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Soy un error por Chris Yagami

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Notas del fanfic:

La otra versión del fic ¿Quien hizo lo correcto? Publicado hace casi tres meses.

Segunda historia de mi nueva serie la cual está casi por terminar.

Me costó trabajo hacerlo, tratando de asimilar la otra manera de pensar. Espero lo disfruten.

 

 

 

Notas del capitulo:

Dedicado a Shun4Ever y crystalwall quienes me pidieron la versión de Shun desde el inicio.

Soy un error.

Takeshi, ese es el nombre de mi padre, un hombre cruel y que a pesar de todo yo quiero mucho, aun lo cruel de sus miradas, de sus desplantes y trato yo lo sigo queriendo porque después de todo es mi padre y al menos me ha dado educación y una buena vida, aunque no supo darme lo que tanto necesitaba: un padre.

Yoko, ese el nombre de mi madre. Es una buena mujer, ha intentado ser una madre hasta donde le es posible, es cariñosa en ocasiones y se esfuerza dando mas de lo que puede por mi y por mi hermano, toleró los golpes de mi padre demasiados años solo para que la familia estuviera unida y que nosotros no creciéramos sin él, aunque preferiría que lo hubiera dejado. Mi madre también tiene su carácter, cuando está molesta no hay quien la saque de ahí y sus ataques de histeria son destructivos, por eso trato de llevarla por el lado, así al menos ella está tranquila y yo también. Es una buena madre, pero creo que necesita ayuda profesional.

Mi relación con ellos es normal, lo que yo considero “normal” soy el hijo mejor, entonces es fácil que tus padres busquen de ti lo que han esperado de tu hermano o lo que él ha hecho, eso pasa conmigo. Yo quiero mucho a mi hermano, a mis padres, pero se desde hace tiempo que no soy mucho para ellos, soy un error como me he sabido nombrar gracias a sus relatos y tratos, yo sé que no me esperaban con vida, ni siquiera esperaban un hijo. No soy más que un error.

Ikki es el nombre de mi hermano, me gran hermano mayor, el orgullo de la familia y en quien mis padres y demás familia ha puesto sus esperanzas. Es un hombre lleno de talentos de todo tipo, un excelente deportista, estudiante, artista y antes también el modelo de hijo. Desde que somos niños peleamos mucho, pero a pesar de todo salía en mi defensa en nuestros años de colegio, es un año y medio mayor a mi entonces pasamos mucho tiempo juntos en la educación elemental y secundaria.

Ikki y mis padres son un poco más unidos que yo con ellos, me llevo mejor con mi madre que con mi padre, la verdad no entiendo cual es la manía de este último por reprenderme hasta por el mas mínimo error que cometía. Siempre he tratado de esforzarme por él, para recibir aunque fuera una vez las misma palabras que le dijera a mi hermano, un “bien hecho” “eres mi orgullo” o “no esperaba menos de ti” hubieran sido la mejor de las recompensas, pero la sombra de mi hermano siempre fue demasiado para mi, cuando yo tenia una nota de nueve, resultaba que antes la nota de mi hermano había sido de diez, si yo ganaba un concurso de dibujo con el segundo lugar, era Ikki quien tenia el primero. Quise ser un buen hijo, pero si yo hacia algo por mi cuenta no les importaba, nunca les interesó mi esfuerzo y cuando cometía un error tenia que ser Ikki quien me ayudaba para poder hacer las cosas bien, y si eso pasaba, la alabanza era para él “Que bueno que lo ayudaste” “Buen trabajo, Ikki” eran sus palabras… y yo quedaba en un rincón esperando al menos una palmada en el hombro. Mi hermano mayor es el orgullo de la familia.

Mi nombre es Shun, el hijo que debió morir en el parto, soy el error de mi padre.

Mi madre sufrió muchas complicaciones en mi parto, estuvo a punto de morir y yo también. El médico le dio a elegir a mi padre entre salvar a uno de los dos y la eligió a ella, no lo culpo, es su esposa y ya tenían a Ikki además de que mi padre solo deseaba un hijo en su plan de vida. A pesar de todo pronostico, los médicos lucharon y pudieron salvarnos a ambos, aunque yo estuve delicado muchos meses en los que mi madre solo quería mi bienestar y no se apartó de mi.

Ante mi familia soy el hijo rebelde, quien quiere hacer lo que le entra en gana, pero no siempre fue así, yo también quise ser un buen hijo, un excelente estudiante y artista, un buen deportista. Yo veía a mi hermano desde abajo, era también mi modelo a seguir, yo lo admiraba y quería hacer las cosas como él. Fui un tonto, hasta mis maestros me comparaban con él, nunca fui Shun Kido, siempre era el hermano de Ikki Kido.

No supe cuando mi afecto llegó a convertirse en celos, poco a poco comencé a desear que sus planes de vieran estropeados, que no ganara, que su equipo perdiera, que pasara lo que pasara, pero no quería que él ganara ningún trofeo mas, no quería verme envuelto en su sombra, ya no quería mirar al cielo y encontrarme con su grandeza. Por una vez quería poder ver el sol sin que él me lo impidiera.

Llegada mi adolescencia tomé un rumbo diferente al que tomaba mi hermano, el seguía empeñado en demostrarle a todos lo inteligentes que era, pero si yo seguía estudiando era simplemente por obligación, si a mis padres les valía un comino mis notas, entonces no tenia porque importarme a mi. Hice nuevos amigos que si supieron valorarme por quien era, veían mi habilidad con el dibujo y me admiraban, pero cuando conocían la de Ikki comenzaban a pedirme que le dijera a él que les hiciera alguno o les mostrara lo demás. Al menos para ellos no fui el hermano de Ikki, era yo, mis amigos no crecieron bajo la “gran” leyenda que fue Ikki en nuestro colegio entonces no me comparaban y eso era lo que me agradaba.

Comencé a salir con ellos, nos volvimos muy unidos, en especial con Seiya quien llegó a ser mi mejor amigo. Aunque con él me pasó algo muy extraño, la verdad no dejamos que eso nos cambiara. Seiya me dijo un día que era gay, lo dijo muy de pronto cuando teníamos dieciséis años y me sorprendí al inicio, no parecía homosexual, yo pensaba que ellos se vestían como mujer y hablaban chistoso, pero él no era así. Al principio todo fue muy incómodo, miraba todas sus acciones con desconfianza pero poco a poco las cosas volvieron a ser normales, el seguía siendo el mismo Seiya, hablaba de lo mismo, se reía de lo de siempre y se vestía igual, llegue a olvidar que él era gay… hasta que un día me besó. Me enojé muchísimo ese día, le di un fuerte puñetazo y dejé de hablarle, no quería acercarme a él. Pensaba demasiado en eso, recordaba ese beso más de lo que debería hasta que me di cuenta de que me había gustado.

Después de una semana me disculpé con Seiya por haberlo golpeado y él por haberme besado, entonces me dijo que yo le gustaba pero no sabia que pensar de eso, era mi mejor amigo, hombre, las relaciones debían ser entre dos personas de diferente género. Me dio miedo al principio y aunque no volvió a pasar nada mas entres los dos, al menos Seiya me ayudó con estas dudas que nacían en mí. Hasta que acepté que también yo era homosexual, y lo hice dándome cuenta de que me gustaba un compañero: Hyoga.

Él fue mi primer novio, en años de preparatoria los dos salíamos juntos y Seiya venia con nosotros o eso decíamos para que nadie sospechara de nuestra relación, ni Hyoga ni yo queríamos que los demás se enteraran de nuestras relaciones, entonces nuestros besos eran a escondidas, nuestras caricias detrás de lo muros. Nuestra relación terminó poco antes de la graduación porque yo no quería acostarme con él, la verdad me daba miedo.

Al entrar a la universidad yo no sabia que estudiar, la vida me había dicho que no era una persona lista y que de nada valía esforzarme, me gradué de la preparatoria con una nota de suficiente y la reprimenda de mi padre no se hizo esperar. Si intenté llevar una carrera fue por él, de nuevo para que se sintiera orgulloso de mi, que viera que también podía poner sus esperanzas en mi como lo hacia con Ikki, pero no lo logré, suspendí la mayoría de las asignaturas y tuve que darme de baja. Me excusé diciendo que no quería estudiar, era mejor que pensaran que era un irresponsable a que se dieran cuenta de que de nuevo había fracasado.

Conseguí un empleo en una tienda departamental como vendedor de planta en la sección de caballeros. Eso me daba algunos ingresos extras. Después de meses ahí, Seiya llegó pidiendo empleo el cual le concedieron. A él nunca le importó estudiar, entonces era normal que ni siquiera se preocupara por intentar el ingreso a la universidad.

En ese lugar los dos conocimos a “Afrodita”, así lo llamaban los demás. Era un vendedor en la sección de muebles en el piso principal, muy bueno pero se notaba demasiado sus inclinaciones, se maquillaba, hablaba con acento y sonreía siempre de manera coqueta. Decían que se había acostado con la mayoría de los empleados, por eso era ese su sobrenombre. No lo juzgué por eso, muy al contrario, en las horas de almuerzo me daba cuenta de que era una buena persona, excéntrica y alocada, pero muy atento y preocupado. No supimos como, pero se dio cuenta de que nosotros también teníamos preferencias con los hombres y extrañamente comenzó a darnos consejos sobre todo, principalmente de sexualidad.

Salimos a muchos sitios con él, conocimos a muchas personas e hicimos nuevos amigos. En una de las fiestas que ofrecía en su casa conocí a Sorrento, un buen chico tres años mayor, estaba por terminar su licenciatura en informática y resultó muy inteligente y comprensivo. Él también era gay, gracias a Afrodita conocimos a muchos de ellos y comenzaron a darnos consejos ante nuestras dudas, pues ni Seiya ni yo habíamos dicho al mundo sobre nuestros gustos, ambos por miedo al rechazo de nuestras familias, pero yo lo hacia también por miedo a la reacción de mi padre, se muy bien lo que piensa de las personas como yo, los repudia y no puede ni verlos. Si se lo decía, simplemente sería un motivo más para que me despreciara.

Nuestros amigos nos contaron sus experiencias al respecto, algunas con un final trágico donde sus padres se sentían tan decepcionados que se iban y no volvían a verlos, ese fue el caso de Dita, otros mas alentadores como el de Mime, quien por un tiempo fue rechazado pero al final sus padres lo aceptaron. Había otros mas alegres como el de Sorrento, a él lo habían aceptado desde que lo dijera en sus años de preparatoria.

Sorrento, Seiya y yo aun éramos vírgenes, los únicos tres del grupo y llegó el momento en el que los amigos de Dita nos querían llevar a la cama, cuatro en realidad: Milo, Aioria y los gemelos Saga y Kanon. Yo estaba muy asustado, eran hombres muy mayores, sin contar con que Milo era mi jefe, el gerente del área de ventas. No lo conocía bien, solo era mi jefe y no quería acércame mas a él fuera de la relación laboral, desconocía su carácter y gustos. Tan solo era Milo.

El primero en aceptarlo fue Sorrento y lo hizo tras las muchas insistencias de Kanon, el segundo mayor del grupo. Afrodita lo ayudó y dio demasiados consejos sobre que hacer y como hacerlo. Arreglo el encuentro de ambos en una habitación de hotel y habló también con Kanon. Afrodita era demasiado bueno con nosotros, casi como el padre que él hubiera deseado tener y haciendo con nosotros lo que le hubiera gustado que hicieran con él o eso me parecía a mí. Sorrento nunca nos dijo con quien había sido su primera vez ni Dita, era un secreto y lo respetábamos, aunque Seiya y yo sospechábamos que era uno de los gemelos.

Después de poco tiempo Seiya se animó y le pidió a Dita que lo ayudara pues quería dejar de ser virgen. No entendía en ese entonces cual era la urgencia, pero después me enteré que a él le gustaba Shiryu, otro amigo de Afrodita pero que él le había dicho que no quería tomar su virginidad pues no deseaba sentirse responsable de ello, ni que Seiya sintiera un lazo extra por ese motivo. Los dos le dijimos que si ese actuaba así no podía espera nada bueno de él pero Seiya no escuchó, estaba enamorado.

Su primera vez fue con nuestro jefe, me contó sobre su experiencia, que se había sentido bien y le había encantado, pero Milo nunca dijo nada al respecto, cuando los gemelos preguntaban por eso él negaba y cambiaba de conversación, eso me pareció un buen detalle pues Seiya se avergonzaba cuando ellos comenzaban a hacer burlas al respecto.

Tiempo después los dos, Seiya y Sorrento, comenzaron a insistirme con eso, decían que debía dejar de ser virgen porque estaba por cumplir los veinte años. Pero seguía asustado, demasiado.

En casa las cosas iban empeorando. Mi padre seguía igual, con mi madre aun conversaba, pero con Ikki, la verdad no sé que pasaban pero de un momento a otro comenzó a ignorarme, me contestaba de manera muy fría y no se quedaba a solas conmigo mas de diez minutos. Temía que comenzara a sospechar de mi y que se sintiera decepcionado también, pues es mi hermano, lo quiero y deseo su aprobación en todo.

El me ayuda, yo sé que le molesta mucho que salga con mis amigos, que me enfieste y llegue tarde a casa, pero aun así me ayuda y aboga por mi ante mis padres por mi permiso. Un día, en una de las pocas veces que me dejaban regresar después de la media noche, todos mis amigos se quedaron dormidos y nadie me pudo llevar a casa. Mi permiso terminaba a las dos y ya se había pasado, entonces decidí salir para tomar un taxi, pero no miraba ninguno por ningún lado. Camine mucho tiempo solo, hasta que me di cuenta de que alguien me seguía, eran dos personas. Llamé a Ikki entonces, estaba aterrado y cuando me contestó le conté lo que pasaba, corrí tanto como pude mientras le pedía ayuda a Ikki, pero los tipos me alcanzaron y me atacaron. Terminé en el hospital con una herida en el tórax pero pude recuperarme. Desde ese día mi padre se mostró mas flexible, no se si por la culpa, pero me permitían salir mas seguido.

Poco a poco cedí también, mi jefe insistía demasiado y temía que me despidiera si no accedía. Así que de nuevo Afrodita ayudó en eso, creo que de los tres fui el mas quisquilloso, no quería que mi primera vez fuera en un hotel ni en casa de mi jefe, como en el caso de Seiya, entonces Dita me sugirió su casa, allí me sentía mas cómodo, era como mi segundo hogar y era mejor que nada. Como todo el tiempo Afrodita me dio muchos consejos y advirtió a Milo, no se como puede hablarle así, también es su jefe.

Cuando lo intenté con él me asusté, al principio fue delicado, simplemente me besaba pero conforme las cosas subían de tono se volvió mas demandante y me aterre, tocaba mucho, no tenia tiempo de nada, cuando menos lo pensé ya no tenia camisa y el tampoco. Cuando llegó a mis pantalones le pedí en medio de lágrimas que se detuviera. No me sentía listo aun, no sabia si quería hacer esto con un hombre, no quería decepcionar a mis padres. Milo se detuvo y se reprendió por la manera en como me estaba tratando y se excusó diciendo que me deseaba mucho, ese era su error, pero no pasó nada mas esa tarde.

Poco tiempo después decidí hacerlo con Aioria, mis amigos me dijeron que la mejor opción era mi jefe, pero la verdad no quería  intentarlo con él, me daba vergüenza pues no dejaba de ser mi jefe a pesar de todo. Entonces mi primera vez fue con ese hombre que me trato como su simple objeto de placer, fue espantosamente terrible, desconsiderado y cruel, no sentí el placer que Seiya me describió, solo sentía dolor. Ahora me arrepiento por haberme precipitado tanto, lo que yo hice no fue hacer el amor y eso era lo que quería… no debía esperar otra cosa, para mi todo es un error.

Me dije que no quería volver a hacerlo, al menos no en un futuro inmediato pues me arrepentía en  los mas profundo de mi ser, yo pensaba que mi primera vez iba a ser especial, de niño soñaba con el amor, en mi adolescencia imaginaba una demostración de amor mas profunda pero no esto, me sentía ahora con un vacío, no sabia que mas esperar de mi, era un hombre que se había entregado a otro por simple curiosidad. Ni siquiera yo puedo respetarme.

Converse mucho con Afrodita al respecto, le hice saber de mi sentir y él lo escuchó todo, me contó sobre su primera experiencia que tampoco había disfrutado, aunque no había opuesto resistencia, no fue de mutuo acuerdo. Él no amaba a ese hombre, y aquel tampoco amaba a mi amigo, solo fueron placer, forzado para mi amigo. Esa conversación nos llevó lejos, ese día supe lo que era realmente sentir placer, Afrodita me hizo sentir bien y no solo se preocupó por él, me cuidó aunque sabía que no era virgen, fue despacio y al final me gustó la experiencia.

En mas de una ocasión compartí la cama con él, siempre me hacia sentir bien a pesar de que no sentía mas por él que un gran vínculo de amistad. Pero él nunca se negó a nada conmigo, ambos nos sentíamos bien con esa relación, al menos así era hasta que los demás empleados comenzaron a notarlo. A pesar de que la mayoría se decía ser enteramente heterosexual nunca me faltaban propuestas de ellos para un revolcón ni mucho menos a Afrodita, pero a diferencia de mi, él decía que si a todos.

Después de unos meses recibí una propuesta de quien menos esperaba: Shiryu. Me sorprendí al principio y pensé que bromeaba, Seiya me había contado semanas atrás que se había entregado a él y ya eran pareja aunque Shiryu no quiera decirlo aun a los amigos, pero él no bromeaba, fue en mas de una ocasión que me lo pidió y rentaba habitaciones de hotel para nosotros. Jamás se lo dije a Seiya, no quería que pensara que mentía y no quería romperle el corazón. Pero una tarde mientras hacia inventario en el almacén él llegó de pronto en la hora de almuerzo y me acorraló sabiendo que los demás ya se encontraban en la cafetería. Trató de convencerme de nuevo, me dio miles de excusas, pero la que me convenció fue que me dijera que Seiya solo era un culo estrecho para él, así como muchos otros. Me enfurecí y decidí acostarme con él para así provocar que Seiya terminara con él. Jugué con él y él conmigo, nos acariciamos y dejé de pensar para que mi cuerpo sintiera solo placer, traté de no ver la sonrisa de mi amigo cuando practicaba sexo oral a su novio, sus palabras emocionadas al hacerme saber de su relación… y me arrepentí de ello.

Por la maldita suerte que he cargado desde mi nacimiento, Seiya llegó justo en ese momento, buscándome al ver que tardaba demasiado al ir a la cafetería para almorzar. Yo estaba inclinado frente a su pareja y no había mucho que explicar, dado que él tenía los pantalones abajo y yo estaba arrodillado. Su mirada me desmorono y cuando salió corriendo le di alcance, algo que Shiryu no hizo, peleamos mucho, llegamos a los golpes aunque algunos compañeros nos separaron. Desde ese día pidió el traslado, algo en lo que Milo le ayudó.

Traté de comunicarme con él, lo llamaba pero no contestaba, le enviaba mensajes, tanto de texto como por la red social que frecuentábamos, pero no sabia nada de él. Cambió su número de teléfono pero no tardé en conseguirlo con la ayuda de Milo a quien cada vez veía mas como a un amigo, y a pesar de seguir insistiendo con aquello, no era un pesado, no quería presionarme demasiado pero si me lo pedía.

Se que mi hermano utiliza demasiado el computador, y por eso no suelo molestarlo mucho, pero a veces llego a pedírselo para revisar mis mensajes. Un día revisé mis mensajes en la red social encontrándome con un mensaje desalentador de quien una vez fue mi mejor amigo y confidente.

Seiya dice: Mira, Shun, te lo voy a decir una vez: deja de buscarme, de llamarme, de estos mensajes acosadores, no quiero ya saber nada de ti, me avergüenzas y me das asco, has llegado al limite y lo que me hiciste es muy bajo, ni siquiera Afrodita lo había hecho porque se lo pedí de favor, pero a ti ni siquiera te importó. Si a ti te gusta tanto que te cojan y chupársela a todos, bien por ti, pero no me pidas que te perdone el haberte revolcado con Shiryu cuando te dije que él me importaba. Tú ya no eres amigo, y por respeto a nuestra antigua amistad, no quiero encontrarte más, porque si lo hago no respondo de mis actos.

Cada palabra me dolió, no lo culpo por que me creyera un prostituto aunque solo me acostaba de vez en cuando con Dita y él lo sabia. Quisiera que me dejara explicárselo, pero no me deja acercarme, sé que lo que hice está mal, que no hay una justificación valida, pero quiero que al menos sepa mis razones, estúpidas también, pero quiero explicarme.

Mi vida se estaba cayendo, mi hermano se comportaba demasiado extraño conmigo, me miraba demasiado, usaba el sarcasmo conmigo y nunca lo había hecho, ya no intervenía cuando tenia una discusión con mi padre, no me abrazaba y rara vez me dirigía la palabra fuera del saludo. Llegué a sentirme desprotegido y ahora hasta Afrodita estaba molesto conmigo porque Seiya le había contado lo que había pasado, él podrá meterse con quien se lo propusiera, pero al menos respetaba a los amigos. En esos momentos solo Milo fue un apoyo, cada vez me caía mejor, pero por lo que había pasado con Shiryu, y que pronto llego a oídos de todos, pensaban que me estaba acostando con mi jefe para subir de puesto. Las horas laborales eran tediosas, soportar las miradas de los demás por discriminarme o por rechazar sus propuestas, me tenía agotado.

Tiempo después mi madre recibió la noticia de que un familiar había fallecido y teníamos que pasar la noche en el centro funerario, pero ese día tenia inventario y no podía acompañarlos, seria un día agotador, lo sabia por experiencia, entonces le informé a mi madre sobre mi decisión de no ir y me disculpé con ella.

Esa noche, después de terminar el inventario salí de las instalaciones para tomar un taxi como todas las noches, pero Milo se dispuso a llevarme lo cual agradecí enormemente. Llegamos a casa en menos de veinte minutos, le ofrecí entrar porque necesitaba de un amigo en esos momentos, el asunto con Seiya no podía soportarlo más y Afrodita también estaba molesto, no podía recurrir a él.

Adentro conversamos mucho tiempo hasta que termine llorando sobre su hombro, le expliqué lo que había pasado con Shiryu, la verdad de todo y me tocó recibir su regaño también, sé que lo que hice fue impulsivo e inmaduro, pero en ese momento solo actué por la rabia de saber que aquel solo jugaba con mi mejor amigo y terminé por perder a mis dos únicos amigos con eso. Una cosa llevó a la otra, Milo me besó y yo correspondí. Me levanté y lo llevé a mi habitación donde comencé a desvestirlo a lo que él no se negó. Tenia demasiado tiempo sin hacerlo y lo necesitaba, quería sentirme querido como Afrodita me hacia sentir, necesitaba de alguien que me demostrara que valía algo para él y en ese momento Milo parecía dispuesto a ayudarme.

Las caricias subieron de tono, estuve desnudo en unos segundos y Milo me atendía haciéndome sentir en la gloria, él sabia lo que hacia, eso estaba claro.

Repentinamente alguien entró a la habitación, palidecí cuando miré el rostro furioso de mi padre y el sorprendido de mi madre. No hubo mucho tiempo para reaccionar, en segundos mi padre golpeó a Milo sin piedad y él no se defendió, me golpeó también a mi un par de veces logrando que la sangre escapara de mi boca y nariz. Aun ha base de golpes mi padre sacó a Milo de mi cuarto. Mi madre no estaba ahí ya, pero escuchaba sus sollozos y eso provocó el llanto en mí, la furia de mi padre y su reacción. De nuevo los decepcionaba.

-No creí que fueras a caer mas bajo aún- escuché la voz de mi hermano. Al levantar el rostro su mirada fría  me estremeció, estaba parado en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

-¿De que hablas?- traté de limpiar mi rostro para hablar con él, saber que era lo que pensaba de esto.

-Te convertiste en la diversión de los de tu zona, le quitaste el novio a Seiya y ahora te revuelcas en la casa de nuestros padres- palidecí y por segundos me quedé sin habla, no entendía como él podía saber de lo ocurrido con Seiya si nunca habían hablado o sobre esos rumores de oficina que él mismo se había dedicado en difundir.

-¿Cómo sabes todo eso?- no creía que Seiya se lo hubiera contado, no se me ocurría ninguna explicación.

En ese momento escuché como mi padre volvía después de sacar a Milo de la casa aun desnudo. Sentí de nuevo el terror, sabia que al entrar me volvería a golpear, mi padre no conoce otra manera de arreglar las cosas que los gritos y golpes. Cuando lo miré en el otro lado del pasillo comencé a temblar mirando sus ojos repletos de furia. Se cuanto me desprecia, la desilusión que fui en su vida me la hizo saber cada segundo de esta, y ahora era mucho peor al ser una de las cosas que más desprecia: un homosexual. Pero sorprendentemente mi hermano se interpuso en su camino.

-¡Quítate, Ikki! Ese puto marica no merece que lo protejas- gritaba intentando acercarse a mi, pero Ikki no se lo permitía.

-¡Yo voy a arreglar esto! si te atreves a ponerle otro dedo encima te juro que no me voy a contener ¡No vas a golpearlo!

-¡No me importa!- su ira me hizo retroceder, en ese momento  no deseaba que Ikki lo soltara, no deseaba recibir una paliza- ¡Ya no lo quiero en esta casa! ¡No voy a tener a un hijo maricón viviendo bajo mi mismo techo!

-¡Entonces se irá, pero no continuarás lastimándolo! ¡Fuera de aquí, ve con mi madre o a beber, pero déjame solo con Shun, yo me haré cargo!

Mi padre se fue, me maldijo un par de veces en el camino hasta la puerta la cual azotó con fuerza. Después todo fue silencio, yo miraba la espalda de mi hermano que no me miraba sino la pared frente a él, en ese momento quería ver su expresión.

-Ikki…

-Es en serio- me interrumpió logrando un brinco de sorpresa en mi- te vas a ir, esta vez no voy a abogar a tu favor.

-Pero…- ¿Irme? ¿A dónde iría?

-¡Pero nada, inmaduro estúpido!- gritó acercándose tan enfadado como nuestro padre, lo miré asustado, rogando que no me hiciera esto- ¡Lárgate con esos putos que llamas amigos, no vas a hacer lo que te viene en gana en esta casa, es hora de que comprendas que tus actos tienen consecuencias!- “Putos” ¿Eso es lo que soy para él? No pude evitar las lágrimas de nuevo, mi vida se acababa si él se sentía así conmigo.

-Sabia que ninguno lo comprendería, por eso no les dije nada- si siempre supe el error que fui para ellos ¿Cómo esperar otro tipo de reacción de su parte? Por eso no decía nada, tenia miedo que mi caso fuera la repetición del de Afrodita, no quería quedarme sin familia, son lo único que tengo ahora, lo que me había importado desde que soy un niño, a quienes intentaba impresionar para hacerles saber que soy digno de su cariño y ahora todos ellos me detestan.

Ikki me tomó del cabello para que lo mirara y repentinamente me dio una bofetada que me volteó el rostro y me hizo caer sobre la cama.

-¿No lo entiendes? ¡No me importa que seas homosexual!- gritó de pronto, lo volví a mirar. A pesar de sus palabras podía ver que estaba desilusionado de mi- Pero no eres solo eso, eres un maldito prostituto, nos decepcionaste a todos y tal vez no te importe nada de eso, no te interesa nada mas que tu mismo, pero aun así me has decepcionado y vale para mi. Lárgate ahora mismo, toma tus cosas y no vuelvas jamás a esta casa- me echaba, me corría de la casa donde ambos crecimos pero lo peor era que creía eso de mi, no se donde habrá escuchado o leído sobre aquello pero lo había creído, ni siquiera me dio el beneficio de la duda.

-Ikki, por favor- rogué llorando, al menos quería que escuchara mi versión de la historia.

-No llores, esta vez no vas a convencerme con lágrimas de cocodrilo, lárgate de una vez, pues si mi padre vuelve y te encuentra aquí intentara darte otra paliza y esta vez no lo voy a detener.

Se fue a su habitación donde se encerró. Miré el piso demasiado tiempo temblando de furia. Mi propio hermano me creía un fácil, no entendía porque demonios ellos tenían esa percepción de mí, nunca les di motivos, soy alegre, eso es cierto, me gusta socializar y tener amigos, pero jamás me atrevería a acostarme con cada persona que encontrara en el camino. No soy un prostituto, ellos no saben lo que soy, no saben como pienso… ¡Ikki no puede creerme un cualquiera!

Aun muy enojado con ellos y conmigo tomé mis cosas, las puse en una pequeña maleta. Estaba llorando cuando caminé a la salida. Por segundos miré la puerta de la habitación de mi madre, tal vez debería despedirme pero me dio miedo que me dijera algo similar a los otros dos y sus sollozos no me hacían pensar otra cosa. Entonces me fui, sin decir nada más, sin vera a nadie más.

Afuera ya no supe a donde ir, había perdido a la mayoría de mis amigos por culpa de Seiya y a la vez por mi misma inmadurez. No podía ir con Afrodita, ni con Sorrento. No podía confiar ni en Aioria o los gemelos y de Milo, la verdad estaba avergonzado por lo que acababa de pasar y no podía pedirle ese favor. Entonces esa noche dormí en un motel.

Los días siguientes me presentaba a trabajar como todo el tiempo, al menos tenía que ganar dinero para pagar el alquiler del cuarto que me había conseguido. Pero las quejas de los empleados llegaron a ser demasiadas, se quejaban por cualquier tontería y lo hacían un gran drama solo por las negativas que les daba. Esas quejas llegaron hasta el gerente de zona y terminó por despedirme. De mis padres e Ikki no volví a saber nada.

Me esmeré en encontrar otro empleo pero nadie quería contratarme, no tenía experiencia suficiente ni estudios para nada más. El hombre, dueño de los locales donde me estaba quedando me presionaba con las mensualidades, ya le debía dos meses y quería echarme.

Apesadumbrado, una noche me quedé en una esquina tratando de pensar en una solución a mis problemas, pero nada pasaba por mi cabeza. Cada vez tenía pensamientos mas depresivos. Repentinamente un auto se detuvo frente a mi desde el que un hombre me llamaba, al principio no comprendía porque quería que subiera a su auto y comenzaba a asustarme pues se veía realmente fornido.

-¿Cuánto cobras por una noche?- me quedé con la boca abierta ante tal pregunta. Indignado me di a vuelta mirándolo con desprecio, no me creía que de nuevo me viera como esa clase de persona- te pago quinientos- me llamó cuando ya estaba un poco alejado, pero no me detuve- ochocientos- Me quedé parado sin darme la vuelta, esa cantidad pagaría al menos la mitad de un mes de alquiler y me daría para comer un par de días, pero no estaba seguro de eso, no deseaba rebajarme tanto- novecientos.

Contuve la respiración un par de segundos cerrando los ojos. Finalmente mi necesidad pudo más que mi orgullo y me di la vuelta para acercarme al auto al cual subí sin decir palabra. Esa noche fue la peor de todas, no me dolió más que mi primera vez, pero yo no conocía a ese sujeto, nunca supe su nombre y terminamos haciéndolo más de cinco veces esa noche. Al final recibí su paga, dinero sucio que tomé con asco de mi propio cuerpo, sin dignidad dándome cuenta de que me convertí en lo que mi hermano suponía.

A pesar de que me esmeré en no volver a hacer eso, la necesidad me llevó muchas veces por esa misma calle, me detenía en esa misma esquina esperando otro hombre que pagara por mi cuerpo lo cual sucedió demasiadas veces, pero al menos tenia para comer. En una de esas ocasiones conocí a Misty, un travesti que me ayudó un poco, me llevó a la zona donde podía encontrar clientes y donde conocía a otros prostitutos, me dieron consejos de precios, lo que podía y no podía hacer. No sabia que también había reglas en esto o si los prostitutos podían darse a respetar al menos para quedarnos con migajas de dignidad. Porque ahora era un prostituto, nada más.

Después de unas semanas en ese lugar recibí la visita de quien menos quería. Al verlo acercarse me paralice, era mi hermano y venia directo a mi, al menos esperaba que solo pasara de largo, que no me reconociera, pero para mi desgracia no fue así.

-Shun, ¿Podemos hablar?- fue lo primero que dijo, yo dude un tiempo, deseaba hablar con él y explicarme, pero a la vez estaba avergonzado de que me viera aquí, no había otra excusa vistiéndome como me vestía. A pesar de esa vergüenza caminé detrás de él para hablar en privado.

-¿Qué quieres?- fui cortante, eso lo se, pero aun podía escuchar su voz llamándome un inmaduro estúpido, cuanta razón tenía.

-¿Qué haces en este lugar?- sonreí burlándome de su preguntan ¿No era obvio? Nunca había fumado hasta que conocía esa vida, al menos eso calmaba un poco mi ansiedad y nervios.

-Es donde hay mas clientes

-¿Por qué estás en esto?

-¿Qué mas quieres que haga?- me reí de mi, me burlé de mi destino, quise evitarlo, quise ser también un motivo de orgullo, pero todo me salía mal- después de esa noche quise hacer las cosas bien, pero mi jefe se molestó cuando ya no quise acostarme con él, los demás empleados comenzaron a quejarse por cosas sin importancia y me despidieron, todo se reducía a eso, que yo no quería acostarme mas con nadie ¿De que me valió tener moral? Ya no pude encontrar otro trabajo rápido que pagara la habitación donde estoy viviendo ahora, ninguno de mis amigos me ha ayudado ¿Vaya amigos no?- no podía esperar menos, los había herido entonces estaban en todo su derecho.

-Shun, si está en problemas yo puedo…

-No voy a aceptar tu ayuda, no volveré a casa ni quiero tu dinero- quería hacerlo por mi mismo, no quería su ayuda si eso significaba que me miraran con la pena de saber que no podía valerme por mi mismo, así fuera de esta manera tan degradante, viviría por mi mismo- dijiste que los había decepcionado, no voy a regresar ahora.

-Por favor- ¿Me rogaba? Quería arrojarme a sus brazos pidiendo su perdón, pero no lo merezco después de lo que soy.

-Llámalo orgullo o como quieras, pero tus palabras tienen razón, soy un inmaduro estúpido- el sonido de un claxon me distrajo, giré el rostro dándome cuenta de que me llamaban a mi, ese cliente es uno de los que acuden con mas frecuencia, casado y con hijos, pero no me importa, no debe importarme- debo irme, ese cliente es mio.

Le di la espalda para seguir caminando hasta subir al auto. Después de ese día busqué otro sitio donde venderme pues no deseaba volverlo a encontrar. No quiero volverlos a ver, a ninguno. Soy el huracán de sus vidas, destruí su paz desde que llegué, yo no debí sobrevivir al parto si no era lo que mi padre quería. Desde el primer instante lo decepcioné y así fue durante toda mi vida.

Ahora vivo como soy… pues desde que nací, yo fui un error.

Notas finales:

Me salió un poco mas largo. Ojalá puedan hacerme saber su opinión.

Saludos.


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