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Mis sesiones contigo por Crawlingbutterfly

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Notas del fanfic:

Kitana, para ti, para festejar el gran acontecimiento que es la vida.

Felicidades!

Notas del capitulo:

Es un capitulo corto, como espero que sea la historia.

 

“¿Qué por qué me enamoré de ti? – repetí tu pregunta en un susurro – Estás casado – te dije - dejémoslo para otra ocasión. – pero como lo hiciste siempre, conseguiste lo que te proponías y fue así, que tu rostro cansado y tu mirada suplicante me hicieron responderte esa última pregunta –: Me enamoré de ti, porque simplemente no me dejaste otra opción – sonreíste sutilmente -, esa sonrisa tuya es difícil de vencer, lo sabes, y mucho más lo es de rechazar – justo entonces cerrabas los ojos -, desde el momento que cruzamos miradas, tú ya sabías que lo mío era una batalla perdida y que sólo era cuestión de tiempo para aceptar que te amaba con locura… Milo, aún te amo, y te amaré siempre… - después, sólo el continuo pitido que anunciaba tu muerte súbita”.

 

 

 

- No pudieron hacerlo volver… - le digo a mi oyente – Fue la manera más justa, ya había sufrido demasiado, y sin embargo, aún no lo entiendo, ¿cómo es que no me llevó consigo?, no debió dejarme aquí, no después de lo que hizo conmigo…

- Hacerle qué, Saga, ¿a qué se refiere?

 

En realidad no lo sé, de toda la marea de sentimientos que se agolpan en mi garganta logro soltar lo primero que puedo:

 

- Enamorarme de esa manera… - estoy llorando, otra vez.

- Continúe.

- Esto es tonto… - digo, pero el repiqueteo de su apuntador me insita a continuar – El llegó un maldito y caluroso día – me aparto el cabello de la frente -, todos estábamos fastidiados de sentir la ropa pegada a nuestra piel, pero él… - guardo silencio un momento mientras lo rememoró tal cual -, él llegó como si nada, como si el clima no le afectara, como si fuera un ser irreal al que no le molestaba absolutamente nada – saco un cigarrillo y lo enciendo sin consultar si puedo -. Fue todo un acontecimiento, ¿sabe?, era el nuevo, el rotundo éxito de otra agencia y la mía lo había adquirido por una cantidad exorbitante, nadie lo entendía, pero claro, ¿cómo hacerlo si no le conocíamos  en persona?

- Era fotógrafo, ¿cómo usted?

- No. – digo y exhalo una rebuscada bocanada de humo.

- ¿Entonces?

- Modelo – me enderezo para verle de frente, es un hombre ya entrado en edad, famoso por sus dotes para arreglar la mente de las personas, mi cabeza es un rompecabezas infinito, irregular e irreparable como mi corazón -. ¿Puede usted creer que pretendían pagarle más que a mí? – le suelto a destajo.

- Suponía que así era con los modelos. – me dice sin verme, luego lo hace indicándome -: Recuéstese, por favor.

 

Lo hago.

 

- Nada de eso – digo con tono despectivo – ellos serán todo lo hermosos que quieran, pero el fotógrafo es el genio tras a lente.

- ¿Le molestaba que fuera modelo?

- No – digo secamente recordando a mi exnovia modelo, dudo en decirlo -. En esa época yo salía con una chica que lo era.

 

Apunta algo, debe ser importante ya que tarda un rato en formular su siguiente comentario.

 

- Antes del señor Milo, ¿solía relacionarse con hombres y mujeres por igual?

- No – soy tajante y acentúo-: siempre fueron mujeres – él apunta algo más -, me gustaban mucho las mujeres.

- ¿Recuerda alguna cantidad que me indique su gusto por ellas?

 

Sé por donde va su pregunta, lo mío con las mujeres no fue un exceso.

 

- Fueron pocas, realmente no me harte de ellas, si es lo que quiere saber.

- Me es necesario saber muchas cosas sobre usted para poder ayudarle, Sr. Gemini, desafortunadamente se nos ha terminado el tiempo por el día de  hoy.

 

Como siempre, cierra su cuadernillo y se levanta para invitarme a abandonar la estancia. Sigo sin entender porqué llegué aquí, luego veo con indiferencia las vendas que protegen mis muñecas, ambas, y lo recuerdo todo.

 

- Bien – digo apagando mi cigarro antes de salir, detrás de mí escucho a su secretaria recordándome cuando es mi siguiente cita.

 

Todo es tan vago cuando termina cada sesión, es como cuando no sabes si los viejos recuerdos que tienes realmente existieron o sólo son sombras de sueños realistas. No me gusta estar aquí, pero Kanon, mi hermano, cree realmente que es lo mejor. Lo mejor hubiera sido que me dejara desangrarme en aquella vieja bañera que tantas veces fue cómplice entre Milo y yo.

 

Tan mal está mi cabeza, que cada escena vivida al lado de ese griego se repite una y otra vez ante mis ojos… ya sea abiertos o cerrados, da igual. ¿Cómo superar u olvidar lo mejor que te ha pasado en la vida? ¿Cómo dejarlo atrás?

 

Algo me hace agacharme y revisar mis muñecas, entre niebla compruebo que el vendaje está manchado de rojo. Otra vez.

 

Alguien grita algo, escucho pasos dirigiéndose hacía mí.

 

Luego nada. Silencio.

 

Así debió sentirse Milo al morir.

 

“- Hola, soy Milo.

- Lo sé, no hace falta que me lo repitas, los jefes lo han dejado muy en claro.

- Si, así fue, ¿no te parece horrible? – me preguntas y por primera vez te presto atención -, es decir, no soy la gran cosa - por primera vez me fijo en cada sublime detalle -, aquí hay gente demasiado famosa que logra hacerme estremecer.

 

Temblabas como una hoja al viento.

 

- No se te nota – te miento dando un trago a mi bebida -, y no hay nadie como tal, aquí todo mundo te tiene miedo, es comprensible, no quieren perder lo que ya tienen – miras a tu alrededor y luego me miras a mí, incrédulo -. Su trabajo, su fama, no quieren perder nada de eso.

- No veo porque habría de ser así.

 

Sonríes poquito, la orilla de tus labios forman un muy deseable resquicio. Me quedo perplejo no sabiendo que pensar de lo que estoy descubriendo en mí, gracias a ti.

 

- Estás increíblemente cotizado, ya eres famoso y ademas de todo eres hermoso – digo y me quedo callado de súbito, nunca medí la magnitud de mis palabras.

 

Me sonreíste como jamás ví que le sonrieras a alguien más. Simple y sencillamente… me atrapaste.”

 

 

- ¿Gusta algo de beber? – niego con la cabeza mientras enciendo un cigarrillo -. Comencemos entonces.

 

Detrás de la ventana hace un día hermoso, fresco como lo eran tus caricias.

 

- Hoy no quiero hablar.

- Entiendo, me gustaría ayudarle a descansar.

 

Dice y yo extiendo el brazo para fijar mi vista en la rojiza punta de mi cigarrillo. Me sumerjo en ella. Me pierdo en su calor recordando cosas que no quiero.

 

- Hablar es un buen descanso – dice bajito, como si creyera que un susurro podría ejercer algún efecto en mí -. Diga lo que quiera.

- Se abrieron mi heridas – dejo escapar sin pensar y me suelto a hablar de noches de hospital, sabanas desinfectadas y enfermeras coquetas.

 

Coquetas como él.

 

 

“- Saga, mírame a través del lente, pero mírame sólo a mí – me indica pasado a mi costado.

 

¿Mirarlo sólo a él?, como si pudiera hacer otra cosa, como si su hechizo me permitiera algo más. Llevo meses espiándolo a través de mi cámara, estudiando cada movimiento si saber descifrar nada. Llevo noches enteras admirando sus ojos en las impresiones que me he llevado a casa y que guardo celosamente para que Diane no se entere de ellas.

 

Se ha convertido en mi obsesión.

 

Y creo, que yo en la suya.”

Notas finales:

Gracias por leerme.


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