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Todo por un… ¡¿Cigarro?! por Naoruki

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Notas del fanfic:

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Notas del capitulo:

Ya muchos conocen este fic, fue mi primer ByouxNao… realmente amo a esos dos juntos *-* Y lo subo hoy porque estoy mega feliz a causa del 6to aniversario de Screw (23/04) y por saber que en el próx. Alice9 Channel ~Battle Royale~ Byou y Nao saldrán juntos en la misma pantalla -explota- ¡¡¿NO ES GENIAL?!! Mis fantasías eróticas han sido escuchadas por el dios del yaoi (_///_  )

Los oscuros ojos del baterista saltaban en su posición, fijos hacia el frente, tomando de a poco un ligero tono rojizo. Pasó un brazo por ellos parpadeando varias veces con rapidez; lo martirizaban las ganas de cerrarlos, tenerlos abiertos era doloroso. Cuando pudo mantener la vista nuevamente trató de concentrarse en esos importantes papeles desperdigados sobre la mesita frente a él, dando un pequeño sorbo al envase de su café para luego depositarlo a un lado haciendo muecas; le supo mal. El humo en el ambiente se prendía a cada cosa con masa, materia y posición en el espacio impregnándolos de un olor bastante desagradable, y para su mala suerte su preciado café había sido víctima y ya no tenía ese delicioso sabor medio amargo que tan relajado y tranquilo lo ponía, sino que ahora despedía un olor a cantina de mala muerte que neutralizaba sus papilas y hacía perder la divina esencia de la cafeína.
 
Soltó un profundo suspiro de disconformidad que nadie se esforzó en prestar atención.
 
Hasta hace poco habían terminado una sesión de fotos para una revista y regresaron directamente a reajustar varias canciones del próximo max single, así que apenas tenía tiempo para respirar y seguir trabajando. Leyó papeles, revisó cláusulas y firmó un par de cosas más tratando de ignorar el ambiente tóxico, pero el colmo vino a paso lento bajo el nombre de Tora, quien cayó sentado a su lado con ese molesto cigarro a medio acabar entre sus labios; el quinto de esa mañana calculó el líder.
 
¿Por qué ellos no podían estar tan cansados para fumar?
 
Como envidió a Shou en ese momento.
 
El cantante apenas escuchar la palabra “descanso” corrió fuera antes de que los chicos de las cuerdas sacaran el primer cigarrillo. Era como un ritual, se repartían una cajetilla y en menos de lo que les llevaba encender sus vicios de nicotina la sala entera se veía nublada y absorbida por ese odioso humo gris que atentaba contra sus pulmones. Nunca había fumado pero juraba hacerlo cada vez que respiraba una bocanada de ese aire contaminado, exhalándolo y tragándolo de vuelta. Pero claro, él tenía que aguantarse. En fin, tuvo la intención de ignorar al guitarrista y seguir con su trabajo, sin embargo su plan se vio imposibilitado cuando el alto pelinegro giró en su posición y soltando por su boca y nariz aquel humo que le golpeó irrespetuosamente de lleno en el rostro le dijo algo que por un momento percibió como un idioma lejano difícil de interpretar. El aliento amargo de Tora le aturdía el cerebro.
 
— ¿Qué? ¿Qué dices? —preguntó con los ojos medio idos y entrecerrados, tosiendo levemente y aguatando la respiración cuando vio que Tora volvía a hablarle de cerca.
 
— Que tienes todo el lápiz de ojos regado. Pareces mapache drogadicto. —y con un nuevo cigarro en mano le señaló el rostro como si Nao pudiera verse. Por inercia el mayor vio hacia su brazo y notó los rastros negros de su delineador.
 
— ¿De quién es la culpa? —susurró un poco -más- molesto. Soltó un par de maldiciones por lo bajo, tomó su bolso y se levantó para ir al baño y arreglarse— Ahora vuelvo. —pero nadie le contestó.
 
Caminó hacia la puerta o lo que lograba ver de ella con todo ese espeso humo portador de cáncer, y antes de salir abrió de par en par la ventana importándole poco las quejas de sus compañeros chillando que el frío del aire acondicionado se perdería, pero prefería tener calor a morir ahogado allí atrapado.
 
“¡Quiero vivir!”.
 
Salió a los pasillos y casi flotó dentro de ese limpio aire que llenó sus fosas nasales y le previó de un rico respiro de vida. Sacó un pañuelo de su chaqueta y humedeciéndolo con su lengua lo pasó por sus párpados para retirarse el delineador estropeado y que no lo vieran caminar con pintas de como si acabara de salir de un prostíbulo. Se encaminó al servicio más próximo y casi se desmaya cuando creyó haber entrado en un portal interdimensional que lo devolvió de regreso a su sala de ensayos; el olor a cigarro llegó a sus sentidos y se le pegó enseguida en la piel como un virus.
 
Tosió por el repentino cambio de aire y con su pañuelo se tapó de inmediato la nariz. Miró hacia la parte baja de su derecha donde surgía un espiral ascendente de humo envuelto en partículas de ceniza, topándose con el indiferente rostro de uno de sus juniors más recientes -un vocalista, si no recordaba mal- que le daba la última bocanada a ese veneno adictivo para luego restregar la colilla contra las baldosas del piso junto a donde descansaban unas cuatro o cinco colillas más. Aquel castaño le sostuvo la mirada por un rato y él esperó una disculpa o algo similar de su parte, mas sólo vio como el menor hurgaba en su cajetilla de cigarros, gruñendo por ver salir del empaque el último que se podría fumar esa mañana, encendiéndolo con habilidad y adoptando nuevamente la despreocupada posición de piernas flexionadas y abiertas, con los brazos descansando en sus rodillas.
 
Nao quiso decirle algo pero pensó que sería inútil tratar de razonar con el de la nueva banda que hace poco se unió a la compañía. Se conformó con mirarle desaprobatoriamente mientras se dirigía al espejo más alejado, aprovechando de abrir la ventanilla del baño a todo lo que daba para que el ambiente allí dentro se limpiara un poco y fuera más tolerable. No se molestaría en subir en busca de otro baño en el piso superior. Frente al cristal se lavó la cara hasta dejarla completamente limpia, se secó y de su bolso extrajo los artilugios necesarios para maquillarse con sencillez; ya acabado se dio un último vistazo, sonriendo al sentir que complacía una ligera vanidad, y satisfecho con su apariencia se dispuso a volver a su estudio, notando que el chico ya no estaba junto a la puerta del servicio. No le tomó importancia y se fue, seguro de que ya todos estaban de regreso esperándole para reanudar el ensayo.
 

 


 
— … Y sería genial que la parte de los coros tuviera un ritmo más fuerte y rápido, para que la canción no se torne aburrida. —
 
— Huh, ya veo. ¿Y tienes alguna idea para el pv? —Shou y Nao caminaban por los silenciosos pasillos de la compañía directo a la salida. Los ensayos habían finalizado.
 
— Sí, Saga me estuvo diciendo algunas cosas interesantes. Pero preferiría pensarlo un poco más y así estructurar un buen concepto. —decía con la vista inclinada hacia su líder por el desnivel de altura.
 
“Ese Saga cuando quiere, trabaja bien. Debería obligarlo a ‘querer’ más seguido”.
 
— Apoyo la noción. —llegaron a la parte del estacionamiento y con ello la despedida. Shou acompañó al baterista hasta la puerta de su auto por cortesía ya que era el más cercano— Pero mañana me dices ya que ahorita sólo quiero llegar a casa y darme una buena ducha. —suspiró con fuerza elevándose sobre sus pies para corresponder el abrazo de Shou, sacando las llaves del auto.
 
— Apoyo la noción. —se rió el castaño agitando una mano frente a su nariz, como si apestara— Falta que te hace. —
 
Y vaya razón que tenía el más alto, llevaba pegado en cada rincón el desagradable olor del cigarro. Nao ansió más que nunca estar bajo una regadera.
 

 


 
— ¡Al fin llegas! ¡Byou-sama, sálvameee! —
 
Apenas cruzó el umbral de la puerta de su sala de ensayos y se vio preso en los brazos de Kazuki, cayendo con el más alto de lleno al piso en medio de sus dramas. Sintió que su dolor de cabeza se acentuaba más, y los chillidos de su guitarrista no aportaban nada bueno. Hace poco que se habían unido a este sello discográfico por lo que aún no estaba lo suficientemente familiarizado en el tema geográfico, y más al colmo cuando por fin aprendió a llegar sin perderse al estudio les cambiaron de ubicación a otro piso. Gracias a ello hoy le dio -mínimo- tres vueltas enteras a toda la compañía hasta reconocer el nombre de su banda en una de las puertas que maldijo no haber visto antes.
 
Y ahora tenía a Kazuki, en sentido literal, llorándole desconsoladamente.
 
— ¿Y a ti qué rayos te pasa? —preguntó sin ganas de ocultar su irascibilidad.
 
— Dame un cigarro. —sus ojos brillaron como niño emocionado, extendiendo ambas manos junto a una gran sonrisa.
 
El vocalista rodó los ojos.
 
— ¿Tanto escándalo por eso? ¿Qué hay con los tuyos? Siempre traes. —
 
— Es que verás… casi saliendo de mi casa me acordé que una prima me mandó una chaqueta hermosa y quise traerla para hacerles envidiar, ¡mira! —se señaló la famosa chaqueta de cuero rojo brillante de mangas hasta los codos de corte a medio abdomen que le sentaba muy bien.
 
Byou la repasó rápidamente, pensando que algún día se las arreglaría para que Kazuki se la prestara.
 
— Y… —
 
— Y me dejé la cajetilla en la otra chaqueta. —infló sus cachetes, enojado consigo mismo— ¿Ahora sí me darás uno? —
 
— ¿Y por qué yo? ¿Por qué no le pides a Jin? —
 
— Porque Jin-chan es un tacaño y me gustan más los tuyos. Anda, dame. ¡Te lo exige tu líder! —
 
— Aún no me muero. Yo soy el líder. —pero las palabras de Yuuto el guitarrista se las pasó por las bolas.
 
— De acuerdo, pero no me los acabes todos que dices uno y luego te fumas hasta el empaque. —dijo de mala manera sacando su cajetilla ya abierta y su encendedor, ofreciéndoselos al contento guitarrista que le centellaban los ojos y su sonrisa no podía ser más exagerada.
 
— ¡Gracias, Byou-chan! Sabía que podía contar contigo. —le dio un rápido besito cerca de los labios antes de levantarse y servirse el primer cigarro— Thef degbo unaf. —habló con los labios ocupados mientras encendía la mecha.
 
— Me debes más de una pero nuca me cumples. —se quejó. Ni sabía para qué Kazuki le seguía diciendo eso cuando apenas le pedía algún favor el guitarra se hacía el turista.
 
Suspiró resignado mientras se sentaba entre Jin y Yuuto que se divertían a costa de sus escenas. Muchas veces le habían dicho que dejara de mimar a Kazuki, sin embargo el alto castaño siempre conseguía salirse con la suya. El jodido era demasiado encantador.
 
— Por eso te amo. —Kazuki le mandó un beso volador mientras se lanzaba sobre el bajista y montaba sus piernas a lo largo sobre sus muslos y los del baterista.
 
No había remedio.


 


Arrastrándose de rincón en rincón como un criminal que entra en casa ajena a hurtadillas, el baterista de Alice Nine hurgaba en cada escondite posible donde los tres fumadores compulsivos de su banda guardaran “raciones extra” de cigarros, metiéndolos en una bolsita de papel cuyo destino se pintaba oscuro.
 
— ¿Nao? ¿Eres tú? —
 
Casi escupe el corazón cuando una repentina voz le llamó, pero se tranquilizó al ver que era Shou.
 
— Dios, Shou. Casi me matas. —dijo con una mano en el pecho para luego reanudar su tarea, llamando la curiosa atención del vocal.
 
— ¿Qué haces? —
 
Nao le ignoró por un momento; ya cuando se cercioró de que no había más reserva de nicotina en el estudio se giró al castaño de ojos grandes.
 
— Se acabó el Nao flexible y comprensivo. —arrugó las cejas— Mis pulmones se estuvieron quejando toda la noche y solo hay un culpable. —dijo alzando la bolsita de papel y Shou lo miró raro— Hoy ha sido lo último. —
 
— ¿Y crees que con eso van a dejar de fumar? —se tiró en un sillón— Se sacarían un cigarro hasta del cabello con tal de respirar ese humo tan desagradable y dañino, y sabes que ni les pasa por la cabeza salir fuera de la compañía a satisfacerse; “les quita mucho tiempo y es tediosamente absurdo”. —citó las mismas palabras del bajista y ambos guitarristas.
 
— Lo sé, pero es hora de tomar medidas. No es justo que tengas que irte a alguna parte en los descanso con tal de proteger tu garganta de esos desconsiderados y que yo tenga que aguantarlos mientras me ocupo de mis cosas. —reiteró con un enfado que sorprendió al menor. De verdad que era rarísimo enojar a Naoyuki, y bravo, estaba hecho.
 
— Tú haz lo que debas hacer. —se limpió las manos en el asunto. Comprendía al baterista y lo apoyaba, pero también sabía que Saga, Tora y Hiroto eran un caso perdido.
 
Acomodándose en el sillón se puso sus audífonos y empezó a ojear una revista de modas a espera de que Nao se deshiciera de los cigarrillos para irse juntos. Hoy le tocaba al líder invitarle una cena.
 
Nao bajó al estacionamiento subterráneo y buscó un buen lugar donde iniciar su “fogata”; caminó hasta donde lo vio apropiado y con un encendedor le prendió fuego a la bolsita de papel, casi riendo, deteniéndola frente a él mientras la veía consumirse. Las flamas se reflejaban danzantes en sus pupilas y se sintió un poco sádico. Por una de las esquinas ya desaparecida cayeron un par de cigarrillos casi intactos, los maldijo y dejando caer la bolsa al suelo se agachó a recogerlos, mirándolos con rencor antes de disponerse a soltarlos sobre la llamarada; no obstante un horrible grito lo hizo estremecer y mirando a su derecha vio venir totalmente desesperado, esquivando los autos como podía, a aquel chico castaño.
 

 

 
En la sala de Screw Byou rodaba por el piso a todo lo largo mientras le recordaba al “desaparecido” guitarrista todos sus parientes. Jin, que ya se había cansado de verlo así desde hace una hora se levantó de al lado de Yuuto que alzaba las piernas cada que su vocal pasaba por los pies del sofá. Se cruzó de brazos y en medio del estudio esperó a Byou de regreso, pisando la cabeza del castaño para tenerlo quieto.
 
— ¡¡Duele, enano malparido!! —
 
— Enano el amiguito que te cuelga al caminar pero a mi me hablas con cariño, Byou-kun. —y dicho esto ejerció mayor presión con su pie.
 
— ¡¡YA!! Ya entendí Jincito bonito, mi oxigenado del alma, ¡pero ya para o se me sale el cerebro por las orejas! —el baterista suavizó su mirada y dejó libre al más pervertido de la banda, viéndolo retorcerse en el piso.
 
— Te dijimos muchas veces que no hicieras caso de los caprichos de Kazuki. Ya deberías hacerte a la idea de que se te ha pirado, de nuevo. —le dijo el bajista con la mayor tranquilidad del mundo, viendo como Byou se agarraba dramáticamente a las piernas del rubio.
 
— ¡Pero si dijo que iba al baño! —
 
— ¿Y no te parece sospechoso que pidiera permiso justo cuando le preguntaste por tus cigarros? Sigues cayendo, Byou. Obvio que se ha dado la fuga antes de que lo despelucaras con tus gritos. —suspiró— Yuuto, el ensayo ha terminado. —
 
— Yo soy el líder, yo digo “el ensayo ha terminado”. —pero fue ignorado de nuevo.
 
— ¡Maldito Kazuki! ¡Cuando lo vea lo voy a violar hasta que ya no se me pare más! —se levantó con los puños apretados y sus ojos negros brillando en pura furia.
 
— No te vas a violar a nadie. —le reprendió Jin con tono severo— Porque hasta donde yo sé tienes prohibido fumar hasta dentro de un buen rato más. —
 
— ¡Pero Jin…! —volvió a abrazarse al rubio casi llorando, recordando como ayer tuvo que ir a fumar escondido a los servicios— No me vas a dejar morir así, anda, dame uno de los tuyos. —le hizo ojitos.
 
— No, Byou, de lo que te vas a morir es de cualquier tontería que te dé en los pulmones por no hacer caso. Mira que apenas te estás recuperando de esa fea infección. —
 
— ¡Jin…! —
 
— No. —
 
— ¡Jiiin…! —
 
— No. —
 
— ¡Jiiiiin~! —
 
— ¡Que no! —
 
— Entonces te violaré a ti también. —se incorporó atrayendo hacia sí al baterista por la cintura, respirándole muy de cerca.
 
— By-Byou… kun. —el rubio interpuso sus manos entre su cuerpo y el del otro, sonrojándose por la cercanía de esa mirada lujuriosa.
 
— Lo único que te vas a violar hoy será a tu almohada, Masahito, porque este precioso ya tiene un hombre que lo mantenga ocupado horas extras. —Jin enrojeció más aún con las palabras de su novio, que lo arrancó de las garras de un fastidiado Byou.
 
— Yu-Yuu-chan… —
 
— Vamos a casa, Jin. He dicho que el ensayo acabó, ¿no? —
 
— Pero, Yuuto… —
 
— Yuuto nada. Lo que haga este enfermo en su tiempo libre no es responsabilidad tuya ni  mía, así que relájate. —Jin siempre se preocupaba demasiado, como si le fuera tan difícil aceptar que a pesar de las apariencias todos eran adultos ya. Aún y con todo lo que se resistió casi cargó con el baterista hasta la salida— ¡Adiós, Byou! —
 
— Adiós, Yuuto, Jin. —
 
— ¡Mañana! ¡Ensayo! ¡Temprano! —
 
— Hai~ —
 
— ¡Que soy yo el líder, joder! Nadie me respeta. —fue lo último que escuchó antes de quedar completamente solo.
 
Cuando vio desaparecer a sus compañeros bajó la mano con la que correspondió la despedida de su amigo, aún sintiendo las ansias insoportables de su organismo por algo que fumar. Se masajeó las sienes al ser golpeado por ese feo síndrome de abstinencia.
 
— Me voy a volver loco. —vio fuera de la ventana y el cielo estaba naranja, salió del estudio y caminó por los desolados pasillos hasta el ascensor. Lo que había dicho Jin era cierto, incluso tenía una orden médica que le suspendía el permiso para fumar a pesar de que él ya se sintiera completamente bien, pero si no fumaba algo dentro de ciertas horas se ponía tan mal como lo estaba ahora y no lograba enfocarse en nada, mucho menos en algún ensayo o concierto— Qué putada… —
 
Pero aún si lograba conseguir algún cigarrillo sabía que peligraba dentro de la compañía, puesto que con el manager merodeando cerca no debía arriesgarse; podría haber sido él quien lo descubriese en los baños el día anterior y no el pelinegro con cara de osito de peluche. Con la vista perdida y pasos desequilibrados salió del ascensor rumbo a su lugar de estacionamiento, rebuscando en su chaqueta hasta encontrar las llaves del auto y desactivar la alarma, ansioso por manejar a alguna tienda donde abastecerse de su fiel amigo de nicotina; mas antes de abordar logró ver de reojo una curiosa luz que le llamó la atención, reconociendo a lo lejos precisamente al líder Alice de pie frente a una pequeña llamarada a punto de lanzar un par de cigarrillos a las llamas. Esperen, ¿un par de cigarrillos?... ¡¿Cigarros?! Tal vez estaba tan mal que alucinaba pero eso no le era muy importante cuando ya estaba corriendo directo hacia el moreno gritándole desesperadamente que se detuviera, llegando a toparse con algunos autos con los que se dio un buen golpe.
 
— ¡NOOO! ¡No lo hagas! ¡¡No…!! —la voz le falló cuando Nao, viéndole con enfado, no hizo caso alguno y dejó que su única salvación ardiera en las llamas. Byou se detuvo a un lado del mayor y las piernas le fallaron casi hasta caer de rodillas al suelo, viendo con ojos enormes e incrédulos como el otro pisaba sobre las llamas hasta apagarlas, dejando como evidencia los inútiles restos de cenizas— ¡¿Qué te pasa?! ¡Te dije que no lo hicieras! ¡Maldición! —se agarró la cabeza a punto de explotar, dando un par de vueltas en su eje— ¡Joder! ¡Que no he podido fumar nada en todo el puto día y vas tú a fregarme así! —
 
— Tus problemas no son de mi incumbencia, y éstos no eran tuyos así que no tienes nada que reclamar. —
 
— ¡Pero los tiraste! ¡Si no los querías bien podías habérmelos dado! —
 
— Como ya te dije, tus problemas no tienen nada que ver conmigo. —Nao le miró severo, lo suficientemente mosqueado ya como para venir a aguantarlo también a él— Si tanta urgencia te traes búscate algo más con que desahogarte. —
 
Los ojos del castaño no paraban quietos en ningún sitio, se sentía demasiado aturdido como para pensar con claridad. La piel le picaba, las palmas le sudaban, la cabeza le hacía presión, su interior se retorcía, la respiración le pesaba y no dejaba de escuchar un molesto zumbido metido en sus orejas. Nao seguía frente a él hablándole de quién sabe qué cosa, lo único que hacía era ver el lento movimiento de sus labios y fue entonces cuando sus palabras volvieron.
 
“— Si tanta urgencia te traes búscate algo más con que desahogarte. —”
 
Algo más… algo más…

Notas finales:

Recuerden… ¡¡NYOU IS LOVE!!
 
Nos vemos en la segunda parte.
 
See ya~


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