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Fighting with the dark por Luna Kaze no Kizu

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Notas del capitulo:

Hola! Muchas gracias a todas las personas que se tomaron el tiempo dejarme un rw, lamento la espera. Les tenia esto guardado desde hace un tiempo, pero mi computadora no se daba a la labor.

Ojala Amor Yaoi me dejara publicar del celular, mi vida seria mas simple xD.

Se que deben estar algo enfadados por la tardanza.

Espero que esto pueda compenzar la espera.

 

Todo parecía desvanecerse en un segundo plano en el que nada era de relevancia a excepción de Itsuki.

No supo en qué momento el mundo como lo veía dejo de parecerle más sombrío por el solo hecho de su compañía, pero así era y no trataba de perder tiempo cuestionándoselo. Así era ahora y estaba más que conforme con el cambio.

Ver el mundo como una completa mierda no había hecho nada para hacerle la vida más llevadera en el pasado ¿Por qué habría de extrañarlo entonces?

Esa noche tranquila de año nuevo el cambio en su vida fue más evidente que nunca, descubrió que tanto como la compañía de Itsuki, disfrutaba el sonido de su voz cuando le suplicaba por mas, sus gemidos entrecortados y… quizá estaba adentrándose demasiado en las cosas que no estaba dispuesto a compartir con nadie.

A veces se sentía como un completo bastardo egoísta, pero Itsuki con su voz sosegada y cargada de dulzura, le decía que no tenía nada porque reprocharse, que su vida recluida no le disgustara en lo más mínimo.

De hecho, Itsuki se molestaba cuando le notaba pensando en “tonterías”

Si por algo eres responsable es por hacerme inmensamente feliz

Esas eran las palabras que le dedicaba cuando le notaba taciturno con la mirada perdida en la ciudad bajo sus pies.

Tomaba su mano y lo llevaba al dormitorio, donde se perdían por horas en su mundo particular y perfecto. Uno del que a Sensui le gustaría no salir.

Pero la realidad siempre regresaba a morderle el trasero con sus acidas verdades y su implacable gusto por las injusticias.

Trataba de no pensar en todo el mal que hacia… si algo malo llego con conocer a Itsuki, fue que tal como despertó sus deseos de ver el lado hermoso de la vida, trajo de regreso algo que Sensui adormeció por largo tiempo: su conciencia.

La voz molesta que en el pasado consiguió relegar al fondo de su cabeza regresaba para atormentarle, tal como la odiosa realidad que llegaba morderle el trasero. Y lo peor de su maldita conciencia es que regreso fortalecida y tenía el poder de afectarle. El tiempo de ausencia le sirvió a la muy cabrona para memorizar sus debilidades y derrumbar sus umbrales.

Adopto la voz de la única persona cuya desaprobación podía causarle dolor.

Su conciencia tenía una voz curiosamente parecida a la de Itsuki.

Y no dejaba de molestarle desde que termino su último trabajo. Y la presencia del mismo Itsuki, aunque era reconfortante también le recordaba todas las atrocidades que hacia…

Tengo que hacerlo… de otra manera… ¿Cómo podría cuidar bien de Itsuki?

Y aunque con esos pensamientos se silenciaba, regresaba con renovada fuerza a morderle. Como alguna especie de fénix obstinado que no se acallaba sin importar cuantas veces se molestara en apagar su fuego.

_ Shinobu… regresa a la cama, no puedo dormir cuando estas allí viendo la ventana- la voz ligeramente irritada de Itsuki lo despertó de sus cavilaciones como un baldazo de agua fría.

Llevaba días despertando a media noche y viendo por la ventana por horas, porque generalmente su conciencia le molestaba a altas horas de la noche y no le dejaba conciliar el sueño. Prefería levantarse de la cama a ver por la ventana que removerse en la cama de un lado al otro, porque probablemente eso despertaría a Itsuki.

Pero esta era la primera noche que Itsuki despertaba para contemplarlo mientras sus pensamientos lo atormentaban como lobos hambrientos. Y pese a que regresar a la cama era la última cosa que deseaba hacer en esos momentos, no era como si pudiese negarle algo a él, de entre todas las personas.

Manejando dedicarle una sonrisa… regreso a la cama y permitió que Itsuki lo envolviera en sus brazos.

Sería una larga noche.

Quizá podría dormir un poco…

 

 

Con gesto aburrido, Yusuke contemplo saltarse la clase que seguía, sentado en la terraza de la escuela (su lugar favorito)

La búsqueda de Keiko no avanzaba tan bien como debería y realmente se estaba quedando sin recursos para seguirla. No como si  tuviese demasiado dinero para gastar en transporte… y últimamente golpear gente para obtener dinero no le estaba dando muy buenos resultados.

Termino en la estación de policía un par de veces y Hiei se había cabreado como el mismísimo diablo y golpeado la mierda fuera de él. No conforme con eso le había gritado que mantuviese su trasero fuera de la comisaria porque no iba a hacerle muy bien a su ya de por si jodido expediente.

Si fuese por él no se molestaría en ir a la escuela todavía, pero al recordar las interminables peroratas que Keiko le largaba además de todo lo que a ella le costaba seguir estudiando… una molesta voz en su cabeza llamada consciencia (que tenia la voz de Keiko) no lo dejaría en paz si es que se dejaba reprobar alguna cosa este año.

Conteniendo un suspiro frustrado… Yusuke se levanto del suelo y encabezo el camino al salón de clases. El objetivo de hoy era no dormirse a media lección del maestro.

Quizá si lo alcanzaba… todo sería más sencillo.

Que conste que lo estoy haciendo por ti Keiko… porque cuando te encuentre… vas a querer ponerte al día y vas a gritarme si no tengo todos los apuntes.

 

Conteniéndose de suspirar, Kurama abrió la puerta de su despacho y ojeo disimuladamente a la multitud en la sala de espera. ¿Era demasiado pedir que al menos un día pudiese salir temprano?

Hiei me va a matar- pensó el chico, con un estremecimiento involuntario.

Bueno no era completamente su culpa. Kami sabía que los doctores tenían una agenda muy apretada.

Mas bien no tienen vida- sugirió una voz en su cabeza, que sonaba muy parecida a la de Hiei.

Su secretaria le sonrió casi que compasivamente mientras guiaba a su siguiente cita al interior del consultorio.

 

 

 

FLASH BACK. EN EL INSTITUTO

El espacio dentro del armario era mínimo, por  no decir que irrisorio. Respirar se estaba haciendo cada vez más difícil para ambos y la desesperación comenzaba a invadir al pelirrojo. Sin embargo, no mostraría su miedo… no ante él.

Lo odiaba con toda su alma, aun no terminaba a acertar porque lo despreciaba tanto, pero lo hacía. No podía soportar ni estar cerca de él. Y era una especie de castigo que los dos habían terminado encerrados en uno  de los casilleros de la cancha de deporte.

Quien quiera que manejara el destino debía estar divirtiéndose bastante con su miseria.

Su cuerpo… pese a su pánico por la reducida cantidad de aire y espacio… estaba reaccionando al roce continuado del cuerpo ajeno. Y el casi podía jurar que sentía cierta parte de la anatomía del pelinegro… bastante despierta.

_ ¡Maldita sea!- jadeo Kurama, tratando de pegarse más a la delgada pared del casillero para no rozar tanto contra el otro.

La risilla que soltó el otro hizo que la ya alta irritación de Kurama escalará a niveles apocalípticos.

_ ¿Qué demonios te parece tan gracioso?- mascullo el chico. Su tono jadeante y desgastado por la falta de aire.

_ No estoy completamente seguro que su majestad deba decir tales palabras. ¿Qué pensarían los demás si escucharan?

_ Me importa una mierda- mascullo.- ¿Podrías dejar de moverte?

_ Si no me muevo nos quedaremos encerrados aquí hasta que alguien venga a sacarnos y no está en mis planes compartir esta suite estrella contigo hasta entonces- cada palabra rezumaba sarcasmo del más puro.

Tomo a Kurama todo su autocontrol no golpearlo.

_ Al menos dime que tienes un plan y no solo te estás revolviendo como una lombriz- mascullo el chico… ya era demasiado tarde. Cierta parte suya estaba más que despierta y pulsaba. Para su completa humillación su cuerpo y el del otro estaban tan íntimamente pegados que no había manera en que Hiei no notase su malestar.

_ ¿Quieres salir de aquí? Entonces has silencio.- gruño Hiei mientras seguía revolviéndose. Y pese a lo mucho que quería mandarlo al demonio… un mareo repentino invadió al pelirrojo y de no ser por el espacio… hubiese caído al suelo… lo único que lo sostenía, era Hiei.

_ Oye. Deja de estar jugando- reprocho el pelinegro cuando sintió todo el peso del otro chico caer sobre él. No lo incomodaba pero… lo que menos quería era más contacto del que ya estaba sometido a soportar.

Pero cuando el pelirrojo no salió con una de sus respuestas sarcásticas supo que algo andaba terriblemente mal.

_ ¡Oye idiota!- hablar se le estaba haciendo más difícil, la voz le salía seca y el tiempo se estaba acabando. Definitivamente el paso del tiempo comenzaba a hacerle efecto al otro y no tardaría en afectarle a él.

Ignorando de momento al otro y maniobrando lo mejor que podía con su peso muerto, Hiei palpo la pared del fondo del casillero. No se sentía como si hubiese un muro solido detrás de la lámina de metal… de hecho parecía ser una plancha bastante delgada y apostaba a que podría cortarla con un abrelatas.

No tengo uno de esos, pero apuesto a que mi navaja servirá.

Buscando en su bolsillo por su fiel compañera y clavándola con fuerza en el material… cuando el puñado de aire fresco se abrió paso en el pequeño casillero casi suspiro de alivio.

Lo que se extendía a su vista era el cuarto donde el conserje guardaba sus cosas. Bastante espacioso para ser solo un deposito de detergentes, escobas y mopas de repuesto.

El peso muerto que representaba el cuerpo del pelirrojo no se alivio del todo pero era obvio que estaba despertando. Haciendo a un lado la lamina destrozada para no hacerse daño al salir del casillero… Hiei salió del casillero y arrastro con él a Kurama.

Pese a lo mucho que le desagradaba el chico no iba a dejarlo allí abandonado.

Ese día era la primera vez en muchas cosas. Primera vez que se sintió tan indefenso y humillado en toda su vida, ante la persona que menos quería de compañía en semejante situación. Primera vez que le pasó algo tan absurdo como quedarse encerrado en un casillero. Y primera vez que agradecía lo tacaños que podían ser los entes gubernamentales cuando construían escuelas.

Toda una pared del cuarto del conserje eran láminas de metal que eran la parte trasera de los casilleros de la cancha. Obviamente un arreglo mal hecho para ahorrarse un poco de dinero. Pero gracias a eso es que ambos seguían con vida, así que estaba renuentemente agradecido.

Una vez comenzó a pasar la adrenalina del susto… comenzó a sentir en todo su esplendor las consecuencias de no atender sus necesidades físicas. Mordiéndose los labios para no gemir de dolor… quiso maldecir a todos los dioses de los que recordara nombre.

No bastaba con tener sus heridas de las cuales debía hacerse cargo… también tenía que pasarle eso.

Sin ganas de soportar ese dolor todo el camino de la escuela al orfanato… Hiei tomo una rápida decisión. Tiempos desesperados, medidas desesperadas.

Sin dedicarle mucho pensamiento a que no se encontraba solo en ese lugar, desabrocho su pantalón y bajo su cremallera, sintiendo el instantáneo alivio que la acción proporcionaba… un jadeo entrecortado le hizo mirar en dirección al pelirrojo, que ahora lo veía con una expresión bastante cercana al shock.

De estar en otra situación Hiei hubiese aprovechado aquel material para molestar al chico el resto del año, pero teniendo en cuenta lo que causo esa reacción el tenia las de perder. Sin duda tendrían que hacer un pacto en mantener todo esto en secreto. Seguro romper una pared y pelearse seria suficiente para que los expulsaran a ambos y Hiei no se lo podía permitir.

Y por si fuera poco para añadir a todos los problemas que ya tenían, estaba esa incomoda situación, por llamarle de alguna forma.

_ Si no hablas, entonces yo tampoco.- dijo Hiei, poniendo fin al silencio.

Y ante la atónita mirada del pelirrojo, comenzó a acariciarse ignorando la sensación de desasosiego que le invadía por momentos, era la primera vez que se encontraba en esa clase de situación y sinceramente esperaba que fuera la ultima. Pero llego el momento en que el desasosiego dio paso a una sensación mas difícil de controlar, y era que durante todo el rato sentir la mirada de alguien mas mientras se hacia eso, estaba aumentando su excitación. Eran demasiadas cosas con las que lidiar y simplemente en ese momento no se sentía como para hacerlo. Otro jadeo le recordó de la presentía de su espectador, hace rato olvidada.

La visión que le recibió del otro lado de la habitación no hizo sino aumentar su libido.

El fuerte sonrojo en las mejillas del chico hacia contraste con el vivo color de su cabello, sus ojos verdes estaban entrecerrados pero en cierta manera esa mirada al pelinegro le pareció provocativa. Y el inconfundible bulto bajo los pantalones del chico frente a el invitaba a pensamientos no del todo respetuosos.

Estaba claro para el pelinegro que el otro no pensaba hacer nada para resolver “su problema” y para ser claros a esas alturas y con el espectáculo que el le estaba brindando, el otro no lo tenia muy fácil.

Una comunicación silenciosa se estableció entre ambos. A Hiei le quedo claro que pese a que el otro no estaba dispuesto a ponerse una mano encima, no iba a resistirse si es que el le ayudaba. Pero el ojiverde era demasiado orgulloso como para pedirlo en voz alta.

Y como Hiei era alguien para desafíos, no se lo pensó dos veces, pese a que lo que más quiso hacer en el pasado al chico que tenía ante el, era golpearlo hasta dejarle irreconocible. Ahora, quería ver como la fachada imperturbable del otro se deshacía por su obra.

Se acerco al otro, no sin cierta torpeza en sus movimientos. El otro lo miraba en silencio, su mente lógica sin saber que sacar de toda aquella situación y la voz demandante en el fondo de su mente no hacia señal de aparecer.

Cuando estuvieron a escasos centímetros uno del otro, quedo bien claro quien llevaría la voz cantante allí. Y cuando el pelinegro reclamo sus labios en un beso que le robo el aliento, Kurama no se cuestiono a si mismo y le respondió, con torpeza eso si, su mente nublada no era capaz de proferir un pensamiento racional, no le importaba que ese fuera su primer beso, no le interesaba que hace apenas unos minutos hubiese estado feliz de caerle a golpes.

Si el otro se había dado cuenta de su inexperiencia, no lo menciono y en lugar de eso se centro en desabotonarle la camisa y devorar su cuello. Y pese al empeño que ponía en no dejar escapar un solo sonido, pronto se encontró emitiendo sonidos de los que nunca se considero capaz; los cuales motivaban al otro en sus caricias cada vez mas atrevidas.

No supo en que momento se encontró con la camisa abierta y la boca del otro jugueteaba con sus pezones arrancándole aun más sonidos. La mano firme del otro se hacia cargo de sus pantalones…

Aunque nunca lo admitirá, Hiei se lo estaba pasando en grande. La inexperiencia del ojiverde era obvia y como tal, el chico estaba en sus manos. Aquella nueva faceta del chico era un contraste con la silenciosa y altiva que demostraba a diario y saber que era el quien lo provocaba no hacia sino aumentar su ego.  Cuando su mano se cerro firmemente alrededor de la dureza del otro, sintió su propia intimidad palpitar…

_ Aghhh…- lo que escapo de los labios del otro fue el gemido mas sensual que Hiei le hubiese escuchado a alguien, y eso que no era un inexperto en lo que a sexo se refería, cuando crecías en un lugar como el orfanato no podía ser de otra manera. Era claro que el chico había intentado ahogarlo, por la firmeza con la que mordía sus labios. Y eso no hizo sino incitar más a Hiei, quien se decidió a aplicar todos los conocimientos aprendidos. No le importo que quizá fuera demasiado para el otro… lo acaricio con la habilidad que solo mucha experiencia podía brindar y mordió firmemente en la base de su cuello.

_ Ahhhhhh… mmm- el gemido que le arranco fue tan fuerte que lo beso con la esperanza de acallarlo. Lo que menos quería era que los descubrieran en una situación como esa. Eso seria una expulsión definitiva.

_ Parece que somos demasiado vocales con la estimulación adecuada- murmuro a la oreja del chico, deteniendo sus caricias y centrándose en su rostro.

Esos ojos verdes lo miraban intensamente, recordándole un torbellino por la profundidad de su mirada. Aquellos labios le invitaban a devorarlos, estaban entre abiertos y jadeantes. Un ligero temblor recorría el cuerpo del otro. Que estaba claramente más cerca del orgasmo de lo que había dejado ver.

Sin dedicarle más reflexión junto sus erecciones y empezó a acariciarlas a la vez y a un ritmo frenético. Pese a que esa simple caricia no era suficiente para hacerle efecto, con tan solo sentir la piel ardiente del otro y escuchar sus gemidos era suficiente, atrapo sus labios en un beso demandante cuando los dos alcanzaron el clímax, pese a lo mucho que le gustaba hacer gritar o gemir al otro, no era el lugar mas idóneo, y la idea de que otro pudiera escucharlo no le resultaba nada atractiva a Hiei.

Cuando regreso a su cuerpo, constato que el peli rosa se había quedado dormido, seguramente aquello fue demasiada emoción para el. Era una gran tentación abandonarse al sueño tal como su amante había hecho, pero no podía.

Y solo marcharse y dejarle allí tampoco se le antojaba buena idea. Le hacia sentir desasosiego.

Por lo que, rumiando entre dientes se limpio con algunos trapos que encontró por allí (después de asegurarse que estaban limpios) y limpio también a Kurama.

Luego acomodo las ropas de ambos. Al momento de levantar a Kurama se sorprendió de lo ligero que era el chico. Aquello fue una facilidad bienvenida en ese momento que le permitió maniobrar con más simpleza para salir de la escuela sin ser vistos.

Una vez fuera de los terrenos del instituto se presentaba otro problema. Y era… ¡¿A dónde carajo se irían?!

FIN FLASH BACK

 

Llegar  a la casa y que las luces estuviesen apagadas era sinónimo de soledad.

Tratando de no pensar en ello, Hiei dejo su arma en el lugar de siempre. Lista para ser usada y oculta a la vista de Kurama. Después de todo a su novio no le gustaba ver sus armas, Hiei lo respetaba. Al igual que Kurama respetaba su tiempo a solas en el estudio y su manía por involucrarse demasiado en los casos.

El tema del trabajo de cada uno empezaba a hacer problema en la relación, y aunque Hiei se esforzaba por ignorarlo, se daba cuenta del enfado de Kurama cada vez que llegaba herido al hospital (trataba que fueran pocas) y eso no ocultaba el terror que el chico sentía y Hiei detestaba hacerle eso.

Pero Kurama podía ser bastante necio a veces. Por lo menos, en los últimos meses, el chico fue objeto de acoso. Algún malnacido le mandaba cosas por correo, primero fueron notas estúpidas hechas de recortes. Luego dibujos que parecían profesionales. De Kurama en el trabajo, en la casa, en el mercado. En todos los dibujos solo salía Kurama y no Hiei.

De los dibujos y las notas, la cosa paso a un punto en que Hiei realmente temía por la seguridad de Kurama. Le pedía que se ocultase, que aceptara la ayuda que el como policía podía darle. Pero Kurama era necio, insistía que en el hospital lo necesitaban y que no dejaría de atender a la gente solo porque algún psicópata se hubiese antojado de el.

Y pese a que esa necedad le encantaba de el, había momentos (como este) en que realmente provocaba zarandearlo contra las paredes para ver si es que reaccionaba. Lo que podía ser un peligro potencial lo estaba persiguiendo y el pensaba en los demás antes de pensar en si mismo.

¡En ellos!

Dios si tenía que ser un bastardo egoísta para mantener a su  novio a salvo, entonces que fuera de esa manera. Ya tenía que lidiar con la desaparición de su hermana, con el incisivo sentimiento de culpa que lo devoraba a todas horas, las distintas posibilidades se paseaban por su cabeza, quizás si hubiese cuidado de Yukina como debía… todos los posibles desenlaces que ya no se darían.

Su hermana estaba desaparecida, y cada día que pasaba era una posibilidad más certera de no volver a verla. Y le enfurecía que la familia adoptiva de Yukina, siendo tan influyentes como lo eran, le restasen importancia al asunto.

Con todos los recursos de los que disponían… los muy malditos solo colaboraron los primeros dos meses de investigación y luego… bien gracias.

También esta al asunto de Yusuke… esa golpiza que le dio al chico en cierta manera fue algo desproporcionada, pero el chico estaba hecho de una pasta mas dura que cualquiera de los delincuentes de poca monta que tenían en la estación. Y si por lo menos eso sirvió para mantener al mocoso fuera de la estación, le estaba bien empleado.

El reloj de la encimera le informo que eran pasadas las 10 de la noche. Normalmente Kurama llegaba a casa a las 8.

Sus instintos comenzaron a activarse, algo definitivamente no estaba bien. Tenia que hacer algo. No quería desesperarse o seguir el impulso y acabar teniendo una nueva pelea con su novio, la situación era tan tensa que no podían permitirse otra discusión acalorada.

Tomando su chaqueta y sus llaves, Hiei salió en dirección al hospital.

 

 

 

 

Caminaba por el callejón, estaba muy cerca al hospital para su gusto. Pero algunas cosas no podían evitarse, se habían quedado sin enseres y de ninguna manera permitiría a su novio salir a hacer las compras.

Esa zona no era conocida precisamente por ser la más segura. Y con la ola de secuestros que estaban teniendo lugar… la sola idea lo aterrorizaba como nada jamás lo hizo.

La noche era fría, el cielo mas oscuro que de costumbre por lo cual era muy posible que comenzara a llover, razón demás para no dejar que fuese su novio quien hiciese las compras. Siempre fue una persona delicada. Y una lluvia seguramente le haría enfermar.

Fue a dos cuadras antes de la tienda, que escucho sonidos inconfundibles para el.

No supo que le impulso a observar, normalmente hubiese continuado con su camino porque lo que sea que estuviese pasando allí no era asunto suyo, si el pudo sobrevivir sin ayuda de nadie durante tantos años, ciertamente cualquier persona podría arreglárselas sola. Y el era un firme creyente en eso de no inmiscuirse en asuntos ajenos.

En el callejón dos figuras estaban enzarzadas en una lucha. Uno de ellos era un chico de vibrante cabello rojo, que tenia una bata de medico la cual estaba algo sucia, seguramente en la pelea se vio arrastrado por el suelo.

El otro, era un hombre vestido de negro de pies a cabeza. Era obvio que aquello no se trataba de un robo, más bien parecía que el hombre quería secuestrar al doctor.

Y…  si el joven encajaba en el perfil de gente desaparecida en la zona. Era increíblemente atractivo.

Tiempo de seguir con su camino y no inmiscuirse, el no era ningún héroe… además, también contribuyo a algún secuestro. Su consciencia seguía recordándoselo.

Por más que debería estar poniéndose en movimiento, no podía. Seguía observando la fiereza con que el chico luchaba. Aunque sus movimientos eran algo torpes, se notaba que sabía como defenderse. Seguramente su torpeza era causada por alguna herida.

Y por supuesto, su molesta consciencia eligió ese maldito momento para salir a la luz.

Sabia que si intervenía en todo aquello con su rostro al descubierto podría ocasionar problemas, no quería poner en riesgo la estabilidad conseguida después de tanto esfuerzo, por lo que tomo una decisión rápida.

Tendría que matar instantáneamente al secuestrador. De esa forma se aseguraba que nadie pudiese delatarle. No quería problemas con la mafia. Tampoco con los traficantes, gracias a ellos vivía. Pero ya no podía involucrarse con el tráfico de personas. Aquella escena no hizo más que terminar de abrirle los ojos.

Disparo sin titubear, la bala dio en el blanco y el hombre se desplomo en medio del callejón, su sangre mezclándose con la mugre de la calle y la basura que abundaba en el oscuro espacio.

El joven comenzó a mirar a su alrededor, buscando al responsable, por lo que se oculto tras el muro. Si sus suposiciones eran correctas, el chico no tardaría en desmayarse.

Y como para responder a eso, el sonido de algo pesado cayendo en un suelo húmedo rompió el tenso silencio.

Conteniendo un suspiro, Sensui se resigno a su suerte, despojándose de su cazadora y cubriendo con ella al joven inconsciente, lo levanto en brazos y tomo el camino mas corto hacia su departamento. Itsuki no estaría enojado por la falta de víveres, y siendo lo buena persona que era, seguro cuidaría muy bien de este chico hasta que despertara… claro, inmediatamente después de eso tendrían que volver a mudarse y eso entristecería a Itsuki.

Su novio no dejaba de decirle lo mucho que amaba la vista que tenían desde su nueva habitación principal. Y cualquier cosa que entristeciera a Itsuki, a sus ojos era mala.

 

Si el mal presentimiento era malo al salir de casa, al llegar al hospital y enterarse que su novio lo abandono al menos hace unos 30 minutos… eso no hizo nada para tranquilizarlo, su corazón latía a tal velocidad que podría abandonar su pecho. No escucho las demás palabras de la enfermera en recepción, salió corriendo, sabia de memoria el camino que su novio recorría del hospital a la casa porque mas de una vez lo recorrieron juntos, busco cualquier cosa fuera de lo común en ese cortó trecho, sus ojos inmediatamente cayeron en aquel callejón donde los negocios cercanos dejaban la basura.

Era el lugar perfecto desde el cual alguien podía hacer una emboscada, porque nadie iba a ese callejón a menos que fuese a lanzar basura, fumar droga, entre otras actividades.

Quería llamar a la estación para pedir refuerzos pero… se conocía el reglamento de memoria, tendría que esperar al menos 48 horas para reportar a Kurama como desaparecido. Y no podía forzarse a si mismo a esperar todo ese tiempo. Estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de encontrarlo.

Tenia dos hipótesis sobre lo que pudo pasarle a Kurama, obviamente había sido secuestrado. Pudo haber sido por los traficantes de personas… o por ese maldito loco que lo estaba acosando. Cualquiera de las dos opciones era terriblemente mala. Por todo lo que su entrenamiento le decía, las victimas de los traficantes estaban en movimiento constante desde que eran capturadas, y por alguien como el… seguramente no duraría mucho en la… subasta. ¡Dios! El solo pensamiento lo enfermaba. En cambio, si había sido capturado por su acosador, estaba la probabilidad que fuese un asesino psicópata, y con solo 30 minutos también era probable que Kurama siguiese vivo, e inconsciente. Aquello le ahorraría un mal momento a su novio, porque seguro como que el infierno existe, que lo encontraría.

Pero… al adentrarse en el callejón, las reglas del juego cambiaron.

El cadáver que se encontraba en medio de la podredumbre desbarato las teorías. Kurama no cargaba un arma encima, de hecho las odiaba. El hombre en el suelo tenía toda la pinta de ser parte de la mafia. Por lo que los traficantes eran los que alcanzaron a Kurama mientras se dirigía a casa… pero… ¿Quién lo tenia ahora?

Y otra cosa que no encajaba con los casos anteriores, era que en el callejón solo estaba el cadáver, por ningún lado había rastro de las pertenencias de Kurama.

En las otras escenas de los secuestros… las pertenencias de las victimas fueron dejadas atrás, no es como si fuesen a necesitarlas a donde iban.

La única cosa buena de la situación… era que podía llamar por refuerzos antes del lapso de las 48 horas, la mala… ahora no tenía ni la menor idea de donde o con quien podría estar su novio. Y aquello no hacia nada para tranquilizarle.

Primero Yukina… ahora Kurama… ¡¿Qué más le iban a quitar?!

Verdaderamente, la vida es una perra.

 

 

 

 

Era oficial, después de dar vueltas en la cama por horas, Yusuke no se quedo dormido ni de milagro, su madre aun no llegaba a casa por lo que todo estaba silencioso. Desde temprano una sensación de desasosiego lo estaba volviendo loco, a cada hora que transcurría estaba más cerca del borde.

Sorpresivamente, pese a que sus notas no eran ninguna excelencia, hasta el momento no tenia ningún reprobado.

Todo se lo debía a las amigas de Keiko, ellas guardaban los apuntes para que cuando la chica regresara, no tuviese mayores dificultades poniéndose al día, todas ellas intuyendo que Yusuke no era material para tomar apuntes decentes en clase.

Y gracias a los apuntes cuidadosamente ordenados de las chicas estaba pasando todas las materias ese año. A veces se sentía como un perfecto idiota preocupándose en minucias como sus calificaciones, en especial cuando Keiko estaba desaparecida.

Pero luego pensaba en lo satisfecha que ella estaría…

Aquello no iba a hacer mas si no volverlo loco.

¿Cuánto podía aguantar una persona en esas circunstancias?

Agradeció la interrupción a sus pensamientos, el sonido estridente del teléfono corto el silencio y el sentimiento de desasosiego que cargara desde temprano.

_ No hagas preguntas, vístete y reúnete conmigo cerca del hospital. Rápido.

La comunicación se corto antes que pudiera hacer algún comentario.

Hiei siempre fue una persona de ir directo al asunto, pero Yusuke podía decir que algo verdaderamente serio pasaba para que el hombre fuese tan directo.

Su corazón latía con fuerza en medio de su pecho, la posibilidad de que quizás hubiese encontrado una pista que lo guiara hasta Keiko lo tenia saltando de la cama, tomando los jeans del suelo, una chaqueta, se calzo los zapatos como mejor pudo.

Claro, no contaba con que alguien estaba atento a todos sus movimientos. Y mucho menos se dio cuenta de que esa persona lo estaba siguiendo.

 

Yukina estaba inquieta, llevaban al menos dos semanas en ese nuevo escondite, cada vez que los trasladaban de un lado a otro quedaban menos personas, vivía con miedo. No se permitía a si misma cerrar los ojos, por ende las ojeras cubrían su rostro. Estaba mucho más delgada, sus ropas le quedaban un poco holgadas. Eso no complacía en nada a sus captores y si no obtenía golpes… era porque no querían marcar su piel, según sus charlas, eso disminuiría aun más el valor en el mercado.

Eso respondía la pregunta de a donde habían ido las personas que faltaban en la habitación, Yukina a esas alturas estaba convencida que no quedaban lagrimas por llorar, sus ojos la sorprendían otro tanto cuando se daba cuenta que alguien mas desaparecía, allí se daba cuenta que todavía le quedaban lagrimas.

Botan, la chica de cabello azul que hablase con ella en sus primeros días, seguía siendo como lo fue en ese entonces, le aseguraba que todo estaría bien.

Yukina no podía permitirse ser tan optimista.

En todo ese tiempo, su mente divagaba por distintos lugares… más que todo regresando a su infancia en el orfanato. A su hermano Hiei… ¡Dios! ¡Como quería que el la rescatara! Como en aquellos tiempos donde la sola presencia de Hiei era la garantía de seguridad que cualquier niño podía necesitar.

Quería a su hermano de vuelta. Necesitaba a su héroe. A quien la mantuvo a salvo todos esos años.

Botan dormía tranquilamente con la cabeza apoyada en el hombro de Yukina. ¿Como la chica podía hacerlo? Eso estaba más allá de su comprensión.

El silencio era tan pesado que fácilmente podían escuchar lo que pasaba del otro lado de la puerta, en el pasillo, las charlas de los guardias que custodiaban la puerta. Por ello cuando el sonido de pasos se hizo más constante, Yukina supo que algo estaba pasando y rogo que fuese la policía que finalmente llegaba a rescatarles.

Escucho mas atentamente, después de todo, si es que llegaba a salir de allí, lo primero que haría. Ir a la estación de policía a dar tantos detalles como fuese posible porque quería a esos hombres tras las rejas.

Ha tardado demasiado… policía… emboscada… traslado… mercancía… dinero… jefe… armas…

Palabras sueltas eran todo lo que podía captar.

Dependía de ella armarlas en su cabeza lo mejor que pudiera para sacarle algún sentido.

Por suerte, tiempo tenía de sobra. Y una mente inquieta con la oportunidad de centrarse en algo, con una sobredosis de adrenalina.

Prometía ser una mente tan brillante como la del mejor científico.

 

Itsuki no hizo ninguna pregunta cuando le vio llegando a casa con un desconocido en brazos, gestiono para que pusiera al chico en el sofá después de haberlo tapado con una toalla de las más viejas que tenían… procedió a quitarle la bata ensangrentada y mugrienta. Y la camisa. Descubriendo unos cuantos moretones que aun no alcanzaban su peor aspecto. Shunsui pensó que aquello era algo extraño… después de todo si al chico lo querían para trafico de personas, se esforzarían por capturarlo sin hacerle moretones. Cuando su invitado finalmente estaba solo en ropa interior tuvieron un cuadro completo de sus heridas.

En su muslo izquierdo tenia una herida de aspecto bastante desagradable.

_ No voy a preguntar nada. Pero, realmente apreciaría no tener que mudarnos. Se esta a gusto aquí, creo que es el que mas me ha gustado de todos los sitios en los que hemos vivido.- la voz tranquila de Itsuki rompió el silencio en el apartamento.

_ Hare todo lo posible- aseguro Sensui.

Un asentimiento fue toda la respuesta que recibió.

Mientras Itsuki se afanaba en curar las heridas del chico, Sensui reviso en el maletín por sus pertenencias, su primer objetivo fue desactivar el teléfono para asegurarse que no pudieran ubicarlo, si era un teléfono sencillo entonces no tenia que preocuparse por que los encontraran una vez que estuviese apagado y sin el chip.

Lo siguiente fue buscar algún número al cual contactar.

Y fue en ese paso, donde quiso maldecir hasta decir basta. Su maldita consciencia.

¡¿Tenia que antojarse de salvar al novio de un jodido policía?!

El número de contacto estaba grabado como Hiei… Hiei el policía que estaba asignado a investigar los secuestros. Un nombre como ese no era muy común. Una cosa era segura, estaba en una grande y tenia que resolver el problema pronto.

No pensaba dejar que lo llevasen a la cárcel, de ninguna manera dejaría solo a Itsuki.

Como si su novio de alguna manera pudiese sentir su incomodidad, sus ojos se encontraron con los suyos.

_ Hiciste bien en traerlo aquí. Siempre supe que no eras una mala persona- repuso Itsuki, y Sensui se supo perdido. Jamás podría decirle a que se dedicaba para alimentarlo.

Revisando el móvil del chico, se sorprendió al constatar que solo tenia dos contactos, uno decía Hospital. Y el otro estaba grabado con una simple H.

Anotando el número que estaba grabado como “H” desactivo el aparato y le quito el chip para que nadie pudiese localizarlos. No era fan de recibir visitas sorpresa. Y ahora cualquiera podía localizar a alguien más por medio de su teléfono. No quería destruir el chip porque eso levantaría sospechas, pero al menos de esa forma tardarían en comenzar una búsqueda.

Notas finales:

¿Que les parecio?

¿Se merece un rw?

Nos vemos a la proxima

atte: Cyss Darko


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