Hay algo en la vida que nunca entendemos, que por más que tratamos es imposible idealizar. Eso que te quita el aliento, que no te deja dormir, que evita que vivas tu vida, que hace que tu mente se haga trizas ante la posibilidad de no existir. El amor...definitivamente es una cosa complicada. Sentimientos, pensamientos, horas, personas, energía. Perdemos tantas cosas cuando se trata de amor. Pero...aún así lo vale, ¿no? O bueno, eso creo yo.
Se vive una vida tranquila en las afueras de la cuidad. Es un día cualquiera en Seúl. El sol brilla y los pájaros cantan... Todo parece de cuento de hadas. Yo sigo aquí, en medio de este maldito parque, sentado como un idiota, tratando de entender que pasó conmigo, quién soy y...en ti. Aún después de ver por todo lo que hemos pasado tú y yo, aún no puedo creer que te hayas ido. ¿Acaso estoy muriendo sin ti? ¿Acaso eres tú quién me da el aire que necesito para respirar? De hecho, sí. Es difícil tratar de recordar como comenzó todo...
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Eran casi las 5 de la mañana cuando vino mi hermano a levantarme.
- ¡Key! ¡Levántate carajo! ¡Llegarás tarde al trabajo! – trató de hacer una cara enfada, pero se notaba que contenía con mucho esfuerzo la risa - ¿Qué sería de ti sin mí? – Se rió a carcajadas.
Yo vivo con mi hermano mayor, Onew. Desde muy jóvenes escapamos del régimen que manteníamos en la casa de nuestra madre. Vivimos en un departamento un poco alejado de la cuidad, con mucho color verde a nuestro alrededor. Nos encanta, de una manera un poco loca, la vida lejos de la cuidad. Odiamos sobremanera el ruido absoluto en el que habitaban absortos la mayoría de la personas. Lo único malo de eso, es que tenemos que despertarnos demasiado temprano para poder llegar a tiempo a nuestros trabajos. Soy diseñador de modas y mi hermano es presentador de televisión. Nuestros trabajos demandan demasiado de nosotros y casi que solo nos vemos para la cena. Mi hermano dice que a pesar de eso, siempre estará conmigo, apoyándome.
Somos muy raros en nuestra especie, dice siempre mi hermano Onew. Cada vez que lo escucho decir eso, me río hasta no poder más. La verdad, nunca supe por qué lo decía, pero ahora después de lo que pasó, lo entiendo. No sentimos lo que todos.
Ese día fue atroz para mí. Digamos que...marcó mi vida.
El día comenzó tan normal como siempre. Me levanté temprano, me bañe lo más rápido que pude, desayunamos con mi hermano y me fui al trabajo. Llegué como siempre a mi despacho. Ese día tendría varias reuniones con los patrocinadores de mi empresa de diseño. Iba a ser un día pesado. Por mi mente ni se cruzó la idea de que él llegaría a mi vida ese día tan normal.
Me llamaron de la recepción diciendo que alguien me buscaba. Salí un momento a atender a uno de mis clientes más importantes y un amigo mío de toda la vida, Jonghyun.
- Hola Jong. ¿Cómo vas? – dije antes de darle un abrazo.
- Muy bien Key. Hace mucho que no venía a visitarte ¿eh? - dijo y se echó a reír.
- Casi un mes, de hecho – hizo una cara de asombro tan graciosa que solo pudimos reírnos.
- Y ¿qué haces por acá? ¿Necesitas algo? ¿Te puedo ayudar? – noté que su rostro cambiaba y se tornaba un poco apenado.
- Emmm...sí. Necesito tu ayuda. ¡MINHO, ven acá! – Y salió de la nada, él. El único ser humano sobre la faz de la tierra que había hecho que los cabellos de mis brazos se erizaran, que había hecho que mis piernas temblaran de tal manera que sentía como si fueran de gelatina. Jamás había sentido algo así por un hombre, pero es indescriptible lo que sentí cuando lo vi por primera vez.
Siempre me había jactado de devorarme a las chicas más difíciles de toda la cuidad y hasta me tildaban de Casanova ya que muchas se morían por mí. Siempre busqué en alguna de ellas así fuera un vestigio de aquella persona que completaría mi vida, que la haría perfecta. Era romántico, detallista, caballero...pero ni la más hermosa de ellas logró llenarme. Al final, las relaciones se volvían tediosas y me cansaba de dar todo de mí por una relación vacía.
Para mí era difícil pensar que un hombre, ¡un hombre!, había hecho que yo me rindiera de esa manera. Fue como si en un segundo todo mi mundo se hubiera centrado en él. Atrevido, tímido, misterioso, fornido, alto, con un cabello de un café oscuro supremamente hipnotizante, con ojos profundos... Parecía ser tal cual una estatua. Inmóvil. Perfecto.
- Hola – dijo apenado – Soy Choi Minho.
Por un segundo, sentí que el suelo se movía y no pude pronunciar palabra. Jong se quedó mirándome, expectante. Me había quedado idiotizado admirándolo. Por fin, después de recuperar la conciencia me apresuré a contestar.
- Hola Minho - pronunciar su nombre hizo que mi boca se secara y sentí una sed insaciable que me estaba volviendo loco - Soy Kim Kibum.