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Un amor de diez años por Sakiyama Youji

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Capitulo Único





Un amor de Diez años

 

 

Contando tres cuadras desde la calle por la avenida principal, doblas hacia la derecha y caminas otras tres cuadras, encontraran un agradable restaurante. Es pequeño, pero acogedor mirándolo desde cualquier ángulo.

 

Mi papa le gustaba mucho ir a ese lugar y siempre que podía me llevaba con el. Me dijo que la persona que cocinaba allí era amigo de él de la escuela.

 

La primera vez que fuimos, me dio un poco de miedo por que el amigo de papa era muy serio y su cara daba un poco de miedo. Aunque papa me dijo que en realidad el era muy bueno yo no entendía como alguien con esa cara podía ser agradable.

 

Pero gracias a que siempre iba allí, empecé a tomarle cariño al señor que nos atendía siempre tan gentilmente. Aunque el lugar estuviera lleno o todavía estuviera cerrada, el nos atendía. Aunque parecía molesto, lo hacia.

 

Hubo un día en que habíamos llegado mucho antes de que abriera la tienda, pero el nos atendió igualmente. Este día es muy importante para mi, y siempre lo Será.

 

-Yo, Kyoya - 

 

- Estupido caballo, sabes bien el horario así que deja de molestar-

 

Aunque se quejo de que estábamos allí, nos dejo entrar de todas formas.

 

- Veo que trajiste al mocoso de nuevo - me miro e hice un puchero.

 

- Tsuna no es un mocoso -  me queje.

 

- Un mocoso es un mocoso aunque diga que no lo es -

 

- Yaa, Kyoya, no lo molestes más - mi papa me defiende y terminamos por sentarnos en la barra que da a la cocina.

 

- Deberías dejara que aprenda a defenderse solo - 

 

- El no necesita eso, me tiene a mi para eso - me abraza.

 

El señor se va, tarda unos minutos en volver con algo de comida, en los cuales estuve jugando con mi papa.

 

- Coman y váyanse -

 

- Que frío~~ Kyoya - se mete un bocado a la boca y habla de nuevo mientras sigue comiendo - Solías ser tan lindo~~ jaja -

 

- Papa, no deberías hablar con la boca llena - 

 

- A, claro, lo siento - se ríe y yo miro al señor y me quedo sorprendido. 

 

Estaba mirando a mi papa comiendo con una pequeña sonrisa en su rostro. Creo que debía ser un niño muy precoz para decir lo que diría luego.

 

- Waa - dije parándome en la silla acercándome al señor - ¡Papa, el señor es muy lindo! - 

 

- ¿Eh? - Mi papa nos miro raro - ¿Acaso Kyoya te parece lindo, Tsuna? - me gire a verlo y asentí fuertemente.

 

- ¡Si! - Mire de nuevo al señor.

 

- No digas estupicedes mocoso - me dice con el seño un poco fruncido.

 

- ¡No soy un mocoso! - hago un puchero y luego vuelvo a gritar - ¡El señor Kyoya será mi esposa! - les dije a los dos muy decidido.

 

No entendí muy bien por que pero mi papa empezó a reírse muy fuerte después de eso, hasta se cayo al piso. El señor me miro con el seño aun más fruncido. No entendía por que mi papa se reía ni por que el señor se había enojado.

 

- Así que tú esposa... - 

 

- ¡Si! - le dije muy emocionado.

 

- Mj - el señor sonrió de lado aun con el seño fruncido - Inténtalo de nuevo dentro de diez años, mocoso - 

 

- ¡No soy un mocoso! -

 

- Ahh, Tsuna... - mi papa se sentó de nuevo aun riéndose un poco, luego me acaricio la cabeza - has sido rechazado.

 

- ¿¡Ehh!? - estaba muy sorprendido que creo que hasta me puse a llorar.

 

- Vamos, los hombres no lloran - mi papa trataba de consolarme.

 

- Mocoso - me llamo de nuevo el señor - te he dicho que trates de nuevo dentro de diez años ¿No? - asentí con la cabeza - entonces, vuelve me a proponer dentro de diez años - cuando dijo eso deje de llorar.

 

- ¿Puedo?... - le pregunte un poco cohibido.

 

- Si, puedes... -se dio recogió el plato frente nuestro y se dio la vuelta - pero, para que sepas, no me gustan los hombres que lloran - 

 

- ¿Eh? En serio - susurre y me frote los ojos fuertemente con mi manga - ¡Entonces Tsuna no llorara otra vez! - le grite.

 

- Mj, eso esta bien - volvió a darse la vuelta y me despeino de nuevo el cabello.

 

- ¿No es bueno eso, Tsuna? - me dijo mi papa sonriendo y asentí fuerte con la cabeza.

 

Que vergonzoso, recordarlo solo hacer que me apene y se me coloreen las mejillas. No puedo creer que de pequeño pudiera expresarme así frente a Hibari-san. En serio que era un mocoso. Aunque...  mis sentimientos por el no han cambiado en todo este tiempo.

 

 

10 años después

 

 

Me estaba alistando para ir al colegio cuando escuche unos gritos fuera de mi ventana. Me acerque a esta y vi a mis amigos, Gokudera y Yamamoto. Los conocí este año en la escuela nueva. 

 

Al principio Gokudera me dio un poco de miedo, pero se termino abriendo a mi. Aun me parece gracioso el apodo que me dio. Recuerdo que me lo dio por un juego de rol mafioso, en el cual me parecía al personaje principal, al cual todos le decían "Décimo". Al principio se me hizo extraño pero ya me acostumbre.

 

Mi relación con Yamamoto fue más normal. Nos hicimos amigos por estar siempre en clases de ayuda por reprobar los exámenes.  En realidad el es muy capaz de sacar una muy buena nota, pero el béisbol se apropia de su tiempo libre. 

 

Baje las escalera y tome un pedazo de pan, tome la mochila y me despedí de mi papa antes de salir. 

 

- Buenos días -

 

- Yo, Tsuna - 

 

- Hola, Décimo - me saludo energético Gokudera dándole un codazo en las costillas a Yamamoto, luego lo miro molesto - No le hables al Décimo como si nada -

 

- Gokudera, no soy un personaje de juego de rol -

 

- Te pareces - 

 

- Pero... - quise replicarle pero la risa de Yamamoto nos interrumpió y dejamos el tema - Mejor vamos yendo - dije suspirando. Era la misma conversación todas las mañanas.

 

El colegio siempre me pareció una enorme molestia. Sabia que debía aprender cosas para ser productivo en la sociedad cuando creciera. Pero había tantas cosas que no me interesaba saber. Es aburrido y no entiendo nada. Pero debo esforzarme, así convertirme un bien hombre y así... algún día... ser merecedor de estar con Hibari-san.

 

Salimos de la escuela temprano por que había faltado un profesor. Gokudera y Yamamoto se fueron a sus casas, como estoy seguro que lo harían la mayoría de los chicos. Pero yo tenía otros planes. Siempre que puedo, voy al restaurante de Hibari-san.

 

Tal vez lo este acosando un poco, pero me encanta verlo trabajar y esforzarse. El es muy serio en todo lo que hace. Tal vez por eso cada vez me enamoro más y más de el.

 

Llegue y vi que estaba cerrado. Era obvio, hoy había llegado más temprano de lo común. Camine unos pasos y toque un pequeño timbre que había entre una puerta y la tienda. Una voz salia por el parlante.

 

- Todavía no abrimos - 

 

- Soy yo, Hibari-san - respondí un poco avergonzado por haber llegado más temprano.

 

- No conozco a ningún yo, vuelva más tarde - 

 

- Hibari-san, hoy salimos antes de la escuela por que falto un profesor - me apure a responderle, sino seria capaz de cortar la comunicación.

 

- Y eso que tiene que ver conmigo ¿Por que no vas con tus amigos? - escuche que suspiro del otro lado.

 

- Bueno... - sentía que me acaloraba -  Yo... me gusta estar aquí... con Hibari-san - dije esto mucho más bajo que lo primero, pero aun así no estoy seguro si me escucho.

 

- ¿Y eso me importa por que...? - 

 

- ¡Hibari-san, por favor ábrame! - le dije elevando un poco la voz, volví a escuchar como suspiraban del otro lado.

 

- Ya que, pasa - corto la comunicación y casi en seguida, Hibari-san salio de dentro de la casa - Eres molesto - me dijo y paso de largo para abrir la puesta del restaurante y entrar.

 

Hice un puchero mientras entraba al lugar detrás de él. Como siempre, admiro el lugar cuando entro. Se me hace imposible no hacerlo. Era realmente acogedor. No había cambiado nada en diez años. Tal vez es por eso que siempre me siento en casa allí. Por eso, y por que estoy con Hibari-san.

 

- Hey - me llamo desde la barra de siempre - ¿Que quieres? - me acerco mientras le hablo.

 

- Cualquier cosa que Hibari-san me haga, estaré bien con eso - me siento avergonzado diciendo esas cosas.

 

- Mj - sonrío de costado - entonces comerás cucarachas fritas con fideos crudos - dijo mientras se iba a la cocina.

 

- Hibari-san -  me queje, pero no me respondió.

 

Cuando lo perdí de vista en la cocina me recline sobre la barra, apoyando la cabeza en mis brazos, mirando por donde se había ido Hibari-san.

 

No puedo evitar pensar todo el día en el, tanto que me hace daño. Hibari-san sabe que yo lo amo, estoy seguro que lo sabe. Algunas veces, cuando tengo el suficiente valor, se lo digo, aunque el nunca me responde o simplemente me ignora. Pero no puedo evitar sentirme de esta manera.

 

Hibari-san vuelve con un plato de postre en su mano y un te en la otra. Me lo deja al lado para que pueda verlo. Me siento bien en el asiento de la barra y miro el postre. No se que es, parece un flan blanco flotando en jugo de frutas. Me giro a ver a Hibari-san y veo que se esta haciendo un café. Cuando termina, le da la vuelta a la barra y se sienta a mi lado.

 

- ... Hibari-san - lo llamo y el me mira de reojo, siento que vuelvo a acalorarme - ¿Que es este postre? - le pregunto girando la vista a este.

 

- Panna Cotta* con sopa de frutos rojos - me dice sin dejar de mírame, se que lo hace incluso sin yo tener que mirarlo.

 

- Ya veo -  me acerco el plato teniendo cuidado de que no se vuelque el jugo... sopa... cosa de frutos rojos. Me llevo un bocado a la boca y lo saboreo - Esta delicioso - le digo emocionado - No esta muy dulce y refresca el paladar, me gusta mucho - Hibari-san me sonríe y me avergüenzo un poco.

 

- Que bueno – lo preparare para el nuevo menú.

 

Siento que mi corazón va a saltar de mi pecho. No son muchas las veces que puedo ver a Hibari-san sonreír. Me siento muy afortunado en estoy momentos, en los cuales puedo sentirme tan cercano a el. No puedo evitarlo, necesito decírselo, aunque lo más seguro es que vuelva a ignorarme. Tomo un poco de valor y aunque se que debo verme muy tonto ahora, estoy seguro que estoy sonrojado.

 

- Hibari-san – lo llamo y me mira aun sonriendo – Te amo – tan pronto como lo dije, su sonrisa empezó a desaparecer. Solo se giro y siguió tomando su café.

 

Sabía que eso pasaría. Lo sabía. Siempre pasaba lo mismo cada vez que se lo decía, pero duele. No importa cuantas veces pase, siempre duele. Comí la panna cotta más rápido, casi atorándome y di un fuerte suspiro. Se que Hibari-san, estoy seguro, nunca me dará una respuesta. Elo realmente es muy amable. Trata de no lastimarme rechazándome, pero su falta de respuesta duele aun más que su rechazo.

 

Estoy cansado de siempre intentar lo mismo, recibiendo una misma respuesta siempre. No quiero seguir intentándolo. Debería tratar de enamorarme de una linda chica y quedarme con ella. Eso estaría bien, y así olvidaría a Hibari-san. Ya no me lastimaría más su silencio. Me gire a verlo.

 

- Hibari-san – lo llame pero no obtuve respuesta – Lo siento – no veo respuesta alguna en su cara. Ya me lo esperaba – Yo... dejare de decirle esas cosas – suspiro triste – Así que, por favor, podría responderme – me mira de reojo y me pongo nervioso al notar que me esta mirando. No pensé que lo haría – Si Hibari-san me rechaza de frente, creo que... por fin podría dejar de intentarlo – trate de sonreír pero creo que solo me vi aun más patético.

 

Hibari-san no me dijo nada y solo siguió tomando su café. Me lo esperaba. Pero aun así, esperaba que, tal ves, el podría rechazarme con palabra de una vez por todas. Tomo un poco del te y lo dejo sobre la mesa. Se me fue el apetito.

 

- Creo que me voy a casa – digo a la nada y corro la silla para levantarme, cuando estaba por pararme Hibari-san me habla.

 

- ¿Qué estas haciendo? – me mira con el seño un poco fruncido – aun no te respondí –

 

- ¿Vas... a responderme? – le pregunte sorprendido. ¿Por fin... tendría una respuesta?

 

- No voy a responderte hasta terminar mi café, así quédate sentado y espera – volvió a mirar al frente tomando su café.

 

Me senté en la silla de nuevo. No puedo creerlo. Por fin... me va a responder. Miro a Hibari-san de reojo tomando su café. Siento caliente la cara y vuelvo a mirar a la barra, al plato donde me había traído el postre. Estoy nervioso. El va a rechazarme. Empiezo a temblar un poco. El por fin va a... rechazarme de frente. Estoy seguro que esto va a destruirme, pero, necesito escuchar... necesito escucharlo de la boca de Hibari-san... de otra forma, siempre tendré esperanza.

 

- Tsuna – me llamo y di un notorio respingo.

 

- ¿S...Si? – dije mirando a su café en vez de a el.

 

- Por fin voy a responderte, por lo menos mírame a la cara – gire un poco la cara y mire de frente a Hibari-san. El esta muy serio y eso solo me asusta más - ¿Estas seguro que quieres una respuesta? –

 

- ... Si... la necesito – lo mire de frente, de verdad que la necesito. Hibari-san sonríe de costado, me sorprende un poco eso.

 

- Mj, que mocoso más molesto – me sorprendo por esas palabras, desde que tengo doce años dejo de decirme mocoso.

 

- ¿Eh? – Hibari-san se acerca a mi y me besa en los labios, y se aleja solo un poco - ¿Eh? – digo aun más sorprendido.

 

- ¿Aunque haga eso no lo entenderás no? – Su sonrisa se ensancha más – voy a tener se ser un poco más especifico –

 

Hibari-san vuelve a besarme pero esta vez tiene su mano atrás de mi cabeza y hace más presión en mis labios. Su otra mano se posa en mi pierna y la acaricia. Estoy temblando. Mi cuerpo entero esta temblando por el toque de Hibari-san. Trato de llamarlo abriendo la boca, pero siento que el arremete más contra mi. Mete su lengua en mi boca y empieza a moverse. Esta tocando mucho la mía y terminó tratando de hacer sus mismos movimientos. No puedo seguirle el ritmo. La mano en mi pierna viajo hasta mi trasero y lo esta apretando.

 

No se que hacer. La cabeza me da vueltas. El toque de Hibari-san se siente genial. No puedo pensar. No entiendo bien que esta pasando. Solo se que quiero que sigua.

 

Escucho un chirrido y siento a Hibari-san más cerca de mí. No puedo evitar querer tocarlo y apoyo mis manos en su pecho, tratando de atraerlo aun más a mí. Quiero sentirlo aun más cerca. Quiero todo de el. Siento que me falta el aire, ya no puedo respirar bien. Hibari-san se separa de mi, aun siento la mano en mi trasero y nuca. Me le quedo mirando un poco mareado. Hibari-san me sonríe.

 

- ¿Entendiste? – me dice apretándome más fuerte contra el. Aprieto las manos en su pecho y apoyo la cabeza en su pecho jadeando.

 

- Hi... Hibari...san – suspiro tratando de decir su nombre.

 

- Hey – me llama - ¿Te pregunte si entendiste? ¿O eres tan tonto que debo explicártelo de nuevo? – me sonríe.

 

Siento que podría morir ahora mismo.

 

- Soy... un poco tonto – levanto la cabeza de su pecho mirándolo acalorado – me lo dices... de nuevo... -  Hibari-san vuelve a acercarse a mi, pero se aleja a unos centímetros de mis labios.

 

- Luego, ahora tengo que abrir la tienda – me suelta y me apoyo en la barra o sino podría caerme, camina hacia la puerta para dar vuelta el cartel de cerrado a abierto. Luego se gira a verme otra vez – Ve a mi casa y llama al estupido caballo diciéndole que hoy te quedaras a dormir.

 

- ¿Eh? – Hibari-san se acerca a mí y me roba un beso.

 

- Quiero decir que hoy te quedaras aquí y te explicare detalladamente lo de antes ¿Ahora si entendiste? – lo miro apenado y asiento con la cabeza – Toma – me da unas llaves, justo entonces, entra alguien al negocio. Me inclino un poco a ver quien es y veo que es uno de los meseros. No saluda y se va a tras tienda.

 

Hibari-san me ayuda a pararme y me acerca hasta la puerta.

 

- Vete preparando – me dice antes de que salga de la tienda rumbo a su casa.

Notas finales:

* La panna cotta es un postre blando, a base de leche, crema, gelatina y azucar.


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