Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Café con leche, felpa y leopardo. por Naoruki

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

©
 
Dedicado a Kitsune porque esa hermosa y perversa mujer me ha demostrado con creces que es la fan número uno, después de mí, claro, del ByouxNao ♥

Extra 1.

Todo por un… ¡¿Celular?!

Blanco… qué aburrido color.

Miró más a la derecha, blanco; más a la izquierda, blanco; miró en círculos… más blanco. Se refregó los ojos con fuerza. Oh, mierda, el aburrimiento ya estaba en un nivel tan avanzado que no le sorprendería si en cualquier momento empezaba a alucinar, y sentía también como se aproximaba una molesta migraña. Cómo odiaba aquella etapa creativa tan frustrante para la banda, para él. Removiéndose un poco se dedicó a examinar minuciosamente las rasgaduras en la pintura del techo, siguiéndolas y dibujando con ellas.

Líneas, formas, figuras, colores… café. Ah~ cómo deseaba tener un sabroso vaso de humeante café en sus manos hecho con los mejores granos, caliente, como su tacto fuerte y la temperatura de su cuerpo desnudo. La deliciosa cafeína haciendo bailar sus papilas de alegría, corriendo por su garganta, arrancándole un suspiro tras cada sorbo, amargo y adictivo como el sabor de su aliento al despertar en las mañanas. También se le antojaba una rica dona, tal vez dos. Suave, dulce, esponjosa, con un maravilloso manjar en su interior… justo como sus labios, los que se le antojaba acariciar con su lengua, morderlos suavemente, ingresar en su cavidad e impregnarse de su saliva.

Líneas, formas, figuras, colores… batería. Necesitaba una buena dosis de aquella placentera adrenalina que sólo su fiel armatoste podía brindarle, hasta ya no poder mover ni un músculo, ni una articulación más; sentir ese increíble cosquilleo por todo su cuerpo entumecido vibrando bajo las gotas de sudor surcando su piel achinada por el éxtasis, y una hecatombe acontecía en su pecho. El mismo efecto que su mirada depredadora capaz de moverle el piso lograba provocar sin esfuerzo, sacándole absurdos sonrojos femeninos. Así también, tal como su cálida respiración ardiendo como fuego en su piel húmeda cuando esa nariz ajena trazaba caminos a través de su cuello sensible, obligándolo a morderse los labios y apretar los dedos de sus manos y sus pies sobre las sábanas ante su sonrisa ególatra y complacida por estos efectos, disfrutando del dominio casi mágico que tenía sobre él.

Líneas, formas, figuras, colores… Byou. Oh, maldito nombre de la perdición. Destruyendo de manera fatal este momentáneo período de cierta paz en la que su mente se mantenía libre, tranquila, ese hombre volvió a inyectarse en su cerebro como una enfermedad, descontrolándolo, alborotando su sistema… justo como una adicción. Su cuerpo le avisaba que ya no tenía ganas de soportar esa odiosa abstinencia en la que había entrado, reclamando a ese demonio de la lujuria que había corrompido su alma. Nao se llevó ambas manos a la cara. Era peor que pecar las siete atrocidades bíblicas, porque semejante criatura no podía ser más que una tentación prohibida y él no sólo la deseaba sino que también caía ante ella, una y otra vez. Ya tenía pasaje VIP al infierno.

Sexo. Ese era su día a día dentro de aquella -lejanamente normal- relación que había empezado con el cantante desde hace ya casi una semana, y le resultaba incomprensible que aún así su piel ardiera necesitando nuevamente los besos de Byou sobre ella. Definitivamente, aquello se había convertido en una adicción. Aún así Nao quería creer que era sencillamente la emoción de esta nueva etapa que estaba viviendo con el sensual castaño… tal como decían, era como un niño con juguete nuevo, un juguete muy peligroso.

A pesar de que recordar ese nombre parecía ser capaz hasta de despertarlo de la misma muerte, a la vez el akiba líder se sumía en un abrumante cansancio psicológico semejante a varios días seguidos sin dormir. Sí, Byou lo agotaba tanto física como mentalmente… pero joder, cómo amaba lo primero. El Screw, sin duda alguna, estaba dotado de unos genes perfectos, sin embargo el moreno no tenía idea de cuánto, porque Masahito Kojima gozaba de una impresionante habilidad sexual que sólo podía ser causa de una obra divina. Byou había sido tocado por Dios. Y claro, él disfrutaba de ese don.

Aún y cuando las consecuencias suponían casi fallecer de cansancio Nao nunca despreciaba un solo minuto en el que Byou pudiera otorgarle un orgasmo que le hiciera tocar el cielo. Un orgasmo, dos orgasmos, un par de horas, toda la noche… y cuando pensaba que ya no podía seguir torturando su cuerpo con tanto placer una nueva erección lograba levantarse bajo su vientre, hambrienta, demandando satisfacción. Esto era demasiado peligroso, Nao lo sabía y estaba dispuesto a tratar de regular esa alocada vida íntima que llevaba con el cantante, porque empezaba a afectarle también en otros aspectos; ya no quería retrasar trabajo porque no podía concentrarse pensando en lo que había acontecido la noche anterior en su cama, ni era profesional tampoco faltar a alguna junta o ensayo, incluso a una salida con sus amigos porque no podía pararse en ambas piernas y caminar, pues estaba molido, hecho polvo.

Y justo ahora debería apurarse en detallar la batería de tres canciones atrasadas en las que Saga le había ayudado, sin embargo ahí estaba, nuevamente, con la mente despegada del trabajo. Si estaba así con apenas una semana de novios, no quería imaginarse lo que le esperaba si no empezaba a cambiar. No quería obsesionarse con Byou, porque a pesar de que le doliera era consciente de que en un parpadeo el Screw podía aburrirse e ir en busca de alguien más, y él no tendría ningún derecho a reclamar.

Suspiró pesadamente sacándose las manos del rostro, golpeando sin querer al que estaba al lado suyo y siendo reprendido por ello con un gruñido poco amistoso. Imitando su posición, junto a él estaba Hiroto acostado en el sillón con la espalda en el asiento y las piernas colgando del respaldar sin ningún tipo de preocupación pues el guitarrista sí había terminado su parte. El líder le ofreció una disculpa pero sólo obtuvo de vuelta el silencio arrastrando consigo el leve ruidito de los botones del videojuego portátil del menor, entonces Nao se dio cuenta de que la presencia del Ogata no se encontraba allí con ellos sino dentro de su juego de carreras, tras un volante a más de 300 km/h, imitando con el aparato las curvas y direcciones que tomaba con su auto ficticio. Cruzando sus piernas sobre el respaldo tomó con decisión su hoja de notas incompletas, su lápiz y regresó la mirada al techo tratando de pensar algo productivo para la banda, no obstante pareció ser imposible; Hiroto no era el único que no estaba pisando tierra.

Entonces la puerta se abrió y Nao consideró estar siendo burlado por su inmoral imaginación, pues con la visión invertida empezó por ver un calzado oscuro como base de un par de delgadas piernas cubiertas con un jean claro, más bien deslavado, que se unían a una marcada entrepierna masculina y de ahí a un torso alto y estrecho vestido con una camisa negra de estampado plateado y mangas cortas de las que salían dos brazos largos y pálidos; siguiendo el recorrido anterior, un estilizado cuello rodeado de algunas cadenas decorativas crecía y sostenía una castaña cabecita que mostraba orgullosa un bellísimo rostro oculto tras unos lentes oscuros de marca. Ese rostro, ese cuerpo, ese metro setenta y dos que no conseguía sacarse de la cabeza más de unos minutos. Tan sencillo y aún así tan descaradamente tentador.

Los ojos de Nao terminaron de “subir” y quedaron inertes en ese plástico polarizado que no le permitía apreciar la mirada felina de su actual pareja.

— ¿Ya terminaste? —

Interrogaron esos increíbles labios y Nao se vio absorto en ellos por algunos segundos en los que ignoró las miradas desaprobatorias de Shou y Tora, y ahora también la de Hiroto que ya bien sentado se había dado por satisfecho al ganar su partida. Saga permanecía en la misma posición que hace una hora, ligeramente recostado en su sitio, con su lápiz entre la nariz y el labio superior haciendo un perfecto equilibrio, sólo que ahora estaba con sus ojos cerrados, dormido… sino su reacción habría sido la misma que la de los otros tres. Por supuesto, no era la primera vez que Byou aparecía en su sala y se llevaba al líder bajo la excusa de atender asuntos importantes, entonces los dejaba sin baterista por tiempo indefinido y cuando éste regresaba no era el mismo, o en algunos casos simplemente no lo volvían a ver el resto del día. Pero claro, Byou era lo suficientemente desvergonzado como para seguir haciéndolo.

— Emm… —

Naoyuki quería rescatar su sentido de la responsabilidad pero en realidad en esos momentos no tenía ni una pizca de motivación para la música así que sólo estaba allí perdiendo el tiempo, por lo que no habría inconveniente alguno en que se fuera con Byou. Sin embargo el problema estaba en que si se iba ahora le estaría demostrando a Alice Nine que le daba mayor importancia a la compañía del Screw, y aún si eso pudiera ser verdad al menos era su deber respetar las horas de trabajo.

— Es importante. —

Eso significaba que Byou no se iba a retirar sin él así tuviera que llevárselo del brazo… y con lo descarado que también se estaba volviendo Nao el líder empezó a sentirse excitado. Una mala influencia, justo como el componente principal de la nueva banda indie de la Compañía había sido descrito por Shou una vez.

El mayor no quiso mirar a sus amigos tratando de esquivar la culpa, no obstante no tuvo que pensarlo más cuando el segundo guitarrista se levantó con sus cosas.

— Mañana en la tarde estaremos aquí para unir nuestras partes junto con los lyrics y ver cómo quedarán estas canciones. Ya sabes. —Tora no quería discutir más puesto que el líder no parecía dispuesto a poner orden en su vida, sin embargo esperaba que éste no olvidara del todo sus obligaciones.

Shou y Hiroto lo imitaron sin aportar nada más. Saga cabeceó antes de despertar y dejar caer el lápiz, viendo como el resto pasaba de Byou y cruzaban el umbral para irse. Vio a Nao de cabeza en el mueble exactamente como estaba antes de él dormirse, al igual que sus notas intactas. Bufó y entendiendo se retiró también.

El castaño ignoró esto como siempre y mientras se acercaba al baterista lo vio incorporarse debidamente. Aunque trataba de rehuirle la culpa terminó por alcanzar a Nao, recordando que hace apenas un rato se estaba prometiendo estabilizar su situación y separar a Byou del trabajo. Parecía que no iba a ser tan fácil después de todo y ahora debía ingeniárselas para acabar tres partes de batería en menos de 24 horas.

Iba a pedirle seriamente al más alto que dejara de ir a irrumpir en su estudio cada que se le daba la gana cuando se levantó y el vocal no tardó en volverlo idiota con un beso apasionado, esos que acostumbraban a darse y que aún así no les aburría en lo absoluto.

— Vamos a comprarte un celular. —

Ciertamente, esto tomó por sorpresa al Murai. Si bien muchas de las veces en las que se perdían juntos por la Compañía era para darse “cariño”, también pasaban esos ratos simplemente compartiendo una comida, charlando. De todas formas no culpaba a sus amigos si ya no podían mirar ningún rincón de la disquera con los mismos ojos, pensando en cuál aún ellos dos no lo habían hecho. Así que volviendo a lo anterior, las palabras del menor consiguieron sorprender a Nao.

Sí, recordaba a Byou hace una semana haciendo añicos su celular antes de poseerlo salvajemente, y de hecho había sido una gran molestia estar incomunicado todo este tiempo a pesar de que no había tenido cabeza para conseguir uno nuevo justamente por este mismo hombre que tenía enfrente, así que la proposición del castaño le venía muy bien. Incluso sintió un cosquilleo viendo que este tipo de cosas que bien pasarían por tontas o poco importantes eran motivo de preocupación para el Screw, por lo que no dudó entonces en regalarle una suave sonrisa y entrelazar sus manos para partir. Luego llamaría a sus compañeros desde su nuevo número para explicarles que esta ocasión sí ameritaba ser importante y no se había ido a coger con Byou como seguramente pensaban.

— ¡Nao-chan! —

Incluso antes de que el nombrado reaccionara a esa voz Byou ya se había girado para darle rostro al intruso que intentaba interrumpir su momento de pareja, encontrándose con la brillante sonrisa de Yasuno acercándose a ellos desde el otro extremo del pasillo.

— ¡Yasu-san! —Byou se sintió irritado cuando el pelinegro soltó su agarre para corresponder el abrazo de su senpai pero decidió dejarlo pasar sin darle importancia a que el de Kra lo ignorara, puesto que ya habían compartido saludo más temprano en la mañana y el interés del más alto no era con él sino con Nao— Cuánto tiempo… —

— ¡Lo sé! Me has tenido muy abandonado, Nao-bear. —se quejó infantilmente— Ya ni siquiera quieres hacer dúo de batería conmigo. —

— Lamento mucho eso, verás que he estado bastante… ocupado. —hizo una mueca de sonrisa puesto que seguramente ya era popular el rumor de su hilarante relación con Byou y no quería que Yasuno pensara que estaba demasiado centrado en ello como para prestarle atención a los demás… a pesar de ser tan cierto como que él era japonés.

— Oh, bueno… pero espero que pronto tengas un rato libre para tus amigos. Te extraño mucho. —

— Vamos ya, antes de que las tiendas empiecen a llenarse demasiado. —

Si Nao lo conociera más habría detectado esa aspereza en el tono del vocalista, así que no notó nada raro, ni siquiera cuando Byou lo rodeó con un brazo para jalarlo con un deje de molestia y que siguieran su camino. A pesar de que era lo más natural en ese mundo artístico compartir acercamientos amistosos y hasta besos entre ellos, esta vez a Byou no le agradó para nada la confianza con la que ese Yasuno sostenía las manos del Alice.

— ¡Llámame! —gritó el colorido baterista, despidiéndose a la distancia.

— ¡No lo hará! —

Y cuando hubieron llegado al subterráneo Byou lo apresó contra la puerta del auto prácticamente haciéndole el amor con su lengua, como si todos pudieran verlos. Por supuesto, Nao no pronunció queja alguna.

+++++

Dentro del local ambos admiraban tras la vitrina la amplia variedad de celulares que estaban a la venta, desde los más baratos y básicos que podían conseguirse en esa época hasta los más recientes y costosos. Nao había pensado en adquirir el mismo modelo que tenía antes, aprovechando también que el precio era casi igual a cuando lo compró, no obstante Byou insistió en comprarle uno más caro y moderno. El mayor apreció este gesto viendo que era lindo que el otro quisiera comportarse como un novio de verdad, así que terminó escogiendo un móvil de la misma marca y muy parecido al anterior, una versión más avanzada. Permitiendo que el menor corriera con los gastos él se encargó de llenar los documentos para la autoría legal del celular.

— Mira, ¿te gusta éste? —

Byou le enseñó un forro de goma aleopardado y el baterista juró que era idéntico al del castaño.

— Está muy bien… pero me gusta más aquel. —señaló uno negro decorado con el típico escenario del juego de pacman, con los laberintos llenos de puntos azules y los mocos de colores persiguiendo a la bolita amarilla de gran apetito. A Nao le pareció muy ingenioso, gracioso y bonito. El cantante asintió y lo pidió.

— Te compraré ambos. —

Nao no supo cómo reaccionar a ese comportamiento complaciente ligeramente dominante así que sólo le agradeció y lo dejó ser, terminando su papeleo. La empleada se aseguró de que todo estuviera en orden, les mostró los accesorios para que vieran que no faltaba nada del equipo y por último encendió el celular para mostrarles que funcionaba, activó la línea y como prueba se marcó a ella misma. A Byou le parecía todo muy bien pero esa joven mujer le estaba sonriendo mucho a Naoyuki y no paraba de mirarlo, además, ¿para qué carajo le marcaba su número si bien pudieron hacer la prueba con el suyo? Para asegurarse apenas el pelinegro tuvo de vuelta el celular en la mano le pidió a la chica que borrara el número de Nao.

— ¡Gracias por su compra! Si tiene algún inconveniente con el equipo no dude en regresar. —la mujer les ofreció una educada reverencia que solo Nao correspondió y ambos salieron del lugar.

Esperaban que el semáforo se pusiera en rojo para cruzar a donde dejaron estacionado el auto del vocal.

— ¿Aún tienes guardado el número de esa chica? —preguntó viendo al más bajo con su nuevo móvil en mano para revisar los juegos que tenía.

— ¿Eh? Supongo que sí. —

— Bórralo. —

No es como si el baterista fuera a usarlo para llamar a esa dulce mujer pero tampoco había motivo para tenerlo en sus llamadas salientes, no quería que Nao marcara ese número por error o algo parecido.

— No tiene importancia. Además, si llego a tener problemas con el móvil podría llamar a la dependienta y contactarme con la tienda. —

Byou no necesitó oír más para intentar arrebatarle el celular al mayor que ante la confusa y repentina acción del otro empezó a forcejear también. La última vez que el más alto había actuado de esta manera su celular pasó a mejor vida… y justo así fue como en breve el celular salió volando por los aires directo a la carretera y fue aplastado por el último auto que pasó antes de que hubiera paso libre para los peatones, un camión de carga de seis ruedas, de las cuales tres no perdonaron al dispositivo móvil.

 

— Bi-bienvenidos… —la mujer no pudo evitar mostrar sorpresa al ver a ese par nuevamente en su tienda, más aún cuando bastante avergonzados pidieron comprar el mismo celular que hace escasos minutos se habían llevado.

Nao llenó rápidamente los formularios y nada más activaron la línea omitieron el demás protocolo, teniendo plena confianza en que todo lo que llevaban estaba bien y era de calidad. Hasta no estar dentro del auto Nao no se atrevió a sacar el móvil, aún pálido por la anterior tontería que fácilmente se pudo evitar. Ya no quiso pensar más en eso ni culpar a nadie, así que dándolo por accidente se relajó y se dispuso a agendar algunos de los contactos que se sabía de memoria. Byou se dio cuenta, manteniendo un ojo en el camino y otro en Nao para ver lo que hacía, asegurándose de que el número de Yasuno no se lo tuviera aprendido.

— Umm… Okano-san, listo… el delivery, listo… Shou, Saga, Hiroto-kun… Tora… ¿Tora? Ese no me acuerdo. —murmuraba guardando todos los contactos que le eran posibles en ese momento. Ya luego le pediría a alguno de su banda que le facilitara otros números de importancia y los de sus amigos— Mamá, listo… —

— ¿Y bien? —el castaño carraspeó un segundo, haciéndose de la atención de su acompañante— ¿No hay otro número… que te interese? —intentó sonar casual.

— Veamos… —Nao cerró los ojos, concentrándose— ¡Ah! ¡Mi amado Starbucks! ¿Cómo no lo recordé antes? —comentó afligido, regañándose por casi olvidar esto y tecleó con habilidad.

— ¿Para qué diablos tienes ese número? —levantó una ceja ante esta peculiaridad. ¿Qué interés tendría Nao allí aparte de pasar a comprar su café de camino a la disquera?

— Para saludar y hablar de plantas y granos de café. —y Byou quiso darse contra el volante. No podía creer que para el baterista eso fuera más importante que…

— ¿Ningún otro? —insistió cruzando hacia la calle que llevaba al hogar de Nao.

— Etto… —sacó cuentas mentales, asegurándose bien— Nop, por ahora estos son mi única prioridad. —

“Prioridad, ¿eh…?”.

— … Bien. —estacionó el auto, ocultando muy bien su decepción.

Apoyó un codo en la ventanilla de su lado para sostenerse el rostro con la mano, viendo hacia delante mientras con su mano libre desactivaba los seguros y escuchaba a Nao agradecerle por el nuevo teléfono -el segundo nuevo teléfono, en realidad- antes de bajar y despedirse. Suspiró tratando de relajar su expresión y dejar de darle importancia al asunto, pareciéndole ridículo que algo así le afectara a pesar de que fuera muy normal y más que comprensible. De un momento a otro se sintió ansioso y con unas terribles ganas de fumar. Una semana, había pasado una semana sin tocar un solo cigarro. Abrió los ojos y acomodó ambas manos en el volante cuando unos golpecitos en su ventana retumbaron dentro del auto, y viendo que se trataba de Nao bajó el polarizado con intriga.

— ¿Se te olvidó algo? —preguntó viendo en el asiento copiloto por si el baterista se había dejado alguna pertenencia pero no había nada, regresando la mirada al pelinegro.

— En realidad… sí. —reconoció con algo de vergüenza.

— ¿Qué cosa? —

— Tú… número. —Byou expandió sus grandes ojos ligeramente— ¿Me lo das? —

Tardó un segundo en asentir mientras tomaba el teléfono de Nao y escribía su número para guardarlo y a su vez llamarse así mismo y tener el del Alice. Se lo devolvió con una fresca sonrisa que el otro le correspondió antes de meter la cabeza en el carro para alcanzar sus labios, besarlos y despedirse correctamente como los novios que eran.

Asegurándose de que Nao entrara en su hogar sin ningún percance subió la ventanilla y arrancó, cambiando sus ganas de fumar por la necesidad de llamar a su novio esa misma noche por el simple placer de escuchar su tierna voz antes de dormir.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).