa con una gran hebilla que resaltaba bastante. Se miró al espejo y se veía algo extraño ya que no acostumbraba a usar ese tipo de prendas y la última vez que lo había hecho había sido hace casi 8 años.
Al salir y dirigirse al establo todos los trabajadores le saludaban alegres de volver a verle y al llegar al establo ya tenían su caballo preparado: un Pura Sangre de color negro apamate con la crin y cola del mismo color. Le acaricio por unos minutos como diciéndole que por fin había regresado, y al entregarle las riendas se montó con toda seguridad sobre el caballo.
-Tome señorito- le dijo la mujer rubia pasándole un sombrero de color negro. –No queremos que se nos queme- dijo divertida.
-Hmp… ok- rodeó los ojos y cogió el sombrero poniéndoselo y tomando firmemente las riendas del caballo para que diera la vuelta.
-La cena va a estar lista a las 8, así que por favor no llegue tarde- le decía mientras el chico se iba yendo.
-Ok- fue lo único que le dijo antes de que su caballo empezara a galopar.
-Uff… nunca cambia- fue lo único que dijo la mujer para luego darse la vuelta e ir de regreso a la casa.
Sasuke estuvo recorriendo los viejos senderos que tantas veces se había recorrido hasta que llegó a un pequeño claro donde se bajó de su caballo y se sentó en el suelo contemplando la vista que ofrecía esa colina. Estuvo pensando de todo un poco poniendo sus ideas en orden. Pensó sobre sus padres, la empresa, Sakura, el divorcio que pronto se avecinaría. ¿De verdad iba a tirar 6 años de matrimonio por la borda? ¿No podría simplemente perdonarla?
-Hmp… no, eso es imposible… ya esta no se la puedo perdonar… uff…- suspiró con pesadez levantándose del suelo y sacudiéndose los pantalones, y volteó a ver a ese hermoso atardecer que le iluminaba, ya debían ser cerca de las 6 y si no regresaba ahora no llegaría a tiempo para la cena, y eso implicaba un regaño seguro por parte de la rubia así que solo decidió regresar.
Se volvió a montar sobre su caballo y anduvo lentamente por esos senderos, ahora de regreso. Cuando llegó al establo ya había oscurecido y era casi la hora de la cena.
Y para su suerte comió todos sus platillos favoritos ya que Tsunade y los cocineros se habían encargado de darle ese regalo de bienvenida. Al terminar de comer subió a su habitación y se quitó la ropa para meterse al baño y darse un refrescante baño y luego meterse a la tina que ya había sido preparada con agua tibia para que se relajara. Estuvo un rato en ella y luego salió y se vistió solo con la parte de debajo de su pijama y se asomó por el balcón viendo las estrellas por unos minutos y ya luego se acostó a dormir.
A la mañana siguiente se despierta como a eso de las 8, y baja a desayunar. Comió y junto a Tsunade se dispuso a dar un paseo por los alrededores ya que la mujer le estaba mostrando como había estado la casa en todo ese tiempo además de presentarle los nuevos trabajadores. Y de tanto en tanto llegaron hasta el establo, ya le habían presentado a todos, o bueno, casi todos, ya que había un chico que no aparecía por ningún lado, cosa que estresaba mucho a la mujer.
-Dios ese niño nunca se le encuentra cuando se le busca- decía la mujer algo alterada ya que llevaban un buen rato buscando al chico. –tsk… y se supone que debería estar acá… hump… de seguro y se volvió a quedar dormido-
-…-
-Mejor le voy a buscar- decía encaminándose a la casa.
-Tsunade-sama, no es—
-No repliques jovencito- le advirtió. –Y tampoco voy a dejar que le defiendas, a este no… es un holgazán de primera, y ya me va a escuchar- decía molesta perdiéndose de la vista del azabache.
-Hmp- negó con la cabeza y rodeó los ojos, para luego dar vuelta y acercarse a donde estaba su caballo, cogió un cepillo y le empezó a cepillar.
El caballo al poco rato de que le estuvieran cepillando comenzó a golpear con su cabeza el costado del cuerpo del azabache y señalando una pequeña cesta de manzanas que estaba algo lejos.
-Hump… que glotón que eres- dijo divertido para acercarse a la cesta con las manzanas. -¿esto es lo que quieres verdad?- le preguntó al caballo como si este le fuera a responder y puso la manzana a la altura del hocico del caballo para que este la cogiera mientras que a la vez le acariciaba la crin. –Eso es- decía con una sonrisa, la verdad los caballos siempre le habían gustado y siempre le fueron muy tranquilizantes desde que era niño.
-¡Oe!- se escuchó un grito por atrás y el azabache volteó. -¿Qué crees que haces?- decía molesto acercándose al caballo. –no deberías estar acá, además, tampoco deberías de darle manzanas al caballo-
-¿Eh?- le enarcó una ceja. -////¿Y este quién es?////- solo se preguntó.
-Ya que tiene una dieta muy estricta… y todavía no es hora de bocadillos- dijo, pero no era con el azabache, se dirigía ¿al caballo?
-…- se le quedó mirando.
-Yare, yare… hmp… si eres un empleado nuevo no deberías estar haciendo lo que se te dé la gana.- le decía al azabache que solo se había cruzado de brazos y le enarcaba una ceja. ¿Acaso no sabía quién era?. –Ya que al final el que voy a terminar pagando los platos rotos soy yo- decía sacando al azabache del cobertizo. –y no estoy de humor como para que por la culpa de un novato me culpen a mí- el azabache solo se le quedaba mirando con algo de gracia y una sonrisa burlesca en su rostro ya que él no era precisamente un “novato” al que el chico podía manejar y regañar a su antojo. –hump, ya he tenido suficiente con que oba-san se la pasé regañándome por todo-
-…Por algo será, he escuchado que eres un holgazán- decía con burla, se había sentido mal esos días, y la verdad burlarse e irritar a ese chico le parecía una muy buena idea y una gran forma para des-estresarse.
-¿¡Qué dijiste teme!?- rugió molesto saltando la faja de heno al piso y volteando a ver al chico.
-Lo que oíste, además, lo estás haciendo mal, primero deberías haber limpiado el heno viejo antes de poner el nuevo, y para eso primero debes sacar al caballo ¿no crees?- le preguntó con arrogancia y superioridad.
-“ñ aña ñañan”- le hizo mofa. –Mis polainas- dijo por lo bajo ya que el “novato” tenía razón. –Engreído- decía luego de sacar al caballo del cobertizo y dejarlo al lado del azabache y ponerse a sacar el heno viejo con una pala y dejarlo en la carretilla.
-¿No quieres ayuda?- preguntó con auto-suficiencia.
-No- dijo rotundo. -puedo hacerlo solo, no necesito tú ayuda- le rugió molesto.
-Ok, yo solo decía- siguió con su sonrisa de auto-suficiencia ya que de verdad había encontrado algo realmente interesante con que entretenerse, por lo menos ya no se aburriría.
Sasuke siguió ahí peinando al caballo mientras el chico limpiaba todos los cobertizos y Sasuke solo reía ya que el chico de verdad ponía caras graciosas cuando sacaba todo ese heno sucio. Hasta que por fin termino con la limpieza y colocó todo el heno nuevo. Y se paró en frente del azabache que le hacía un masaje en la sien al caballo; clavando la pala en el suelo y apoyándose en ella sin quitarse todavía los guates y se le queda mirando un rato cosa que Sasuke solo decidió ignorar.
-Por cierto- llamó la atención del otro. –Mi nombre es Naruto Uzumaki- se presentó con total descortesía e informalidad. –y si te soy sincero para ser un novato te la tiras mucho de importante-
-¿Eh?- le enarcó una ceja. -¿disculpa?-
-Si, es que de solo verte se que eres arrogante-
-Hamp… mira quien lo dice, el señor holgazán-no-necesito-ayuda-de-nadie- dijo con total sarcasmo.
-¡Teme!- dijo un poco cabreado.
-Hmp- solo rodeó los ojos y siguió con el caballo como si el rubio no existiera.
-….-
-…-
-…- El silencio estaba poniéndose tenso, y eso era algo que al rubio no le gustaba para nada y le hacía ponerse incómodo y nervioso ya que él no era de las personas que les gustaba el silencio. –etto… ¿sabes?-
-….- seguía sin hacerle caso.
-…uff… escuché que el dueño de esta casa llegó ayer-
-…-
-Y amm… que quede como secreto- ahí si llamó la atención del albino.
-¿Dime?- preguntó interesado enarcándole una ceja.
-Según lo que me han dicho es un demonio sádico al que le encanta doblegar a las personas-
-¿Enserio?- preguntó con sorpresa.
-Si, no te miento, además, de que escuché…- volteó a todos lados asegurándose de que no hubiera nadie y luego se acercó un poco al oído del azabache para seguirle hablando. -de que es Gay- dijo esto último en voz muy baja para que solo el otro pudiera escuchar. –si, fíjate, fíjate-
-Oh… ¿de veras?- dijo entre dientes con algo de enojo y un pequeño tic en su ceja izquierda. -…que interesante- decía con algo de sarcasmo.
-Ahhaa… te digo la verdad, incluso hay un rumor… jeje- se empezó a reír cosa que intrigó más al albino. –De que su esposa le engañó… jaja… porque no le pudo satisfacer en la cama… jajaja- se empezó a reír y en la frente del azabache solo aparecieron miles y millones de venas y un aura asesina se asomó sobre él.
-///Ok… pueden llamarme sádico, antisocial, amargado, arrogante, hipócrita… y todo lo que se les venga en ganas…. Pero que no soy bueno en la cama////- se empezaba a tronar los dedos
-Jaja… de seguro es un nulo horrendo jajaja- se seguía burlando sin percatarse del peligro que lo asechaba y del crimen que estaba a punto de ocurrir.
-Ha- sonrió con una sonrisa perturbadora que le erizó todos los pelos al rubio. -////¿Con que no soy bueno en la cama eh?////- se iba acercando al chico que todavía seguía con esa sonrisa y aura inocente.
-Ah, por cierto, ya yo me presente, pero ¿tú eres?- preguntó con una sonrisa mientras el azabache solo levantaba las manos y las iba acercando al chico para agarrarle por el cuello y tratar de ahorcarle pero justo antes de que eso pasara alguien llega en ayuda del rubio aunque este no supiera si quiera que la necesitaba, y con urgencia.
-¡Naruto! ¡con que ahí estás!- se escuchó un fuerte grito erizándole la piel a ambos chicos ya que esa presencia era mucho más amenazante que la que tenía Sasuke, y ambos chicos sabían muy bien de quien era. –con un demonio, llevó más de una hora buscándote y tú perdiendo el tiempo haciendo no sé qué— se calló al ver al azabache tras el rubio. -¿Sasuke? ¿Todavía sigues acá?- preguntó desconcertada la mujer.
-Hai- dijo respirando hondo tratando de calmarse.
-Oh, pensé que estaría dando una cabalgata o nadando en la pileta-
-No, prefería quedarme un rato con Eriteo- decía de lo más sereno y el rubio solo alternaba las miradas entre le mujer y el azabache algo confundido.
-Oh, bueno, ya que está acá, déjeme decirte que el almuerzo estará listo en poco rato, así que si deseas puedes esperarlo en tú habitación-
-Ok… gracias- dijo con cortesía.
-Y tú Naruto- se acercó al ojiazul. –la próxima vez que te vuelvas a ausentar de tu puesto te voy a moler a golpes- decía jalándole la oreja y el chico solo se quejaba.
-Tsunade-sama, ya déjalo- le pidió Sasuke y la mujer algo consternada le volteó a ver.
-Uff… le espero adentro señorito- le dio una reverencia con la cabeza y salió del establo y el azabache al poco rato siguió el camino de la mujer.
-¡Oe, aguarda!- le llamó y el azabache se volteó. -¿co-cómo te llamas?- preguntó algo temeroso.
-Sasuke, Sasuke Uchiha- dijo con arrogancia y el rubio solo tragó grueso ya que había cometido la peor de las burradas e idioteces del mundo y apenas se daba cuenta de lo que pudo haber ocurrido si Tsunade no llegaba.
-N… n-n-n-no-no… me d-di-digas q-que…-
-Exacto- se cruzó de brazos. –el mismo arrogante-demonio-sádico-GAY que no pudo satisfacer a su esposa en la cama, del cual te estabas burlando y riendo hace apenas unos segundos- le dijo con sarcasmo e ironía mientras el rubio se ponía del color del papel, ¡BLANCO!, y su alma dejaba su cuerpo. –con permiso, dobe- le dijo para luego seguir caminando mientras que el rubio desfallecía en el piso. –ah, y otra cosa- le volteó a ver. –Tienes caca de caballo en la cara- dijo con burla y superioridad para así terminar de irse.
El rubio totalmente pálido y mareado se calló dentro de la carretilla donde estaba el heno sucio llevándose las manos a la cara importándole muy poco que todavía tuviera los guantes y estos estuviesen sucios.
-Waaa… estoy despedido…- fue lo que pensó con un aura negra sobre él, mientras Eriteo se acercaba al rubio y le daba con el hocico en la cabeza moviéndola un poco. -… lo siento Eriteo, parece que ya no podremos jugar más- le acariciaba el hocico. –dudo mucho que tu dueño me deje quedarme después de todo lo que le dije… baka, baka, baka, BAKA- se golpeaba una y otro vez la cabeza con las manos.