-(// Detente por favor…. //)
El peliplata se aproximaba a la entrada del maestro que estaba delante de él dándole la espalda; entró una sola embestida, provocando un grito desgarrador en la habitación.
-(// Detente //) –el castaño en el ropero se tapaba los oídos con las manos, pero los gemidos y gritos de Hiroki eran demasiado fuertes, a pesar de tener los ojos cerrados imaginaba todo lo ocurrido afuera; las lágrimas no dejaban de caer.
Los vaivenes comenzaron rápidamente, lo tomó de las caderas para hacerlo mejor…
-(// Por favor…
-¡Ah! ¡Akihiko! ¡Sigue! ¡Sigue!–gritaba y gemía de manera escandalosa, no sabía si por el alcohol, porque lo estaba haciendo bien…. O…. Por el simple hecho de querer vengarse.
-Hiroki… -respondió jadeante.
-… Detente… //)
Misaki logró escuchar un grito desgarrador en ambas personas afuera… sus manos que le hacían de escudos a sus oídos fueron inútiles; ahora solo se preguntaba una cosa…
-Akihiko… -dijo en un pequeño susurro, cerrando los ojos.
-Hiroki…. –el peliplata había caído encima de la espalda del castaño.
Un ruido se escuchó en la parte de atrás… la puerta del ropero se había abierto… un pequeño cuerpo de cabellos cafés y ojos verdes salió de ahí…
Usami sintió como si un balde de agua fría cayera sobre él… su respiración comenzaba a agitarse, sus pupilas a contraerse, y ahora que hacer… ¿Mirar lo que había ahí? Tal vez solo sea un fantasma… O quizás… sea…
-Misaki… -se atrevió a decir al fin.
Estaba parado en frente de la puerta del ropero, con la mirada baja, su flequillo impedía ver sus ojos verdes, apretando los puños arrugando la tela del pantalón… el maestro demonio solo se limitaba a sonreír.
-Porque… -Misaki hablaba más para sí mismo que para las personas en la cama.
-Misaki… - el peliplata se levantó de la cama, con una sabana trató torpemente de tapar sus “partes” y caminó al ojiverde.
-¿Por qué… -alzó la mirada: una muy enojada y decidida, y no… no estaba dirigida al novelista, sino al maestro demonio- ¡¿POR QUÉ LA HACE ESTO A KUSAMA-SAN?!
Ambos mayores se sorprendieron.
-¿Eh? –se limitó a decir el castaño mayor.
-¡USTED SALE CON KUSAMA-SAN! –gritaba y apretaba los puños, volvió a bajar la mirada… no quería que lo vieran llorar- Entonces… ¿Por qué?... ¿Por qué esta con alguien tan estúpido como usted?... ¿Por qué quiere a alguien tan estúpido como usted? No lo mereces… no mereces a Kusama-san… Por eso…
Salió de la habitación, el novelista aprovechó para vestirse, en cuanto iba a salir del lugar vio al menor pero esta vez con el teléfono en manos…
Miraba la pantalla enojado, se colocó el teléfono en la oreja y comenzó a hablar.
-¿Kusama-san? Ah… hola… lamento molestarlo tan tarde…
Los ojos de los mayores se abrieron por aquella sorpresa cada vez más… miraban al menor, tan sonriente, como si nada de lo que hubiera visto hubiera pasado…
-… sí, fue muy divertido, hagámoslo una vez más este próximo martes… bueno… sí… nos vemos después… ah, por cierto Kusama-san… -miró a los sorprendidos mayores-… Te quiero…
*apretó la tecla de colgar*
-Misaki –el novelista miraba al ojiverde, lagrimas amenazaban con salir- ¿Quién es esa persona?
-La que me hizo olvidar que te quería… -respondió fríamente y sin mirarlo- Ah… y descuida, me mudaré de casa lo antes posible; y ni se te ocurra tocarme –dijo al adivinar los movimientos del mayor- si lo haces… - una mirada llena de rencor se reflejó en sus ojos verdes- te odiaré.
El ojiverde salió de la habitación aun con la mirada enojada. Se dirigió al cuarto de invitados y se aventó boca abajo sobre la cama, dejando salir las lagrimas que había estado conteniendo… sí… lo había engañado, había roto, pisoteado su dignidad junto aquel maestro, había quemado el tanto cariño que sentía por él… pero…¿Por qué había dicho eso? No importa lo que pasara, jamás odiaría a Usagi-san… ¿Pero, entonces por qué lloraba?... no, más bien la pregunta era… ¿Cómo no llorar por alguien al que amaste durante tanto tiempo? Posiblemente es masoquismo, pero… duele de una u otra forma, y duele mucho… inventar llamadas a una persona no es la mejor opción para desahogarte. Apoyó la cara sobre la almohada, para que sus gritos no se escucharan y comenzó a desahogarse.
-(// Me mentiste tan bien //)
=:=
-Vete… -el novelista tenía la mirada baja… una gotita se vio caer en el piso.
-Akihiko… -respondió un tanto desconcertado.
-Vete… vete…. Vete, vete, vete, -alzó la vista y lo miró con los ojos inundados por lagrimas- ¡VETE!
El novelista salió de la habitación para dirigirse a la suya. Se aventó sobre su enorme cama y abrazando la almohada comenzó a llorar como jamás lo había hecho.
-Misaki… Misaki… -pronunciaba entre sollozos.
Hiroki salió de la casa.
-(// Estúpido Akihiko… te odio… -rio un poco, en burla a sus propias palabras- ja, te odio... entonces… ¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué duele tanto? //)
Se dirigió a casa, en el reloj marcaban un poco más de las 3 AM.
Llegó a su hogar, con el corazón roto, pero la pregunta era… ¿Por qué?... no, más bien ¿Por quién?
Abrió la puerta, un peliazul estaba dormido sobre la mesa… un ataque de enojo recorrió su cuerpo y… sin pensarlo dos veces se dirigió a el, lo jaló de la camisa y le dio un golpe en la cara, tirándolo del asiento…