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LAZOS DE AMOR: DESAFIANDO LA OSCURIDAD por Kikyo-sama

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Notas del fanfic:

Hola, chicas. Este es mi primer fic, lo he escrito con mucho cariño y devoción, así que espero que les guste mucho :3

Estudio en la uni, así que tengo poco tiempo, no sé si podre publicar seguido, pero intentaré hacerlo en cuanto se me presente la oportunidad (los viernes tal vez).

Escribir me gusta mucho, es una forma muy satisfactoria de liberarme de mis problemas XD

Notas del capitulo:

Hola, chicas. Este es mi primer fic, lo he escrito con mucho cariño y devoción, así que espero que les guste mucho :3

Estudio en la uni, así que tengo poco tiempo, no sé si podre publicar seguido, pero intentaré hacerlo en cuanto se me presente la oportunidad (los viernes tal vez).

Escribir me gusta mucho, es una forma muy satisfactoria de liberarme de mis problemas XD

LAZOS DE AMOR: DERROTANDO LA OSCURIDAD

 

Prefacio

 

A pesar de tener solo dieciséis años había tenido tantas experiencias cercanas a la muerte que podía decirse que casi estaba acostumbrado. Pero, claro, uno nunca se siente a gusto estando al tanto de eso.

Pero él estaba marcado por la desgracia desde el momento en el que había dado su primer grito sobre la Tierra. Lo habían nombrado heredero y, desde sus primeros años, la gente no había hecho más que convertir todo a su alrededor en un deber, en un deber y… en un Infierno.

Un Infierno en el que moriría pronto, seguro.

Sin duda, pronto la fatalidad volvería a tomarlo de la mano.

Pero…

 Qué distinta sería esa ocasión de las otras.

Porque ahora estaba “él”.

Sin embargo, amar a tu Muerte, personal y privada, con mayúscula, hace que te quedes mudo cuando te giras a contemplar las opciones.

¿Puerta 1, Puerta 2, Puerta 3?

No, señores, esto no era un juego con preguntas de elección múltiple.

Shuichi sabía eso.

Por eso cayó de rodillas al suelo, llorando amargamente, mientras veía, a través de la ventana, a Eiri partiendo para no volver…

 

 

Capítulo I

 

1

 

La gente no era estúpida, al menos eso solía pensar. Se dio cuenta de que algunas chicas lo señalaban mientras caminaba por la barra, sujetando la bandeja con ambas manos, intentando decidirse entre un cubo de leche fría o un poco de jugo de mango y naranja. Hiro, a su lado, decidió que la mejor forma de animarlo sería dándole una fuerte palmada en el trasero que lo hizo saltar con violencia y ser mirado feo por la señora del almuerzo.

—¡¿Pero qué car…?!

—¡Anímate! ¡Unos cuantos golpes no te hacen ni más ni menos delante de las otras personas!

—Pero ellos seguro piensan que me golpearon en casa, mira: esa cosa en mi frente y mi ceja, también la de la mejilla, son asquerosos. No sé ni cómo me los hice. ¿Un golpe? ¿Me golpearon? ¿Me caí o me empujaron? ¡Hiro!

—Ummm, bueno… Eso es cierto. ¿Ya fuiste a la enfermería? —preguntó, agachando la cabeza y susurrando, porque la señora de la cafetería los miraba a ambos con sospecha.

—No, ¿para qué? Maiko me utiliza para aprender mejor sus curaciones, solo que anoche no tuvo tiempo, por su club. Ella sí puede estar en un club, en cambio yo —se quejó con una furia mal contenida—, ni siquiera pude entrar al de kendo o judo. Entiendo lo del judo, ¿pero qué culpa tiene el kendo?

Hiro asintió con la cabeza. Supuso que él era una de las personas, aparte de Maiko, que comprendía mejor que nadie las quejas de Shuichi, que tenía demasiadas prohibiciones por culpa de su familia, el clan de guerreros más poderoso de Hokkaido, que dedicaban su vida a la protección de los seres humanos.

—Todo estará bien —prometió, sirviéndose un poco de puré, viendo cómo su amigo, cansado, abandonaba la bandeja con su comida sobre la barra produciendo un feo sonido metálico, yéndose a sentar a la mesa más alejada de todo el comedor donde, a pesar de todo, lo miraron con extrañeza y un poco de fastidio.

A Shuichi muy pocos le tenían cariño. La gente lo consideraba un bicho raro y supuso que eso debía ser doloroso para un chico tan lindo y amable como lo era su querido amigo de infancia. 

Bicho raro, bicho raro.

¿Tendría algo que ver con ese arco que no soltaba nunca, ni siquiera para ir al baño?

 

2

 

Entró sin saludar ni anunciarse. Era mediodía y se fijó que el aire acondicionado apenas y estaba de adorno. Dos ventiladores de pie giraban sus aletas en dos esquinas produciendo un zumbido fastidioso y algunos profesores aún estaban sentados en sus escritorios revisando lo que le pareció eran tareas.

Atravesó la desordenada sala con el cigarro en la boca. Un par de maestras alzaron las cabezas dispuestas a mirarlo feo, pero cuando notaron su porte varonil y su cabello dorado, se sonrojaron, sonrieron, hicieron una venia y volvieron a sus asuntos. En realidad, y él lo sabía perfectamente, solo fingían volver a ellos, porque era evidente que había logrado meter a otras dos víctimas más en sus redes de seductor natural.

Se detuvo en la esquina del fondo de la habitación. En donde montaba guardia a una puerta con un cartelito que decía Dirección, una urraca con rostro de mujer, seca y delgaducha, con demasiado maquillaje y nada de libido.

—Está prohibido fumar —dijo la mujer, mirando a través de sus anteojos triangulares hacia arriba, pero sin despegar su cara de la revista Cosmopolitan que tenía sobre el escritorio.

—Eiri Uesugi —dijo él, manteniéndose erguido, con las manos en los bolsillos de su pantalón negro. No apagó el cigarro.

La mujer frunció el seño, se levantó y dijo:

—Un momento —y colocó un cenicero al borde del escritorio, como reto.

Esperó unos segundos, y la mujer con la silueta de espárrago, que había entrado por la puerta que custodiaba, volvió a salir. El humo del cigarrillo chocó contra sus arrugas mal escondidas entre el maquillaje.

—Puede pasar —tosió.

Él le sonrió y antes de dirigirse a la puerta se sacó el cigarro de la boca y bajó la mano que lo empuñaba hacia el cenicero.

Lo apagó contra la esquina del escritorio y se marchó.

 

3

 

—Nadie está mirándome, nadie, nadie. Nadie está mirándome, nadie, nadie —susurró el muchacho con un suspiro, pasándose continuamente las manos por el cabello mientras mantenía la cara contra la superficie de la mesa.

Hiro, a su lado, se metió a la boca la cucharilla de su postre, mirando en todas direcciones, dándose cuenta de que las suposiciones y deseos de su mejor amigo eran equivocadas. Rió por lo bajo mientras decía:

—Pues Akira-kun tiene el torso doblado completamente en esta dirección. Su cara es de pocos amigos y parece que está viendo tu arco. Ha de pensar que eres un fanático del anime o algo así. Deberías hablar con él un poquito para que se dé cuenta de que no eres mala persona. Sueles ser un retraído insoportable que hasta asusta.

—¿Eres mi amigo o uno de esos demonios a los que tengo que cazar?

—Pues un poco de ambos, por eso creo que es justo que sepas cómo te ve la gente, para que dejes de ser tan insoport…

—¡Deberían exorcizarte! Tienes al demonio dentro. Eres tan cruel como un dorama mal adaptado. ¡Desgraciado!

—No seas llorica, ¡por dios!

Shuichi lo miró con frustración.

—¡Deberías intentar entenderme mejor! ¡Me sacrificaré por todo el maldito mundo y nadie parece apreciarlo, además, mira! —gritó, sacando de su bolso la última hoja de calificaciones—, ¡otro tres! ¡Tres! ¡El salvador del mundo no puede sacar solamente tres en un examen de matemá…!

—Todos están observándote.

—¡Me lleva!

—Akira-kun chismorrea con Nade-san.

—¿Quién diablos se llama “Nade”?

—Ya cállate.

 

4

 

Todo aquello era como otro deja vú, la escena que vivía era idéntica a otras tantas más que había pasado en los últimos ocho meses. Él, sentado en la silla del entrevistado, sin decir una palabra, con un nuevo cigarro encendido sin pedir permiso. Ante él, estaba un hombre de cabello canoso, gafas y piel tostada que revisaba (fingía revisar) su expediente.

El Director, de pronto soltó el documento sobre la mesa, suspiro, arregló sus gafas, llevándolas de nuevo al puente de su nariz, y juntando sus manos miró a su interlocutor.

—¿Por qué no nos ahorramos los protocolos, Uesugi-san? —dijo, y le enseñó una ruma de documentos apilados—. Tengo cosas muy importantes que hacer y sabemos que usted quedó contratado apenas Tohma-san me escribió aquella carta “sugiriéndome” que lo asimiláramos a este plantel.

—¿Cuánto tiempo vamos a tener que quedarnos mirándonos las caras? —preguntó.

—A juzgar por el coraje que mi secretaria le tiene, creo que con veinte minutos será suficiente.

—No hay problema, si no le molesta que hable con mi editora durante mientras…

—Me molesta más el humo de ese cigarro. Pero usted no es el tipo de hombre que se molesta por los problemas de otros hombres, ¿o me equivoco?

Eiri exhaló el humo hacia el rostro del Director, que soltó una tos.

—Supongo que no fue por este hábito por el que lo han expulsado de las cinco previas escuelas… —dijo el Director.

—Supone bien.

—Según me dijeron, era respetado por sus colegas pero al parecer no por sus alumnos…

—Pues le dijeron bien.

—Una pregunta… Uesugi-san… —dijo el Director, dudando, el bello hombre rubio no dijo nada—. Usted gana una suma considerable como el famoso escritor Yuki Eiri… ¿por qué gastar su valioso tiempo enseñando a niños y adolescentes?

Eiri se sacó el cigarro de la boca, y apoyó el brazo que lo sostenía sobre la mesa, en dirección a la cara del Director.

—Es una pregunta algo tonta para venir de un veterano como usted.

—Dígame, por favor…

—Es porque me gustan los niños —sonrió con ironía.

 

5

 

—¿Estás seguro de que nadie me ve? —preguntó Shuichi, parado detrás del grueso árbol del patio, fingió tomar una flecha del carcaj vacío y haciendo una pausa antes de acomodarla en la cuerda del arco.

—No, no: todo en orden, pero ten cuidado, están por dar las dos. La gente puede salir en cualquier momento.

—Sí —aceptó, tensando la cuerda del arco, que hizo un sonido elástico curioso, el cual se mezcló con el azote de las ramas contra la cola gruesa y escamosa de la bestia que se removía en la copa. Detestaba que esa clase de cosas invadieran el colegio: la gente no solía ver youkais, cuando lo veían tensar y destensar el arco gritando instrucciones a Hiro o a Maiko, pensaban que era una clase de fanático de Inuyasha o un cosplayer.

Disparó y, con un latigazo del viento provocado por la flecha purificadora que atravesó el nido de ramas, vio al enorme gusano escamoso caer. Estuvo a punto de ser aplastado, pero había desarrollado reflejos en todo ese tiempo y esquivarlo con una pirueta fue simple

—¡Bien hecho! —celebró Hiro, dándole unas cuantas palmadas en la espalda—, tus padres estarán contentos.

—No lo creo: ellos esperan que cace una bestia más grande. Un dragón milenario, lo apuesto.

—Ellos estarán contentos con esto. Sería bueno que mis padres pudieran enorgullecerse de lo que soy ahora y que apreciaran lo que deseo ser. Para ellos, mi destino es ser un prestigioso médico… ¿y lo que yo quiero? Eso no importa, ¿verdad?

—¡¿Pero qué dices?! ¡Tú y yo seremos los mejores músicos sobre la faz de la Tierra! ¡No te permito dudarlo!

Hiro sonrió amable. No sabía cómo decirle a Shuichi que su camino estaba orientándose hacia los deseos de sus papás. 

 

6

 

Eiri se pasó la luz de alto porque a esa hora ya no había más estudiantes cruzando por esa calle. Se aparcó en la esquina y bajó la ventanilla de su auto. Con las gafas de sol aún puestas dio una mirada general al que sería su nuevo lugar de trabajo. El nombre de la preparatoria estaba colocado en una placa de bronce en uno de los muros del portón:

 

PREPARATORIA FURINKAN

 

Para él solo era un lugar más del cual lo expulsarían. Pero, claro, no lo harían sin que se llevara a alguien consigo.

Volvió a cerrar la ventanilla del auto y empezó a dirigirse a casa. El cielo oscuro anunciaba la llegada de la noche y cuando se dio cuenta estaba temblando.

No. Aún no era hora de llegar a casa. Además, ese día no iba a haber nadie.

Detuvo el coche en seco y dio una vuelta prohibida.

 

 

Notas finales:

No sean muy duros conmigo, por fis. Muchos besos, y si quieren dejen sus reviews, pleasee!


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