No hace mucho que Dino ha empezado a dictar clases de inglés en la secundaria Namimori.
No hace mucho que Dino le vio por primera vez, analizándolo calladamente: hundido en el agua, con las mejillas y la piel tan blanca que parecía un pétalo, un lirio, todo puro, empapado de pies a cabeza, con las piernas tan largas que es como una garza también.
Es una nueva cara de Hibari, un lado oculto.
Dino piensa, que no puede tratarse de Hibari, porque Hibari es rabia, es violencia que lo consume todo. No es delicadeza, no es belleza que embriaga ni blancura que va a consumirlo todo, hasta sus huesos.
Por eso Dino no lo pensó mucho el día en que lo observó, así dentro del vestidor. Desnudo como algún dios oriental lo trajo al mundo. Mirándole con esos ojos tan azules que por un momento recordó el agua, y el pétalo hundido en el agua.
Y el otro bien desnudo, tan hermoso, con las manos hundidas en el cabello obsidiana. Observándolo a él, sin molestarse en cubrir su desnudez, hermosa desnudez.
-Lo siento
Dino tampoco piensa demasiado en sus palabras, no es una disculpa, claro que no. Alguien no se disculpa cuando no puede quitarle los ojos de encima a un adolescente desnudo de 16 años.
Y Hibari, el lirio, dentro del agua, tampoco contesta nada. Se acerca desnudo hasta él y antes de que Dino pueda pensar en una explicación coherente, se le echa ahí de rodillas, tocándole la hebilla del cinturón con una naturalidad que le perturba.
-Yo haré que lo sientas verdaderamente.
Hibari es un lirio, es un lirio dentro del agua.
O eso pensaba Dino, mientras era engullido por su boca.
~*.*~
No hace mucho que Dino ha empezado a dictar clases de inglés en la secundaria Namimori.
No hace mucho que Dino le vio por primera vez, analizándolo calladamente: hundido en el agua, con las mejillas y la piel tan blanca que parecía un pétalo, un lirio, todo puro, empapado de pies a cabeza, con las piernas tan largas que es como una garza también.
Es una nueva cara de Hibari, un lado oculto.
Dino piensa, que no puede tratarse de Hibari, porque Hibari es rabia, es violencia que lo consume todo. No es delicadeza, no es belleza que embriaga ni blancura que va a consumirlo todo, hasta sus huesos.
Por eso Dino no lo pensó mucho el día en que lo observó, así dentro del vestidor. Desnudo como algún dios oriental lo trajo al mundo. Mirándole con esos ojos tan azules que por un momento recordó el agua, y el pétalo hundido en el agua.
Y el otro bien desnudo, tan hermoso, con las manos hundidas en el cabello obsidiana. Observándolo a él, sin molestarse en cubrir su desnudez, hermosa desnudez.
-Lo siento
Dino tampoco piensa demasiado en sus palabras, no es una disculpa, claro que no. Alguien no se disculpa cuando no puede quitarle los ojos de encima a un adolescente desnudo de 16 años.
Y Hibari, el lirio, dentro del agua, tampoco contesta nada. Se acerca desnudo hasta él y antes de que Dino pueda pensar en una explicación coherente, se le echa ahí de rodillas, tocándole la hebilla del cinturón con una naturalidad que le perturba.
-Yo haré que lo sientas verdaderamente.
Hibari es un lirio, es un lirio dentro del agua.
O eso pensaba Dino, mientras era engullido por su boca.