Prólogo
“Cuando era pequeño jamás entendí porque las personas lloraban y sufrían por amor… no comprendía porque tenía que doler el corazón si no estaban enfermos ni algo por el estilo… omma siempre me decía que eso era porque el amor era como una enfermedad si no era correspondida, o si en aquellos casos la cura se perdía
Sin embargo… el tiempo sería el encargado de mostrarme como era que aquel sentimiento tan lejano para mí, iba a ser el encargado de hacerme sentir la peor persona del mundo.
Sí, me enamoré… y conocí la verdadera felicidad gracias a un chico torpe… y dulce, el cual… perdí de la forma más horrible simplemente porque no supe valorarlo a su debido tiempo
Pero… tenía que ser así…¿No?, iba a dañarlo…iba a herirlo y eso no era lo que deseaba para él
A veces los finales felices no son la solución a todas las historias de amor que ocurren en el mundo, y claramente… la mía fue una de ellas…
Te extraño… pero sé… que esto… no tiene futuro”
Esas fueron las últimas palabras que me atreví a escribir en mi diario mientras observaba como en la fría superficie barnizada se hallaban gotas frescas de lágrimas que habían caído de mi rostro, estaba llorando otra vez como un idiota, para mi suerte vivía sólo en el último piso de una de los edificio más caros de la ciudad, aunque, de nada servía si mi corazón estaba completamente dolido y dañado. Cansado de otra vez lo mismo opté por levantarme de mi asiento para caminar directamente hasta uno de los grandes ventanales que daba a la ciudad, lucía hermosa como siempre, sus brillos incitaban a la diversión, pero eso para mí era harina de otro costal, en aquel momento solo una persona podía ser capaz de personificar aquella sensación de estar en el paraíso, pero... ya no estaba a su lado... se había ido hacía mucho tiempo...
Apoyé la palma de mi diestra contra el ventanal intentando buscar algún tipo de salida para todo aquel infierno, pero sólo una respuesta llegaba a mi mente y era esa la que más temor me daba. Dios... cómo deseaba retroceder el tiempo en aquel momento. - Te extraño... no tienes idea cómo te extraño... - Fue lo único que pude decir casi en una monótona voz mientras que mi cerebro se encargaba de traerme a la vida aquellos recuerdos de hacía más de 5 años.
“¿Me odias?”
“Debería marcharme”
“Te amo”
Inevitablemente el pecho se me comprimió, cómo si una mano gigantesca hubiese tomado mi corazón estrechándolo con todas sus fuerzas, sabía que estaba enfermo, pero aquella sensación no era por mi falla cardiaca, No…. Era mi error el que me había atemorizado cada día de mi vida, recordándome por qué había ocurrido todo aquello.
“Si tan sólo lo hubiese escuchado”
“¡Myungsoo no dejes que me lleven!”
“MyungSoo….HYUNG! AYUDAME!”
Grité fuerte en la soledad de mi departamento, había sido un cobarde, había dejado que aquellos hombres se llevasen a la persona que había amado por primera vez en mi vida y ahora… ahí estaba, herido, con ganas de darme un tiro viviendo en una riqueza que no deseaba y disfrutando de placeres que ni siquiera me removían un poco el alma. ¿En que momento se me había acabado la vida?, ni siquiera lo sabía con creces, sólo tenía en mente, que muy pronto mi hora llegaría pero antes… tenía que recordar una vez más como en algún momento de mi existencia había anhelado un “Felices por siempre”.