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Volumen I por Am3li3

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Notas del capitulo:

La verdad si no quieren deprimirse o aburrirse, no lo lean. Se me hace que es muy denso, no sé, tal vez. Si alguien se anima a leerlo háganme saber si está difícil de tragar. No es de lo más feliz que pude haber escrito. Está raro. No sé que decir. No es que no me guste tampoco, de hecho este fic vino de esta canción:

Shadowboxer

Y fue de gran inspiración. En fin. Para no tener que andar publicando de a puchitos preferí juntarlo todo en volúmenes.

Re-bienvenidos al volumen I ;)

¡Gracias a los que se animen a leer de antemano!

¿Cómo puedes explicar este sabor que tengo en la boca? No, no es el alcohol que estoy bebiendo, tampoco es el tabaco que se quedó atascado en lo profundo de mi garganta. Ah cierto… es tu ausencia. Entiende, a veces se me olvida… o quisiera olvidar. Pero no es tan fácil ¿sabes? Tú habías traído movimiento a mi vida. De pronto el escenario volvió a encender sus luces, las telones se abrieron y ahí estabas tú en medio del escenario. Radiante, y lleno de energía. Recuerdo la envidia que me dabas. ¿Cómo osabas a estar tan vivo? ¿A sentir el frío, sentir el calor? ¿A que tu piel se pusiera en carne de gallina con tan sólo un roce y un suspiro? ¿A sonreír tan descaradamente? Aún no lo comprendo. Supongo que por eso caí a tus pies. Mi envidia se mezclaba con la admiración y el deseo sexual que estaba a flor de piel, preparada para derramarse por el suelo de madera que rechinaba bajo nuestros pies.

Recuerdo que fue difícil conseguir tu atención. Bailabas entre tantos frente a mis narices y yo apenas lograba rozar los lazos que volaban con cada giro que dabas. Y sonreías…  sonreías tanto.

 

“Otra copa” le pedía a la camarera mientras no te quitaba la vista de encima. Y de nuevo otro martes se perdía. El cielo se tiño de frío invierno cuando logré tenerte. En el día más frío del año, sentí el calor más intenso de mi vida. De nuevo me sentía vivo. Eras como una ninfa, mágico, misterioso, un sueño sin palabras. Como un viejo blues, oscuro y sensual que me seducía con su piel tersa, con su sonrisa traviesa y sus ojos vívidos que invitaban a tomar decisiones, arriesgarse. Ganar o perder, sólo en eso te concentrabas. Pero así como habías venido, así te fuiste. Sin darme cuenta mi cama comenzó a enfriarse, ya no había dos cepillos de dientes en el baño, ya no estaba tu taza azul esa que tanto adoras. Tampoco estaban tus lentes arriba de la mesa como cientos de veces te los olvidabas antes de ir a trabajar. Ni siquiera tu llavero de la Torre Eiffel que te trajo tu abuela de París. Mi otra mitad había desaparecido. Recordé amargamente cómo era mi vida sin ti, cómo era ser ‘una’ sola persona. ¿Entiendes lo que te digo? Entonces estoy en mi cama y miro para tu lado. ¿A quién veré dormir ahora? Es la pregunta que mis labios no se animan a preguntar. Es la pregunta que mis ojos se niegan a responder. Y la pregunta que mis dedos ruegan por desmentir. Todo me recuerda a ti. No es lo mismo caminar por aquel puente sabiendo que no vendrás desde tu trabajo para que juntos vayamos a almorzar. No es lo mismo caminar por aquella esquina perdida en la que me dijiste que sí, y comenzó nuestra historia. No es lo mismo venir a este bar y pedir sólo un café sin azúcar. Sé que te reirías si tan sólo me escucharas… Pero esto ya no me da gracia. Recuerdo aún la nota que me dejaste sobre la mesa.

 

“Lo lamento Mick, no quería que esto fuera así.”

 

Te busqué desesperadamente. Rogaba por que apareciese alguna puerta escondida y que allí estuvieras escondido con otra de tus bromas. Pero no. Habías recogido tus cosas e ido así sin más. Recuerdo que el departamento se me hizo enorme sin ti, que una sensación extraña invadió mi estómago y que las lágrimas no salían. No te mentiré. Sabía que tarde o temprano pasaría. Sabía que te sentías cansado, que te agotaba y que necesitabas espacio. Sabía también que no controlaba mis celos, que a veces te deseaba lejos y que te hería profundamente cuando peleábamos. Siempre fuiste un impulsivo, también sabía eso de ti. Sabía que si no me esforzaba te perdería de la noche a la mañana y así fue. Sin embargo no puedo evitar agachar la cabeza cuando tu sonrisa vuelve a mi memoria. No puedo evitar echarte la culpa y echarme la culpa. No puedo evitar a veces golpear la pared cuando la impotencia me sobrepasa. Has desaparecido sin dejar rastro. No tienes el mismo número de teléfono, ni de celular. Parece que te has mudado y tu familia no responde a mis preguntas. ¿Cómo esperas que reaccione? A veces vuelvo a casa y lloro sin consuelo. Pienso que realmente fuiste un ser mágico que en realidad nunca existió y duermo con la horrible sensación de que todo es mentira. Sin embargo a la mañana siguiente amanezco respirando tu perfume porque aún queda rastro de él en la almohada. ¿Puedes creerlo? Parece una tortura divina. Si me lo preguntas, no dejo de pensar en ti y no entiendo cómo es que aún tengo fuerzas para ponerme de pie todos los días e ir a trabajar. Los días ya no me parecen tan vivos como antes, siento que todo perdió su color; que ya ni el viento es viento, que las hojas ya no son hojas, que el rojo no es rojo, que las personas no ríen de verdad, que el consumo ha dominado al hombre y que nada ya es como antes.

Nadie logra entenderme. No los culpo. ¿Cómo explicarles nuestro amor? ¿Cómo explicarles eso que aún no logro encontrarle un nombre, eso que me daba fuerza, que sentía en el pecho y el estómago como si estuviera en una montaña rusa, que tenía un sabor a irrealidad, a incertidumbre pero aún así poseyéndolo me daba seguridad y que por fin había encontrado un lugar en esta vieja tierra de nadie, al cual pertenecer? Porque eso fuiste, amor. Tú eras mi lugar. Tú me dabas una razón, un sentido, una dirección, llámalo como quieras. Esto… Era un sentimiento que se fue malcriando dentro de mí, fuerte, concreto y tan efímero que no logro nombrarlo. Este sentimiento vivía y crecía de la cotidianeidad, se alimentaba y se hacía más fuerte con cada palabra y gesto tuyo. Las peleas no importaban en realidad, porque ese sentimiento estaba intacto dentro de mí. ‘Amor’ no… no alcanza para describir lo que sentía por ti.

 

“Otra copa” le pido a la camarera. Ya ni sé cuántas veces te he estado esperando en esta cafetería que por las noches se convierte en bar y las bebidas corren como agua. Aún guardo esperanzas de que aparezcas de nuevo, danzando, irradiando luz como cuando te vi por primera vez. Veo miles de imágenes tuyas, cuando batías mi café a la mañana, cuando cambiabas perezosamente de canal en el sillón, cuando bostezabas mientras terminabas tus informes a las 3 de la mañana, cuando dormías casi tan profundo que a veces me asustaba porque pensaba que me habías abandonado, cuando te reías tontamente porque yo estaba molesto contigo, cuando me mirabas con dulzura y me besabas lentamente. Miles, miles de ellas. De pronto abro los ojos y siento el frío cortante de la mañana, entre tanta bebida he terminado de nuevo fuera del bar, tirado quién sabe dónde. “Ven Mick, vamos a casa” me dice una voz que ya ni reconozco. Las lágrimas comienzan a caer como tantas veces. Siempre me pregunté porqué no puedo llorar estando sobrio. Ya no tengo noción de la realidad, sólo espero encontrarte algún día. Y si no llegaras a aparecer… lo único que deseo es que me recuerdes, porque este Mick Peterson jura ante Dios que te amó demasiado.

Notas finales:

Les recomiendo que si no escucharon la canción, háganlo. (Está el link por ahí arriba) Tiene más sentido el tinte melancólico.

Me encantaría sentir un amor así.

*suspira*

Nuevamente, gracias por leer.


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