Cantas con los ojos cerrados, apretando el micrófono con una mano temblorosa y una posición tensa sentado en las escaleras, pensando que quizás lo estás haciendo mal o que no recibirás la respuesta que deseas. No te das cuenta de que a medida que pasa el tiempo todo en ti se vuelve un poco más perfecto.
Tu voz se apaga poco a poco y te giras un poco, siendo disimulado, pero captando mi atención por completo. Me miras con una sonrisa en los labios durante un segundo, antes de volver a mirar a todas nuestras fans. Me sonrojo bobamente, deseando que nadie se esté fijando en mí. Y sonrío bajando la mirada, dejando de mirarte.
No todo el mundo entendería algo así, pero hace tiempo que el mundo pareció dejar de girar a nuestro alrededor. Y ahora ajenos a todos y a todo, hemos aprendido a hablarnos sin hablar, a hacer desaparecer el silencio entre nosotros, porque no importa tanto lo que se dice como lo que se calla. Y tú y yo nos vemos obligados a callar demasiadas cosas.
Es difícil de todos modos tener que contenerse. Me gustaría abrazarte sin que parezca forzado, hacerlo porque quiero, porque tengo ganas, porque lo necesito, hacerlo aquí, hacerlo a escondidas o hacerlo delante de todos, no quiero esconderme como si fuera un delincuente por amarte. A veces todo esto me parece insuficiente. Y a veces siento que no necesito nada más. Vivir a tu lado es vivir en una espiral, en un laberinto sin salida. Me gusta que así sea, me gustas tú, me gusta hacer las cosas a tu manera. Pero también me gustaría gritarle al mundo que te quiero.
Grítamelo a mí, me dices antes de besarme.
Crees que eso es suficiente, y por ahora lo es, ¿pero qué daño les hacemos a los demás? ¿Por qué no puedo salir a la calle cogido de tu mano? ¿Por qué no puedo dormir cada noche a tu lado? ¿Por qué no puedo darte los buenos días con un beso? ¿Por qué parece que somos dos fugitivos? ¿De qué nos escondemos, de qué huimos? Solo nos amamos, dime, ¿qué sentido tiene esto?
Es mejor así, contestas, es mejor que esto sea solo de nosotros dos. Nuestro secreto. Nuestro mundo. Nuestro amor.
Me convences con facilidad, supongo que es efecto de esa inutilidad que nos inunda cuando no sabemos ver más allá de ese a quien amamos. No me importa no poder ver más allá de ti, pero tengo miedo. Tengo miedo de que esto no sea suficiente para ti, de que te aburras de mí, de que alguien se acerque a ti porque piense que puede hacerlo, de que te alejes de mí porque es complicado, porque prefieres algo más sencillo, algo que esté al alcance de tu mano.
Solo tienes que tener miedo de que te quiera demasiado y no te deje ir aunque así lo quieras.
¿Cómo podría querer algo así? Ni siquiera puedo plantearme una vida sin ti. Una vida a escondidas, pero una vida a tu lado es lo único que deseo en mi futuro. No me importa que todo acabe si estás conmigo. Todo carece de sentido si te alejas, incluso el aire parece más pesado cuando no estás.
Pero no sé si tú entiendes todo esto, porque no puedo decírtelo claramente, no sé si puedes ver en mis ojos todo lo que siento por ti cuando me miras, no sé si realmente has aprendido a leerme el pensamiento, a comprender a mi corazón. Tampoco sé si entiendes lo feliz que me haces con una sola sonrisa, con esas miradas que van dedicadas únicamente a mí, con todas esas palabras silenciosas que se esconden tras tus ojos.
Supongo que es como mirarte a un espejo, sonríes. Los ojos son el espejo del alma, aclaras con la mayor naturalidad posible.
¿Y tu alma soy yo?, pregunté. Solo obtuve una risa por tu parte, pero fue suficiente para saber que sí. Sonreí entonces y sonrío ahora, mientras continúa sonando la música y te sigo dedicando miradas no tan disimuladas. Puedo callar con palabras, pero nadie puede silenciar al corazón.
- Donghae…
Es absurdo que mi corazón siga acelerándose cada vez que pronuncias mi nombre. Detengo mis pasos y me giro para mirarte. Sonríes, siempre sonríes cuando me miras. Aún me pregunto si es casualidad, aunque más allá de la modestia, en la misma realidad, puedo saber que no es así. Que quizás yo también te hago feliz, aunque nunca de la forma en que tú lo consigues conmigo.
- ¿Sabes cuántas personas había esta noche? – me alcanzas y continuamos andando.
Me encojo de hombros, a nadie le interesan tanto los números como a ti. Sonríes un poco más, apoyas una mano en mi hombro y acercas tus labios a mi oído, estremeciéndome al sentir tu aliento tan cerca.
- Había una persona por cada vez que te he mirado…
Consigues que vuelva a ruborizarme. Pero sonrío con suficiencia y te adelanto quitándote importancia con un gesto de la mano.
- Aún te queda mucho para ganarme, Kyuhyun.
Escucho tu risa lejana mientras alcanzo a los demás a la salida del estadio. LeeTeuk mantiene la puerta del coche abierta para nosotros dos, pues somos los únicos que quedamos. Le sonrío agradecido, pero me es imposible entrar ya que llegas antes de que pueda hacerlo, reteniéndome por el brazo. Niegas con la cabeza mientras intentas normalizar la respiración después de haber corrido.
- ¿De veras? – me dices ignorando al líder por completo -. Te quiero. ¿Por cuántas personas vale esto?
Me apartas de la puerta y entras tú primero. No sé quién está más sorprendido, si yo, o LeeTeuk, que parece incluso incómodo por estar en un lugar que no quería. Oh, bien, supongo que tiene camino de sobra para que la sorpresa sea sustituida por unas grandiosas palabras.