“Hoy otra vez, entré a ese salón de clases. Tenía mi clase de violín.
Entré e incluso me pelee por una mesa para poder sacar mi instrumento, sonará raro pero no tanto, solo tomé esa clase por que un amigo estaba interesado en ella, no tenia ánimos de tomarla, pero cuando te vi, las cosas cambiaron, pensé “no será mala idea” con el tiempo, adquirí mi instrumento, un violín de marca reconocida, aunque tenia un defecto, el puente esta corto, se te ocurrió al magnifica idea de ponerle un papelito para tener el nivel adecuado.
Recuerdo que dijiste que tenia talento, y las cosas entre los dos fueron mejorando, hacia pequeñas bromas respecto a ensayar mi canción o el modo de practicar, incluso una vez nos quedamos fuera para poder ensayar en el pasillo, te digo una cosa, lo hice con la intención de que me vieras, de que dejaras de atender a los otros alumnos y me vieras. Enfermo ¿no?
En ese momento me di cuenta de que no solo sentía admiración hacia ti, sino algo más, pero tenia miedo de aceptarlo, incluso hoy no puedo decir que era “amor” porque me sentiría ridículo.
El tiempo pasó, fui mejorando en mi instrumento, se podría decir que me admirabas, el movimiento de mi mano al tomar el arco, decías que era “perfecto” mas solo te quedabas en mi mano, nunca me alagaste como persona.
Me dolió, en verdad cuando supe que tenías otro favorito. Un chico menor que yo, pero con mi mismo talento, escuché que dijiste. Supuse que tenía que competir contra él, porque me estaba robando tu atención. Pero el día en que le me dejaste sólo en el salón, tocando una melodía que de por sí, no me sabia. ¿Sabes lo ridículo que me sentí?
Se supone mi clase empezaba a las 11, llegué puntal, y qué me dijiste “ven dentro de 15 minutos” accedí por que tenia cosas que hacer, pero el tiempo pasó, y cuando me recibiste eran las 11, 35. Pensé que estaría bien media hora contigo, pero te fuiste, solo 5 minutos duró mi clase, ¡5 mugrosos minutos que no me permitieron ni verte bien!
Ese día cuando salí me enojé tanto que no me quede a conversar con mis amigos, simplemente me fui hasta mi casa, tiré mis cosas de tu clase y maldije mil veces tu día, tu suerte y a ti también. Me había enojado mucho y no sabia por qué, solo era una clase ¿cierto?, pero porqué me sentía ignorado, porque ese vacio en mi pecho surgió cuando te fuiste, sencillo… te quería.
Hoy, después de todas aquellas veces que estuvimos juntos en el salón de clases, después de que toqué mi melodía dijiste “lo haz hecho bien, cubriste mis expectativas. Solo te resta seguir trabajando con lo que ya tienes, no te hice músico sino que te di las bases para que lo seas, trabaja en lo que te enseñé y adelante” finalizaste con una sonrisa, me sentí otra vez, vacio. ¿Era el fin?
El final de todos esos tres semestres, tres semestres en los que tuvimos una relación mas estrecha que la de alumno-maestro. Incluso hoy, escuché a mi amigo decir “tú y el profesor hacen bonita pareja” un nudo apareció en mi garganta, y solo atine a decir “te voy a golpear con el atril” y es que tal vez, eso fue lo que quería pero nunca se pudo.
Siempre te admiré, te admiré como no tienes idea, incluso llegué a decir que eras de mis héroes, tonto ¿no? Pero hoy acabo todo, si es que hay algo que tenia que terminar entres los dos.
Todos los días en las que sonreíamos por bromas, aquellos gestos tan peculiares que hacías, incluso las veces en las que te miraba la entrepierna y me imaginaba cosas no tan santas… hoy se terminó todo, y escribo esto porque siento que es el único modo de decir lo que en verdad pensé de ti. Nunca olvidare lo que vivimos si se pudiera decir, juntos, desde esos festivales, las presentaciones, las veces en las que me llevabas al centro de la ciudad en tu auto, todo, sin duda quedará guardado en mi mente y corazón. Aunque, cuando supe que mis canciones se las estabas enseñando a otro, me sentí mal, ¿él seria mi reemplazo? ¿En verdad solo era un alumno más?
No lo sé, y nunca lo sabré porque después de esto, dudo en volver a vernos, y de ser así, ¿me hablarás? ¿me saludarás en la calle? o te girarás y harás que no me viste. Quién sabe, solo me queda agradecerte por todo lo que me enseñaste y lo que hiciste por mí… te quiere, “Chunji”.”
-ese pequeño- sonreí, guardé la carta en su sobre y la dejé sobre mi atril, yo también te extrañaré, suspiré y cerré los ojos.
-¡L. Joe! ¡Llegó otra carta!- sonreí.