-Descuida… sabría que vendrías… Kusama-san.
Fueron las tiernas palabras que Nowaki escuchó de la persona que poseía en un abrazo.
-Escúchame, Misaki –susurró –lo lamento. Lamento haber sido tan estúpido contigo, lamento haberte gritado, lamento haberte hecho llorar… pero sobre todo, te pido disculpas por amarte tanto, –lo abrazó aun más fuerte – no te quiero dejar ir, no quiero… no quiero que te alejes de mí. Perdón si sueno egoísta pero, por algún momento en mi vida quiero serlo, seré egoísta contigo y no dejaré que nadie más te haga sufrir, ni siquiera yo, no te voy a perder, no lo soportaría así que… por favor, ámame.
Misaki separó su rostro del pecho de Nowaki para mirarlo al sentir como las manos de éste temblaban, pero al mismo tiempo la sonrisa en su rostro le hacían parecer tan tranquilo y feliz, ambos ojos azules estaban temblorosos y cerrados fuertemente, y su voz, sonaba tan dulce y tan fuerte a la vez.
-Kusama-san –dijo – yo ya te amo –Nowaki abrió ambos ojos lentamente, las manos dejaron de temblarle.
Quisieron que el tiempo se detuviera, que aquel abrazo durara para siempre, que las palabras dulces que compartían siguieran resonando dentro de ambos, pero…
-¿Misaki? –olvidaban que se encontraban se encontraban en un lugar público.
-H-hermano… – y aquella escena tan romántica, no era muy bien vista por la gente del lugar.
Y, ahí estaba: Takahashi Misaki a sus veinte años de edad, abrazado amorosamente con otro hombre, recibiendo nuevamente miradas sorprendidas, excepto una: Shinobu. Misaki sonrió al verlo a lo lejos, soltando lentamente el abrigo de Nowaki. Ah, y claro ahí estaba Takahiro, su hermano mayor, parado frente a él, con una amplia y grande… no, no era una sonrisa, era una expresión de sorpresa.
-¿Misaki? –volvió a preguntar su nombre.
-Hermano… –repitió nuevamente, dándose cuenta de la penosa situación – ¡N-no es lo que parece!
-¿No? –preguntó triste Nowaki.
-¡N-no no quise decir eso Kusama-san!
-¿Entonces? –Intervino su hermano –¿Qué suce-… – y su cerebro carburó –Oh, ya veo –cerro un puño y golpeo lentamente su otra mano extendida –es tu novio.
-¡No es eso!
-Mucho gusto en conocerlo –Nowaki hizo una pequeña reverencia hacia Takahiro – Kusama Nowaki
-Ah, mucho gusto –Y éste imitó sus movimientos – Kusama-san, Takahashi Takahiro.
-Y yo –llegó corriendo Shinobu – Takatsuki Shinobu.
-Oh, mucho gusto Takatsuki-kun –respondió tranquilo Takahiro.
-Igualmente, Takahashi-san.
Y los tres sujetos rieron y a Misaki le dio un tic nervioso en el ojo izquierdo.
=:=
-¡Gracias por la comida! –gritó alegre el pequeño hijo de Takahiro, Mashiro.
-Gracias por la comida – agradeció Nowaki, dejando los palillos a un lado de su plato vacio. Shinobu hizo lo mismo.
-Estuvo delicioso, –intervino Takahiro – Mikami
-Si, hermana –dijo Misaki mirando hacia la mujer.
-Vamos, vamos –Mikami se sonrojó –no es para tanto… bueno –se levanto para comenzar a limpiar la mesa –recogeré esto.
-Ah, yo la ayudo –pidió Misaki.
-Gracias, Misaki-kun.
Ambos se dirigieron a la cocina comenzando a lavar trastos; mientras que los otros tres sujetos conversaban en la mesa.
-Misaki es un bueno chico –dijo Nowaki, a lo que Takahiro asintió.
-Hace mucho –dijo –que no le veía tan feliz.
-¿He? ¿Por qué?
-Últimamente había estado sonando triste –Takahiro bajo el rostro en señal de tristeza – cada vez que le llamaba sonaba como si quiere salir de aquel lugar… me pregunto qué es lo que pasó entre Usagi y Misaki de lo que no me enteré, cada vez que preguntaba sentía como si ocultaran algo importante, en esos momentos –suspiró – me sentí tan impotente.
Shinobu y Nowaki se miraron, preguntándose ¿Qué acaso no lo sabía? Sí ese era el caso, no podían decírselo ellos, si Takahiro enterara algún día sobre lo sucedido estos años y los sentimientos de Akihiko, Misaki tenía que ser quien hablara con su hermano, por esa razón Nowaki solo pudo responder:
-Descuide –le sonrió, llamando su atención –yo lo cuidaré. Así que por favor –se acomodo para hacer una reverencia pegando la cara al piso, con las piernas juntas e hincadas apoyándose sobre los codos –acepte mis sentimientos hacia Misaki.
-Kusama-san… –Takahiro quedo sin habla, con la boca y los ojos abiertos; para después dedicarle una sonrisa, guiñándole ambos ojos a través de los lentes – Si Misaki te acepta, entonces bienvenido a la familia.
Despegó el rostro del piso para sonreír y agradecer.
Pasó algún tiempo; dos semanas para ser exactos. Shinobu regresó a casa después de la cena en casa de Takahiro, no quería estar sin Miyagi más tiempo, después de todo, él era un terrorista. Durante este tiempo, Misaki y Nowaki, se quedaron en la casa de Takahiro, planeando que hacer. Decidieron mudarse a un departamento de cierto edificio cercano. La renta estaba a un precio razonable, la universidad y el hospital quedaban más o menos cerca, así que arreglaron las cosas para mudarse cuanto antes.
Aquel edificio era de un lindo color azul, con una recepción grande y ascensores. El lugar parecía un buen comienzo. Entraron a la habitación…
-(// Es más pequeña –se dijo Misaki –que la de Usagi-san –giró la cabeza para mirar a Nowaki y luego sonreír –pero, mientras esté con él, todo estará bien, ya que, ahora comienzo de nuevo… //)
-Mientras tú estés aquí, este será mi hogar – le interrumpió los pensamientos con una sonrisa muy tierna, cosa que a Misaki le hizo sonrojar – ahora –mágicamente los ojos le brillaron – sólo nos falta un carro, Misa-chan.
-¿he? –El sonrojo desapareció – ¿Carro? ¿M-Misa-chan?
=:=
-¡USAMI AKIHIKO! – Gritó una desenfrenada editora de nombre Aikawa, mientras irrumpía en la habitación residente del novelista – ¡Mi continuación donde está! ¡No puedes dejar esto así! ¡Usami-san! –Azotó ferozmente la puerta, haciendo que las paredes del lugar temblaran – ¡Usami-san! – Subió las escaleras a toda velocidad – ¡Usami-san, sé que estas aquí! –siguió gritando –abrió la puerta de la habitación, pero, el novelista no respondió.
=:=
-¡Cuidado!
Misaki cayó de espaldas, con su caja de pertenencias encima, se incorporó lentamente, soportando el dolor de la espalda. Al reaccionar se levantó y fue hacia la persona con la que había chocado para poder ayudar.
-¿Está usted bien? –pregunto tendiendo una mano.
-S-si –era un joven de cabellos más cafés que los suyos, abrió lentamente los ojos, en los que se podía ver un color verde un poco oscuro. Aquel chico le tomó la mano y se incorporó –lo siento mucho, no debí corr-…
-¡Onodera! –gritó una voz escalofriante y masculina por detrás. Era un hombre de cabellos negros en su totalidad, con lentes que impedían verle los ojos, que caminaba a grandes zancadas.
Pareció que la sangre se la helaba a aquel chico.
-¡L-Lo siento mucho! –Se disculpó y salió corriendo– ¡Aléjese por favor, Takano-san! –y subió corriendo al ascensor.
-¡Onodera! – y el hombre salió detrás de él.
-Así que esto es tener vecinos raros… –Se dijo Misaki mientras se agachaba a recoger la caja –demonios…
El tiempo pasó y la noche llegó. La primera noche que ambos pasaron juntos… la habitación estaba a oscuras, la única luz y sonido que se podía percibir era la del televisor, la noche era fresca con una suave brisa y un frío agradable. Nowaki ya no quería esperar.
-E-espere –le interrumpió los besos fugases en el cuello.
-¿Qué sucede –alzó la vista y se le acercó al rostro – Misa-chan? –le susurró a la oreja.
-Y-yo…
-¿Te desagrada? –preguntó.
-Y-yo… –su rostro era una delicia. Las mejillas le ardían de un color carmesí, los ojos y labios le temblaban lentamente mientras el cuello le sudaba.
-Descuida, déjate llevar… – y lo besó. Por la carencia de sillón, los besos y caricias comenzaban en el suelo. Él, le acariciaba el pecho lentamente y sin besar de besarlo, y él, se dejaba llevar.
Pero…
-En otras noticias –olvidaron apagar la televisión – hace algunas cuantas horas, –y, que a esa hora pasaban el mundo de la farándula – el gran escritor y novelista Usami Akihiko, ha caído en coma esta tarde, se dice lo encontraron sobre su escritorio inconsciente, los doctores afirman que es a causa de anemia de más de una semana. Según su editora…
La reportera continuó hablando, Misaki abrió los ojos a más no poder, dejó de sentir y de moverse y, una única lágrima salió al instante.
Una terrible sensación de culpa lo invadió.