Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enseñame cómo... por Space Bound

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Escrito en menos de una hora... ¡WOW!

Y va dedicado a mi muffin Miki Tsukishiro, que fue quién me lo pidió.

Ojo, les advierto que estoy romántica hoy...

Notas del capitulo:

¡UF!

Debería estar actualizando Piano Lessons o Never Ending Story, LO SÉ, pero tenía que escribir esto.

La idea vino demasiado rápido a mi mente como para no hacerlo xD

Ah, les advierto, romántico.  De los que hace mucho que no escribo.  Maldito Luis Fonsi, ¡maldito!

Era tarde en la noche.

Estaba cómodamente recostado en mi cama, mirando el techo, sin poder conciliar el maldito sueño.

Suspiré, molesto.

Quería dormir.

Pero mi cerebro no dejaba de funcionar.

A veces deseaba desconectarlo, dejar de pensar y poder descansar aunque sea por unos malditos segundos.

Era tarde en la noche.

La última vez que había revisado el reloj era ya medianoche.

Y eso… había sido hace bastante.

¿Por qué cada vez que al día siguiente tenía que madrugar, no podía conciliar el sueño hasta horas antes de que la alarma sonara?

¡Arg! ¡Qué bronca!

 

— ¿Nii~san?

Casi pegué un salto en mi cama al escuchar ese susurro tan cerca de mi nuca.

— ¿Qué dem-? —prendí la luz del velador lo más rápido que pude, casi con el corazón en la boca— ¡Tegoshi! —exclamé a modo de queja, molesto por haberme asustado así.

—Per..perdón —susurró, y noté cómo sus labios temblaban al hablar.

Suspiré.

Por ahí yo con mi enojo también lo había asustado.

Lo miré fijo a los ojos mientras me sentaba en la cama.

Al verlo allí, arrodillado a un costado mío, en el piso, recordé la primera vez que lo había visto.  El día en el que mis padres lo trajeron del orfanato, con el pelo enredado, las mejillas sucias, los labios quebrados y resecos, las rodillas lastimadas…  Todo un nene travieso.

Y ahora, era un adolescente con una hermosura que hasta las mujeres en sus años mozos envidiaban.

No éramos hermanos de sangre, pero desde un principio nuestra relación había sido muy estrecha.  Éramos hermanos de corazón, de palabra, que a veces vale más que la sangre.

Algo enternecido por el recuerdo, me corrí lo más que pude contra la pared, dándole espacio suficiente para que se recostase a mi lado.

Y así lo hizo.

Lo que amaba de él es que, a veces, no hacia falta ni hablar para entendernos.

— ¿Qué pasa, otouto? —dije, arropándolo delicadamente a mi lado, cubriéndonos con las sábanas.

—Yo… necesito tu ayuda —murmuró, con la vista gacha.

No pude evitar preocuparme un poco.

Aunque él tuviera quince y yo veintidós, lo seguía tratando como a un nene indefenso.

Lo abracé con fuerza, llevándolo contra mi pecho.

— ¿Es algo serio?

Abrió sus ojos del todo, y cuando los clavó en los míos, aprecié sus orbes cristalinas.

Sus mejillas estaban adorablemente arreboladas.

—Y-yo… necesito que… me enseñes…

— ¿Qué te enseñe qué? —insistí, alzando una ceja, extrañado.

—A… besar.

Me quedé duro al escuchar su susurro.

Mi mente quedó en blanco.

¡¿QUÉ CARAJO?!

 “Respirá hondo, Koyama, respirá hondo… es normal, está en la edad de tener curiosidad, es normal… pero… ¡¿QUIÉN SERÁ LA MALDITA QUE…?! No Koyama, no pienses así, respirá hondo, ¡qué respires hondo y te tranquilices te digo!

 

— ¿Keiichiro? —murmuró, sonrojado, con la expectativa grabada en sus pupilas.

Parpadeé varias veces, confundido, algo perdido, intentando callar con todas mis fuerzas mi propia voz interior que me martilleaba en las sienes.

— ¿Hm? —sonreí con toda la dulzura que pude juntar en un momento así.

Bueno, por lo menos a mí me lo pide, y no a ninguna otra perra arpía” —pensé, consolándome al tener que acostumbrarme a la idea de que él ya no sería más mi adorable e inocente Tesshi— “O ningún otro viejo verde aprovechado”.

— ¿Me enseñarías? —insistió, y se notó a la perfección cómo su voz angelical tembló al terminar de pronunciar esa pregunta.

Besé su frente, suspirando con pesadez.

Si no me quedaba otra… tendría que hacerlo, ¿verdad?

—Claro.  ¿Cuándo querés que empecemos?

—Ahora mismo.

¡¿QUÉ?!  ¡¡NO!!

 

Mi sonrisa se desdibujó de mi rostro por tan sólo milésimas de segundos.

Mi consciencia me estaba distrayendo.  ¿Por qué mierda no podía dejarla a un lado en un momento así y ayudarlo a mi dulce hermanito?

— ¿Te gusta alguien que querés aprender a besar? —aventuré, mirándolo fijo a los ojos, sintiendo un pinchazo de celos en medio del pecho.

—Yo… —su cara se puso completamente roja— s-sí.

Detén el tic de tu ojo, detén el tic de tu ojo, sonríe, respira hondo, ¡calmate!” —me dije a mí mismo una y otra vez, casi como un mantra, antes de poder continuar.

— ¿Quién? —insistí, sintiéndome mal por presionarlo tanto para que me contase sobre un tema tan vergonzoso.  Pero me moría por saber quién había sido el maldito.

—Y-y-yo… ¡Dijiste que me ibas a enseñar!

— ¡Y eso voy a hacer! Pero quiero saber quién te gusta.

—Te… te lo voy a decir… después… de que me enseñes, ¿está bien? —dijo, rojo como un tomate.

Reí por lo bajo.

Mierda, era demasiado adorable.

En ese mismo momento me sentí un lobo relamiéndose el hocico que tenía a su presa acorralada sin ninguna escapatoria.

Pero…

¡¡UN MOMENTO!!

¡¡NO!!

¡Estoy pensando como un maldito pervertido!

No te olvides del tic del ojo, que vas a ser muy obv-“ —consciencia de porquería, ¡¿es que no podía quedarse callada por dos segundos aunque sea?!

—Está bien —dije, torciendo apenas los labios en una mueca de desaprobación.

Pero… por lo menos así sabría de quién gustaba.

Sonrojado, incómodo conmigo mismo, me recosté delicadamente sobre él.

Acaricié sus mejillas, apenas rozando su piel con la yema de mis dedos, mirándolo como quien aprecia una obra de arte.

Es que él era una obra de arte.

Sonreí dulcemente cuando cerró sus párpados con delicadeza, respirando irregularmente, con su cara más que roja.

Todo en mi interior estaba completamente en silencio.

Tal y como yo amaba.

Acerqué mi rostro al suyo, deseando poseer sus labios rosas, finos, húmedos, dulces, que permanecían entreabiertos como los pétalos de una flor que recién comenzaba a abrirse, que me llamaban, que me pedían, me rogaban… que los saboreara.

No me podría contener.

Cerré mis ojos también, y entonces anulé la distancia entre nuestros rostros.

Posé mi boca sobre la suya, sintiendo el calor de sus labios contra los míos.

Una corriente eléctrica de placer subió y bajó por toda mi columna vertebral.

Estaba… besando a un ángel.

Así me sentía.

Mi ángel. 

Mi Tegoshi.

Continué con el beso, esperando con paciencia a que se acostumbrase al ritmo cada vez más rápido, más exigente.

Y su aliento dulce que me invitaba a invadir su boca…

No lo podía aguantar más.

Tiré apenas de su pelo para que en un quejido separase aún más sus labios.  Y entonces, aproveché esa valiosa oportunidad, la flor se estaba abriendo para mí.

Metí mi lengua dentro de su boca, invadiéndola, penetrándola sin piedad, robándole el aire, mezclando nuestras salivas, escuchando sus jadeos ahogados de pasmo y placer, sintiéndolo temblar debajo de mi cuerpo, chupando apenas sus labios, mordiéndolos, lamiéndolos, saboreando todo, sin dejar ningún ínfimo rincón de su boca sin probar.

Y entonces, extasiado, me alejé de él por centímetros, sin de verdad querer hacerlo.

Su respiración jadeante me pareció un maldito martirio.

Quería, de verdad, devorármelo.

Y por primera vez mi consciencia parecía estar de acuerdo con ello.

Pero…

¿Eso significaba que yo no lo quería como un hermano?

¿Que lo quería como algo diferente, pero igual de importante?

¿Que lo… amaba?

 

N-Nii~san… la p-persona… que me gusta…

Clavé mis ojos en los suyos casi con fiereza.

Si escuchaba el nombre de esa persona, estaba seguro que después cometería la locura de ir a buscarla personalmente para advertirle que no se acercara a MI adorable hermano.  Mi amado hermano.

Temblando, tomó mi rostro entre sus manos, pegando su frente a la mía.

Entonces, por un instante… mi mente pareció iluminarse.

¿Acaso él…?

—Sos vos, nii~san

...

—Tegoshi…

No supe qué responderle.

Sólo… quería besarlo otra vez.

Y eso hice.

Lo besé una y otra vez esa noche.

Nos besamos hasta el cansancio.

El despertador, entre alguno de esos besos, sonó.

Pero lo apagué de un manotazo.

Falté a mi entrevista, él faltó a la escuela.

Faltaría a todos los días de mi vida por quedarme a su lado.

—Te amo, Tegoshi.

Sonrió.

Mi pequeño ángel sonrió.

—También te amo, Keiichiro.

 

~Fin~

Notas finales:

Bueno... eso es todo xD

Es la primera vez que escribo cuatro páginas casi enteras de Word tan rápido.  Es que cuando escribo usando el punto de vista de mi Koyama las cosas me salen taan fáciles y fluidas... ¡LO AMO! Cómo lo amo...

Ah, y no se sorprendan, pero en realidad yo a Tegoshi... LO ODIO.  Es Koyama el que lo ama al parecer.  Así que... allá él (?) xD

Espero de verdad que les haya gustado.

Para mí, le faltó lemon.

Pero... quedó muy amor así, simple :3

Si tienen algo que decir, preguntar, recomendar, criticar, comentar, LO QUE SEA, etc, etc, etc, no duden en dejar review.  Tarde o temprano, SIEMPRE respondo todo xD

Nos leemos~

See ya!

Bye Bye Nyappy!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).