Dentro de Grecia en el santuario de la diosa Athena quien aun no reencarnaba, los caballeros dorados poco a poco iban reclamando sus armaduras y así la custodia de sus templos, el eterno templo de libra con su guardián más antiguo pero que hace mucho no pisaba el santuario, el templo de géminis con el caballero Saga junto con Aiolos y eran los más recientes en reclamar su titulo de caballeros, en esa época tenían una estancia al menos de dos años en el santuario para aceptar el desafío y es así como formaron grandes lazos aunque los dos primeros les toco entrenar en Grecia por lo que eran amigos de infancia.
Hablando algo más sombre los sentimientos de estos caballeros, Aiolos de Sagitario y Saga de géminis eran algo más que contrincantes para el titulo de patriarca y amigos, de hecho algo más de cómplices, había una gran química entre ellos y en algún momento se dieron oportunidad aunque eran muy jóvenes e inexpertos en sus sentimientos, pero al aceptar a Aioria el hermano menor de Sagitario como aspirante a caballero esta relación se empezó a resquebrajar ya que Aiolos fue nombrado como su tutor y llego un agente externo a este grupo el aspirante de España para Capricornio, Shura quien tuvo muy buena acogida por los hermanos tras esto Saga solía encerrarse entre libros y su templo.
Al poco tiempo después fue aceptado el aspirante de Escorpión el cual era de la casi la misma edad con Aioria, como también entrenaba en Grecia solían verse seguido y algunas veces involucrarse en travesuras donde eran regañados severamente por Aiolos y Shura que aunque se llevaba por unos años con el sagitario era bastante maduro y severo.
Aiolos y Shura eran cada vez más cercanos pero vistos a lo lejos con rencor por Saga quien poco a poco fue desapareciendo del santuario pero sin dejar de lado su cercanía con el joven león.
Al poco tiempo llegando los demás caballeros dorados pero Aioria le dejo un poco de espacio para su hermano, ya que sin querer un día vio claramente la relación que tenia con aquel gallardo caballero que era casi como un hermano más para el o quizás más como un héroe para el joven, sentía celos por su hermano y a le vez también por el capricorniano ya que no tenia tiempo para seguir jugando a su lado por lo que decidió no molestarlos.
Saga pasó a ser un confidente del Leo con el cual se desahogaba, le pedía consejos , se refugiaba en el mayor y a su vez el este se estaba acostumbrado a su presencia, le tenía cariño al cachorro el cual tenía gran potencial como compañero de armas y cada vez se parecía más a su hermano Aiolos.
Un día Aioria sin querer vio a su hermano y a Shura en la habitación besándose con pasión y entregándose el uno al otro pero al tratar de salir sin que se dieran cuenta en una torpeza tropezó y salió su hermano con la cintura envuelta en una sabana a ver de que se trataba, el pequeño agradeció que no saliera Shura sino su cara de roja hubiera pasado a un color flúor de la vergüenza.
Aiolos: ¿Aioria?! – lo nombro sorprendido mientras el chico se levantaba del piso rápidamente.
Shura: ¿Qué pasa Aiolos? – Pregunto el Capricornio del interior de la habitación
Aioria: Yo… venia a avisarte que volvió el joven Mu de Jamir para examinar todas las armaduras, tienes que dejarla en la casa de Aries inmediatamente. – dijo hablando rápidamente mirando el piso y echándose a correr antes que el Sagitario le dijera algo.
El pequeño leo corrió y corrió hasta la casa de Géminis aun muy avergonzado, dolido, con una mezcla extraña de emociones y ganas de que Saga lo acogiera en su templo mientras pasara el mal entendido, no quería ver ni siquiera a su fiel amigo Milo aspirante a Escorpión ya que aparte de burlarse de él por su torpeza y si lo iba a buscar lo más probable es que hiciera lo que llaman un mal tercio porque desde que llego el francés de Acuario Aioria apenas había visto al Escorpión.
A lo que llego a Géminis llamo a su guardián pero este no contesto, pensó que en el peor de los casos si no encontraba a nadie iría al coliseo a entrenar y así despejar su mente, ocuparse y tratar de olvidar el suceso anterior. Estaba a punto de abandonar la tercera casa cuando sintió un susurro en su oreja lo que lo hizo temblar y dar un pequeño salto ya que nunca noto como el Gemelo llego a su lado pasando su brazo sombre el hombro del menor, guiándolo hacia el interior del templo.
Lo que Saga le susurro al oído le hizo eco durante los minutos en que caminaron sin cruzar palabras.
Saga: “Por cada acción hay una reacción…”