Muerto… Está muerto… Sin vida. Ya no volveré a verle, a sentir su calor, oír su voz o estremecerme bajo sus caricias. La Señora se lo ha llevado de mi lado y ahora sólo siento un gran vacío en mi pecho… quiero dejarme llevar por la oscuridad. ¡Quiero que todo este dolor desaparezca y que él vuelva a mi lado! No soy nadie ni nada sin él, éramos un alma en dos cuerpos, y ahora… y ahora mi mitad se ha ido.
La Buena Señora se lo ha llevado y yo no puedo hacer nada. La Señora y él llevaban demasiado tiempo jugando al escondite, mi amado se escondía y ella lo encontraba, entonces corría y volvía a esconderse de ella. Pero esta vez La Buena Señora lo ha atrapado, para siempre en su manto blanco, alejándolo de mí.
Fuimos amigos, novios, amantes, pareja y por último almas gemelas. ¿Y qué me queda de todo eso? ¡Nada, no me queda nada! Sólo algún que otro recuerdo doloroso, perdido en esta casa vacía. Todavía puedo sentir el vago recuerdo de sus caricias, aún su olor sigue aquí, sigo sintiendo el suave tacto de sus labios sobre los míos antes de que sus ojos se cerraran para siempre, dejándome desamparado en ente mundo cruel.
¿Por qué le habré hecho esa promesa? Ahora por culpa de esas palabras no puedo reunirme con él, tengo que quedarme aquí sufriendo lo indecible. Sintiendo que cada trozo de mi ser se desgarra para no volver a juntarse jamás.
Eso se lo fue llevando poco a poco de mi lado, marchitándolo lentamente. Lo veía apagarse ante mis ojos, y yo impotente no podía hacer nada, sólo sostener su mano que cada vez tenía menos fuerzas. Fuimos de hospital en hospital, de tratamiento en tratamiento, pero nada funcionaba. Recé a Dios y dioses en los que no creía, estaba tan desesperado. No podía hacer nada… Nada
Un día simplemente dijo basta, dijo que quería volver a casa y morir allí, qué podía hacer yo, tenía que respetar su decisión aunque ello me costase la certeza de su muerte. Cuando llegamos, intentamos ser felices el tiempo que nos quedaba juntos, pero la sombra de La Muerte siempre estaba presente. Llegó el día en que no se pudo mover de la cama, no tenía las fuerzas suficientes, y yo me pasé todo el tiempo a su lado, sosteniendo su mano. Y hoy, susurró mi nombre, acercó su rostro al mío y entonces me dio el beso más mágico de la historia, en ese beso sentí todo su amor. Cuando se separó me dijo mirándome al alma «te amo» y cerró sus ojos para siempre, dejando que La Señora se lo llevase. Eran viejos amigos y él no le tenía miedo.
Yo sí tengo miedo, estoy sin rumbo, no sé qué hacer. No sé cuánto tiempo llevo aquí sosteniendo, llorando, no quiero dejarlo, todavía tengo la esperanza de que abra los ojos y que me reconforte con dulces palabras diciendo que sólo era un pesadilla. No quiero que esto sea real, no quiero seguir mi vida sin él.
Pasamos muchos años felices, charlábamos, bailábamos, nos besábamos y hacíamos el amor. Todo era tan perfecto. ¿Por qué la vida era tan injusta? Él siempre fue buena persona, no era perfecto, no era cruel ni malvado. ¿Por qué La Muerte se tuvo que llevar a lo único que he querido en mi vida?
Recuerdo nuestro primer beso, fue torpe, inocente, delicado pero lleno de infinita ternura. A partir de entonces no dimos muchos más, pero el primero nuca se olvida. Desde ese momento hubo muchos otros primeros, igual de maravillosos.
Yo sólo tenía un sueño, pasar una buena vida a su lado. Envejecer juntos y morir juntos, pero me lo han arrebatado de la forma más cruel que hay.
Le hice una promesa, pero no sé si la voy a poder cumplir, duele demasiado. No quiero seguir, mi corazón ya no late, mi cuerpo ya no está caliente, la sangre ya no corre por mis venas. Soy un cadáver del que sólo salen lágrimas, lágrimas que me recuerdan al amor que deseé, al amor que tuve y al amor que he perdido.
Mi corazón no lo puede soportar, no puedo cumplir la promesa que le hice, espero que cuando nos volvamos a reencontrar pueda perdonarme.
Ya no siento nada, veo que La Buena Señora me llama y que él está a su lado. El dolor, el pesar, la tristeza, todo se ha ido, al volver a verlo, vuelvo a ser feliz. ¿Para qué quiero la vida si no está él? Prefiero morir, lo único que me apena es que he roto mi promesa.
Espero que los vivos sepan perdonarme por no quedarme con ellos, pero no podía más.
Voy con mi hombre, mi vida, mi mitad y mi amado. Voy con él, Emanuel Giovanni, el dueño de mi ser.