Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Historia de Taxi °°Song-shot°° por CariitoDTShawol

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este es un oneshot que nació de la canción con el mismo nombre de Ricardo Arjona :) ¡Espero les guste!

Esto fue lo primero que escribí entonces léanlo con cariño xD

Notas del capitulo:

¡Espero les guste mi oneshot Keyho! :D

“Que noche tan mala” pensé.

Soy Choi Minho y sí, no temo decirlo, soy taxista. Soy de una clase humilde. Mi esposo Taemin y yo vivimos en los barrios más alejados de la cuidad y este es el único trabajo estable que conseguí antes de que muriéramos de hambre. Con suerte conseguí un Volkswagen  del año 68 para poder comenzar a trabajar.

Era una noche terrible, no había casi trabajo y vagaba por la cuidad esperando que algo llegara. Eran casi las 10 de la noche y de pronto una silueta en la oscuridad pareció llamar un taxi. Me orillé y era un chico de unos 20 o 21 años. Llevaba una camisa de lentejuelas con un gran escote atrás y un pantalón muy ajustado. Se subió al auto y arranqué. No articuló palabra y yo no quise romper ese silencio sepulcral que se había apoderado del taxi.

Lo miré de reojo. Era rubio y con unas facciones muy delicadas. Era hermoso...y por el retrovisor lograba ver parte del escote de su camisa, aunque mi atención se centró en que estaba triste. Me percaté que estaba llorando. Una lágrima negra rodaba en su mejilla.

Eran las 10 con 40 y conducía por la cuidad sin rumbo fijo. Me dijo “Me llamo Key” mientras cruzaba la pierna. Sacó una pequeña botella de su chaqueta y le ofrecí un destapador. Cuando me di cuenta, me estaba temblando la mano.

Odié sobremanera el silencio en el taxi.

- ¿Por quién llora? – le pregunté un poco avergonzado.

- Por un tipo que se cree que por rico puede venir a engañarme – escupía odio por sus ojos. Había tocado una herida que no debí haber tocado – Se llama Onew el muy maldito.

- No caiga usted por amores, debe de levantarse – le dije – cuente con un servidor si lo que quieres es vengarse – me miró atento y sonrió.

Le sonreí por el retrovisor y se sonrojó un poco. Se quedó pensando por un momento.

- Lo vi abrazando y besando a un humilde muchacho. Es de clase muy sencilla, lo sé por su facha – me relató.

Cada vez que tocaba el tema le sonreía de nuevo para evitar hablar de ello y él se sentaba de lado, como si quisiera seducirme. Yo estaba idiotizado, con el espejo empañado.

- Dobla en la esquina, iremos hasta mi casa. Después de un par de tequilas, veremos qué es lo que pasa – me dijo y solo supe obedecerlo.

Llegamos hasta la puerta de su casa. ¡Era enorme! Me invitó a entrar y lo seguí con pasos atentos. Se volteó y lo besé. Lo besé como nunca antes había besado a nadie y...temo decirlo pero ni siquiera como alguna vez besé a mi esposo. Comencé con un beso lento y delicado pues temía que me rechazara, pero al contrario de eso, correspondió mi beso. Me besó con necesidad, con pasión, con rabia. Traté de seguirle el paso pero sus labios rojos me sofocaban y me faltaba el aire. Me separé un momento para admirarlo y ahí estaba. Podía ver el odio en sus ojos. Pude revivir la escena que él había vivido al ver a su hombre regalarle sus caricias a otro que no era él, solo con mirarlo a los ojos.

De pronto me invadieron unas ganas de borrar esa expresión de sus ojos. Quería que brotara amor y lujuria de ellos. Amor y lujuria por mí. Lo besé de nuevo, con más intensidad y me correspondió. Se había vuelto como el aire. No quería separarme de él. Lo tomé de la parte baja de su espalda y se aferró a mí como si quisiera que nunca me separara de él. Me apoyé en una pared para poder desabotonar con afán su camisa. Quería devorarlo.

Cuando por fin logré quitar aquella pieza de ropa que me estorbaba el camino, besé su cuello y de vez en cuando le daba pequeños mordiscos, lo que hacía que se excitara. Ya podía sentir como la temperatura de la sala alcanzaba niveles inimaginables. Sentía su miembro erecto sobresalir por su pantalón ajustado. La lujuria se había apoderado de mí y toda sutileza dejó mi cuerpo. Me dirigí hacia el sillón que se encontraba cerca y lo dejé caer allí. Me miró atónito y vi que su sorpresa yacía en su miembro y en el mío. Estaban ambos bien erectos.

Me apresuré a arrancarle el pantalón y todo aquello que interfiriera con mi objetivo. También aproveché para quitarme el mío y dejar al descubierto mi miembro, ya que el pantalón me lastimaba.

De nuevo posó su mirada atónita en mi miembro y en menos de un segundo ya había posado sus delicadas manos en él. Era el paraíso. Comenzó con un ritmo suave que me estaba excitando aún más. ¿Había caído ante él? Sí, con mucho gusto lo había hecho. Ahora era dueño de mí. Aceleró el paso al ver que emitía gemidos sordos por el nivel de placer que había alcanzado. ¡No podía creerlo! Sentía tanto placer que mi mente había quedado en blanco. Había perdido conciencia de lo que allí estaba sucediendo.

Lo detuve bruscamente y lo lancé de nuevo contra el sillón. Lo miré con malicia y supo que se acercaba el momento. Tomé su miembro y le pasé lentamente mi lengua. Gimió de puro y físico placer. Quería jugar con él. Quería que perdiera la cabeza como ya lo había hecho yo. Posé mis labios en uno de sus pequeños remolinos de piel y emitió otro quejido. Estaba extasiado. Quería más. Busqué desesperadamente su boca en la oscuridad y chocamos nuestros labios con más necesidad que antes. Necesitábamos más. Mientras exploraba con mi lengua su cálida y húmeda boca, lo masturbaba. Movía sus caderas al ritmo que había escogido para ese momento. Lento. Emitió un grito ahogado que sonó como el cielo en mis odios.

El movimiento de su cadera había hecho que se resbalara hasta el suelo. Me abalancé sobre él y lo besé de nuevo. Mi mano derecha estaba en su muslo y la deslicé hasta llegar a una de sus nalgas. La estrujé con fuerza y acto seguido, él hizo lo mismo. Un grito de placer salió de nuestras gargantas. Posé mi mano derecha en su compañera y él me imitó. Besé su cuello, su pecho, su abdomen y llegué a mi destino. Lo introduje sin rodeos en mi boca y un gemido aún más fuerte que el anterior llenó la casa. Hacía arriba y hacia abajo movía mi boca esperando que el momento llegara. Contemplé fascinado como arqueaba su espalda preso de la pasión y sentí como su pre-semen llenó mi boca. Sabía a gloría y él también. Grito mi nombre con tanta desesperación que aumenté la velocidad. Era inevitable.

Me tomó de los hombros y noté que sus caderas de nuevo se movían al ritmo que yo le había impuesto. Estaba sumiso ante mí. Habíamos caído ambos presos del placer. Se giro sobre mí. Estaba sorprendido. ¿Acaso pretendía jugar conmigo? Así parecía. Abrió con fiereza mis piernas e introdujo lentamente su miembro en mí. Sentía como un escalofrío recorría mi cuerpo. Sentía como mi esófago se quemaba y quiso quejarse dejando salir un grito de dolor. Dolor que poco a poco con los movimientos de su entrepierna chocando con mi cuerpo se convirtió en placer. Mi cerebro estaba escandalizado con todo el placer que corría por mis venas. Por su cara pasó una expresión de terror al oír mi grito de dolor y comenzó a besarme. Besó mi cuello, y lamió con fiereza mis pezones, uno por uno, como si estuviera esculpiendo una obra de arte. Mis ojos se llenaron de lujuria.

Me miraba con atención. Miraba la reacción de mi cuerpo ante tal ola de placer. Había echado mi cabeza para atrás y había cerrado mis ojos. Los habría de vez en cuando cuándo sus embestidas me azotaban con tal fuerza que el dolor me hacía gritar. Ahora el sumiso era yo. Él tenía el control del momento. Hacia adelante y hacia atrás. Lento y rápido. Como se notaba que estaba jugando con mi cordura. Mi garganta le pedía con gritos ahogados más, quería más. Su mano tomo mi miembro enloquecido por placer y empezó a masturbarlo a un ritmo que complementaba el que hacía con sus caderas. Ya no podía esperar más. Salió presuroso de mi miembro un chorro de semen que llegó hasta la alfombra. La poca fuerza que me quedaba apenas si me alcanzaba para tomarlo de las caderas e intentar apresurar el paso. Mi cuerpo pedía más. Ya no razonaba.

Arqueé mi espalda cuando aumentó sin precedentes el ritmo de sus azotadas. Había echado su cabeza para atrás también. Los instintos nos habían llevado a un ritmo impresionante. Yo gemía y gemía. El emitía uno que otro grito que su boca no lograba contener. Y sin darse espera, sentí como su semen se esparció por todo mí ser y salía hasta mojar la alfombra.

- AHH! – dijimos al tiempo.

Después de alcanzar el orgasmo, me dio unas embestidas más y se detuvo. Sacó su miembro de mí y me sentí extrañamente incompleto. Cayó con brusquedad a mi lado. No quise que el momento acabara así como así y tome su miembro y con la poca fuerza que me quedaba, lo masturbé. Que digo lo masturbé. Lo masajeé con violencia.

- Ahh! – gritó – MINHO! – proclamó su garganta y me detuve.

Estábamos ahí, con la respiración entrecortada y apresurada por lo que acabábamos de vivir, recostados en la alfombra  y totalmente empapados de semen. Nos miramos y me sonrió. Le devolví la sonrisa. Con lentitud recuperamos el aliento. Cuando nuestros miembros ya habían dejado de estar erectos, se levantó y fue hasta el baño. Yo me senté en el sillón totalmente satisfecho. “Que noche” pensé. Tomé mi ropa, me sequé el cuerpo con una toalla que había dejado para mí en el sillón y me puse todas mis prendas lo mejor que pude. Aún no podía controlar bien mi cuerpo.

Salió del baño arreglándose la ropa y se sentó a mi lado. Admiramos casi horrorizados la escena. La alfombra estaba completamente humedecida con nuestro semen. Decidimos ignorarlo.

- No se sienta usted tan solo, sufro aunque no es lo mismo. Mi esposo y mi horario han abierto un abismo – De repente recordé a Taemin y me sentí culpable. Pero la culpa se fue cuando el deseo de placer trajo a mi memoria todo el tiempo que había pasado sin que Taemin siquiera me tocara. Al final, ni me arrepentía. Key era mucho mejor que Taemin – Como se sufre a ambos lados de las clases sociales. Usted sufre en su mansión, yo sufro en los arrabales – notó el tono triste de mi voz y me abrazó. Él ahora era dueño de mí.

- Vente conmigo, que sepa no estoy solo – me dijo y se puso de pie frente al espejo. Se arregló el cabello y me tomó de la mano.

Se montó en el auto y yo lo seguí. Fuimos al bar donde se encontraba el desgraciado que había engañado a Key. Aceleré lo más que pude gracias a la insistencia de Key en que llegáramos rápido. Me detuve en frente del bar y nos bajamos.

Entramos y precisamente el abrazaba un chico. Mira si es grande el destino y esta ciudad es chica, era mi Taemin. Se apoderó de mí la rabia y salí corriendo. ¿Qué es lo que hace un taxista cuando un caballero coincide con su hombre en horario y espero? Me pregunté.

Desde esa noche ellos juegan a engañarnos. Se ven en el mismo bar, y el rubio para el taxi siempre a las 10 en el mismo lugar.

Notas finales:

:) Si quieren que suba mi fanfic "What hurts the most" que también es Minkey/Keyho, me avisan :) 

¡Gracias por leer! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).