Te guste o No
En aquel instituto se veía que los alumnos salían y entraban, todos iban en sus mundos, exámenes, proyectos, tareas, entre otras cosas; en el portón se encontraba un pelinegro sin ningún rastro de emoción en su rostro, su nombre Sai, que veía a cierta persona que estaba en la calle platicando con otros compañeros.
El pelinegro ya había visto en ciertas ocasiones al susodicho pero no atrevía a hablarle, ni el mismo sabia por que pero le había llamado mucho la atención, quizás sea por su cabello rojo como fuego que resaltaba mucho y sus ojos aguamarina eran tan preciosos, su cuerpo ni se diga, era casi perfecto.
Vio como sus compañeros iban dejando solo a aquel muchacho tan peculiar y se atrevió a ir hablar con el, la pregunta ahora era ¿de que hablaría? Eso tampoco se lo imaginaba.
— Hola –dijo seguro de si, a aquel muchacho– ¿Qué hora tienes? –Si esa era la primera cosa que se le vino a la mente
— Son cuarto para las dos -respondió aquel joven, su vos era de un dios o eso fue lo que pensó Sai, no sabia que decir y si no decía algo rápido la oportunidad y el valor se le iría
— ¡¡Pantorrillas de marfil!! -fue lo que se escucho de un albañil que al parecer veía al hermoso chico desde la construcción del edificio de la esquina de la calle, al instante Sai voltio y dio una mirada matadora al trabajador, aunque la observación fue admirable, pues al ver al chico con los pantaloncillos que traía, era muy cierto lo dicho por él trabajador
— ¿Te ayudo con los libros? -dijo para ser cortes, pues los que llevaba parecían muy pesados
— No -dijo a quema ropa, comenzando a caminar así la siguiente calle
— ¿Puedo acompañarte? -volvió a preguntar siguiendo al chico que le daba la espalda
— No –fue lo único que salió de la boca del muchacho, sin voltear y fríamente
Sai seguía tras aquel pelirrojo, esté ultimo solo podía caminar mas y mas rápido, sin embargo el pelinegro no se daba por vencido, el silencio reinaba y solo se escuchaban los pasos de cada uno, el azabache llego a escasos centímetros el pelirrojo, este se estremeció al sentir el aliento del otro en su cuello mientras susurraba.
— Me gustas para para nuera de Mamá -le dijo en tono seductor, él muchacho ante aquel comentario de su ahora nuevo pretendiente solo pudo ponerse “rojo”, tanto o mas que su hermoso cabello no solo por la proposición sino por el “nuera” –No hay mas vuelta de hoja aquí empieza una historia, Te guste o no -Dijo con mucha seguridad- Tierna mariposa, soy el mismo que hizo Dios para hacer feliz –dijo con un tono cálido
— Tu estas loco, lárgate –dijo volteando a ver al pelinegro, pero ya no con una voz tan fría, cortante como las anteriores, esta sonaba mas a pena e inquietud ante tales palabras
El chico de ojos aguamarina siguió caminando cada vez mas rápido, mientras que el otro muchacho seguía con sus diversas palabras que hacían que el sexi pelirrojo se sonrojara y sorprendiera ante la gran insistencia del este pues la mayoría se cansaba de seguirlo o tratar de coquetear con él, gracias a su carácter frio y reservado.
Después de siete cuadras entre palabras de rechazo y múltiples piropos dichos entre el pelirrojo y el azabache respectivamente él pelirrojo tuvo un escape a su ahora acosador personal, los ojos le brillaron al ver la parada y su autobús, sin contratiempos apresuro mas el paso y se subió al autobús, bendiciendo a todos los Dioses habido y por haber por el escape que le dieron, al subir pago su pasaje y se quedo parado pues en su depuración no vio que el autobús iba lleno, se relajo y suspiro pesadamente recordando a su ahora dejado admirador, no quería ni voltear, para que no le reconociera o algo parecido, su mente trabajaba en distintas escenas que le podrían suceder si volteaba.
Mientras el pelinegro al ver subir a su adorado pelirrojo y no poder alcanzar el autobús siguió corriendo tras el, pues no quería desperdiciar su oportunidad, pues había preparado el campo, como él decía, corría tras el autobús.
El Semáforo en la esquina fue el perfecto celestino con el rojo de su luz, dando así el milagro que Sai ansiaba, corrió alcanzando el autobús y subió por la parte trasera, su corazón latía fuertemente por su carrera y por su amado pelirrojo que se encontraba dentro y no sabia como reaccionaria.
Llego hasta donde estaba y por detrás de él, muy lentamente su acerco a su oreja y lo abraso, sintió el sobresalto del pelirrojo ante aquel tacto; escuchaba su corazón como palpitaba rápidamente, se acercó a su oreja y en susurro pronuncio un…
— Hola, otra vez –dijo con una sonrisa sínica en sus labios por la reacción que tuvo el pelirrojo, además que su cara era toda una odisea. El chico no salía del asombro, el azabache susurro en su oreja-, me gusta para cuñada de mi hermana
— Tu estas loco –dijo el pelirrojo con su cara toda roja y con el corazón acelerado, tratando de entender como es que el pelinegro llego ahí, quizás había divagado tanto que no se dio cuenta de nada, se voltio para quedar frente a él, le sonrió muy cálidamente se acercó a su ojera y en susurro le dijo- ¡Quédate!
— Para siempre – contesto de inmediato Sai− hoy empieza nuestra historia, soy quien fue elegido para ti −le abraso con ternura y amor, esa sensación que sentía al tener a la persona querida, no se podía explicar, quizás por fin entendería bien a que se le llamaba amor y todo aquello que las personas a su alrededor contaban.
Se quedaron ahí, un buen rato, sin importar nada, ni nadie. Un abraso que los llevo sin palabras a decir todo, lo que los dos esperaban; paz y tranquilidad los embargaba, queriéndose tener así por mucho tiempo.
Se separaron lentamente, pidieron la parada, pues el tiempo había pasado muy rápidamente y habían llegado a donde bajaba el lindo pelirrojo. Caminaron unas cuadras, tomados de las manos hablando de cosas triviales, hasta llegar a la casa del chico.
— Creo que aquí nos despedimos –dijo el pelirrojo, con un poco mas de confianza al pelinegro- Te invitaría a pasar pero no creo que le agrade a mis hermanos –dijo cabizbajo
— No te preocupes, aunque quisiera haber pasado un poco mas de tiempo contigo – con voz de decepción, pero sin perder esa sonrisa sínica de los labios.
— Nos veremos mañana en el instituto –dijo sonriente
— Esta bien –contesto con un hilo de espereza, no quería dejar al ahora amor de su vida pues tenia miedo de no volverlo a encontrar o que todo esto hubiera sido un sueño- Pues me retiro, son tu permiso –dijo mientras le daba un casto beso, no dejando que pelirrojo tuviera tiempo de reaccionar o apelar contra aquellas acción.
Salió corriendo, antes de que pudiera repelar el pelirrojo, antes de doblar la cuadra y ver que el pelirrojo aun no se movía del lujar donde lo había dejado le grito
— ¡Por cierto mi nombre es Sai! –con una sonrisa en los labios, ante esto el pelirrojo reacciono y al igual le grito…
— Gaara, mi nombre es Gaara –Entro rápidamente a su casa, su corazón latía fuerte mente, no podía creer lo que había pasado además que no podía quitar el nombre de su cabeza, “Sai”, toco su labios y recordó el beso, seguramente esta noche no dormía.
Sai por otro lado tampoco podía creer lo sucedido, ese día había sido maravilloso, el mejor en mucho tiempo. “Gaara” era el nombre que nunca podría quitar de su mente y de su corazón. Había soñado siempre con esto, pero la sensación no se igualaba.
Mañana seria un nuevo día y su historia con Gaara segura, eso era seguro.
— Eso es innegable, Te guste o no... –dijo al viento, con una sonrisa cálida y sincera.