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Agonía por minikui

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Notas del fanfic:

¡Hola!

Después de mucho tiempo actualizo un fic, en verdad lamento mucho los que no he continuado pero en verdad no los olvido

les agradezco la lectura y por supuesto que los reviews ^^

a leer:

AGONIA

 

Entrar a esa casa aun después de años le daba escalofríos, con solo pararse en la puerta de entrada su piel se erizaba, desde ella podía visualizar perfectamente las paredes con lágrimas negras pintadas, la pequeña cocina sucia, con el fregadero atestado de basura y la ventana rota. Justo ahí, a un lado del fregadero un manchón negruzco en el suelo, prueba imborrable de lo que había sucedido ese fatídico año en el que su vida se destruyó por completo dejando solo ruinas de su felicidad.

 

 

A sus dieciséis años estaba entregando completamente su corazón y su cuerpo a la persona con la que había pasado la mejor parte de su existencia, solo un año, solo uno había bastado para que al lado el conociera lo que hasta entonces no tenía significado alguno: el amor.

- Nha – Su voz distorsionada en gemidos contra la piel desnuda de su acompañante quien lo sostenía con firmeza, era lo único que se escuchaba fuerte y claro en la habitación de su pareja, quien aprovechando la soledad de su casa lo invito para por fin tener un encuentro íntimo, su cabello largo se mecía a la par de sus embestidas mientras su blanca piel transpiraba – Aoi – Lograba decir de vez en vez, sin tener en sus pensamientos algún orden lógico, ni siquiera tenían forma, solo sabía que estaba ahí, justo debajo de un cuerpo más fornido que el suyo debido a la edad, la respiración dificultosa de Aoi chocando contra su oído provocando en él una sensación de estar siendo traspasado por chispas eléctricas que llegaban a concentrarse en aquella zona intima que estaba ocupada.

- Solo a mí – Escucho entre sus divagaciones – Solo mírame a mí – Se estremeció por completo ante aquella suplica disfrazada de mandato.

Pronto sus cuerpos quedaron quietos culminando  el más hermoso acto al que podían entregarse, ambos sonrieron completamente extasiados.

- ¿Escuchaste verdad? – Le pregunto.

- Si – Tomando la mano de Aoi la dirigió a su cabello ligeramente castaño para que lo mimara – tan claro – Un suave beso depositado en su frente mientras aquella diestra áspera y amable le acariciaba con amor.

 

 

Un paso tras otro, logrando adentrarse cada vez más a la que había sido su casa,  sus recuerdos parecían fantasmas llenando ese fúnebre lugar de alegría, de sus risas mientras era atrapado por su padre en un juego, de aquellas comidas familiares, pocas y gratas escenas grabadas dentro de su mente. Camino lentamente hacia la que fue su habitación, con un temblor en las manos dio vuelta a la perilla viendo con cierto miedo el espacio donde alguna vez había reposado su cama, ese espacio junto a la ventana que todas las mañanas era cerrada a fin de ocultar lo que tras de ella sucedía.

 

 

“- Papá, por favor, no quiero.”

 

 

Cerró sus ojos derramando las lágrimas producto del dolor que aun sentía y que parecía jamás querer desaparecer de su vida.

Creía con firmeza que toda su felicidad se desvaneció a sus ocho años, debido a que su infancia se esfumo por los deseos de quien más amaba, en principio sus tiernos pensamientos no concebían esos actos como incorrectos, solo los veía como un castigo por no querer levantarse temprano pero ¿Qué padre castiga con caricias y besos propios de una pareja? Ninguno. Ninguno lo hacía y de eso se enteró demasiado tarde, ya cuando se había envuelto en más que toqueteos, cuando su cuerpo de doce años hacía tiempo que fue poseído por quien era su progenitor. Al comprender que cada acto emprendido por su papá en contra de él estaban mal, intento detenerlo, lloro, pataleo, suplico pero ya nada frenaba a aquel monstruo.

 

 

“- Tú fuiste quien me provoco.”

 

 

Le dijo el día que le pidió se detuviera. Trato que su madre lo salvara contando de forma sutil lo que pasaba, pero ella no lo escucho, cansada por el trabajo y cegada al amor fiel que decían profesarle solo atino a pensar que era una forma de llamar la atención por parte de su único hijo, ni siquiera creía en la posibilidad de que su esposo pudiera hacer algo como le describían “me toca mis partes” jamás, su esposo jamás. Ignoro a su pequeño, Uke Yutaka se sintió abandonado y desde ese momento dejo de creer, dejo de sentir cada vez que estaba en casa; “un frasco vacío” esa era la definición de sí mismo al mirarse al espejo, ese que le mostraba marcas en su cuerpo, ese que le hacia sentir el ser más asqueroso e impío que podía existir.

A veces mientras se bañaba era cuando más fuerte se sentía, encerrado en esas paredes azules tenía la fuerza para decir “quiero morir” pero no así la intención, por lo que ni una sola vez intento deshacerse de su inútil cuerpo, pues aun había una pequeña parte de él que soñaba con encontrar una forma para huir de su familia y no volver a verlos.

A sus catorce años no encontraba más que apatía generalizada por parte de quienes le rodeaban. Comenzó a preguntarse si las personas a las que les decían amigos realmente lo serían. Si era así  ¿Por qué nadie se daba cuenta? ¿Por qué nunca le preguntaban nada? Incluso pensaba que el mismo era el causante de que ellos no lo hicieran, cuestiono aún más su existencia y cosas tan pequeñas como el ¿Por qué sonreía cuando no quería hacerlo? Lo hacían hundirse cada vez más, nadie se daba cuenta que llevaba la mitad de su vida sufriendo y todos pensaban que era irrisoriamente feliz provocando en el una soledad indescriptible.

Todo cambio cuando lo conoció, todo. No fue amor a primera vista, tampoco la segunda vez que lo vio, el asistente del profesor de computación, un chico al parecer universitario que en ocasiones colaboraba en las clases de laboratorio, más alto que el por varios centímetros, mirada amable y a quien no considero hasta que por error una de sus libretas cayó al suelo, abriéndose en las últimas páginas, justo donde la mayoría de los adolescentes plasman sus ideas creativas, él no era diestro con las palabras por lo que a base de trazos inconsistentes dibujaba  su frustración, su miedo y soledad, con terror vio la mirada del mayor que denotaba sorpresa; sin saber porque se sintió descubierto, aquellos rayones sin forma eran el mismo, así que no pudo soportar esos ojos escudriñándolo; sin mediar palabra tomo sus cosas saliendo rápidamente del aula, sin embargo, a la siguiente clase la mirada del asistente no se separó de él y antes de terminar la clase un pedazo de papel paro entre sus manos.

 

 

“¿Podemos platicar después de clases? Si es así te espero en la entrada principal”

Al término de sus clases, nervioso y expectante fue a la entrada, en donde él le esperaba recargado sobre la pared. Tenía que llegar a casa sin retraso, tenía que estar ahí antes que su padre para que no tomara de pretexto su tardanza y lo “castigara”. No podía enfrentarse a una mirada de aquel chico, así salió huyendo por la puerta trasera de la escuela evadiendo lo que más tarde sucedería, hablar con aquel chico.

Varios días pasaron hasta que debido a la perseverancia del asistente empezaron a convivir más, Shiroyama Yuu, un nombre que se empezó a ser constante en su mente. Era amable, considerado y al ser mayor por 10 años podía en ocasiones adivinar sus estados de animo encubiertos por su dulce sonrisa. En menos de seis meses lo considero su amigo, pero aun temía el roce de sus manos, debido a las constantes marcas en su piel no acostumbraba usar ropa descubierta mucho menos para las actividades deportivas, con excepción de la practica de futbol donde podía olvidar todo.

- Dejaré la universidad – Le dijo un día – Ya no iré más con el profesor Tanazawa – No podía creer lo que escuchaba – Mis padres no pueden costear mi ultimo año, además tengo hermanos pequeños y bueno, me toca ayudar – Esas palabras parecían vacías, una trampa se dijo a si mismo, un engaño.

- Así que dejaras de hablarme – Justo cuando pensaba que algo en su patético mundo podría mejorar sus ilusiones se desvanecían.

- No, en realidad – La diestra de Yuu estrechando sus manos sobre la mesa, sus ojos mirándolo fijamente como si esperara encontrar en ellos la clave de la creación del universo. Su cuerpo temblo, la biblioteca podría parecer un escenario romántico sin embargo, el solo lo podía ver como un lugar en donde su alma podría fragmentarse una vez mas – Quiero salir contigo como algo más que amigos – Fue un gran impacto, algo que jamás se podría haber imaginado, negó con la cabeza.

- ¿Estas loco? – Retiro sus manos bruscamente, tomo el libro que leía y salió sin darle tiempo a su acompañante de seguirlo. Agradeció no tener más clases y corrió a su casa en donde se refugio aterrado de aquella proposición, se encerró en el baño, mirando su reflejo en el espejo se pregunto “¿Por qué a mi? ¿Sabe que mi cuerpo solo reconoce a otro hombre? ¿Por qué me duele tanto el pecho?” cubrió sus labios con ambas manos impidiendo el sollozo que de ellos nacía, mientras sus ojos derramaban lagrimas, no podía aceptar una vida así. Tan desconcertado se hallaba que no se percato de la presencia de su padre quien no dudo en abrir la puerta del baño.

- Han pasado dos meses – Escucho a su espalda viendo el rostro de su progenitor. Dándose cuenta de sus palabras se asusto, desde que había empezado a salir con Yuu los encuentros con su padre se habían reducido hasta culminar en lo que había dicho. Dos meses. Había sido libre sin darse cuenta pero nuevamente caía en esas ataduras asquerosas – Te extrañe y sé que tu también me extrañaste – Su padre apenas rosando con la punta de sus dedos su cuello – Hoy, hoy tu madre llegara tarde así que ¿Por qué no me facilitas las cosas y te desnudas? – Sus pies se sintieron pesados tras esa orden, no tuvo fuerzas para negarse, igual que las otras veces solo se quedo parado, dejando que su cuerpo fuese tratado sin consideración, sometido una y otra vez bajo humillantes posiciones, avergonzándolo de su propia imagen, cerro los ojos soportando cada caricia, seguía llorando ahora de desesperación, de impotencia por temerle, por permitir que todo eso siguiera ocurriendo, quince años y no podía defenderse. No podía encontrar una forma de apartarse de su familia, no podía. Pero en algún punto perdió conciencia de si mismo, como si de una revelación se tratase un nombre vino a su mente “Shiroyama Yuu” quizá él podía ayudarlo a huir. Por un momento pensó en su madre, en la vergüenza que podría sentir al saberle relacionado con otro hombre. Escucho un gemido que lo saco de esa pequeña burbuja y nuevamente se miro al espejo. Su rostro era tan asqueroso, todo el tan vil y despreciable. – Ves, sé que me amas – Miro con horror a su padre quien le sonrío satisfecho, ya no podía más, finalmente quería morir, lo empujo, aun desnudo corrió a su habitación, donde apenas y alcanzo a asegurar la puerta, ya no podía aguantar más. “Amor” eso no era amor.

 

 

A pasos presurosos se alejó de  aquella puerta, no quería recordar lo que esa tarde había sucedido, no deseaba rememorar a ese hombre sobre el, los golpes, nada; regreso a la entrada, dejo caer su cuerpo al suelo tocando su vientre.

 

 

No pudo asistir a la escuela por varios días, los golpes que tenia en el cuerpo le habían hecho imposible asistir de esa forma, moretones de diferentes colores desde amarillos hasta morados adornaban su rostro, brazos, pecho, por todos lados. Él fue obligado a decir que una banda de muchachos le habían golpeado para que nadie señalara al verdadero culpable.

Esperaba verlo pero ya no estaba ahí, su única puerta se había cerrado. Regreso a la monotonía de su vida hasta que un día lo vio parado frente a la escuela, con un tímido gesto Yuu se acercó. Agradeció a Dios esa presencia, cuando Shiroyama estuvo frente a el no resistió más y lo abrazo, nada le importo, su escape estaba ahí eso fue lo único que pensó.

Esa tarde pidió perdón por su comportamiento pasado, continuo con las mentiras sobre sus golpes y se aferro a Yuu, quien amablemente volvió a pedirle salir como novios.

Iniciaron una relación que avanzo lentamente. En ocasiones no lograba soportar las caricias ni los besos pero se armaba de toda fuerza posible para seguir con el, Yutaka se entero de la situación familiar de Aoi a pesar de su edad vio a través de las palabras de Shiroyama, eran iguales, también quería huir de su “responsabilidad” familiar.

Después de cinco meses de relación hubo un gran avance, un motel fue la escena, los besos húmedos de Aoi el detonante, lo que en principio le pareció repulsivo poco a poco fue deseándolo, añorando que aquel momento llegara pero aun mantenía el terror con el que era poseído habitualmente, no pudo evitar temblar, así como tampoco el vomitar justo cuando Yuu dejo su condón en el cesto de basura, si bien no había pasado nada que el no deseara e incluso que pidiera, el acto aun le asqueaba.

- ¿Necesitas algo? – Le pregunto con preocupación mientras le ayudaba a limpiar sus labios.

- Lo siento – Musito temiendo haber arruinado todo. Frente a ello, solo suaves caricias y palmadas consentidoras recibió, no podía ser mejor.  A la tercera vez pidió que dejara el preservativo, no lo necesitaba al menos eso creía, nadie le había dicho que podía quedar encinta.

 


C>>

Notas finales:

¿Qué les parecío?

¿es decente, diferente, regular, lo mismo de siempre?

¿tienen alguna queja, sugerencia? ;__;

cualquier cosa es bienvenida ^^ en forma de review o en su caso pueden pasar a quejarse a @21kui_

jejejee

gracias por leer y nos leemos dentro de poco

ciao~~


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