Decir que era un día como cualquier otro no era cierto, no era un día común y corriente, ni de cerca rutinario, pues para empezar solo ocurría cada cuatro años. Ese año era bisiesto, ese día era veintinueve de febrero y también era el cumpleaños de Fuji Syusuke.
Más de uno le había dicho que su cumpleaños era tan raro como él, pero esto lo tomaba como un cumplido, y nada arruinaría su cumpleaños por el que esperaba cuatro años, celebrarlo de verdad, celebrar el verdadero era lo que le entusiasmaba, no el veintiocho como año tras año, su “no cumpleaños” como lo llamaba. Además lo pasaría con quien se había convertido en la persona más importante para él, aquel que lo alentaba, reñía y complementaba. Que Tezuka Kunimitsu hubiera planeado algo para su cumpleaños le entusiasmaba en sobremanera.
El día anterior, el veintiocho después de clases la mitad del alumnado femenino, sino es que un poco mas además de unos cuantos chicos, lo felicitaron por su cumpleaños; ahora el verdadero lo felicitaron sus amigos cercanos, los chicos del club de tenis, (pues le habían dicho a Eiji que era un insensible por no felicitar el día anterior a su mejor amigo), y lo más importante Tezuka le había dicho que saldrían esa tarde. Por eso estaba en el parque sentado en una banca esperando ansiosamente a que Tezuka llegara y tuvieran su cita de cumpleaños y lo que el chico de lentes le hubiera comprado. Cuando lo vio dirigirse hacia el su sonrisa se hizo más pronunciada, no hubo ni llegado completamente donde estaba cuando simplemente el chico de lentes hizo un movimiento con la cabeza, indicándole que lo siguiera, aquello no le agrado mucho a Fuji pero solo suspiro resignado a caminar a su lado como de costumbre pues ni en su cumpleaños Tezuka dejaría de ser Tezuka.
-¿A dónde vamos? –interrogo Fuji curioso.
-Solo camina –contesto Tezuka sin añadir más.
-¿Te quieres hacer el misterioso hoy?, es un buen cambio –comento Fuji con tono ligero tratando a la vez de indagar un poco –pero ya en otro “no cumpleaños” he venido al parque cuando era pequeño…
-No eres muy alto que digamos –murmuro Tezuka ajustando sus lentes –y solo estamos de paso por este parque.
-¿Parque de diversiones? –inquirió Fuji tratando de ignorar el comentario de su altura.
-No.
-Lastima, tenía ganas de subir a la montaña rusa –se lamento Fuji.
-Pero en otro “no cumpleaños” te llevaron ahí –contesto Tezuka continuando con su caminata.
-Lo que por ende significa que iremos a un lugar donde no he ido en mi cumpleaños o “no cumpleaños” –concluyo Fuji con sagacidad –y debe ser cerca de aquí a no ser que tengamos que tomar un taxi.
-¿Vas a continuar con esto? –cuestiono Tezuka con cierta molestia.
-Por favor, puedo hacer esto todo el día y lo sabes –respondió Fuji con una mirada traviesa pues aun quería seguir con el juego –¿al cine?
-Fuimos el viernes después de clases.
-¿A la heladería?
-Ahí vas con Kikumaru.
-¿Paseo en bote en el lago?
-Ni drogado en San Valentín lo haría –dijo Tezuka empezando a subir una escalinata.
-Eres muy cruel… ¡ya se!, un hotel, ¿verdad?, vamos a un hotel.
-¡Syusuke!
-Esto es divertido.
-Además ya fuiste a todos esos lugares, lo del lago arrastraste a tu hermano a que te acompañara y cuenta el hotel cuando estaban en Kyoto por tu cumpleaños o “no cumpleaños”.
-Papá tenía una aburrida junta ahí y se llevo a toda la familia, parece que sabes todo acerca de cómo he celebrado en estos años –dijo Fuji cayendo en cuenta de ese detalle –¿desde cuándo me acosas?
-Agradece a tu hermana que me puso al tanto de todas tus celebraciones sin siquiera haberlas requerirlo –contesto Tezuka deteniéndose al subir el último escalón –el juego termino.
-¿Ya llegamos? –pregunto Fuji confundido, terminando de subir las escaleras y mirando a todos lados –¿estás seguro?, mi celular tiene GPS solo dime el sitio y lo busco.
El chico de lentes resoplo algo resignado y señalo con sencillez el edificio a sus espaldas. Un edificio para nada llamativo, bastante simple y cuadrado, con un par de pisos de altura, en verdad nada del otro mundo. Los ojos zafiro miraban con sorpresa y con total confusión pues en verdad no podía creer o más bien no quería creer que Tezuka lo llevase a ese lugar, lo que no entendía pues en verdad el chico de lentes tendría que estar muy perturbado para tener una cita precisamente ahí.
-¿La biblioteca?
-Anda –indico Tezuka reanudando su marcha.
-¡Espera! –detuvo Fuji sujetándolo del brazo –por favor dime que solo venimos a devolver un libro.
-Tú querías ir a un sitio donde no hubieras ido en tu cumpleaños –dijo Tezuka dirigiendo al tensai a la entrada –ahí tienes.
-Sí pero… ¿la biblioteca?, ¿por qué no una sala de urgencias? –pregunto Fuji sin salir de su sorpresa –olvídalo, Yuuta se hizo su cicatriz cuando cumplí siete, eso sí fue divertido.
Tezuka únicamente lo tomo por los hombros y lo hizo entrar en el simple edifico, para Fuji no era como si nunca hubiera entrado en una biblioteca, el caso era que nunca se imagino que podría tener una cita en ella y menos en su cumpleaños, pues una biblioteca no es lugar para tener una cita, pero al parecer esta idea iba en contra de las de el capitán.
-¿Sabes que en la escuela hay una biblioteca y voy a ella?
-Pero no has ido a ninguna en tu cumpleaños –refuto Tezuka sin mostrarse alterado de manera alguna –hay que registrarnos.
Tezuka espero a que Fuji se registrara para anotar su nombre, caminaron por un pasillo y luego subieron un par de escaleras, el chico de lentes se veía extrañamente sereno a pesar de la mirada no asesina pero claramente inquisitoria del tensai, continuo siguiéndolo sin poder entender del todo la situación, no había nada entretenido en aquel lugar a no ser que fueran al aula de medios y tomara una computadora pero para eso tenía la propia, aunque para hacer algunas cosas era mejor si esta no te pertenecía y no te podían vincular. Al dejar la planta baja y estar en el primer piso notaron que había varias computadoras al lado de un par de grandes gabinetes.
-Aunque ya el sistema esta modernizado y puedes buscar los libros por las computadoras me agrada que aun estén los viejos ficheros –explico Tezuka señalando los gabinetes –están muy bien organizados, he tratado de ayudar en organizar los ficheros de la biblioteca de la escuela de forma parecida.
-Interesante –dijo Fuji pero su tono indicaba todo lo contrario.
-Te lo demostrare –propuso Tezuka sin reparar en la falta de interés del otro –dime un tema, autor o un titulo, usare el viejo fichero y me tomaras el tiempo.
-¿Es una broma? –pregunto Fuji con todas sus esperanzas.
-¿Yo bromeo? –contesto Tezuka poniéndole fin a cualquier esperanza del tensai –anda cronométrame.
-Está bien, está bien –dijo Fuji sacando su celular y buscando en el menú el cronometro de este –enlaces.
-Enlaces… toma el tiempo.
-Ahora –indico Fuji iniciando la cuenta del cronometro.
El capitán se acerco a los gabinetes y abrió un cajón donde se podía observar una gran cantidad de fichas, las cuales el chico de lentes pasaba con gran rapidez una tras otra en busca de la que necesitaba, después de unos segundos la encontró, saco un bolígrafo y un pedazo de papel donde anoto la clave del libro seleccionado, volvió a cerrar el cajón y se dirigió a los estantes en busca de la sección que le indicaba la clave, paso por varios pasillos sin siquiera volver la mirada a los libros que no necesitaba, esa mas subió un par de escaleras al piso superior hasta la sección que necesitaba, paseo por un par de pasillos hasta detenerse en un estante y tomar un grueso libro de la parte superior, hojeo el libro y así abierto se lo entrego a Fuji, que lo había estado siguiendo todo el tiempo.
-Dos minutos y trece segundos –dijo Fuji deteniendo la cuenta del tiempo –Química Orgánica, tipos de enlaces químicos.
-Eso fue sencillo –comento Tezuka ajustando sus lentes.
-¿Y cómo sabes que no me refería a enlaces sociales?, en sociología los tipos de enlaces entre los grupos –contesto Fuji altivamente.
-Tienes razón, me apresure en mi juicio.
-No te lo tomes tan a pecho –se disculpo Fuji.
No sabía muy bien cuál era la intención de aquel tonto juego, buscar libros y tomar el tiempo, no era nada divertido y pudo notar que Tezuka se encontraba avergonzado y hasta tenso, volvió su mirada al libro que tenía en manos no pudiendo reprimir una pequeña risita, el chico de lentes lo miro extrañado.
-¿Qué le pasa a un oso polar si se mete al agua? –pregunto Fuji de repente.
-¿Qué? –pregunto Tezuka pero no sabía si era para saber o por la sorpresiva pregunta.
-Se disuelve –contesto Fuji sonriente.
Tezuka parpadeo un par de veces y luego sonrió ligeramente, trato de reprimir la ligera risa que le había provocado el chiste, Fuji se acerco y acaricio su rostro pues no era de todos los días hacer reír a su capitán.
-Te toca a ti –dijo Tezuka saliendo de su trance.
Fuji se quedo confundido por las palabras que escucho, pues por un momento creyó que el chico de lentes había estado bajo el encanto de la sutil caricia que le dedicaba y parecía disfrutar, pero justo cuando pensó que podría convencerlo de ir a otro sitio el capitán salió solo de su hechizo.
-Que los libros estén en cualquier sección me parece un error garrafal –comento Tezuka dejando el libro que tomo en un carrito con otros libros –este sitio puede volverse un caos en los cursos de verano, en verdad que los niños llegan a ser bastante imprudentes.
-¿Recuerdas esa vez en primer año cuando nos metimos a la escuela durante la noche y unos libros “voladores” quisieron comerte? –pregunto Fuji al instante.
-Estaba solo y medio sugestionado por lo de “los siete misterios”.
-¿Y qué hiciste?
-Arroje libros a diestra y siniestra –murmuro Tezuka avergonzado por aquel imprudente comportamiento.
-Los niños llegan a ser bastante imprudentes –repitió Fuji a tono de burla.
-¡Pero los ordene después! –exclamo Tezuka en defensa.
-¡Shhhh!
Una muchacha lo había callado pero se sonrojo al fijarse bien a quien había mandado a callar y después de una gélida mirada del capitán regreso a su lectura, mientras la pareja de castaños regresaba por las escaleras y volver al viejo fichero del cual Tezuka era fan, al parecer era el turno de Fuji de hacer ese extraño juego que había propuesto el chico de lentes y no tenia opción a negarse a este aunque fuese su cumpleaños.
Pero contrario a lo que pensó fue el capitán el que se acerco al fichero y empezó a buscar, al parecer lo único que tendría que hacer Fuji seria encontrar el libro. Le resultaba curioso y hasta una observación tonta pero Tezuka parecía manejarse el fichero con gran destreza y pasaba por entre las fichas con rapidez dándoles apenas un vistazo.
-Busca este libro –índico Tezuka anotando la clave en un pedazo de papel.
Fuji tomo el papel en el que únicamente estaba escrita la clave del libro y no venia alguna otra información, el chico de lentes no había anotado ni el título del libro que buscaría, pero sabía que sería inútil llevarle la contraria y cuanto más pronto lo hiciera más pronto se marcharían, siguió el mismo camino que Tezuka había hecho en su primera búsqueda y subió las escaleras, paseo por los pasillos y pronto se dio cuenta de que la clasificación de ese libro no se encontraba en ese piso, por lo que se vio forzado a subir uno más, deambulo por los pasillos que bien podrían parecer una especie de laberinto hasta encontrar la sección que buscaba, las del numero ochocientos, entre los estantes ya estaba buscando los números ochocientos veinte y tantos, hasta que lo vio, apoyo una de sus rodillas en el piso y saco el delgado libro de pasta azul y sin siquiera ver la tapa se lo extendió a Tezuka.
-Pagina veintiséis –indico Tezuka sin recibirlo.
El tensai se levanto y algo fastidiado abrió el libro de mala gana buscando la pagina que el chico de lentes había mandado, cuando la encontró antes de que pudiera empezar a leer se vio interrumpido.
-Si de todos tus encantos yo pudiera decir
Y de la belleza de tus ojos,
La gente diría: este poeta no hace más que mentir
Pero ojos tan hermosos no he visto otros.
Fuji parpadeo un par de veces antes de mirar al chico delante de él, escucharlo recitar esas palabras lo habían hecho extraviarse en un mundo totalmente ajeno, sus ojos azul zafiro destellaban de sorpresa y parecía incapaz de pronunciar palabra alguna. Entonces miro la tapa del libro que sostenía donde se leía: “Sonetos por William Shakespeare”.
-Se que no soy muy expresivo y no te digo las palabras que debería decir –dijo Tezuka con los ojos cerrados –pero es que no encuentro las adecuadas que expresen lo que significas para mi… creo que el soneto diecisiete se acerca a aquello que me gustaría decir.
¿Quién me creerá en edad futura
Si yo colmo mis versos con tus gracias?
Y Dios sabe que son sólo una tumba
Que oculta tus más vivas perfecciones.
Si escribo a la belleza de tus ojos
Y tus dones en rimas enumero,
Dirán todos: nos mintió el poeta,
Cantó partes divinas y no humanas.
Reirán de mis papeles (ya amarillos)
Cual de viejos que hablan demasiado:
Tu virtud será hija de mis raptos,
Un desvarío de canción antigua.
Más si entonces viviera un hijo tuyo
Vivirás dos veces entonces,
En él y en mi poema.
Leyó el tensai las hermosas palabras impresas en aquel papel viejo, las palabras recitadas por Tezuka resonaban en su cabeza, creyendo que había olvidado el cómo respirar, el chico de lentes había tomado su mano y había acunado su mejilla con la otra.
-Las palabras no son suficientes para describir suficiente sobre ti, eres perfecto en cada sentido, eres maravillosamente raro, perfecto para mí.
Los cálidos labios del capitán se posaron sobre los suyos, en un tierno beso, no más que solo un sutil contacto.
El tiempo parecía pasar más lento, el contacto de los dedos de Tezuka contra su mejilla era delicioso, Fuji en verdad deseo con toda su alma que el tiempo se congelara y no siguiera avanzando con tal de sentir aquella caricia para siempre.
-Feliz cumpleaños –dijo Tezuka con voz suave.
La voz de Tezuka era ligera, casi como un suspiro e increíblemente cálida, por fin Fuji retomo el control sobre su cuerpo y tomo el rostro de Tezuka con sus manos para darle un beso, uno diferente del primero, uno con más pasión y deseo, en el que sus labios parecían ofendidos entre sí. El calor de Tezuka, la pasión, la entrega que le demostraba en cada segundo de ese beso, hacían desvariar a Fuji, quien creía que su corazón se detendría en cualquier momento.
-Ahora no te parece malo haber venido –comento Tezuka al terminar el beso.
-No lo arruines –contesto Fuji volviendo a lo que estaban.
Un beso en un principio lento y delicado hasta que el chico de lentes respondió y comenzó a besarlo con más fuerza, hasta casi esfumar todo el aire de los pulmones del tensai que lo miraba juguetonamente, se separo de su boca por un momento para que pudiera tomar algo de aire. El capitán se acerco una vez más al bello rostro y mordió lentamente el lóbulo de su oreja, los parpados del castaño se cerraron los cuales temblaron ante las caricias del más alto provocando también unos débiles gemidos que lo alentaban. De un momento a otro Tezuka llevo sus manos al pantalón de su compañero y empezó a desabrocharlo.
-¿Qué haces? –pregunto Fuji en un murmuro apresurado.
-Detenme si quieres que pare –respondió Tezuka.
Fuji no pudo reprimir el gemido al sentir la mano de Tezuka cerrarse sobre su miembro, no tardo en subir y bajar su mano cada vez con más rapidez, los besos de su amante se volvieron erráticos, haciendo que el chico de lentes tomara el control y dominio del beso, mientras el tensai solo podía gemir, Kunimitsu dejo los labios del castaño y se arrodillo.
-¿Qué haces? –volvió a preguntar Fuji atónito –estamos en una biblioteca.
-Entonces no podrás hacer ruido.
El chico de lentes comenzó a trabajar el miembro de Fuji empezando a imprimir una serie de movimientos rítmicos sobre este, el tensai trato de reprimir los gemidos de placer que el capitán estaba provocando, llevo sus manos a la boca en un intento de reprimirlos después mordió el labio con fuerza hasta casi sacarse sangre, arqueo la espalda ante la ola de placer que experimentaba, las manos del joven fueron involuntariamente a la cabeza de Tezuka, donde jugó con su cabello y empezó a mover sus caderas en busca de mas contacto.
Aquello le resultaba inverosímil ya que estaban en una biblioteca, en un lugar público, lo cual parecía importarle muy poco a Tezuka que seguía haciendo su trabajo con el miembro de Fuji, se recargo sobre en uno de los estantes que daban a la pared, pues no creía que sus piernas fueran a sostenerlo mucho tiempo más.
-Mit-mitsu… voy a…
Fuji no pudo ni terminar su advertencia y termino en la boca de su amante, los espasmos aun recorrían su cuerpo mientras Tezuka se levantaba y volvía a besarlo, la nada tímida boca era devorada una vez más por la del capitán, desgarrando el poco aire que el chico alcanzaba a tomar, la lengua del frío joven era insaciable, los besos y leves mordiscos trazaban invisiblemente el camino hasta sus hombros y cuello, el cual fue mordido con más fuerza haciendo que este acto, excitará aun más al tensai, provocando que arqueara levemente su espalda; escucho el tintineo del cinturón de Tezuka al desabrocharlo y sintió que este le bajaba un poco el pantalón.
-¿Aquí?
-No podemos dejarlo a medias –dijo Tezuka al odio del tensai –después de todo no todos los años es tu cumpleaños.
-¿Ósea que lo haremos cada cuatro años?
-No lo arruines –dijo en esta ocasión Tezuka.
-Pero…
Antes de que escuchara alguna objeción el chico de lentes volvió a besarlo, lo hizo dar media vuelta para que el castaño quedara de espaldas y beso ahora su cuello, volvió a estimular el miembro de su amante, mientras este aferraba sus dedos a los estantes cuando sintió un par de dedos dentro de él. Ahogo un grito al sentir a Tezuka entrar en su cuerpo, las interminables y extenuantes embestidas eran acompañadas por los débiles jadeos del joven de lentes y los entrecortados gemidos del tensai, una de sus manos sujetaba con fuerza las caderas del otro y la otra en el miembro del castaño masturbándolo en sincronía con sus embestidas, cada vez con más fuerza.
Fuji temblaba contra el pecho de Tezuka, este se abrazo más a su cuerpo, su rostro estaba escondido en el cuello del de mirada zafiro, besando, mordiendo, succionando, dejando marcas que al momento eran rojas, embistió cada vez con más fuerza y más profundo en cada estocada, el tensai grito cuando sintió a su amante golpeando rítmicamente ese lugar dentro de él que lo hacía temblar, suplicar y gritar todo al mismo tiempo, pero dado que estaban en una biblioteca la labor de guardar silencio se volvió verdaderamente titánica.
El castaño completamente ciego de placer no pudo contenerse más, empezó a temblar descontroladamente y su mente se sumió en una niebla; fue capaz de sentir, en medio de las contracciones de su cuerpo, como el de Tezuka lo seguía, y temblaba y se contraía sobre él, su mente completamente en blanco de placer. Cayó de rodillas al suelo mientras trataba de normalizar su agitada respiración, su rostro se encontraba ruborizado y unas gotas de sudor lo recorrían, Tezuka lo abrazo y volvió a besar su cuello.
-No volveré a ver los libros de la misma manera –dijo Fuji cuando fue capaz de volver a respirar –ya entiendo porque te gusta tanto este lugar.
-Creo que ahora es por diferentes razones –dijo Tezuka tomando el libro que el tensai había dejado caer.
-Hacerlo bajo el cobijo de los grandes poetas fue perfecto –comento Fuji hojeando el libro que el de lentes le había pasado.
-Cualquier palabra apenas es una sombra de lo que siento, así que cuando las leas nunca dudes pues expresan lo que yo no puedo decir.
Tezuka beso con ternura el hombro de Fuji, este rio con tranquilidad, se había convertido en su mejor cumpleaños, estaba al lado de la persona que más quería y le había demostrado cuanto le amaba.
-Al cerrarse mis ojos ven más claro,
Pues el día les es indiferente,
Ya que siempre en mis sueños te contemplan
Y brillan con tu brillo en la penumbra.
Si iluminas las sombras con tu sombra,
Qué dichoso espectáculo ofrecieras
A la luz, con tu luz tanto más clara,
Tú que así por la noche me encandilas.
Qué ventura, pienso, si mis ojos
A viva luz del día te encontraran,
Si de noche, entre las sombras muertas,
Se fija tu esplendor en ojos ciegos.
Cada día es noche sin tu imagen,
Y si en sueños te veo es día la noche.
Fuji recito el soneto que tenía delante de él, pues lo creía perfecto para Tezuka, era exactamente lo que sentía cada vez que lo veía, el brillo del capitán deslumbraba y guiaba a donde fuera.
-Sí que te va este –comento Fuji.
-¿Te parece si sacamos este prestado? –pregunto Tezuka acariciando y besando el suave cabello del tensai –aun hay sonetos para ti en ese libro.
-¿Cómo cual?
-Ya te inculpan por joven y ligero,
Ya te elogian por joven y por grácil,
Mas tus gracias y culpas son amadas.
Pues las culpas en gracias transformaste.
El anillo más vil es elogiado
Si en un dedo de reina resplandece:
Así se traducen tus desvíos
En verdades, y en cosas verdaderas.
¡El lobo a cuánta oveja perdería
Si pudiera en oveja transformarse!
¡A cuántos que te admiran tú arruinaras
Si de todas tus gracias te valieras!
Mas no lo hagas, pues te amo de tal suerte
Que si eres mío, mío es tu buen nombre.
-Eres un ñoño te sabes de memoria los sonetos –se burlo Fuji divertido.
-¿Y tú qué dices?, señor oso polar –contesto Tezuka sin dejarse ofender.
-¡Pero le entendiste!, así que aun mas nerd tu que yo –contraataco Fuji siguiendo las provocaciones que el había comenzado –tener una cita en la biblioteca y además pedófilo.
-¿Pedófilo?
-Lo hiciste con un niño de cuatro años –sentencio Fuji triunfante –haz corrompido a un ser inocente.
-Para ser alguien a quien supuestamente corrompí demuestras tener una gran técnica.
Continuaron discutiendo todavía un rato mas, finalmente tomaron el libro y después de arreglar sus ropas y tener una apariencia presentable, salieron de entre los estantes para pasar a registrar el libro que se llevarían. Después de salir de la biblioteca Tezuka lo llevo hasta un billar donde los esperaban los chicos del club de tenis para celebrar, esto organizado por Eiji que salto sobre el apenas lo vio cruzar la puerta, tras un par de juegos, donde claro el tensai había hecho gala de unos excepcionales tiros, comieron pastel y abrieron los regalos de festejado, mas cactus, algún videojuego y equipo de tenis, pero cuando abrió una muy delgada caja sonrió.
-¿Un separador?, nya, no pensé que fueras tan tacaño Tezuka –opino Eiji al ver el contenido –además está mal, Fujiko cumple dieciséis o cuatro segun lo veas.
-Es perfecto –dijo Fuji sin agregar más.
-Feliz cumpleaños, Suke.
Un simple y bello separador azul zafiro, con un lazo dorado y el numero romano XVII sobre él, también en oro, para recordar cada vez que lo viera a la persona que le había dado los mejores presente que hubiera recibido, su risa y sonrisa y sobre todo su amor, dedicados solo para él y nadie más. Que recordaría en cada cumpleaños y “no cumpleaños”.