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El Alma Solitaria en mis Sueños por CoMyvSadie

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Notas del fanfic:

Hola! ^^/ volviendo con algo más al estilo que me gusta escribir *w*

Esta vez me decidí por poner de personajes principales a esta pareja que me encanta x3

Será un three-shot :D ojalá les guste, puede que haga una continuación si este es bien aceptado.

Sin más, a leer! ^^

Notas del capitulo:

Creo que esto podría tomarse como la introducción a lo que serán los problemas centrales >w<

-¿Está usted hablando en serio?- a pesar de haberlo escuchado claramente, su mente se negaba a procesar la información y el silencio que sobrevino a la pregunta solo corroboró sus sospechas.

 Alguien dedicado a ese trabajo debía estar acostumbrado a lidiar con reacciones así, por lo que no le sorprendió que el policía que estaba sentado exánime frente a él, se levantara tranquilamente de su puesto para dirigirse a la habitación contigua por un momento, y volviera con un vaso de agua fresca entre las manos. Se lo tendió en un gesto de apoyo y el castaño lo miro sin mirarlo.

Sus pupilas dilatadas y esa expresión ausente alarmaron al guardia, el joven corría riesgo de perder la conciencia. –Tranquilícese hombre, o tendré que llamar al grupo de enfermería que trabaja en el piso de abajo para que lo examinen- el oficial intentó sonreírle para devolverlo a tierra pero solo consiguió que una mueca extraña se dibujara en su rostro. Shima supo que lo estaba poniendo incómodo y eso lo hizo reaccionar.

-oh, discúlpeme- se excusó como si nada hubiera pasado. Fingir era algo que estaba incorporado en su sistema.

“Nunca muestres cuáles son tus puntos débiles”

-Esta bien, comprendo su situación ¿necesita alguna cosa?- el castaño solo bebió un sorbo del agua que tenía en frente, sentía la garganta seca y áspera. –no se preocupe…¿cuándo será el interrogatorio? ¿podré presenciarlo?-

El policía se quedo perplejo algunos segundos y admiró la firmeza que mostraba ese chiquillo, podría jurar que moría de ganas de llorar pero se estaba conteniendo –me temo que eso no es posible, de eso solo se ocupan los que están a cargo del caso-

Shima asintió sin ganas, y decidió que era el mejor momento para irse o sino, aquel nudo que le molestaba en la garganta finalmente se transformaría en un llanto desgarrado.

-Si esas son todas las novedades, entonces creo que no tengo nada más que hacer aquí- el alto se levantó dignamente y tras hacer una respetuosa reverencia a aquel hombre, de contextura robusta y cejas pobladas, que bien tendría alrededor de unos cincuenta años, se marcho de aquella habitación blanca, provista solo con una mesa y un par de sillas, que le transmitía un sentimiento de desolación asfixiante.

Ya en la puerta de la comisaria, sintió que podía respirar con normalidad, pero no por eso el pecho dejó de pesarle tanto como hacía casi un año desde aquel fatídico día en que su destino había dado un giro de ciento ochenta grados.

Miró la hora en su reloj de pulsera, estaban por marcar las ocho de la noche, observó el cielo, las nubes juntándose y la oscuridad reinante que forcejeaba con las potentes lámparas de los negocios que estaban próximos a cerrar.

-Finalmente lloverá- susurro para sí en aquella calle que, aunque poblada de transeúntes, se le antojaba solitaria y sombría.

Giró hacia su derecha, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón caminó tranquilo, sin apuro, disculpándose con cada persona a quien chocaba sin querer, pues nadie parecía notar su presencia.

“Puedo ser una sombra en medio de esta gran ciudad”

 El frío comenzó a sentirse en sus mejillas y nariz, maldijo el haber sido tan impulsivo como siempre, y haber salido corriendo tras recibir el llamado sin siquiera preocuparse en tomar un abrigo.

Una gota helada cayó desde su frente hasta perderse por el costado de su rostro. La lluvia lo había alcanzado, sin embargo, no se apresuró. Contemplaba a las personas pasar corriendo y buscando refugio como si el agua les quemara. Siempre le había llamado la atención el hecho de que la gente fuera tan predecible ¿o el extraño era él?...

Una leve brisa junto a las gotas que comenzaban a mojar su ropa fueron suficiente para tenerlo temblando.

El peso en su pecho no se iba, por el contrario, sentía que hasta le dificultaba los movimientos.

 

 

Ese 19 de noviembre se había sentido igual e incluso peor al escuchar decir a la policía que su padre había sido brutalmente asesinado sin razón aparente. No le habían sacado ninguna de sus pertenencias, el dinero que llevaba estaba perfectamente acomodado como solía arreglarlo para poder sacar los billetes con rapidez. Un hombre tan amoroso...era imposible que fuera asesinado así, simplemente para satisfacer los instintos de algún desquiciado. Nadie pudo explicar el por qué del hecho.

Desde aquel día la carga lo había atormentado, quería que su padre descansara en paz, pero sentía que le debía algo.

Seguía caminando cabizbajo, por lo que no se percato que había alguien parado frente a él y termino por chocarlo irremediablemente –lo- lo siento muchísimo!- se disculpó con torpeza cuando notó que había tirado las bolsas que esa persona llevaba.

-Shima?- escuchó una voz insegura pero muy familiar, levantando la mirada pudo ver el rostro de un preocupado Reita –otra vez saliste sin abrigo y lo peor es que…¿no sabes que puede pasarte cualquier cosa si vas así por la calle?-

Fue un típico regaño pero solo eso le bastó para soltar esas lagrimas que con todo su esfuerzo estaba manteniendo guardadas –lo lamento- se disculpó entre los espasmos que sufría su cuerpo. El rubio lo miró más preocupado que antes y solo se limitó a abrazarlo.

Aquel simple contacto fue suficiente para hacerlo olvidar de sus problemas por un momento. Desde pequeño siempre había sido contenido por su amigo y aquellos brazos alrededor de su cuerpo le recordaban a los de su madre. Era cotidiano en su niñez que el llanto cesara automáticamente luego de un abrazo proporcionado por el de la bandita y esta vez, no fue la excepción.

Al sentir el calor ajeno, recordó cuanto frío estaba sufriendo bajo aquella lluvia y un estornudo involuntario salió de entre sus labios. –toma- su compañero le dio un pañuelo que agradeció con una sonrisa y seguidamente, ambos se pusieron a recoger las bolsas ahora un poco más calmados.

-¿Vamos a tu casa o a la mía?- preguntó el castaño con curiosidad.

–Pues…estamos a dos calles de tu departamento y estas congelándote, creo que es obvio- el rubio se encogió de hombros sonriendo burlón y tras un leve empujoncito a la espalda del más alto, ambos caminaron rápidamente para evitar una posible pulmonía.

Reita se mantuvo callado, sabía por lo que Shima estaba pasando este último tiempo y él más que nadie, quería que sus problemas llegaran a su fin. Aunque no encontraba manera suficiente para ayudarlo más que consolándolo como siempre había hecho.

Al llegar al departamento, el castaño corrió al baño para traer un par de toallas y luego busco en su habitación ropa para ambos. No tardaron demasiado en estar secos y calentitos nuevamente -¿quieres un café?- el alto ni siquiera esperó la respuesta a su pregunta cuando ya estaba poniendo a calentar el agua. Tras algunos minutos se sentaron con tranquilidad en la cocina mirándose mutuamente e interrogándose con los ojos.

-¿Hablarás tú o tendré que preguntarte?- el de la bandita fue el primero en cortar el silencio, pues si era sincero se sentía algo incómodo. Un suspiro frustrado fue su respuesta, y su amigo no lo miro en ningún momento antes de comenzar a hablar.

-Hoy me han llamado diciendo que tenían novedades del caso, como imaginarás, a los diez minutos ya me encontraba interrogando al comisario. Me dijo que hay pruebas que incriminan a Gackt.

 Al parecer la chica con quien había dicho estar en el momento que mataban a papá, se retractó en su testimonio y dijo que mi tío la amenazo para que no dijera la verdad- Shima miraba su taza de café humeante como si fuera la cosa más interesante del mundo, en realidad, estaba en modo autómata, no quería escuchar de su propia boca las palabras que culpaban a su tío del asesinato. Simplemente era imposible que pudiera creer en las sospechas de la policía.

El rubio lo miro atónito sus ojos se abrieron grandes por la sorpresa y tuvo que contener en su boca el café que casi escupe de pura impresión.

Él había sido intimo amigo de la familia desde que ambos eran niños, por lo cual, conocía perfectamente al tío de Takashima. Era un hombre tranquilo, algo extravagante y le gustaba llamar la atención de las mujeres.

Junto a Uru les gustaba hacerlo enojar diciéndole que pronto tendría canas, engordaría y sería viejo, y que entonces las mujeres dejarían de voltear a verlo.

Jamás se le hubiera ocurrido ponerlo en la lista de sospechosos.

Era testigo de cuanto había apoyado al padre de su castaño amigo cuando éste, entró en una terrible depresión al enterarse que su madre se había suicidado estando embarazada de su hermanito.

Tenía que ser un error, alguien así no podía asesinar a sangre fría, y mucho menos a su propio amigo.

Logro reponerse del repentino golpe que aquella información le había provocado y miro al castaño, quien se mantenía perdido en sus pensamientos. -¿sabes que todo esto debe ser un error, verdad?- preguntó con inseguridad, lo conocía demasiado bien como para saber que otra vez estaba levantando esa barrera transparente entre él y el mundo exterior para no preocupar a nadie.

Uruha le sonrió como si nada estuviera pasando y asintió –¿te quedaras a dormir esta noche?- le preguntó risueño.

 “no cambies de tema, no sabes cuan mal me pone verte así”

El de la bandita suspiro con cansancio ¿cómo hacerte entender que solo vivo por ti?

“Si tú estás mal, yo también lo estoy”

-Claro, si eso quieres, no tengo problemas- el alto volvió a sonreír –bien, entonces iré a ducharme para luego ir a dormir…no cenaré, si tienes hambre ya sabes que hacer- el rubio repitió la típica frase como si de una máquina contestadora se tratara –pedir una pizza a domicilio- ambos rieron, no era secreto entre ellos que a ninguno le gustaba cocinar.

Shima desapareció por la puerta de la cocina dejando a un afligido Akira en la soledad de aquel cuarto, mirando ambas tazas de café vacías sobre la mesa.

Un relámpago ilumino de blanco la cocina por un momento sobresaltando al rubio, fue entonces que se percato que las cortinas de toda la casa estaban abiertas, sonrió, al castaño no le gustaba para nada la oscuridad y buscaba siempre tener la casa iluminada. Pero en medio de aquella lluvia no era conveniente, por lo que decidió emprender la tarea de cerrar y asegurar todas las ventanas.

Las gotas golpeando los cristales con fuerza trajeron a su mente los recuerdos de la infancia que habían pasado juntos, podía comparar aquellos recuerdos traumáticos como una poderosa y abrasiva tormenta …

Suspirando volvió a sentarse, pero esta vez escogió uno de los sillones de la sala, el silencio solo le provocaba mayor desesperación ¿debía decirle a Shima que hablara con Gack? Siendo sincero, era él mismo quien quería ir a verlo, pero sabía que su amigo querría acompañarlo.

Despeinando sus cabellos descuidadamente se levanto de un salto enérgico, antes de seguir matando sus neuronas con aquellos pensamientos enfrentados que lo estaban torturando, debía ponerse a hacer algo que lo distrajera. Buscó las bolsas que habían traído y se puso a llenar la alacena con los víveres que había comprado antes de dirigirse rumbo a lo de su amigo. Como suponía, dicha alacena se encontraba vacía y aquello provocó una sonrisa en sus labios ¿era normal conocer tan bien a una persona? Si se trataba del castaño, para él era lo mas normal del mundo…

 

 

 

Por su parte Uruha  no había perdido el tiempo y tras buscar ropa cómoda para usar de pijama había entrado al baño desvistiéndose con rapidez.

Abrió el grifo de agua caliente para meterse bajo la regadera sintiendo un escalofrío hasta que el agua llego a quemarle la piel, fue en ese momento cuando decidió también abrir el grifo de agua fría para regular la temperatura de la misma, y apoyó la espalda sobre la pared pesadamente.

Las gotas recorriendo su piel, cayendo desde su frente hasta perderse bajo sus pies lo reconfortaron un poco, relajando cada musculo con parsimonia intento dejar la mente en blanco, pero le fue imposible, sus neuronas automáticamente lo llevaron a revivir nítidamente el día en que su madre se había suicidado…

 

 

 

Estaba jugando a las escondidas en el patio de la escuela, el receso casi llegaba a su fin y aún no lo habían encontrado, aquello lo mantenía a la expectativa mirando en todas direcciones para evitar ser descubierto, pero un grito de la maestra diciendo su nombre fue suficiente para hacerlo saltar de aquel rincón donde se encontraba, acudió al llamado olvidándose por completo del juego, le daba miedo ser reprendido y por esa razón intentaba nunca romper las reglas.

Al llegar junto a su maestra, esta lo miró angustiada y tomándolo de la mano lo guió hasta la sala de profesores –Takashima tu padre ha venido por ti, traeré tus cosas él quiere hablar contigo un momento- la mujer de unos treinta años delgada y pequeña le sonrió compasiva con aquel rostro dulce que solía llevar a menos que sus alumnos la hicieran enojar.

 El pequeño entonces miró en dirección a la sala donde los padres acostumbraban esperar a ser atendidos por los directores, encontrándose con los ojos de su padre que lo observaban nerviosamente.

Se dirigió en una pequeña carrera hacia él sonriendo felizmente por la noticia de que se iría temprano de la escuela, pero el rostro serio de aquel hombre le infundió pánico haciéndolo detenerse unos pasos antes de llegar.

-Shima pequeño ven, no te asustes, necesitamos hablar…- aquella voz algo ronca le indicó que su padre no estaba bien, acercándose temeroso quedo frente a frente con quien le diría una de las peores noticias de su vida.

Acariciándole una mejilla con ternura y mirándolo con una expresión llena de dolor, la cual, aquel niño no podía comprender, el hombre prosiguió como pudo –Shima…tu madre…ella…- quiso seguir hablando pero las lágrimas retenidas le llenaron los ojos cayendo por sus mejillas sin control ¿cómo decirle a tu único hijo que iba a tener un hermanito? ¿cómo decirle que aquello que tanto había pedido a sus padres, no podría ser? ¿cómo explicarle que esa persona a quien consideraba su ángel guardián, su protectora,  ya no estaría con él? Pero lo que era peor de todo aquello, era el hecho de tener que explicarle a un niño de ocho años que su madre había decidido suicidarse al saber de aquel embarazo.

Simplemente no pudo, lo único que logro en aquel instante, fue aferrarse a ese pequeño cuerpo que lo observaba inmóvil sin comprender porque su padre se encontraba en tal estado.

Ver a su madre siendo enterrada fue lo más traumático de su vida, ella era quien lo cuidaba y mimaba, ella era quien jugaba con él prometiéndole que algún día le daría un hermanito con quien pasar las tardes luego de la escuela, ella era su punto de apoyo y esa palabra de aliento que necesitaba cuando algo lo frustraba, ella era su todo, como para cualquier niño, su madre era lo más preciado que tenía.

Ese día marco una ruptura que jamás pudo sanar, dejo de hablar casi por completo, dejo de jugar con sus amigos, simplemente se sentía un estorbo en la vida de su padre. Aquel hombre intento miles de cosas por alegrarlo, pero su atareado horario laboral le dejaba poco tiempo para compartir con su hijo, por lo que el castaño casi siempre se quedaba a cargo de una niñera.

Fue también por aquel tiempo en que su padre se había hecho amigo de Gackt, ese quien siempre le llevaba obsequios intentando animarlo, aquel que lo acompaño y estuvo siempre que pudo, a quien había aprendido a querer como a un familiar más administrándole el cargo de “tío”, con quien había compartido campamentos y miles de actividades cada vez que ambos mayores se ponían de acuerdo para dejarse un día libre solo por él.

Gackt no podía ser un asesino, simplemente se negaba a creer algo así…

 

 

 

Sin darse cuenta, las lágrimas habían acudido a sus ojos camuflándose con las gotas de la ducha, un poco sobresaltado llevó ambas manos a su rostro intentando secar el llanto, cosa que le fue imposible debido al agua que aún caía sobre él.

Unos leves golpecitos en la puerta lo asustaron provocando que automáticamente buscara una toalla con la cual cubrirse, pero luego recordó que Akira seguía en el departamento, eso lo volvió a tranquilizar ¿por qué siempre que aquel rubio cruzaba por su mente todo pesar desaparecía?

Muchas veces había pensado en esos pequeños detalles y reacciones que provocaba en él y la única respuesta que siempre encontraba era que lo quería más que como un simple amigo, pero era demasiado cobarde para decírselo y se conformaba perfectamente con sentir aquel cuerpo que lo abrazaba protectoramente desde hacía mas de diez años.

“En medio de la oscuridad siempre eres mi luz”

-¿Shima, estás bien?- la voz del rubio sonó suave desde el otro lado de la puerta provocando que una sonrisa viniera a sus labios, siempre se estaba preocupando demás…

-Si, estoy perfectamente…¿por qué lo dices? ¿ya me extrañas?- preguntó, y al instante se sonrojó levemente, había dicho una idiotez, aunque era normal el jugarse ese tipo de bromas entre ellos.

-A decir verdad me tienes preocupado porque hace más de una hora estás allí- el castaño abrió grande los ojos por la sorpresa ¿tanto tiempo había pasado? –terminaras por dejar al planeta sin agua si no sales pronto- se burlo Reita, dejando escuchar una risita traviesa, como un niño que acaba de hacer una maldad.

-Muy gracioso ja, ja, ja- dijo en tono irónico el alto mientras se disponía a cerrar el agua para salir envolviéndose en la toalla. En ese momento se percató del frío que sentía, por lo que no tardó demasiado en vestirse y secarse el cabello con ahínco.

Cuando estuvo listo, salió del cuarto de baño y se dirigió un momento a la cocina en busca de su amigo, quien para ese entonces ya se encontraba comiendo una pizza. Sonrió negando con la cabeza como quien encuentra exactamente lo que estaba buscando en el lugar donde sabía que estaba, pero que, por alguna razón lo había empezado a buscar en otro sitio totalmente distinto.

-Tan predecible como que me dices pato- dijo mientras se acercaba a sentarse también en la mesa donde reposaba la caja de pizza. El rubio lo miró sonriendo divertido.

-Tardaste demasiado, merezco una recompensa por esperarte- se quejó, empujando la caja con comida más cerca del castaño incitándolo a que comiera algo –estoy seguro de que no has probado bocado en todo el día y te hará daño- el alto se volvió a sonrojar por lo predecible que eran sus actitudes ¿en ciertas ocasiones era tan predecible como la gente que se cruzaba en las calles? no, solo era así con su amigo…a decir verdad su estomago le estaba exigiendo alimento, por lo que no se hizo de rogar.

-Estaba recordando a mi madre…-dijo tranquilo mientras mordisqueaba el queso que se escurría por los lados de aquella porción que había agarrado –todo sería más fácil si ella estuviera conmigo- a pesar de que lo que estaba confesando le hacía doler el pecho de una forma punzante, en su rostro solo se reflejaba tranquilidad absoluta, y eso alertó al rubio, quien lo conocía demasiado como para no darse cuenta que otra vez, su amigo se estaba controlando.

Fue casi un reflejo, realmente no estaba pensando en lo que hacía, solo quería demostrarle a Shima que no estaba solo, que él estaba para lo que necesitara, que siempre había estado y que eso no cambiaría nunca, porque lo amaba, lo necesitaba y era feliz cuando lo veía sonreír.

Se paró de su silla repentinamente, bordeó la mesa yendo a quedar frente al castaño quien lo miró algo asustado por lo inesperado de aquello. Ambos se vieron a los ojos, Akira lo jalo para que se levantara, lo tomó posesivamente por la cintura con un brazo mientras con su mano libre acariciaba aquellos labios que moría por besar desde hacía mucho tiempo, fue un segundo, un solo segundo bastó para que Uruha sintiera el corazón queriendo escaparse de su pecho ¿qué estaba pasando?...

-Entiéndelo de una vez cariño, estoy aquí, contigo…no pienso dejarte solo, nunca lo he hecho. Siempre he intentado velar por tu felicidad de una forma u otra, pero me desespera no saber que más hacer por ti, te amo…superaremos esto lo prometo…- la voz del de la bandita sonó como un dulce susurro en medio de la tormenta que seguía desenfrenada chocando contra los cristales de las ventanas.

El alto quedó tan shockeado como apenado ante aquella confesión y no supo que decirle, se sonrojo como un tomate mientas reflexionaba sobre las palabras más tiernas que alguien le hubiese dedicado en su patética vida. El calor que el cuerpo ajeno le transmitía le decía que no estaba soñando, de verdad Akira correspondía a sus sentimientos, ¿cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? Se sintió tonto y agacho la mirada avergonzado.

Reita reaccionó y se dio cuenta de lo que acababa de hacer justo al momento en que su pequeño escondía el rostro sonrojado para que no lo viera. Sonrió enternecido de aquella actitud infantil y pensó que ya se había jugado lo suficiente como para echarse atrás, así que, sin vacilar levantó de nuevo ese bello rostro adornado por un leve color carmín para, ahora sí, robarle el primer beso…

Notas finales:

Hola otra vez xD gracias por haber leído owo

Demás esta decir que cualquier error o cosa que no se entienda me lo hagan saber por favor ^^- de verdad que me ayudan a mejorar!

Bien no sé que más agregar, la proxima semana espero estar subiendo el segundo cap a menos que me quede sin internet (tengo la mala suerte de usar un modem ¬¬U) 

Todavía no está terminado, pero ya casi, así que prometo no tardar :)

Que sean todos nyappy´s(?) xD me voy a la uni así que nos leemos luego :3 bye!!


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