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Mi Maldita Verdad por PaddyAle

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Notas del fanfic:

Espero les guste!!! RR please (:

Notas del capitulo:

Este es un KangTeuk, quienes no tengan conocimiento de él, se los presento en este minuto. :D

KangTeuk

 

Su maldita verdad. Sí, no puede ser llamado de manera más suave cuando en realidad todo se ha vuelto complicaciones. ¿Cómo decir realmente qué pasa por su cabeza? No puede llegar a recibirlo y decirle todo lo que ha guardado por años, y esto se acentuó cuando todo se volvió un torbellino de emociones en el momento en que él decidió meterse en la milicia. Sí, maldita enemiga. Aquel movimiento que él debería más adelante hacer, lograba sólo como resultado que su cuerpo se tensara.

Dejaría a sus hijos, a sus pequeños retoños. Dos años sin verlos, sin regañarlos, sin poder desearles las buenas noches con aquellas técnicas únicas que solo él sabía emplear. Porque aunque lo negaran, él era el único que lograba que Eunhyuk dejara de molestar a un somnoliento Donghae que intenta dormir; o a un Sungmin que intenta por horas hacer que el maknae le ponga la atención debida. La sonrisa que se asoma por el rostro del líder es maternal con asomos de nostalgia por todos lados, los extraña sin necesidad de aún irse de casa. Y es porque sabe que lo que más quiere en estos momentos, se encuentra en estos momentos durmiendo de lo mejor en la cama de al lado, que después de dos años por fin escuchaba su respiración fuerte en las mañanas, que por fin escuchaba esos ronquidos que sonaban a la mitad de la noche haciéndolo reír somnoliento cuando lo despertaban. Sí, lo había extrañado enormemente y aún así, no podía pensar más que en el hecho de que no tenía ni idea de cuánto duraría esa felicidad. Siempre lo que es perfecto para tu corazón, resulta efímero.

Levantó su cuerpo de la cama, caminando hacia la cama de su compañero. Maldita verdad, sí, maldita verdad la de quererlo tanto y no poder decírselo por miedo a lo que puede venir. Cobarde, eso era lo que se gritaba en su cabeza en estos momentos. Se quedó mirándolo unos segundos antes de notar que Kangin había dejado un espacio suficiente para él así poder colarse en el calor de su cama. Sonrió levemente mientras pensaba que seguramente sus hijos se encontraban – al igual que Kangin – en el quinto sueño, asique suspirar comodidad por unos minutos era más que suficiente antes de comenzar su día. Con cuidado abrió la manta que cubría al menor y se introdujo en la cama sin pensar las consecuencias que traería aquello. Quedó justo en frente del rostro de Kangin, miraba sus ojos cerrados, su nariz pequeña y aquellos labios gruesos con los que en más de una ocasión había soñado. Se mordió el labio intentando frenar todos sus sentimientos mientras quitaba sus ojos del rostro de su amigo, la mezcla de emociones era demasiada como para ser del todo controlada. Sí, Leeteuk estaba demasiado confundido con sus emociones.

- Teukie…

Si el susurro del menor hubiera sido suficiente para asustar al líder, más las acciones fueron peores. En un par de segundos sintió como su cuerpo era tomado por el menor, abrazado y tomado con una extraña fuerza, dejándolo encima de él como si de un pequeño niño se tratara. Su voz lenta, adormecida y aquella respiración calmada indicaban que aún seguía durmiendo. ¿Pero por qué? Lo llamaba en medio de sueños, y eso lo hizo sonreír con los ojos emocionados sin poder prever que eso sólo lograría más sufrimiento cuando se fuera. Sí, y eso llegó como si de un trueno se tratara; duro y directo. Sufriría más si seguía de esa manera, ocultando todo lo que sentía y además, dejándose querer de esa manera por el menor. Sólo mordió sus labios intentando que sus ojos no se aguaran de la desesperación de no saber qué hacer. Quería decir tanto y no podía. Así escuchó nuevamente el susurrante llamado de Kangin mientras los brazos de él parecían querer estrecharlo más de lo que ya lo hacían. Y no aguantó más, sus lágrimas comenzaron a caer lentamente, silenciosas.

- No llores Teukie. – La voz clara y despierta del menor sobresaltó al líder.

- Tu... ¿Cuánto llevas despierto? – El susto era común, no podía evitarlo.

- Desde que te levantaste de tu cama.

Leeteuk intentó apoyar sus manos en el torso del menor para levantarse, se sentía avergonzado y nervioso; la verdad es que lo que más le preocupaba era que su corazón latía con demasiada fuerza por la cercanía al chico, y que además las lágrimas no querían dejar de salir. Logró despegar su torso un par de centímetros del chico pero sólo logró que el menor hiciera un poco de fuerza y volviera a pegarlo a él. No quería soltarlo, lo había entendido pero tenía miedo, miedo a sufrir más si dejaba que su cuerpo y mente disfrutaran más de la cuenta aquellos recuerdos de los que en unos meses se privaría por mucho tiempo. Se mordió el labio con fuerza, deseando que sus lágrimas dejaran de correr.

- Kangin, suéltame. Deseo levantarme.

- No. – Su respuesta directa, hizo que el mayor levantara la mirada para toparse con unos ojos fijos e intensos.

- Yo… no quiero que me veas así, esto… duele… yo… tengo que. – Las palabras salían de manera atropellada, sin coherencia. No podía hilar las ideas, sentía todo demasiado revolucionado.

- No puedo, Hyung aunque quisiera soltarte, mi cuerpo me lo impide. No deseo soltarte.

Las palabras fueron demasiado fuertes como para ser asimiladas en su totalidad. Kangin pocas veces llamaba así al mayor, sólo cuando la seriedad lo ameritaba. Y comprendía que la verdad y seriedad de sus palabras sólo habían hecho que el corazón del mayor latiera con mayor intensidad, fiero y desbocado. No entendía nada, cada vez se sentía más mareado. ¿Por qué decía aquellas cosas como si fueran confesiones? ¿Por qué dolía saber que no podría siquiera decirle lo que pasaba por su cabeza? Quería gritarle que hacía daño su inocencia, que seguramente era porque lo había extrañado.

- También te extrañé Kangin, pero necesito espacio.

- ¿De verdad quieres eso? Me gusta esta cercanía, extrañaba tu aroma.

- Calla. – No lo aguantó más, era demasiado difícil soportar aquellas confesiones que para él eran completamente maravillosas y que sabía que sólo eran de amigos. Dolía, dolía más de lo que podía aguantar en una mañana como esa.

- Diablos, Leeteuk, deja de llorar que me pones nervioso. No quiero callar, quiero hacerte saber que te extrañé maldita sea. ¿No lo entiendes? – Su voz sonó dura y desesperada, ¿Cuándo había comenzado a llorar tan fuerte? Ni siquiera lo había notado.

- Se que lo hiciste, yo también, los chicos también te extrañaron. Somos amigos, pero las cosas que dicen son demasiado para mi cabeza, no logro analizarlas sin que se sienta extraño.

- No Hyung, no somos amigos, no somos sólo eso.

Las palabras del menor calaron con fuerza en el corazón adolorido del mayor. Sí, dolía a mares. Abrió los ojos con fuerza, dejándolo sorprendido como si dagas aparecieran en su rostro. ¿Qué pretendía? Dolía demasiado escuchar aquellas palabras de alguien que siempre había estado a su lado apoyándolo, porque todas las demás palabras después del “no somos amigos” se borraron, dejándolo en la sorpresa del dolor. Lo miró profundamente, sintiendo que sus lágrimas se detenían al igual que los movimientos que anteriormente intentaba hacer para soltarse. Sólo miró sus ojos que parecían verse reflejados en los suyos.

- Hyung, tu labio está sangrando.

¿Se había mordido tan fuerte? Seguramente lo había hecho como acto instantáneo después de escuchar sus palabras. Lo que no esperó fue que uno de los grandes brazos del menor llegara a su nuca para acercar su rostro al de él. Sus ojos se abrieron como platos de la sorpresa, el maldito corazón se fue a la basura de la intensidad de los latidos al sentir cómo Kangin besaba su labio inferior parando el dolor de la mordedura. ¿Podía reaccionar? Los labios de su compañero pedían que le respondiera, lo anhelaban y él prontamente lo hizo. Cerró sus ojos y se dejó llevar por aquel beso que intentaba expresar el cariño que se sentían. Fue suave, delicado. Por ello, cuando dejó de sentir los labios del menor, no quiso abrir los ojos esperando que su sueño continuara, que no acabara abruptamente en el momento en que decidiera abrir los ojos.

- Teukie, entiende que no somos sólo amigos porque yo te quiero. – Las palabras del menor hicieron que Leeteuk abriera los ojos rápidamente, topándose con una sonrisa nerviosa en el otro.

- Tú… sabes que me iré, que me tocará a mí ahora. – El susurro fue cargado de dolor, de miedo y expectación.

- Lo sé, ahora me tocará a mí esperar tu regreso.

La sonrisa en el rostro del mayor fue la primera real de la mañana; dulce y alegre como siempre lo había caracterizado aquella mueca genuina. Sí, se acercó él para besarlo mientras ambos soltaban una risa jocosa. Había pasado de la preocupación, al nervio y después a la felicidad. Eran demasiadas emociones para una mañana.

- Te estabas retrasando Teukie, tenía que actuar. Pensé que nunca te acercarías, ya estaba que me levantaba yo y te agarraba a besos. – La risa tan conocida de Leeteuk resonó en el dormitorio mientras le sacaba la lengua al menor.

- Te quiero mi tonto mapache azul zafiro.

Notas finales:

Espero les haya gustado! :D


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