Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vicios por EijiTonks

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pandora Hearts no me pertenece, si no a la mangaka que le encanta destruirnos todas nuestras suposiciones y hacer caer en agonia mes tras mes, es decir a Jun Mochizuki.

Bueno aqui estoy con mi primera historia de Pandora Hearts ojala sea de su agrado, esta mas que nada basado en el anime se situa poco despues de que termino este asi que no creo que haya gran cantidad de spoilers del manga.

 

Notas del capitulo:

Ojala lo disfruten y les agrade.

 Las cortinas de la habitación se encontraban corridas, y esta estaba tenuemente iluminada por las velas que se consumían lentamente en los candelabros, la envolvía el denso aroma de inciensos que confundían los sentidos, las sombras bailaban al compas de las tenues flamas mostraban a dos figuras sobre el confortable lecho en el centro de la habitación. La más alta se hallaba sentada sobre la orilla de la cama, apenas pudiendo enfocar su dorada mirada en las confusas formas a su alrededor, la otra más pequeña se encontraba de rodillas sobre el colchón detrás del otro, mientras jugaba con un lienzo de tela, deslizo el lienzo por los hombros del otro mientras una de sus manos se escurría por la camisa abierta del otro.

 

-¡Uuuhggg!

 

 Un débil jadeo escapo de los labios del hombre sentado en la cama, las emociones se agolpaban dentro de su pecho, la culpa por lo que estaba haciendo una vez más se hacía presente de nuevo pero aun así no podía mas bien no quería detener las acciones del chico detrás de él, volvió la cabeza para mirarlo y lo único que su mirada consiguió distinguir fugazmente los ojos esmeralda del chico antes de que fueran cubiertos por el lienzo, que momentos antes se había deslizado por su clavícula, este mismo fue atado alrededor de su cabellera negra, un par de manos trataron de recostarlo más opuso un poco de resistencia.

 

-Gilbert-sama –susurro el chico de mirada esmeralda, rozando con sus labios el cuello del chico de cabello negro –sabe que lo desea.

 

 No pudo objetar el argumento del chico, mientras recargaba su espalda entre las mullidas almohadas contra la cabecera de la cama y el de ojos esmeralda liberaba la erección presa de sus pantalones, sintió unos labios sobre los suyos, correspondió profundizando el beso, su lengua se abrió paso a través de esos labios ajenos explorando esa cavidad que ya le era tan conocida, aquellos labios que le embriagaban, mientras recibía el peso del otro sobre él.

 

-Te hare sentir al que tanto deseas –dijo el chico al separarse brevemente –al que tanto amas… Gilbert-sama.

 

-Gil… dime Gil –dijo entrecortadamente el de cabello azabache, pasando una de sus manos entre los cabellos del otro.

 

-Gil –susurro a su oído.

 

 El chico de ojos verdes tomo la erección del moreno y la introdujo dentro de sí, cerró fuertemente los ojos mientras se acostumbraba a la invasión que sentía. El más alto dejo escapar un gemido al sentir la cálida estrechez del chico sobre él, que había apoyado sus manos sobre su pecho y lo escuchaba respirar entrecortadamente.

 

-Gil.

 

 Sin decir palabra lo tomo de las caderas y empezó el vaivén por su cuenta, comenzó con unos lentos movimientos, solo escuchando aquella voz gemir su nombre que se parecía cada vez más a la de él, al venir a su mente aquella mirada esmeralda y cabellos dorados.

 

-Gil.

 

 Las estocadas comenzaron a ser más profundas, pero, el ritmo seguía siendo el mismo, siguieron así por un buen rato. La expresión del rostro sudoroso del muchacho había empezado a suavizarse y lo mejor de todo, empezaba a moverse por su cuenta; llegó el momento en que el de cabellos azabache ya no hacía ningún esfuerzo, el menor era quien llevaba el ritmo de la penetración, apoyándose de sus hombros para subir y luego dejándose caer, aumentando la velocidad de las embestidas. El chico gemía el nombre del mayor sin reparar de ello, solo disfrutando. Su voz hacía eco en su confundida mente, la imagen, no ya no era solo la imagen ahora podía sentir al chico de cabello dorado sobre él.

 

-¡Gil!

 

 Pudo sentir las contracciones del chico al tener su orgasmo y su semilla caer sobre su vientre. Tomo al chico de las caderas y empezó a embestirlo con más fuerza y velocidad, sintió las contracciones en su miembro y luego en todo su cuerpo, su reacción fue abrazar al otro chico, colocando sus manos abiertas en la espalda de este. Apretó la cintura del otro hacia abajo fuertemente, colocando su cabeza en el hueco entre el cuello y los hombros del joven, no pudiendo reprimirse más grito el nombre del que su alma tanto anhelaba.

 

-¡OZ!

 

 Se encontraba ahora en la terraza mientras fumaba un cigarrillo, aun con el frio viento chocando contra su pecho, mirando sin mirar el atardecer, en un intento de que lo que él consideraba como “su enferma necesidad” se desvaneciera. Había vuelto, su preciado amo había regresado a su lado sin embargo nunca lo sintió tan lejos como en ese entonces, se distanciaba cada vez mas y sentía que no podía hacer nada para retenerlo mientras su necesidad acrecía, aquellos deseos ganaban terreno sobre la poca cordura que tenia y luchaba por mantener. Sin embargo a pesar de lo parecía estar sufriendo se sentía dichoso y feliz solo de mirarlo, de que le dirigiera la palabra, se sentía dichoso de estar a su lado, aunque solo fuera así; como su fiel sirviente, como su leal amigo, siéndole su incondicional guardián, con eso se conformaba por temor a hacerle daño, por el miedo que no lo dejaba respirar por perderlo una vez más.

 

-¡Gil!

 

 Se hallaba tan sumergido en sus pensamientos que apenas noto que lo llamaban pero apenas reparar que se trataba de su joven amo dio una lenta calada a su cigarrillo y volteo a ver al heredero de los Bezarius. Se encontraba en el lindel de la puerta y al tener la atención de su sirviente salió del todo de la cálida habitación, se estremeció al sentir el helado viento golpear contra su pecho.

 

-¡Oz te resfriaras! –regaño Gil al ver a su amo sin abrigo –que insensatez tuya.

 

-Mira quién habla –se defendió Oz frotando sus manos contra sus brazos –has dejado tu abrigo en el salón.

 

-Quería… quería algo de aire fresco –mintió Gilbert mirando el suelo.

 

-Claro, no hay nada más fresco que el humo del tabaco –dijo Oz con sarcasmo.

 

 Durante un instante Gil le dio otra calada al cigarrillo con deliberada lentitud, no apartando sus ojos dorados de los esmeralda, para después torcer el rostro al exhalar la momentánea cortina gris y que fuese en dirección contraria al chico de cabello dorado.

 

-Respeta mi vicio –respondió Gil llevándose a los labios una vez el cigarro.

 

-Eso si me lo creo –dijo Oz sonriente.

 

 Gil alboroto el cabello del chico de mirada traviesa mientras reía, el sonido más bello que había escuchado y el que más había extrañado durante su ausencia. Oz aprovecho la cercanía de su sirviente para ponerse de puntas, no sin pensar antes que Gil había crecido demasiado, y arrebatarle el cigarrillo, de sus labios, que ya estaba casi consumido.

 

-¡Oz! –exclamo Gil nervioso ante la proximidad del otro.

 

 La reprimenda que tenia lista fue silenciada al ver la sonrisa dulce de Oz, recordándole que era solo un pequeño, demasiado inocente para estar rodeado del humo del tabaco que aun se desprendía del cigarro, lo quito de la mano de Oz y lo dejo caer al suelo para después pisar la colilla y extinguir el pequeño fuego que albergaba.

 

-¿Contento? –pregunto Gil con cierto fastidio.

 

-El deber de un amo es proteger a su sirviente –respondió Oz en tono sincero –solo te cuido.

 

-Anda entremos y busquemos algo para cubrirte –dijo Gil con brusquedad.

 

 Puso sus manos en los hombros de Oz y lo giro sobre sus talones, tratando de que el otro no viera su sonrojo ante sus palabras, le dio un pequeño empujón para apremiarlo y entrara en el salón. Al entrar lo primero que hizo Oz fue acercarse a la chimenea para calentarse un poco con el fuego que crepitaba en ella, Gil se acerco al sofá sobre el cual había dejado su abrigo y lo tomo, se aproximo a su amo que estaba en cuclillas frente al fuego con sus brazos extendidos; se arrodillo y coloco su abrigo alrededor de su joven amo para calentarlo.

 

-¿Y tú?

 

-Yo estoy bien, no reniegues –contesto Gil sentándose en el suelo recargándose sobre el sillón –eres tu quien debe calentarse.

 

-Gracias –dijo Oz acorrucándose en el abrigo de su amigo –Gil…

 

-¿Qué sucede?

 

-Extrañaba ver tu cara acalorada –se burlo Oz desde el calor del abrigo negro.

 

 Los colores volvieron a su rostro, así que si lo había visto sonrojarse, aquel pequeño continuaba siendo el mismo sádico de siempre que se divertía viéndolo sufrir, empezó a murmurar cosas de que seguía siendo el mismo mocoso tirano.

 

-Ya en serio, Gil, ¿qué hacías afuera?, además de matarte lentamente.

 

-Pues yo solo… no se –dijo Gil cuando fue interrumpido –supongo que buscaba algo de calma… tratar de apaciguar algunos pensamientos.

 

-¿Calma?, ¿de qué hablas…?

 

 No pudo responder pues de improviso las puertas se abrieron y por ella entro el escandaloso y estúpido conejo, que exigía una explicación de por qué el rubio la había dejado sola, seguida de Break y Sharon, el del ojo carmesí venia devorando un pastel, mientras que la muñeca Emily decía que era sospechoso que esos dos estuviesen solos.

 

-No sé por qué debías buscar al cabeza de algas –reclamo Alice haciendo puchero.

 

-De lo que no sabes se podrían escribir varios libros –contesto Emily en el hombro de Break.

 

-¡Muérete payaso!

 

-Ya, ya Emily, ya ves que Alice es algo susceptible –dijo Break juguetonamente.

 

-Break deja de molestar –pidió Sharon amablemente después de golpear al de cabello blanco con su abanico.

 

-A esto me refería –murmuro Gil incorporándose un poco –si me disculpan mi necesidad de nicotina me reclama.

 

 Se acerco a Oz sin levantarse del todo y pareció abrazarlo, instantes después sacaba de uno de los bolsillos del abrigo una cajetilla de tabaco sin avisarlo siquiera, y se levantaba sin volver la mirada al ahora sonrojado rubio.

 

-¡No te acerques a mi sirviente cabeza de algas!

 

-Estúpido conejo –murmuro Gil llevándose un cigarrillo a los labios.

 

 Sin volver la mirada se dirigió a la puerta del salón en medio de los insultos de Alice, mientras prendía su cigarro, cansado ya de sus peleas continuas con la chica, tras darle una calada al cigarrillo, expulso el humo y salió, para alejarse del barullo que momentos antes lo rodeaba. Oz se quedo mirando la puerta mientras pensaba que en definitiva su sirviente estaba muy extraño, fumaba más de lo habitual y había rechazado una pelea con Alice, algo extraordinariamente inaudito pues se estaba habituando a controlar al moreno para no dispararle a la chica, algo estaba sucediéndole y eso le preocupaba ya que Gil significaba mucho para él, mucho más que un sirviente… y que un amigo también.

 

 Se encontraba en su habitación recostado sobre la cama a punto de terminar con su quinto cigarrillo, tenía su brazo sobre su rostro y el casi consumido cigarro en los labios, no había parado de fumar desde que salió del salón y había sido cigarro tras cigarro, algo andaba mal con él lo sabía.

 

 No entendía el por qué se sentía tan ansioso, tal vez el incesante acoso de su hermano podría ser la causa, o tal vez los comentarios sarcásticos de Break y la odiosa y por demás extraña muñeca que lo acompañaba siempre; pero no, no podía ser aquello, llevaba una década soportando los acosos de esos personajes, aunque lograban sacarlo de sus casillas era solo una rabieta de unos instantes. La inquietud que sentía ahora era diferente, simplemente no podía dejarla de lado entonces pensó en los Barkesville que parecían mantenerse tranquilos, bueno tal vez eso era lo que lo tenía así, tener la incertidumbre de lo que le podría pasar a su joven amo; la manecilla del reloj en su pecho amenazaba con avanzar en cualquier momento sin que pudiera hacer algo para detenerlo, esa maldita cadena que no era más que un parasito que se alojaba en Oz y era este quien no le permitía ponerle solución.

 

 Tenía calor, demasiado calor y el tabaco apenas podía calmar su inquietud, pensó entonces en salir e ir allá tal vez ahí podría calmar un poco el fuego que sentía en su pecho (y en otra zona de su cuerpo), bien podría salir, tomar uno de los caballos e ir a la ciudad.

 

-¿Gil estas dormido? –pregunto Oz entrando en la oscura habitación sigilosamente.

 

 El heredero de la casa Bezarius avanzo con cautela, en un intento por no tropezarse ya que casi no veía nada, en verdad pensaba que el joven cuervo se encontraba dormido, se dirigió a la única luz proveniente de la habitación y esa era de la pequeña vela en el buro al lado de la cama, la débil flama amenazaba con extinguirse en cualquier momento y dejar por completo en tinieblas el dormitorio, cuando por fin llego observa que el chico de cabellos negros tenia cubierto su rostro y el cigarro en la boca a penas sostenido por sus labios, pensando que el joven se hallaba ya en los brazos de Morfeo tomo el cigarrillo y lo apago en el cenicero que estaba al lado de la vela, donde se observaban muchas colillas, no pudiendo evitar pensar en la reprimenda que le daría al más alto por haberse quedado dormido mientras fumaba.

 

-¿No te enseñaron a no entrar en los dormitorios ajenos sin permiso?

 

 El rubio dio un respingo a causa del susto que le acababan de dar, el corazón se le detuvo por un momento y casi salta hasta el techo cuando el cuervo hablo, estaba seguro que Gil se encontraba dormido al no recibir respuesta cuando lo llamo.

 

-¿Y a ti responder cuando te llaman? –dijo Oz llevándose una mano al pecho.

 

-Es culpa de mi amo –contesto Gil descubriéndose el rostro.

 

-Pues tu amo te castigara por casi matarlo de un infarto y por quedarte dormido mientras fumabas… ¡eso es peligroso!

 

-No estaba dormido –se excuso Gil ante la reprimenda del chico –¿qué haces aquí?

 

-Vine a regresarte tu abrigo.

 

-Lo podrías haber puesto sobre el sofá o dármelo mañana.

 

-Bueno para ser sincero me extraño que hicieras a un lado una pelea con Alice –respondió Oz alborotándose el cabello al ser descubierto –tú y ella nunca se cansan de discutir.

 

-Al parecer por hoy me canse.

 

-¿Gil, te encuentras bien? –pregunto Oz algo preocupado.

 

-Descuida, estoy bien –respondió Gil alborotando mas el cabello de su amo.

 

-¡Bien! –exclamo Oz saltando sobre la cama –entonces a dormir.

 

-¡Oz!, ¿pero qué… qué diablos haces? –cuestiono Gil sobresaltado observando cómo su amo se metía en las sabanas.

 

-Quiero dormir contigo –respondió Oz de forma simple y clara.

 

 Deseo por un segundo haber estado ebrio, de estar en otra situación aquellas palabras serian las que más feliz lo hubieran hecho, pues claro se referirían a otro contexto, el contexto que lo estaba atormentando en sus pantalones. Sin embargo Oz ya se encontraba bien acorrucado en la cama, y había tomado su almohada favorita además, no le quedo otro remedio más que meterse bajo las sabanas, apagar la vela y rogar por tratar de dormir.

 

 No fue ninguna sorpresa que aunque ya estuviera entrada la noche fuera incapaz de dormir, lo único que podía hacer era mirar el techo, sintió entonces que alguien se pegaba a su costado, volteo a mirar a Oz que estaba acorrucado a su lado; se quedo completamente paralizado cuando el rubio restregó su cara en el arco de su cuello, causándole un cosquilleo. La única razón posible para ese inusual movimiento era que seguramente Oz había confundido el cuerpo de Gil con su almohada o algo por el estilo, provocando que las posibilidades de conciliar el sueño se volvieran nulas, inhalaba y exhalaba con rapidez y dificultad además de sentir que cierta parte suya empezaba a despertar, no podía moverse pues el de mirada esmeralda podría despertar, ver o sentir su penosa necesidad.

 

-Tranquilo, Gilbert, tranquilo –murmuro velozmente Gil en un intento de calmarse.

 

 Lo único que conseguía era exactamente lo contrario, no paraba de preguntarse: ¿qué hacia? o más bien, ¿qué no hacia?, esa era la pregunta apropiada. Tras varios minutos de estar así, la cálida respiración de Oz le daba en el cuello, pues el pequeño estaba hecho un ovillo a su lado, así poco a poco su acompasada respiración fue tranquilizándolo, adormeciéndolo ligeramente, estar al lado de Oz lo llenaba de una calidez embriagadora que lo hacía sentir muy bien; miro hacia la parte baja de su cuerpo y siendo algo raro e inusual ya no sentía apretadas sus ropas.

 

-Oz…

 

 El de cabellos dorados había logrado que el sueño se apoderara de él, dudo por un momento pero tras ver que Oz se encontraba profundamente dormido abrazándolo, se incorporo con extremo cuidado, lo suficiente para depositar un delicado beso, apenas un contacto fugaz, sobre los labios de su amo, aquello era lo que más anhelaba en ese momento y el rubio no tendría que enterarse, pero no quería tener que lamentarse otra década, decidió que por el momento todo se encontraba bien. Acomodó su cabeza en la almohada para caer completamente rendido, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, lo que ya no pudo escuchar fue el susurro de su nombre salir de los labios de Oz.

 

-Gil…

 

Notas finales:

Y hasta aqui el primer capitulo, este fic es para largo, ojala dejen reviews y saber asi sus opiniones sobre el fic. Bye.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).