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Severus Snape es siempre una persona de entera confianza por xx serpi

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Notas del capitulo:

Este es el fic que escribi para el mini!bang del drarrython y que no llegué a publicar porque mi correo decidió que colaborar no era lo suyo. Beteado por la encantadora anyt.

Disclaimer: Harry Potter, sus escenarios y personajes son de JK.


El fic tenía algunos fallos, así que me he tomado la molestia de arreglarlos.

En pociones. Siempre es en pociones. ¿Por qué siempre tienen pociones con los Slytherin? ¿Por qué no con los Ravenclaw? ¿O por qué no con los Hufflepuff? Aunque, después de la muerte de Cedric Diggory en cuarto curso a manos de Voldemort, una maldición mortal que no debería haber recibido... ¡demonios, el otro campeón del torneo, el otro buscador de quidditch, no debería haber estado en ese puto cementerio! El caso es que, aún después de dos años, Harry no tiene muy claro si tiene derecho a mirar a los miembros de esa casa a la cara. Lo había hecho cuando aceptó montar el Ejército de Dumbledore el año pasado en quinto curso, claro, pero eso no necesariamente significa que tenga derecho a hacerlo. Por lo menos, procuraba no mirarlos mucho a los ojos. ¡Eh, miren, soy el chico que sobrevivió dos veces porque Voldemort decidió matar a uno de ustedes en vez de a mí!

Cada vez que se acuerda del chico, se siente como mierda, aun sabiendo que en aquel tiempo era intocable para Voldemort. De hecho, cuando se acuerda de que estaba protegido por la sangre y la fuerza del amor de su madre, se siente más mierda todavía por la muerte de Cedric. A veces se pregunta si su primo tenía razón al insinuar que le gustaba. Bueno, por lo menos reconoce que últimamente les esta mirando el culo a los tíos algo más de lo que debería. No es como si de repente sus ojos hayan dejado de tener imanes con el polo que los atrae situado en el escote de las chicas, pero... está ahí y no tiene caso negárselo a si mismo ¿Quizás sea bisexual? No esta muy seguro de como se toman esas cosas en el mundo mágico, Hermione estará más informada. Solo es cuestión de dejar caer el tema de forma casual, en la sala común o incluso en el Gran Comedor.

—¡Auch! ¡Hermione! —protesta al sentir la joven bruja le da un codazo en las costillas.

—Estabas en las nubes, Harry —susurra ella a modo de disculpa.

Antes de que pueda protestar, Ron le da la razón a la chica y Harry, derrotado por el dos a uno, decide no abrir la boca. Odia cuando Hermione va contra él y Ron se pone de su parte.


Malfoy se sienta a un par de filas de distancia con el resto de los Slytherin y también ha notado el momento de distracción del chico que sobrevivió.

—¿Qué pasa, Potter? ¿Necesitas de tus amiguitos para mantenerte en este mundo? —suelta con toda la intención de ser hiriente— ¡Oh, ahora lo entiendo! Eres amigo de la comadreja porque como es tan alto puede sujetarte cuando empiezas a volar como un globo, dejando la tierra. Y en cuanto a la sangresucia ratita de biblioteca... bueno, todos aquí sabemos que los perdedores se juntan. ¡Miren! —exclama haciendo una floritura con la mano para señalar al trío dorado de Hogwarts—: ¡Los tres perdedores! ¿Quien creen que será el cuarto? —continúa, acompañado por un coro de risillas por parte de los de su casa— ¿Neville? ¿O a lo mejor esa chica Weasley? Esperen, a lo mejor son... ¡Los cinco perdedores! Aunque deberíamos aumentaron a seis, porque si vamos a hacer un grupo de perdedores, entonces Lunática Lovegood no puede faltar.

Hermione lleva todo el discurso del rubio impidiendo que Harry y Ron se abalancen sobre él, argumentando que no vale la pena rebajarse a su nivel.

—¿Terminaste ya tu discurso, Malfoy? —Harry sonríe brevemente de medio lado, satisfecho por la idea que ha tenido para contestar a la retahíla de despropósitos del otro sin rebajarse a su nivel, y continúa hablando antes de que el otro tenga oportunidad de responder—. Porque 'Los tres mosqueteros', que es el libro al que te has estado refiriendo todo el rato, es muggle.

—Sí, de hecho lo es —interviene Hermione al ver la confusión que se acaba de instalar en la cara de muchos hijos de magos—. Es tan conocido en el mundo mágico que la mayoría de los magos y brujas no lo saben y piensan que el escritor del libro era mago. De todos modos, se ha demostrado de forma absolutamente concluyente que Alejandro Dumas padre era completamente muggle, ni siquiera squib —termina de decir con su característico tonito de enciclopedia y por el que por una vez nadie protesta, están demasiado ocupados corrigiendo la información falsa que poseían sobre el escritor.

Harry se dice a si mismo que le encantaría tener una foto de la cara de genuino espanto de Malfoy al enterarse de que le gusta un libro escrito por un muggle... ¿Dónde estarán Colín Creevey y su cámara de fotos cuando se los necesita? Aun así, los tres pueden reírse durante un buen rato hasta que entra el profesor en el aula, disculpándose por la inusitada tardanza al tiempo que pone sus cosas sobre la mesa apresuradamente. En su asiento, el Slytherin rabia como nunca por la humillación, clamando venganza.


Como siempre, Harry hace la mejor poción y es felicitado por Slughorn mientras Hermione frunce el ceño, considerando que usar el libro anotado es hacer trampas. Ese día, por suerte, no le dura mucho el enfado y para cuando están comiendo en el Gran Comedor un par de clases después, es como si nada hubiera pasado. Harry Potter decide que es una buena idea dejar caer lo de la sexualidad y su papel en el mundo mágico.

—Oye, Herms, ya sé que en el mundo mágico existe discriminación por sangre, pero... ¿hay otras causas de discriminación? ¿Por ejemplo por las opciones sexuales de una persona? Es que he estado pensándolo y, bueno, tenía curiosidad.

—¿Era eso sobre lo que desvariabas hoy en clase de Pociones? Realmente estabas en las nubes.

—Estaba pensando sobre la muerte de Cedric, en realidad —no quiere un discurso de Hermione para subirle los ánimos, así que omite que la razón era, en primer lugar, intentar decidir si tiene derecho a mirar a los Hufflepuff a la cara o no—. Cuando murió tenia muchas pesadillas con su muerte y mi primo, Dudley, solía burlarse de mí preguntándome si era mi novio. No sé, me acorde del tema y me di cuenta de que no tenía ni idea de la situación de ese tipo de personas en la comunidad mágica y supuse que tu sabrías más.

—Porque tú, por supuesto, no eres gay —inquiere Hermione alzando una ceja de forma suspicaz.

—No —responde—, estoy completamente seguro de que no soy gay.

¡Eh, es verdad que está seguro de que no es gay! ¡Nunca dijo que estuviera seguro de no ser bisexual! De hecho, se da cuenta Harry en ese momento, nunca ha asegurado ser heterosexual. No es que no haya asegurado ser completamente heterosexual, es que ni siquiera lo ha mencionado nunca como un dato sobre su persona.

—Date cuenta, Herms —continúa bajo la atenta mirada de la otra—, sabemos que hay discriminación de sangre pero no a causa de la raza o la nacionalidad —cuando dice eso, esta pensando en Dean Thomas, en las gemelas Patil, en Cho Chang... Incluso en Blaise Zabini—. Pero yo nunca he sabido nada sobre si existe discriminación a causa de las preferencias sexuales en el mundo mágico —convenientemente, omite que últimamente siente un interés creciente por el culo de Malfoy mientras sigue babeando con las tetas de las tías.

Hermione Granger, Griffyndor de corazón y Ravenclaw de pensamiento, se muerde el labio inferior pensativa. Casi puede oír a su cerebro trabajar, buscando el conocimiento en su brillante cabecita. Es la hermana que nunca tuvo, pero también el ¿quieres ser mi novia? de la época de preescolar que nunca llegó a decir. A fin de cuentas él era el rarito, el que hacia volar las cosas cuando andaba cerca y hacía que la señora se cayera cuando le gritaba. Se da cuenta de que tuvo una infancia solitaria, pero en cierto modo esos días quedan ya tan lejanos que es incapaz de tomárselos en serio. Quizá algún día le pase lo mismo con los Dursley, pero por ahora la chica deja de morderse el labio y de su boca escapa un suspiro derrotado.

—No lo sé, Harry, no tengo ni idea.

No tarda mucho en tener una idea para sacarles a ambos de toda duda, porque ahora ella simplemente no se puede quedar sin saber. Decide preguntarle a Ron, y el chico que sobrevivió está absolutamente convencido de que es una mala idea. Que una chica le pregunte al chico (heterosexual, ahí Harry sí que no tiene ninguna duda) al que le gusta sobre la situación de las personas homosexuales nunca es buena idea. De pronto se da cuenta de que en realidad en el mundo mágico también es mala idea, son como un mundo viviendo aparte de todo y de todos en una burbuja casi infranqueable. Al fin y al cabo él, Hermione y otros tantos hijos de mugres entraron, ¿no?

—Eh, Ron, oye... ¿cómo es lo de la gente con opciones sexuales minoritarias aquí en el mundo mágico?
Ron mira hacia Harry extrañado y decide escoger cuidadosamente las palabras de su respuesta. Él no soporta que llamen a Hermione sangresucia u otros de los imaginativos apodos que le han puesto, así que supone que debe limitar su uso de los apodos a Malfoy, el asombroso hurón botador.

—¿Con opciones sexuales minoritarias te refieres a que son homosexuales y eso?

—Claro, Ron —aclara ella, y está molesta.

—¡Joder, Hermione, que aquí en el mundo mágico hay parejas entre distintas especies! ¿No te esperarías que no quisiera que lo aclararas? —La chica reconoce que por esta vez tiene razón moviendo afirmativamente la cabeza y con una sonrisa ligeramente culpable.— En realidad, no es algo a lo que se le dé mucha importancia, teniendo en cuenta a todo lo otro. No sé, unas cuantas familias de sangre pura preferirían que sus ovejas negras fueran gay, eso es lo que dice papá al menos.

—¡Oh, claro! Ya lo entiendo, si no se reproducen no aportan mestizos a la familia... son asquerosos.

—Entonces Canuto debía de traer a la arpía de su madre de cabeza, ¿no?

—¿Canuto?

—¿Pero tú te has fijado alguna vez en las paredes de su habitación? ¡Están completamente cubiertos por motos y chicas medio en pelotas! O Por combinaciones de ambas cosas...

—No sé, chicos, a lo mejor exageraba a propósito para molestar todavía más a su familia. Siempre me pareció que entre Remus y él había algo más que una simple amistad. ¿Alguna vez se supo que Canuto tuviera una novia?

—Bueno, no, pero no creo que Canuto fuera... ya sabéis.

—¿Qué, Ron? ¿Marica?

—No quería decirlo así, pero ya que tú lo dices... ¡sí, exactamente eso!

—¡Ronald!

Ron hace una mueca y Harry aprovecha para sacar el tema de la bisexualidad, que a todos parece convencerles más que lo otro.

—Harry tiene razón, estoy reduciéndolo todo a te gustan los chicos o te gustan las chicas y olvidándome de todas las otras opciones.

—Bueno, a lo mejor sí que exageraba lo de las chicas para molestar a su madre.

—O a lo mejor sí que era gay —dice Ron esta vez—. No es que me moleste que lo fuera, es que es muy raro pensar en Canuto y no pensar en tías.


Hermione se muerde el labio y Harry pierde la vista por las mesas de las otras casas. Se fija en que Malfoy se está riendo por algo que le acaba de decir Parkinson y se da cuenta de que nunca le ha oído reírse de verdad desde que se conocen. Tiene una risa agradable, distinta a la del bastardo mal nacido que usa siempre. Así, casi le parece guapo.


La primera en levantarse es Hermione, como siempre, y al igual que casi todas las veces, va a la biblioteca. Ellos deciden ir a dar una vuelta y se acercan hasta el campo de quidditch donde están entrenando los Hufflepuff.

—Lo daría todo por poder volar en escoba ahora mismo.

Es completamente cierto.

—Tranquilo, colega, mañana entrenamos y ya podrás volar ahí todo lo que quieras.

Harry sonríe con la mirada perdida en el cielo, siguiendo los movimientos del equipo de la casa amarilla. Ahí, mientras ellos están en las alturas, puede mirarlos sin miedo a tener que enfrentarse a sus ojos.

—Tienes razón.

No vuelven a tener clase de pociones hasta dos días más tarde. Draco Malfoy aún sigue rabiando por lo de la otra vez, y Harry Potter no puede dejar de pensar en lo agradable que es tener una clase de pociones sin Snape dispuesto a llamarle idiota a cualquiera (cualquiera que no sea de Slytherin, se entiende) que cometa el más mínimo fallo.

¡Oh, sí! A veces, la vida es justa.

El profesor lleva varios minutos de retraso cuando se mueve la puerta y los alumnos se mueven para fingir que han estado bien sentados todo el tiempo.


No es Slughorn quien entra, y los griffyndor apenas sí pueden contener el <<¡mierda!>> que desea salir de sus bocas al ver entrar a Snape en su lugar.


Harry se pregunta sí no habrá soñado todas las clases anteriores, era demasiado bueno para ser cierto.

Severus Snape anda muy derecho, como siempre, y una mueca de desagrado se presenta sin pudor alguno en sus facciones aguileñas mientras recorre la clase con la mirada.

—Puedo observar que el que fue mi antiguo profesor de pociones tiene… exigencias más relajadas —dice, clavando su mirada en él —. Eso por decirlo de la forma suave, teniendo en cuenta algunos… de los elementos aquí presentados.

—Sí, profesor, parece que pretende darnos clase para que aprendamos. ¿Y que puedo decir por elementos? Quizás es la forma más fácil de acceder a nuestras uñas y cabellos, los cuales necesita para una poción súper secreta, ¿no le parece, profesor Snape?

—Cinco puntos menos para Griffyndor, Potter. Y ahora controle esa lengua.

Hermione abre la boca, a punto de protestar.

—Como ya he dicho, cinco puntos menos para Griffyndor. ¿Algo que decir, señorita Granger? —Ella niega con la cabeza.— Eso espero.

La clase transcurre con tranquilidad a partir de eso, a pesar de lo mucho que Harry y Ron gruñen contra Snape, o quizás precisamente por eso. Esa vez, Hermione no dice nada, dividida entre ser una buena amiga y decirle a Harry que, sencillamente, podría haberse hecho el loco. Snape nunca había mencionado su nombre y, por mucho que se dirigiera claramente a él, podría haber ignorado el asunto. No tarda mucho en sacudir la cabeza, ¿que le pasa para pensar que podrían tener una clase de pociones sin Harry y Snape peleándose?

Draco Malfoy parece no haberse recuperado todavía tras la otra clase, porque es la primera vez que estropea una poción, que sale de su caldero en forma de una espuma burbujeante y corrosiva que llena la clase con un fuerte olor a amoníaco. Harry, viendo como la espuma se acerca hacia él levantando humo del suelo, se echa hacia atrás, tirando su propio caldero en el proceso. Por suerte, su poción no da efectos secundarios, a parte de un charco violeta en el suelo de piedra de la mazmorra que usan como aula de pociones.

Ninguno de los dos tiene tiempo de reaccionar ante el desastre antes de que Snape lo solucione con un par de movimientos de varita mientras grita <<¡Malfoy!>> y <<¡Potter!>>, describiéndoles con todo detalle su castigo. Siempre puedes confiar en Snape para que te castigue, vaya. Protestan, claro, pero es inútil. En la cena, antes de que tengan que volver para limpiar sin magia alguna clase abandonada desde hace años, Hermione intenta convencerle de que no es injusto.

—Puede que Snape te odie y sea un cabrón por pretender meteros a los dos solos en una misma clase por horas, pero tienes que reconocer que esta vez tiene razón al castigaros. Hicisteis un desastre allá abajo.

—Habla por Malfoy, mi poción solo hizo un charco lila en el suelo.

—Piensa en esto Harry, ¿y si se hubieran mezclado? Hubiera podido pasar algo bastante grave.

Por supuesto, Harry Potter no da su brazo a torcer. No tratándose de un castigo de Severus Snape. Es universalmente sabido que los castigos que Snape les pone a todos los alumnos que no son Slytherin son injustos. En lugar de darle la razón a su amiga, aunque en el fondo sabe que la tiene, se limita a bufar y sigue comiendo. Más tarde se le ocurre que quizá debería haber comido más despacio, para prolongar el tiempo antes del castigo, pero sabe que habría sido inútil.

Termina de cenar y se dirige a la puerta, donde el profesor de pociones ya está esperándolos. El rubio no tarda mucho en seguirle, y ambos caminan detrás del aguileño profesor en busca de una clase que sirva para sus propósitos.

—Bien, aquí la tienen, la quiero limpia.

Harry se encoge de hombros y entra, seguido por Draco, que pone cara de asco. El moreno no acaba de saber si es por estar en la misma clase que él o por la suciedad que impera en el ambiente.

—Sin varita, señor Malfoy —añade Snape entonces, y el aludido resopla, molesto.

—En fin, esto debe ser el paraíso terrenal del polvo, ¿no? —dice Harry una vez que el profesor de pociones dobla la esquina.

—Ja, ja. Muy gracioso, Potter. Venga, empecemos de una vez, no quiero estar contigo ni un minuto más de lo necesario.
Harry se remanga la camisa y coge un trapo seco del cubo de limpieza que acaba de aparecer, disponiéndose a quitar parte del polvo.

—Lo mismo digo.

Consiguen ignorarse durante bastante tiempo, pero al cabo de la primera hora y media, según calcula Draco, cada vez queda menos sitio donde evitarse y el silencio se hace más y más aburrido.

—Eh, Potter, esto se te da bien, ¿no?

—Digamos que tengo una dilatada experiencia usando el método de limpieza muggle gracias a mis parientes.

—¿Y eso?

Harry decide que no es ninguna información que merezca la pena ocultar, al fin y al cabo, no hay modo alguno de que Voldemort pueda chantajearle con sus tíos y su primo y responde:

—Soy su elfo domestico personal. Limpio la casa, hago la comida, friego la loza, cuido el jardín, si tuviéramos perro pasearía al perro. Todo eso sin magia.

—Nadie pretendería que un solo elfo domestico hiciera todo eso sin una pizca de magia —apunta el otro.

—Bueno, no es tan malo desde que saben que soy mago. Antes vivía en un armario bajo la escalera.

El chico de oro se siente un poco culpable por la expresión de espanto que aparece en la cara del Slytherin.

—¡En fin, que más da! ¿Qué tal tú con Pansy?

Draco se ríe, sin que el otro entienda el porqué.

—Potter, soy gay. Me casaré con alguna bruja para continuar el linaje, pero voy por la otra acera.

Por su tono, Harry Potter sabe que no está bromeando.

—Bueno, aquí entre nosotros: mucho me temo que yo tengo un pie en cada acera.

Notas finales:

Me entretengo dandole sexualidades a los personajes, porque los autores casi nunca lo aclaran. Me gusta pensar que Harry es bi. La parte de que Draco sea gay es, en parte, culpa de mi madre. Cuando le pregunté si sabía que personaje de HP era homosexual, no se lo pensó nadita antes de asegurar que Malfoy. Por Dios, ¡hasta mi madre nota que te gusta Potter, Draco, deja de negarlo!


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