Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Obscuro Final, Brillante Comienzo... por Yuu-sama

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡HOLA!

¡Cómo las había extrañado!

He estado algo estresada últimamente y no he tenido mucho tiempo para  continuar escribiendo, pero esta semana al fin he sido libre y es así como les llego con este nuevo FF (de hecho no estoy libre, estoy haciendo mi proyecto de historia y me he escabullido para subirlo xD).

Es un One-Shot, nuevamente, pues no creo tener la suficiente creatividad ni destreza para hacer cosas más largas.

Estem... lo escribí por partecitas en diferentes días, así que hay... ¿cómo decirlo? se muestra mi bipolaridad conforme lo leen ¿a qué me refiero? Que en unas partes estoy encabronadísima y tengo ganas de matar a alguien, en otras estoy meditativa, en otras estoy de un buen humor que ni yo me la creo y así sucesivamente.

Lo sé, lo sé, tal vez escribir no es mi vocación, pero me quedaré por un tiempo para sacarles tan siquiera una sonrisita si es posible :)

Notas del capitulo:

Ok mis nee-chans.

Les quiero pedir que por favor, al terminar de leer (o ahorita de una vez), se pasen al final y vean mis notas finales, pues en ellas le hablaré de mis futuros planes en la página y quiero pedirles su apoyo.

Como siempre, correcciones son totalmente admitidas (no me dejen descubrir mis propios horrores ortográficos D:)

Sin más que decir, yo les digo...

¡Disfruten!


POV´s Sasuke


Estaba observándole dormir tranquilamente sobre la cama del hospital. Su respiración parecía ser constante y más o menos regular. Su rostro denotaba calma, tranquilidad, demasiada en mi opinión… y ello me asustaba, tanto, que me la pasaba revisando cada tres minutos o menos, la máquina a su lado, que medía sus latidos y también su presión.

Me sentía el ser más despreciable del mundo al verle conectado a una máquina y recibiendo oxígeno de una mascarilla. “No tenía porqué salvarme” me consolaba a mí mismo, diciéndome ello una y otra vez, “nunca le pedí que se atravesara, lo hizo porque quería, no porque yo le obligara”. Aún así, sentía como la culpa me carcomía por dentro. Ese idiota recibió el maldito ataque dirigido a mí, ¡Ni siquiera éramos de mismo bando en la guerra! Podía ser que ya no estuviera en el de Tobi, ¡pero seguía con la idea a destruir Konoha con inclusive más fuerza!

Me levanté de la silla en la que estaba sentado, sin poder soportar un segundo más sin hacer nada.

Caminé por toda la habitación dando vueltas como un animal enjaulado, notando como la impaciencia y la desesperación me inundaban rápidamente. Me sentía tan inútil e impotente, que tenía ganas de gritar y gritar, cada vez más fuerte hasta que quedara definitivamente afónico.

Me detuve en seco el escuchar pasos acercándose a la habitación. Bufé frustrado y fui a abrir la puerta. Las tres enfermeras que estaban a punto de hacer lo mismo, se tambalearon cayendo hacia enfrente, una sobre la otra. Les miré indiferente, esperando a que comenzaran a trabajar de una buena vez.  Sus ojos me escrutaban de arriba abajo, y aunque no lograba percibir miedo en sus pupilas, si noté cierto nerviosismo, tal vez ya se habían acostumbrado a mi presencia en la aldea, después de todo, habían pasado ya más de tres meses y yo aún no intentaba nada sospechoso.

Se apresuraron a ponerse de pie y corrieron al lado de la cama blanca a realizar el chequeo rutinario.

En realidad no duraba mucho tiempo la revisión de sus signos vitales, pero tenían que ser constantes y estarle revisando cada 4 horas… o eso decían, pues tenía la impresión de que las mandaban tan seguido para cerciorase de que yo no causara problemas. Tal vez la vieja borracha me hubiese permitido quedarme en la aldea, al menos temporalmente, pero se notaba a leguas que no confiaba lo más mínimo en mí.

Cuando terminaron, dejaron todo en su lugar y salieron casi corriendo de la habitación, tropezando constantemente antes de finalmente largarse, sin despegar la vista de mí en ningún momento.

Suspiré, estaba exhausto. No había dormido ni un solo minuto en cuatro días enteros, sin mencionar que toda mi estadía en la aldea había estado cómo zombi durmiendo como hora y media diarias. Mis ojeras estaban tan marcadas como las de mi hermano mayor…

Una punzada de dolor me atravesó el pecho. Apenas si había salido sano y salvo de la pelea con Kabuto, y, como siempre, Itachi había demostrado ser muy superior a mi persona al usar el Izanami y salvándole en trasero a las aldeas ninja al deshacer el Edo Tensei. Luchó para defender la paz por la él dio su vida y la de su familia… tal vez eso fue lo que lo me llevó a odiar aún más a todos. Seguían despreciando a Itachi a pesar de que aún después de muerto, les protegió poniéndolos por encima de todo… bueno, casi todo.

Su única excepción, fui yo.

¿Es qué acaso no causaba más que problemas y sufrimiento a la personas que quería?

Había reflexionado sobre ello un tiempo (prácticamente todo el que había estado en el hospital), y me sentí aún peor por el dobe. Él se había esforzado muchísimo para volverse más fuerte para poder traerme de vuelta, intentando hasta casi desfallecer, sin desistir nunca. Tanto quería conservar ese “vínculo”, que llegó a tal extremo de atravesarse en medio de un ataque mortal que iba dirigido a su supuesto amigo (que en ese momento estaba como su enemigo), que era yo.

Y por eso me sentía culpable, despreciable, una escoria. ¿Acaso valía tanto para él? Y si así era… ¿por qué? Estuvimos juntos desde la Academia, a más o menos los siete años, hasta que nos volvimos gennins, a los doce. Llegamos a ser los mejores amigos, o así le consideraba a Naruto, pero, yo era una persona solitaria (y aún lo soy), que, cuando mucho, tenía vínculos con su equipo y su hermano mayor. Él, en cambio, daba un maldito paso y ya tenía otra persona en su “acopio de amigos”, a pesar del odio que la aldea decía tenerle.

Parecía tener una fuerza de atracción magnética, pues, toda persona que convivía con él algún tiempo, fuese la situación que fuese, quedaba casi prendada a ese Usuratonkachi.

Y estaba seguro de que había ido recolectando más y más en el transcurso de los años que yo no estuve en La Hoja, estaba seguro de que ahora la aldea entera le admiraba, le veía cómo a un héroe. Por eso a mí me odiaban, era el traidor por el que su héroe y seguramente futuro líder, el Shichidaime había arriesgado tanto, hasta su propia vida.

Y no los culpaba, yo mismo había empezado a odiarme.

Así que, desde mi perspectiva, Naruto no tenía el más mínimo motivo ni necesidad de tenerme de nuevo a su lado ¿para qué? Era un desertor, seguramente si estuviera de nuevo aquí, intentaría escapar como la vez anterior, y esta vez no necesitaría a otras marionetas de la serpiente rastrera Orochimaru, pues era lo suficientemente fuerte para matar casi a quien yo quisiera además de que podría ocultar mi chakra a la perfección y así huir lejos antes de que se dieran siquiera cuenta.

Bueno, podría escapar mientras no estuviera él, porque su fuerza superaba con creces la mía…

Aún así ¿para qué apostar tanto en alguien como yo? Tenía a su “Sakura-chan” a Kakashi, Iruka y los otros senseis, a Kiba, Shikamaru, Chouji, Hinata, la copia barata de Sai, Ino e incluso a Shino, que le apreciaban mucho, al igual que el equipo de Neji, Lee y Ten-ten… incluso Gaara y sus hermanos le tenían cierto cariño. Es más, todo el mundo ninja lo adoraba y le idolatraba.

Así que ¿qué necesidad tenía de ir a por mí y desplazar a sus otros amigos? ¿No le bastaba el tener a todos a su disposición? ¿Me quería para su colección? Porque así lo veía yo, cómo un pasatiempo que consistía en “el que se muera con más amigos gana”, una especie de competencia cínica, una pérdida de tiempo y un desgaste de energía sin sentido…

Y, aunque fuera así, un amigo más o menos ¿qué más daba? No era como si se fuese a quedar sin ninguno si yo no estaba, no era como si fuera muy importante en la vida de alguien.

Y de igual manera, me cuestionaba el comportamiento de Itachi ¿para qué dejarme vivo? Ello complicaba en demasía su vida, además de que mi propia existencia terminó por ser un estorbo y una causante de dolor en la vida de los demás. Yo no valía la pena, estaba completamente seguro, entonces ¿por qué ese par sacrificó tanto por verme bien y con vida?

Bueno, con el asunto de Itachi tenía una pequeña explicación sobre su forma de actuar. Después de todo era mi hermano, y yo era su Otouto-baka, él me pertenecía y yo a él. Mi vida giró en torno a su persona, y después supe que la suya hacía lo mismo. Éramos la razón de que el otro se esforzara en volverse más fuerte, en seguir viviendo, aunque fuera por la razones equivocadas en mi caso… él fue indispensable para mi crecimiento, y yo fui a la única persona a la que él no podía hacer daño, más importante que su adorada aldea.

Pero ¿y Naruto?… no encontraba razones para que él insistiera tanto conmigo. Me había dicho que éramos como hermanos, aunque yo no estaba muy seguro. ¿Qué si yo le quería? sí. Pero no como hermanos ni amigos, era de una manera más… alarmante.

Mi afecto por él estaba a otro nivel del suyo, así que no podíamos estar bien conectados, por decirlo de una manera. Cuando me fui con Orochimaru, creí que podía cortar mi lazo con él antes de que fuera demasiado fuerte como para retenerme a su lado e incluso hacerme olvidar mi venganza, mi objetivo, mi motivación para seguir con vida. Aún así, el separarme de Naruto, fue tan doloroso como arrancarme una extremidad de cuajo. Pero, logré irme, a mi consideración, esa “distracción” había quedado en el pasado y no me sería un obstáculo nunca más.

Pero durante los siguientes tres años, lo único que me distraía de mis planes de venganza contra Itachi, eran los súbitos pensamientos que tenía de el dobe. Cómo habría sido mi vida en la aldea si me hubiera quedado, o si Naruto me hubiera detenido, tal vez podría haber podido conquistarlo y estar junto a él como a mí me hubiera gustado. Era ridículo, sí, pero era lo único que me mantenía medio cuerdo en los entrenamientos.

Pero la poca cordura que me quedaba, se fue al traste al enterarme de la verdadera historia de Itachi. Una ira ciega me llenó completamente, dejando olvidadas mis esperanzas de tal vez volver a la aldea y ser medianamente feliz. Todos ellos, todos y cada uno de ellos, vivían a expensas de Itachi y mía. Perdimos absolutamente todo lo que amábamos, y nos obligaron a soportar una carga demasiado pesada como para que no nos derrumbáramos a medio camino.

Y Naruto, era también parte de ellos, y, por más que me doliera, le odié también…

Pero, ellos no sabían nada, así que, aunque les tuviera un profundo rencor, no les incluí en mis planes. Sólo mataría a tres personas, descargando en ellas todo mi dolor y desesperación. Después Tobi me hizo saber que si atacaba a las cabezas de Konoha, los de más abajo se levantarían contra mí e intentarían detenerme, así que si quería vengar a mi hermano, tenía que prácticamente exterminar a todos los shinobi de La Hoja.

Maté a Danzou hace bastante tiempo y los consejeros murieron en batalla, aunque no fue por mis manos, así que no tengo ahora necesidad de matar a más gente. Ya no.

Suspiré con cansancio. Había meditado todo esto por mucho tiempo, y a la conclusión que había llegado fue: que soy una mierda de persona.

Y los otros eran unos completos idiotas por intentar salvarme, pues estaba demasiado torcido como para volver a enderezarme.

Volví a sentarme (dejarme caer sería una descripción más exacta) en la silla que estaba junto a la cama de Naruto y lo observé largamente. Había cambiado mucho desde que le conocí. Sus facciones ahora eran más afiladas y adultas, aunque aún conservaba ese aire aniñado y alegre que le caracterizaba. Seguía siendo más alto que él, pero Naruto se había vuelto más fornido que yo, aunque, creo que se debía más bien a que había dejado de comer debidamente y me encontraba en los puros huesos.

Deslicé mis dedos, más finos y delgados que nunca, por las costillas que se marcaban en la holgada camiseta de color verde obscuro que me habían prestado en el hospital. Mis pómulos se encontraban vacíos y dos profundos huecos se asentaban en mis mejillas, además de que me veía más pálido que de costumbre. Mis piernas y brazos de igual manera eran muy delgados y ya no tenían fuerza.

Había perdido mucha musculatura esos últimos meses, puesto que apenas si salía de vez en cuando para darme baños rápidos y volver inmediatamente al hospital,  lo que hizo preocupar a algunas personas, al menos a las que aún me tenían algo de afecto. Por ejemplo, Sakura.

Iba todos los días a la clínica  a vernos, pero sobre todo a asegurarse de que yo comía más o menos con decencia y regularidad. Siempre llegaba con una canastita de día de campo llena de frutas y verduras, bollos rellenos con frijoles dulces y carne, jugos y algunos postres de avena y arroz. Intentaba que comiera lo más posible, aunque el solo hecho de ver la comida me revolvía el estómago. Nunca me comía los bollos ni nada que fuera de harina o que contuviera carne, no me sentía capaz de siquiera mordisquearlo, menos digerirlo. Me limitaba a tomarme los jugos de frutas y comer algunas verduras con pequeños mordiscos.

Kakashi también venía muy seguido a vernos, siempre trayendo consigo una pequeña cesta llena de tomates, pues le constaba que eran mis favoritos y la única comida que yo nunca me negaba a probar.

Innumerables veces me había derrumbado frente al jounnin en muchos de mis ataques de furia, llorando y gritando hasta quedarme agotado y afónico, y siendo consolado y mimado por él después.

— Kakashi… —susurré con voz ronca y rasposa en uno de mis muchos episodios.

— ¿Qué sucede? —me preguntó con amabilidad, mientras me estrechaba más contra su pecho y acariciaba con gentileza mis cabellos y sobaba mi espalda, como si fuera un animalito herido. Alcé mi vista y me encontré con su rostro sin máscara.

En uno de mis ataques, comencé a gritarle cosas realmente estúpidas; como el reprocharle porqué siempre llevaba la cara cubierta, que qué podía estar ocultando tras ella y cómo alguien le podría tener la más mínima confianza si ni siquiera conocía su rostro.

Kakashi se había limitado a abrazarme con fuerza mientras yo gritaba obscenidades y lanzaba patadas y puñetazos para que me dejara libre. Pero no lo hizo. Soportó los golpes y los insultos sin dejar de acariciar mi espalda y tomar mi nuca con firmeza para que apoyara mi cabeza en su cuello. Al final me resquebrajé en sus brazos, llorando como un niño pequeño y aferrándome con fuerza a él, gimoteando que me odiaba a mí mismo y que hubiera sido mejor que me hubiera muerto hace mucho tiempo.

Me cargó con gentileza y se sentó en el alfeizar de la ventana, conmigo en su regazo restregando mi rostro rojo de los gritos y el llanto en su cuello. No dejó de acariciarme en ningún momento y se mantuvo así hasta que logré tranquilizarme. Cuando volteé para verle a los ojos y disculparme, se bajó la máscara y pude distinguir, por primera vez, una de sus sonrisas.

Puede que suene algo estúpido y extraño, pero el poder verle a la cara me tranquiliza de sobremanera, me hace sentir confiado, como si ese hombre de cabello plateado y sonrisa espontánea me pudiera proteger de todo.

— ¿Por qué hacen tanto por mí? —pregunté inseguro—. Tú, Sakura, Naruto… nunca lo he merecido y no creo que alguna vez vaya a hacerlo. —susurré.

La garganta me dolía como si la estuvieran raspando contra ladrillos de concreto ardiendo, pero intenté que mi voz saliera lo más clara posible.

Me miró largamente, algo sorprendido por la pregunta, pero al final sonrió con tranquilidad y me acarició el rostro.

— Porque eres una persona muy preciada para nosotros. —contestó con simpleza y seguridad, pero a la vez con cariño.

— ¿Pero qué he hecho yo para serlo? —reclamé alzando la voz, que sonó quebrada y áspera—. Que yo sepa alguien tiene que haber hecho algo muy grande para llegar de tal manera a las personas, y que hacer que se preocupen así por él. —gruñí sin estar convencido. 

— No entiendes, Sasuke… —susurró—. Cada uno de nosotros tiene un motivo para apreciarte como lo hace… yo, por ejemplo, a ustedes tres les estimo mucho, porque han sido los primeros alumnos que he tenido, y obviamente, van sido los mejores que tendré.

— Pero eso no me parece suficiente para que me cuides como lo haces. —le dije, frunciendo tanto el ceño que me dolía la frente.

— Pues… —dudó un momento, come meditando si decir o no lo siguiente—. Creo que te tengo especial afecto por ser un Uchiha…

— ¿Ser un Uchiha? —repetí incrédulo—. ¿Eso que tiene que ver?

— Mi mejor amigo, fue de tu clan… —dijo mirando la nada, con una sonrisita nostálgica y triste—, ¿recuerdas la prueba de los cascabeles? —asentí con energía—. Él fue quien me enseñó que, “aquellos que rompen las normas son llamados escoria, pero, aquellos que abandonan a un amigo…”

— Son peor que escoria… —completé con voz deprimida—. Por eso no deberían hacer esto por mí, les abandone, soy despreciable, un traidor, un…

—Nosotros no lo vemos así —me interrumpió—, a mis ojos al menos, eres el mismo niño de doce años, confundido y algo descarriado.

— Pero que tú así lo veas, no quiere decir que siga siéndolo —mi ceño no podía estar más fruncido—. Soy un ninja renegado, he estado aliado con Orochimaru y Akatsuki, he matado y herido gente, por mi culpa Naruto ha estado en cama sin despertar por casi tres meses, ¿cómo puedo ser el mismo niño de hace tres años?

— Cuando lloras, me lo demuestras… —dijo con una sonrisa paternal—. Me permites ver lo asustado y confundido que estás. Te muestras como realmente eres, cuando tu máscara de frialdad, odio y arrogancia se rompe.

Me quedé callado, observando fijamente sus ojos.

— El problema —prosiguió—, es que sólo unas pocas personas te han visto así...

— Y aunque me vieran, pensarían que estoy fingiendo, además de que en realidad son secuelas de mis ataques —hice una larga pausa—. No volverán a confiar más en mí.

— ¿Cómo lo sabes?

— Si fuera ellos, tampoco lo haría… —dije agachando la cabeza.

Recordar cómo ese trío se preocupaba tanto por mí me daba dolor de cabeza y nauseas. Dejé de explorar mis posos en las mejillas y las bolsas debajo de mis ojos y proseguí a deslizar mis dedos por la cara de Naruto.

Recorrí con los dedos sus pobladas cejas de cerdas doradas, sus largas y gruesas pestañas del mismo color, su recta y pequeña nariz, sus pómulos altos de mejillas algo regordetas, adornadas por tres marquitas zorrunas. Al final, quité la mascarilla de oxígeno por un momento, y me detuve en sus labios, carnosos y suaves, pero algo resecos y pálidos por apenas darle el sol.

Me sentía fatal. Él también había perdido algo de peso con el pasar del tiempo, aunque no tanto como lo había hecho yo. Junté mi frente con la suya, sintiendo su calor, que se extendió en cuestión de décimas de segundo por todo mi cuerpo, en forma de una poderosa corriente eléctrica.

Me quedé así por un largo rato, simplemente sintiendo su suave y cálida piel contra la mía, helada y sin vida, un despojo de un muchacho que alguna vez sintió como la sangre corría por sus venas con la adrenalina y la emoción por estar junto a la persona más importante que tenía.

Y que por su causa, esa persona estaba colgando de un hilo, luchando contra la muerte.

Pasé uno de mis brazos por su cuello y escondiendo mi cara en el hueco de su hombro, aferrándome a él con desesperación y necesidad. Dejé que mis lágrimas corrieran por mis mejillas, mojando la ropa de hospital que Naruto traía puesta, halando los cabellos de su nuca con fuerza y dejando marcadas mis uñas en su cuello. No pude evitar que lastimeros gemidos salieran de mi boca, necesitaba desahogarme con urgencia.

Volví a colocarle el respirador, mientras acariciaba anhelante sus mejillas. Repentinamente, fuertes temblores comenzaron a apoderarse de mi cuerpo, sacudiéndome como si fuese completamente insignificante. Tenía que alejarme de él rápidamente, y lo sabía.

Durante mis ataques de histeria más fuertes, herí a Kakashi, ya fuera por los golpes que le soltaba o porque comenzaba a arrojar objetos; inclusive había intentado matarlo con un Chidori, pero, al no poder pensar claramente, él podía esquivar con facilidad mis ataques y usar su sharingan para hacerme desmayar antes de que hiciera algo peor. Pero Naruto estaba inconsciente e indefenso.

Tantas veces me había pasado, que ya sabía reconocer los síntomas: mi mente se nublaba, comenzaba a sudar frío, un agudo pitido aparecía de la nada, comenzaba a sacudirme violentamente y me daban unas ganas incontrolables de gritar a todo pulmón y romper lo que estuviera a mi alcance.

Nadie, además de Kakashi y Sakura (que había llegado cuando tuve uno de mis ataques), sabía sobre mi condición. Ellos se lo habían callado porque les rogué, dejando mi orgullo de lado, que guardaran mi secreto, pues sabía que si llegaba a oídos de la Hokage, me apartarían de Naruto sin dudar.

Pero, a pesar de saber que podía hacerle daño, me aferré de nuevo con fuerza a su cuello, aspirando profundamente su olor, llenándome de una vitalidad y calidez ajenas, pero muy reconfortantes. Poco a poco me fui calmando, los temblores disminuyeron y pude pensar con algo de racionalidad.

Suspiré aliviado, recostándome en el pecho del rubio. Me quedé así por un momento breve, recuperándome del cansancio que me producía tener tales… experiencias. Los estragos más relevantes que le ocurrían a mi cuerpo con los ataques eran principalmente mentales, haciéndome quedar en un estado de sopor y modorra casi al instante.

Cerré los ojos y me subí a la cama para acostarme mejor, encima de Naruto, abrazándome cuidadosamente a su cintura. Mi cabeza se volvió ligera al igual que mi cuerpo, que se encontraba completamente relajado. Después de un momento así, cambié un poco mi postura: me recosté en su hombro y abracé su pecho, mientras con mis piernas aprisionaba su muslo derecho.

Me encontraba tan tranquilo, que apenas si me di cuenta cuando Sakura entró al cuarto y se sentó en la silla en la que momentos antes estaba yo. Volteé a verle con la vista algo desenfocada por el sueño, diciéndole con mi entrecejo arrugado y un pequeño gruñido que no tenía ganas de comer nada en ese momento, pues vi su canastilla. Ella rió bajito, dejó la pequeña cesta en la mesa de madera que estaba al lado de la cama y se inclinó para besarme una sien y acariciar un poco mi cabello.

Como respuesta, me acurruqué más contra el cuerpo trigueño a mi lado, dejándome mimar por las manos pequeñas y delicadas de mi compañera. Repentinamente, sentí como una mano más grande y cálida rodeaba mi cintura y acariciaba mi espalda baja y una de mis piernas. Suspiré ante el contacto, seguramente Kakashi había llegado y se puso a acompañar a la muchacha.

Pero, un grito ahogado salió de los labios la pelirrosa, que tiró la silla al ponerse de pie y retroceder con brusquedad. Volteé a verle confundido y alarmado, dándome la vuelta y soltando al rubio. Me incorporé un poco para verle mejor la cara.

Tenía las mejillas sonrosadas y sus ojos color verde brillantes y cristalizados, a punto de romper a llorar. Levantó su mano y señaló en la dirección donde estaba el rubio, a mí lado.

Sentí como el corazón se me detenía ¿acaso le había hecho daño al dormir a su lado?

Me quedé allí paralizado por unos instantes antes de voltear a ver, con el cuello muy tenso y el miedo pintado en mis facciones, el rostro que se suponía estaba durmiendo…


POV´s Naruto


 Me encontraba oculto en una bruma espesa y de color gris, apenas si podía ver medio metro delante de mis narices y ello comenzaba a desesperarme y aburrirme. Fruncí el entrecejo con fastidio y me puse de pie.

— ¡Kurama! —grité enérgico—. ¿¡Cuánto tiempo debo estar así!? ¡Quiero regresar ya a la aldea ‘tebayo!

La neblina se volvió de un color naranja brillante con tintes dorados, arremolinándose frente a mí hasta tomar la forma de un zorro del tamaño de un perro grande.

¡Cállate, mocoso! —gruñó exasperado—. No es fácil curar una herida de tal magnitud, ¡necesito mucho tiempo y esfuerzo aún con mi chakra! ¿Sabes? Nuestra vida sería mucho más fácil si dejaras de ENTROMETERTE en ataques que NO VAN DIRIGIDOS HACIA TI. —me reprochó.

— ¡Si no me hubiera metido ese bastardo hubiera matado a Sasuke! —exclamé escandalizado.

¡Pues así matamos dos pájaros de un Bijuu Dama! —rió cínicamente.

Puse los ojos en blanco ante su raro y espeluznante sentido del humor.

— En mi opinión matarías muchos más pájaros y una buena tanda de personas con un Bijuu Dama… —farfullé molesto por su indiferencia por la vida del resto de las criaturas—. ¡Pero ese no era el punto! ¿Te falta mucho para curarme ‘teba?

¿Por qué tanta desesperación por irte, mocoso?

— ¡Aquí es muy aburrido! ¡Además quiero saber si Sasuke se encuentra bien!

Como molestas… —se quejó—. El Uchiha está bien, más traumado, psicópata y lunático que de costumbre, pero está bien —me respondió.

— ¿Qué? ¿Cómo lo sabes? —me encontraba realmente confundido.

Mientras te mantengo aquí puedo… ¿cómo decirlo?... —hizo una pausa mientras meditaba, tomándose la barbilla con su garra en gesto pensativo—. Tomar posesión de tus sentidos por un momento breve, así que he visto al Uchiha acompañarte en el cuarto del hospital.

— ¿¡SASUKE HA VUELTO A LA ALDEA!? —grité emocionado.

No te alegres aún, Naruto —me advirtió severo—. No estoy muy seguro de que sea del todo fiable…

— ¿Eh?

No sé porqué, pero he visto que ha tenido arranques de ira… —susurró—, así como cuando aún no podías controlar MI CHAKRA, porque a mí no me controlas. —rectificó con voz altiva.

Yo miraba la figura de humo con curiosidad y nerviosismo.

— ¿A qué te refieres con arranques de ira? —pregunté con miedo y cautela—. ¿Ha herido a alguien ‘tebayo?

Ha llegado a hacer algunas heridas al tuerto de la máscara —comentó con indiferencia—, pero nada grave.

— ¿Te refieres a Kakashi-sensei?

¿El espanta pájaros? Ese mismo. —contestó con una sonrisa.

Me alivié al saber que Sasuke se encontraba bien, pero no podía confiar del todo en los estándares de “gravedad” de Kurama.

— ¿Qué es para ti nada grave? ¿Sin un brazo? ¿Muerto?

Cálmate mocoso, cuando digo que no es grave, quiere decir que no es grave y punto.

— ¡Pero es que…!

¡Está bien! Le ha hecho algunos moretones y gritado insultos, nada que no hubiera hecho antes el muy maldito, ¿contento? —me interrumpió enojado.

Bajé la vista, avergonzado por no haber confiado en la palabra del viejo zorro, después de todo, él me estaba salvando de la muerte.

— Gracias, Kurama. —agradecí de corazón y con una sonrisa bien grande.

Hmp… —gruñó aburrido—. Prepárate. —me advirtió con el mismo tono—, estás casi listo para salir de aquí.

—Muy bien. —exclamé decidido.

Un suspiró ronco salió de la garganta de Kurama, pero a mí me dio risa el pensar que parecía un maullido.

Me senté de nuevo, cruzando las piernas y observando como la nubecilla se deshacía y todo regresaba su frío y monótono color gris. Poco a poco el escenario se fue despejando, dejando ante mi vista el mismo lugar en el que había visto a mi padre y madre hace algo de tiempo. Observé con nostalgia el cuarto que parecía ser infinito, aunque no estaba del todo seguro de que lo fuera, pues nunca había intentado llegar al extremo de este. Fruncí el ceño intrigado, luego le preguntaría a Kurama sobre el asunto, ahora lo más importante era regresar a casa para ver a mis amigos. Pero sobre todo quería ver a Sasuke…

Me puse como un tomate al pensar en “mi Sasuke”, removiéndome incómodo y avergonzado en mi lugar. Hacía poco tiempo que había aclarado mi mente con respecto a lo que sentía por él, y por qué me resultaba tan indispensable en mi vida hasta el grado de ser doloroso, cuando tenía a muchos más amigos en ella. Entonces mi mente (con ayuda de Kurama, claro), procesó que seguramente significaba para mí más que un amigo. Pero aún no captaba del todo que era ese “algo” ¿un hermano? ¿un mejor amigo? (Kurama me golpeó, según él por ser tan idiota) ¿una… posible pareja?

Mis orejas comenzaron a arder cuando recordé lo explicito que había sido el zorro para “explicarme” que lo que sentía por él, era eso: “¡Joder! ¡Eres realmente frustrante, maldito mocoso! ¡Te lo quieres tirar y punto! ¡No hay demasiada ciencia en eso!”

Por supuesto, me quedé en blanco ante la “revelación” que Kurama me dio. Nunca había pensado en Sasuke de esa manera, o al menos, no lo había hecho conscientemente.

“¿Le quieres?”

“Sí” 

“¿Qué tanto le quieres?” 

“Como para dar mi vida por él”

“Más te vale que no lo hagas, que si te mueres yo me voy contigo” 

“¿Eso es una confesión?” 

"Muérete, jodido niñato!” 

“¡Jajajajaja!”

Más o menos así había ocurrido. Pero al final, después de una entrevista extensiva en la que recibí muchos golpes por parte del zorro, mi mente finalmente asimiló que lo que realidad sentía por mi moreno mejor amigo era amor.

El eco de un gruñido resonó en el espacio, sobresaltándome.

Saldremos rumbo a Konoha en unos minutos. —anunció.

— “Pasajeros con destino al mundo real, favor de presentarse a la sala doce. Repito, favor de presentarse a la sala doce”. —me burlé de él.

¿Quieres que te deje aquí por el resto de tus días? —me amenazó, apareciendo entonces la misma figura de humo de Kurama a mi lado.

— Que mal sentido del humor tienes ‘tebayo… —dije haciendo un puchero.

Maldita sea, nunca vas a cambiar.

— Eso es bueno, ¿o no?

Si quieres conquistar a tu dama, no lo es.

— ¿Cuál dama? —reclamé confundido.

“¿Cuál dama?” —me imitó con voz chillona—. ¡Claro que el Uchiha, idiota! ¿Quién más?

— ¡Sasuke no es ninguna dama! —reclamé molesto.

¡Oh! Así que ya tienes claros tus gustos, galán.

— ¡C-cállate! —puede que ya fuera consciente y admitiera abiertamente lo que sentía por mi amigo, pero eso no evitaba que me avergonzara un poco cuando Kurama se mofaba—. ¡Digo que no podría ser nunca una dama, aunque fuera mujer! ¡Es un completo salvaje, dattebayo!

Así que te gustan los agresivos, ¿eh? Grrrrrr

— ¡NOOOOOOO! ¡No quise decir eso!

WUAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAAA

— ¡NO ES DIVERTIDO! —le grité rojo, no estoy muy seguro de si era de vergüenza o de coraje.

Ya, ya, tranquilízate ¡pero sí es muy divertido joderte la existencia! Ya entiendo porqué el Uchiha lo hacía todo el tiempo.

— ¡Cierra el hocico!

“Que mal sentido del humor tienes…” —me arremedó imitando mi puchero.

— Maldito zorro pervertido… —refunfuñé.

Que estuvieras tanto tiempo con Jiraiya tuvo sus consecuencias, tanto en ti como en mí. —contestó con simpleza.

Me deprimí al pensar el Ero-sennin, pero Kurama tenía razón. Después de ser el discípulo del peliblanco, hubo algunos “efectos secundarios” en mi personalidad, así que, aunque odie admitirlo, me volví casi, repito, CASI tan pervertido como él. Yo borré ese aspecto en mí cuando decidí que quería tener una relación seria con Sasuke una vez que volviera a la aldea (eso si resultábamos vivos de la guerra), pero como Kurama sabía todo lo que yo pensaba y hacía, él quedó marcado de por vida.

— Pero podrías hacer tan siquiera un mínimo esfuerzo en dejar de lado esos comentarios raros ‘teba. —me quejé.

¡Oye! Tú vas a tener al Uchiha como pareja para satisfacer tus “antojos” —me puse AÚN más rojo al imaginarme eso, aunque la idea no me desagradaba en lo absoluto—, pero por si no te has dado cuenta, YO estoy aquí CONFINADO a menos que me dejes salir un momentito… —dijo con voz lastimera fingida—. Aunque, si no te molesta compartirlo, podría ir borrando poco a poco…

— ¡Ni siquiera lo pienses! ¡Sasuke es mío y de nadie más!

El zorro me miró con burla y socarronería. Obviamente, el síndrome de cara de tomate me llegó con todas sus fuerzas

—E-este… y-yo no quise decir… q-que… bueno… —tartamudeé como idiota al darme cuenta de lo comprometedor que fue mi comentario. 

No intentes explicarme, mocoso —rió—. Supongo que cuando se escoge a su hembra lo más natural es celarla.

— ¡Deja de hacer esos comentarios!

Que aburrido eres… -gruñó bajando las orejas como un perrito que acabara de ser regañado—. Pero eso ya no interesa, ya estas completamente curado, así que te puedo volver a mandar a tu cuerpo.

— ¡Al fin! —exclamé alzando los brazos dramáticamente, intentando que el zorro no viera mi evidente alivio al dejar esa plática.

Una cosa más —dijo antes de desaparecer—, la próxima vez que veas al Uchiha en peligro, deja que se muera, que es muy cansado tenerte así por tanto tiempo.

— Ni si quiera lo consideraría. —respondí cruzándome de brazos y piernas.

En ese caso, cuídalo como si tu vida dependiera de ello. —escuché el débil eco de su voz antes de que todo se volviera blanco.

— Es que si lo hace… —susurré a la nada.

La nube de la que estaba hecho el cuerpo del demonio, se deshizo en un sonoro estallido, nublándome de nuevo la visión. El aire se volvió poco a poco más denso, dificultándome el poder respirar.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas y caí de espaldas, sintiendo como la extraña sensación de flotar de ese cuarto se desvanecía, y en su lugar, aparecieron las frescas sábanas en las que me encontraba acostado. Sentía una fuente de calor a un lado mío, un cuerpo pequeño y muy delgado, pero no podía enfocar bien de quien se trataba, pues mis ojos daban vueltas sin control en sus cuencas y, de igual manera veía lucecitas de colores por todos lados. 

Cerré con fuerza mis párpados para espabilar, y poco a poco, mi vista se volvió mejor, pudiendo enfocar a la persona que estaba recostada junto a mí (o más bien encima de mí).

¡Era Sasuke! ¡MI SASUKE estaba acostado junto a mí ABRAZÁNDOME!

Me sentía increíblemente eufórico al verle el rostro y sonreí ampliamente. Rodeé con mi brazo derecho su cintura, lo que le hizo soltar un suave suspiro. No pude evitar que mi sonrisa se ensanchara y deslicé mis dedos por su cuerpo, sorprendiéndome de lo marcadas que estaban sus costillas y el hueso de sus caderas. Estaba increíblemente delgado, además de que apenas si pesaba algo.

— ¡Ahhhhh! —escuché un grito a mi lado. Sakura-chan. No me había dado cuenta de su presencia hasta ahora, mis sentidos debían de estar muy oxidados.

Sasuke reaccionó al grito, girándose bruscamente y deshaciendo nuestro abrazo para ver mejor a nuestra compañera de equipo. Sus ojos color jade se llenaron de lágrimas de alivio, además de que sus mejillas y nariz se pusieron rojas. Me erguí un poco, lo suficiente para verle por encima del hombro de mi moreno.

Me señaló con el dedo índice, cerrando los ojos con fuerza y dejando que las lágrimas corrieran libres.

Sasuke se quedó congelado en su lugar, con los hombros cuadrados y muy tensos. Un suave escalofrío le recorrió el cuerpo, sacudiendo un poco la cama en la que los dos nos encontrábamos acostados segundos antes.

Su cuello estaba muy rígido cuando volteó a verme y sus ojos negros reflejaban miedo y preocupación cuando me encontré con ellos. Nos quedamos estáticos, observando atentamente al otro.

Entonces pude notar lo mucho que había adelgazado: sus mejillas ahora eran dos posos en su cara, su cuello, hombros, brazos y piernas eran demasiado delgados, mucho más que los de una chica, y sus costillas se marcaban de manera horrible en la camiseta que llevaba.

Me sentí a morir. ¿Cómo le había sucedido eso a mi teme? ¿Le habrían estado negando la oportunidad de comer para quedarse en la aldea? ¿O le encerraron en confinamiento hasta que se encontrara en ese estado para darle un escarmiento?  Fruncí el entrecejo molesto, cualquiera que hubiera osado el siquiera levantarle una mano, se las vería conmigo, no importaba quien hubiera sido.

Pero eso no podría haber sido posible, me dije a mí mismo. Sakura-chan y Kakashi-sensei nunca hubieran permitido que le hicieran algo malo, de eso estaba seguro.

Entonces, ¿qué le había sucedido?

Sasuke saltó con una agilidad increíble de la cama, echando inmediatamente a correr hacia la salida. Me asusté ante su repentina acción ¿acaso estaba volviendo a huir?

Ese pensamiento me asustó y me hizo tratar de incorporarme completamente para ir a alcanzarlo, pero entonces me di cuenta de que tenía una mascarilla y varias intravenosas. Gruñí molesto, y arranqué de un tirón la máscara, rompiendo el elástico que la sujetaba atrás de mi cabeza, y la arrojé a un lado. Iba a hacer lo mismo con los delgados tubos de plástico que se adentraban en mi piel, hasta que las manos de Sakura-chan me detuvieron.

Le observé con enojo, exigiéndole una explicación por la que no fuera a traer otra vez a Sasuke. Ella se limitó a plantarme un beso muy suave en la mejilla y darme un abrazo corto. Cuando se separó de mí, negó con la cabeza, sonriendo ampliamente y revolviendo mi cabello.

Entonces, Tsunade oba-chan entró corriendo a la habitación con lágrimas en los ojos, seguida de Shizune y otras enfermeras, además de mis senseis (Kakashi e Iruka). Incliné un poco la cabeza hacia un lado, preguntándome cómo se habían enterado tan rápido que ya había despertado, hasta que Sasuke entró con la cabeza gacha y se apoyó en el marco de la puerta.

¡No había huido de mí! Al contrario, había ido a avisar al resto de mi regreso. Quise levantarme para dirigirme hacia él, pues me habían entrado unas enormes ganas de abrazarle, pero los brazos de la abuela me detuvieron y me obligaron a recostarme.

— ¡Hey! —gritaba pataleando para liberarme—. ¡Estoy completamente bien! ¡No necesito que me sigan teniendo aquí ‘tebayo! —sentí como comenzaban a desnudarme—. ¿¡Qué están haciendo!? ¡Suéltenme! ¡No quiero seguir…!

— ¡Silencio, Naruto! —me regañó la oba-chan, dándome un fuerte coscorrón en la cabeza que casi me deja knockeado.

— ¡Tsunade-sama! —gritaron Sakura-chan y Shizune al mismo tiempo.

— ¿¡Quién demonios te crees que eres, maldita vieja borracha!? —escuché como Sasuke gritaba furioso, a pesar de que casi entré nuevamente en estado vegetativo—. ¡Acaba de salir de un coma! ¿¡En serio eres médico!?

— ¡Soy la Quinta Hokage, mocoso Uchiha! ¡YO HAGO LO QUE SE ME PEGA LA REGALADA GANA! Si considero que desmembrar con un kunai oxidado el cuerpo de un paciente mío es lo mejor ¡así se va a hacer!

— Este… Godaime —la llamó Kakashi-sensei—. No creo que fuera lo más apropiado ni inteligente golpear a Naruto cuando está tan delicado…

¿Me estás retando, Kakashi? —susurró con voz de ultratumba.

— N-no, claro que no ¿cómo cree que yo sería capaz de…?

— Pues yo sí te estoy retando —gruñó Sasuke, impaciente—. ¿qué clase de médico eres? ¿No habría sido mejor simplemente decirle que se quedara quieto?

— ¡Así lo hice! —reclamó enojada.

— ¡Le gritó que guardara silencio y luego le sacó el cerebro por la oreja de un golpe! —contrarrestó enojado.

La abuela se quedó callada, sonrojada, pero más furibunda que antes.

— ¡Y-yo sé lo que hago! ¡No necesito que me digas cómo realizar mi trabajo! —gritó volviendo a arrojarme a la cama cuando me estaba reincorporando para estabilizar mi cabeza, que daba vueltas sin control.  

— Tsunade oba-chan —susurré mareado—, a este paso si hará que vomite mi cerebro ‘tebayooooo… —gemí.

— Tú no te metas. —me ladró mientras terminaba de desvestirme hasta dejarme en ropa interior y poder revisar mis signos vitales con cara de absoluta concentración. Sakura-chan y Shizune se acercaron a ayudarle, mientras que las otras enfermeras se quedaban al margen de la situación. Cuando me pidieron que me pusiera de pie e hiciera algunos ejercicios, sentí cómo mis músculos se resentían y mis huesos crujían dolorosamente.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la guerra? —pregunté mientras me ponía la ropa de hospital nuevamente, dando la espalda al resto. La verdad es que, donde me encontraba, no sentía el pasar del tiempo y mucho menos lo que ocurría a mí alrededor. Todos guardaron silencio—. ¿Qué sucede? ¡Alguien dígame algo ‘tebayo!

— Tres meses —escuché la voz seca de Sasuke a mis espaldas, aún recargado en el marco de la puerta y con la mirada perdida y los labios apretados—. Hace tres meses que todo terminó y tú estás postrado en una maldita cama… —susurró mientras se enderezaba y hacía amago de irse de la habitación.

— ¡Sasuke! —exclamé y corrí hacia él, sosteniéndole del brazo con la poca fuerza que podía ejercer en ese momento.

— ¿Qué? —pregunto escuetamente, girando su rostro para no verme la cara. Fruncí el entrecejo y reforcé mi agarre, arrastrándole dentro y obligándole a sentarse en una silla de un empujón.

— Pueden salir un momento —se supone que sería una petición, pero pareció más bien una orden—. Necesito hablar con él.

— De ninguna forma —me respondió oba-chan—, no te dejaré solo con el Uchiha cuando apenas si puedes moverte bien.

— No es como si fuéramos a pelear —repliqué mirándola a los ojos—. Además de que me encuentro en mucho mejor estado físico que él ‘tebayo. —un gruñido que salió de los pálidos labios de mi amigo pareció confirmar de mala gana mi afirmación.

Ella pareció dudar, mirando con odio a Sasuke, pero Kakashi-sensei intervino:

— Si Sasuke hubiera querido hacerle daño a Naruto, entonces lo habría hecho cuando estaba inconsciente.

— ¡Pero los anbus lo vigilaron todo el tiempo, así que no habría podido hacer nada! —replicó alterada.

— Ninguno hubiera llegado a tiempo si  se hubiera propuesto matar a Naruto —respondió con mucha calma—. Aun en las condiciones que está, Sasuke es mucho más fuerte que cualquiera de tus anbus, y lo sabes perfectamente, al igual que todos en esta habitación.

Tsunade se mordió el labio inferior, manchando sus dientes blancos con el labial color carmesí, y apretó con rabia los puños poniendo sus nudillos blancos como el papel, pero se resignó un rato después. Nos lanzó una mirada de advertencia a mí y a mi compañero y salió pisando fuerte de la habitación, dejando unas profundas grietas en las baldosas blancas. El resto suspiró, tal vez de alivio tal vez de cansancio, y salieron detrás de ella en una fila ordenada.

El último en salir fue Kakashi-sensei, que nos guiñó con complicidad un ojo (su único ojo visible), sacándome un notorio sonrojo, pero Sasuke ni se inmutó. Eso me colmó la paciencia ¿qué demonios sucedía con él?

— ¿Qué es lo que quieres? —dijo después de un largo rato de silencio.

Una atmósfera muy tensa se posó sobre nosotros. Suspiré y me senté en el colchón, escondiendo mi cara entre mis manos.

— … —no le respondí, me sentía dolido y  algo frustrado.

— Si no tienes nada que decir… —se puso de pie después de unos minutos sin respuesta de mi parte—. Entonces creo que…

— ¿Por qué has regresado? —no pude evitar preguntarle finalmente.

— … — se quedó congelado a medio andar, volteando a verme, incrédulo.

— ¿Y? —le reté, imitando su manera cortante de hablarme.

— Yo… —dudó un instante—, simplemente me aseguraba de que no te hubieras muerto. —escupió, desviando la mirada y frunciendo el entrecejo.

— ¿Para qué? —volví a inquirir destapándome la cara—. ¿No soportabas la idea de que fuese alguien más el que me matara? —a esas alturas, mi nivel de tacto era de cero, además de que me encontraba enojadísimo con él.

— ... —se limitó a mirarme a los ojos, con una expresión triste y herida.

— Así que acerté, ¿eh? —reí con amargura y sarcasmo, dejándome caer de espaldas a la capa.

— No… —susurró casi inaudiblemente—. No es verdad. —elevó la voz repentinamente

— ¿Entonces cuál es la verdad?  No creo que haya sido tu estima por mí o la aldea ‘teba  —gruñí sonriendo de lado—. Ambos sabemos de tu preciado odio es lo único que te rige e interesa, es cómo te has vuelto mucho más fuerte y que ya no nos necesitas, que sólo somos un estorbo para tus dichosos planes de venganza. —dije con veneno.

Quería herirlo, lo suficiente como para que entendiera cómo era que sus palabras me afectaban, al igual que su ida de la aldea y su posteriores acciones. Pero cada una de esas palabras me dolía a mí también, recordándome el cómo le perdí y mi fracaso al tratar de salvarlo, haciéndome sentir como si el culpable de todo fuera yo.

— Eres un idiota —bramó con voz ronca, mientras cerraba con fuerza las manos en forma de puños, provocando que sus nudillos crujieran—, un gran y verdadero Usuratonkachi…

—Je… ahora resulta que el Sasuke de antaño a regresado —me burlé—, ¿acaso extrañabas tanto insultarme y rebajarme? ¿Tan insoportable era no tener a un perrito faldero que te diera la satisfacción de ir a por ti una y otra vez a pesar de todo ‘tebayo? Disculpa que rompa tu dulce y retorcida ilusión, pero yo no…

No pude terminar de hablar, pues recibí un fuerte golpe en el estómago, que me obligó a incorporarme de la cama por la repentina falta de aire. Me abracé a mi mismo por mero reflejo, dejando salir un sonido que era una mezcla de un grito, un jadeo y un gemido. Cerré con fuerza los ojos, recuperándome de la impresión y el dolor y finalmente le encaré con la rabia pintada en cada una de mis facciones.

— ¿¡Qué demonios tratas de…!? —nuevamente un golpe contundente se dirigió a mi cara, partiéndome el labio inferior y sacándome sangre.

— ¡Cállate de una buena vez! —gritó con los ojos muy abiertos y las mejillas y nariz enrojecidas de la ira—. ¡No tienes idea de cómo han sido estos malditos meses! ¿Sabes cuán preocupado estaba? ¡No me habría perdonado si hubieras muerto!

— ¡Tú mismo intentaste matarme! —aullé devolviendo el golpe. Se tambaleó, dando unos pasos hacia atrás y cayó de espaldas al suelo, quedándose allí durante un momento, sentado y con el flequillo ensombreciendo su cara.

— No es verdad… —gimió cuando el llanto no pudo ser detenido—. No es… —violentas arcadas azotaron su anímico y delgado cuerpo en bruscas sacudidas, mientras un concierto de hipidos y fuertes lamentos hizo presencia. Mi corazón se detuvo por un segundo ¿tanto lo había dañado como para hacerle llorar así?

— ¿Qué sucede? —le pregunté preocupado—. Sasuke, no quería decir lo que dije, yo jamás querría hacerte daño… —hice una muy larga pausa, en la que pareció no reaccionar a mis palabras.

Así pasaron algunos minutos, sin dirigirnos ni siquiera una mirada, con el silencio roto solamente por sus sollozos y múltiples escalofríos. Cuando se tranquilizó un poco y dejó de temblar, continué con voz suave y tranquilizadora:

— Yo siempre voy a procurar que estés a salvo, sin importar lo que me cueste. Voy a ir por ti todas la veces que sean necesarias para salvarte, me da igual la opinión del resto y te lo he demostrado —me detuve un momento, mordiéndome la lengua—, porque estoy seguro de que sabes que yo te…

Un grito desgarrador salió de su boca, dejando mi repentina confesión flotando en el aire, inconclusa. Corrí hacia él con desesperación y me puse en  cuclillas a su lado, abrazándole contra mí. Las convulsiones comenzaron a volverse más y más frecuentes y violentas, sacudiendo su frágil cuerpo. Intenté ponerlo de pie, pero me dio un manotazo, rechazándome con un nuevo grito y cayendo de nuevo al suelo.

— ¡Muérete! —chilló con voz aguda e histérica—. ¡O aún mejor! ¡Mátame de una jodida vez! ¿Qué no te aliviaría eso a ti y tu maldita existencia? ¡Pues hazlo! Después de todo ¿quién va a querer que un hijo de puta como yo esté aquí? ¡Hazle un favor a esta aldea de mierda y acaba con mi miserable vida! —gritaba con los ojos desorbitados y riendo desde el suelo, aún con las lágrimas en su rostro.

Me quedé en mi lugar, de pie, petrificado, aturdido, pero por sobre todo, con un sentimiento indescriptible de culpabilidad.

— Anda, no seas tímido —se mofó con ojos crueles—. ¡Oh! ¿Preferirías que más gente lo presenciara? ¡Pues vamos a la plaza! ¡A la Torre del Hokage! ¡A donde tú desees! ¡Qué todos vean a su héroe! —se puso de pie y dio ágiles vueltas alrededor mío—. ¡Celebremos, cantemos, bailemos, bebamos todos! ¡Uzumaki Naruto ha acabado con ese traidor y desertor! ¡Qué felices van a ser cuando...!

— ¡Basta! —grité, sin poder soportar un solo segundo más de aquello—. No sigas…

— ¡Oh! ¿es qué acaso algo le molesta, señor Uzumaki? —dijo con una falsa voz de respeto y admiración—. ¿Qué puedo hacer yo por usted? ¡Lo que quiera le será concedido! ¡Si por eso es nuestro...!

Le asesté tal puñetazo que salió despedido hacia atrás, chocando contra la pared de cemento. Un rugido salió de su boca cuando su cabeza también recibió parte del impacto, deslizándose hasta el suelo después. Gruñó ante las punzadas de dolor en su cabeza, que había comenzado a sangrar a borbotones, manchando de un color más obscuro la playera verde que portaba.

Avancé hacia él con paso de elefante, dejando, al igual que oba-chan, posos con amplias fisuras en el embaldosado. Descargaba mi ira en cada una de mis zancadas, intentado regular mi respiración y los temblores de mis manos. Me detuve a menos de medio metro de donde se encontraba, con una mirada furibunda y apretando mucho los dientes. Al ver mi entado, sonrió de lado y se irguió un poco.

— Vamos… —siseó con sorna. Me sentí asqueado, pues por un momento me recordó a Orochimaru—.  No te retractes ahora… es más, me harías un gran favor al acabar con la vida de este perro —escupió con veneno impregnado en cada una de sus palabras—. ¿No querías salvarme de mí mismo? ¿¡Pues qué mejor manera que esta!? ¡Hazlo ahora! ¡Salva a tu adorada aldea una vez más! ¡Tú, héroe de héroes! ¡Quedas absuelto de toda deuda que tengas conmigo! ¡Olvida la puñetera promesa que le hiciste a Sakura de protegerme! —¿cómo demonios de había enterado de eso?—. ¡Sólo termina con esto! ¡Hazme el favor de mandarme al infierno para que me pudra en paz! ¡Pero hazlo de una puta v-!

No se me ocurrió otra manera de callarlo, al menos no en ese momento.

Sus labios se sentían fríos, resecos y agrietados contra los míos, no eran como los recordaba, no se parecían a lo que probé en nuestros besos accidentales anteriores. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, y por acto reflejo intento echarse hacia atrás para apartarse de mí. Tomé su nuca con fuerza, enredando mis manos en sus cabellos, que estaban sucios y pegajosos por la sangre que emanaba la herida de su cabeza, evitando de esa forma que escapara de mi repentino y forzado beso.

Una curiosa calma se fue extendiendo por mis venas con cada segundo que tenía nuestros labios unidos, a pesar de que fuera un beso frío, amargo y lleno de dolor. Pero me demostraba que Sasuke estaba a mí lado, que era tangible y estaba a mi alcance, que tenía la oportunidad de que todo volviera a ser tan siquiera una mitad de lo que era antes de su huída.

Después de unos momentos de lucha sin frutos de su parte para separarnos, se rindió y me permitió seguir con esa simple, triste y penosa caricia. Me di el lujo de cerrar los ojos y suspirar tranquilamente, dejando caer mis manos hacía sus hombros y palpar su clavícula con dedos inseguros y temblorosos, recorriendo los marcados huesos con cuidado y lentitud, como si pudiera romperlo en miles de pedazos con un movimiento brusco. Deslicé las yemas de mis dedos por toda la extensión de su brazo, notando que su piel continuaba siendo tan suave como en mis memorias, a pesar de su notable pérdida de peso.

Cuando ambos nos relajamos lo suficiente como para continuar, profundice el beso con lentitud y le abracé, provocando que un leve estremecimiento le sacudiera debajo de mí. Deslicé mis manos por debajo de su camiseta, rozando su abdomen y pasando a dar suaves besos en sus párpados, frente y mejillas, con infinito cariño. En seguida me escurrí a su dorso, delineando en cuidadosas caricias sus costillas y vértebras, mientras saboreaba  sus pómulos vacíos y su afilada mandíbula. Fui deslizando mi lengua por todo su cuello, dejando señales rojizas a toda extensión de piel que estuviera a mi alcance, mientras continuaba sobando su reverso. Gruñí sobre su garganta al sentir las profundas cicatrices que marcaban su espalda, dejando despreciables rastros en esa piel que debería encontrarse inmaculada.

Él simplemente se quedó quieto, con los ojos fijos en la nada y la mirada inexpresiva, dejándome hacerle lo que me viniera en gana. No gemía, no suspiraba, no reaccionaba ante nada que yo hiciera, había dejado de temblar y se mostraba igual de quieto y manejable que un muñeco. Me detuve al notar que me ignoraba, sacando mis manos de debajo de sus ropas y cargándole hacia la pequeña cama.

Lo recosté y besé su frente, para después sentarme a su lado en una pequeña silla de madera. La sangre comenzaba a llenar las almohadas con una velocidad alarmante, así que rasgué parte de mi camisa e hice una venda improvisada para detener la hemorragia.

— Idiota —gruñó cuando pude detener de forma más o menos decente el sangrado—, si tanto remordimiento te causaba matarme directamente, hubieras dejado que me desangrara. —dijo con ironía.

— El idiota aquí es otro ‘tebayo —sonreí levemente poniendo los ojos en blanco—, vaya cinismo el tuyo, teme. Debería estar prohibido poder hablar tan a la ligera de la muerte “ya te pareces a Kurama”. —pensé para mis adentros.  

— Hmp… —fue el único sonido que pude sonsacar.

Un nuevo y embarazoso silencio volvió a reinar en la habitación. Sasuke me miraba fijamente, como queriendo leer que era lo que pasaba por mi singular cabeza y averiguar el porqué había actuado como lo hice (no es muy normal que digamos que en medio de una pelea, y menos de tal intensidad, besara a mi amigo en la boca y después me pusiera a toquetearlo), pero en ese instante, mi mente estaba hecha tal caos, que ni yo mismo podía entenderme del todo.  Así que, la mejor solución que se me ocurrió para apartar su mirada inquisitiva, fue desviar el tema un poco.

— Teme bastardo —me quejé de la nada—, ¿por qué siempre me contestas con un “hmp”? ¿qué se supone que significa eso? ¿sí? ¿no? ¿tal vez? ¿no me interesa? —repliqué con un puchero—. Es muy grosero no contestarle correctamente a la gente ‘tebayo. Así jamás voy a poder…

— ¿Cómo es posible que me puedas hablar con tanta naturalidad con lo que acaba de pasar? —me interrumpió, hablando atropelladamente, mientras se incorporaba hasta quedar sentado—. ¿Cómo es que no te encuentras ni un poco afectado?

Mi puchero se deshizo, para formar una sonrisa melancólica.

— ¿De verdad crees que no me encuentro ni un poquitín de alterado ’tebayo? —pregunté en voz baja—. Creo que de los dos, yo soy el que se encuentra con la con las ideas más revueltas…

— ¿Entonces por qué no lo demuestras? —casi gritó, frunciendo el ceño—. Pareces tan tranquilo y actúas casual de después de que… de que… —cerró la boca de golpe. Estoy seguro de que si no hubiera sido por la pérdida de sangre, su cara habría estado sonrojada.

— ¿De qué? —fingí inocencia.

— Usuratonkachi… —bufó, quitándose un mechón de la frente.

No pude reprimir una gran sonrisa. El que me hablara como antes, hacía que mi felicidad se hinchara con un globo.

— Teme… —susurré sin borrar la sonrisa—. Mi teme…

Me incliné ligeramente hacia adelante, rozando nuestras narices y juntado las frentes. Un rubor casi imperceptible (claro que era visible para alguien que no le quitaba los ojos de encima ni un segundo), tiñó su mejillas.

— Te ves tan lindo sonrojado ‘tebayo. —comenté casi sin dame cuenta. Tal vez no fue tan buena idea golpearlo, me habría encantado poder admirar su cara tan roja como una de esas verduras que tanto le gustan.

— C-cállate. —tartamudeó con los nervios a flor de piel y los ojos muy abiertos.

— Que bipolar eres, teme —me carcajeé—. A veces pienso que hay diferentes Sasuke’s, es muy difícil tratar a cada uno por separado ¿sabes? Creo que sufres de un trastorno de personalidad múltiple —entonces hice una pausa, tomando mi barbilla en actitud pensativa—,  o tal vez sólo eres algo Tsundere…

Se separó con rapidez de mí, y, antes de poder siquiera reaccionar, una fuerte colleja impactó en mi nuca, haciéndome gemir de dolor de una manera demasiado aguda para mi gusto. 

— ¡Usuratondobe! —bramó con las mejillas de un suave color carmín.

— ¡Itaeeeee! ¿¡qué demonios sucede contigo, Sasuke-teme!? —reclamé con lagrimones en los ojos.

— ¡Todavía preguntas! —entonces recibí de improviso un nuevo golpe—. ¡No hagas esos comentarios extraños!

— ¿Eh? ¿qué tienen de raros? —pregunté, ladeando la cabeza.

Otro atetando contra mí integridad física intentó alcanzarme, pero pude esquivarlo a tiempo, gracias a Kami-sama y, por supuesto, a mis reflejos dignos de cualquier líder, héroe e ídolo de una  de las aldeas, o más bien debería decir La Aldea, más poderosa de todas (¡que modesto soy!).

— Idiota…

— Bastardo.

— ¡Perdedor!

— Amargado.

— ¡Inútil!

— Aburridooooo~

Entonces le saqué la lengua en un gesto infantil, sonriendo divertido por su seño fruncido y su leve (casi invisible) puchero.

— ¿Ves? Es fácil dejarse llevar, por más tensas o dolorosas que sean las circunstancias… —susurré, sonriendo con nostalgia—. Así ha sido siempre contigo, Sasuke. De alguna manera logras sacar mi lado más espontaneo y algo idiota, y lo peor del caso es que los haces sin siquiera poner el más mínimo esfuerzo ‘tebayo.

— Lo espontaneo tal vez sea cierto, pero lo idiota ni a golpes te lo quito. —se atrevió a decir con una sonrisa de lado.

— ¡Teme! —reí con ganas, volviendo juntar nuestras frentes.

A pesar de todo, su contacto seguía siendo cálido, reconfortante… necesario. Suspiré, algo agotado por los fuertes cambios emocionales que había experimentado ese día y los drásticos estropicios que habían hecho en mi pobre y rubia cabeza.

— Naruto… —susurró con voz nerviosa—, y-yo…

— ¿Hm? —pregunté cerrando los ojos y disfrutando del contacto de nuestra piel.

Le escuché tragar saliva ruidosamente y murmurar algo inteligible antes de que nos separara nuevamente y me observara directamente  los ojos.

— Escucha con mucha atención, que esto sólo lo diré UNA vez en lo que me reste de existencia, no importa cuánto me lo pidas, supliques, ordenes o amenaces. NO VOLVERÁS A OÍR ESTO SALIR DE MIS LABIOS. —remarcó con voz firme.

Mi corazón dio un vuelco en ese instante. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios mío!

¡Se me iba a declarar! ¿Qué tan emocionante es que el señor “mi-puñetero-orgullo-está-antes-que-todo-lo-demás-a-escepción-de-mi-hermosísima-venganza” Uchiha te confesara su amor? Pues, les responderé clara y concisamente. MUCHO.

Jugarretas de mi cerebro no tardaron en llegar, llenando mí atareada, confundida, y ¿por qué no? emocionada mente de cursis escenas en las que Sasuke estaba más hermoso de lo usual (y eso ya era mucho decir, claro que en mi mente tenía un poquito más de musculatura), ataviado de unos kimonos blancos, adornados con hermosas flores de color azul y plateado y, curiosamente, muy exhibicionistas; y en los que yo era un fuerte, fornido, atractivo, masculino e increíblemente apuesto rubio, de voz grave, aterciopelada y atrayente y un cuerpazo que a cualquiera le daría envidia.

Tan concentrado estaba en mis fantasías en las que desvirgaba a Sasuke, que no me di cuenta de que mi amigo seguía junto a mí, pasando su mano frente a mi cara con gesto molesto.

— ¡Usuratonkachi! ¡Hazme caso!

— … —¡ya estaba en la mejor parte de mi cine porno mental!

— … —una venita a punto de reventar apareció en la frente de Sasuke.

— … —y yo seguía tirándomelo en mi imaginación…

— … —otra vena.

— … —¡y un cambio de escena! Esa habitación completamente roja tenía una pinta muy interesante…

— … —tres venas más.

— … —¡y de repente estábamos en el baño! Ya quería saber para que iba a usar ese jabón.

— … —parecía que tenía el byakugan de tantas venas en su cara.

— … —¡ahora Sasuke estaba vestido de tazón de ramen! Seeeehhh… que buen sueño.

— ¡Quita esa estúpida sonrisa, imbécil! —gritó con el sharingan activado. Un golpe que casi me saca los ojos de sus cuencas impactó en mi cabeza, dejando un brillante chichón carmesí.

— ¡ITAAEEEE! —y todo se esfumó cual kage bushin mal hecho—. ¡Eso dolió, teme!

— ¡Ese era el punto, dobe! —me reprochó con el ceño fruncido—. ¡Necesito decirte algo muy importante y tú estás pensando en sabe que cosas!

— ¡Es verdad! —exclamé—. Dime qué es, Sasuke. —le pedí, o más bien exigí, con cara de absoluto interés y concentración.

— Pues... —desvió su rostro, pero continuó uniendo nuestras miradas—. Yo… sé que a ti, a Kakashi, a Sakura y al resto les he causado muchos problemas y sufrimiento —¿eh? ¿qué clase de confesión era esa?—, pero eso no significa que ustedes no signifiquen nada para mí… en especial tú, pues…eres el lazo más fuerte que tengo, ahora que he pedido a mi hermano definitivamente… además del mejor amigo que he tenido y seguramente la persona que más me importa de todas… —su voz fue bajando de volumen y ya no fue capaz de sostenerme la vista—. Así que… quiero decirte que yo… que yo… —así estaba mejor, ahora sólo faltaba que dijera…

— ¿Qué, Sasuke? —no pude disimular la emoción en mi voz.

— Pues que… este…

— ¿Sí? —insistí con estrellas en los ojos y, aunque no lo quiera admitir, un sonrojo cubriendo mis mejillas.

Tomó una bocanada de aire inmensa y después soltó un suspiro que duró un año entero.

— Lo siento…

— ¡Yo también te am…! —entonces me detuve en seco ¿había escuchado mal?—. ¿Qué has dicho?

—Qué lo siento. —bufó exasperado.

Me quedé en blanco. Bueno, una disculpa por parte del Señorito Vengador era un avance bastante impresionante, pero aun así no pude evitar sentirme algo… decepcionado.

— No tienes porqué… —le sonreí con calma—. Yo te he perdonado hace mucho tiempo, y estoy seguro de que los demás han hecho lo mismo ‘tebayo.

— Maldita sea, tú vas a aceptar mis disculpas pedazo de Usuratonckachi. Me interesa un bledo que ya me hayas perdonado, que yo no me disculpé en vano, ¿estamos? —me amenazó con mirada severa.

Sonreí divertido ante la contradicción de sus palabras. Pero así era él, un teme arrogante y orgulloso ante todo y todos. Nunca cambiaría… y eso me alegraba de sobremanera.

— Hai, Hai —respondí sin demasiadas ganas—. ¿No hay nada más que tengas que decirme?

— ¿Tendría qué? —y de nuevo su mirada altiva.

— ¿Estás seguro? —volví a preguntar, acercándome peligrosamente a él.

Retrocedió instintivamente, intentando poner una distancia más prudencial entre nosotros, pero claramente, no me iba a dejar vencer. Me trepé en la cama, intentando alcanzar a juntar nuestras narices. Al ver que el reclinarse hacia atrás no funcionaba, dio un pequeño brinco que lo hizo caer de la cama.

— ¿Ves, teme? —reí desde el colchón—, huyendo no solucionas nada, mejor simplemente suéltalo.

— ¿Soltar qué? —me retó con un sonrojo y entrecerrando los ojos peligrosamente.

— Sabes perfectamente a lo que me refiero ‘tebayo —contesté con tranquilidad—. ¿O prefieres que te lo explique?

— No tengo la más mínima idea de lo que estás hablando, así que deja de insinuar que…

No tuve más que bajar de la cama y tomar su nuca para eliminar la molesta distancia entre nuestros labios. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y el desangrado experimentado con anterioridad no impidió que su cara y cuello se volvieran tan rojos como el cabello de Gaara.

Sentí curiosidad de el porqué no había reaccionado igual que hace un momento, pero decidí pasarlo por alto. Mordí con delicadeza su labio superior, sacándole un gritito de sorpresa. Aproveché el pequeño descuido de Sasuke para introducirme en su boca, saboreando todo lo que alcanzaba. Cuando acaricié su lengua, dio un respingo e intentó empujarme, pero parecía que no tenía fuerzas para hacerlo… o tal vez lo que le faltaba eran ganas.

Lenta y tímidamente, cerró los ojos y comenzó a ser partícipe de nuestro laaaaaargo y placentero beso (seeeeeehhhh…). El aire se escapaba de nuestros pulmones al ritmo en que nuestras lenguas y dientes chocan una y otra vez, haciendo que la saliva se colara de las comisuras de nuestros labios. Cuando sentí que mis entrañas iban a explotar, Sasuke se separó repentinamente, jadeando y con leves escalofríos recorriéndole la columna vertebral.

Intenté regular mi respiración lo mejor que pude, pero aún así, mi voz se escuchó ronca y agitada.

— ¿Entonces? —repliqué con una sonrisa de triunfo—. ¿Has comprendido o necesitas que te lo explique un vez más? Personalmente, me inclino por lo segundo.

Su rostro adquirió un color purpúreo y retrocedió con rapidez.

— ¡I-idiota! —exclamó con los ojos muy abiertos—. ¡No vuelvas a hacer eso!

— ¿Hm? —arqueé un ceja—. ¿Por qué ‘teba?

— P-pues… porque nosotros no… nosotros no… —dudó.

— ¿Si? —y gateé hacia él—. ¿Qué sucede con nosotros? —cuestioné cuando lo tuve cerca. Me senté frente a él, cruzando las piernas e inclinándome un poco para poder observar fijamente su cara.

Me miró a los ojos con algo de duda y, después de sopesarlo, soltó un muy largo suspiro de resignación.

— Estás demente ¿Lo sabías? ¿Sabes que si alguien se entera te meterás en una bronca y de las grandes?

— ¿Por qué lo haría? Al resto no le interesa con quien quiera o no estar ‘tebayo.

— Creo que si les interesa de sobremanera, Usuratonkachi —dijo poniendo los ojos en blanco—. Uzumaki Naruto, el futuro Hokage de La Aldea Oculta entre las Hojas. ¿Crees que se harán de la vista gorda si estás conmigo? Soy el ser más odiado de prácticamente todo el mundo shinobi, eso debe de decir algo, ¿no crees?

— Pero yo soy el ninja más querido de todo el ancho mundo, eso equilibra nuestra situación —repliqué con orgullo—. No me veas así, que es verdad.

— Vaya, cuanta humildad, dobe —sonrió de lado—, mira que decir que eres tan bueno como yo malo.

— Mira quién habla de humildad, teme. —sonreí ampliamente, atrayéndolo hacia mí.

Sasuke simplemente se dejó hacer, apoyando su cabeza en la curvatura de mi hombro y cerrando los ojos con cansancio.

— ¿Estás seguro? —preguntó después de un rato—. A final de cuentas, tú vas a ser el afectado con esto, no yo.

— Puedo con eso y mucho más, no me subestimes ‘tebayo. —le contesté con una gran sonrisa.

— Hmp… me has demostrado que eres lo suficientemente idiota y terco como para siempre sorprender a la gente si se te rebaja.

— No podía ser de otra forma. —respondí con satisfacción.

— Tan idiota… —siseó con algo de molestia—. Pero lo peor del caso es que eres mi idiota.

— Tan bastardo… —le imité, fingiendo tener voz grave y poniendo cara de mala leche—. Pero lo mejor del caso es que eres mi bastardo.

Alzó la vista acompañado furioso sonrojo y con el ceño más fruncido que nunca.

— Cómo te odio. —gruñó, haciendo un pequeño mohín.

— Yo también te amo, teme. —respondí antes de darle un sonoro beso en la mejilla.

Nuestra relación no es la más normal, eso debo admitirlo, ni tampoco la más estable, ni cariñosa, ni comprensiva, ni respetuosa, y seguramente es lo más lejano que pueden imaginarse a una típica pareja enamorada de manga o anime. Joder, que somos un verdadero desastre. Pero al final, tengo a mi adorado teme-vengador-cabroncete-psicópata conmigo, y eso es lo que verdaderamente me importa.

Desde niños, nuestras personalidades siempre han chocado, eso nunca va a cambiar (y no espero que lo haga), de manera que discutimos hasta por qué lado del colchón le toca a cada quien o quién es el culpable de que la salsa de tomate desaparezca repentinamente (sostengo que es el teme, con lo obsesionado que está con esas frutas del demonio).

Pero ya me siento tan a gusto como si fuésemos un viejo matrimonio (aunque Sasuke sostiene que esas son chorradas producidas por mi atrofiado y anormal cerebro), pues nos conocemos tan bien que no hace falta mucho esfuerzo para saber qué es lo que el otro quiere o piensa, pero no piensen mal, eso no significa que estemos siempre de acuerdo (de hecho la mayoría del tiempo nos encontramos en disputa) ni evita que de vez en cuando nos molamos a golpes.

La aldea aceptó a Sasuke después de que, no sin cierta oposición de mi ahora pareja, anunciara nuestra relación el día en que fui nombrado Hokage. Claro, muchas mandíbulas se salieron de su lugar, varios soltaron gritos horrorizados,  otros se desmayaron y algunas jóvenes kunoichis soltaron alaridos de desilusión por ver a este apuesto y codiciado héroe con dueño. Pero después de varios meses de convivencia con mi azabache y una que otra amenaza proferida por mí hacia la población de la aldea, Sasuke logró reintegrarse y ser casi completamente aceptado por el resto (tengo la teoría de que tienen celos).

¿Y que es de nosotros ahora? Me he mudado al barrio Uchiha, a la casa principal del lugar, que pertenece a Sasuke. Es muy grande y espaciosa, pero tuvimos que hacer limpieza a fondo (fui obligado inhumanamente a participar, cuando ni mi pequeño apartamento recogía) después de tres años y medio de estar deshabitada. Ya se siente como un verdadero hogar, aunque aún me inquietan los recuerdos que pueda contener, y cómo esos pueden hacer daño a Sasuke, pero él insista que todo está bien.

Ahora, con temas más alegres ¡quiero un hijo! Ya lo sé, ya lo sé… es algo extraño, pero deseo que Sasuke llegue a tener un heredero (y de paso también quiero que los Uzumaki vuelvan a las andadas, pero lo principal es mi teme)  con auténtica sangre Uchiha. Y es que, aunque soy consciente de que cuando él decía que iba a “revivir su clan” se refería a que se dedicaría a vengarlos asesinando al culpable de su muerte, estoy seguro de que también le agradaría que el sharingan no se extinga con él, así que, si es necesario ¡le voy a dar cincuenta niños! ¡Me sacrificaré por él!.

He investigado un poco sobre el asunto de la paternidad, así que, con los conocimientos que he adquirido de la sabiduría milenaria de los doujinshis yaoi con Mpreg y los diarios de la serie “Sex Pistols”, creo que estoy preparado para llevar a cabo este proyectito, y claro, he obligado a Tsunade a que desarrolle un jutsu completamente seguro para que un hombre pueda quedar preñado y dar a luz sin ninguna clase de complicación, pues no me quiero arriesgarme a lastimar a mi novio, no señor.

Claro que no lo he consultado aún con él, pues no estoy muy seguro de cómo reaccionará, pero espero que por lo menos no me rebane la cabeza con Kusanagi. Pero tengo que hacerlo, tengo que contárselo, pero sobretodo, tengo que convencerlo para que sea él el que lleve la barriga por los nueve meses que vaya a durar el proceso.

Respiro para tranquilizarme y observo fijamente eso ojos color carbón con los que me he familiarizado tanto. Su cara muestra molestia y algo de cansancio, espera a que escupa lo que tengo que decirle, ya que le he hecho venir hasta la Torre del Hokage para platicar con él.

Tsunade oba-chan me da una palmadita en el hombro para animarme y, con una sonrisa maternal y decidida, asiente con la cabeza para darme la seguridad que necesito para enfrentarme cara a cara con mi pareja.

Bueno, aquí voy… ¡deséenme suerte!


...

¿El Fin?

Notas finales:

Ojalá les haya gustado :D

Y si se preguntan por qué Sasu-chan en el primer beso no se resistió y en el sugundo sí, les voy a explicar que te sucede durante un ataque de furia (o al menos lo que me pasa a mí, claro yo no he llegado a golpear gente, así que hice a Sasu más loco que yo :D).

Después de berrear toooooodo lo que tenías que soltar, quedas por un momento tan débil que ni siquiera escuchas las contestaciones del otro, ni te interesan ni tienes ganas de contestarlas (una vez si contesté, pero fue porque mi papá insultó mis libros, mi anime y mi música diciendo que eran las mierdas del arte y que habiendo tantas cosas bellas en el mundo yo me iba por lo más madreado).

Después de un rato de reflexión o cuando alguien te consuela y distrae (lo segundo rara vez es mi caso) es como si nada hubiera pasado, incluso te dan ganas de disculparte (aunque nunca me disculpo si de verdad me dolieron los comentarios) y actúas como si nada.

Segundo, generalmente a mi me surgen cuando estoy estresada, me siento culpable o alguien insulta algo que me guste mucho, a mi familia, amigos y cosas así (soy muy explosiva como podrán ver, así que cuidadito conmigo xD)

Ahora a lo importante, Nee-chans, quiero pedirles un favorsotototototote.

Como algunas se habrán dado cuenta, he eliminado Mi Amado Otouto de mis FF.

Tengo una buena razón para ello (o para mí es buena)

En mi opinión, no tengo el suficiente talento ni la experiencia para hacer un FF largo, y MAO es un proyecto demasiado… ¿ambicioso, podría decirse? así que he optado por dejarlo por momento de lado, en lo que mejoro en mi escritura y redacción.

Por ahora, de dedicaré a escribir One o Two-Shots, no necesariamente Narusasu, tal vez haga de otras serie o de otras parejas (me pica el hacer un Itasasu o un Gaasasu, tal vez pruebe un Sasunaru ¡Oh! Y desde que terminé de leer “The Hunger Games” se me hace muy interesante la idea de emparejar a Peeta y a Gale :3), así que las que lo leían les pido paciencia y mucha comprensión ¿ok?

Por cierto, las que han leído In Search of the Maid, estoy trabajando en la secuela :D así que espérenme un tiempo (algunos meses xD) y ya estará. Además, voy a re-editar el mencionado FF, corrigiendo faltas de ortografía y redacción (que lo leí hace poquito y me quedé de “¿¡Yo escribí eso!?” y me dieron unas enormes ganas de llorar). A mis quince largos años nunca había escrito nada que me diera tanta vergüenza (y eso que en español voy a presentar mi autobiografía)

Además, tengo una ideíta bastante descabellada y peculiar...

Estoy armando una historia en mi mente llamada "De Burros y Dragones" en los que haré una adaptación de la película de Shrek (¿qué? Amo la película. Bueno, sólo la primera, las otras perdieron encanto U.U)

Seeeehhhh.... adivinarán que Naru-chan hará del burro y Sasu-chan de la dragona LOL

Pero aún no se qué pareja hará de Shrek y Fiona, ni de Lod Farcuar, ni de muchos personajes, así que les pido su asesoría para ello. Porfis, propónganme opciones para los más personajes que se les ocurran ¿ok?

Gracias por apoyarme en el poco tiempo que llevo en la página TTuTT

¡Las amo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).