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Mi cuento de hadas por JuneProductions

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Notas del capitulo:

Amane: No hay nada peor que enfermarse a principio de semana
Maname: que te tengan en observación toda una semana cuando tus pruebas finales están por empezar
Amane: que le debas un trabajo a la profesora de historia y que después de llegar a un acuerdo, tener que faltar
Maname: pero todo eso lo supero el hecho de que tuvimos que formatear el computador
Amane: menos mal salvamos éste capitulo
Maname: lamentamos la demora y esperamos les guste

— ¡¿A-Andreita?! ¡¿Pero que haces ahí?! Digo ¡¿Qué haces en mi cama?!—Pregunté casi al borde del colapso.
Me miró con una cara de odio y desprecio, parece que le molesta que olvide cosas. Se sentó en el borde de la cama, dejándome ver que lo único que traía puesto era ropa ligera. Me voy a matar, me voy a matar. Se inclinó hacía un lado y se apoyó con su mano, mientras con la otra se acomodaba el pelo hacía atrás, sacándolo de su rostro.
— ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Acaso ya olvidaste lo que pasó anoche?—Me preguntó molesta, relajando su expresión de odio.
Yo solo asentí con la cabeza—Estaba ebria y los recuerdos que tengo son borrosos—De echo, juré que anoche estaba con mi querida Elisabeth ¡No contigo!
—Vaya, después de que tú misma me empujaste a la cama—Me dijo con una sonrisa de molestia. Se bajó de la cama y se dirigió hasta donde mí. Se sentó ¡sobre mis piernas! Y se acercó a mí—No sabes lo molesto que me está resultando que olvides cosas—Me dijo antes de besarme.
Al principio quedé sorprendida, pero literalmente sorprendida. Pero luego de unos segundos mis brazos se movieron automáticamente, mientras que por dentro no paraba de retarme y gritarme que me detuviera. ¿Es qué acaso anda algo mal conmigo? La Andreita también me rodeó con sus brazos, pasándolos por mi cuello. Yo la abracé desde su cintura, rodeándola algo insegura. Acepté el beso y le correspondí. Me acomodé en el piso, porque en la posición en la que caí de seguro me rompía el cuello. Comenzó a hacer pequeñas pausas y luego seguía. Yo recuerdo eso, lo hacía yo contigo. Parece ser que le enseñe bien. Atrapó mi labio entre sus dientes y luego lo soltó. Nos quedamos mirando un buen rato en silencio, en donde yo estudiaba sus hermosos ojos verde esmeralda. Sus manos las llevó a mis mejillas, posándolas con cuidado. Nos inclinábamos hacía la otra, para intentar besarnos nuevamente, pero nos deteníamos antes de siquiera tocarnos. Se mordió el labio inferior mientras todavía me miraba. ¿Pretendes tentarme? ¿Provocarme?
Llevé una de mis manos a su mentón, se lo tomé con delicadeza y con mi pulgar acaricié su labio—No, no hagas eso—Le pedí inclinándome hacía ella con lentitud.
— ¿Qué cosa?—Me preguntó en un tono suave.
—No te muerdas, ese es mi trabajo—Le dije besando nuevamente sus labios, pero antes tomando el inferior entre mis dientes.
Nos quedamos así un buen rato, entre beso y beso, dejando a nuestras lenguas danzar la una con la otra. Realmente era una sensación que extrañaba. Sobre todo a ella. Mi cuerpo la extrañaba a ella. Quizás por tú culpa fui incapaz de hacer durar una relación. Recuerdo aun cada cosa de ella, cada pequeño detalle aun está guardado en mi cabeza y solo la necesitaba a ella para recordarlos. Con una de mis manos, con el dedo de una de mis manos hago una línea por su espalda, de arriba a bajo. Dibujando el arco de su espalda. Se estaba inclinando hacía atrás. La apreté más contra mí, la quería sentir nuevamente. Creo que había sido un tiempo sin hacer esto, mis labios se estaban entumeciendo más rápido que de costumbre. Nos separamos finalmente del beso y nos quedamos mirando, sin poder dejarnos totalmente nos dimos unos últimos besos rápidos. Suspiré con fuerza y dejé caer mi cabeza en su pecho. Ella me dejó y comenzó a acariciarme la cabeza, son costumbres que no se pierden. Cerré mis ojos dejándome envolver por su dulce aroma. ¿Cómo es que nunca me di cuenta de cuanto la había extrañado?
—Yo sabía que no te podías haber olvidado de lo que sentías por mí—Comenzó a decirme en un suave tono de felicidad—O lo que me prometiste. Yo sé que aun recuerdas, que aun me recuerdas y todo lo que vivimos. Yo sé que, aun que sea muy dentro de ti, aun me amas. Yo lo sé—Me dijo mientras aun acariciaba mi cabeza como siempre acostumbrábamos.
—Hueles igual que ella—O será ella quien huele igual que tú. Comenté para ambas mientras aun descansaba mi cabeza en su pecho, inhalando y dejando que se me impregnara su dulce aroma.
— ¿A quién?—Me preguntó curiosa sin dejar lo que hacía.
—A ella—Le volví a repetir.
— ¿Pero quién es “ella”?—Me preguntó seguido de una pequeña risa.
—A ella...A...A— ¡Elisabeth! Levanté mi cabeza con fuerza, golpeándola sin querer a ella. La miré asustada y me separé de ella, levantándome del piso y dejándola  ahí, tirada—Lo...Lo siento tanto Andreita—Le dije confundida y nerviosa. Miré para todos lados, mi ropa estaba mezclada con la de ella. Su ropa interior. ¿Entonces que mierda viste? La volteo a mirar, lo que llevaba era mío. Una delgada camisa con tiritas y unas pantaletas. Mi cara comenzó a arderme y tomé lo primero que encontré y, me fije, fuera mío—Yo...Yo...—No encontraba palabras. La Andreita aun estaba en el piso, de seguro mirando como me movía por todos lados de la habitación—Lo siento tanto—Le volví a repetir y salí de la habitación, con la ropa que encontré, y cerré la puerta.
Me quedé sosteniendo el pomo de la puerta tras de mí un buen rato, apoyada contra la puerta, procesando lo que sucedió, lo que sucedió conmigo. Intentando buscarle alguna explicación, pero no la hallaba, no la encontraba. Comencé a desesperarme y corrí al baño antes de que alguien me viera. Tiré la ropa al piso y me quité lo que llevaba. Al menos era mío. También llevaba una camiseta como la que tenía la Andreita, pero nada más abajo, y unas pantaletas. Respiré profundo e intenté calmarme. Entré a la ducha y quise no pensar. Estaba tan alterada con lo que sucedió. En mis manos aun estaba la sensación de que la sostenía y la tenía envuelta contra mis brazos. En mis labios aun estaba su sabor, la sensación de sus labios. ¡No, no, no! Esto no puede estar pasándome a mí. Ni siquiera sé que es lo que me está pasando. O lo que pasó allá adentro. Es decir. Me olvidé, me olvidé por completo de mi princesa. Perdí razón de mi misma y la besé. Y anoche ¡Anoche me acosté con ella! ¡¿Qué está pasando por mi cabeza?! No...No entiendo que es lo que sucede conmigo. Es verdad que extraño la sensación de tener a alguien en mis brazos y besarla y todo eso, pero si lo voy a volver a vivir quiero que sea con mi pequeña dulce princesa ¡No con otra persona!
—No la merezco, después de esto no la merezco...
º/º/º/º
Al volver a mi habitación la Andreita ya no estaba, tampoco su ropa, eso quiere decir que se fue...O posiblemente esté abajo con los demás. Me pregunto si se enfado. Es obvio que sí. ¿Y ahora qué haré? Es decir, ¿Cómo miraré a la cara a mi querida Lily? ¿Qué haré con la Andreita? Dios, por la borrachera de anoche tengo la escoba. Cerré la puerta de mi habitación y me lancé a mi cama. Ya no quería nada, nada de peleas, ni problemas. No quiero nada. Estampe mi cara contra el colchón de mi cama, que aun estaba desordenada, y me quedé ahí, sin moverme. Inhalé con fuerza. Aun estaba su dulce aroma impregnado en las sabanas. Algo, una sensación de nostalgia me comenzó a envolver. Es como si fuera algo que no quisiera olvidar y volver a vivir. Por eso me asusté cuando se me ocurrió corresponderle a la Andreita y seguirle el juego. No era consciente de mi misma. Me siento tan culpable, tan mal conmigo misma. De seguro acabo de ilusionar a la pobre Andrea. No me lo perdono nunca, debo encontrar una forma de hablar con ella. Vuelvo a inhalar con fuerza y a suspirar derrotada. ¿Y cómo se supone que lo haré? ¿Qué le diré? Siento que está mal solo ir y pedirle disculpas, con la excusa de que anoche no estaba consciente del todo y de que estoy enamorada de otra persona. Si hasta para mí es horrible pensarlo. Debo pensar bien en lo que diré para no lastimarla más de lo que seguro está. Parecía tan feliz porque la besé, porque según ella no había olvidado lo que pasó entre nosotras, cuando la verdad es que casi no recuerdo nada. De seguro la Andreita quedó devastada. Dios, no. No lo quiero ni pensar.
Cierro los ojos por unos momentos, necesito calmarme, porque no solo tengo encima el problema con la Andreita, sino que también está el asunto con mí querida Lily. Es decir ¿Cómo se supone que la veré a la cara después de lo que hice? No me creo capaz. Realmente no me creo capaz de verla a la cara en estos momentos. Tengo miedo de enfrentarla. ¿Cuándo me volví tan cobarde? Y ni siquiera sé a lo que temo. Ella nunca se va a enterar, estoy segura de eso. Pero aun así, aun así siento que seré incapaz de tan solo cruzar miradas con ella. ¿Cómo se supone que le haré frente a mi pequeña dulce princesa después de tan horrible traición?...

º/º/º/º

Al bajar, y porque el cielo me odia, la primera persona que me encontré fue a mi querida Lily quien, con una dulce y adorable sonrisa de buenos días, venía a saludarme, pero antes de que tan solo dijera una palabra arranqué lo más lejos que pude sin decirle nada. Debo calmarme o sino la asustaré.
— ¿Por qué corres?—Me preguntó alguien que estaba a espaldas mías. Por como sonó juré que había sido mi hermana.
—Escapo—Respondí volteando a ver quien me había hablado, que sorpresa grande la mía cuando vi que era la Andreita. Pensé que se había ido o algo, no pensé que seguiría aquí. Lucía tan molesta conmigo.
— ¿Y de quién?—Me siguió interrogando.
¿Lo que veo son ojos hinchados? ¿Habrá estado llorando?—Ahh...De...De nadie—Le respondí mirándola a la cara. Su nariz roja al igual que sus mejillas, y creo que aun quedan rastros de lagrimas. Realmente estuvo llorando.
—Como sea...Tú mamá te estaba buscando. Quería saber si ya habías bajado a comer algo—Me dijo y luego se marchó.
Me dieron unas ganas incontrolables de abrazarla y no dejarla ir, no en ese estado, pero mejor era controlarme y abstenerme de aquello por ahora porque de seguro la terminaré destruyendo más. Suspiré derrotada, cansada, y caminé a la cocina para ver que había de bueno para comer. Mi estomago crujía del hambre. Al entrar estaban mi hermana, Andalucía y Lily reunidas en la cocina, conversando muy cómodamente mientras comían algo ligero. Me di media vuelta y susurré elevando mis brazos al aire— ¿Por qué me odias tanto?—Al parecer ese extraño gesto mío hizo notar mi presencia.
— ¿Qué pasa?—Me preguntó Andalucía.
—Eh, no nada. Venía por algo de comer—Dije acercándome a la mesa ya que encontré un plato con algunos panes. No me digne a levantar la vista para mirar a mi princesa.
—Daniela...—Me llamó mi hermana y levanté la mirada para verla a ella.
—Dime...—Le dije para que continuara.
Hizo una pausa, pareció pensarse bien lo que me iba a decir—No, nada. Olvidalo—Dijo y volvió su atención a la conversación que estaban teniendo.
Después de tener en mi poder un pan y un vaso de jugo salí de la cocina. No, realmente no sería capaz de ver a mi princesa a los ojos el día de hoy. Fui caminando por ahí, esperando seriamente no encontrarme con nadie, porque no tenía las ganas de hablar con nadie. Pero porque el cielo parece divertirse mucho al verme sufrir, mi primo apareció de la nada y chocó conmigo, dejando caer un poco de jugo en su hermosa camisa blanca. ¿Es qué no basta con que tenga resaca y haya cometido una estupidez de borracha?
—Dios, perdóname Palomo. Fue sin querer, no me fije por donde caminaba—Le dije mirando para todos lados para ver como lo podía ayudar.
—No, no importa. Ya se quitará después. Además, no es la única que tengo—Me dijo para aliviarme y haciéndose a un lado para dejarme seguir mi camino—Daniela...—Me llamó a lo que yo fije mi atención en él—Quería saber...—También pareció pensarse lo que me iba a decir y luego hizo una mueca de “mejor no”—No, nada. Olvidalo—Dijo y se fue.
Iba a seguir mi camino cuando se me ocurrió mirar mi vaso. Quedó casi vacio, todo lo demás está en la camisa de mi primo. Bueno, ya no importa. Pensé en devolverme, pero después me arrepentí y seguí mi camino con casi nada de jugo en el vaso. Di la primera mordida a lo que sería mi desayuno y subí las escaleras. Me crucé con mi hermano y me hice a un lado, al igual que él, y luego al otro, al igual que él, bloqueándonos el paso. Reímos un poco y mi hermano me cedió el paso. Subí un par de escalones y mi hermano me llamó.
—Daniela—Me dijo y volteé a verlo. Se lo pensó un poco y luego negó con la cabeza—No, nada. Olvidalo—Me dijo y siguió su camino. ¡Dios! ¿Pero que les pasa? Ya es la tercera vez que me pasa. Si me quieren decir algo, díganlo.
Logré llegar a mi habitación sin mayores inconvenientes y me senté en mi cama. Dejé mi vaso a un lado, en el mueble y me recosté en la cama, mientras seguía comiendo mi pan. Me quedé mirando el techo un rato y la puerta se abrió. Mi madre es la única que no toca la puerta para entrar así que supuse que era ella.
—Daniela, hija—Dijo cerrando la puerta tras de ella.
—Tiene que ser una broma—Dije y me senté en la cama para ver a mi madre que venía en mi dirección— ¿Qué pasa?—Pregunté esperando que ella no me dijera lo mismo que los demás.
—Linda, dime una cosa—Empezó diciéndome, sentándose en la cama, quedando frente a mí—Es verdad... ¿Qué anoche dormiste con la Andreita?—Me preguntó tan directa como solo ella sabe ser.
— ¿Cómo lo sabes?—Le pregunté algo extrañada con que supiera. Dudo que a la Andreita se le haya ocurrido contárselo a mi madre.
—Toda la casa lo sabe. Es decir. Aquí no hay secretos, y el primero en enterarse fue Dorian y luego tu hermana. Me extraña que nadie te lo haya preguntado—Me dijo en respuesta descolocándome completamente. ¡¿Toda la casa?! ¿Eso quiere decir que mi querida Lily también?
—Y... ¿Y Lily también lo sabe?—Pregunté preocupada, pasando saliva con dificultad por mi garganta.
—No, ella no. No te preocupes—Me tranquilizó mi madre—Ahora respóndeme—Me pidió.
—S-sí. Es verdad, mamá—Le respondí cabizbaja— ¡Pero!—Grité levantando mi cabeza de golpe—Yo no sabía lo que hacía, estaba ebria y...y...y tú sabes que no soy así. Yo no quiero lastimar a nadie y no soy de acostarme con otras personas cuando estoy enamorada. Es decir, yo...—Ya ni sé lo que estaba hablando.
—Cálmate—Me dijo mi madre poniendo una de sus manos sobre mi hombro—No te estoy juzgando, y ya lo sé. Yo sé que no eres así, es por eso que necesitaba preguntar para salir de dudas—Me dijo en un tono de comprensión maternal. Me abracé a ella y me puse a llorar. Esto es algo que logra solo mi madre con tan solo unas palabras.
—Yo no sé que pasó. No recuerdo nada y la Andreita está enojada conmigo—Le dije entre lagrimas—Traicioné a mi pequeña princesa y no he sido capaz si quiera de mirarla. No sé que hacer para solucionar las cosas. Me siento tan mal, mamá, tan mal—Dije aliviando un poco la presión.
—Ya, ya. Cálmate—Me tranquilizaba mi madre acariciando mi espalda—Mira, vas a tener que hablar con la Andreita—Me separé de mi madre y me limpió las lágrimas—Linda...verás, la Andreita, cuando le dije que ibas a venir, se puso tan feliz, pero...—Mi mamá hizo una pausa y me miró, sin decirme nada. Pareció pensarlo, buscando como explicarme—Pero, verás, parecía tan molesta a la vez. Tan...no sé, triste y enojada. Fue algo extraño, es como si quisiera verte, pero al mismo tiempo no. ¿Me entiendes?—Dijo y yo solo asentí con la cabeza—No sé que pasó entre ustedes antes de que fueras a la ciudad, pero sea lo que haya sido tienes que solucionarlo junto con esto—Me aconsejó mi madre.
Me sonrió, puso su mano en mi hombro una última vez, se levantó y se fue de mi habitación, dejándome sola. “Lo que pasó antes de que me fuera”. No me acuerdo de nada, por más que lo intente. Pero siento que algo se me olvidó cuando me fui, es decir, tuve esa sensación de que algo se me olvidaba todo el camino a la ciudad, pero nunca logré adivinar de qué se trataba. No puedes ser que se me haya olvidado hablar con la Andreita ¿O sí? Es decir, dudo que se me haya olvidado algo tan importante...creo.
º/º/º/º

    Durante el transcurso de la tarde lo único que hice, realmente, fue escapar de Lily. En el momento que aparecía yo escapaba. Aun no logro hablar con la Andreita y quiero enfrentarme a Lily. Soy incapaz. ¿En qué momento me volví tan cobarde? Debo superarlo. Por culpa de la borrachera de ayer, el almuerzo de hoy fue más tarde, tanto que parecía cena, pero como nadie se quejó no hubo problema. Yo me preguntaba si aparecería por aquí la Andreita o si se fue a su casa, cosa que encuentro más probable, es decir ¿Por qué se quedaría después de lo que pasó?
La garganta me apreta, todavía no me siento bien, necesito arreglar éste problema lo antes posible. Miraba para todos lados buscando que hacer, pensando. Mi padre salió a recibir a los vecinos que nuevamente se anunciaban en nuestra casa y yo, automáticamente, me puse a buscar a la Andreita. La encontré escondida tras la espalda de su madre, al parecer no quería entrar, mi mirada se encontró con la suya y ella la apartó, bajándola al piso, escondiéndola tras sus cabellos. Me invadió la culpa y me molesté un poco. Fui hasta donde ella, tan normal como pude fingir, saludé a sus padres y le tomé la muñeca, con algo de rudeza, no lo voy a negar, y me la llevé de ahí. No le dije nada, solo la arrastré hasta el manzano de siempre, ella pareció darse cuenta de a donde la llevaba porque intentó liberarse cuando ya nos estábamos acercando.
—Por lo que más quieras, Daniela, no me lleves ahí—Me pedía tironeando para que le soltara la muñeca.
Al llegar al manzano volteé a verla, aflojando un poco el agarre— ¿Por qué no?—Le pregunté.
—Porque fue en éste maldito lugar donde pasaron tantas cosas y tan solo volver trae a mí tantos recuerdos...que no quiero revivir—Me dijo apagando el tono de su voz al final y sin mirarme. Miraba hacía otro lado, pero era por mí que no podía voltear para evitar que la mirara mientras se ponía a llorar.
— ¿Qué pasó?—Le pregunté sorprendiéndola, volteó a verme algo extrañada— ¿Qué pasó entre nosotras?—Le volví a preguntar, completando la oración.
— ¿Qué quieres decir?—Me preguntó ahora ella aun con su mueca de extrañeza.
— ¿Qué fue lo pasó entre nosotras antes de que me fuera?—Le seguí insistiendo. Nuevamente quería respuestas, no más preguntas.
—Nada—Me respondió acercándose unos pasos a mí.
— ¿Entonces por qué estás tan molesta conmigo?—Pregunté algo sorprendida por su respuesta, no me la esperaba.
Ella pareció molestarse más con mi pregunta y en un movimiento rápido me arrinconó contra el árbol y me besó. De la sorpresa le solté la muñeca y ella aprovechó para abrazarme. Aunque ahora soy consciente de cada movimiento, de cada cosa que hago, mecánicamente la abracé. Rodeé su cintura con mis brazos y le correspondí al beso. Probé nuevamente su dulce sabor y tenía cerca ese aroma que tanto me enloquece. A la Andreita no pareció gustarle nada lo que hice porque en un rápido empujón se separó de mí. Me miró furiosa y con lágrimas en sus ojos.
— ¡Es por eso mismo que estoy tan molesta contigo! ¡Es por esto que te odio!—Me gritó para luego cubrir su boca y caer al piso, llorando como nunca antes lo hizo. Me quise acercar a ella, pero me lo impidió—Te odio por lo que provocas en mí, por haberme engañado—Comenzó a decirme con su voz baja—Porque no solo te bastó con haberme roto el corazón, sino que tenías que volver y terminar de destruirme—Concluyó calmando las lágrimas y limpiándoselas con la palma de su mano.
—A-Andreita...—Suspiré con culpa y me senté cerca de ella, pero no me atreví a acercarme, por lo menos no todavía—Perdóname...—Le pedí.
Con una dolida risa volteó a mirarme—Eres una tramposa, Daniela—Me dijo. Se acomodó en el suelo y volteó hacía mí, pero tampoco se acercó—Sí aquí fue donde te perdoné una vez, por qué no hacerlo una segunda ¿No es así?—Me dijo sonriendo. Se abrazó a sus piernas y escondió su rostro en sus rodillas—Te fuiste sin decirme adiós. Nunca me llamaste. Nunca me dijiste que te ibas. Tampoco me dijiste cuando lo decidiste—Levantó su vista al árbol—Prácticamente me olvidaste, me engañaste y me rompiste el corazón ¿Y todavía me pides que te perdone?—Me preguntó mirándome a la cara.
—Yo...—No sabía que decirle, porque lo peor de todo es que si la olvidé, pero no porque quise, sino porque sencillamente la olvidé. ¿Cómo?—No fue mi intención olvidarte, mucho menos dejarte así—Le dije intentando de arreglarlo.
— ¿Sabes que fue lo peor de todo?—Hizo una pausa y me quedé mirándola—Que te creí. Creí en cada palabra que me dijiste cuando estuvimos juntas. Cuando me dijiste que me querías te creí. Cuando me dijiste que estarías conmigo para toda la vida te creí, al principio lo creí imposible, pero entre más pasaban los años y tú seguías estando junto a mí, te creí. Cuando me dijiste que me amabas te creí y fue eso lo que más me dolió—No borraba de su cara su dolida sonrisa. Yo solo escuchaba, atenta, a todo lo que decía, haciendo memoria de a poco, con la culpa corroyéndome el cuerpo—Sé que tienes problemas de memoria y que eres despistada— ¿Problemas de qué?—Pero yo me pregunto ¿Cómo es posible que te olvidaras de mí tan rápido?—Me preguntó mirándome con sus ojitos esmeralda.
—Perdóname...—Le volví a repetir sin encontrar otras palabras—Pero créeme cuando te digo que no fue porque quise. Hasta el último momento, cuando el bus llegó a la ciudad, sentí que se me olvidaba algo, pero nunca logré recordar que fue. No pensé que fuera algo tan importante—Le dije como para intentar de explicarle lo que sucedió.
—Nunca me llamaste, así que supuse que habías terminado conmigo, que te aburriste de mí o que sencillamente te molestaba y no querías saber más de mí—Agregó para buscar respuesta a eso.
Yo solo sonreí y me acerqué a ella—Perdóname—Le volví a pedir—No fue mi intención no hacerlo, quizás entre la emoción de ir a un lugar nuevo hizo que me olvidara de todo lo demás, y quizás fueron los estudios que me mantuvieron tan ocupada lo que hizo que no recordara llamarte—Le dije.
Ella también sonrió y se acercó un poco más a mí, ya solo nos separaban unos centímetros, los cuales quité yo—No sé si solo buscas excusas para que te perdone, o es verdad—Dijo apoyando su cabeza en mi hombro.
La atmosfera cambió completamente, pero esto aun no terminaba. Aun podía percibir en ella el dolor de lo que sucedió tiempo atrás, y yo aun no termino de arreglar todo. Pero ya estando un poco más relajadas era un poco más fácil hablar. Aun que eso no quiere decir que yo no me sienta culpable. Nos quedamos en silencio un rato, la Andreita se comenzaba a quedar dormida, quizás por tanto llorar en el día. Le acaricié la cabeza con cariño. Suspiré algo cansada y cerré unos segundos los ojos.
—Te odio—Dijo en un suave tono de cansancio, sorprendiéndome un poco por aquello—Comienzo a pensar que todo lo que me dijiste es verdad, es decir. Después del accidente que tuviste terminaste con problemas de memoria, sumado con lo distraída que eres, todo lo que me dijiste parece ser la verdad—Me dijo sin moverse mucho. Quedé curiosa de nuevo ¿Qué accidente?—Mientras que yo aquí estuve sufriendo por nada—Concluyó con una pequeña risa.
—A-Andrea...—
— ¿Me amas?—Preguntó interrumpiéndome. Yo solo me quedé en silencio—Después de tanto tiempo ¿Aun me amas?—Volvió a preguntarme. Yo solo me quedé en silencio, no sabía como responderle.
—No...—Le respondí segura, sin titubeos. Creo que esto es lo peor que he hecho en mi vida—Lo—
—No...No lo quiero oír—Dijo interrumpiéndome—Era obvio, pero después de lo de ayer y lo de hace poco quedé con dudas—Me dijo. Se abrazó más a mí— ¿Con cuantas personas has salido?—Me preguntó.
—No sé, demasiadas quizás—Le respondí sin saber por qué, solo debí quedarme callada, o decirle otra cosa, no sé, algo que no hubiera sido eso.
—Está bien...—Me dijo. No la podía ver, pero sé que estaba dolida, la estaba lastimando y no sé como podía repararlo.
—Pero sabes, nunca logré durar con alguien mucho tiempo. Creo que nunca llegué a querer a alguien como a ti. A amar a alguien como te llegué a amar a ti—Le dije como para intentar, con lo que fuera, de repararlo.
—Claro que no, yo fui especial ¿Lo olvidaste?—Dijo aun sin moverse ni nada—Incluso te puedo asegurar que cada persona con la que estuviste tenía algo mío, o te recordaba a mí y nunca te diste cuenta. No lograbas encontrar lo que te faltaba ¿No es así?—Dijo adivinando preciso.
—Así es—Le dije yo. Finalmente se levantó y me miró a la cara, sonreía pero por dentro aun no aceptaba nada de lo que estaba pasando, aun lloraba por dentro, sus dulces ojos me lo decían.
—Pero...—
—Pero...parece ser que encontré a alguien...más—Le dije yo, no quería mentirle, no a ella.
Desvió su vista hacía otro lado, intentando tragarse las lágrimas—No importa, está bien. Era obvio que esto pasaría—Se abrazó a mí, pasando sus brazos por mi cuello y escondiendo su rostro en mi hombro—Es la encantadora niña que te acompaña ¿Verdad?—Yo solo asentí con la cabeza.
—Andrea...—
—Termina conmigo—Me dijo, interrumpiéndome nuevamente, y sorprendiéndome con su petición.
— ¿Cómo?—Le pregunté, aun cuando había escuchado perfectamente.
—Eso. Quiero que termines conmigo, como se debe. Quiero que cuando te vayas, esta vez tú y yo ya no seamos nada—Me dijo sonriéndome, hablándome en serio—Sé que te olvidaras de mí de nuevo, así que esta vez quiero olvidarte yo también—Agregó.
—Que cruel eres...—Le dije yo sonriéndole y acomodando su cabello detrás de sus orejas—Yo no quiero que me olvides y tampoco te quiero olvidar yo—Le dije.
— ¿De verdad?—Me preguntó con una pequeña y solitaria lágrima cayendo por su mejilla, la única que no pudo aguantar. Yo se la quité con mi pulgar.
—Esta vez te prometo que no te olvidaré. Quedarás como el más lindo y feliz recuerdo que tendré guardado para siempre—Le dije. Si esta es una forma de que ya no llore más por mí, pues estoy feliz de hacerlo.
—Entonces tampoco te olvidaré y dejaré de pensar en cada cosa tuya como si fuera el peor momento de mi vida—Me dijo con su voz dificultada por el nudo en su garganta—Ahora, termina conmigo—Me volvió a pedir.
Llevé ambas manos mías a cada lado de su cabeza y le besé la frente—Más que terminar contigo, quiero pedirte permiso—Le dije, junté nuestras frentes y la miré a los ojos—Quiero pedirte permiso para poder estar con mí prin...Con Elisabeth—Le pedí en el tono más sincero que encontré.
—No puedo—Me dijo y yo me sorprendí. ¿Es que nunca recibiré las respuestas que quiero?
— ¿Por qué no?—Le pregunté aun sorprendida y algo extrañada.
—Porque no es a ti a quien debo darle permiso. Es a ella. Eres tú quien me pertenece y es a ella a quien debo entregarle el derecho para estar contigo. Tú deberías terminar conmigo—Me aclaró en un tono serio, pero con una sonrisa al final—Pero ya no quiero, no quiero escucharte. No después del tiempo que estuvimos juntas, no lo aceptaría. Lo haré yo—Se levantó del suelo y me miró desde arriba—Escúchame bien: Te atreviste a dejarme sin decirme una sola palabra y encima a enamorarte de otra persona. Sabía, desde un principio, que me mentías, que nunca estaríamos juntas para toda la vida. Pero al mismo tiempo sé que fuiste muy sincera conmigo al decirme que me amabas y que era la única a quien amabas tanto, durante años cumpliste esa promesa—Hizo una pausa y sonrió—Pero ahora ya no es así y volviste a decírmelo sinceramente, te lo agradezco. Te agradezco por haber hecho, desde el día en el que te conocí, mi vida tan interesante, por haberme hecho tan feliz. Te agradezco que, desde el momento en el que me dijiste que me querías, me hayas entregado tu amor incondicional. Te agradezco que hayas estado conmigo todo éste tiempo, pero esto se acabó. Hoy, mi querida Danielita, me enfocaré en buscar a otra persona. Quizás nadie sea como tú fuiste conmigo, pero me dedicaré a ser feliz sin ti. Así que esto se acabó, es momento de que empecemos un nuevo capitulo, la una sin la otra. Terminamos—Me dijo finalmente, con una sonrisa adorando su cara. No quería creerme lo que oía. Estaba terminando conmigo, pero de la manera más extraña que alguna vez escuché, ni siquiera yo hubiera sido capaz de eso, quizás por eso no me dejó, porque sabía lo que le diría y como.
—Muy bien—Le dije yo, asintiendo con mi cabeza—Yo también te agradezco todo lo que viví junto a ti, por todo—Agregué con una sonrisa.
—Entonces, tengo que darle permiso a la encantadora niña que te enamoró—Me dijo y dando una media vuelta emprendió el camino a la casa.
Me quedé en el suelo analizando aquello. ¿Qué iba a hacer qué? ¿A quién? ¿A mí princesa? ¡¿Le iba a decir qué a mí princesa?!— ¡A-Andrea! ¡Espera!...
º/º/º/º
Tras el pánico llegué a la casa, en el patio no veía a nadie, digo, no veía a mi princesa porque estaban todos ahí reunidos todavía. Busqué por todos lados con la mirada a mí princesa, hasta que mí hermana me vio y se acercó a mí.
—Daniela ¿Qué pasa contigo? Parece que hubieras visto a un fantasma—Me dijo algo preocupada por mi expresión de seguro.
—Has... ¿Has visto a Elisabeth?—Le pregunté aun con pánico. Guarda la calma mujer. ¡¿Cómo?! ¡Quizás que cosas le estará diciendo la Andreita! ¡Me va a delatar! ¡Y ni siquiera se dará cuenta!
—A Lily...—Dijo mi hermana mirando a su alrededor y viéndola aparecer por la puerta, junto a la Andreita—Ah, allá está—Me dijo señalando a la puerta.
—Gracias—Le dije y corrí hasta donde mí princesa. Llegué hasta donde ella y le tomé de la muñeca, la devolví dentro de la casa y la arrinconé contra la pared del pasillo— ¡¿Qué te dijo?!—Le pregunte, o más bien le grité alterada y asustada.
—... ¿Q-Quién?—Me preguntó algo nerviosa por mi actitud.
—La...—Respiré profundo y me intenté calmar—La Andreita—Le dije ya más calmada, pero no menos nerviosa.
—Ah...Me dijo algo de que me daba permiso para estar contigo y que estuviera contigo siempre, también dijo que tenías problemas de memoria y que no me enojara si se te olvidaba algo, también que eres muy despistada y que siempre vas a necesitar a alguien que esté al pendiente tuyo para que nunca se te olvide nada y también...Que te cuidara mucho...—Bajó la vista y luego la volvió a levantar—Eso fue lo que me dijo, ¿Por? ¿Qué querías saber? ¿Pasó algo?—Me preguntó ladeando un poco la cabeza.
Yo solo atiné a abrazarla—No, no pasó nada. No te preocupes—Le dije en un suave tono, escondiendo mi rostro en su hombro.
Lily también me abrazó—Aun no sé que me quiso decir con eso, pero...Prometo que voy a estar contigo para cuidarte—Me dijo en un adorable y suave tono.
—Gracias...—Le dije y me separé de ella. Le acaricié la mejilla y le besé la frente—Perdóname por haberte evitado todo el día—Le pedí.
—No importa, está bien—Me dijo sonriéndome.
La dejé ir para que se fuera a reunir con los demás, mientras que yo me quedé en el pasillo, de seguro con una boba sonrisa en la cara de enamorada—A mí nunca me miraste de esa forma—Escuché que me decían por un lado mío. Miré y se trataba de la Andreita. ¡Falta que aparezca de sorpresa hasta en la sopa!
—Pensé que estabas afuera con los demás—Le dije algo extrañada al verla al otro lado del pasillo, apoyada en la pared.
—Entré cuando arrastraste a la niña hasta aquí, quería ver que pasaba. Se nota que la amas de verdad—Comentó mirando a la puerta y luego a mí.
— ¿Por qué lo dices?—Pregunté curiosa.
Ella solo me sonrió—Por la cara de idiota que acabas de poner. Te conozco demasiado como para saber que eso fue algo que nunca hiciste conmigo—La miré con algo de culpa nuevamente y pareció darse cuenta—No me malentiendas, no te estoy diciendo que nunca me amaste tanto como decías hacerlo, lo que te intento decir es que yo fui especial para ti, pero eso ya es el pasado. Ahora ella es especial para ti, se te nota en la cara—Se separó de la muralla y caminó hasta mí—Espero que el príncipe que tanto me hirió sin necesidad de una palabra encuentre el valor para declararse a la hermosa princesa, porque últimamente ha pasado por un momento de cobardía y ahora teme por lo que ella pensará de él ¿No es así?—Dijo asustándome un poco con lo bruja que ha estado el día de hoy—La doncella que se atrevió a enamorar en el pasado le acaba de ceder el permiso a la princesa para poder poseer a su príncipe, ahora lo demás depende de él—Dijo y salió por la puerta.
Siempre me gustó cuando hacía eso, convertirme a mí en el príncipe y a ella en la princesa, hablar de esa manera, siempre me gustó, pero me ha dejado realmente extrañada que ahora se hiciera llamar “doncella” y no “princesa” como en el pasado. Al parecer si soy demasiado obvia, o quizás es que ella me conoce demasiado bien. Como sea, fui a reunirme con los demás, soy una de las pocas que no ha comido nada en todo el día.
“Ahora lo demás solo depende de él...”

Notas finales:

Maname: espero les haya gustado, porque nos costó un poco hacernos la idea
Amane: pero todo sea por ustedes
Maname: bueno, quizás también tengamos alguna demora con el once
Amane: pero es por una sorpresa
Maname: ¿Quienes más de aquí quiere saber lo que pasó con Elisabeth? ¿Dóndo pasó la noche? ¿Si las vio o no?
Amane: bueno, si quieren saber dejennos su review y esperen el sgte cap
Maname: hasta la próxima semana :D !


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