Una bella tarde de sábado, un día de paz y tranquilidad, el inicio del fin de semana para todos menos para el pobre e Joseph Wheeler mejor conocido como Joey , ya que este pobre chico desde muy temprano tenia que trabajar para mantener su casa y a su ebrio padre. Joey tenia que madrugar todos los días para repartir los periódicos en la mañana, de allí de lunes a viernes tenia que ir acabando la escuela a trabajar a un pequeño restaurante familiar de mesero en donde también trabajaba los sábados pero desde la mañana, y en las noches trabajaba en un bar atendiendo en la barra, para que al llegar el día de paga su padre lo golpeara y le quitara el dinero para poder alimentar su adicción al alcohol.
Ese día Joey se había levantado temprano para ir a su primer trabajo, todo parecía indicar que seria un día como cualquier otro en su cotidiana vida. Se fue corriendo a la imprenta en donde recogía los periódicos para poder ir a repartirlos por todo el vecindario.
Al acabar de repartir los periódicos se dirigió al pequeño restaurante en donde saludo al dueño y posteriormente se fue a poner su uniforme de mesero, para empezar así ha atender la orden de sus clientes, a la vez que rechazaba algunas proposiciones un tanto indecorosas de algunos clientes, y es que para que negarlo Joey era un chico muy guapo ya que además de tener un hermoso cabello rubio que competía con la brillantes del sol también poseía unos esplendidos y vivos ojos color miel, así como una piel blanca y una bellísima sonrisa, y si eso no bastara era muy atractivo además de tener un gran cuerpo .
Al acabar su turno en el restaurante se dirigió al bar para comenzar con su último trabajo del día. Ya allí se cambio otra vez de ropa, y se coloco en la barra para empezar a atender a los clientes. Su turno en el bar empezaba a las seis y acababa alrededor de las once de la noche.
Eran aproximadamente las 9:30 de la noche y el bar se encontraba a mas no poder y era lógico ya que era sábado por la noche y al ser el día siguiente domingo no tendrían que levantarse temprano así que podrían provechar muy bien de tomar unos cuantos tragos. Joey se encontraba trabajando a mas no poder para que pudiera atender a todos los clientes que pedían un trago en la barra, de repente ve entre los clientes a la persona a la que menos deseaba ver, su delirio y tormento de cabellos castaños y penetrantes ojos azules, aquel ser con un carácter muy frio de cuerpo mas que esplendoroso con una piel un poco morena , aquel muchacho causante de muchas noches de desvelo y uno que otro sueño húmedo para el rubio, aquel muchacho de nombre Seto Kaiba, del cual estaba perdidamente enamorado.
El ojiazul se acercó a la barra para poder pedir una bebida, cuando vio al rubio atendiendo la barra y fue directo hacia el para que lo atendiera.
-sírveme un wiski y rápido- dijo en ese tono tan demandante que tanto irritaba al rubio, pero no dijo nada y solo se dedico ha atenderlo par evitar una pelea y que su jefe lo reprendiera.
-aquí esta tu bebida- fue lo único que se limito a decir y dejo el baso delante del castaño.
Así se paso el tiempo, Kaiba pidiendo trago tras trago hasta que llego el momento de cerrar y como era de esperarse a Kaiba ya se le había subido la bebida por lo cual no estaba en condiciones de manejar a su mansión.
-Kaiba ya es hora de cerrar así que será mejor que le hables ha alguien para que venga por ti- pero se acababa de dar cuenta de que el ojiazul se había dormido y aunque Joey lo había intentado no pudo despertarlo, así que su jefe como vi que el rubio conocía a seto Kaiba le pidió que lo fuera a dejar a su casa, y claro el rubio no quería pero al final acabo aceptando irlo a dejar.
Salió del establecimiento después de irse a cambiar y de dirigió al coche del castaño para dirigirse a la mansión Kaiba. Al llegar llamo a uno de los empleados que lo ayudo a subir al castaño a su recamara para después marcharse el empleado dejando al rubio solo con seto, el rubio también estaba a punto de irse cuando sintió que alguien lo tomaba del brazo y no era nadie mas que el castaño.
-no te vayas-rogo el ojiazul-no me dejes solo, por favor quédate conmigo esta noche.
-suéltame- pedía el rubio-tu tienes que descansar y yo me tengo que ir a mi casa-pero lo único que ocasiono fue que seto lo tomara de la cintura y lo lanzara en la cama junto con el, provocando que el ojimiel quedara debajo de seto, así que aprovecho esto para darle un beso al rubio sorprendiéndolo por esta inesperada acción…………….