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Dove por Winy9

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Notas del capitulo:

Helloooo! =)

He estado cinco días sin salir de casa por estar con fiebre *pone pucheritos y da pena* así que me puse a escribir como una loca y cuando digo como una loca, es como una loca...

Aquí van 20 páginas de Word, así que... ¡Paciencia! ^^

¡Buena lectura! 

- ¿Adónde vas?

Esa es una buena pregunta. O más bien, por qué va a dónde va. No debería haber hecho algo así, ni venderse de esa forma. Pero sentía que no tenía más opción y por más que le repugne la idea de verle y de tener que cumplir con cada una de sus peticiones, no puede atrasarlo más tiempo. Allí, en el nivel uno, todo el mundo está preocupado, hay un ambiente aún más pesimista que antes y las fuerzas se desvanecen poco a poco pensando que pueden ser los próximos. Nadie habla de la desaparición de Sungmin, pero todos tienen claro que desean verlo de nuevo. Quizás porque aún no se ha contagiado de esa melancolía que los envuelve a todos, es que parece ser el único capaz de buscarlo. No se rendirá aunque esté solo, aunque tenga que sufrir la compañía de Hyukjae y esta vez no haya más culpables que él mismo.

- Después te cuento si todo sale bien - responde Hae.

Kyuhyun lo mira con el ceño fruncido.

- Eso suena a "no va a salir bien".

Donghae sonríe.

- Saldrá bien.

Aún es la hora de la cena así que no tiene ningún problema al salir de la habitación, ya que sigue abierta. Deja a Kyuhyun con la palabra en la boca, pero si le cuenta lo que está a punto de hacer se sentirá aún peor de lo que ya se siente, y eso es decir mucho. Definitivamente, se ha convertido en algo así como la puta de Hyukjae que era lo que este buscaba desde el principio.

Respira profundamente un par de veces antes de tocar a la puerta del nivel tres. Debe recordarse a sí mismo por qué lo está haciendo y no olvidarlo durante todo el rato que esté allí dentro. Antes de que obtenga respuesta desde dentro, una mano se posa sobre su hombro y él salta en el sitio asustado por verse acompañado.

- ¿Lee Donghae, no?

Reconoce la voz de Kim Heechul, uno de los guardias más sádicos que ha conocido en este lugar. Le da la vuelta bruscamente y lo hace chocar contra la puerta.

- No puedes estar aquí.

- Ya, pero... eh... - ¿qué puede decir? - Quería...

Una sonrisa nada benevolente se asoma en los labios de Heechul. Lo agarra de la camiseta y tira de él empujándolo ahora lejos de la puerta.

- Ya, ya sabemos todos qué querías. No puedes estar aquí, así que lárgate o sufrirás las consecuencias.

¿Por qué coño Hyukjae no abre la puerta y lo intenta ayudar? Será desgraciado, además de todo, cobarde. Normalmente tampoco se dejaría amedrentar por una de las miles de amenazas que sufre al día, pero ahora lo están librando de algo que aún no está preparado para hacer, así que simplemente asiente obediente y da media vuelta para volver a su habitación.

Por eso, por su obediencia poco habitual en él, le extraña que al día siguiente vayan a buscarlo a la habitación más pronto de lo normal. Esta vez sí que no ha hecho nada malo, no tienen derecho a castigarlo, o al menos, tienen menos derecho que de costumbre.

Eso no impide, por supuesto, que una mano lo levante bruscamente de la cama, haciendo que las sábanas resbalen por su cuerpo, y lo empuje con la misma falta de delicadeza al suelo para despertarlo. Donghae abre los ojos, es imposible seguir con sueño con maneras de despertar como esa, e intenta ponerse en pie conservando un poco de dignidad.

- Tienes visita.

Eso hace que pueda levantarse de un salto. ¿Visita, allí, después de dos meses? No puede evitar sonreír y mostrarse esperanzado de que la pesadilla esté llegando a su final. Quizás han venido a por él porque lo echan de menos y vienen a terminar con todo, a sacarlo de allí y a ofrecerle el hogar cálido que siempre ha sido su casa.

Heechul lo coge del brazo y tira de él hacia fuera de la habitación sin preocuparse de que siga en pijama. Tampoco él le da mucha importancia, solo quiere ver a sus padres o a quien sea que lo visite, ver caras amigas, caras que aún no estén destrozadas por la melancolía y el pesimismo de este lugar.

Nunca ha estado en esa habitación, pero le recorre un escalofrío al encontrarle un enorme parecido con la sala de interrogatorios de las películas de policías. El mayor le obliga a sentarse de espaldas a la puerta y se agacha un poco para quedar a su altura.

- Hay cámaras ahí - señala justo delante de él -. Y ahí - ahora señala el marco de la puerta -. Yo estaré fuera, así que no intentes nada raro.

No pensaba intentarlo de todos modos. Está demasiado emocionado teniendo noticias del exterior como para estropear este momento. Sus padres entran poco después de que Heechul lo deje solo y su madre corre hacia él para abrazarlo con fuerza. Donghae le corresponde encantado, sin poder creer que verdaderamente esté despierto y que vuelva a sentir el contacto humano como algo agradable. Retiene las ganas de llorar. Tampoco es justo para ellos saber lo que pasa en este lugar, saber dónde han metido a su hijo y sentirse culpables el resto de su vida.

- ¡Oh, cariño, no tienes idea de cuánto te he echado de menos! - exclama sin dejar de abrazarlo.

Es él quien se retira de ella. Ha echado de menos a sus padres él también, ha deseado cada día verles y que lo saquen de allí, pero tampoco puede olvidar con un simple abrazo que piensan que está enfermo, que lo rechazan y que lo han metido en el mismísimo infierno. Así que antes de hacerse ilusiones, debe saber si han cambiado de opinión.

Una rápida mirada a su padre, que lo mira con lástima, y a su madre que parece estar sufriendo realmente, le hace darse cuenta de que siguen en las mismas, de que han venido quizás porque se sienten culpables de haberlo abandonado a su suerte, pero que siguen sintiendo el mismo asco al verlo.

- ¿Por qué habéis venido? - se sienta de nuevo e intenta no mirarles.

- Porque te echamos de menos, cariño - repite su madre un tanto consternada -. ¿Cómo estás?

- Sigo tan enfermo como cuando me metisteis aquí - ironiza -. Y lo seguiré estando. ¿No entendéis que...?

- Es por tu bien - lo interrumpe su padre con firmeza -. Entiéndelo tú.

- ¿Por mi bien? - se levanta una vez más y se quita la camiseta dándose la vuelta -. ¿Esto es por mi bien?

Su madre ahoga un grito al ver las marcas que ya nunca se irán de su espalda. Ya le da igual hacerles sentir culpables, son ellos los que lo rechazaron como si fuera algo peligroso, los que le están arruinando la vida. Ni siquiera cree que le importe lo que allí puedan hacerle.

- ¿Cómo te has hecho eso? - pregunta su padre con un hilo de voz.

- ¿Yo? ¿Cómo pretendes que me haga yo algo así? - casi grita volviendo a ponerse la camiseta -. ¿No veis lo que pasa? Aquí no hacen más que...

- Se acabó la visita - Heechul ha entrado como un huracán -. Sal, Donghae.

- Pero si apenas llevamos unos minutos - se queja su madre intentando retener a Donghae a su lado.

- Mejor que no sean más - replica el menor de los presentes caminando hasta Heechul.

Tal vez hubiera sido mucho mejor no haberlos vuelto a ver. Esta visita solo le ha recordado que está solo y que seguirá estándolo a no ser que inventen una cura contra la homosexualidad. Sus padres no entrarán en razón de otra forma, y él no piensa negar lo que es por ellos.

- Sabes lo que te has ganado, ¿no? - comenta Heechul acompañándolo de vuelta a la habitación.

Donghae no responde, es obvio que tendrá que sufrir un nuevo castigo después de las clases, pero no le importa en absoluto. El castigo lo sufre todos los días al despertar y seguir encerrado en esa prisión.

Lo deja solo cuando ya está en la puerta y este entra dando un portazo sin preocuparse de que sus compañeros sigan durmiendo. De todas formas deberían despertarse pronto si no quieren llegar tarde. Zhou Mi, ya preparado para salir, se gira desconcertado por el ruido. Los demás siguen tan dormidos como cuando abandonó la habitación.

- ¿Ocurre algo?

Niega con la cabeza y él tampoco insiste mucho más. Hoy tiene menos ganas que nunca de aparentar que todo está bien, de tener que acudir a cada clase y cada desplante de guardias y profesores. Hoy solo quiere quedarse en la cama durante todo el día, aunque supone que eso allí es simplemente imposible.

Bueno, ya tiene un castigo asegurado, quizás otro más no suponga mucha diferencia. Así que vuelve a acostarse y a taparse con las sábanas mientras escucha cómo sus compañeros van de aquí para allá, preparándose para bajar a desayunar. Son Henry y Zhou Mi los primeros en bajar, Kyuhyun intenta "despertarlo" sin saber que ya lo está, pero él no contesta y deja que se vaya con Ryeowook para el comedor. No se inmuta cuando se ha quedado solo, sigue escondiéndose con las sábanas y haciéndose el dormido. Sabe que pronto algún guardia irá a despertarlo, pero mientras tanto disfrutará de la soledad.

Y, efectivamente, minutos después escucha que la puerta se abre. No los esperaba tan pronto, pero supone que da igual antes o más tarde, el castigo será mismo. Siente que le retiran las sábanas de encima y que se sientan en el colchón a su lado, zarandeándole suavemente el brazo. Tanta delicadeza no puede provenir de uno de los guardias, así que, sorprendido, se gira para ver quién lo acompaña. Tampoco esperaría tanta delicadeza por su parte la verdad. Se incorpora sentándose en la cama de un salto, solo para alejarse de él.

- ¿Qué haces aquí?

- Ayer no apareciste - se burla Hyukjae.

- Sabes perfectamente lo que pasó. Y sinceramente ahora no estoy de humor, así que tendrás que seguir esperando...

- No venía por eso - la expresión de Hyuk se ensombrece -. Mira - le pone la carpeta del expediente de Sungmin sobre las piernas mientras él abre otra idéntica -. Tenía curiosidad y robé también tu expediente.

Donghae lo mira boquiabierto por la naturalidad con lo que ha dicho, como si fuera lo más normal del mundo.

- Pensaba que la cruz roja que tacha a Sungmin se refería a que estaba desaparecido, pero... - abre la carpeta y le muestra su propia fotografía tachada con una cruz idéntica -. Así que miré el mío, pero yo no tengo ninguna cruz, ni mis compañeros. Solo tú, Sungmin y Kyuhyun.

Donghae no sabe qué significa todo eso, ni siquiera puede intentar buscarle un sentido. Solo puede ver que Hyukjae le ha dado la carpeta de Sungmin sin pedirle nada a cambio, sin haber cumplido con su parte del trato, y esa era la única condición impuesta.

- Y mira - el mayor continúa como si nada, coge la carpeta de Sungmin y le señala una fecha escrita con el mismo rotulador rojo que la cruz -. ¿Te dice algo?

- No - dice leyéndola con detenimiento -. No sé ni en qué día vivimos.

- Creo que fue el día que desapareció, pero, entonces... - vuelve a coger la carpeta de Donghae y le señala una fecha diferente que también está escrita bajo su foto -. ¿Qué significa la tuya?

Donghae frunce el entrecejo, veinticinco de diciembre. ¿Ya ha pasado la Navidad?

- ¿Ya es Navidad? - formula en voz alta.

Hyukjae sonríe, podría decirse, que incluso con ternura.

- No, estamos en noviembre, por eso me extraña. Si la fecha de Sungmin coincide con su desaparición, ¿qué quiere decir la tuya?

El menor no tiene tiempo de responder pues la puerta se abre con brusquedad, obligando a Hyukjae a esconder las carpetas bajo las sábanas. Esta vez es Kangin, otro de los guardias, quien viene con una expresión amenazante a regañarle. La sorpresa es evidente en su rostro cuando ve que HyukJae también está allí.

- ¿Y tú qué haces aquí? Bueno, me da igual, ¿dónde está Lau Henry? - mira a Donghae de nuevo.

La pregunta le pilla desprevenido. Pensaba que venía porque no estaba con todos los demás en clases, pero ahora ve que aún es demasiado pronto para que se den cuenta de sus intenciones.

- Supongo que en el comedor, ¿qué ocurre?

Kangin no responde, por supuesto, y eso solo le preocupa un poco más. ¿Qué habrá hecho Henry para que lo busquen tan urgentemente?

- Tú ya puedes estar saliendo de aquí - vuelve a dirigirse a Hyuk.

El guardia sale de la habitación con prisa y Donghae se destapa para poder sacar las carpetas que el mayor ha escondido bajo las sábanas. Ambos sonríen nerviosos aún por haber estado a punto de ser descubiertos. Donghae se las ofrece y Hyuk las coge sin ni siquiera mirarlo, poniéndose en pie lentamente.

- Esta noche estaré castigado, pero si quieres puedo ir mañana - comenta Hae antes de que el otro se vaya.

Aún no está preparado, pero sabe que nunca logrará concienciarse para hacer algo así. El mayor se encoge de hombros sin responderle nada concreto y sale de allí vigilando que no venga nadie. Vuelve a tumbarse cuando se queda solo, intentando dejar la mente en blanco y dormir tranquilamente por primera vez en dos meses. No quiere preocuparse por la visita de sus padres, por el tiempo que le queda allí, por esas extrañas fechas ni por su encuentro con Hyukjae. Quiere simplemente disfrutar del subconsciente.

 

- ¡Que yo no hice nada!

Se despierta por el ruido que escucha en su habitación. Primero la voz de Henry, luego un golpe seco y después una exclamación ahogada. Se cubre un poco más con las sábanas, sabiendo que si lo encuentran allí él también formará parte de esos golpes.

- Oh, vamos, ¿te has creído que somos idiotas? - la voz de Kangin se eleva por encima de la de Henry -. ¡Devuelve ahora mismo lo que has robado!

- ¡Yo no hice nada! - repite Henry con voz llorosa.

Donghae se contiene para no salir de su "escondite" y ayudarle.

- Ya es bastante grave entrar al despacho del director cuando no está, ¿sabes? Así que devuelve lo que has robado y se te descontará ese pequeño castigo de todos los que vas a sufrir.

El color de su piel se desvanece cuando esas palabras salen de la boca de Kangin. ¿Están acusando a Henry de haber robado los expedientes? ¿O quizás haya algo más? Al fin y al cabo, Hyukjae sacó de allí el de Sungmin hace más tiempo y nadie dijo nada sobre eso. ¿Por qué ahora sí?

Escucha un nuevo golpe y sabe que ha sido Henry cayendo al suelo. No lo aguanta más. Se levanta de la cama de un salto y se interpone entre el guardia y su compañero, a tiempo antes de que este descargue una patada contra el cuerpo del menor.

- ¿Y tú qué haces aquí? ¡Vete ahora mismo a clase!

- Déjalo en paz. Él no ha robado nada, ha sido...

Se detiene, no puede acusarlo. Primero, porque si ha robado esos expedientes ha sido por ayudarle, porque él se lo pidió. Y segundo porque es el hijo del director y antes que culparlo a él, culparán al cleptómano del internado. Es lo normal.

- ¿Y bien? Si lo sabes, ¡a qué esperas!

Donghae no dice nada, no tiene personas a las que culpar. Ni siquiera Hyukjae se merece esa injusticia por su parte, aunque sería una venganza perfecta. Niega con la cabeza y al segundo es empujado con fuerza por Kangin que descarga toda su furia contra Henry. Ha aprendido que en esos momentos, lo mejor que uno puede hacer es resignarse, apartar la mirada y no intervenir.

Cuando Kangin les asigna un castigo a cada uno, a Donghae por no ir a clase y a Henry por robar supuestamente, los deja solos de nuevo. Henry apenas puede moverse en el suelo, llora en silencio y se retuerce aún del dolor. El mayor lo ayuda a levantarse, intentando no tocar ninguna zona herida de su cuerpo.

- Lo siento mucho, Henry.

- Yo no he hecho nada - repite Henry una vez más -. En serio, no...

- Te creo - le acaricia la espalda suavemente.

- ¿Tú sabes quién ha sido? Por favor, Hae...

Donghae deja caer su mano, rompiendo todo contacto, ni siquiera se atreve a mirarlo. No puede acusar a Hyukjae, no después de que lo haya hecho por él, aunque tenga que dejar que el castigo se lo trague otro. Suspira profundamente.

- No, no lo sé, Henry. Lo siento.

El pequeño se deja caer en la cama y se tapa la cara con la almohada ahogando un sollozo. Donghae coge su uniforme y sale de la habitación, adivinando que necesita estar solo.

 

- Vamos, empieza.

Donghae mira preocupado a Henry antes de comenzar con su castigo, que consiste solo en hacer abdominales. Lo cierto es que a veces o son muy poco originales o demasiado. Henry, que tiene que cumplirlo en el mismo lugar que él, aún no sabe cuál será su destino y no puede ocultar su nerviosismo.

Aún así, el comienza a hacer el ejercicio impuesto mientras Kangin, que sigue siendo el ocupado de sus castigos, empuja a Henry al suelo, obligándolo a quedarse de rodillas en el mismo. Saca una navaja afilada de uno de los bolsillos y le corta la manga derecha de la camiseta. Donghae no quiere ver más, tiene suficiente con la cara de absoluto terror de Henry.

Cierra los ojos y aligera sus movimientos, yendo más rápido. Solo tiene que hacer cien, en cuanto las termine, podrá largarse de allí. Eso no lo libra sin embargo de escuchar a Henry gritar por el dolor como si lo estuvieran matando. Quizás no sea esa la intención, pero podría conseguirlo si se lo propone. Casi puede escuchar la sangre del pequeño cayendo al suelo desde su brazo, que está siendo rajado por ese metal afilado.

No puede seguir allí, sin hacer nada, pero tampoco puede buscarse otro castigo. No cree que el próximo sea tan suave. O quizás su castigo consiste más en escuchar los gritos desgarrados de Henry. Continúa con rapidez su ejercicio, intentando concentrarse en otro ruido que no sea la voz de su compañero ni su dolor, pero no puede borrarlo tan fácilmente.

- Lee, terminaste. Lárgate.

Donghae se detiene cuando la voz de Kangin le avisa de que ha terminado. Se levanta rápidamente y escucha la súplica en la voz ahogada de Henry, pero no puede hacer nada, ¿por qué le hace esto? Se da media vuelta sin decir ni una palabra y se dirige a su habitación, escuchando aún cuando ya se ha alejado los gritos del menor, que le perseguirían toda la noche y posiblemente el resto de su vida.

Especialmente cuando a la mañana siguiente no lo ve dormido en su cama y se teme lo peor. No es solo que presenciara su tortura en primera persona, es más la culpa de saber que pudo haberlo evitado y no lo hizo. Se ducha y se viste rápidamente y se dirige al comedor, sabiendo que solo habrá allí una persona.

Y no se equivoca. Lee Hyukjae parece repudiar la compañía tanto como él, aunque cada uno lo demuestre a su manera. Como cada vez que se acerca a él, respira profundamente un par de veces antes de sentarse a su lado, vigilando que ningún guardia los esté vigilando a ellos y lo eche de esa mesa que no es la suya.

- ¿Sabes que han acusado a Henry del robo de los expedientes?

- Si se hubieran dado cuenta del robo de los expedientes, ya nos habrían registrado a todos - repone Hyuk sin ni siquiera mirarlo.

- Henry no ha robado nada - replica Donghae furioso. No va a desconfiar de él -. Así que han...

- Robé otra cosa para disimular - lo interrumpe Hyukjae encogiéndose de hombros -. Lástima si él se ha llevado las culpas.

Tal vez en los últimos días había conseguido odiarlo un poco menos por haberle hecho un gran favor, aunque por medio de chantaje, siempre pudo haberse negado. Pero ahora que ve la indiferencia hacia un castigo ajeno a otro ser humano como él... Simplemente lo odia un poco más, o al menos al mismo nivel que al principio.

- Tienes que decirlo, a ti no te harán nada, eres...

- ¿Quieres dejar de repetir eso? - lo mira por primera vez desde que ha llegado -. Yo no soy nadie que pueda importarle al director de este sitio, ¿de acuerdo? Así que déjame en paz de una vez. Ya tienes lo que querías, no me pidas más.

- Torturarán a Henry hasta que no les diga dónde está lo que sea que hayas robado tú.

Hyukjae se levanta, furioso.

- Entonces dilo tú.

- ¡Pues lo haré! - le grita cuando comienza a alejarse.

Pero no lo hará. Sabe que no podrá hacerlo, que tuvo suficiente con escuchar los gritos de Henry como para imaginarse también los de Hyukjae, sabiéndose el único culpable. Sin hambre, también sale del comedor.

 

Esa noche vuelve a concienciarse de lo que tiene que hacer, porque aunque Hyukjae le haya pedido que lo deje en paz, sabe que eso no le excluye de cumplir con su parte del trato. Intenta convencerse de que no es tan malo, de que será un rato y de que incluso pueda disfrutar. Pero no lo consigue. ¿Cómo iba a disfrutar sabiendo que si no hubieran hecho ningún trato, él abusaría de él igual? No es una persona en la que se pueda confiar, ni a la que pueda perdonar después de todo. Es una persona repugnante a la que odiará toda su vida y que lo perseguirá en sus peores pesadillas si consigue salir de aquí.

Aún así, tiene que cumplir y debe hacerlo ya. Suspira profundamente e intenta borrar de su mente todos esos pensamientos y verlo como una cita con un desconocido, alguien que todavía no ha tenido tiempo de arruinarle la vida. O mejor, como la persona que lo está ayudando a descubrir el paradero de Sungmin. Sus compañeros no están, Henry no ha vuelto en todo el día y los demás están cenando, así que esta vez puede ahorrarse las preguntas indiscretas.

Sale de su habitación notando cómo le tiemblan las piernas, descubriendo que es peor a medida que se acerca al dormitorio de los chicos del nivel tres. Vigila a cada uno de sus pasos que nadie lo siga, y toca nervioso a la puerta cuando está frente a ella. Es Hyukjae quien le abre y quien se sorprende de verle allí.

- ¿Qué quieres?

- Te dije que esta noche cumpliría - murmura muy a su pesar -. ¿Me dejas pasar o quieres que me vuelvan a castigar por tu culpa?

Hyukjae se aparta de la puerta y lo deja pasar sin decir ni una palabra. Como imaginaba, él también está solo. Es la hora en la que todo el mundo baja al comedor, así que no le extraña. El mayor cierra la puerta cuando ya está dentro y su corazón comienza a latir desbocado por los nervios y el miedo, especialmente por este último. Sabe que no podrá volver a mirarse en el espejo sin sentir un asco tremendo de sí mismo, pero no puede hacer más.

Hyuk se acerca a él cuando ya están protegidos del mundo exterior. Ese escalofrío aparece de nuevo recorriéndole el cuerpo y estremeciéndole por completo. Cierra los ojos con fuerza, no puede, pero tiene que hacerlo. Piensa en Sungmin, piensa en Henry y piensa en sí mismo, en que quizás todo aquello tenga un sentido y pueda salir de allí si termina descubriéndolo. Siente la yema de los dedos de Hyuk sobre su mejilla antes de que su aliento choque débilmente con su cara. Espera con el corazón acelerado a que sus labios toquen los propios, quiere que todo acabe cuanto antes...

Pero lo único que siente es cómo Hyukjae se aleja de él con una risa amarga. Abre los ojos, confundido y lo ve frente a él con las dos carpetas en la mano, y unos ojos enrojecidos de los que antes no se había dado cuenta. Traga saliva sin saber qué pasará a continuación.

- Cógelas y lárgate - le tiende las carpetas -. No te quiero volver a ver, chico nuevo.

Donghae no sabe qué hacer, no sabe si se trata de un truco que más tarde tendrá que pagar o está hablando de verdad y se trata de algo así como de una liberación. No sabe qué sentir en ese momento, porque tampoco sabe qué pretende su compañero. Toma las carpetas con manos sudadas y temblorosas, esperando que de un momento a otro Hyukjae cambie de opinión y las retire de su camino. Pero no es así, se las da sin problemas.

- Te he dicho que te largues.

Y él quiere largarse, es lo único que quería hacer desde el momento en que ha tocado a la puerta. Pero por algún motivo no puede moverse de allí, quizás porque el cambio tan brusco de actitud o su evidente sollozo antes de que él llegara no pueden indicar nada bueno. Debería darle igual, todo lo que le ocurra se lo tiene más que merecido, pero simplemente no puede moverse de allí.

- ¿Estás bien?

- ¡Que te largues, joder! - le grita volviéndose de nuevo -. Y por tú bien más te vale que esas carpetas estén en su sitio en menos de una semana. No vuelvas a cruzarte en mi camino.

Vuelve a darle la espalda y Donghae no se lo piensa ni un segundo más. Sale de la habitación corriendo, con el corazón en un puño y la respiración entrecortada. No pudiendo sentir más que desconcierto ante la actitud de Hyukjae y su recién rechazo hacia él.

No es que se queje tampoco.

(***)

Tal vez si todo hubiera seguido como siempre, ahora Donghae no se estaría marchando de su habitación. Pero está cansado de ese lugar, de que todo el mundo crea que debe tenerle miedo y de hacerle daño a cualquiera que se cruce en su camino. Está cansado de aparentar que está enfermo para no ascender de nivel, por así decirlo. Pero no lo está, no es que allí ayuden a superar absolutamente nada, es que ver los ojos aterrados de los demás le ha hecho darse cuenta de que no quiere continuar por ese camino.

Y eso es lo que ha ocurrido con Donghae. Esa expresión de horror, de saber que está haciendo algo mal y de arrepentimiento para el resto de los días... No podía hacerle eso, no podía condenarle a rechazarse y a odiarse a sí mismo por algo que no quiere hacer y que le repugna. No podía permitirle que cometiese el mayor error de su vida, porque es el único que aún puede mantener la dignidad en su sitio en este lugar.

Se ha cansado de hacer daño para devolver parte del sufrimiento que ha tenido que aguantar él. Eso no le hace sentir mejor, todo lo contrario, solo le hace ser un poco más miserable. Y no quiere continuar siendo esa persona a la que todos temen, porque así no consigue absolutamente nada. No quiere pasarse allí el resto de su vida por no alcanzar el nivel seis y convertirse en uno de esos guardias a los que todo el mundo odia. Podrá negarse y podrá salir de allí. ¿Por qué no?

Lo ha decidido tras hablar con su padre esa mañana y dejarle claro lo poco que le importa. Se ha dado cuenta del robo de los expedientes, por supuesto, y le ha pedido su ayuda para descubrir al culpable. Ya, cuando le interesa sí es su hijo, claro. Le ha intentado tranquilizar ante su pregunta del paradero de Sungmin, le ha dicho que no debe temer y que todo está en orden, que no se preocupe, que pronto él será el dueño de este lugar y entenderá cada una de las decisiones que está tomando.

Fueron esas palabras las que le hicieron abrir los ojos. ¿Ocupar él el puesto de director de Dove? No, gracias. Jamás podría tomar decisiones que implicaran una tortura como las que allí hacían, jamás podría dirigir un sitio tan despreciable como este. Quizás él no es un modelo a seguir ni se merezca el Nobel de la paz, está claro que él también ha hecho daño, pero precisamente por eso no quiere seguir haciéndolo, porque delante de él ha tenido a la persona más odiada por estos chicos internos y no quiere ser como él, no quiere convertirse en su padre.

- ¡Ah! ¡No, déjame!

Hyuk se incorpora un poco en la cama. Las luces ya están apagadas y las puertas cerradas, sus compañeros dormían tranquilamente, y siguen haciéndolo, quizás ellos ya se han acostumbrado a los gritos de Siwon cada noche, pero él sigue despertándose cada vez que grita. Se aparta las sábanas del cuerpo con cuidado y camina con sigilo hasta él, que también se ha levantado y ahora sacude la cabeza enérgicamente, tapándose los oídos con ambas manos.

- Tranquilo, Siwon - lo abraza con fuerza intentando detenerlo -. Para, estate quieto...

Intenta calmarlo y lo consigue un largo rato después. Normalmente pasa de él, se despierta con sus gritos pero después lo deja gritar mientras él vuelve a dormirse como si tal cosa. Pero ahora es distinto, ahora se siente culpable por todo lo que les pasa a esas personas que están allí encerradas, aunque sabe que tampoco es así, que es su padre y no él quien está haciendo todo esto.

Siwon se relaja entre sus brazos, cierra los ojos y deja caer las manos. Parece que lo que sea que hubiese en su cabeza se ha disipado. De todos los ingresados, quizás podría considerarse a Choi Siwon como el único loco, pues es el que ve a personas que no existen, que oye voces cuando solo hay silencio y quien es torturado cada noche con pesadillas. En los tres años que lleva allí, no ha dormido bien ni una noche, e incluso eso tiene que pagarlo con severos castigos.

- ¿Estás mejor?

El menor asiente y apoya la cabeza en su hombro. Está sudando y ha perdido todo el color de su piel. Hyuk suspira mientras vuelve a tumbarlo sobre el colchón antes de taparlo de nuevo con delicadeza. Siwon se queja y aparta las sábanas de una patada. Le corresponde al abrazo, obligándolo a tumbarse a su lado, y aunque intenta resistirse, no le queda más remedio que quedarse a dormir a su lado.

 

Por primera vez en mucho tiempo, baja a desayunar acompañado, precisamente por Siwon. No es eso lo más sorprendente, sin embargo, si no que Donghae esté esperándolo sentado donde habitualmente él se sienta.

- Hay gente muy masoquista - comenta Siwon mirando al muchacho.

Hyukjae sonríe, dándole la razón. Se adelanta, pidiéndole a Siwon que espere, y se sienta a su lado dando un golpe seco en la mesa para avisarle de su llegada.

- ¿Qué pasa, te quedaste con las ganas?

- No seas cínico - replica Hae -. No me entero de nada con los expedientes - dice bajando la voz -. Eso no me aclara dónde está Sungmin.

- Espera una semana o así... y quizás pueda explicarte lo que ocurre.

- ¿Por qué una semana?

- Escucha, en el expediente de Sungmin había más fechas, pero solo la última en rojo, ¿las has visto? Ese chico siempre ha sido conflictivo... ha intentado escaparse varias veces, ha metido droga de fuera, nunca se ha llevado bien con nadie. Quizás esa fecha no es una casualidad, quizás ni siquiera se puso después de que él desapareciese.

Donghae lo mira con la boca entreabierta por la conmoción o la sorpresa. Lleva varios días dándole vueltas a esa idea, a que todos tengan una fecha de "desaparición" según la lista de castigos que carguen a la espalda. Y no sabría decir si eso es bueno o es malo, si lo han dejado salir por conflictivo o... lo han borrado definitivamente del mapa.

- Entonces...

- La fecha de Cho Kyuhyun era del trece de noviembre. Si para entonces...

- ¡No pienso dejar que otro de mis compañeros desaparezca!

Hyukjae suspira escondiendo una risa. Sabía que este chico iba a traer problemas desde el primer momento en que lo vio, pero nunca creyó que sería por estúpidos sentimentalismos.

- Aprende de una vez que aquí no tienes amigos, ¿de acuerdo? Y que solo puedes pensar en ti mismo. Así que tú mismo, si actúas ya, lo harás mal. Si esperas, podrás salvar tu pellejo.

Donghae parece reflexionar unos segundos.

- No puedo dejar que le hagan eso... Kyu se ha portado muy bien conmigo.

- Quizás no pase nada, por lo pronto, intenta que ese día no cometa ninguna estupidez. Y tú intenta no cometerlas hasta entonces.

Se vuelve hacia Siwon para indicarle que se acerque con la mano, pero Donghae le rodea la muñeca con fuerza, haciendo que detenga todo movimiento únicamente por la sorpresa de que haya sido él quien buscara el contacto. Lo suelta inmediatamente con un rubor creciendo por sus mejillas.

- ¿Por qué anoche... no...?

- ¿Tienes alguna queja? - ironiza Hyuk -. No preguntes por lo que no te interesa.

- Claro que me interesa, no sé si es un truco para cobrar mi parte del trato más tarde o algo así.

Hyukjae lo observa con pena, está claro que al muchacho le duele hablar del asunto y que le cuesta un soberano esfuerzo mantenerse a su lado. Ve ahora la injusticia que ha cometido con él y lo poco que vale por haberle hecho tanto daño a una persona con una mentalidad tan inocente como la suya, que piensa antes en salvar a gente a la que no le importa en absoluto, que en sí mismo. Quizás va siendo hora de que crezca y de que aprenda cómo funcionan allí las cosas.

- Ya te tengo donde quería, chico nuevo. Ya hasta me has suplicado por acostarte conmigo, has sido tú quien me ha buscado... ya no me interesas en absoluto - sonríe con frialdad -. Y creo recordar que te dije que no quería volver a verte.

Mejor quitárselo así de encima que mostrando su propia debilidad. La expresión del menor cambia por completo, ya no parece avergonzado, ahora más bien furioso. Y se alegra de hacerle reaccionar.

- Desgraciadamente, eres el único que puede ayudarme con lo de Sungmin, no te creas que te busco por gusto... De hecho no hay nadie en este mundo que me asquee tanto como tú.

Hyukjae sigue sonriendo impasible, mientras Donghae se levanta rápidamente y se aleja de allí sin volver la vista atrás. Solo cuando ha desaparecido se permite derramar un par de lágrimas, no porque le hiera que le diga algo así, si no porque hace cuatro años, parecidas palabras salieron de los labios de su madre.

 

Después del desayuno, acompaña a Siwon a la enfermería a por su medicación. Medicación que ya traía de fuera y que revisaron y cambiaron a su antojo en el internado. Quizás es por eso que las pesadillas no desaparecen, si no que van en aumento. Ve a Lau Henry allí, tumbado sobre la camilla de una habitación con la puerta entreabierta. No puede dejar de sorprenderse al ver todo su brazo vendado con un gotero colgado del mismo.

Aprovechando que el doctor busca las medicinas de Siwon, él entra en la habitación sin avisarle a ninguno de los presentes, haciendo que Henry se sobresalta por el ruido de la puerta al abrirse. Nunca ha cruzado más de dos palabras con él, pero se siente culpable de su situación ya que le han echado la culpa de algo que hizo él. Intenta sonreír, pero la expresión temerosa de Henry hace que ni siquiera pueda intentarlo.

- ¿Qué te ha pasado? - inquiere preocupado.

- Me... me... - comienza a llorar sin poder continuar hablando.

Un escalofrío recorre a Hyukjae de ver a alguien tan sumamente desesperado. Se acerca a él y se sienta a su lado, acariciando el brazo vendado con delicadeza. Henry para de llorar, quizás sorprendido, o quizás aún más asustado.

- ¿Te han puesto puntos?

El muchacho asiente, Hyuk sonríe entonces soltándolo.

- Te ayudaré, ¿de acuerdo?

- ¿Tú? ¿A mí? ¿Por qué?

El mayor se encoge de hombros al mismo tiempo que se levanta, las últimas lágrimas de Henry son atrapadas con suavidad por los dedos de Hyukjae y lo siente estremecerse bajo su contacto.

- Porque a este ritmo van a acabar contigo y porque tú no has sido.

Los ojos de Henry se abren más de lo normal.

 - ¿Sabes quién ha sido?

- Así es - Hyuk sonríe un poco más.

 

- ¡¡Eres un hijo de la grandísima puta!!

Es lo primero que escucha antes de sentir su espalda chocando con el frío suelo, dos días después, cuando todo el mundo señala a Donghae con un dedo acusador. Pero el chico no se detiene ahí, sino que se posiciona sobre su cadera y comienza a golpearlo sin ningún tipo de compasión, en cada rincón de su cuerpo que encuentra. Supone que lo merece, que ahora se está cobrando cada una de las humillaciones a las que ha sido sometido y que haber sido acusado de robar los expedientes del director ha sido solo la gota que ha colmado el vaso.

Hyukjae se deja hacer, deja que le pegue y que le haga una mínima parte del daño que él le ha causado, se lo merece y no piensa defenderse hasta que crea que el muchacho ya se ha desahogado lo suficiente. Y cuando sus golpes van perdiendo fuerza y comienza a llorar por pura rabia, decide que ha sido el momento, y sin ningún tipo de dificultad sujeta a Donghae por las muñecas, lo empuja sin demasiada y fuerza y cambia las posiciones, quedando él encima, para inmovilizarlo.

- ¿Con qué derecho te crees para venir aquí y tratarme de esta manera? ¿Se te ha olvidado quién es quién en esta relación?

- ¡Suéltame, cabrón! - Donghae patalea furioso, sin conseguir ningún resultado -. ¡Has sido tú, joder, no es justo que...!

- Sí, pero fue por ti, ¿no? - lo suelta y se levanta dejándolo libre, arriesgándose a que comience un nuevo ataque -. No voy a comerme el marrón por tu culpa...

Donghae se levanta con torpeza del suelo, intentando ser rápido en sus movimientos. Lo mira con verdadero odio, lo mira con esa mirada de asco con la que su madre se despidió de él. Le da la espalda incapaz de seguir mirándolo, viendo en él los peores momentos de su vida.

No es que lo haya acusado por gusto, sabe que todo se irá a la mierda si Donghae sigue al lado de Kyuhyun el trece de noviembre, y ahora que ha decidido hacer algo por salir de este sitio, no piensa permitir que un estúpido sentimental le arruine sus planes. En realidad, es por su propio bien, así que no tiene por qué ponerse así, aunque él no vaya a enterarse de eso.

- Oye, tú no querías que Henry pagara por algo que no había hecho, ¿no? Ahora no te quejes.

- ¡No esperaba que mintieras! ¡Nunca te pedí que robaras nada, solo que...!

- Mira, niñato, déjame en paz, ¿vale? Ve y di la verdad si te apetece, a ver a quién creen - Hyuk sonríe de medio lado volviendo a mirarlo -. Lástima que ya hayan encontrado los expedientes entre tus cosas...

Nota la tensión en cada músculo de Donghae y sabe que se está resistiendo para no volver a abalanzarse sobre él.

- Así que fue por eso...

Hyukjae se encoge de hombros simplemente sin dejar de sonreír. Pudiera ser que en otro momento de su vida recibir tanto odio de una persona le hubiese afectado, que le doliera que le mirara de esa forma tan furiosa, que alguien lo rechazara de esa manera. Más tratándose de una persona como Donghae, que desde que llegó a este lugar no ha dejado de preocuparse por los demás. Pero a estas alturas, lo único que siente hacia todo ser humano es indiferencia.

- ¡Me van a llevar a un régimen de aislación, Hyukjae! ¡No puedes hacerme esto! - insiste Donghae -. Por favor...

En otro tiempo, también, hubiera querido abrazarle al sentir la súplica y desesperación en su voz. Ahora sabe que no procede, que no solo será rechazado por el más pequeño, sino que además él se siente incapaz de consolar a alguien más cuando no puede hacerlo consigo mismo.

- Lo hecho, hecho está, chico nuevo. Eras tú o yo...

- Pues por una vez en tu vida podrías haber pensado en alguien que no fueses tú.

No sabe con qué intención ha dicho esas palabras, solo sabe que se le han clavado directamente en el corazón, haciéndole sangrar solamente de dolor. ¿Por qué ha tenido que decir algo así? ¿Por qué cree que tiene razón? ¿Y por qué se siente tan mal de que así sea? No solo desde que entró en este lugar, si no mucho antes, con aquella chica...

- Lárgate - murmura entredientes dándole la espalda una vez más.

- Así lo solucionas todo, ¿no? Pues no te vas a salir con la tuya...

Hyuk no responde, ha comenzado a llorar en silencio, recordando cada momento en el que no supo ver que había personas a las que realmente les importaba, y no quiere que nadie note su debilidad, mucho menos Donghae, que ha sido el causante de que esta salga a flote.

Escucha los pasos del menor alejarse y seguidamente la puerta cerrarse tras él. Hyuk se derrumba desplomándose en su cama, como si su cuerpo pesara toneladas, aunque sabe que más que su cuerpo, lo que pesa es la culpa por todo lo que ha hecho que nunca dejará de existir.

 

El régimen de aislamiento tampoco estaba tan mal. Es decir, puede que estuvieses solo, en un espacio reducido, sin ningún tipo de libertad o algo que se le pareciera y con un castigo constante. Vale, pero aparte de eso no se estaba rodeado de locos ni de guardias que daban órdenes, así que en parte, era una mejora. No tenía de lo que quejarse.

Aunque quizás, conociéndolo ya como lo conocía, eso era lo que menos le importaba. A los idiotas como él seguramente le interesaba más lo que pudieran pensar sus "amigos", especialmente Henry, al que ya habían dejado reincorporarse a las clases. Entendía la actitud de Donghae, pero la justificaría solo si pensara en sí mismo, como hacen todos los demás.

A él, a Donghae, no se le ha vuelto a ver el pelo. Todo el mundo sabe cuál es su castigo y que deberá permanecer en ese régimen durante tres meses. A cualquiera podría parecerle duro y cruel, pero después de tanto tiempo allí encerrado, solo es un castigo más con algunas ventajas, incluso. Pero, claro, no todo el mundo piensa igual. De hecho, está claro que Donghae no pensaba de esa forma cuando vino a destrozarle la cara a golpes.

Y casi lo consigue. Las heridas van desvaneciéndose con el paso de los días, pero aún hay rastro de ellas. Quizás es eso lo que le recuerda que se ha ensañado con el pobre chico sin que este le hiciera nada y que merecería haberse quedado en el sitio después de una brutal paliza por su parte. Ya que no ha sido así y que no ha recibido su correspondiente castigo, decide hacer algo por ayudarle. Aunque era lo que tenía pensado desde el principio.

Así, contra su voluntad, contra todos sus principios y contra sus propios deseos, está apoyado en la pared que queda frente al despacho de su padre, le da igual que lo echen de allí, no piensa moverse hasta hablar con él. Pero no tiene que pelear con nadie, porque es él mismo quien, al llegar, lo recibe con una agradable sonrisa. Desde que le confesó que el ladrón había sido Hae, está demasiado amable con él.

- Pasa, hijo, pasa - le sostiene la puerta para que pueda entrar -. ¿Sabes? Quería hablar contigo.

Hyukjae comienza a temblar, la sonrisa de su padre y ese tono tan dulce no le dan buena espina. Es más, siente como si alguien le retorciera toda la columna vertebral.

- Mira lo que encontré ayer en el suelo - le pone sobre la mesa una horquilla.

La única horquilla que él tiene y la única que ha usado para forzar cada puerta de allí. No recuerda cómo pudo dejarla allí o cuándo se le cayó, solo sabe que ahora el mundo se le está viniendo encima. Está claro que su padre la reconoce tan bien como él, ya que es el único recuerdo que le queda de su madre.

La sonrisa del mayor desaparece y Hyuk traga saliva, nervioso, ¿cómo podrá justificarse?

- Se me caería cuando vine a hablar con...

- Sí, claro - lo interrumpe su padre con voz grave -. ¿Por qué has hecho esto, hijo? ¿Por qué has ayudado a Donghae? Es solo un capricho, ¿no? Pronto te cansarás de él.

¿De qué está hablando? No entiende nada de lo que está diciendo y por eso decide asentir y guardar silencio, quizás si le da la razón en todo, pueda cambiar el tema antes.

- ¿Entonces? ¿Quién robó los expedientes?

- Él, ya te lo dije - responde con firmeza -. No sé de dónde sacó eso.

- Ese chico no es una buena compañía - replica el director levantándose -. Es alguien problemático. Y tú no, menos mal que no lo vas a ver en una buena temporada.

- Sí - dice simplemente. Quizás ahora entonces no sea el mejor momento para preguntarle dónde está -. Oye, papá...  venía a hablarte precisamente de eso.

Pero tampoco puede esperar más.

- ¿Qué ocurre?

- ¿No crees que tres meses es poco tiempo? Cuando salga podría decir algo que no debe. Quizás ha leído demasiado en...

- ¿Algo como qué? No te preocupes, Hyuk, no hay nada que pueda denunciar. Todo está en orden.

- Sí, pero es inhumano alejar a alguien de todo ser humano, ¿no? Podría quejarse y a la larga le darían la razón.

Su padre vuelve a sentarse y sonríe de medio lado, entre comprensivo y apenado. Hyukjae solo consigue ponerse más nervioso.

- ¿Qué pasa, quieres verlo?

Sabe con qué intención van sus palabras y no es para eso para lo que quiere verlo. Pero quizás, en compensación por su colaboración, le permite verlo si dice que es por ese motivo. Suspira. Tendrá que seguir fingiendo un poco más.

- Bueno... sé que es imposible, pero...

- En fin, eres mi hijo, podríamos hacer una excepción. Pero solo una, ¿de acuerdo?

Hyukjae sonríe sin poder creer que haya funcionado. Su padre le devuelve una sonrisa paternal que hace tiempo que no le dedica y vuelve a coger la horquilla para tirarla a la papelera más cercana.

- Y olvídate de esa mujer que solo nos ha dado quebraderos de cabeza.

 

Kim Heechul le guía a lo largo del jardín/semi bosque durante un buen rato, no sigue un camino recto, si no que lo guía a través de los árboles, quizás para que no pueda encontrar el camino a solas. Es por eso también que Hyuk intenta memorizar cada árbol, cada rama fuera de sitio y cada piedra llamativa. Necesita saber dónde está ese sitio pues no podrá bastarle solo una vez para convencerle de que quiere ayudarle. Solo así podría conseguir que Donghae colabore un poco y dejarse de tonterías que solo le perjudican.

Heechul se detiene al llegar a una especie de zulo, sin ninguna ventana y con un aspecto de lo más lúgubre. No quiere imaginarse cómo es por dentro. Hyuk suspira profundamente un par de veces antes de que el guardia abra la puerta y lo empuje hacia el interior de un brusco empujón, recordándole que en media hora volverá a por él.

Ahora que está dentro, más que un zulo, le parece un sótano que ha sido desgajado de su correspondiente casa. Hay unas escaleras de madera que crujen, una única luz parpadeante que alumbra poco y sombras por todos lados que seguramente solo sean producto de una atemorizada imaginación. Baja con cuidado, apoyándose en la pared ya que la barandilla está un tanto estropeada y amenaza con caerse con el menor soplo de aire.

Acostumbra su vista a la penumbra y busca a Donghae en el lugar. Nadie podría vivir bien en un sitio como ese durante tres meses, quizás las ventajas no lo son tanto, después de todo. Lo encuentra acurrucado en un rincón, con la camiseta del uniforme tan rota que parece que no lleva nada, y unas cadenas a sus pies y a sus manos que le impiden moverse. De repente se siente un poco peor, si cabe, por verle en ese estado y saberse el único culpable de su situación.

El menor ni siquiera se gira para ver quién ha entrado, quizás supone que es otra de sus torturas. Tal vez para él que Hyuk esté allí también pueda considerarse un castigo. Se acerca a él con cuidado y se arrodilla a su lado, sentándose frente a él y esperando a que se digne a mirarlo.

- Donghae - lo llama ya que él no se muestra muy dispuesto a colaborar.

El aludido se sobresalta al reconocer su voz, estaba claro que no esperaba escuchar la voz de uno de los ingresados. Aún así se retira todo lo que las cadenas, enganchadas a una tubería, le permiten, que tampoco es mucho. Hyuk respeta su espacio, es normal que quiera tenerlo después de todo.

- Vaya, ¿también te mandan a ti como castigo? Qué originales.

- Puede que piensen que es por lo que estoy aquí, sí. Escúchame, voy a sacarte de aquí, pero necesito que...

- Escúchame tú - lo interrumpe un Donghae furioso -. No quiero nada de ti, prefiero morirme aquí y ahora con tal de no verte la cara.

- No seas orgulloso, ¿vale? Deja de comportarte como un crío caprichoso, ¿quieres? Acepta que estás en este lugar y que no vas a salir de aquí porque nadie va a reconocerte que no estás enfermo. Si te han metido aquí, no hay vuelta atrás. A tus padres no les importas una mierda, han preferido deshacerte de ti antes que aceptarte tal cual eres, ¿no te das cuenta?

Donghae retira la mirada y a pesar de la oscuridad sabe que le ha hecho llorar, o que esto ha sido la guinda del pastel después de tanto tiempo encerrado aquí. Hyuk se controla, sabe que ha hecho mal, pero este chico tiene que abrir los ojos de una vez por todas.

- No tienes idea de lo que estás hablando - murmura Donghae intentado apartarse más de él.

- No, eres tú el que no tiene ni idea - replica Hyuk un poco más calmado -. Lo siento.

- Te aseguro que esto no es lo peor que me has hecho.

- Lo siento por todo, Donghae. Pero si estoy aquí es porque me has hecho darme cuenta de que el mundo sigue existiendo fuera. Y de que no quiero perdérmelo - no sabe expresarse con la suficiente claridad, pero espera que él pueda entenderlo -. No te pido que me perdones, te pido que colabores, porque ambos, y todos, queremos lo mismo.

Donghae vuelve a mirarlo, lágrimas silenciosas y seguramente involuntarias siguen cayendo por sus mejillas.

- Pero si acabas de decirme que no voy a salir de aquí.

- No lo harás esperando a que lleguen tus padres a por ti. Tampoco enfrentándote a todos por todos. Tienes que quererlo por ti, pensar en ti, siempre.

- Supongo que en el fondo no quiero salir de aquí.

Vuelve a retirar la mirada, como si no hubiese querido decir eso en voz alta. Hyuk vacila antes de colocar una mano sobre la pierna del menor, al menos así consigue que vuelva a mirarlo.

- Ya sé que me vas a echar de menos, pero tendrás que superarlo.

Donghae ahoga una risa y Hyuk se permite acercarse un poco más a él y sonreír ante ese permiso silencioso que le ha dado.

- Escucha, es difícil, pero pronto te darás cuenta de que no es justo sufrir por quien no lo merece, pero eso no quiere decir que no puedas seguir con tu vida. Si tus padres no quieren saber nada de ti, dales el gusto y olvídalos. Ellos se arrepentirán antes y más que tú.

- ¿Lo dices por experiencia?

- Sí. Y porque tampoco yo merezco que llores o que no confíes en nadie.

- No lloro por ti - replica orgulloso Donghae moviendo disimuladamente la pierna para dejar caer la mano del mayor -. No has conseguido hundirme tanto.

- Si no lo dijeras por intentar no humillarte tanto, me alegraría saberlo - Hyuk sonríe -. Siento haberte metido aquí, pero te aseguro que es por tu bien.

- ¿Cómo es que te han dejado entrar?

Hyukjae se encoge de hombros y se echa un poco para atrás para dejar apoyada su espalda contra la pared.

- Ventajas de ser el chivato.

- ¿Te dejarán venir más?

No sabría decir si lo pregunta esperanzado o asustado. De todos modos sonríe por la ternura con la que lo ha dicho.

- No lo creo.

- Oye, Hyuk... Ten cuidado.

- ¿Qué hemos dicho de preocuparte por los demás?

Donghae sonríe mientras el mayor se levanta, preparándose para irse de allí, aunque sabe que aún no es la hora, comienza a sentirse incómodo. Comienza a sentirse bien, y no quiere que eso suceda con nadie que esté encerrado en este lugar.

- No me preocupaba por ti, pero por lo visto ahora dependo de tus ganas de ayudarme.

Se sacude la ropa torpemente y se aleja de él sin responderle. Pensaba que le costaría más convencerle, pero supone que está tan desesperado que aceptaría ayuda del mismísimo demonio.

- ¿Viste algo más en los expedientes?

- No, ya te dije que no entendía nada...

- Bueno, no te preocupes, pronto saldrás de aquí.

Donghae se apoya en la pared para poder levantarse, ya que las cadenas dificultan su equilibrio. Hyuk lo sujeta antes de que se estrelle con la tubería a la que está sujeto, pero lo suelta inmediatamente para el bien de los dos.

- No dejes que le pase nada a Kyuhyun, por favor.

- Hae, ¿sabes cómo está dividido el mundo? No son los vivos y los muertos, son los que mueren y los que matan. O eres uno o eres otro.

- ¿Estás diciendo que vas a morir por mí? - inquiere Hae burlón.

Hyuk no contesta, sorprendido por su reflexión. No es que sea algo tan exagerado, pero sí es cierto que está arriesgando mucho por él sin ni siquiera darse cuenta, bueno, por los dos.

- Tengo que irme - dice simplemente segundos después -. Intenta sobrevivir.

- Llevo haciéndolo desde hace dos meses.

El mayor sonríe sin poder evitarlo.

- Pues para haber terminado aquí no lo estás haciendo nada bien.

 

No fue fácil robarle las llaves a Heechul, ni escaparse sin su "arma secreta" cada noche para ir a visitar a Donghae. Tampoco sabía por qué lo hacía si, de todos modos, él de alguna forma ya confiaba en sus planes de huida. Aún así, cuando Heechul fue a sacarlo de allí para llevarlo de vuelta al internado le robó la llave haciendo como que se tropezaba y agarrándose a él cayendo ambos al suelo, quitándole las llaves que llevaba atadas al cinturón. No se dio cuenta de nada, por supuesto, estaba más preocupado pegándole por haberse atrevido a sujetarse en él.

Escuchó, a la mañana siguiente el cabreo de su padre porque hubiese perdido las llaves, pero ya que estaba en mitad de un bosque, a nadie le extrañó que se extraviaran. Así que ahora, Hyuk iba "tranquilamente" hacia donde se encontraba Donghae, aún perdiéndose por el camino tras cuatro noches de idas y venidas hacia allí. Nunca contaba las horas que pasaban juntos, pero eran muchas para lo que en verdad parecía. El menor parecía tenerle cada vez menos miedo y él se alegraba por ello, no quería imponer a nadie por estar enfermo, ni por hacerle daño. Solo estaba enmendando sus errores.

Sin embargo, debido a que el tiempo parecía volar y que se sentía demasiado bien y cómodo al hablar de sí mismo con Donghae, cuando nunca antes le había pasado algo así, es que lleva dos noches sin visitarlo. No puede dejarse atraer por una bonita sensación pasajera que es producto de las ganas de sentirse querido y perdonado, aunque no sea así. Donghae siempre lo odiará por lo ocurrido y si se comporta bien con él es únicamente porque solo tiene su compañía y porque lo está ayudando. Después seguirá rechazándolo como todos los demás. Entró solo en este lugar y saldrá de la misma forma.

Por eso mismo tampoco sabe qué coño está haciendo allí. Supone que porque se ha vuelto débil al pasar tanto tiempo con Donghae. Retiene a Kyuhyun cuando lo ve salir de su habitación y, tapándole boca y sujetando sus manos, lo dirige hasta las duchas del tercer nivel, donde lo empuja a una de ellas con brusquedad. Que piense ayudarlo no quiere decir que tenga que ser delicado.

- ¿Sabes qué día es hoy?

Nota cómo tiembla de forma exagerada. Y sabe que debe relajarse y ser un poco más sutil en sus movimientos. Es normal que viniendo de él, esta actitud pueda asustarle.

- Es trece de noviembre, Kyuhyun, ¿te suena de algo?

Él niega con la cabeza con los ojos fuertemente cerrados. Hyuk comienza a desesperarse.

- Mírame - saca del bolsillo una caja de cerillas y la pone delante de los ojos del menor -. Toma, ni se te ocurra usarlas, ¿de acuerdo?

- No... no las quiero... - vuelve a cerrar los ojos.

- Claro que las quieres, escúchame - le coge la cara con una sola mano obligándolo a mirarle -. ¡Te he dicho que me mires! - Kyuhyun lo vuelve a mirar, temblando un poco más -. Cuando te veas en peligro... enciende una. ¿De acuerdo?

- ¿Qué?

- ¿Has hecho últimamente algo por lo que puedan castigarte?

Kyuhyun niega con la cabeza, desconcertado por ese interrogatorio. Hyuk lo suelta y suspira aliviado, quizás las fechas no signifiquen nada.

- Pues intenta seguir así todo el día, de todas formas, toma - pone la cajita sobre su mano -. Cuando veas que se exceden más de lo normal, no dudes en usarlas.

- ¿Por qué me dices esto?

Esa es una buena pregunta que no sabe contestar, o, mejor dicho, que no piensa contestar en voz alta.

Notas finales:

Ya no digo nada de cuándo puede aparecer, porque lo mismo me atropellan *reza a santo Siwon para que eso no ocurra* y vuelvo a guardar reposo.

Pero últimamente estoy desmotivada... así que no creo ser tan rápida =)

Eso sí, el próximo será más suave, no habrá tanta tortura (?) Que me ha dolido lo de Henry una barbaridad T.T 

En fin, que me gusta mucho extenderme y a estas alturas habéis tenido suficiente capítulo como para querer leer mis tonterías... xDDD

Muchísimas gracias por leer y comentar! 

Un besoooo! ^^


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