Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Con Miel por Lady Conan Doll

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno un capitulo donde pretendía dar un poquito la idea de cómo Ciel lidia en el punto en el que no puede seguir disimulando lo que siente por Sebastian.

 

Notas del capitulo:

Espero que les guste y que me digan sus opiniones, por que ya saben el publico es lo que merece las mejorías que le pueda dar a los fics que hago.

 

Ya saben Sebastian es de Ciel y Ciel de Sebastian y ambos de la creación de nuestra querida Yana Toboso, yo solo escribo acerca de lo que estos harían juntos :D

El joven Conde trataba de conciliar el sueño, sin saber bien por qué no se encontraba de muy buen humor y en esos momentos su molestia aumentaba al recordar lo caprichoso que era Sebastian al estarle reprochando para que cenara algo.

Si no había querido comer  durante la merienda  que diablos le hacia pensar a ese exasperante mayordomo que lo haría ahora, simplemente no le daba la gana comer , había tenido el día ocupado revisando documentos importantes, la cabeza le dolíapor lo que se había retirado una hora mas temprano de su  habitual costumbre a su habitación ,pero lo que en verdad le había arruinado el apetito fue la visita repentina de su rubia prometida que se le paso hablándole de sus fantasías infantiles de un futuro juntos, su debate sobre de que colores serian las decoraciones cuando vivieran en la mansión , cuantos hijos tendrían, el felices para siempre…

¡Por Dios! Ni siquiera el mismo sabía si viviría lo suficiente para cumplir todas esas cosas que ella se proyectaba y si fuese así su alter-ego como el perro guardián de la reina los perseguiría como una sombra toda la vida.

“Tal como persiguió a mi padre”

- Adelante –esos pensamientos que habían sido calificado como molestos e innecesarios por su emisor fueron interrumpidos al escuchar que tocaban la puerta de su habitación, imaginando ya quien podría ser.

-¿Qué quieres? –pregunto comprobando lo que se había imaginado, al ver entrar a su mayordomo. Tal vez no tenía una razón para comportarse de esa manera con Sebastian pero que mas daba, estaba tan irritado, que no quería que nadie lo molestase.

- Le he traído algo de leche caliente –Ciel sintió profunda molestia, bufo molesto recostándose de nuevo sobre su costado –te dije que no quería nada, llévate eso y déjame dormir –sentencio dándole la espalda.

El mayordomo suspiro con hastió llevándose la mano a la frente.

-tiene que comer algo –dijo con claras intenciones de no irse, mientras servía el liquido blanco en la taza de fina porcelana.

El pequeño chasqueo la lengua, sin responder nada más jalo un poco las sabanas por encima de su hombro arrullándose un poco contra la almohada. El silencio se hizo presente ¿acaso no entendía que no quería nada? Claramente le dijo luego de haberle puesto la pijama que no le molestara. ¿Qué estaba pensando? Si este era uno de sus jueguitos tontos para ver quien cedía, pues estaba perdiendo el tiempo. Y no le veía para nada lo gracioso.

Por su parte el pelinegro estaba ahí con la expresión circunspecta hasta que otro pensamiento le hizo soltar un suspiro aun más cansado que el anterior.

-          Como quiera, mañana le tendré listo el desayuno ya que probablemente estará mas hambriento de lo habitual –acento la taza en el carrito –si llega a tener alguna pesadilla llámeme, y entonces le traeré la leche tibia para relajarlo –finalizo observando que en la mesita de noche junto a su parche y a sus anillos estaba un libro de Poe.

“Ah, no tiene remedio” pensó Sebastian dándole una ultima vista, dispuesto a retirarse.

Pero la voz del joven le detuvo, él ,esperando neciamente que el “juego” que creía estaba sosteniendo su sirviente se prolongara mas y que él definitivamente seria el ganador, aunque en un instante se sintió tonto al pensar que nada mas estaba cayendo en los enredos de este ,los cuales  luego le permitían usarlo como blanco de sus múltiples sarcasmos. ¡Quemás daba! Le haría ver que Ciel Phantomhive no era burla de nadie.

-          Es que es muy simple su sabor – dijo aun acurrucado sin voltearlo a ver. Sebastian sonrió levemente y tomando un frasco de cristal que se encontraba junto a la jarra se acercó lo suficiente a su amo para inclinarse un poco.

-          Puede ponerle tanta miel como guste –inevitablemente y de manera fugaz el recuerdo de cuando Sebastian le había dicho por primera vez aquellas palabras ocuposu memoria, junto con la sensación de creerle a un rostro comprensivo que mostraba una aparente connotación de preocupación y dedicación tan real. Muchas veces había tratado de creerse esa hermosa y cruel mentirá, pero no era idiota “todo lo que haces esta condicionado por tu estúpida estética de mayordomo ejemplar”.

Y el mal humor que momentos antes sentía se intensifico centrándose en una sola cosa: en Sebastian. Porque el juego de a ver quien ganaba se estaba poniendo en su contra, por que reconocía que no era mas que un ridículo pretexto para volver a escuchar y analizar esas palabras.

Por su parte el mencionado no se explicaba como es que ese niño le provocaba genuina preocupación, el por que iba hasta su cuarto para insistirle que se bebiera esa leche, no, estaba tratando de ahorrarse la molestia de tener que ir a la habitación de su amo cuando este sintiera hambre a mitad de la noche. ¿Peropor qué le preocupaba tanto si fuese así? Al fin y al cabo él no dormía. Pues no era más que un lujo para él. Mas bien era movido por la misma razón que tuvo  la primera vez que le dio la opción dulce para ver el jovial  rostro de su amo  tal vez no feliz pero contento y hacer mas amena su primera estadía en la mansión renovada; pues bien pudo a verlo dejado solo sin que pudiese comer nada y pensar en las necesidades de su nuevo amo  al día siguiente, ahorrarse el insulto sobre su mala comida y la amenaza de estar tratándolo como un niño pequeño –aunque en su momento lo era – ¿entonces que era lo que le hacia insistirle tanto? Ciel Phantomhive de verdad que le causaba problemas.

“Tal vez, podría resultar mas interesante de lo que parece ser” sonrió luego de meditarlo un poco mas.

Sin darse cuenta se encontraba casi ensimismado sobre el joven Conde quien al sentir tal cercanía volteo encontrándose con el rostro de su mayordomo demasiado cerca y como si se tratara de una urgencia le miro directamente a los ojos, intensos, como el color de la sangre que en su pasado, en tan corto tiempo, tantas veces vio. Y a pesar de eso sentía una atracción inevitable hacia ese color

Enigmático que le envolvía en una abrasadora y mórbida sensación, los cuales a su vez observaban esos hermosos ojos bicolor sorprendiéndose al ver que en ellos se albergaba un brillo diferente, sin el dejo del orgullo inquebrantable que amurallaba sus pensamientos, ahora estaban puros pero no por eso transparentes, si no que reflejaban el abismo oscuro de un lago virgen, si eso era, un abismo que vislumbraba desesperación y la insistencia de buscar respuestas.

Ciel estaba esperando hallar un alivio coherente a su ansiedad, estaba dejando de lado sus confusiones y había caído a la opción de poder encontrar algo dentro el objeto mismo de su confusión.

y como dije no me arrepentiré de los pasos que me permitan avanzar”

Y esta no iba a ser la excepción, pues necesitaba comprender mejor, lo que le estaba estorbando en su camino; eliminar, enterrar de nuevo y esta vez para siempre esta sensación que lo estaba reteniendo desde la primera noche que sin saberlo le enamoro. Encerrando de manera inmediata la intención de quererle, con la excusa infantil de que aquella “atención amable” como el llevarle leche tibia hasta la cama no se volviera a repetir ya que él no era un cachorro que viviría solo de eso. A si se auto convenció de que él, a partir de ahora no necesitaría los mimos de nadie. No tenia que sufrir de la misma manera en que lo había hecho. El ya no lo necesitaba.

 

-          ¿y bien? –el suave y cálido aliento del mayor acaricio su rostro de tal manera que lo hizo sonrojar al desear probar ese sabor a fresas que dejaba oler.

“¿Qué esta buscando bocchan?” pensó  Sebastian sin dejar de contemplar su peculiar mirada, otra vez nuevas sensaciones desconocidas volvían a invadirle, su amo siempre había sido de esa manera “un niño bastante desagradable” como lo había concebido el día que lo conoció , sin embargo aun después de tratar de ser un poco rígido con el menor, terminaba por doblegarse ante la apariencia tan frágil de este ,no podía ser capaz de ser tan directo como la primera vez  que le había dado un baño ;de tomarlo de esa manera que en cualquiera podría a ver provocado desconfianza, le estaba exasperando si, pero mas le preocupaban en ese entonces las heridas que el menor tenia por todo el cuerpo.

Recordó entonces lo vulnerable que en ese momento lo contemplo, el cuerpo tan delgado, aquella piel transparente, lastimada, que se pegaba a sus huesos revelando su fino tallado, contrastando con la cabellera añil que caía como gotas de agua sobre su delicado rostro. En aquellas condiciones simplemente hermoso.

“y lo sigue siendo”

Un minuto que se había hecho eterno transcurrió en silencio .Ciel seguía mirando a Sebastian, la sonrisa que se dibujo en los labios de este ultimo paso desapercibida en los ojos del primero. Ahora lo sabia ambos buscaban las mismas razones.

 

Ambos estaban en las mismas circunstancias.

 

Ambos sabían que era lo que se aproximaba.

 

Un roce instantáneo se deslizo en los labios del menor, una vorágine se apodero del mayordomo desembocando una ímpetu irresistible por poseer el cuerpo que tenia debajo suyo, ese cuerpo con deseos, impulsos y razones propias  que termino por ceder, jalando de la corbata de su siervo para profundizar aquel prohibido beso. El pelinegro se abría paso entre los labios inexpertos de su maestro, acariciando, saboreando cada rincón de su virginal sabor; si no fuera por que ambos les hacia falta el oxigeno, aun cuando Ciel le hacia frente, deseando no separase y dejar de sentir las sensaciones que le estaban dando reparo a su confusión, se separaron jadeantes, el menor con el rostro totalmente sonrojado miraba con sorpresa a Sebastian que no dejaba de verlo.

-          Idiota –alcanzo a decir aun recuperando el aliento que el corazón acelerado le exigía con tanta demanda –haz derramado la miel sobre mi pecho – dijo mirando esa parte de su cuerpo que lucia pegajosa y como se iba derramando recorriendo su cuello, Sebastian no pudo evitar que una sonrisa leve se dibujara en sus delgados labios.

-          ¿Acaso piensas dejarme todo pegajoso? –se quejo Phantomhive, con ese tono tan altanero que lo caracterizaba, tratando de que lo que había sucedido minutos antes pasara desapercibido, lo que no contaba era que un lado casi indómito de Michaelis lo miraba teniéndolo aunpresente.

-          Si me permite, de esta manera se ve muy apetecible, joven amo –el carmín invadió las pálidas mejillas del Conde ¿había escucho bien?

-          ¡No seas idiota! –grito con  vergüenza bien disimulada –deja de decir estupideces y apresúrate a ..

Sin darse cuenta un roce cálido se deslizo por la piel que dejaba ver el botón desabrochado de su pijama, la calidez de la lengua contraria recorrió  su cuello y termino en el mentón del chiquillo –ah .. –jadeo este de manera inconsciente, mirando con cólera al mayordomo  quien le sonreía de manera sensual, recogiendo con su lengua la miel  que escurría de sus labios, provocando que  una sonora bofetada se impactara  contra su mejilla.

-          No estés jugando conmigo demonio pervertido - era el colmo sus pensamientos estaban desordenados, diciéndole que su búsqueda estaba por terminar, desechando por completo sus escasas creencias puritanas, arriesgarse a entregarse a una mentira hermosa, a ceder frente a los sentimientos que creía enterrados desde que se juro a si mismo que nada importaría mas que su objetivo de alcanzar su venganza.

“nada importaría, incluso si yo fuese capaz de mirar hacia atrás”

 Contemplaba a Sebastian con el seño fruncido, pero en su interior se encontraba un deseo incontrolable de poder tocar ese cuerpo perfecto, ese que era una tentación, una invitación a cometer un dulce pecado.

“si tan solo fuera real”

¿Y que era lo real? Tenia temor, temor de que las condiciones fueran tan perfectas como para engañarle hasta el corazón ,  para que todas sus necesidades sin excepción fueran complacidas de una forma perfecta, de que Sebastian aprovechara sus debilidades y de que todo fuese por pura estética, aun peor, que todas sus acciones fueran por compasión.

-          Joven amo – sus forcejeos resultaron en vano cuando el mayor tomo sus muñecas para ser libre de recorrer su cuello nuevamente con su boca, las sensaciones tan placenteras que Ciel sentía lo dejaban dócil bajo el cuerpo de su confidente.

-          ¿Por qué Sebastian? –pregunto con voz temblorosa a oídos de este mientras le seguía besando

-          Que pregunta tan innecesaria – descendió sus besos hasta el pecho pegajoso del peli azul, lamia la miel derramada por encima de la tela, hasta que desabotono la prenda, para hacerlo con su piel. Ciel trataba de no gemir tapándose la boca; quería hablar, pedirle que se detuviera pero esas sensaciones lo dejaban en una línea delgada entre la coherencia y la locura.

-          S-Sebastian –dijo apenas el mencionado había abandonado no por mucho tiempo el acto que estaba haciendo –no me has contestado.

El mayordomo le miro serio – es ¿una orden?

-          Si – respondió el Conde tan serio como siempre, con la diferencia de que la sangre le invadía las mejillas.

-          Porque…usted es mio –Ciel dejo ver su sorpresa mezclada con miedo en sus orbes. Sebastian le contemplaba hasta que el pequeño desvió la mirada.

-          Tu – un flujo orgulloso y de avaricia corrió en su interior antes de alzar la mirada que sus largos y azulosos flequillos le cubrían – eres un completo imbécil.

Ciel se mantenía cabizbajo con su mayordomo encima y este le contemplaba.

-          Usted… -se acercó para susurrarle –es mio y yo soy de usted –Ciel sorprendido le miro, Sebastian le otorgo una sonrisa por demás cálida, tierna y sincera que el pequeño jamásen  la vida creyó verle.

-          ¿Sebastian? – pregunto con aquella voz delicada –¿piensas que te voy a seguir este juego inútil?

-          No lo se ¿Por qué no lo averiguamos? –beso nuevamente sus labios con desespero y pasión, deslizando por doquier sus suaves manos, haciendo que el cuerpo de su amo fuera una mezcla de sensaciones descomunales y placenteras. En un instante la mente de Ciel solo dejo espacio para que ese sentir se apoderara de su razón, cruzando los delgados brazos alrededor del cuello de su sirviente y así atraerlo por completo dentro de su cama, haciendo que quedara encima de él aprisionándolo por completo. En ese beso estaba la realidad de su triste y cruel vida, aun cuando intento, aun cuando se resistió, se había enamorado de Sebastian, un sentimiento que fue creciendo desde un bienestar y sentimiento de seguridad y confianza a su lado, hasta lo que hoy era, un sentimiento de tener solamente para él la existencia de su demonio, un deseo férreo a ser correspondido por una manera desconocida de querer, si es que existía dentro de aquel, un sueño de poder poseer  esa imagen hermosa que contemplaba a diario, un gran deseo de sentirse completo.

Rompió aquel beso tan solo para mirar los labios de su contratista una vez más y, percatarse de los rápidos latidos de este, se desasía de sus ropas, con desespero, desenlazando su corbata sin dejar de verle, quitándose la chaqueta y aventarla a un rincón obscuro de la habitación, hasta que se deshizo de sus guantes y el pantalón. Ese niño le despertaba las mas indómitas de las sensaciones, desde la primera noche, cuan hermosa era su figura, cuan indefensa su existencia, que deliciosa se veía su alma. Por eso se deshacía de los intrusos que entraban a acabarle, malditos los cuales se atrevieran a ponerle una mano encima  a SU  niño y, a pesar de las ordenes de Ciel de dejar vivo al menos uno para interrogarle se desasía de cada uno de ellos; nada que acortara el tiempo le permitiría llegar hasta su amo.

Esa personalidad, fuerza y manera de vida que Ciel le había dejado ver hasta ahora rompían las expectativas que tenia de cualquier humano. Esa belleza que tenia a su cuidado lo tenían totalmente devoto, esos ojos, ese color azul y brillante que vio en ellos, en un principio llenos de desesperación dentro de la jaula y que al pasar el tiempo se convirtieron en el mas precioso de los abismos marinos desolados  pero llenos de una belleza desconocida y sumamente extraña. Para Sebastian no era sencillo reconocer todo aquello, pero como demonio y ser que había vivido años muchos años, asimilaba la hermosura de su amo, con la única cosa que conocía más bello que nada, con la de un ángel.

“Un ángel terrenal”

Besaba esa piel con desespero, esa suave y blanca piel que se encargaba de marcar y acariciar.

Sebastian resolvió su dilema, he ahí un demonio enamorado de un humano, un ser que pensaba que ya no tenía por qué sentir absolutamente nada. Rompiendo lo que no debería ser. Él cayó ante la existencia única e incomparable de este mundo. Era un demonio ¿No era lógico que cayera en pecado?

Placer extremo que recorría el cuerpo de Ciel se presentaba de manera frecuente al sentir los perfectos labios de Sebastian rozar sus rosadas tetillas mientras las lamia poniéndolas duras y, bajar luego por todo su vientre, gimió al sentir como Sebastian le había comenzado a mastúrbale mientras sus labios se apoderaban nuevamente de su cuello, dándole ligeros mordiscos. El joven Conde exhalando de manera apresurada estaba acariciando la espalda de su sirviente de una manera inocente, la intensidad de sus gemidos subían aferrándose con fuerza.Con el cuerpo a punto de ebullición busco los labios de Sebastian para probar una vez más su delicioso sabor que tenía aun la esencia de la miel impregnada en ellos. Los saboreo y los mordió ligeramente, cerro los ojos con fuerza al sentir una oleada extrema de placer en todo su cuerpo y, como a la vez culminaba toda ella en la mano de su acompañante.          Miro como lamia este procazmente sus largos y delgados dedos, provocando una excitación considerable en su ser.

Tal vez dolía al sentir aquello profanar su interior pero los besos tiernamente apasionados lo mejoraban todo.

Oh, que bien se sentía, que bien se sentía tener a Sebastian aprisionando su cuerpo, que inexplicablemente placentero era tenerle respirándolejunto a su oreja, jadeando mientras le penetraba. Esos dos cuerpos volviéndose uno al ritmo de una danza infernal, emanando calor y ferviente deseo uno por el otro. Quien los viera sumergidos en la lujuria desenfrenada en la que se encontraban, quien los viera en el preludio de todas aquellas cosas perfectas que después vendrían.

Como un nuevo pacto que ahora los unía en nuevos términos, ese frágil cuerpo a merced del otro, recibiendo las precisas y placenteras estocadas que el mayor le propinaba, su cuerpo amortiguado por las blancas y suaves sábanas y, los gemidos incontrolables del Conde mezclados con los jadeos suaves y excitantes de su mayordomo. Y de la misma manera Ciel se acercaba malicioso a su oído de Sebastian para gemir a su lado, provocando la excitación de este y que su ritmo aumentara, el pequeño besaba el cuello de su amante recibiendo de este el mismo comportamiento pero de una manera más intensa, mordiéndole hasta dejarle las marcas rojizas.

La mente de Ciel se encontraba ofuscada debido al placer tan alto que su cuerpo experimentaba, tan solo estaba consciente de dos cosas: 1. Que todo lo que podía sentir en ese momento era a Sebastian, a sus caricias, y su cuerpo fundiéndose con el suyo y, 2. Que lo que pasaba no era para siempre, aun cuando deseara que estuviera a sí de cerca con él por toda su vida. Así que de alguna manera las cosas cambiarían; no importa que tanto se enterque a olvidarlo, o que intente disfrazarlo con su indiferencia y arrogancia. Podría ordenarle olvidarlo, que jamás se hablara de eso, no por que se arrepintiera, si no porque las cosas le serian mas sencillas de esta manera.

Todos estos pensamientos pasaron como un parpadeo dentro de su cabeza, no había espacio para más, porque se tomó el lujo de disfrutar lo que el otro cuerpo le proporcionaba. Esos gemidos ahogados por los besos voraces que se daban.

 

Sebastian sintió como la estreches de su amo lo aprisiono de una manera excitante, Ciel deslizo sus manos dejando marcas rojizas en la espalda de su amante toda esa energía liberada de un golpe, arqueo la espalda sintiendo descomunales corrientes de placer, gimiendo de esa manera tan tierna y, manchando con su esencia su plano abdomen y el de su amante.

Y lo único que ocurrió en ese preciso momento fue que su sirviente experimentaba lo mismo fue el complemento perfecto para aumentar las reacciones del peliazul, Sebastian se venia en su interior mientras abrazaba fuertemente el cuerpo de su pequeño amo.

 

Estaban tratando ambos de recuperar el aliento, con parsimonia Sebastian se incorporo lo suficiente para contemplar el rostro de su amo. Un rostro angelical con las mejillas adornadas de un bello e intenso color carmesí, los ojos cerrados y la respiración en una lucha por normalizarse. Deslizo su blanca mano por esas  mejillas provocando que el pequeño abriera los ojos, acuosos atisbaron al rostro de Sebastian el cual lucia perfecto a pesar de algunos cabellos húmedos que se pegaban a su rostro a causa del sudor que aperlaba su nívea piel.

-          Sebast-i… –El mayor lo beso nuevamente antes de que pudiera decir palabra alguna,  coloco sus manos en el rostro de Ciel deslizándolas por los lados peinando hacia atrás sus húmedos flequillos azulosos, de nuevo el menor sintió la necesidad de tenerlo mas cerca y tomo también el rostro de su confidente para profundizar aquel beso.

Definitivamente nada volvería a ser igual, nada que pudieran decir o a ser darían borrón y cuenta nueva. En sus brazos junto a su pecho tenia a un humano frágil y pequeño,el cual tenia entrelazada su delgada y blanca mano con la suya.Con sus cuerpos cubiertos por las sábanas de seda.

Sebastian acerco aquella mano y la beso con ternura.

-          Te amo Ciel, tanto, como nunca imagine –dijo suave y claramente. Pudo sentir como en el silencio Ciel apretó con fuerza su mano contra la suya, aun cuando no veía la cara de sorpresa de su pequeño amante, sabia que le había tomado por sorpresa.

“¿Yo debería decir lo mismo?” pensó antes de levantarse un poquito y verle directo a los ojos, aquellos iris carmín tan hermosos, miro sus labios y luego volvió a mirarle a los ojos.

 

Ciel lo observo con ternura y puso tu tersa mano en la mejilla de Sebastian.

-          Nunca te vayas de mi lado, jamás me hagas sufrir de nuevo la soledad –decía mientras su pulgar acariciaba esa piel tan suave –nunca me mientas – susurro acercándose a sus labios.

-          Porque también te amo Sebastian, te amo como nunca pudiese haber amado a alguien.

Miro como este le dedicaba una sonrisa realmente sincera y sin mas le beso con demanda pero sobre todo con una infinita ternura y delicadeza.

Ambos lo habían encontrado

Ambos siempre lo supieron

Los dos comprendían el significado de su encuentro, pues el tiempo tan perfecto es, que no reúne a dos existencias en vano.

Sebastian y Ciel, El conde y el mayordomo, que encontraron la razón de su existencia uno con el otro.

Aun cuando los dos saben que no será eterno.

Que hermosa estación, que rara belleza posee su relación; las noches y los días serán como una melodía que cuente la historia de unas vidas entrelazadas por el deseo de una venganza y la odisea entre el amor y el eterno anhelo de su mutua compañía.

Se recostó en su pecho entrelazando más su mano con la de Sebastian.

“Hasta que el cumplimiento de mi objetivo y mi muerte nos separe”

 

Fin.

Notas finales:

Ya saben la ultima palabra es de ustedes ;D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).